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XIV

"Sé lo que estarán diciendo y no podría importarme menos. En la próxima fiesta seré yo quien avance y vuelva las cosas verdaderamente escandalosas, y entonces la gente sí tendrá de qué hablar".
Kim Jongin a su compañero y amigo de la facultad, Gareth Mayer, al reincorporarse a las clases después de la fiesta donde Do Kyungsoo lo besó frente a todos.

Para Jongin fue terriblemente difícil contenerse los días siguientes.

No volvió a ver a Kyungsoo. Tampoco lo intentó. No le envió mensajes, no lo llamó y él tampoco lo hizo, así que llevaban días sin contacto. Sufría porque se había acostumbrado muchísimo a tenerlo cerca; había pasado días enteros junto a él, almorzaban en la universidad, durante las tardes estudiaban, luego cenaban y hasta incluso dormían juntos hasta la mañana siguiente. No vivían todos los días lo mismo, pero los momentos que compartían de esa manera eran tesoros. De verdad, de verdad le gustaba Kyungsoo como nunca le había gustado alguien antes.

Jamás imaginó que el ingenuo e inocente interés que tuvo en un comienzo por aquel muchacho de la fiesta a la que su hermana le aconsejó asistir, mutara a un cariño tan grande y honesto. Jamás imaginó que se transformara en ese tipo de cariño.

Pero allí estaba, rondando como alma en pena por todos los rincones de su casa, deseando estar cerca de él, pero considerando con seriedad la opción de dejarlo solo para que reflexionara por su cuenta. Pretendía ayudarlo, pero no quería ser demasiado sofocante tampoco, era la primera vez que pensaba de más su forma de comportarse, con sus novias anteriores nunca había sido tan serio, siempre todo fue muy distendido y divertido. Con Kyungsoo también, pero había algo extra, un ingrediente que antes no había estado ahí.

Jongin suponía que era amor porque no encontraba otra explicación. Había apreciado a sus exparejas, pero era diferente.

-¿Qué hay, hermanito?- Ja Hye se desplomó a su lado sobre los almohadones de la silla del porche trasero de su casa, hacía una mañana preciosa aunque muy fría.

-No mucho...- Murmuró Jongin, perdido en sus pensamientos.

-Pues, a mí me parece lo contrario.- Le dijo mientras rellenaba su taza con café y comenzaba a untarse un par de tostadas de avena con queso crema y mermelada de durazno.

Le dio una mirada de reojo. A pesar de que era un día laborable estaba con pintas de entrecasa vistiendo un par de pantaloncillos cortos con un suéter tejido color beis que le quedaba enorme, un par de pantuflas protegían sus pies y el flequillo de su cabello corto estaba hacia arriba en un moño que la hacía lucir como una manzana.

-Me hace feliz que te quedes en casa una mañana a la semana...

-Bueno, tú me molestaste hasta el cansancio, así que tenía que hacerlo.- Le dio una gran mordida a su tostada y se lo quedó viendo. -No cambies de tema, you're blue.

-Sólo estoy preocupado por un amigo.

-Mmm...- Tomó un buen trago de café y asintió. -¿Estás preocupado por Do Kyungsoo?

Jongin de verdad quiso alterarse, pero a esas alturas no le sorprendía para nada que su noona sospechara algo o siguiera nombrando a Kyungsoo con la esperanza de que alguna vez cayera y terminara confesándole todo. Sabía que en varias oportunidades lo había hecho sólo para molestarlo porque desde que era un niño disfrutaba fastidiándolo, pero en general estaba ansiosa de que se abriera a ella acerca de su nueva relación.

Le sonrió de lado y volvió a evadirla a posta, porque también amaba molestarla. -Tengo muchos amigos, ¿sabes?

-Lo sé.- Se encogió mientras devoraba la segunda tostada. -Sólo estoy adivinando al azar.

Sí, claro. Resopló y Ja Hye pareció de malhumor.

-No es culpa mía que no sepas disimular ni un poco, ¿bien?

Jongin se rio y apoyó la cabeza sobre una de sus manos, el codo reposó sobre uno de los brazos de la otra silla idéntica a la de su hermana. Se quedaron un buen rato en silencio, los azotó una leve, pero helada ventisca que acabó despeinándolos aún más y Ja Hye subió sus piernas desnudas sobre el cojín para frotárselas. Lo único que llegaba a los oídos de Jongin era la tranquilidad el barrio privado y la sequedad crocante de los pedazos de la tostada siendo triturados por los dientes de la otra. Aquella calma era inquietante, porque si ninguno hablaba entonces comenzaba a pensar, y en esos momentos abandonó los chistes y el gusto por hastiar a su hermana para ponerse un poco más serio.

