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005 ─ PROTEGO


CHAPTER FIVE
─PROTECTING A FRIEND

Todo el cuarteto ahora estaba enterado de la razón por la que querían robar la piedra, así como qué era lo que estaba matando a los unicornios, y todo se resumía a una sola persona: Voldemort. 

Harry les comentó de lo que se enteró gracias a Firenze, el centauro, sobre que El-que-no-debe-ser-nombrado estaba débil y tomaba sangre de unicornio para mantenerse vivo, y por esto mismo quería la Piedra, para recuperar su fuerza y poder regresar en su verdadero cuerpo. 

Los cuatro niños estaban preocupados, principalmente porque el que Voldemort regresara puede significar que vaya en busca de Harry para matarlo en venganza por haberlo derrotado apenas siendo este un bebé, pero les tranquilizaba el que Dumbledore siempre estuviera cerca, pues así su amigo estaría protegido. Nos obstante, no podían bajar las alarmas, pues los niños sabían que algo malo estaba cercano a suceder, principalmente Harry, esto debido a que al azabache no dejaba de dolerle su cicatriz desde su encuentro con Voldemort una semana atrás, tomando aquel dolor como un mensaje de advertencia que se convirtió en algo más inquietante cuando el niño, al darse cuenta de cierto detalle al ver Hagrid sentado fuera de su cabaña, se acercó a este seguido de sus amigos con el fin de interrogarlo.

─Hagrid, ¿quién te dio el huevo de dragón? ¿Cómo era físicamente? ─preguntó Harry al semi-gigante.

─No sé ─respondió Hagrid─. No le vi la cara. No se quitó la capucha.

─Debes haber hablado con ese desconocido ─continuó el niño mientras sus tres amigos intercambiaban miradas inquietas. Mientras se acercaban Harry les comentó la duda que le surgió sobre el porqué le regalaron a Hagrid un huevo de dragón como tanto él quería, siendo que nadie se pasea con uno de ellos por la calle. No tuvo que decir más para que sus amigos comprendieran a lo que quería llegar y quedaran perturbados por ello.

─Quería saber qué clase de criaturas cuidaba yo. Le dije: "después de Fluffy un dragón es poca cosa".

─¿Se interesó en Fluffy?

─Claro que se interesó en Fluffy. ¿Cuántos perros con tres cabezas has visto? Pero le dije: "La clave con las bestias es saber cómo calmarlas". Tomemos a Fluffy, por ejemplo. Tocas un poco de música y se duerme ─al instante de decir eso, calló, dándose cuenta del error que cometió─. No debí haberles dicho eso.

A continuación el cuarteto salió corriendo al castillo para contarle a Dumbledore sobre lo que acababan de enterarse, no obstante, la profesora McGonagall los interceptó en el camino y no tuvieron más opción que decirle lo que ocurría cuando esta les respondió que Dumbledore se había ido al ministerio de Magia, solo para que al final, la mujer los mandara a su sala común negando sus sospechas, pero sin poder esconder la expresión inquieta que se había adueñado de su rostro.

─Hagrid no habló con un desconocido, habló con Snape ─habló Harry cuando el grupo se detuvo en uno de los pasillos, culpando nuevamente al profesor de pociones, y aunque Morgan hubiese querido debatir, lo dejó pasar. No era momento y también estaba cansada de que no le hicieran caso─. Lo que significa, él sabe qué hacer con Fluffy.

─Y con Dumbledore fuera... ─iba a continuar Hermione, pero se vio interrumpida por una voz que provenía de las espaldas del grupo, una voz que todos conocían y los hizo tragar saliva por los nervios.

─Buenas tardes ─uno a uno los niños se fueron volteando hasta dar con el rostro del profesor Snape, el cual observaba a cada uno con sospecha─. ¿Qué pueden estar haciendo cuatro Gryffindors jóvenes como ustedes, dentro, en un día tan hermoso?

─Estábamos... ─iba a justificarlos Harry, pero al no saber qué decir se quedó callado. 

Morgan, en la espontáneidad del momento, fue la que habló por ellos creando una excusa rápidamente que los salvara de la situación.

─Justamente íbamos al patio ─señaló a la zona verde que se encontraba seguido del pasillo donde ellos estaban─. No queríamos desaprovechar tan hermoso día estudiando para el examen de pociones en la sala común cuando podemos hacerlo en la frescura del aire libre. 

Snape observó por unos segundos a la niña de sonrisa inocente intentando encontrar algo que delatara su mentira.

─¿Y sus libros?

Harry, Hermione y Ron intercambiaron una mirada llena de pánico, creyendo que esta vez no habría forma de que Morgan los salvara, pero, para su suerte, ella tuvo de inmediato su respuesta.

