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IV

"No sé de qué tanto te quejas, si Baek y tú son igualitos".
Kim Minseok a Do Kyungsoo una de las tantas veces que este último se la pasó
hablando mal del novio de su mejor amigo.


La mayor parte del tiempo, Kyungsoo solía estar a solas con sus pensamientos. Para muchos, aquello podría ser bastante deprimente. Para él también lo era, al menos, a medias.

Como había llegado a la conclusión de que probablemente nunca lograra conseguir amigos más cercanos, había abrazado aquella soledad con resignación y, en vez de buscar cómo evitarla o al menos disminuirla, encontraba cada vez con más regularidad cómo sobrellevarla de una manera entretenida. Entretenida desde su punto de vista, porque no tenía idea de a cuántas personas les resultaría atractivo sentarse sobre el respaldo de un banco de parque en mitad de Nueva York, con los pies descansando donde debería ir su trasero, sus manos unidas con los dedos entrecruzados y la mirada perdida mientras su aliento se perdía en pequeños vahos frente a su nariz.

No es que la acción fuera entretenida en sí, simplemente encontraba algo de paz mental de ese modo; no tenía que encargarse de ningún proyecto, no debía pensar en sus padres ni en el negocio, tampoco en el amigo que tenía y en los amigos que no tenía, y menos en un tonto insoportable que solía vagar alrededor de él bajo circunstancias bastante extrañas. Había atardecido hacía rato, las luces de la ciudad brillaban con más insistencia que nunca, advirtiendo a la gente que las puertas de una noche festiva y alborotada estaban abiertas. A esas horas no había nadie en el parque y el silencio era apaciguador.

Tomó una gran respiración y la largó lento, cerró los ojos cuando una pequeña ventisca lo golpeó de frente y el sonido de varias hojas secas viajando de un lado a otro con docilidad invadió sus sentidos.

Su teléfono sonó, lo cogió del bolsillo de su abrigo todavía con los párpados cerrados y deslizó el dedo por la pantalla.

-Do speaking...- Contestó en inglés sin darse cuenta.

-¿Kyung?

Sus ojos se abrieron de tal forma que le ardieron cuando el aire frío se los secó. Se irguió y casi cae hacia atrás, logró estabilizarse a tiempo.

-¿Ch-Chanyeol?- Tartamudeó, apretando su celular con fuerza entre los dedos.

-¿Kyung?- Repitió la voz grave de Chanyeol. -¿Estás bien?

Sonaba preocupado, cosa que lo desconcertó. -¿Si estoy bien? Claro, ¿por qué preguntas?- Parpadeó con el ceño fruncido, deslizándose por el respaldo y sentándose de forma correcta.

-¿En serio?- Insistió el otro. -Estuve de aquí para allá todos estos días, recién pude prestarle atención al teléfono y oí tu mensaje. No sonabas bien, ¿en verdad no me mientes?

Kyungsoo mordió su labio inferior con fuerza y se maldijo en todos los idiomas que conocía. Ese mensaje de mierda... Tendría que haber previsto que Chanyeol no se creería su actuación de voz barata, incluso sin verlo había llegado a notar que algo malo le pasaba. ¿Por qué tenía que hacer las tonterías más grandes cuando estaba en mitad de un ataque de ansiedad? Si había impedido que Chanyeol se ocupara de sus cosas por sus locuras, no se lo perdonaría.

-¿Eres alguna especie de psíquico o algo así?- Rio. -¿De qué estás hablando, Chan? ¡Por supuesto que no te miento! ¿Por qué lo haría?- En esa ocasión, procuró ser convincente.

Del otro lado sólo hubo un largo silencio.

-Mmm...- Reprodujo la voz profunda de su mejor amigo. -Lo que tú digas.- Obviamente, no parecía convencido.