-Le daré mala imagen a la empresa.- Dijo, viéndola para adivinar su opinión a través de su expresión.

Ja Hye seguía masticando con lentitud, frotaba una de sus rodillas y vagaba la mirada por la imagen del patio trasero. A simple vista no podía decir nada sobre lo que pensaba.

-Los socios y empleados no tienen por qué andar metiendo sus narices en lo que no les incumbe, no tienen por qué saber sobre nuestras vidas privadas.

A Jongin le sorprendió su respuesta. Sabía que no lo juzgaría por sus repentinos gustos, simplemente no era ese tipo de persona, pero cuando la cosa se volvía más grande e incluía a la empresa que sus padres habían intentado construir y expandir con tanto esfuerzo, imaginó que quizás sería un tanto más dura al respecto.

-Ya veo...- Murmuró con una estúpida sonrisa en los labios. -Entonces, ¿está bien para mí enamorarme de un hombre?

-En lo personal, Nini, no me interesa más que verte feliz.

Jongin sintió de forma súbita como si pudiera respirar mejor que antes. Como si un peso enorme del cual no había sido consciente hasta el momento se le hubiera salido de encima y lo hubiera dejado tan ligero como una pluma. Supuso que, inconscientemente y a pesar de su falta de prejuicios al respecto, por dentro había estado forjando varias inseguridades que al final su hermana exterminó con su "visto bueno".

Experimentó una serenidad que no supo que necesitaba, aunque la preocupación por saber cómo estaría haciéndolo Kyungsoo por su cuenta continuaba allí, causándole incomodidad e irritándolo como si un pájaro molesto picoteara dentro de su cabeza incesantemente y era doloroso.

Ja Hye le dio un vistazo de reojo. -Lo que sea que esté mal, arréglenlo.

Y Jongin suspiró, sabiendo que tenía razón, pero sin poder determinar si era el momento adecuado para volver a interceder.

******

Por su parte, Kyungsoo llevaba encerrado en su casa exactamente la misma cantidad de días que Jongin llevaba lamentándose por estar dividido entre dos partes contrarias de sí mismo.

Básicamente estaba compuesto por una taza de depresión, una pizca de autocompasión y toneladas de culpa por haber tirado por la borda todas aquellas semanas en las cuales se sintió orgulloso por estar superándose a sí mismo en varios aspectos. Ahora estaba vuelto un desastre. Había ingerido cantidades astronómicas de comida como nunca antes al punto de acabar vomitando en más de una ocasión y con un dolor de estómago insoportable por la indigestión. Plus, no había leído ni una sola hoja de la facultad ni adelantado ni un poco el trabajo de su proyecto.

Su casa era un lío con envases vacíos tirados por cualquier sitio y ropa sucia que seguía quitándose y dejando por ahí porque ¿para qué molestarse? Estaba solo allí y siendo honesto no tenía ganas de nada.

Sus pensamientos zigzagueaban a través de los mismos temas una y otra vez, a través de temas que creyó zanjados desde hacía años simplemente porque no influían en su día a día y, además, muy dentro suyo había decidido que era mejor ignorarlos que continuar dando vueltas sin sentido alrededor de ellos. Fue como si alguien hubiera abierto una puerta sin su permiso y todo fluyera sin que pudiera contenerlo una vez más. Era demasiado tarde, ya no había vuelta atrás, a la calma insustancial.

Sentía cosas que pensó enterradas. Comenzó a sentir rencor, a sentir culpa, a preguntarse tonterías sinsentido. No importaba que los días pasaran, que despertara todas las mañanas, que se recostara a dormir por las noches, siempre era lo mismo: ¿quién mierda sería tan cruel como para abandonar a su hijo? ¿Quién era esa mujer? ¿Qué rostro tendría? ¿Se parecería a ella? ¿Por qué demonios su padre aceptó sin más semejante trato? ¿Por qué dejó que su abuelo lo manejara todo sin decir nada?

¿Por qué su madre no lo había querido lo suficiente?

Con una mano en el corazón, toda la vida estuvo convencido de que ese tipo de cosas no importaban. Por muchas vueltas que le diera al asunto, al final había acabado superándolo y siguiendo adelante (al menos, eso fue lo que creyó), y con el tiempo había dejado de hacerse preguntas que no venían a cuento. ¿A quién le importaba después de todo? ¿Quién podría respondérselas? Su abuelo estaba muerto y enterrado desde sus dieciséis años, ¿a él iría a pedirle respuestas? A esas instancias, ¿de qué servía su rencor, su enojo?