─No los utilizaremos. Lo haremos con cartas ─a continuación sacó un grupo de pequeños pergaminos cortados de forma rectangular y unidas con una cinta de tela, pudiéndose observar en la mitad de la primera que se mostraba una palabra escrita con la caligrafía de la castaña─. No se aprende solamente leyendo. Así que Hermione y yo vamos a ayudar a Harry y Ron a asociar los ingredientes o nombres de las pociones sin tener un libro a la mano. ¿Cierto?

El trió, al ver a su amiga observarlos no tardaron en asentir repetidamente apoyando lo dicho por ella, y Snape, quien había tomado la baraja de papeles -algunos morados, otros naranja- para observarlos con oculto interés y nostalgia, los devolvió a su dueña antes de volver a recorrer con su mirada a cada uno de ellos. 

─Deben tener cuidado. La gente pensará que se traen algo entre manos ─y con una última mirada dirigida a Harry, se fue. 

Luego de un suspiro, Ron se volteó hacia Morgan, mirándola con asombro.

─¡Eso fue asombroso! ¿Cómo se te ocurrió tan rápido decir eso?

─No tengo ni idea ─rió la Malfoy, encogiéndose de hombros.

─Bueno, como sea, nos salvaste.

─Me encanta la idea de las cartas ─señala Hermione, pasando las hojas que conformaba el pequeño bloque para observar cada una de ellas sin quitar el listón─. ¿Por qué los dos colores?

─¡Oh! Las naranjas tienen nombres de principales ingredientes, las moradas los nombres de las pociones, que además tienen escrito en tinta invisible en la parte de atrás el uso de cada una y más información relevante.

─¿Por qué invisible? ─pregunta Ron con una mueca confundida, por su parte, Hermione veía las tarjetas incluso con más interés─ O más importante, ¿cómo la conseguiste? 

Harry, quién también tenía esas dudas, asintió, viendo con interés a su amiga.

─Pues para no hacer trampa ─respondió con obviedad─. Y me la consiguió George, le di el dinero para que me la comprara en la última visita que tuvieron a Hogsmeade... No fue una buena idea ─dijo con aire pensativo, recordando las veces que los gemelos intentaban coger su tinta sin permiso -en ocasiones lográndolo- o intentaban convencerla para hacer una broma con ella, nunca consiguéndolo, porque Morgan no quería acabar su tinta de aquella manera. Además, sabía que los gemelos no harían nada bueno si su tinta cae en sus manos por mucho tiempo -como hacer notas invisibles para sus exámenes-; menos mal ella siempre conseguía obtenerla de vuelta antes de que le dieran uso cada vez que lograron arrebatársela.

      »Pero bueno, ¿y ahora qué hacemos? ─preguntó mientras volvía a guardar las cartas en uno de los bolsillos de su túnica.

─Bajamos por la puerta trampa. Esta noche ─contestó Harry.







Tal como lo planearon, los cuatro niños bajaron las escaleras a la sala común para poder encontrarse cuando todos los alumnos abandonaron la estancia para dormir, dejándola vacía. O por lo menos así lo creyeron los niños, pues al Ron intentar espantar la rana de Neville que estaba haciendo ruido al croar, este mismo apareció desde detrás de un sillón.

─Van a salir de nuevo, ¿no?

─Neville, escucha. Estábamos... ─intentó decir Harry, pero fue cortado por el otro niño.

─¡No se los permitiré! ─exclamó Longbottom─. Van a meter a Gryffindor en aprietos otra vez. Pelearé con ustedes ─los confrontó con su voz tartamudeando y haciendo sus manos puños intentando darles a entender que iba en serio.

Morgan y Hermione se observaron entre sí, la primera dándole una señal con su mirada que su amiga comprendió de inmediato, sacando su varita de su bolsillo mientras se disculpaba con el niño antes de petrificarlo.

─A veces me espantas un poco, ¿sabes? ─comenta Ron tras tragar grueso al ver a su compañero caer tieso al suelo─. Las dos, en realidad. Brillantes, pero aterradoras.

─Gracias ─contestó la Malfoy, burlona, mientras que Hermione solo formó una sonrisa orgullosa antes de que el cuarteto emprendiera camino ocultos por la manta de invisibilidad de Harry.

El viaje no fue cómodo, pues tenían que andar apretados y las dos niñas eran continuamente pisadas por el par de niños al ir delante de ellos, quejándose más de una vez debido a esto, y el otro par disculpándose cada que ocurría. Fue un completo alivio para la Granger y la Malfoy cuando llegaron a la habitación donde se encontraba la puerta trampa, aunque este fue opacado cuando finalmente pudieron observar al gigante perro de tres cabezas que resguardaba la trampilla, el cual extrañamente se encontraba dormido.

─Espera un momento. Está... roncando ─mencionó Harry luego de que la capa dejara de cubrirlos al salir volando por la respiración del animal─. Snape ya estuvo aquí. Hechizó el arpa.

