VI. El susurro descuidado de un buen amigo.
⋅ ⋅⋅⋅⋅⋅⋅ ⊱∘──────────────∘⊰ ⋅⋅⋅⋅⋅⋅ ⋅
París, Francia. Marzo 2035.
—¿Cómo se encuentra tu familia? —preguntó Nadine a Antonia.
Era domingo, afuera llovía torrencialmente. Antonia se encontraba sentada en su cama con el pijama puesto, chateando con su madre. Nadine salía de la ducha, se había puesto el pijama y secaba su cabello con una toalla. En un televisor chato y diminuto estaba el canal de noticias, con el volumen bajo como sonido de fondo. Un reportero entrevistaba a una científica:
"Le imploramos a los ciudadanos que no entren en pánico, la enfermedad no es contagiosa. Repito: no hay riesgo de contagio." insistía la científica, mientras a su lado reproducían imágenes de poblaciones enteras con mascarillas y guantes. "La anomalía parece nacer dentro del cuerpo de los individuos. Más propensa a desarrollarse en personas con problemas emocionales, financieros, enfermedades mentales o tendencias suicidas."
—Ingenua se encuentra —respondió con furia, al tiempo que arrojaba su móvil al otro extremo de la cama—. Con todo lo que está pasando, ellos insisten en que no es algo que pueda llegar a afectarles, ¡así que decidieron planear sus vacaciones!
Nadine se sentó a su lado, le tomó la mano en silencio mientras la oía con atención.
—¡La gente está muriendo y ellos reservan los vuelos con antelación porque se encuentran a mitad de precio! —Antonia suspiró, y más calmada prosiguió—: Le rogué que solo por este verano no fueran a nuestra casa en la costa, pero ellos insisten en que necesitan relajarse y que siempre trabajan mucho y blah blah blah...
Las malas noticias circulaban por doquier, miles de personas se sentaban todas las mañanas frente al televisor a escuchar sobre las tragedias que sucedían al otro lado del mundo. Comentaban muy apenados sobre la situación, sobre las pobres familias que habían perdido todo, volviéndose locos. Luego se ponían de pie, se olvidaban del asunto y continuaban con su vida.
La mayoría de la población consideraban dichas noticias exageradas, demasiado politizadas o incluso conspiraciones, usándolo esto como una excusa para no hacer nada al respecto.
Tomaban su café en la mañana, con sabor a deforestación y contaminación del agua con una pizca de desequilibrio del ecosistema. Conducían sus coches, oyendo buena música acompañada de los redobles de la polución. Compraban su almuerzo en bellos envases de usar y tirar, caminando por las tiendas de alimentos, el carro lleno de un %5 de comida y un 95% de plástico. Se relajaban en la comodidad de su hogar, mientras la lavadora se encargaba de dejar la ropa suave, gracias al nuevo suavizante con aroma a químicos contaminantes. Ya en la cama, veían las publicidades de las grandes corporaciones, quienes se liberaban de culpa pegando una pegatina con la inscripción "eco" en sus productos, mientras a puertas cerradas arrasaban con los recursos, así como con el futuro.
De vuelta en el dormitorio de la universidad, sentadas en la cama a una distancia demasiado corta, las muchachas continuaban su conversación sobre sus respectivas familias. Nadine apagó el televisor e intentó distraer a Antonia. Hablaron por horas de miles de temas.
Se vieron interrumpidas por el hambre, se les había pasado la hora del almuerzo. Se colocaron sus abrigos sobre sus pijamas, se pusieron sus botas y salieron hacia la calle. Comieron en su resto-bar favorito para luego volver a su dormitorio, donde se acostaron para tomar una siesta, juntas.
Nadine se despertó primero, Antonia dormía a unos centímetros de su rostro. Fuera ya estaba anocheciendo, la temperatura había bajado considerablemente. Lentamente se acercó a ella y la rodeó con sus brazos. Antonia comenzaba a despertarse, acercó su cuerpo al de ella mientras colocaba ambas manos alrededor de sus hombros.
—Compré entradas para el veintidós de Marzo, en Triangle Rose. Toca aquella banda que sé que te gusta muchísimo... —dijo Antonia con timidez aún con los ojos cerrados.
Triangle Rose, era el bar favorito de Nadine. Se caracterizaba por sus grandes fiestas durante el mes del orgullo. Durante el resto del año iba toda clase de gente, pero en su mayoría parte del colectivo. Cada cuatro semanas invitaban a una banda que tocaba sus versiones de canciones famosas, mayormente de los '80 y '90. En los últimos años dicha música había vuelto para quedarse.
Nadine jamás se perdía las presentaciones de dicha banda, incluso siempre invitaba a Antonia a acompañarla. La española siempre encontraba un pretexto para no ir. Por esa razón, Nadine se sintió súper ilusionada por el gesto de Antonia.