Racionalmente comprendía todo eso, pero de todas formas seguía tumbándose de espaldas en el suelo calefaccionado de su departamento y observando quedamente el cielorraso mientras se torturaba solo, revolcándose en toda su mierda, en todos sus conflictos y sin hacer nada para salir de allí aunque le disgustara semejante sitio.

Pensaba continuamente en que sus padres debían haber dejado Estados Unidos hacía días, los imaginaba en Corea, imaginaba a su madre recomponiéndose desde la comodidad de lo conocido. Tenía una roca en la garganta, le dolía, le apretaba, le costaba tragar saliva y pasar comida, y aun así no había llorado ni una sola vez en todo ese tiempo. Creía fervorosamente que esa roca estaba compuesta por las palabras que tendría que haber dejado ir hacia ellos y que en su lugar se quedarían allí quién sabe hasta cuándo.

El timbre de su departamento sonó y se sentó sobre el suelo enseguida, con los ojos bien grandes y el corazón alborotado.

-Jongin...- Susurró, porque era la única persona que solía traspasar las puertas de abajo sin avisarle ya que, curiosamente, siempre tenía la fortuna de encontrarse a alguien a punto de entrar también.

Se puso de pie y corrió, resbaló una vez con el envoltorio de quién sabe qué y cuando abrió la puerta y encontró a su madre del otro lado, su sonrisa incipiente se borró y casi palidece por completo.

Instantáneamente, pensó en el avergonzante desorden en el cual se encontraba su casa en esos momentos y en cómo no quería que Yikyung vislumbrara eso. Fue bastante ilógico que ese fuera su primer pensamiento al verla después de todo lo que había pasado, pero suponía que su mamá era su mamá, nunca le gustaría ser tratado de irresponsable, lo pondría de malhumor.

Ella, por su parte, le regaló una enorme sonrisa. -Hijo.- Saludó. -¿Te molesto? Quería pasar a verte un rato y pues... ¡Traje comida!- Y alzó una caja.

Kyungsoo estaba congelado en el lugar. -Y-yo... No, no me molestas, hum... Pa-pasa.- Se hizo a un lado, muy nervioso.

Yikyung ingresó, como supuso, echándole un curioso vistazo a todo. La siguió por detrás, ordenando y ocultando todo lo que podía a su paso, evaluando su reacción por el obvio estado caótico de su vivienda y encontrándola sorpresivamente impasible al respecto, pensó que le daría la reprimenda de su vida. Entonces, por primera vez en todo el rato, discernió el vendaje en su tobillo derecho y las muletas debajo de sus axilas que la ayudaban a caminar sin apoyar el pie. Al instante soltó todo lo que tenía en las manos y corrió hacia ella.

-Lo siento...- Susurró, tomando las cosas que había llevado para compartir e invitándola sin palabras a que ocupara un lugar en el sillón. -No suele haber tanto lío, es que... Con todo el trabajo en la universidad, ya sabes, se me hace difícil mantener el orden y así, pero cuando acabe la época de exámenes prometo que...

-Está bien.- Ella alzó una mano para frenar su monólogo mientras dejaba las muletas a un lado. -Este es tu hogar, no me meteré en tus cosas, Kyungsoo.

Carraspeó. -Claro, lo siento.- No tenía idea de por qué se disculpaba. -¿Có-cómo entraste? ¿Está papá abajo?- Preguntó mientras acomodaba el resto de cojines en el sofá y movía un montón de basura hacia la cocina disimuladamente.

Yikyung le enseñó un juego tintineante de llaves. -Guardamos copias con tu padre, ¿recuerdas? Sólo en caso de emergencia.

Él asintió lento, parado en mitad de la sala y sin saber qué hacer. -¿Está bien que andes así por ahí? ¿No deberías estar haciendo reposo?

-Oh, descuida, querido, estoy en perfectas condiciones.- Dijo con un ademán. -Incluso pensé que me pondrían una escayola, pero al parecer empeoraría las cosas, así que sólo me vendaron y me dijeron que no apoyara el pie durante la primera semana. Pan comido.

A Kyungsoo le sorprendía la liviandad con la cual hablaba del tema y a la vez le molestaba un poco. En realidad se molestaba consigo mismo por seguir haciendo un drama al respecto cuando era evidente que todo estaba bien más allá de una lesión completamente tratable, pero no podía evitarlo.

Se había pegado un buen susto.

-¿Qué...?- Volvió a aclarar la garganta, la sentía rasposa. -¿Qué hay aquí?- Dijo elevando la caja que aún sostenía.

La sonrisa de ella lo llenó de luz. -Submarinos y tostados.

