Capitulo 5.
Beber café cliente debería de ser lo más normal del mundo, pero para Minghao le sabe diferente, no es el mismo café que toma, porque ese café es de todo menos de lo que debería ser, así que se podría tomar como la primera vez que siente el amargo liquido correr por su garganta. Sus manos frías sostienen la taza humeante, tiembla un poco por los nervios que le ocasionan los dos militares que lo miran con atención mientras beben de sus termos, no es normal encontrarse en esa situación, para nada, porque los militares jamás dan café gratis. Cuando su mirada se eleva se encuentra con los ojos curiosos del militar que disparo a la rata, es alto y de piel morena, lleva segundos sorbiendo del termo y fingiendo comodidad, el otro chico le sigue sonriendo tan abiertamente como en un principio.
El viento aúlla haciendo que el frio se sienta con intensidad, al menos el chico alto y Minghao se encojen para darse calor, y aunque los escombros de lo que solía ser una casa los protege del viento, aun sienten que el frio les cala en los huesos. Llevan algunos minutos de esa forma, sentados con el líquido caliente y en silencio, no han dicho una palabra desde su encuentro y eso es incómodo al menos para Minghao que sigue pensando en Jun. Limpia su mejilla por un cosquilleó y es cuando recuerda que tiene una herida en ese lugar, se queja y nota que la ha abierto un poco y ahora sangre comienza a aparecer.
—Tengo algo para eso— Dice el militar que había aparecido detrás de él minutos antes. Saca de entre sus ropas un par de gazas que utiliza para limpiar la sangre, Minghao se aleja por reflejo pero acepta el curioso acto de amabilidad. —¿Qué haces por aquí?
Minghao duda si decir la verdad o no, porque ellos no son Jun, ellos son militares y eso ya es bastante malo para su situación, asi que estando pensando se pierde, sin saber que contestar o hacer busca respuestas que puedan ser medianamente creídas, aunque en su mente ronda la idea de decir la verdad y terminar con su pequeño revoltijo de ideas. Es tanto su silencio y los dos militares comienzan a sospechar de su comportamiento, sabe que si no responde ellos darán la respuesta más lógica y eso sería bastante malo.
—¿no estarás intentando salir del país?— preguntó el alto haciendo que su compañero le diera un codazo poco discreto, Minghao se tensó al no saber si eso era peor o no de lo que realmente hacía.
—Yo solo...— titubea e intenta no mirarlos, porque a pesar de aparentar su joven edad ellos ciertamente se ven más fuertes y saludables, a él se le notan los huesos y sabe que eso es un punto en contra asi que lo que menos quiere es tener problemas con esos dos militares. —Encuentro cosas y las revendo.
—¿le robas a los muertos?— Pregunta Mingyu auténticamente sorprendido, esta vez el otro militar solo abre los ojos de par en par y sueltan un largo "ahh"
No es ilegal, de todos modos las personas dentro de esa área ya no necesitan sus cosas, pero va contra las reglas morales de la mayoría, aquellas que no están escritas pero todos deberían de saber y aunque Minghao no es el único que las rompe si es uno de los más jóvenes. Porque el respeto a los muertos es algo de la gente común en ese país, de la gente que aun camina por las desgastadas ciudades. El alto militar se sienta con confianza, quizás porque se nota que Minghao no puede siquiera pensar en atacarlo o porque sabe que sería fácil evitarlo, el otro joven hace lo mismo arrebatando el termo para tomar un poco.
—Solo intento que no se hagan más— murmura refiriéndose a los cadáveres, la gente de la ciudad le agradecía ello en cierta manera. El sonriente suelta1 un "Umm" al escucharlo.
—Un... ¿Cuál era el nombre? ¿Buitre?
—¿no les decían carroñeros?
Minghao los mira con cierto valor que se ha sacado por la confianza de ambos militares. Piensa que describirlo como alguno de esos adjetivos esta errado, pero a pesar de que le hayan regalado café a un militar no se le corrige.
—Nos encontramos a muchos de ellos en las ciudades más devastadas.— Habla el moreno estirando sus huesos. —Pero no pensé que encontraríamos uno aquí, esta zona está lejos de la ciudad ¿Cuánto tardas en llegar aquí?
—Un rato.
