XV
"Para ponerte al día te lo diré directamente: tengo un novio. Sí, con o al final. Por favor, no creas que seré como Milla y los olvidaré por un pene, tan sólo estaba ocupándome de muchas cosas. Cuando todo se normalice, ¿vendrás a cocinar macarrones con queso? Te extraño mucho...".
Mensaje de Do Kyungsoo a su amiga Nashawn Gooding.
Cuando Jongin fue a atender la puerta de casa, lo hizo con parsimonia y gritando un "¡ya voy!" perezoso. Había estado viendo una película mientras comía frituras y al oír el timbre no pudo evitar rodar los ojos con fuerza, era su día libre y planeaba pasárselo haciendo nada porque, claro, el chico con el que salía seguía sin dar señales de vida y desde hacía un buen rato había estado considerando dejar a un lado sus principios y llamarlo. Se sentía como un novio abandonado. ¿Kyungsoo habría hecho algo en todo ese tiempo que llevaban separados? Al menos extrañarlo tanto valdría la pena en ese caso, aunque sería demoledor saber que a pesar de eso no lo había llamado.
Había esperado que lo hiciera al instante y estaba decepcionado.
Abrió la bolsa y vertió las migajas de las papas dentro de su boca, frotó sus manos y giró el picaporte por fin.
Cuando vio a Kyungsoo del otro lado dejó de masticar.
-¿Hyung?- Se atragantó y comenzó a toser.
-Hola, siento aparecerme así...- Jongin no le contestó y se removió con incomodidad. -¿Puedo pasar?
Carraspeó. -Claro.- Y se hizo a un lado antes de darse cuenta de que llevaba puestos sus lentes para el astigmatismo, se los quitó a la velocidad de la luz.
Kyungsoo se adentró lento, deshaciéndose de su abrigo y su bufanda mientras le daba una mirada curiosa a todo el lugar. Sólo entonces Jongin cayó en cuenta de que aquella era la primera vez que estaba en su casa.
-¿Cómo...?
-Ja Hye.- Respondió enseguida, vagando sus ojos por cada rincón. -Ella me dio la dirección cuando le envié un mensaje.
Siempre había querido ver en qué tipo de lugar vivía Jongin y quizás había sido muy idealista. Aquella era una casa normal, igual de ostentosa y moderna que la de cualquier otro de la posición de ellos, de una sola planta y enorme. A pesar de no tener nada sorprendente ni fuera de lugar para unos jóvenes de la posición social de Jongin y su hermana, era mucho más cálida y acogedora que cualquiera que hubiera conocido hasta el momento. No le sorprendía, eran personas hermosísimas y el ambiente en el cual convivían tenía que ser igual de distendido y buena onda que ellos.
-Noonim no está, ¿verdad?- Preguntó, husmeando disimuladamente en el salón.
Jongin meneó la cabeza. -No, ¿te dijo ella?
Volvió la mirada a él. -Le pregunté.
Asintió con aire ausente, sin comprender todavía lo que pasaba y mucho menos por qué Kyungsoo se encontraba allí, pero estaba feliz de verlo, incluso tenía que asegurarse de mantenerse prudentemente alejado para no ceder a la tentación de meterlo entre sus brazos y abrazarlo hasta sacarle todo el aire. Mientras lo observaba en silencio se mecía sobre sus talones y unía fuertemente sus manos tras la espalda, quería que se apurara y le dijera que ya todo estaba bien para acortar la distancia y besarlo en la boca.
-¿Cómo has estado?
-No me quejo. ¿Tu habitación está por aquí?- Cuestionó sin esperar respuesta y adentrándose por el primer pasillo que encontró desde la entrada.
-Hum, s-sí...- Contestó Jongin, trotando tras él.
-Nunca estuve aquí, tengo que inspeccionar.- Fue su explicación, y a decir por su actitud y su apariencia, Jongin podía apostar que en verdad estaba bien.
Aunque quería asegurarse de ello.
Kyungsoo se frenó en seco ni bien se adentró y Jongin casi choca contra su espalda. Si el resto de la casa no le había sorprendido aquella única habitación hizo renacer su interés. Sin dudas era todo lo contrario a lo que había creído: los colores que predominaban eran en la gama de los azules y contrastaban con el resto de color blanco; la cama, contrario al king size que él utilizaba, era sólo de una plaza y media y estaba cubierta por un acolchado con dibujos de planetas, asteroides y naves espaciales.
