Capítulo 5 - La boda.
Laura estaba de los nervios aquel día, y no era para menos. La boda sería en el granero, tal y como habían estado preparándolo y me parecía de lo más irreal, como estar dentro de una película de Sandra Bullock.
Todos estaban muy guapos aquel día, pero yo no podía quitar los ojos de cierto moreno con barba extremadamente sexy, que no dejaba de bromear con una chica, sobre lo guapísima que estaba la novia. Ese traje negro le sentaba de miedo, y yo me moría por coquetear con él, aunque sólo fuese una vez, antes de marcharme.
Una boda de día, la primera que asistía en mucho tiempo, lo normal es que las bodas sean por la noche, aquella era a plena luz, aunque tampoco habría mucha diferencia, pues en aquel lugar del mundo no anochecía.
El enlace fue súper emotivo, los votos de cada uno de ellos hicieron que rompiese a llorar como una magdalena, porque ella lo merecía todo, y él parecía ser un buen partido, incluso ella le compuso una canción que cantó allí mismo, con el solo de guitarra de Sergio. Ese chico no dejaba de sorprenderme, pero fingiría un poco más que no estaba interesada. Ya era demasiado complicado para él estar enamorado de su mejor amiga.
Lo peor sin duda fue coger el ramo cuando evitaba que me diese en la cara, ganándome la burla de varias de las chicas y la mirada esperanzadora de Laura, rompí a reír, descargando un poco de frustración, negando con la cabeza, fijándome sin apenas darme cuenta en él, que en aquel momento hablaba demasiado cerca de esa chica de antes, era morena, ojos miel, y tenía un vestido verde que le quedaba muy bien. Era del todo su tipo. Quizás él iba a intentar olvidar a Laura con ella, quizás fuese una buena opción.
- No sé si pueda quedarme mucho más – dije en voz alta, haciendo que Laura me mirase sin comprender, pues se suponía que iba a quedarme hasta el día siguiente – no es que vaya irme aún, no es eso, lo que quiero decir es... - estaba histérica, ni siquiera sabía que decir, y entonces ella se percató de que Sergio hablaba de forma muy cariñosa con esa chica.
- Te gusta – averiguó, mientras yo negaba con la cabeza - ¿por qué finges que no es así?
- Porque él tiene sentimientos por otra chica – me quejé, sin más, sin querer ocultarlo por más tiempo. Ella abrió mucho la boca, y luego la cerró. Lucía molesta.
- No es cierto – contestó - ¿por qué sigues haciéndote esto? Dejaste a Moisés respaldándote en las mismas mentiras de las que tú misma te auto convencías, y ahora... estás haciendo justo lo mismo – negué con la cabeza, porque no quería que ella lo malinterpretase – voy a decirte lo mismo que le dije a él ayer, no hacer nada no es la solución a vuestros problemas.
- Él no siente nada por mí – insistí, molesta porque ella lo estuviese confundiendo todo de aquella manera – ser su amiga me basta, Laura – vi su mirada de "esto lo arreglo yo, en seguida" y eso me asustó – no hagas nada, por favor. Me marcharé mañana en el ferri y volveré a mi vida, no funcionaría ni, aunque tuviese posibilidades, somos demasiado distintos él y yo – ella se asombró de verme hablar de forma tan tajante, de normal yo no era así – las dos queremos lo mejor para él, ¿verdad? – ni siquiera me contestó, porque llegó el novio, y tiró de ella hasta la pista de baile.
El baile fue precioso, la forma en la que se unían, como si hubiesen sido hechos para estar en los brazos del otro, me encantó. La melancolía me embargó, al darme cuenta de que yo también quería lo mismo que tenían ellos, y me hice una promesa a mí misma, dejaría de huir del amor, y me mostraría más abierta a la hora de conocer a chicos. Quizás debía volver a confiar, volver a enamorarme, volver a sentir.
Bailé haciendo el payaso un rato con Dana, hasta que su pareja vino a por ella, y entonces él llegó hasta mí.
- ¿Qué haces aquí? – me quejé, en tono bromista. Él sonrió, y yo miré hacia la chica de hacía un momento, nos observaba algo celosa – no deberías hacer esperar a las chicas, quizás ella pueda hacer que te olvides de Lorreine – ensanchó la sonrisa y luego asintió. Me agarró de la cintura y tiró de mí, moviéndose al son de la canción, poniendo caras, haciéndome reír. Lo necesitaba, reír, despreocuparme de los pensamientos que me hacían daño – te marcharás después de esta canción.
- ¿Por qué piensas que me interesa una relación seria ahora mismo? – se quejó, divertido. Sonreí, al darme cuenta de que estaba jugando. Me encantaba esa sensación, y decidí seguirle el juego. Sonreí, mordiéndome el labio, mientras él miraba hacia ese punto – igual sólo quiero pasar un buen rato con ella.
- No te hacía uno de esos chicos – le dije, levantando las manos, apoyándola en sus hombros, ante las atentas miradas asesinas de esa chica hacia mi persona.
