Capitulo 4.
No es una sorpresa que cuando llega a su casa lo primero que recibe es un fuerte golpe de su padre, y no lo culpa, se ha demorado bastante con el sucio y esas no eran buenas horas de llegar, ya lo ha hecho antes, pero nunca cuando sabe que su padre estará ahí despierto. Vuelve a estar manchado de sangre, pero ahora es la suya que escurre por su labio, la limpia con orgullo y levanta la mirada para demostrar que no es débil, el señor asiente y se va, porque no hay necesidad de palabras; la lección esta aprendida. Minghao se recuesta en su pequeña cama y escucha los llantos de su hermana menor, pero es normal, porque la pequeña muchas veces tiene pesadillas de las que él no puede hacer nada para ayudarla. Suspira y se cede ante el suelo recordando lo que debe hacer al despertar, recordando que debe regresar con el sucio, recordando su lindo rostro y su tierna sonrisa. Lo único que no recordó esa noche era como ser un adulto y no una quinceañera enamorada.
Se levanta de la cama antes de que salga el sol, le deja un beso en la frente a su hermana y algo de dinero sobre la mesa a su madre. Pero hay algo diferente en el ambiente de la madrugada, es tan silencioso como siempre, incluso los sonidos son los mismos, pero algo le incomoda. Antes de salir por la puerta principal gira el rostro y se encuentra con la seria mirada del señor Xú sobre él, no hay palabras, pero el entendimiento es mutuo. Minghao se acerca con curiosidad.
—Preocupas a tu madre— La voz rasposa del hombre invade el ambiente tranquilo de la madrugada, esta tan silencioso que Minghao siente que le gritan. —Minghao, estoy orgulloso de que seas un hombre y puedas mantener a la familia— Carraspea. —Sé que yo no sirvo de mucho, pero aun soy la cabeza y exijo respeto a mis reglas.
Minghao asiente, él ya sabe todo eso y se suponía que su regaño era el golpe de hace unas horas, pero al parecer ese no era el punto, porque su padre siguió hablando.
—Pero eres un hombre... Y espero que tus descuidos sean por una futura esposa.
Minghao por fin pudo respirar tranquilo, si solo era eso no habría de que preocuparse, porque podría solo asentirse e irse, cosa que hizo para dejar la charla hasta ese punto. Consiguió salir de su hogar burlándose de sí mismo por no poder pensar en ninguna linda chica para formar su futuro, solo de un sucio con una sonrisa muy brillante.
Conseguir la brújula había sido demasiado fácil a decir verdad, pero no quería ir a ver a Jun hasta tener el mapa, asi que hizo lo habitual y recorrió las calles de su pequeña ciudad montado en su patineta. El sol sale y con eso despierta por completo, ahora puede ver con claridad a la lúgubre gente caminar por las calles con lo poco que conseguían de las tiendas locales. Él jamás se mete con los ciudadanos que buscan ganarse la vida vendiendo lo poco que consigues, pero de alguna manera los perjudica al quitarles más clientela cada vez, pero asi eran las cosas ahora, todos necesitaban algo y si Minghao podía conseguirlo lo haría a cambio de cosas para mantener a su familia. Esta apenado, pero trabajo es trabajo.
Llega al dañado edificio y se detiene al ver algo que no debería estar ahí, saluda y muestra respeto cuando ve a los hombres llegar por la ancha calle donde se asoma el sol. Esta congelado y se pregunta el porqué de su visita. Alguien le sonríe, un uniformada mientras marcha, por miedo Minghao se queda estático sin mostrar emoción en su rostro, cuando respira es porque ya se han alejado dejando una cortina de polvo en el ambiente. Piensa en el sucio y una molestia en el estómago lo invade. Si hay militares es porque algo ha ocurrido, algo serio que incluye la frontera... quizás busquen a Jun o solo estén haciendo un recorrido, de cualquier manera todo le parece malo. Sacude su cabeza dejando que los pensamientos se vayan y por fin puede adentrarse al edificio.
Sube por las escaleras, es lento y dudoso de lo que está haciendo, aprieta con fuerza la bolsa que trae en las manos y de nuevo se siente mal. Es solo una entrega para Jeonghan, algo rutinario que no le debería de preocupar, pero de alguna manera lo hace y lo asocia con los hombres de guerra. Toca la puerta y espera a que le abran, su mirada está perdida por alguna parte del pasillo. Un click lo hace reaccionar y alzar la vista para encontrarse el rostro desvelado del rubio quien exhala con cansancio. Lo dejan pasar.