Le arqueó una ceja. -¿Eres un niño?
-¿Q-qué tiene?- Balbuceó Jongin con las mejillas azoradas.
Ahogó una respiración cuando vislumbró el planetario mecánico que ocupaba todo el escritorio del lado izquierdo. Surcó la habitación en un suspiro y lo observó con ojos brillantes y enormes, se agachó y lo detalló como un pequeño lleno de entusiasmo. Era un modelo perfecto del sistema solar, con la Tierra, la Luna y todo. Cada planeta tenía el color y los detalles exactos con los cuales eran reconocidos por todos, hasta Saturno contaba con sus anillos a escala.
-¡Esto es una genialidad!- Exclamó con emoción.
A Jongin le sorprendió semejante reacción, pensó que le resultaría aburrido o que ni siquiera le prestaría atención. Se sonrojó aún más, por dentro estaba dando saltitos de alegría debido a que el chico que le gustaba se mostraba excitado por sus aficiones.
-Es un planetario mecánico.- Dijo a su lado. -Predice las posiciones relativas de los planetas y las lunas, y sus movimientos.
-¿Este hace lo mismo?- Kyungsoo señaló otro, estaba a un lado ya que el del sistema solar ocupaba todo el espacio de la mesa redonda.
-No, este es un astrarium, predice los eclipses y tránsitos.
Kyungsoo asintió aunque no tenía ni pizca de idea sobre el tema, la astronomía no era su ámbito, pero la admiraba y le atraía de forma natural. Se acercó a aquel otro prototipo, completamente diferente al primero, era como un heptágono elevado sobre siete patas largas que se doblaban al final como las de una araña, tenía engranajes a la vista y en cada cara tenía algo parecido a un reloj. Todo era de un color dorado y cobre encantador, hacía lucir aquellos aparatos elegantes como si fueran antigüedades lujosas y muy preciadas.
Al lado de la mesa del planetario mecánico había una extensa biblioteca que también ojeó, descubriendo todo tipo de libros aunque estaba especialmente dotada con temas de astronomía y afines, obviamente.
-No sabía que te gustaba todo esto, me siento un poco mal por eso.- Rio avergonzado mientras rascaba su cabeza. -Pensé que te conocía un poco mejor...- Murmuró con tristeza.
Hubo silencio luego de eso, Jongin tenía los ojos clavados en Kyungsoo con insistencia, se sentía ansioso, confundido, tenía miles de preguntas y cosas atascadas en la garganta que quería largar, pero no encontraba el momento adecuado, una abertura a través de la catarata de palabras que el otro le lanzaba desde que llegó. Kyungsoo le devolvió la mirada, inmerso en el mismo silencio, y le sonrió de medio lado con suavidad, percibiendo con exactitud el remolino de emociones que se cernía sobre su cabeza.
-Hablé con mi mamá el otro día.- Dijo. -Todo está bien.
Jongin parpadeó y tardó en formular una respuesta. -¿En serio?
Asintió. -Te lo juro.- Se acercó a él, igual de sonriente. -Le pedí perdón, hablamos sobre muchas cosas, incluso merendamos submarinos y tostados.- Rio ante el recuerdo feliz, a un pequeño respiro de su cuerpo.
-¿Submarinos...?
-¿No sabes lo que es? Está bien, te prepararé muchos a partir de ahora cada vez que quieras.- Alzó las manos y acunó sus mejillas con ternura, propinándole caricias con sus pulgares. -Tengo que pedirte disculpas a ti también, no tenía por qué hablarte de ese modo tan feo la última vez.
Jongin cubrió sus manos y negó, terco. -No pasa nada, pasaste por un gran susto y además...
Kyungsoo lo calló frunciendo el ceño. -Fui un idiota, acéptalo.
Suspiró. -Está bien, lo acepto.
Ambos resoplaron y rieron a la vez. Se produjo otro lapso sin palabras en el cual Kyungsoo entornó los ojos y se lo quedó viendo con fijeza.
-Diablos, te extrañé demasiado...- Fue el susurro poco entendible que largó mientras se acercaba cada vez más hasta atrapar sus labios.