—¿Entonces vives en la ciudad?— Pregunta... Minghao piensa que debería preguntar por los nombres de los militares. Asiente. —Esa es pequeña ¿sabes cuantas escuelas hay?
—Seokmin, no.— Habla Mingyu. —no lo hagas.
El militar Seokmin ríe y espera la respuesta con entusiasmo, Minghao responde casi con un susurro "una" el entusiasmo explota en Seokmin cuando Mingyu comienza a zarandearlo.
—¿Dónde da clases un chico de cabello negro, alto...— Mingyu no lo deja terminar, se cubre los oídos y comienza a tararear en voz alta mientras Seokmin no contiene la carcajada, Minghao está confundido y sorprendido de ellos, no sabe qué hacer así que recuerda cada profesor en la pequeña escuela. —¡con rostro...!
—¿Wonwoo?— pregunta al recordar al único hombre que da clases en la pequeña escuela. Ambos jóvenes se congelan a escuchar el nombre y dejan de hacer ruido para prestar atención. —Los demás profesores son mujeres.
Minghao no conoce a Wonwoo, ha escuchado hablar de él por parte de su pequeña hermana, es una persona que resalta por ser atractivo y no haberse casado pese a su edad, y aunque siempre se le nota con un semblante serio su amor por los pequeños no podía ocultarse, porque era suave y comprensivo con ellos mientras que a los mayores les tenía preparado una barrera incapaz de romperse. ¿Qué más decir de Wonwoo? Minghao nunca había hablado con él y él jamás le había sido su cliente.
—¿se llama Wonwoo?— pregunta Mingyu y Minghao asiente. —¿lo conoces?
—Solo hay una escuela y un profesor, no puede ser otro.
El silencio es mortal, tanto como el de hace unos momentos cuando el café estaba caliente.
—Deberías decirle que te gusta— Habla Minghao con más confianza despues de un rato. El sol ya ha tomado un lugar alto en el cielo y ellos siguen sentados en el mismo lugar, aun cuando es tarde las nubes cubren todo rayo y el lugar sigue siendo descolorido.
Quizás Minghao se equivocaba, no todos los militares eran desalmados y ajenos a la comprensión o cualquier sentimiento humano, porque Seokmin y Mingyu eran agradables, si gritaban lo hacían por razones muy distintas a las que Minghao estaba acostumbrado, ellos reían y se comportaban casi de manera descuidada. Por un momento se sintieron jóvenes normales, de aquellos que se daban hace años sin una guerra de por medio, pero claro, ni siquiera ellos podían saber eso.
—No me gusta, Seokmin exagera todo.— Se queja Mingyu con una mueca mientras Seokmin le sonríe remarcando lo obvio.
—Escríbele una carta, Minghao podría dársela— Comenta Seokmin. —No tienes que decir quién eres ¡Sera como una película romántica! El soldado enamorado de un profesor de una vieja y solitaria ciudad, se unen por amor, un mensajero misterioso y cupido ayudaran a que estén juntos.
—¿Quién será cupido?— pregunta Minghao.
—Esperemos que no sea Seokmin— Se burló Mingyu provocando una sonrisa en Minghao. Seokmin se ríe por naturalidad. Mingyu mira la hora en su reloj y suspira, quizás porque el tiempo ha volado y tienen cosas que hacer, incluso Minghao quien ha olvidado a Jun se le ha hecho tarde. —Debemos volver, se suponía que solo vendríamos un rato.
—¿ya nos vamos?— pregunta Seokmin. —¿vienes?
Minghao niega, porque regresar no es la mejor opción y menos cruzar en medio de militares...con dos de ellos.
—Tengo cosas que hacer.
—¿cosas de buitres?— pregunta Mingyu.
—Mejor ser un buitre que una paloma mensajera.
—¡Deberías ser una paloma mensajera!— Exclama Seokmin levantándose de golpe. —Deberías darle algo de parte de Mingyu como... Su reloj, Mingyu dale tu reloj.
—¿estas loco? No vale la pena.
—Le dare lo mejor que encuentre.— Dice Minghao antes de ponerse de pie y sacudir el polvo, no acepta reclamos y emprende su camino.