Kyungsoo borró su sonrisa mal hecha y tragó saliva con algo de dificultad. Por primera vez en todo aquel tiempo se cuestionaba realmente: ¿estoy bien?... A simple vista, sus actividades cotidianas no se veían impedidas de ningún modo, sin embargo su mundo interno estaba en decadencia cada vez más elevada.

En esos instantes se sentía inmensamente feliz por sólo oír la voz de Chanyeol. Una voz reconocida que calmaba en parte la turbulencia de sus pensamientos.

-¿Cómo estás, amigo enorme?- Preguntó en un tono bajo y tranquilo, algo que casi nunca sucedía.

-¿Yo? Perfecto.- Contestó el otro, todavía reticente y hasta un tanto ofendido, se le notaba.

-¿Qué tal todo por allí? Cuéntame, quiero saber.- Pinchó para que le hablara más.

-Bien... Muy bien en realidad. Tengo puros sobresalientes tanto en los trabajos y ensayos como en los exámenes, los profesores me adoran. Lo mismo que en Corea, sólo que en otro continente. Estoy comenzando a planear mi tesis y...

-¿Eh?- Lo interrumpió Kyungsoo, sorprendido. -¿Tesis? ¿Ya?

-Digamos que he adelantado bastantes años sin darme cuenta...

Sonrió, incrédulo. -Eres un desgraciado, ¿lo sabías? No permitiré que me sobrepases, estoy llevando a cuestas todo un proyecto de investigación...- Y como no quería ahondar en eso tampoco, volvió a cambiar de tema antes de que Chanyeol le cuestionara al respecto. -¿Qué tal tus nuevos amigos?

-¡Oh, son maravillosos, Kyung!- Ahora el entusiasmo de Chanyeol era patente. -He hecho muchísimos buenos amigos, los italianos son tan cálidos... Un tanto apasionados por cada pequeña cosa, pero contagian semejante entusiasmo. ¡Aquí se respira arte! Cada calle o edificio es una inspiración, me encanta.

-¿Eres feliz?- Preguntó Kyungsoo de repente, como si no fuera evidente.

-Soy muy feliz.

Sonrió a pesar de que su pecho apretaba. Si él es feliz, yo soy feliz.

-Bueno, a medias...- Murmuró luego, cosa que llamó su atención, pero Chanyeol lo atacó con otra pregunta de inmediato. -¿Y tú? ¿Sigues llevándote bien con todos?- Dijo con la misma emoción de antes.

Y Kyungsoo no supo dónde demonios meterse, porque si respondía con sinceridad todo el buen humor se iría al garete y de verdad, en serio, no quería arruinar la primera vez que tenía una buena charla con su mejor amigo después de tanto tiempo. Aclaró la garganta y rascó distraídamente la madera del asiento.

-Ellos están bien también, son espectaculares...- Contestó. -Solemos salir todo el tiempo, ahora mismo estaba a punto de ir a una fiesta.- Mintió.

No fue difícil a decir verdad, vivía mintiéndole a Chanyeol para procurar que la imagen que tenía de él no se deformara y acabara todo el tiempo decaído y preocupándose por cada pequeño gesto o palabra de su parte, justo como antes. Incluso durante el último año de secundaria juntos fue así. Simuló llevarse bien con todos y ser el muchacho más extrovertido y libre del mundo, pero cuando no estaba con él y su círculo, la mayoría del tiempo solía rondar completamente a solas por el patio del instituto o encerrarse en los salones deshabitados a leer o a adelantar la tarea.

Estuvo bien con eso. Nunca le interesó hacer más amigos y tampoco quería inquietar al único que poseía, así que mentir, en su situación, traía beneficios por todos lados.

-Oye, ¿cómo que 'medio feliz', ah? Contrataré a la Cosa Nostra y le ordenaré secuestrarte si me ocultas algo.- Le resultaba bastante hipócrita su actitud, pero no había momento en el cual no se reprochara cosas, así que estaba acostumbrado.