Jongin lo cogió de las caderas y lo acercó a su cuerpo con fuerza porque sí, también lo había echado de menos, muchísimo. Kyungsoo pasó los brazos sobre sus hombros para colgarse de ellos al ponerse de puntillas; quiso suspirar de gusto porque la espalda de Jongin a diferencia de la suya era ancha y musculosa de una forma modesta, y jamás se imaginó soñando despierto por el placer que le producía tener un cuerpo tan masculino para él.
Gruñó y lo cogió con fuerza del cuello del suéter tejido que traía puesto, le hizo agacharse cuando devolvió las suelas al piso porque ni loco permitiría que aquel beso se interrumpiera, y caminó hacia atrás con la certeza de que, en algún momento, darían con la cama. Cuando sintió la madera del mueble tras sus pantorrillas, sonrió mientras pasaba la lengua sobre sus labios y se hizo hacia atrás para caer sobre el colchón, todavía tenía cogido a Jongin de su ropa cuando lo hizo, así que acabó a cuatro patas sobre él y viéndolo con unos ojos penetrantes que lo hicieron temblar.
Kyungsoo se relamió con el pecho subiendo y bajando y sin despegar la mirada de él, tomó el borde de su sudadera y se la quitó, quedándose sólo con la playera que esperaba que corriera el mismo destino muy pronto. Con las plantas de los pies sobre el acolchado azul, abrió las piernas y le sonrió con la picardía soberbia que tan bien llevaba ensayada desde siempre, entonces alzó una mano y le hizo señas de que se acercara.
Jongin se instaló entre sus piernas en un parpadeo para besarlo otra vez, y Kyungsoo casi se derrite.
Luego de varios minutos estaban jadeando, acalorados y con las pintas típicas de un par de jóvenes que acababan de revolcarse. En el fondo, los dos sabían que aquello era una locura, no por la escena en sí, sino porque era la primera vez que se comportaban de una manera tan pasional. Hasta el momento todo había sido besos bonitos y caricias tiernas, todo cargado de un deseo en ocasiones evidente, pero contenido por algún motivo. Por su parte, Kyungsoo sabía muy bien lo que quería aunque no entendía qué lo movió a comportarse de aquella manera cuando lo arrastró a la cama y lo incitó a ir más allá.
Quizás fue la felicidad en su interior, la calma que tenía ahora que había solucionado uno de sus problemas más grandes. Cuando había despedido a su madre con un beso en la mejilla y un abrazo apretado que por fin había devuelto, tuvo una confianza en sí mismo que nunca antes había experimentado. Se sentía libre y capaz de muchas cosas. No tenía idea de las razones de Jongin, tal vez se había retenido por él, porque percibía su inseguridad y su reserva, pero tampoco le importaba ya que en esos momentos lucía tan dispuesto como él a dejarse llevar.
Mordió su labio cuando se alejó para deslizarse bajo su cuerpo y morder y besar su cuello mientras cogía el borde de su suéter y se deshacía de él también, lanzándolo al suelo. Rodeó su estrecha cintura con uno de sus muslos y se puso de costado para instarle a que volteara y se quedara de espaldas sobre el colchón; Jongin suspiró cuando reposó sobre la almohada, todo el cabello despeinado, su rostro ruborizado, sus ojos entrecerrados y brillantes, fue una vista preciosa para Kyungsoo desde arriba, montado sobre sus caderas.
Cayó en picada sobre su boca una vez más y esta vez el beso fue más lento y medido, como si repensaran cada movimiento de los labios y la lengua antes de proceder. Jongin ahogó un gemido en su garganta cuando Kyungsoo comenzó a frotarse contra su entrepierna con la misma cadencia y tembló, pensando por primera vez en todo el rato en lo inaudita que era esa situación y en lo mucho que le gustaba.
No supo cuánto deseó estar así con Kyungsoo hasta ese momento; estaba delirando y su corazón latía rápido no sólo de excitación, también de euforia. Pensaba que sólo estar con él era suficiente y llenaba su interior, pero en ese instante por primera vez sintió una satisfacción desmedida. Estaba anticipando todo aquello con unas ganas que lo dejaban pasmado.