—Solo para asegurarme, ¿eso significa que iremos juntas? —respondió Nadine.
—Si... —Suspiró Antonia, intentando sacarle importancia al asunto.— Tú sabes, siempre me has pedido ir contigo y me pareció buena idea.
El resto de la semana no se separaron ni durante un segundo. Incluso Antonia buscaba pretextos para aprovechar cada oportunidad en la que pudiera tener contacto con ella. Tomaba su mano a cada momento, la cual terminaba por soltar con las mejillas coloradas cuando Nadine apretaba su mano cariñosamente. Se sentaba junto a ella asegurándose que sus piernas estuvieran en contacto, incluso cada mañana le preguntaba si podía maquillarle los ojos, ya sabes, le decía, para practicar. Nadine por supuesto jamás se negaba. Cada contacto con Antonia le aceleraba el corazón de tal manera que se había vuelto como una droga. Tonteaban a cada rato.
Las citas no tardaron en llegar. Cada tarde que tenían libre se escapaban a la Torre Eiffel, por apenas unas monedas gracias a sus pases de estudiante. Allí arriba se pasaban horas sentadas en el suelo. Nadine creaba sus hermosos bocetos de fantasía donde siempre agregaba disimuladamente a Antonia, asomándose de alguna ventanilla con su largo cabello al viento. Mientras ella practicaba sus técnicas de dibujo con lo que tenía enfrente: Nadine.
Poco a poco las paredes de su habitación se llenaron de sus bocetos.
La noche del concierto llegó, el calendario señalaba el veintidós de marzo. Ambas se habían vestido a juego. Con diferentes vestidos del mismo color petróleo, lucían alucinantes. Faltaban diez minutos para salir, y como de costumbre Antonia finalizaba el maquillaje de su compañera, sentada en su regazo.
—Listo —dijo al tiempo que comenzaba a ponerse de pie. Sin pensarlo depositó un rápido beso en los labios de Nadine, la cual no tuvo tiempo de reaccionar hasta luego de que ya había pasado—, ¿Vamos?...
—No tan rápido —respondió Nadine, al tiempo que tomaba la cintura de su compañera y la volvía a sentar en su regazo, esta vez entre ellas no había separación alguna, sus respiraciones se mezclaban. Con seriedad continuó—: ¿Qué es lo que haces?
—No hago nada, no sé de qué hablas. —El nerviosismo podía oírse en cada vocal pronunciada por Antonia.
—Necesito saber si estas jugando conmigo, así yo también juego. ¡Si desde que te conozco repites una y otra vez que a ti solo te gustan los hombres! —Suspiró.— Sabes que me gustas Antonia, ¿por qué me haces esto?
—¡Pero es que tú no me gustas, me vuelves loca! —chilló de repente Antonia, poniéndose de pie nerviosa. Nadine elevó las cejas y boquiabierta la miró mientras le gritaba—. ¡Desde que te conocí me hiciste sentir que toda mi vida fue una maldita mentira! ¿No lo entiendes? He salido con más hombres de los que puedo contar, jamás me detuve a pensar que no conecté con ninguno de ellos. Las caricias, las palabras de amor, todo eso que hice con ellos lo hice porque sentí que debía, que era lo que se esperaba de mí... ¡Y después llegas tú como quien se lo lleva el diablo y me haces sentir más que todos ellos juntos! ¡Y quiero darte todo eso y más!... —Antonia detonaba pura desesperación, pero luego de decir esas palabras se relajó visiblemente. Tomó su móvil y apagó la alarma que le indicó que era momento de salir. Aturdida dijo—: Lo siento, tenemos que irnos o perderemos nuestro sitio...
—Pero... ¿quieres estar conmigo? —Nadine ya no quería darle más vueltas al asunto.
Ante esto Antonia se arrodilló frente a ella, y siendo más sincera de lo que jamás había sido en su vida dijo:
—Más que nada en el mundo. Mi mente tardó muchísimo tiempo en entenderlo, pero muy dentro mío lo supe desde que nos conocimos. —Antonia tomó la mano de Nadine, dándole un beso en la palma.— Por favor, ¿podemos irnos? Decirte todo esto fue lo más difícil que he tenido que hacer en mi vida, necesito relajarme. Pero no te preocupes... quiero estar contigo, perdóname por tanto juego.
Nadine sonrió, sintiendo que su sueño se hacía realidad.
Tomaron un taxi camino a Triangle Rose. Antonia no soltaba la mano de Nadine, sus caricias eran románticas. Hasta antes de sincerarse respecto a sus sentimientos siempre habían sido caricias en broma de índole sexual, generalmente acompañadas de ebriedad. Nadine podía ver que lograba asimilar sus sentimientos, pero aún quedaba camino por recorrer y ella no creía lo que estaba viviendo.