-Es que...- Chanyeol gimió del otro lado. O lloriqueó. Fue como una mezcla de ambos. -Es Baekhyun.- Confesó, y Kyungsoo ya lo había sabido de antemano. -Lo extraño tanto, Kyung, no te imaginas cuánto. Solemos hablar todo el tiempo por teléfono, nos enviamos mensajes y hasta hacemos videollamadas cuando estamos libres, pero...

-No te basta.- Completó por él en un murmullo.

-No. No me es suficiente, para nada. Necesito tenerlo conmigo, pero entiendo que mis deseos son más caprichosos que otra cosa. Quiero decir, yo decidí estudiar en el extranjero, y debo enfrentar las consecuencias, ¿sabes?

-Echar de menos a alguien no es ningún delito...

-Lo sé...- Suspiró de forma profunda. -En fin, sólo es cuestión de tiempo, supongo, las cosas se arreglarán.- Dijo, aunque no supo si fue más para sí mismo que para su mejor amigo del otro lado.

Kyungsoo sonrió con tristeza. -Así es, no te inquietes, si resisten un poco más estarán bien.- Aconsejó, porque ante todo, incluso antes que sí mismo, era un amigo. El amigo de Chanyeol.

Al cortar la llamada, no negaría sentirse bastante tranquilo de saber que el otro estaba haciéndolo bien en Europa, pero a la vez, creía que aquel vacío que constantemente lo asediaba se había hecho más grande por varios centímetros. Su mejor amigo continuaba avanzando, con o sin su compañía, ¿y mientras tanto él qué había conseguido?

Dejó colgar su cabeza del respaldo y volvió a cerrar los ojos. Era una persona bastante razonable y práctica, pero aunque buscaba y rebuscaba por respuestas y soluciones para dejar de sentirse tan miserable, no encontraba una salida. Estaba comenzando a sentirse desesperado.

Peor, estaba comenzando a perder la poca esperanza que tenía.

-¿Kyungsoo?

-¿Nash?- Susurró, elevando los párpados y poniéndose recto una vez más. Varios metros adelante, en medio del camino de cemento hecho para ciclistas y que cruzaba perpendicularmente el parque, le devolvieron la mirada unos ojos bien blancos en mitad de la noche.

-¡Kyungsoo!- La muchacha se adelantó volando cuando lo reconoció, una enorme sonrisa decorando su rostro. El par de chicos que estaba con ella junto a otra fémina la siguieron.

-Nash...- Kyungsoo la recibió con los brazos abiertos porque sabía que ella le daría un abrazo. -¿Qué hacen por aquí?- Le sorprendió que lo reconocieran estando en mitad de la oscuridad, la farola más cercana no llegaba a iluminarlo.

Nash llevaba su enorme cantidad de trenzas acumulada sobre la cabeza y cubierta con un pañuelo de un amarillo y un azul demasiado brillantes en un tocado estilo africano. -Estábamos de camino a un bar de por aquí, dicen que está bastante bien.- Alzó las cejas de forma incitante.

Kyungsoo resopló. -Ustedes no pierden oportunidad, ¿eh?

-El deber llama.

-¡Acompáñanos!- Exclamó la muchacha.

Los otros dos chicos asintieron. -Será divertido.

Kyungsoo abrió la boca para rechazarlos por inercia, pero se detuvo a último momento, recordando de forma súbita las palabras de Jongin acerca de que su forma de ver la vida no es la única correcta. No necesariamente todas las personas son malas y él es el bueno.

¿Por qué no intentaba, por una vez, hacer aquello que Chanyeol siempre creía que hacía?

-Claro, ¿por qué no?- Se encogió con una pequeña sonrisa.

No sintió dudas ni inseguridad de camino al susodicho bar. Al contrario, se sintió bien en compañía de sus conocidos y compañeros, eran divertidos, lo incluían en todo a pesar de sus negativas y en verdad disfrutaba de ese gusto por la vida que tenían. Eran jóvenes de su edad completamente abocados a la tarea de divertirse y festejar la plenitud de una época que no podrían experimentar dos veces. Kyungsoo vivía los veinte a su propia manera creía; sin excesos ni fiestas locas que lo justificaran, pero aun así no podía evitar sentir que estaba perdiéndose de cosas importantes.