Mientras continuaba besándolo y moviéndose sinuosamente sobre su cuerpo, Kyungsoo elevó su playera lentamente hasta que llegó al tope de sus axilas, entonces Jongin hizo los brazos hacia arriba y permitió que terminara de desvestir su torso. El mayor se alejó y lo observó, largo y tendido, haciéndolo sonrojar con más fuerza.
-¿Q-qué?- Preguntó con nerviosismo, ¿se veía muy mal?
Kyungsoo frunció el ceño, ¿cómo era posible que alguien fuera tan perfecto tanto por dentro como por fuera? Diablos, Jongin no sólo era un amor, también tenía un cuerpo para el pecado. De repente dejó la calentura de lado y fue vacilante, su cuerpo no se parecía en nada al cuerpo de Jongin.
-Eres un maldito tramposo.- Balbuceó.
-¿Hyung?
Sonrió, lento y ladino. -¿Te cuento un secreto?- Mencionó, tirando del cordón de sus pantalones para aflojarlos y que sea más fácil cuando se los quitara. -He querido verte desnudo desde la primera vez que te crucé.
Jongin tuvo el atino de alzar las cejas, sorprendido. -¿En serio?- Tragó saliva cuando Kyungsoo hizo hacia abajo el bordillo de sus pantalones, casi a punto de debelar la parte de delante de sus bóxer. -¿Esto está bien?
-Todo en mi vida ha estado marchando sobre ruedas, ¿sabes?- Le comentó de lo más casual. -Pero hay una cosa que me quedó pendiente...
Jongin le alzó una irónica ceja. -¿Y eso es montártelo con un tipo?
Kyungsoo asintió sonriente, de lo más fresco, cosa que llenó de bochorno a Jongin aunque había sido él el de la pregunta sinvergüenza.
-No cualquier tipo.- Le sonrió con suavidad antes de agacharse y depositar un tierno beso en la comisura de sus labios. -Contigo.- Rodeó sus mejillas con ambas manos y frotó su nariz contra su sien de forma cariñosa. -¿Qué hay de ti? ¿Quieres?- Preguntó contra su oreja, haciéndole cosquillas.
Jongin gruñó y deslizó las manos bajo su camiseta, sintiéndolo tensarse ante el toque contra la piel de su espalda. -Claro que quiero, esa es una pregunta tonta.
-¡Bien!- Kyungsoo volvió a alzarse con una brillante sonrisa. -No te preocupes.- Dijo, rebuscando en los bolsillos traseros de sus tejanos. -¡Traje condones!- Enseñó una tira larga con la misma sonrisa desvergonzada.
El otro resopló y se carcajeó con fuerza, cogiéndolo de los hombros para instarlo a que descendiera de costado, invirtieron las posiciones y Jongin lo vio desde arriba con una sonrisa más confiada.
-¿Debo preguntar cómo quedaremos después de esto?
Kyungsoo parpadeó y adelantó su labio inferior en una mueca de adorable confusión que le hizo sonreír más amplio.
-¿No eras mi novio desde antes ya?- Ladeó su rostro mientras lo metía entre sus piernas y entrelazaba los dedos tras su nuca.
Kyungsoo pasó toda la hora siguiente tembloroso y lloriqueando de deleite. Jamás en su vida había tenido una relación, había tonteado con un par de chicas (y un chico en una ocasión), pero fue hacía muchísimo tiempo atrás y sólo porque le daba curiosidad enrollarse con alguien, debido a eso el placer que experimentó haciéndolo con Jongin fue tan abrumador que cuando todo acabó, sintió que estaba literalmente fuera de ese mundo. Cayó rendido en el acolchado, con los brazos extendidos, los ojos bien abiertos y la respiración entrecortada, completamente incrédulo mientras seguía estremeciéndose de vez en cuando al recibir réplicas de un orgasmo que todavía no se extinguía del todo.
¿Era normal semejante nivel de sensibilidad? Creía que la habitación giraba, estaba delirando. Teniendo en cuenta lo que siempre había conocido al respecto, los síntomas y las consecuencias, podía asegurar que el sexo tenía los mismos efectos que la droga: euforia intensa y mucho deseo y satisfacción.
Pegó un respingo cuando cayó en cuenta de algo muy importante que hasta el momento no había notado por lo cegado que estuvo.
-¿Acabaste?- Preguntó súbitamente a Jongin.