─Qué aliento tan espantoso ─comenta Ron al momento en que el cuarteto se acercó justo cuando una de las cabezas exhaló.

─Bueno, yo digo que movamos la pata y abramos esto rápido antes de que el arpa deje de tocar.

A continuación los cuatros se juntaron para empujar la pata -no sin antes recibir una queja de Ron- para finalmente abrir la puerta de la trampilla. No se veía nada al intentar observar lo que había debajo por más que se inclinaran, estaba totalmente oscuro, y aquello no le agradó a ninguno pues no sabían qué esperarse.

─Yo iré primero ─les dijo Harry─. No me sigan hasta que de la señal. Si pasa algo malo, vayanse enseguida ─iba a continuar, pero se vio callándose al percatarse de aquello mismo de lo que Morgan se dio cuenta, y lo cual la niña expuso a sus amigos.

─Oigan... No quiero asustarlos, pero... el arpa dejó de sonar.

En aquel momento una sustancia espesa cayó sobre el hombro de Ron, sacando quejidos de asco por su parte hasta que, al finalmente darse cuenta de lo que podría ser aquello, los cuatro alzaron la mirada solo para observar al perro ya despierto con las tres cabezas gruñéndoles, por lo que, ante el grito de Harry ninguno tardó en saltar sin importarles si terminarían estrellándose con el suelo, pues preferían ser eso antes que ser devorados por el perro. Pero, para su suerte su caída se vio amortiguada. 

Una clase de planta que comenzó a enrollarse por sus cuerpos, y lo que el Weasley consideró a primeras como suerte, se convirtió en una de las peores cosas que le pudieron haber pasado.

Mientras más enredaderas se fueron enrollando alrededor de sus cuerpos, mayor era la resistencia Harry y Ron quienes peleaban para librarse de ellas, mientras que Morgan y Hermione intentaron permanecer lo más quietas posibles al reconocer la planta que los tenía cautivos.

─Dejen de moverse. Es el lazo del diablo ─comentó Hermione hacia el par de niños─. Tienen que relajarse. Sino, los va a matar más rápido.

─¿Matarnos más rápido? ¡Sí que voy a poder relajarme! ─protestó el Weasley sin dejar de moverse.

─Bueno Ron, es eso o morir. Tú decides ─dijo Morgan.

─¡Gracias, Meissa! ¡Eso es demasiado alentador! ─gritó el niño, lanzándole una mala mirada que le fue correspondida por una sonrisa sarcástica y jocosa, junto con un "de nada" antes de la niña desaparecer, alertando incluso más a los dos niños al pensar que algo malo le sucedió, fue aún mayor su terror al ser Hermione la siguiente en desaparecer, siendo los nombres de ambas niñas gritados con angustia. Mientras tanto, el par de amigas solo veían con cansancio a sus amigos, pues no les hicieron caso con lo de dejar de moverse, lo que generaba que la planta se enrollara cada vez más en sus cuerpos.

─¡Solo relájense! ─gritó la Granger.

─Hermione, ¿dónde estás? ¿Está Meissa contigo?

─¡Aquí estoy! ─contestó la nombrada al azabache─. ¡Solo dejen de moverse! ¡Confíen en nosotras!

Harry, por fin haciéndoles caso, se mantuvo quiero hasta que la enredadera lo soltó, cayendo al lado de las niñas, las cuales no tardaron en ayudarlo a levantarse del suelo antes de volver a alzar la mirada hacia el asustadizo pelirrojo, que si antes se agitaba bastante ahora lo hacía más al perder de vista a su mejor amigo.

─No se está relajando.

─Aparentemente, no.

─¡Hay que hacer algo!

─¿Qué?

Mientras Harry y Hermione discutían en busca de una solución, y Ron gritaba para que lo ayudaran, Morgan simplemente suspiró, volteándose hacia su amiga y decirle. 

─Luz.

Hermione, al comprender la razón del porqué le dijo aquello, no tardó en recitar lo que decía en el libro de Herbología sobre la planta.

─¡Claro! "Lazo del diablo, lazo del diablo. Es divertidamente mortal, pero un rayo de sol le hace mal" ¡Eso es! ¡El lazo del diablo odia el sol! ─exclamó con emoción, tomando a Morgan de los hombros, quien comenzaba a exasperarse.

─¿Hermione? El hechizo ─recordó, señalando hacia donde estaba el pelirrojo.

─¡Oh! Claro ─a continuación bajó sus manos y tomó su varita, alzándola hacia donde se podía ser a Ron antes de exclamar el hechizo─. Lumus Solem.

Rápidamente la planta se retorció, recogiéndose para huir de la luz, dejando así libre al último de los niños, quien fue enseguida ayudado por sus amigos a ponerse de pie.

─Uf ─suspiró Ron─. Suerte que no cundió el pánico.