- Es algo que he descubierto hace poco – me dijo, sonreí, divertida – lo mucho que me gusta jugar, provocar a las chicas... - sonreí.
- Si sigues aquí jugando... - acaricié su cuello, haciéndole estremecer, mientras su mirada se posaba de lleno en mis labios, al igual que la mía en los suyos. Estábamos jugando con fuego, no había más - ... dejándote provocar por una chica mala como yo... - se mordió el labio, y yo tuve que relamer los míos, me moría por besarle. Eso era un error, ¿verdad? - ... perderás a la chica con la que pretendes acostarte esta noche, Sergio – sonrió, al mismo tiempo que lo hacía yo.
- Tienes razón – aceptó, dando un par de pasos hacia atrás. Me di cuenta en seguida, de que aquello no era real, sólo era yo, deseando algo que no podía tener – gracias por tu sinceridad, Noelia – sonreí, asintiendo, calmada, para luego observar como él se marchaba junto a esa chica, besándola apasionadamente después.
Tragué saliva, me di la vuelta y rodeé el jardín, saliendo al exterior. Hacía frío allí fuera, con aquel vestido de palabra de honor, pero necesitaba alejarme de la fiesta por un momento, calmarme, antes de volver allí dentro.
"No me molesta" – me prometí a mí misma – "me alegro por él" "Sólo me cae bien" "Es un buen tío" "No me gusta, sólo estoy confundiendo cariño con algo más"
Su imagen invadió mi mente, la primera vez que le vi, luciendo tan despreocupado, antes de que llegase a él, cuando fue a recogerme al ferry. Ni siquiera me di cuenta en ese momento de lo apuesto que estaba. Cuando sonreía una sensación extraña me embargaba...
Sacudí la cabeza, molesta con mis propios pensamientos, y eché a correr, de nuevo a la fiesta, dejando a los que ya conocía a un lado, deteniéndome junto a la mesa de las bebidas. Me tomé un par de tragos, bien cargados, y cuando volví a la pista, reconozco que estaba bastante chispada.
Se me acercaron varios chicos, pero no les hice caso a ninguno, sólo había uno que me interesaba, aunque fingiese que no era así. Seguí bebiendo, más y más copas de champagne, hasta que Danna llegó hasta mí, con el resto de las chicas a las que ni siquiera conocía. Sonreí, sin demasiadas ganas por hacerlo, escuchando entonces los comentarios de algunas.
- Parece que Sergio no pierde el tiempo – lanzó una, mirando fijamente hacia él, que bailaba de forma extravagante en medio de la pista, entre las risas de Lorreine. De la chica con la que se besaba horas antes no había ni rastro. ¿Qué había sido de ella? – Les da igual que su mejor amiga se haya casado.
- Sólo son amigos, Cassey – se quejaba Danna – Lorreine está demasiado enamorada de mi hermano.
- ¿Por qué no vamos con ellos? – sugerí, tirando de la mano de la chica, haciendo que las demás nos siguiesen.
Laura sonrió al verme, y me abrazó. Parecía casi tan borracha como lo estaba yo, Sergio tan sólo me echó una de sus miradas divertidas.
Se acercó a mí, sorprendiéndome.
- Te la robo un momento – pidió hacia su mejor amiga, para luego atraerme hasta él, haciéndome reír. Sabía que sólo estaba bromeando, debía tomármelo a guasa. Me dejé caer en su hombro y volví a reír, mientras él sonreía - ¿esta noche no vas a liarte con alguno en el baño?
- ¿y tú? – me quejé, sin soltar prenda - ¿dónde has dejado a esa chica? – me retiré un poco y él ensanchó la sonrisa – Vamos, dime.
- Se ha marchado en cuanto me ha visto hacer el ridículo bailando – Rompí a reír, sin poder evitarlo, mientras él volvía a hacer el tonto - ¿tú también vas a huir? – sonreí.
- Eso depende – su sonrisa lo dijo todo, y la forma en la que me miró también – Depende de cuales sean tus intenciones conmigo... - lo dejé en el aire, sorprendiéndole – Olvidaló – añadí, con rapidez, soltándome de él, avanzando entre la gente, necesitaba salir de allí, tenía miedo, y quería alejarme lo más posible.
Me detuve al otro lado de la casa, junto al jardín, mirando hacia el punto en el que él y yo nos escondimos una vez. Podía recordar lo que sentí al tenerle tan cerca. ¿Cuánto más iba a pasar hasta que me reconociese a mí misma que era lo que sentía por él? Ya se lo había confesado a mi mejor amiga, así que, ¿por qué no podía hacerlo conmigo misma?
Le escuché detrás de mí, y su inconfundible olor a chocolate invadió mis fosas nasales.
- Siento lo de antes – comenzó, negué con la cabeza, porque no era su culpa, era yo la que no podía hablar sobre sentimientos – si he dicho algo que ...
- No has hecho nada – contesté, sintiéndole a mi lado. Sonreí, intentando calmarme. Me di la vuelta entonces, y le abracé, dejándole algo desorientado.