Le echó un vistazo, era la primera vez que lo veía en serio después de todo el acto, le avergonzaba haber desfallecido de semejante manera, suponía que más adelante cuando hubiera ganado más experiencia ya podría tener sexo sin desmayarse justo después de terminar. Jongin por su parte parecía estar soñando despierto, se veía risueño, tenía una estúpida sonrisa en el rostro y la mirada perdida en el cielorraso. Pudo relajarse entonces, le hubiera matado entender que fue el único pasándoselo bien allí.
-Claro...- Fue su queda respuesta, ni siquiera parecía saber que estaba hablando.
-Uff...- Suspiró con la risa floja, cerrando los ojos con alivio. -Menos mal.
-¿Qué quiere decir eso?
Abrió los ojos y se volteó hacia él, Jongin lo miraba de vuelta y su rostro ya no estaba lleno de júbilo, se veía confuso. Le resultó curioso que eso sí lo hiciera reaccionar y fue ese momento exacto en el cual él también espabiló y, de repente y sin sentido alguno, le causó pudor su completa desnudez. Se estiró para tomar el borde del acolchado y se rodeó de él como si fuera un rollo de sushi.
-Nada importante...
Jongin frunció el ceño y se puso de costado para verlo con más atención. -Enumera las razones por las cuales yo no podría haberlo pasado tan bien como tú.- Poco más exigió.
Kyungsoo resopló con malhumor y rascó su frente con un pulgar. -¿Te has visto en un espejo? Soy razón suficiente.
Se quedó sin palabras. -¿Qué demonios...?
Por fin lo encaró, Kyungsoo, más que molesto, se veía abochornado y muy agobiado y eso disminuyó considerablemente el creciente enojo de Jongin. Relajó su expresión y lo miró a los ojos, esperando que dijera algo para aclarar toda aquella repentina información.
-Jongin, ¿por qué te interesaste en mí?
-¿Acaso no es evidente?
Negó con efusividad. -Siempre me lo he preguntado, pero nunca reflexioné al respecto porque me lo pasaba demasiado bien contigo y no quería arruinarlo.- Mordió su labio. -Sin embargo es algo que quiero entender antes de seguir.
Jongin no lo comprendía para nada. -¿Qué es lo que quieres entender, por qué alguien estaría interesado en ti?
Kyungsoo entreabrió los labios para decirle que no, no era eso, pero ¿para qué mentir? Jamás había tenido confianza alguna en sí mismo, ni en lo que podía lograr ni en cómo se veía después de tantos cambios de imagen a lo largo de su vida de peso descontrolado; fingía que sí porque creía que de esa manera algún día lograría encontrarla.
-Que justo tú te fijaras en alguien como yo fue impactante...- Susurró.
El otro se sentó sobre el colchón de golpe y lo vio con una expresión furibunda completamente fuera de lugar por tratarse de él. Kyungsoo lo imitó con intranquilidad porque temía haber metido la pata con sus tonterías una vez más.
-¿Justo yo? ¿Y quién soy yo?- Hizo una mueca ante sus cuestionamientos. -Hyung, me hace muy feliz que te guste tanto, de verdad, pero no soy nada del otro mundo.
-Disiento en eso...
-¿En qué soy diferente de ti? Dime, ¿qué tanto me ves de distinto?
Quiso contestarle algo coherente, pero la realidad es que aunque creía conocer la respuesta a eso, no tenía ni la más mínima idea de qué decirle. Jongin suspiró largo.
-Me gustas porque eres tú, ¿qué más necesitas? ¿Buscas que te halague? Porque lo haré cada día si con eso logras confiar un poco más.
-¡No! ¡No es eso! Es... Es...
-¿Qué?
Agachó el rostro, repleto de frustración. -No lo sé...- Murmuró avergonzado. -Simplemente no lo sé, ¿bien? Discúlpame por ser tan problemático, pero tengo la cabeza jodida, ¿entiendes? Nadie nunca me miró con los ojos con los que tú me miras, la primera vez que nos cruzamos fui un patán y luego continué de la misma manera. No llego a comprender qué viste exactamente para seguir tras de mí, eso es todo.
-Si fuiste un patán, ¿qué?- Espetó de vuelta. -A mí me resultó atractivo.
Frunció el ceño. -¿Te gustó que fuera un idiota pasado de listillo?