─Suerte que Hermione pone atención en Herbología ─corrigió Harry junto con una mala mirada hacia su amigo, la cual también se expresaba en los rostros de las féminas.

─Si no fuera por Mei no lo hubiera recordado. ¿Porqué no hiciste el hechizo tú?

─Porque a diferencia de ti, yo no lo he practicado. Y con eso que mi magia sale más potente no se porqué, quién sabe si hubiera rostizado a Ron si lo hacía yo ─se alzó de hombros con aire pensativo, no prestando atención a la expresión asustadiza del mencionado cuando escuchó lo último y se lo hubo imaginado.

─Sí... Mejor que lo haya hecho Hermione.

Luego de obtener un asentimiento por parte de los otros dos, el cuarteto emprendió marcha, siguiendo el camino que los llevaba a la siguiente de las trampas: una habitación llena de llaves con alas. 

Comprendiendo que debían de atrapar la única distinta entre todas ellas con la escoba que levitaba a un constado, fue Harry el que la montó y voló tras ella siendo seguido por el resto de las llaves con el fin de atacarlo y proteger la que abriría la puerta, pero el azabache finalmente la alcanzó, lanzándola hacia sus amigos y siendo tomada por Hermine que se dispuso a abrir la puerta en lo que él seguía intentando esquivar las otras llaves, hasta que pudo salir de aquella habitación luego de sus amigos, quienes cerraron nuevamente la puerta impidiendo a las llaves seguirlos.

Por un momento pudieron respirar tranquilos, pues habían podido escapar sin mayores problemas, pero aquel alivio que sintieron fue corto cuando al abrir la puerta siguiente se encontraron con un tablero de ajedrez gigante. Los cuatro iban a seguir caminando cuando visualizaron la puerta de salida, pero al acercarse a las estatuas color blanco, estas sacaron sus espadas y las cruzaron con la que se encontraba a sus lados, impidiéndoles el paso y haciéndoles retroceder, asustados.

─Por favor, no me digan que tendremos que jugar para poder pasar ─suplicó Morgan, obteniendo una mirada preocupada del resto.

─Sí, tendremos que jugar ─Ron, reuniendo toda su valentía dio un paso al frente para comenzar a explicarles al resto lo que iban a hacer─. Bien... Harry, tú toma el lugar de ese alfil ─señaló al indicado, haciendo lo mismo con Hermione y Morgan─. Morgan, tú el otro. Y Hermione, tú vas a ser la torre al lado de la reina. En cuanto a mi... yo voy a ser un caballo.

Cada uno de los niños tomó su posición correspondiente, Morgan, Harry y Hermione a un lado de la ficha que les tocó, mientras que Ron se hallaba sentado sobre el caballo, cual jinete. 

─¿Qué pasa ahora? ─cuestionó Hermione.

─Las blancas juegan primero. Y luego... nosotros.

Al finalizar Ron lo dicho, uno de los peones blancos se movió por el tablero, siendo ahora el turno del niño pelirrojo de dirigir una de las fichas negras, la cual fue destruida al instante para preocupación de todos, pues, si tenían la esperanza de que no fuera como el ajedrez mágico, estas se extinguieron al instante dando paso al miedo, porque si el normal era violento, este, siendo gigante, y ellos teniendo que ser parte del juego, lo hacía aún peor.

Ambos lados continuaron jugando, ficha tras ficha siendo destruída. A los tres niños en pie les temblaba las rodillas cada que tenían que moverse a donde Ron les indicaba. Muy pocas piezas negras eran las que quedaban en pie y todo indicaba que perderían, pero Ron vio una solución, de la que Harry también se dio cuenta.

─Un momento.

─Así es, Harry. Cuando haga mi movida... la reina me capturará ─explicó, obteniendo miradas asustadas por parte de Harry y Morgan, quienes, al haber jugado anteriormente con él, comprendieron lo que tenía planeado hacer─. Entonces serás libre para hacer jaque mate.

─No. ¡Ron, no!

─¡Ni se te ocurra Ronald! ¡Es suicidio lo que harás!

─¿Qué pasa? ─preguntó Hermione, quien al no estar familiarizada con aquel juego no entendía qué ocurría.

─Se va a sacrificar a sí mismo.

De esta manera, Hermione fue otra que se unió a sus protestas.

─¡No puedes! ¡Debe haber otra manera!

─¿Quieren evitar que Snape se apodere de esa Piedra o no? ─juzgó Ron, logrando que el trío callara─. Harry, tú tienes que seguir adelante. Lo sé. Yo, no. Tampoco Hermione. Ni Meissa. ¡Tú!