Había una sección de la casa que casi no utilizaba; era una mesa bajita y pequeña al lado del ventanal gigante que daba al este, estaba acompañada de un par de sillas de jardín de hierro que realmente detestaba, pero que como las había comprado Yikyung jamás había podido deshacerse de ellas. El diseño de las mismas era bonito, simplemente no era su estilo. Dejó que ella utilizara su hombro y mano para moverse del sillón a aquel sitio a base de saltitos y antes de sentarse en frente, descorrió las cortinas que cubrían el ventanal para dejar entrar toda la luz de la tarde. Su madre sacó de la caja dos barras de chocolate que agitó en el aire con felicidad y Kyungsoo no pudo evitar devolverle una sonrisa repleta de dientes.

Corrió a la cocina con la esperanza de contar con leche, odiaría con toda su alma romperle el corazón si no tenía, pero por fortuna había y mientras la hervía en la tetera observó su perfil. Ella veía hacia afuera a través del ventanal con aquella postura tan perfecta de siempre, su espalda recta, sus manos unidas en el regazo. Hasta con su ropa deportiva lucía tan despampanante y genial como de costumbre, y era un fenómeno extrañísimo verla con esas pintas cuando Yikyung era una mujer que odiaba lucir casual y optaba siempre por una imagen mucho más elegante.

Sentado con ella, sirvió dos tazas humeantes hasta arriba, tomó una de las barras de chocolate, hizo a un lado el envoltorio y la miró, ella lo imitó y después de sonreírle de la misma forma repleta de alegría, contó hasta tres en voz alta y dejaron caer el dulce a la misma vez dentro del líquido blanco y muy caliente. Kyungsoo vio cómo este se derretía con satisfacción.

-Hum...- Murmuró después de que ambos dieran un par de mordiscos a los tostados de jamón y queso y soplaran sobre la leche para no quemarse la lengua al sorber. -Lamento haberme comportado como un idiota la última vez.

-Fue todo culpa de tu padre por ser tan irresponsable en sus formas.

-Sólo estaba muy preocupado...

-Lo sé, por eso no fui tan dura con él.- Le guiñó un ojo y Kyungsoo volvió a sonreír, repleto de cariño.

Pensó en cómo Yikyung siempre lo había puesto al frente de su corazón como el mejor y más impoluto ser. Sabía que nada de eso era cierto, no era ni de cerca el mejor ni mucho menos una buena persona, pero le hacía sentir muy bien que ella lo tuviera en tan alta estima.

Con Yikyung siempre se trataba de amor puro y sincero.

Decidió que ahora, en medio de aquel silencio que compartían sólo ellos dos, era un muy buen momento para hablar por fin de lo que debía y el primer impulso que tuvo fue el de llamarla por su nombre, pero se detuvo a último momento.

-Mamá...- Dijo por lo bajo, casi con miedo.

Y cuando ella se giró, lo miró y contestó a su llamado con un "qué" de lo más natural, como si esa palabra siempre le hubiera pertenecido y hubiera estado usándola con ella toda la vida, ahogó una respiración, su corazón se retorció y sus ojos se anegaron de lágrimas.

Ah... En serio, esta mujer era su única madre.

-Sé que recuerdas lo que sucedió con aquella persona que fue a verme cuando yo tenía alrededor de ocho años.- Largó en un suspiro tembloroso. -Dime directamente, ¿fue quien creo que es?

No encontró otra forma de proceder que no fuera con franqueza, no tenía sentido seguir dando más vueltas de las que ya había dado y además, si alargaba las cosas se rompería en llanto antes de poder oír una sola palabra de su parte y tenía que mantenerse entero por al menos un par de minutos.

El rostro de su madre se tornó serio y supo su respuesta antes de que abriera la boca. -Sí.- Confirmó.

Y Kyungsoo pudo respirar.

Fue una mera coincidencia y obra del azar que justo estuviera en ese exacto lugar cuando las cosas sucedieron. Había bajado las escaleras desde su habitación porque era la hora de la merienda y no podía esperar más para engullir el pastel de chocolate que le habían prohibido hasta la tarde, y se había desviado de la cocina hacia al recibidor por la voz alterada de su madrastra. Cuando se asomó por el borde de la arcada, había visto a Yikyung con una expresión desconocida para él hasta el momento, completamente deformada por la cólera. Del otro lado de la puerta, había una mujer nunca antes vista de la cual no recordaba más que el color de su cabello largo y muy negro. Igual al suyo.