Nadine pagó el taxi y bajaron. Su compañera observaba el establecimiento sorprendida.
—¿Esto es el bar? —dijo acentuando la primera palabra.
El "bar", era en realidad un antiguo galpón remodelado de un tamaño impresionante. Por fuera estaba pintado de negro opaco y estaba repleto de dibujos psicodélicos de todos los colores, con pinturas fluorescentes. Dieron sus entradas al personal de seguridad y se adentraron en la fiesta. La música se encontraba a gran volumen, pero la calidad de audio generaba un efecto dentro del cuerpo de uno mismo, sintiendo cada golpe de la batería en el pecho.
El interior se encontraba pintado como el exterior, pero los dibujos en las paredes creaban un mundo de fantasía, era como estar dentro de otra dimensión, con abejas que brillaban en la oscuridad. Las luces provocaban efectos extraños en las prendas de ropa.
Faltaban dos horas para el concierto. Las muchachas bailaron todo el rato, sin parar de beber en ningún momento. Los nervios habían desaparecido luego de la cuarta copa, para dejar espacio a la tensión. Comenzaron bailando una al lado de la otra, poco a poco se acercaron frente a frente. La cabeza les daba vueltas, Nadine no podía parar de mirar a Antonia, se moría por besarla. Y esta se encontraba más suelta que nunca. La gente que frecuentaba el lugar representaba todo lo que ella había tenido demasiado miedo de admitir como parte de ella. El miedo la había cegado por completo, pero por primera vez en su vida quería ser feliz sin importar lo que el resto pensaba. Por primera vez quería gritar lo que sentía por Nadine a los cuatro vientos. Y encontrarse en un lugar donde todos habían sentido algo así en su vida la hacía sentir en paz con ella misma.
La banda comenzó a tocar, la multitud se giró de cara al escenario, pero ellas siguieron bailando frente a frente. Grandes canciones comenzaron a sonar, cantaron hasta quedarse sin aliento.
La última canción de la noche, anunció la banda. La batería le dio paso al saxofón, que comenzó a tocar una dulce melodía que todos conocían muy bien. Muchos gritaron de alegría y comenzaron a buscar pareja para el lento final. Los vocalistas comenzaron a cantar, acariciando cada nota:
Me siento tan inseguro,
cuando tomo tu mano
y te conduzco a la pista de baile.
Antonia tomó la mano de Nadine y la atrajo contra ella, dejando sus cuerpos pegados. Ambas bailaban lentamente. Nadine colocó sus manos en las caderas de su compañera.
El tiempo no puede curar
el susurro descuidado de un buen amigo.
Para el corazón y la mente, es buena la ignorancia,
no hay consuelo en la verdad,
dolor es todo lo que encuentras.
La música sonaba cada vez más fuerte, las luces se apagaban y prendían constantemente, generando un dulce mareo. Antonia se acercó a los labios de Nadine y los apoyó contra los de ella, pero no la besó, simplemente se quedó ahí.
Nadine tomó la iniciativa y la besó. Aquel beso que se debían hace años al fin había llegado. Antonia no tardó en seguirle la corriente, con ambas manos le tomó el rostro. Nadine en respuesta la abrazó aún con más fuerza.
La multitud desapareció, solo eran ellas y la vocalista. La noche era solo para ellas, la banda ya no tocaba, si no que la música salía de ellas., Podían sentir cada nota, cada golpe en la batería, cada acorde en el bajo, retumbando en sus pechos y dentro de sus cabezas. El mundo había parado y ellas se movían en cámara lenta, pero a cien años luz.
Esta noche, la música parece estar muy alta,
desearía que pudiéramos apartarnos de esta multitud.
Quizás sea mejor así, no hemos hecho daño el uno al otro
con las cosas que queríamos decir.
Podríamos haber estado tan bien juntos,
podríamos haber vivido este baile para siempre,
pero ahora, ¿Quién va a bailar conmigo?
Por favor, quédate...
Aquella noche, sintieron que sus caminos se sincronizaban al fin, promesas fueron dichas. El juego había terminado, ambas habían ganado. Podían sentirlo en sus huesos, finalmente podían ver sus almas.
• ────── ✾ ────── •
"Tan cerca, no importa lo lejos que estemos. No puede haber mucha distancia desde el corazón. Siempre confiaremos en quienes somos, y nada más importa."
Metallica - "Nothing Else Matters".
⋅ ⋅⋅⋅⋅⋅⋅ ⊱∘──────────────∘⊰ ⋅⋅⋅⋅⋅⋅ ⋅
✾ Créditos.
Canción:
Careless Whisper - George Michael.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro