006 ─ REAL LIFE NIGHTMARE
CHAPTER SIX
─DISHONORING THE FAMILY NAME
Cuando estás en el mundo de los sueños, pero estos son lo contrario a agradables y lo que más deseas es escapar de él, hay dos opciones que puedes tomar para abandonar aquel mundo: ser consciente de que estás soñando o causarte dolor a ti mismo; ambas formas pueden obligar a tu cuerpo a despertar. Pero, ¿qué haces si la pesadilla es tu misma realidad?
Desde que habia regresado a la mansión Malfoy al término de su primer año en Hogwarts su vida se convirtió en una constante pesadilla de la cual no tenía escapatoria. Más de una vez había intentado evadir su realidad ingresando al mundo de los sueños, pero cada vez que cerraba los ojos su mente le obligaba a recordar todo el sufrimiento que estaba atravesando en el lugar en el que se supone debería de sentirse a salvo, como si las heridas de su cuerpo no fuesen un vil recordatorio de ello.
Podía recordar perfectamente los insultos, el desprecio y la furia en los ojos de aquel que se hace llamar su padre; podía recordar como desde el mismo instante en el que los cuatro Malfoy ingresaron a la mansión su padre la tomó con fuerza de su muñeca, hiriendo su delicada piel en el acto; podía recordar cómo luego de ello comenzaron los golpes, los cuales siguió recibiendo día tras día cada que hacia algo que a su padre no le gustaba o cada que se encontraba de mal humor por algo que sucedía en el trabajo. No importaba si no fuese culpa de la niña, era siempre la que pagaba. Pero principalmente, recordaba la soledad y oscuridad del sótano de la mansión, en el cual era obligada a pasar la noche siempre que los golpes terminaban, como si aquello no hubiese sido castigo suficiente.
Por eso, por más que quisiera no podía mantener sus ojos cerrados e intentar olvidar, porque los recuerdos la golpeaban y sentía que se ahogaba. Su cuerpo comenzó a adquirir el mal hábito de no dormir casi, y aquello se marcaba en las manchas oscuras debajo de sus ojos que hacían juego con la que se encontraba asentada en su pómulo y demás regadas en diferentes puntos de su cuerpo. Nadie podía darse cuenta, tenía prohibido mostrar sus heridas en su propia casa, mucho más ante personas ajenas a su familia porque sería un problema y en aquellos momentos su padre tenía suficientes al estar siendo investigado por almacenar objetos oscuros, por lo que debía de mantenerlos ocultos, lo cual estaba haciendo en aquel mismo insante.
Como cada mañana, Morgan untaba una crema en sus heridas que le fue entregada por su madre, preparándose para ir al Callejón Diagon para comprar los útiles escolares que su hermano y ella necesitarían para su segundo año en Hogwarts. Frente al espejo podía observar cómo sus cardenales desaparecían, pero esto no significaba que dejaran de doler; la crema no curaba, solamente hacía que las manchas dejaran de ser visibles, y aquello era lo que Lucius quería: fingir que todo estaba en orden ante el resto, pero dejar el dolor como recordatorio de mantener la compostura o habrían consecuencias.
No faltaba mucho tiempo para tener que irse, y aquello se lo hicieron saber unos toques en la puerta de su habitación.
─Morgan, debemos de irnos ya o llegaremos tarde. Date prisa.
─Sí, madre ─ contestó de forma automática terminando de tapar las ojeras que aun adornaban su blanquecina piel, y, con una última mirada a su reflejo, sus ojos perdidos del brillo que los caracterizaba, soltó un suspiro antes de emprender su camino fuera de su habitación y hacia la sala, donde su madre ya esperaba y su hermano no tardó en unirse, uniéndose por último su padre.
Desde un inicio, cuando llegaron a su destino, Morgan y su madre se vieron separadas de los hombres de la familia, y mientras ellos se hacían cargo de algo de lo que Morgan no estaba enterada, el otro par se encargaba de adelantar las compras.
Más de una vez la niña tuvo que aguantar que quejidos salieran de sus labios cuando era tropezada por la aglomeración de brujos que transitaban el Callejón Diagon, lastimando los cardenales que aún se encontraban en su cuerpo a pesar de no verse. El alivio llegó cuando arribaron a Flourish y Blotts, donde a pesar de que también se encontraba lleno, todos los magos estaban agrupados en el primer piso por el famoso escritor Gilderoy Lockhart que haría una aparición en la librería para promocionar sus libros. Morgan no comprendía cómo muchas brujas suspiraban por ese hombre, a ella le parecía una persona arrogante que solo buscaba la fama, además ni siquiera le parecía guapo, solo tenía un cabello hermoso y bien peinado que ella apostaba se trataba de una peluca. No le interesaba estar presente en aquello, así que decidió permanecer en el segundo piso a esperar que fuera momento de irse, teniendo como compañía únicamente a su hermano, quien llegó a los pocos minutos y se unió a ella, sin mencionar ni una palabra.
Desde que regresaron de Hogwarts fue como si toda relación entre ambos hubiese terminado, ya ni siquiera hablaban, era como si nunca hubiesen sido hermanos. Solamente se dirigían la palabra lo justo y necesario cuando estaban frente a otros, y aquello era algo que a Morgan le dolía.