Probablemente era debido a que gran parte de sus rechazos provenían de un odio arbitrario hacia lo desconocido, y un enorme temor hacia lo que creía conocer.

Cuando ingresaron al lugar, pobremente iluminado para crear un ambiente misterioso y exuberante, con bastante gente aunque no repleto, decorado con carteles de neón, resonando con música alta y con un olor a cerveza mezclado con madera rústica, sí se sintió un tanto incómodo. Podía tolerar semejantes ambientes, pero sin duda no los adoraba. Ayudó que el resto de sus conocidos estuviera allí, entre ellos el gigante Dan, quien lo rodeó con sus brazos de mastodonte y lo alzó del suelo a modo de saludo cuando lo vio. No le acomplejaba su escasa estatura y su complexión pequeña, al lado de Dan todos eran hobbits.

En verdad intentó hacer el esfuerzo y pasarlo bien. Tenía una cerveza deliciosa en la mano, una roja. No tenía idea de lo que significaba eso, pero se sentía bien pasando por su garganta. Sentado en un rincón de la enorme mesa que compartían, era más espectador que partícipe en aquella reunión. Sabía que en parte era su culpa por no tratar de relacionarse con más ganas, pero de todas formas se sentía mal. Lo deprimió más de lo que ya estaba y en lugar de entusiasmarlo a probar cosas nuevas y tener un nuevo enfoque, lo desalentó.

Cuando tanteó el tazón de cacahuetes del que había estado comiendo y lo encontró vacío, se cuestionó si era así cómo debían sortearse aquellos obstáculos... No es como si algo dentro suyo hubiera cambiado, simplemente se había forzado a ser diferente.

Comenzó a repiquetear los dedos de forma ansiosa contra la madera de la mesa. Por alguna razón, la música que hasta el momento había pasado desapercibida ahora le era insoportable. Su pierna comenzó a agitarse de arriba abajo y su mirada estaba puesta en la nada misma, empezó a mordisquear la piel de sus labios a pesar del ardor que eso le producía.

-¿Estás bien, amigo?- Oyó la voz de Dan a su lado.

Su mano dejó de moverse como si se hubiera quedado congelada y volteó a verlo con los ojos grandes de sorpresa. -Claro.- Contestó con naturalidad.

Lo vio hacer una mueca y varias de las pecas que tenía salpicadas por su rostro se movieron. -Te siento un poco nervioso.

Kyungsoo palmeó su hombro. -No te inquietes, gigantón, sólo estoy algo cansado. Además...- Sus palabras se perdieron en el aire cuando enfocó algo a través del cúmulo de gente alegre por el alcohol.

-¿Qué es?- Se fijó Dan, chismoso por naturaleza. -Oh, es esa chica...

Kyungsoo la reconoció... Al menos, desde lo poco que conocía, que prácticamente era nada. Había una muchacha de procedencia asiática con la que compartía clases y a la que siempre cruzaba por alguna u otra razón desconocida. Tal vez, la regularidad con la cual se la encontraba no era tanta, pero sí la insistencia con la que se fijaba en ella. Jamás tuvo el valor ni el ímpetu para acercársele y preguntarle por su nombre, en verdad deseaba que fuera coreana para comunicarse a diario con alguien de su pueblo que hablara el mismo idioma. Las veces que podía hacerlo eran con Chanyeol, y no eran demasiadas. No le importaba interactuar en inglés porque era un idioma que manejaba con fluidez, pero le hacía ilusión sentirse más cerca del país donde había nacido.