Jongin alzó el rostro con arrogancia. -Sobre gustos y colores no hay nada escrito.
Kyungsoo comenzó a reírse con ganas. -Eres el tipo más raro que he conocido en mi vida.- Le dijo entre carcajadas.
Jongin pareció ofendido mientras farfullaba cosas con el ceño fruncido. Se le llenó el corazón de amor, puede que no comprendiera sus razones, pero su lealtad y devoción simulaban ser sinceras, lo había corroborado y además lo sentía todo el tiempo, se lo demostraba en cada pequeña acción incluso sin darse cuenta.
-Hyung...
-¿Qué?- Suspiró, sonriente mientras se limpiaba una lágrima.
-Me gustas.- Le dijo. -Muchísimo, no te imaginas cuánto. Me gustas porque eres increíble en todo sentido, eres valiente e inteligente. Me gusta tu sentido del humor, me haces reír, me divierto contigo y me haces sentir cómodo y a gusto.
Kyungsoo se sonrojó furiosamente. -Y-ya...
-No, de verdad.- Se adelantó el menor, ansioso por hacérselo entender. -Me gustas todo tú, todito, ¿me comprendes? Me gusta el color de tu cabello y la forma de tus labios, y que tus ojos sean redondos y muy grandes, siempre sé lo que sientes porque son muy expresivos. Me gusta que bebas té por la mañana y que comas como si cada bocado que metes en tu boca fuese el último, me gusta que te prendas como una garrapata a mí cada que dormimos juntos.
No se le ocurrió qué rayos decir, en su lugar, formó una temblorosa y tonta sonrisa. -¿Ah, sí?- Dijo, dejando escapar todo su aliento.
Jongin asintió con efusividad. -Es más, no sólo me gustas, estoy coladito por ti, y siento que te amo.
Kyungsoo dejó escapar una risilla histérica. -¿Es así?- Preguntó otra vez de forma estúpida, y antes de poder darse cuenta estaba llorando como un chiquillo desconsolado.
El otro se inclinó sobre él con el ceño fruncido de preocupación, con un miedo terrible de haber dicho algo malo, de haber dado un paso en falso sin darse cuenta. Rodeó sus mejillas con ambas manos, casi a punto de llorar también por verlo así, tan desbordado, tan sobrepasado por todo.
-Por favor, no llores.- Suplicó, acariciándolo con dedos torpes y temblorosos. -Por favor, por favor...- Siguió susurrando mientras desperdigaba besos delicados sobre la superficie de su piel húmeda y fría.
-Lo siento...- Hipó Kyungsoo. -No, no es eso lo que quiero decir, es...- Agitó la cabeza y fregó sus ojos para borrar sus lágrimas, tomó una trémula respiración y lo miró, sonriente en contraste con sus mejillas empapadas. -Gracias.
-¿Por qué?
-Por demostrarme que estaba equivocado.
Y se lanzó sobre su boca para besarlo de la forma más intensa y repleta de amor que conocía, mordisqueando sus labios, enredando su lengua en la de él, repartiendo besos suaves sobre sus comisuras, sobre sus pómulos, frotándose contra su piel desnuda sin más intenciones que la de mimarlo y mimarse libremente por primera vez. Estaba sobre él, porque había sido tan bruto que Jongin había terminado tirado de espaldas sobre la cama una vez más mientras se amarraba de forma apretada a su cuello.
-Sabes salado...- Murmuró Jongin cuando se separó para respirar.
Kyungsoo negó como un niño caprichoso. -No soy fan de lo salado.
-Entonces ya no llores más.
-¿Nunca más? Eso es imposible...
-Nunca más.- Insistió, impidiéndole seguir replicando cuando lo metió entre sus brazos y lo apretujó cariñosamente contra su cuerpo.
Kyungsoo sonrió gigante, pensando que si seguía participando en imágenes similares a aquella entonces nunca más tendría razones para botar agua salada por los ojos. Echó un vistazo al cielorraso cuando lo soltaron, notando figuras fluorescentes de lunas, soles, estrellas y planetas que de seguro brillarían en la oscuridad, y recordando que en medio del sexo las había visto y pensado con una sonrisita que aquello de verdad era como un pequeño universo.
Un universo compuesto sólo por ellos dos.
Nos vemos la próxima con el último capítulo ♥.
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