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Danielle trataba de concentrarse en mantener las manos firmes en el manubrio. Pero es que... ¿Cómo lograrlo cuando Haerin estaba demasiado cerca de ella?

No podía permitirse cometer alguna tontería mientras manejaba en la autopista, por lo que en ese momento se repetía mentalmente una y otra vez no alejar su vista de al frente. La calidez de la cercanía de sus cuerpos y aquellos brazos rodeando su torso la tenía algo tensa pero a la vez maravillada. Podía acostumbrarse a ellos todos los días desde hoy en adelante. Así, de esa manera, con Haerin abrazándola mientras paseaban por la ciudad en su apreciada motocicleta.

Suena demasiado perfecto para Danielle y algo podrá hacer para cumplir aquello.

—¿De aquí a dónde vamos? —cuestionó Marsh una vez que frenó la motocicleta en frente de la universidad.

—Uh, puedes dejarme aquí. No está nada lejos —respondió, reincorporándose. La mayor se disgustó al sentir que alejó sus brazos de si.

—No puedo, Haerin, déjame llevarte hasta la puerta de tu casa.

—¿Segura? Ya es bastante tarde.

—Eso no me importa, además ya estoy acostumbrada —ladeó su cabeza para sonreírle.

—En verdad gracias, eres muy amable.

—No es necesario que agradezcas, ahora solo acomódate y me indicas por donde es exactamente.

—Entendido —fue esta vez la castaña quien mostró su tímida sonrisa.

Luego de un par de minutos y gracias a las indicaciones de Haerin, la australiana logró llegar hasta lo que sería su edificio. Hae bajó y Danielle decidió hacer lo mismo para quedar a su lado.

—¿Rentas un apartamento? —preguntó fingiendo no saber nada.

—Uhm, en realidad, no es mío por así decirlo. La universidad se encarga de cubrir los gastos para los estudiantes becados que deciden mayor facilidad de acceso —concluyó con una pequeña sonrisa.

Danielle denotó sorpresa en sus ojos, esta vez sí había olvidado que Haerin era totalmente poseedor de una beca integral. El imaginar que era totalmente audaz e inteligente la intimidó. ¿Qué tal si la rechazaba por ser un asco para los estudios? Deseaba que ese no sea un factor importante.

—Bueno, tengo que entrar ya —arrugó su nariz—. Fue un gusto pasar la tarde contigo y las demás, muchas gracias por traerme —extendió su mano para despedirse cordialmente.

Sin embargo, no se esperó a que Danielle la halara lentamente hasta recibir un suave beso en su mejilla. Haerin abrió desmesuradamente sus ojos y sintió su rostro arder. Jamás había sentido un tacto tan cercano si es que no era de su familia. Danielle había sido la primera en besarla en el rostro puesto a que con sus anteriores y pocas amistades se negaba a las muestras de afecto.

Y más aún no pudo entender el fuerte rubor en sus mejillas y la timidez instantánea que la albergó, eso era algo que no pasaba con ella.

La más alta sonrió ampliamente, formando dos finas líneas con sus ojos y mostrando su blanca dentadura.

—Te veo mañana, duerme bien Haerin-ah.

—Uh, sí. Lo mismo para ti. Gracias y... hasta luego —se apresuró en decir para luego dar media vuelta y adentrarse rápidamente al edificio.

Danielle no se movió de su lugar hasta perder a la castaña de su campo visual. Sonrió una vez más y acarició lentamente sus labios, memorando el pequeño beso que le había robado. Suspiró como tonta enamorada y se sintió totalmente orgullosa de sí misma.

Contra todos los nervios de su organismo logró hacer algo que para ella, fue sumamente especial. Sintió leve adrenalina colarse por su sistema y se movió descontrolada, como si de un absurdo baile estuviera realizando. Tanto así que casi tropieza con su propio moto al resbalar e irse para atrás. Pudo evitar la caída y cuando se encontró estabilizada volvió a negar con la cabeza. Sabía que la gran sonrisa no se la quitaría nadie, y más aún al saber la dirección oficial del apartamento de Haerin. Pensaba ofrecerse a llevarla y traerla cuando esta quisiera. Tenía que hacer méritos por ella.

Y así una Danielle Marsh se hacía muchas ideas y metas por cumplir, claro que todo con lo que tenga que ver con la chica de ojos gatunos y sonrisa de colmillo.

***

Habían pasado ya tres días, era martes y Haerin salió con lentitud del edificio. Miró la hora en el reloj de su celular y comprobó que era muy temprano para ir a la universidad, justo como a ella le gustaba. No obstante, el sonido del motor de una motocicleta hizo que levantara la vista. Sus facciones mostraron total incredulidad.

¿Qué hacía Danielle Marsh ahí?

La peliengra bajó de la moto y se acercó a ella. Llevaba puesta una camiseta que le quedaba hasta el ombligo junto a unos pantalones cargo, su cabello negro se veía muy bien peinado y de notaba muchos ánimos por la gran sonrisa que mantenía en el rostro. A Haerin, le pareció muy extraño su presencia ahí. ¿Qué debía de hacer?

¡Gracias por leer!
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