Ella estaba del otro lado del bar, en una de esas mesas altas sin sillas y al lado de la ventana, tomando su bebida mientras veía los autos pasar del lado de afuera. Llevaba su cabello muy negro suelto y su complexión era más bien la de una persona rolliza, con sus mejillas redondas y apretujables, como un malvavisco suave. Como de costumbre, estaba sola. Era la principal razón por la cual Kyungsoo había comenzado a observarla con más interés. Le entusiasmó que fuera asiática, cuando notó que solía vagar la mayor parte del tiempo a solas, su curiosidad viajó en otra dirección.

La principal diferencia entre ellos era que, contrario a él, ella no parecía interesada en buscar compañía. Tampoco parecía desearla... Pero, ¿qué demonios podía saber? Ni siquiera conocía el timbre de su voz.

Ladeó el rostro cuando los latidos de su corazón aumentaron en ritmo y sonido. Sentía las palpitaciones dentro de sus oídos, por todo el cuerpo, era una sensación aturdidora que lo desorientaba y lo hacía sentir mal. Alzó una mano y secó el sudor que perlaba su frente, estaba acalorado.

-Kyungsoo, ¿de verdad te sientes bien?

Estaba a punto de contestar cuando una arcada se abrió paso por su garganta y cubrió su boca, abriendo bien grande los ojos. En respuesta, lo único que pudo hacer mientras se concentraba en dominar sus repentinas náuseas, fue negar enérgicamente con la cabeza. Siguieron hablándole y preguntándole cosas, pero no podía oír nada, la música estaba demasiado alta, las luces fuertes e intensas de los carteles se clavaban en sus ojos como trozos de vidrio, causándole un dolor agudo. Cuando se sintió más compuesto, apuró lo último que le quedaba de su cerveza, lanzó un par de billetes sobre la mesa y se puso de pie.

Vio a los chicos con pura pena. -Lo siento...- Murmuró, dudó que lo entendieran, pero no se quedó a averiguarlo, se abrió paso como pudo y salió de allí.

Fuera, tomó una gran y exagerada bocanada de aire, tal y como si hubiera surgido de debajo del agua después de varios segundos ahogándose. Algunos que estaban fuera fumando cigarrillos lo vieron exaltados, otros sonrieron burlones, debieron pensar que estaba borracho o algo así. Enfocó alrededor con ojos desorbitados y comenzó a caminar apresurado en cualquier dirección, esperaría a calmarse y llamaría a su casa por un chófer, no sabía cuánto duraría caminando. Estaba agotado y perdido.

Las náuseas lo persiguieron un buen tramo del camino. Más que afligido, estaba furioso. Hacía muchísimo tiempo que no sufría ese tipo de ataques, ni siquiera recordaba cuándo fue la última vez que devolvió sus entrañas frente a la taza del váter. Estaba molesto consigo mismo, ¿acaso no había superado todo eso? ¿Tan débil se había vuelto? De algo estaba seguro y es que de ninguna manera podía volver a recaer, extinguiría esas arcadas a la fuerza si era necesario, encontraría la manera.

De sólo imaginar lo que pasaría si Chanyeol llegaba a enterarse, le daba escalofríos.

Se estremeció por el frío, aquella noche sí estaba intolerable para él. Apretó más los lados de su chaqueta sobre su torso y se rodeó con los brazos. Sus gestos eran bruscos y llevaba el ceño fruncido, también estaba encogido sobre sí mismo. Se sentía pequeño y disminuido, tenía el estómago revuelto y temía ponerse a vomitar en mitad de la acera.

Nada estaba funcionando.

Y la cosa fue para peor cuando lo cruzó de frente. De todos los lugares en la gigantesca ciudad de Nueva York, de todos los recónditos rincones de sus centros comerciales y millones de tiendas, de todas las concurridas y repletas avenidas, justo en ese preciso instante, en ese exacto lugar, de todas las personas en el mundo, tuvo que cruzárselo a él.

A Kwon Baek.