El azabache finalmente aceptó con pesadez y Ron se movió. Se sintieron largos los segundos en que la reina blanca comenzó a acercarse a la posición del rojizo, haciéndoles más desesperante y angustiante para los otros niños el no poder moverse para proteger a su amigo y que no saliera herido, pues si lo hacían acabarían el juego y perderían, todo sería en vano, así que lo único que pudieron hacer fue ver cómo la reina inclustaba su espada en el caballo de Ron ocasionando que este cayera y se estrellara con el suelo, quedando de inmediato inconsciente por el golpe.

Al verlo de aquella forma Hermione intentó acercarse para asegurarse de que estuviese bien, pero fue detenida de inmediato por Harry.

─¡No! ¡No te muevas! No olvides que seguimos jugando.

La niña volvió a su puesto, vacilante, y Harry al ver aquello decidió moverse hasta quedar frente al rey.

─Jaque mate ─dijo, y el rey dejó caer su espada frente a Harry, dando por terminar el juego de una vez por todas para finalmente los tres permitirse correr hacia donde se encontraba Ron.

─Cuiden de Ron. Luego vayan a la lechucería y envíen un mensaje a Dumbledore ─ordenó Harry al par─. Ron tiene razón. Yo tengo que seguir.

─Te va a ir bien, Harry. Eres un gran mago ─animó Granger a su amigo. Morgan, por otra parte, estaba en desacuerdo con su decisión, pero terminó formando una pequeña sonrisa.

─No tan bueno como ustedes.

─¿Yo? ─rosopló Hermione─. Libros e ingenio. Hay cosas más importantes.

─Amistad. Valentía ─aclaró Morgan, obteniendo un asentimiento de parte de su amiga.

─Y, Harry, nada más ten cuidado.

Luego de esas últimas palabras, Harry se fue. Y, mientras Hermione se disponía a levantar a Ron para irse, Morgan solo podía observar la dirección en la que se fue su amigo con la preocupación marcada en su expresión, y su amiga, al verla de aquella manera, decidió hablar.

─¿Qué sucede, Mei?

─Creo que Harry está en peligro y tal vez no consiga salir solo de esto.

Hermione guardó silencio y agachó la mirada, debatiéndose en su interior las próximas palabras que diría, y al decidirse, tomó a su mejor amiga de sus hombros para obligarla a voltearse y observarla con determinación.

─Ve con él.

─Pero...

─Tienes razón, tal vez no pueda solo y por eso tú también tienes que ir ─al ver la duda en su mirada apretó más su agarre sin llegar a lastimarla, intentanto transmitirle la misma confianza que ella tenía por su amiga─. Meissa, eres una de las mejores brujas del colegio y estoy segura que también la más poderosa. Has logrado hacer cosas que sé que casi ningún estudiante podría hacer y menos en un solo intento, como tú las has hecho. Si hay alguno de nosotros que en este momento puede ayudar a Harry, eres tú.

Poco a poco Morgan sonrió y asintió con más confianza para seguidamente ambas unirse en un abrazo.

─Gracias, Mione.

─Para eso están las mejores amigas ─dijo, acompañado de una sonrisa─. Solo ten cuidado.

Y con un último asentimiento por parte de la Malfoy, esta se corrió por el mismo camino que vio a Harry tomar.

Mientras más se acercaba, más fue aminorando el paso cuidando de estos para no ser escuchada y quien acompañara a Harry no se diera cuenta de su presencia. Nada más bajar el último tramo de escaleras anteriores a las que se encontraban rodeadas por unos pilares formando una círculo, Morgan se apresuró para esconderse tras el pilar a su izquierda, sacando solamente lo justo y necesario de su cabeza para poder ver lo que ocurría, teniendo que morderse la lengua para no soltar un "lo sabía" y revelar su presencia al ver quién era el que quería robar la piedra. Efectivamente, era Quirrell.

Ambos estaban frente a un espejo. La Malfoy no comprendía lo que ocurría hasta que Quirrell comenzó gritarle a Harry, exigiéndole decirle lo que veía en el espejo. En lo que ocurría aquello y notando que estaban desprevenidos, Morgan aprovechó para moverse al siguiente pilar, y al que le seguía de este, con el fin de ganar terreno por si debía de intervenir, pero cuando iba a prepararse para pasar al cuarto pilar Quirrell se dio la vuelta, haciendo que Morgan se pegara lo más que podía al pilar en el que estaba escondida y retener su respiración rogando que no la hayan visto.

Pasados unos segundos en que nada se escuchaba -más allá de leves gemidos de Harry por el dolor que le ocasionaba su cicatriz- pudo tranquilizarse, por lo que decidió volver a asomarse para ver lo que sucedía, pero al hacerlo se encontró con otra cara reflejada en el espejo, otra cara que no era la de Quirrell y que se encontraba detrás de su cabeza. Morgan se quedó de piedra al saber de quién se trataba aquel ser, siendo su sospecha confirmada por su amigo luego de que este, con su voz rasposa, se dirigiera a Harry.