—Pensé que sería uno de esos militares, los he escuchado toda la maldita noche.— Dice Jeonghan dirigiéndose a la cocina, a donde siempre va para traer dinero y pagarle. —No sé qué carajos ha ocurrido, de repente llegaron y se quedaron, como si esta ciudad resistiera más de sus armas— Alza la voz para que Minghao escuche, es normal que se queje, de hecho, siempre se tarda más de lo debido para poder hablar un rato. —Cuando yo era niño...— Y Minghao ríe porque no se imagina a Jeonghan de niño, si, el chico es joven y todo, pero siempre ha hablado de su infancia como algo lejano. —Los militares no eran tan creídos, tenían su lugar y la mayoría era muy amables, parecían caballeros y cuidadores. Ahora no se les puede ni preguntar la hora porque te golpean con sus armas.
Minghao presta más atención de lo normal, quizás porque le interesa la historia o porque está preocupado y necesita algo que lo distraiga. Jeonghan parece repuesto, recupero su actitud vivaz y ya no se ve mortificado ¿quizas la prueba le dio negativo? Minghao no sabe si preguntar seria grosero o si no hacerlo lo seria, solo se queda callado escuchándolo quejarse, y cuando el dinero llega a sus manos acepta sentarse en el sillón de la pequeña sala y comer un poco de pan con té (lo que Jeonghan le puede ofrecer) busca despejarse antes de ir con el sucio, aún no ha conseguido el mapa y debe darle las malas noticias.
—Quisiera tener quince y aun vivir con mis padres— Jeonghan hace un puchero infantil y Minghao vuelve a reír, porque el rubio no se imagina lo que tiene que pasar día a día para mantener a sus padres. —Así no tendría que preocuparme de nada... ¡odio este lugar! — Hizo una pausa bebiendo de su taza y cambiando su rostro a uno lleno de seriedad. —Nunca confíes en alguien que te gusta, menos si te propone mudarte a la ciudad fronteriza porque se supone que ahí "no ocurre nada" no lo hagas ¡Es una trampa! En cuanto tengan un departamento y una vida estable se ira a la maldita guerra y se casara con una chica de un pueblo...
—¿te ocurrió a ti?— pregunta lo obvio, pero Jeonghan no se molesta, solo regresa a hacer una mueca y a beber de su té. —¿no naciste aquí?— Y Jeonghan niega.
—¿Crees que yo tendría una linda infancia si viviera aquí toda mi vida?— Minghao se encoje en hombros. —Soy de la capital, me conseguí un novio que me trajo hasta acá y acá me dejo. Ni siquiera puedo regresar con mis padres porque siguen furiosos conmigo y cuando les diga que tendré un hijo solo vendrán a matarme.
Los ojos del menor se abren de par en par sorprendido al escucharlo, si, ya se esperaba enterarse del resultado, pero de esa manera tan casual le resulta extraño por el comportamiento de Jeonghan hace apenas dos días ¡Se suponía que estaba muriendo de preocupación! O quizás Minghao malinterpreta a su mayor, pero no está seguro de ello. Jeonghan nota la confusión de Minghao y sonríe con ternura.
—¿Sabes cómo evite enlistarme?— Minghao niega aun anonadado. —Fingí y entregue falsos documentos, hice trampa y ahora la estoy pagando. — Jeonghan se levanta y camina de vuelta a la cocina, regresa un segundo despues entregándole el aparato a Minghao, esa misma cosa que consiguió hace pocos días. Aún tenía el resultado en la pequeña pantalla, era un positivo.
Entonces Minghao se pregunta quién es el otro padre, pero no puede ser directo y menos si no es su asunto, así que solo asiente y regresa el pequeño aparato con pena. ¿Qué tan difícil era ser un impuro? Quién sabe, ellos se libraban de ser enlistados siendo tomados como mujeres.
—¿Tu novio es un militar?— Se atreve a preguntar despues de un largo silencio, Jeonghan se nota confuso unos segundos y despues sonríe.
—El que me trajo aquí lo era— Jeonghan responde sin ganas. —El nuevo... No sé qué es realmente, pero te aseguro que más que un militar.
Minghao suelta un extenso "ah" en respuesta y su mirada baja hasta la taza caliente. La pregunta que quiere hacer lo golpea con firmeza y es ahí que levanta la mirada y encara a Jeonghan, no se extiende otro largo silencio porque tiene que hacerlo rápido antes de arrepentirse.
—Necesito un mapa del país, que sea actual.
Jeonghan se mira confundido.
—En la escuela hay mapas.
—Esos no me sirven, necesito uno...— Y se detiene a pensar en que demonios necesita Jun, porque un mapa común y corriente se consigue en una escuela, pero un mapa actual es difícil, no saben cuánto ha cambiado el país en los últimos años, porque ha habido derrotas y demás cosas. Eleva el rostro encarando a Jeonghan y siente que su expresión lo delata.