Quizás a Mingyu no le guste tanto Wonwoo, pero durante todo ese tiempo él no dejo de aclarar ello, Mingyu no dejaba de sonrojarse y ocultar su rostro cada que lo mencionaban, es por eso que Minghao tiene el valor de llevarle un pequeño regalo a Wonwoo por parte de Mingyu, Seokmin también se lo había insistido argumentando que Mingyu jamás se atrevería a dar un primer paso y eso lo entiende perfectamente. Se va con un buena impresión de aquellos dos militares de su edad, quizás no todos sean asi y es por eso que acepta su buena suerte y se alegra de ello, porque los siente como posibles amistades. Pero olvido preguntarles cuento tiempo se quedarían en la ciudad.
Cuando se asegura que ambos chicos están lo suficientemente lejos se anima a bajar a los túneles, intenta no hacer ruido para no sobresaltar a Jun, recorre un pequeño camino y encuentra la lámpara encendida, pero Jun no esta ahí. Grita su nombre una vez, no muy alto pero si lo suficiente como para hacer eco, no se preocupa porque todo está ordenado y no hay un cadáver en el suelo, no hay sangre fresca y estaba seguro de que los militares no se habían acercado, así que supone que el sucio esta en otra parte del túnel, porque sus cosas siguen en el mismo lugar. Se acerca a la mochila del sucio y la mira con suma atención ¿Qué tan malo sería echar un vistazo adentro? Tal vez el sucio se molestaría con él, pero debía asegurarse que era del todo inofensivo, que no estaba ayudando a un genocida. Toma valor y mira adentro, se sorprende por la cantidad de cosas que hay ahí.
No reconoce la mayoría, están entre papeles y libros en el idioma de los sucios, algunos aparatos que no entiende y poco más, encuentra el dinero y vaya que es mucho, pero Minghao no está para robarle, no se atrevería porque a pesar de ser un sucio aún está vivo y él no le roba a los vivos. Busca un poco más adentro atreviéndose a mover las cosas para examinar más afondo. Encuentra un anillo con un diamante ¿Qué significaba eso?
—¿en serio no me escuchaste cojear hasta aca?— pregunta Jun casi detrás de él, da un pequeño salto por la sorpresa e intenta dejar todo como estaba, el sucio suspira dejando de lado el arma que usa como bastón. —Pensé que no vendrías.
—Tuve que hacer unas cosas.— responde dejando el anillo, no quiere preguntar por ello, se siente avergonzado y sería demasiado descarado. Jun se sienta y Minghao hace lo mismo, tiene que decirle varias cosas. —Si...— El sucio lo interrumpe.
—escríbelo. No hables.
—¿Qué?
—Escríbelo— Canturrea cerrando los ojos. —En la mochila que ya conociste bien hay un bolígrafo y papeles, hazlo donde quieras.
Minghao no comprende del todo pero obedece, quizás es su imaginación pero piensa en la posibilidad de que haya un tono molesto en la voz de Jun. Lo deja pasar por alto y comienza a escribir. Su caligrafía le da pena, no es la mejor pero cree que es entendible para el sucio, trata de no escribir demasiado y solo describe lo cable para que el sucio entienda, al finalizar entrega la hoja y espera, tal vez es de nuevo su imaginación pero siente que se le es arrebatada. Aun no entiende porque piensa que Jun está molesto.
Jun asiente al leer, no se ve contento ni preocupado, solo tira el papel hecho una bolita y suspira, no mira a Minghao ni le habla solo se recarga en la pared y cierra los ojos por largo rato.
—Mañana puedes regresas un poco más temprano, no puedo esperar toda la vida aquí— Dice el sucio y para cuando Minghao va a responder solo sisea un "Shh" haciéndolo callar. —puedes irte, supongo.
Minghao está más confundido que antes, porque el sucio lo había tratado bien todo el tiempo (el poco tiempo) que habían estado juntos, y no es que ahora fuera grosero o le gritara, no, solo que era un poco distinto ¿estará molesto? Es lo que se pregunta antes de asentir, piensa que quizás está cansado porque lo ve cerrar los ojos, tal vez la irritabilidad de las noticias o que llego un poco tarde, pero no siente valor para preguntar. Se despide sin palabras y decide irse.
Se me habia olvidado actualizar y me acuerdo hasta ahora, para mi mala suerte aun no tengo el capitulo 6 escrito :')
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