─Voldemort.

─Sí ─confirmó─. ¿Ves en lo que me he convertido? ¿Ves lo que tengo que hacer para sobrevivir? Compartir el cuerpo de otro, como un mero parásito. 

Voldemort continuó hablando, explicando cómo sobrevivía con la sangre de unicornio, pero Morgan casi no le prestaba atención debido a que intentaba regular su respiración, concentrándose además en no hacer ruido e ideando a su vez algún plan que los sacara a Harry y a ella con vida de allí. Recorrió en su mente cada uno de los hechizos del libro que le regalaron para navidad que le podrían servir para la situación, en ese momento agradeciendo a quien sea que se lo haya obsequiado y a ella misma por haberlo leído centenares de veces y practicado varios de los hechizos. Aunque en ese momento le gustaría haber aprendido alguno que la protegiera del fuego que mágicamente apareció cerca de donde se encontraba cuando Quirres chasqueó los dedos para impedir que Harry escapara.

─No seas tonto. ¿Por qué sufrir una muerte horrorosa... cuando puedes unirte a mi y vivir?

─¡Nunca! ─exclamó Harry, sacando una risa de Voldemort.

─Valentía. Tus padres también la tenían... Así como cierta amiguita tuya que inocentemente te siguió hasta aquí pensando que no me daría cuenta de su presencia.

Mordiendo su labio inferior y maldiciéndose en su mente, hizo lo único que podía hacer para por lo menos intentar ayudar a su amigo, por lo que, reuniendo toda la valentía que tenía en solo un segundo, salió de su escondite sin más preámbulo, con su varita alzada hacia Quirrel, al fin y al cabo Voldemort sabía dónde se encontraba.

¡Desmaius! ─vociferó, no obstante, con un solo movimiento de mano Quirrell lo bloqueó y al instante siguiente Morgan sintió su cuerpo estrellarse contra uno de los pilares y caer por las escaleras hasta llegar al suelo. Su cuerpo dolía horrores, y sus oídos martillaban. Por unos instantes pudo escuchar los gritos de Harry exclamar su nombre, pero su cuerpo se negaba a moverse en aquellos momentos.

─Dime, Harry, ¿no te gustaría ver a tu padre y tu madre? Juntos, podemos revivirlos. Incluso, podríamos ayudar a tu amiga ─ambos voltearon a mirar a la niña, Harry con impotencia al no poder ayudarla─. Lo único que te pido es una cosa a cambio.

Harry sacó la Piedra de su bolsillo, observando primero a sus padres y luego a su amiga tirada en el suelo, herida. Morgan no le perdonaría si accediera a las palabras de Voldemort y le entregara la Piedra, y él tampoco lo haría, así que, haciendo caso omiso a lo que dijo, apretó su agarre en el objeto y exclamó.

─¡Mentiroso!

─ ¡Mátalo! ─ordenó Voldemort, y a continuación Quirrell tomó Harry del cuello haciendo que dejara caer la piedra al su espalda golpear las escaleras. Intentó tomarla con todas sus fuerzas, pero al darse cuenta que no lo lograría si Quirrell lo mataba primero, decidió tomar su mano para alejarla de su cuello, lo que resultó más fácil cuando este mismo se alejó en medio de quejidos al sentir su mano quemarse.

Morgan, quien consiguió un poco de lucidez debido a los gritos fue moviéndose poco a poco, girando su cabeza para ver lo que sucedía a su alrededor, pero teniendo que parpadear varias veces al ver borroso. Cuando finalmente logró enfocar su vista, pudo observar a Harry con sus manos sobre la cara de Quirrell, la cual comenzaba a quemarse mientras el hombre gritaba e intentaba alejarse del niño, y en un momento lo logró, cuando toda fuerza abandonó a Harry debido al dolor que le generaba su cicatriz ante la presencia de Voldemort, siendo este tan intenso que no logró aguantar más.

Harry cayó, y Voldemort, aprovechando el que estaba indefenso, ordenó a Quirrell que lo matara. Al percatarse del peligro en el que continuaba Harry al no ser más capáz de defenderse, Morgan obligó a su cuerpo a arrastrarse. Por más que le doliera moverse tenía que llegar a su varita y tomarla, por más que se estuviera arriesgando debía de hacer algo, debía de proteger a su amigo de Quirrell y de Voldemort, quienes cada vez estaban más cerca del niño, por lo que finalmente tomó su varita y se levantó.

Una energía la envolvolvió permitiéndole plantarse en sus dos pies, y con toda la fuerza que tenía alzó su varita y exclamó:

¡Protego!

