XV. Piloto automático.
"Sabía que te maldeciría por mucho tiempo,
persiguiendo sombras en la fila del supermercado.
Sabía que me extrañarías una vez que la emoción expirara."
cardigan - Taylor Swift
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La muerte del amor es uno de los más grandes duelos, pero a veces, ni la más esperada de las muertes puede provocar el final de aquel amor. Condenando a aquellos que siguen aquí, a velar por un futuro imposible.
El barco se agitaba con fuerza, avanzando velozmente hacia Islandia. Estaban rodeando el Reino Unido. Antonia viajaba en un camarote el cual debieron asignar solo para ella, ya que se encontraba completamente fuera de sí. Una vez atada en una cama gritaba a toda hora diciendo que la soltaran, que el estrés no era bueno para su bebé.
Rosadella poco comía, nada hablaba. A veces se la podían encontrar vagando por el exterior del barco. Verla era como ver a un ser humano vivir en piloto automático, era como si su alma se hubiera apagado de un momento a otro. No estaba muerta, pero a duras penas se encontraba viva. Alguien la vigilaba las veinticuatro horas del día, sabían que no iba a convertirse en un ahogado ya que si no había pasado en el momento de su pérdida, tampoco pasaría durante el viaje. Se aferraba con fuerza a una fotografía y un muñeco de felpa, los voluntarios creían que eso tenía algo que ver con el hecho de que no se había convertido.
Luego de innumerables ataques de pánico creyendo que había perdido a su hijo, Antonia se serenó diciendo que solo había sido un susto, que su bebé estaba bien, dejando de comportarse violentamente. Gracias a eso pudieron soltarla de la cama, pero permaneció allí encerrada, al fin y al cabo había cometido un crimen. Los voluntarios la subieron al barco a pesar de eso, por que creyeron que se encontraba realmente en estado de gestación. Rosadella no emitió palabra así que no había manera de que pudiera dudarlo. Más de una vez intentaron preguntarle a Rosadella que había pasado en el puerto, pero no respondía, por lo cual desistieron.
Intentaron preguntarle a Antonia, pero completamente confundida los miraban al tiempo que repetía que no sabía que de hablaban, de que no recordaba las cosas que ellos le preguntaban. Cuando mencionaban el nombre de Nadine, no respondía, pero volvían los ataques de pánico y violencia. Por lo cual también tuvieron que desistir.
En poco tiempo llegarían a Pangea, a partir de ahí con la ayuda de Greta verían cómo procederían con dicho asunto.
El atardecer llegó, las olas se pintaron de dorado y en el horizonte vieron su destino. Rosadella, con la mirada en aquel lugar que sin Nadine no significaba nada, tomó la última fotografía que se habían tomado y detrás de esta escribió:
"Quizás no es el presente lo que nos duele tanto, quizás es mirar al pasado y ver todo lo que perdimos. Todo lo que pudimos ser, murió. Y la tierra tambien se está muriendo y yo solo puedo pensar en lo mucho que
te extraño."
Aquella mañana en el puerto de Ámsterdam, no murió una persona, sino tres. El barco se alejó para dejar atrás el cuerpo sin vida de Nadine, la cordura restante de Antonia y los sueños de Rosadella... otra vez había amado y perdido.
Eran fantasmas que las perseguirían para el resto de su vida.
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⊱ Final de la segunda parte: Algo en lo que creer. ⊰
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