- Te vuelves tan cariñosa cuando bebes – bromeó, haciéndome reír, durante un buen rato, entonces me detuve, y me retiré con rapidez, pero él se echó sobre mi frente, con los ojos cerrados, obligándome a hacerlo a mí.
- Me iré mañana en el Ferry – prometí, él no dijo nada, sólo dejó su aliento sobre mi boca, poniéndome incluso más nerviosa de lo que ya estaba.
- Aún es pronto para hablar sobre irte – me dijo – tienes que ver como tu amigo Sergio hace el ridículo al bailar – sonreí – tienes que ... - me agarró de la nuca y retiró su rostro, teniendo una buena panorámica de mis rasgos, antes de hablar - ... soportarme borracho un poco más.
Retiró las manos y se echó un poco hacia atrás, haciéndome reír. Me miró, sin comprender.
- Te vuelves más atrevido cuando bebes – bromeé. Sonrió.
- La cariñosa y el atrevido, vaya dos – sonreí, me encantaba su cercanía, no había más. Tragué saliva, y miré hacia sus labios, tan sólo un momento. Me moría por besarle. Tenía que hacer algo, marcharme de allí antes de estropearlo todo - ¿qué te gustaría que...? – sus palabras quedaron en el aire, tan pronto como le agarré de la nuca y me acerqué a él, besando lentamente su mejilla, haciéndole estremecer.
- Deberíamos volver – me quejé, echándome hacia atrás, mirando hacia la fiesta, con él agarrándome del brazo, volviendo a acercarme – los demás pueden pensar que tú y yo... - me detuve en cuánto él volvió a poyar su frente sobre la mía, pero a diferencia de la primera, en aquella ocasión tenía sus ojos abiertos, fijos en mis labios.
- Deja que piensen lo que quieran – abrí la boca para respirar, porque me estaba ahogando, estaba demasiado cerca, su respiración, sus labios, esos que me moría por besar. Apreté su chaqueta, haciendo que él se fijase en ese punto, en cómo me aferraba a ella, histérica.
- Sergio, por favor – supliqué, preocupándole – los dos hemos bebido demasiado y ... nos arrepentiríamos de todo esto mañana.
- ¿De qué tienes miedo? – se quejó, separándose un poco, lo suficiente para poder mirarme a los ojos - ¿de lo que pueda pasar? – tragué saliva, soltando su chaqueta, dejando las manos en el aire, sin saber qué hacer con ellas aún - ¿o de que no pase?
- Sólo estás aquí porque te ha fallado tu primera opción – rompió a reír, divertido, mientras yo me volvía un poco más confiada, más yo misma de lo que era antes – si esa chica no hubiese huido al verte bailar, estarías aquí con ella, deseando meterte entre sus piernas.
- ¿Celosa? – sonreí, divertida, negando con la cabeza.
- Sólo molesta con tu actitud – contesté – Sé que nos acabamos de conocer, me hago cargo de eso, pero ...
- ¿Qué es lo que pasa por esa cabecita tuya, Noelia? – quiso saber – Dímelo.
- No quiero que me uses para olvidarte de ella – negó – sé ese buen amigo que necesito, Sergio, tanto como lo eres con Lorreine – tragó saliva, entendiendo lo que eso quería decir.
Quizás estaría bien – pensé, mientras él me cogía de la mano y me conducía hacia nuestros amigos, en el más absoluto silencio – quizás acostarme con él, me calmaría esa pesadez, esas ganas estúpidas de tenerle. Pero ... ¿qué pasaría cuándo despertase al otro día y me diese cuenta de que para él sólo fue sexo?
Sacudí esos pensamientos. No quería hacerme daño, pero ... ¿por qué tenía que proponer algo así conmigo? ¿Por qué tenía que usarme a mí cuando con Lorreine había querido algo tan distinto? ¿Por qué eso era lo único que podía tener de él? Yo lo quería todo.
- ¿Estás bien? – preguntó a mitad de camino, tan pronto como me solté de su agarré.
- Necesito ir al baño – le dije, confundiéndolo, para luego marcharme de su lado, encerrándome en el baño de abajo, dejándome caer sobre la puerta, sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas.
Me gustaba, joder.
¿Cuándo iba a reconocérmelo a mí misma?
Me gustaba tanto que no podía aceptar que quisiese usarme de esa manera.
Recordé su cercanía de hacía un momento, las conversaciones con Lorreine, en las que ella aseguraba que Sergio sentía algo más por mí. ¿y sí sólo era atracción? ¿Ganas de meterse entre mis piernas? ¿Eso era lo único que podía aspirar de un hombre como él?
Recordaba las palabras que Carla solía decirme cuando éramos más jóvenes: "No puedes obligar a alguien a que sienta lo que necesitas, a que quiera lo mismo que tú" "No puedes obligar a alguien a que haga lo que quieres tú"
Tenía razón. No podía obligarle. Tan sólo debía aceptarlo y dejarlo estar. Si seguía recordando lo acontecido no podría reponerme, me pasaría la noche llorando allí dentro, sin posibilidad de remontar, de fingir que nada de aquello me importaba.
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