—Creo que ya se lo que quieres, Minghao.
—Un mapa.
—No. Dilo, sin miedo, todos queremos hacer lo mismo que tú. — Minghao no comprende. —Quieres salir del país.
No sabe porque asiente, pero de alguna manera Jeonghan tiene razón.
Huye a toda prisa del departamento del impuro, quiere ir con Jun y contarle las buenas y malas noticias, quiere decírselo de una vez por todas porque su nerviosismo lo está asfixiando. De nuevo esta sobre su patineta evadiendo cada cosa que se le atraviesa, ya ha olvidado lo que buscaba, pero eso no importa, porque mapa en mano o no tiene algo mucho mejor que eso. Su velocidad baja cuando cruza cerca de los militares, porque lo que menos quiere son preguntas que lo detengan o de plano lo arresten, porque los militares eran así de desgraciados; por cualquier cosa te llevaban para burlarse de la pobre situación en la que estabas. Deja que su patineta avance sola, no toma impulso, solo la está dejando ir con aburrimiento.
Los militares están descansando, las camionetas son aterradoras y el pequeño campamento que han montado lo incomoda, porque eso significa que se quedaran un tiempo, va con cuidado de no ser visto pero tampoco ser invisible, porque él es solo un chico y no un militar, en cualquier momento sienten que es sospechoso y lo detendrán. Su respiración se altera cuando escucha sus estridentes risas y siente que son por él, quiere alejarse tan pronto que sea posible, pero esos soldados son como perros y apuesta a que lo seguirán. Con mucho esfuerzo cruza el lugar donde ellos descansan y sigue su camino. No hay más que uno o dos soldados cerca para cuando cruza a los mercaderes, ellos están ahí para conseguir cosas gratis amenazando con lo obvio, pero Minghao consigue pasar de largo y seguir su camino.
Recuerda sin saber porque el pequeño aparato con la leyenda; positivo, eso significaba un bebé para Jeonghan, ese chico que al parecer era de una ciudad más grande, eso justificaba su departamento y estilo de vida, porque sin duda era diferente a la mayoría. Ni siquiera Jihoon con sus estudios y el dinero que conseguía podría compararse a Jeonghan, porque el mayor podría catalogarse como un chico rico entre pobres. ¿Qué seria Jun? ¿un chico rico entre ricos o un chico pobre entre ricos? Porque el sucio demostraba cierta personalidad creída al hablar de su hogar, personalidad que jamás se le atribuirían a personas pobres, así que la duda lo invade.
Cuando está por llegar a ese lugar de muerte se detienen en seco, raspa el suelo un poco y despues desvía su camino, porque alguien camina entre los cadáveres, y no es un niño o un joven, es un soldado que mueve los cuerpos con su larga arma y se agacha a recoger cosas. A pesar de que el soldado ni siquiera voltea a verlo él se congela, siente como si le apretaran el estómago y el miedo sube a su garganta, se refugia en los escombros con cuidado. Si sale en ese momento tendrá problemas con el militar, si se queda escondido y lo ven le dispararan sin pensarlo dos veces. Le harán preguntas y quedara a merced de las peores personas en el mundo –despues de los sucios- pero estará vivo, no desea delatar a Jun, pero sabe que si el militar se atreve a adentrarse en los túneles lo matara, Jun no puede correr esta herido.
Cuando el militar se inclina al suelo de nuevo es porque ha visto algo, y Minghao lo sabe porque lo hace con lentitud y cauteloso, tiene que pensar rápido pero sus músculos están paralizados.
Un disparo.
Se escucha un chillido y una rata sale despavorida cuando la tierra se levanta junto a ella. El soldado suspira de alivio y Minghao igual, porque solo es un pequeño e inofensivo animal.
—¡Mingyu, tienes un admirador secreto!— Escucha justo detrás de él, gira con pánico y se encuentra con ese uniforme que tanto odia, el chico dentro de él no parece ser mayor ni menor, parece de su edad. El arma no se mueve pero el soldado eleva la mano y la agita para llamar a su compañero que les ha prestado atención. Minghao está aterrorizado.
Una sonrisa está bajo el cubrebocas del soldado que tiene detrás, se nota porque sus ojos se achican, no parece agresivo, pero si se sigue fiando tan fácil de la gente terminara con una bala entre las cejas. Su rostro gira de inmediato para ver como el soldado Mingyu se acerca con dificultad. Peor que un soldados son dos y Minghao ahora se encuentra en medio de ellos, solo desea que no descubran a Jun.
No he escrito el capitulo 5 :) soy lentisima para escribir ahora, solo espero terminarlo en siete dias para no dejar la historia morir como lo hago siempre <3
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