Y Quirrell, quien había saltado hacia Harry para hacerle daño, salió expulsado al lado contrario golpeando fuertemente el suelo. Después de ello, Morgan nuevamente cayó cuando toda la fuerza que segundos antes había sentido, la abandonó, esta vez quedando inconsciente, y siendo Harry el único espectador de lo que sucedía con Morgan al momento de haberse levantado y lanzado el hechizo, y quien no tardó en seguir a su amiga y cerrar los ojos sin poder estar completamente seguro de que el tono morado y brillante que tomaron los ojos de Morgan ocurrió realmente o si fue producto de su imaginación.







Su cuerpo se sentía pesado, al igual que lo hacían sus párpados dificultándole el poder abrir los ojos, pero por más que estos pedían permanecer cerrados, se obligó a sí misma a abrirlos. Mala idea.

Todo le daba vueltas y mantener la vista enfocada le era difícil, pero cuando lo hizo finalmente pudo observar claramente una figura sentada a los pies de la cama en la que se encontraba acostada. 

─¿Profesor Dumbledore? ─preguntó confundida por su presencia y con todo a su alrededor, en realidad.

─¡Ah! Señorita Malfoy. Qué alegría que ya se encuentre despierta, nos tenía a todos muy preocupados ─dijo el anciano, girando su rostro para observar los regalos que se encontraban en la mesa al final de la cama, logrando que por primera vez Morgan se fijara en ellos─. Sus amigos no han dejado de visitarla ni de traerle obsequios esperando su mejora.

─¿Todo eso es para mí? ─le fue inevitable sorprenderse, pues habían una gran cantidad de regalos, en su mayoría dulces y cartas de mejora. No esperaba que algo así sucediera, más bien como máximo que sus amigos fueran a verla.

─Tienes tantos admiradores como el señor Potter ─señaló Dumbledore, radiante─. Creo que tus amigos, los señores Fred y George Weasley, son responsables de tratar que enviarles tanto a ti como a Harry unos inodoros. No dudo que pensaron que eso les divertiría. Sin embargo, la señora Pomfrey consideró que no era muy higiénico y los confiscó.

Morgan rio nada más imaginarse aquello, pero se vio callada y su rostro llenado de preocupación cuando procesó cierto nombre mencionado por el director.

─Profesor, ¿y Harry? ¿Está bien? ¿Y Ron y Hermione? ─preguntó, poniéndose un poco más nerviosa cuando recordó─. ¿Y la piedra? ¿Qué sucedió con ella? ¿Quirrell la tomó? ¡Sabía que era él el impostor pero no me creían!

─Tranquila, señorita Malfoy ─dijo el hombre─. Gracias a ti el profesor Quirrell no pudo quitarle la piedra a Harry. Fue muy impresionante lo que hizo para proteger a su amigo. Llegué justo a tiempo para ver cómo te encargabas de la situación por tí misma.

─¿Y qué pasó con Quirrell y Quien-tú-sabes? ¿Y la piedra?

─Llámalo por su nombre. Como le dije al señor Potter, el miedo al nombre aumenta el miedo a la cosa que se nombra ─viendo como la niña asentía, continuó─. En cuanto a Quirrell, el hechizo que utilizaste al proteger a Harry lo dejó débil, por lo que Voldemort, mostrando tan poca misericordia incluso con sus seguidores, lo dejó morir. Y la piedra, fue destruída. Nicolas estuvo de acuerdo con ello. Estoy al tanto de que sabes quién es.

─Profesor, ¿Voldemort regresará, cierto? ─cuestionó dubitativa luego de unos segundos en silencio.

─Eso es algo que no puedo asegurarte. Pero lo que sí te puedo decir, es que Harry y tú retrasaron su regreso al poder.

Morgan se mantuvo con su cabeza agachada, debatiéndose si preguntar aquella duda que desde que inició la conversación recorría su mente. Sin embargo, procedió a hacerla cuando Dumbledore, dándose cuenta de su incertudumbre, la animó.

─Profesor, ¿es normal? Sentir tanto poder, ¿es normal? ─lo observó, suplicante por una respuesta sintiendo un grado de temor ante aquella desconocida sensación que la envolvió al enfrentarse por segunda vez a Voldemort─. Un momento estaba débil en el suelo, y al siguiente fue como si todo hubiese dejado de doler, como si tuviera toda la fuerza del mundo. 

─No debes preocuparte por eso por el momento, Morgan. Cuando llegue el momento todas las respuestas te serán reveladas, pero por ahora, te diré que tienes un gran poder dentro de ti y sé que lograrás grandes cosas si aprendes a dominarlo. Pero todo a su tiempo, ¿de acuerdo?

Morgan, ligeramente disconforme con la respuesta, terminó por asentir, asegurándose de mantener lo que Dumbledore le dijo grabado en su mente para no pensar en demasía sobre aquel tema.