"Quiero verlo", habían sido las palabras decisivas para que él se diera cuenta de la situación años más tarde. Siempre había sabido que Yikyung no era su verdadera mamá porque llegó después de que su joven cerebro asimilara que, a diferencia de sus compañeros del jardín de infantes que contaban con una familia completa, siempre habían sido su papá, él y nadie más. Lo comprendió sin ayuda de nadie, pero jamás se sentaron a explicarle el porqué de toda la situación. No importó cuánto dijera aquella extraña, los argumentos y las negativas de Yikyung habían sido altos y rotundos, no admitían réplicas. Y cuando lo descubrieron husmeando, recuerda el pánico que se había apoderado de todos, el servicio lo había cogido y sacado de allí casi al instante, y nunca volvieron a mencionar el tema delante de él.

Fue como si nunca hubiera sucedido, y durante muchísimo tiempo se cuestionó si había sido algo real o tan sólo un sueño.

Sumado a eso, jamás tuvo las agallas para sacarlo a colación porque, en el fondo, aunque tenía muchos cuestionamientos, a la par le daba miedo conocer las respuestas.

Pero ya no era ningún niño y estaba cansado de terminar siempre en el mismo lugar.

-¿Por qué lo hiciste?- Susurró. -¿Por qué la echaste?

Yikyung volteó su rostro pétreo hacia el ventanal otra vez. -Fue lo que creí mejor para todos. De seguro fui presuntuosa al decidir por los demás, pero nunca fue mi intención herir a nadie.- Volvió a verlo y la determinación en sus ojos fue dura y firme como nunca. -Sólo estaba protegiendo a mi hijo.

Kyungsoo no tenía palabras.

-Sé que lo que hizo tu abuelo no es correcto.- Continuó. -Probablemente lo que yo hice tampoco haya estado bien. No puedo hablar por él, pero sí puedo hacerlo por mí, y todo lo que hice siempre fue por tu seguridad. Porque te amo.- Su voz se quebró y dejó de hablar entonces.

Seguía sin saber qué decir. Había comenzado a llorar en silencio, estaba conmocionado y aunque se esperó todo aquello, no sabía con exactitud cómo reaccionar aunque tenía bastante claro cómo se sentía al respecto. Simplemente... Estaba helado. Sintió cómo su mano era cubierta por una palma suave y conciliadora y cuando alzó la mirada, Yikyung lo veía con una suave sonrisa que sólo incrementaba la tristeza de sus ojos brillosos por las lágrimas.

-Si deseas buscarla, yo te ayudaré a encontrarla. Así sea lo último que haga.- Le dijo con una seguridad increíble.

-He albergado muchísimo resentimiento dentro de mí.- Cerró los ojos con fuerza y negó. -Tanto que es insoportable, ya no puedo vivir con él, no me sirve... Odio a mi abuelo por alejarla, la odio a ella por aceptar el dinero, estoy molesto con mi padre por permitir que el otro hiciera y deshiciera a su antojo...- Tomó una honda respiración. -Pero al final del día, todas esas preguntas sin resolver y todo ese odio y rencor, no sirvieron para nada más que para volverme un ser ansioso y desconfiado, que poco tiene de relación con una verdadera libertad.

Alejó su mano y cubrió la de ella de la misma forma, apretándola con fuerza cuando la miró a los ojos y le sonrió.

-Si dejo de enfocarme en esas cosas y miro hacia otras memorias, lo único que recuerdo de ti es cómo me cuidaste siempre. Cómo me protegiste y me amaste como si fuera tu verdadero hijo...- Y entonces rompió en llanto y tuvo que hacer una pausa.

-Kyungsoo...- Murmuró ella, igual de emocionada.

-No, no, déjame seguir...- Meneó la cabeza con energía, aquella roca dolorosa en su garganta desintegrándose de a poco. -Todo eso, cada momento, es lo único que considero, y por eso tú eres mi mamá. Tú y nadie más.

Y se quedaron allí, cogidos de la mano, viéndose a los ojos mientras lloraban y sorbían por la nariz a la misma vez. Yikyung no dijo nada porque Kyungsoo tampoco lo necesitaba. Sentía que por fin, después de años, podía ser libre de verdad, transitar un camino que era sólo de él y de nadie más, sin sombras que lo determinaran, sin asuntos inconclusos que le dictaran inconscientemente qué hacer. Yikyung estiró su mano izquierda, la que estaba libre, y cogió la taza para beber un largo sorbo de su submarino. Kyungsoo hizo lo mismo, y ahora se veían, pero con un bigote de leche sobre el labio superior.

Luego de reír como tontos, giraron hacia el ventanal y observaron la ciudad de Nueva York juntos.

Sólo quedan un par de capítulos más y se termina :(. Gracias a lxs que llegaron hasta aquí ❤.

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