Se sentía más sola que de costumbre, ya no tenía a su hermano para ella y sus amigos del colegio de un momento a otro dejaron de dar señales de vida, dejaron de enviarle cartas, mientras mayor se hacía el deseo de Morgan de compañía. Aún los atesoraba, sí, sus amigos fueron quienes le dieron un lugar al cual pertenecer y le dieron cariño que en su casa le faltaba, por lo que no estaba enojada, su mente justificaba que debía de haber una buena razón por la que dejaron de hablarle. Y por más que quisiera preguntarles en aquel momento, por más que quiso saludarlos cuando Draco bajó al primer piso y se acercó a ellos teniendo ella que seguirlo, tuvo que aguantarse y mantenerse callada, evitando cualquier contanto visual con alguno de ellos mientras escuchaba los comentarios denigrantes que comenzó Draco, y continuó Lucius cuando llegó.
─Vamos, Draco, juega limpio ─dijo, apartando a Draco con su bastón, siento ella empujada en el proceso, quedando a un costado de su mejor amiga, quien no tardó en dirigirle una mirada interrogante que la castaña obscura tuvo que evadir, bajando su rostro para posar su mirada en el suelo.
Escuchaba cómo su padre hablaba con Harry, llamándolo tonto solo por haber dicho el nombre del mago más tenebroso de esos tiempos. Morgan quería decir algo, quería proteger a sus amigos cuando su padre dirigió ahora su atención a Hermione y los hermanos Weasley, ofendiéndolos con sus comentarios.
Juraba sentir un sabor metálico en su boca por lo fuerte que ha estado mordiendo su labio inferior todo aquel tiempo, obligándose a sí misma a no abrir la boca, al igual que un ardor en la piel alrededor de la uña de su dedo pulgar derecho, ante una manía que adquirió en aquellas vacaciones que le obligaba a raspar aquel sitio con la uña de su índice hasta el punto de que la piel se levantara. Tenía que controlarse, porque sabía que después ella se vería en problemas, pero poco le importó cuando una respuesta expuesta por parte del patriarca de los Weasley se hizo escuchar ante una pregunta que le hizo su padre.
─Al final, ¿de qué sirve el estatus, la sangre y el dinero cuando se carece de valores? ─su aguda voz resonó en los oídos de todo el grupo, por lo que cuando Morgan alzó la mirada se dio cuenta que las del resto se encontraban en ella, unas con unas sonrisas orgullosas por su comentario, otras sorprendidas, y una que la observaba con enojo. Fue aquel momento, en que vio la mirada furiosa de su padre, que se dio cuenta de su error.
En sus ojos se reflejó el terror, que, por más que intentó disimularlo, dos jóvenes que no habían dejado de observarla se dieron cuenta de aquel detalle incluso luego de que la conversación de los dos adultos se retomó. Podía sentir su cuerpo temblar y sus ojos arder al intentar retener las lágrimas producto al miedo, se había desconectado de la realidad y su mirada se encontraba perdida en el suelo imaginándose lo que sucedería al llegar a casa, hasta que Draco exclamó su nombre, devolviéndola al presente.
─Nos vamos, Morgan. Muévete ─la retó, tomándola con fuerza de su mano sin llegar a lastimarla para halar de ella hasta la salida, por la cual su padre ya había pasado. Pero, antes de poner un pie fuera del local volvió su cabeza hacia atrás, hacia donde se encontraban los que consideraba sus amigos, dirigiéndoles una mirada culpable y formulando con sus labios un "lo siento" antes de desaparecer entre la gente.
Lucius fue el primero en ingresar a la mansión, seguido de Narcissa y Draco, siendo Morgan la última en ingresar. Creía que si mantenía silencio y era sigilosa podría escapar a su habitación y resguardarse de su castigo en ella, pero el dolor en su mejilla y el de sus brazos al amortiguar el golpe contra el suelo le hizo caer en cuenta que, como las veces anteriores, no podría salvarse esta ocasión tampoco.
─¿Cómo te atreves a hablar en mi contra? ¿Cómo te atreves a deshonrarme? ¿A deshonrar el apellido Malfoy? ─la niña no alcanzó ni a abrir la boca cuando un nuevo golpe se sintió otra vez en su mejilla, mandándola por segunda vez al suelo─. ¡Levántate! ─exclamó el hombre.
Acató la orden, levantándose lentamente ante el dolor que le generaban los nuevos y antiguos golpes que se repartían por su piel. Un sollozo lastimero abandonó sus labios, obligándose a callarlo al ver la mirada gélida y furiosa de su padre sobre ella.
─Vas a aprender a mantenerte callada cuando debas y a no volver a faltarme el respeto.
Lágrimas comenzaron a bajar por su rostro al saber lo que aquello significaba.
─Padre, no. Por favor ─suplicó, pero poco sirvió.
Lo último que observó antes de que sus gritos, sollozos y ruidos de golpes se escucharan por los pasillos de la mansión fue a su madre llevándose a paso rápido a Draco hacia la segunda planta, sin llegar a notar la mirada aterrada que este le enviaba antes de perderse por las escaleras.
¡Buenas, buenas!
A partir de este momento verán una nueva versión
de Morgan. Se los comento porque será
bastante grande el contraste con respecto
a cómo era en el primer acto, pero debemos que entender
que todo trauma deja sus huellas.
Pero bueno, ya pronto iniciaremos una
nueva etapa en esta historia que creo
enormemente que les va a gustar.
VOTEN Y COMENTEN
Amaría leerlos.
xoxo,
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro