las brujas de vondelparck
Foto del Vondelpark en Amsterdam por Santiago
Hacía dos días que estábamos en Ámsterdam y todavía no habíamos podido vivir la noche en la ciudad. Además, queríamos conocer la zona roja de la que tanto nos habían hablado y que muchas veces habíamos visto en las películas. Antes de salir, algunos de mis amigos y yo probamos hongos alucinógenos —experiencia nueva para la mayoría—. La noche estaba medio fea y lloviznaba. Al llegar, en vez de recorrer las calles y mirar las vidrieras, sentimos la necesidad de ir a un parque y alejarnos de la urbe. Caminamos un largo rato hasta que llegamos un lugar llamado Vondelpark. Era hermoso, pero ya había anochecido y su belleza se había reconfigurado en una puesta en escena de película de terror. A esa altura, la llovizna se había transformado en una lluvia densa y constante. Una vez que nos adentramos en el parque, comenzamos a escuchar a dos personas discutiendo a los gritos y en un idioma desconocido. Volteé la mirada y vi que ambas estaban vestidas con túnicas y capuchas negras. A priori, parecía que una estaba retando a la otra. La parte más extraña fue cuando —y esto lo vimos todos más allá del efecto de los hongos— de la nada aparecieron diez personas más, en fila y marchando con la misma vestimenta. Al agruparse formaron un círculo alrededor de la persona a la que parecían haber estado amenazando anteriormente. Todas comenzaron a gritarle en ese lenguaje indescifrable como si le estuviesen recriminando algo. Comenzamos a acercarnos para ver qué estaba pasando. En ese momento, todas nos dirigieron la vista al mismo tiempo y nos invadió un terror que jamás habíamos experimentado. Comenzamos a correr a toda velocidad mientras ellas nos gritaban cosas incomprensibles. Al día de hoy, nunca supe si nos estaba expulsando de su ritual o si nos estaban invitando a formar parte.
Santiago, 32 años, exfutbolista y artista independiente
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