─Ahora ─retomó el director, colocándose de pie─. Le aconsejo que continúe descansando y haga caso a las indicaciones de madame Pomfrey si quiere que le permita asistir a la fiesta de fin de curso ─dicho aquello le guiñó un ojo antes de abandonar la enfermería, no sin antes comentarle de las ranas de chocolate que Ron le robó de sus regalos y se comió, para indignación de la niña.







Tal como le recomendó el profesor, Morgan hizo caso a todo lo que le decía madame Pomfrey, bebiendo incluso las pociones que hacía sin rechistar ni hacer mueca alguna, por más que estas tuvieran un sabor asqueroso y lo que más quisiera hacer era vomitar nada más olerlas; gracias a ello y por la mejora de su estado, aquella noche pudo unirse a sus amigos al banquete de despedida. Harry, Ron y Hermione estaban más que alegres cuando la vieron ingresar al comedor y no tardaron en darle la bienvenida -aunque el segundo luego se hubiese llevado una reprimenda de su amiga por comerse sus chocolates- así como sus otros compañeros de casa. Todos estaban contentos por ver a la niña nuevamente en pie.

El banquete transcurrió ameno. Morgan se la pasó la mayor parte del tiempo hablando con su grupo de amigos, principalmente sobre lo ocurrido con Quirrell -de lo cual, Morgan acababa de enterarse que todos en el colegio estaban al tanto de lo sucedido-. Aunque, hubo una parte de la conversación que la dejó no solo a ella intrigada, sino también a Hermione y Ron cuando Harry comentó algo que llevaba rato rondando su cabeza con respecto a la Malfoy.

─Oye, Meissa. ¿De casualidad no sentiste algo extraño cuando lanzaste el último hechizo? No sé... ¿con tus ojos?

─¿A qué te refieres? ─preguntó Morgan, mirándolo con ojos curiosos así como los otros dos amigos.

─Tus ojos se pusieron morados ─susurró, ocasionando que los ojos del trio se abrieran con sorpresa, por lo que el azabache no tardó en continuar─. O puede que haya sido mi imaginación, todo estaba un poco borroso.

La niña se quedó pensando sobre aquel detalle preguntándose si tenía que ver con la sensación que la envolvió en el momento y le permitió enfrentar al profesor, y, cuando Hermione le preguntó qué ocurría, no dudó en contarles sobre ello y la conversación con Dumbledore, para los cuatro decidir finalmente dejar eso pasar por el momento.

Para festejo de los Gryffindor, su casa ganó la copa de las casas venciendo a los Slytherins gracias a los puntos de último minuto que Dumbledore les regaló en honor a Hermione, por su intelecto al momento de estar el peligro; a Ron, por la mejor partida de ajedrez mágico jugada vista en años; a Harry, por su temple y valor al enfrentar el peligro; a Morgan, por su desinteresado acto de valentía para proteger a su amigo; y por último pero no menos importante, a Neville, debido a su valor al momento de enfrentar a sus amigos; y con esto, de estar en cuarto lugar, coronaron la lista y el gran salón se llenó de escarlata y dorado, y gritos de júbilo por parte de los estudiantes, salvo por los pertenecientes a la casa de la serpiente.

Con aquello el año escolar dio por finalizado, los estudiantes regresaban con sus familias, alegres por el reencuentro en el caso de algunos, otros, manteniendo aquel sentimiento solo por las experiencias del año escolar, pero una niña no encajaba en ninguna de los dos casos.

Morgan estaba aterrorizada, lo que tanto alargó finalmente la alcanzó; el año acabó y con ello, debía de regresar a la mansión Malfoy, debía de enfrentarse al enojo de su padre. 

A pesar de fingir que todo estaba bien, Hermione, Harry y Ron notaron extraña a su amiga, pero aunque que le preguntaran infinitas veces qué le sucedía mientras hacían el viaje de regreso en el tren, Morgan les contestaba que se encontraba bien, y, por más que estuvieron aprehensivos a dejarlo pasar, decidieron hacerlo con tal de no incomodarla, continuando con una grata conversación que terminó con la promesa de escribirse en las vacaciones antes de tomar cada uno caminos separados.

Fue, cuando por fin vio la mirada de su padre, que deseó no haber puesto ni un pie fuera del tren.

Supo que todo iba a cambiar para ella.


¡El final de la parte A del primer acto!

Sé que tal vez no les haya estado interesando tanto,
y es que tanto la parte A como la B del acto 1 que
conforman a primer y segundo libro de Harry Potter
son actos introductorios a la historia de Morgan.
Puede que no tengan tantas cosas así como WOW, pero
sí tienen información que será importante a futuro,
así que les pido paciencia y no se desanimen o dejen
de leer la historia.

En fin, espero les haya gustado este capítulo.

¿Qué tal les pareció el final?
¿Qué creen que es lo que pasa con Morgan y
su magia? Y, ¿qué creen que pasará con ella
ahora que vuelve con los Malfoy?

VOTEN Y COMENTEN

xoxo,

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