Se frenó en seco un par de metros más adelante cuando tuvo el fugaz vistazo al pasar por su lado, sus hombros a unos escasos centímetros de rozarse. Había muchísima gente alrededor, pero fue como si en ese preciso instante las aguas del gentío se abrieran cual mar Rojo para dejarlos a ellos dos en medio, para verse las caras de forma obligada. Se giró enseguida, completamente incrédulo y con los ojos bien abiertos. ¿Era en serio? ¿De verdad lo había visto? No se trataba de su imaginación, ¿no? En tal caso, qué imaginación más malévola y burlona.

Pero no, era cierto, porque Kwon Baek estaba a la misma distancia, también volteado y viéndolo con el ceño fruncido, como si no acabara de reconocerlo aunque era evidente que lo hacía.

-Kyungsoo...- Lo vio murmurar, porque en medio de todo el barullo de la calle no lo escuchó, pero sí lo entendió.

Apretó sus antebrazos con fuerza, tanto que sus manos temblaron. De la nada, comenzó a reflexionar de más y por primera vez sobre la conversación que había mantenido con Chanyeol horas atrás. Volvió a experimentar la desdicha y el dolor de sentirse olvidado y abandonado por él, y como si fuera una señal del universo, Baekhyun se le presentaba como la respuesta a todo, como la figura perfecta en la cual descargar todas sus frustraciones y mierdas.

-Fue por ti...- Susurró de forma temblorosa.

Desde el principio fue por él, todo fue debido a él. Incluso cuando sólo había pretendido ayudar a su mejor amigo a aceptarse a sí mismo, cuando había querido aligerar la pesadez de su consciencia al descubrir este que, no sólo le gustaban los hombres, sino que estaba enamorado de uno, aun en esos momentos, siempre sintió que Baekhyun se había apoderado de todo lo que creyó suyo e íntimo. Luego de dudar acerca de su forma de proceder, porque jamás pretendió empujar a Chanyeol hacia Baekhyun con tanta fuerza, se dio cuenta de que este hacía verdaderamente feliz a su amigo y no supo qué fue peor...

Sentir que tenía que dejarlo ir o temerse culpable de su propia infelicidad.

-Todo... Todo esto es tu culpa...- Siguió hablando en voz baja y con rencor en medio de aquella extraña epifanía. No supo si para sí mismo, si para aquel otro...

Estaba fuera de sí.

Sabía muy bien que eso no era cierto. En el fondo, donde su raciocinio no se veía afectado por emociones viscerales, entendía que Kwon Baek no tenía nada que ver con sus inseguridades y complejos, pero era el chivo expiatorio perfecto para volcar toda su basura emocional, porque siempre había mantenido un resentimiento infantil contra él por arrebatarle a su mejor amigo, por llevárselo de su vida, despojarlo de su lugar especial.

Porque fue como si lo empujaran de su pedestal y se pusieran en su lugar.

-Oye, ¿tienes idea de dónde queda el Mandarin Oriental?- Baek se acercó, hablándole de la manera más casual. Rascó su mejilla mientras veía alrededor con aquella expresión de constante fastidio que lo caracterizaba. -Estoy dando vueltas hace un buen rato, pero no logro ubicarme.

No le contestó, se lo quedó viendo con una fijeza escalofriante. En el momento en que había oído su voz tan clara y altiva como de costumbre, había recordado su forma de dirigirse a él y visto su postura tan relajada, Kyungsoo rememoró de sopetón una de las última conversaciones que tuvieron.

Baekhyun, mientras tanto, le frunció el ceño, percibiendo por fin que algo extraño sucedía.

La tregua, se dijo Kyungsoo, él por su novio y yo por mi mejor amigo.

Resopló como un caballo. -¿Eso es lo primero que me dirás después de tanto tiempo, Kwon idiota?- Le alzó una ceja y elevó el volumen de su voz, casi parecía el Kyungsoo de siempre.

Casi.

La expresión de Baekhyun fue irónica. -¿Esperabas un abrazo emotivo de grandes hermanos?

Suspiró, repitiéndose lo de siempre en ese tipo de casos: a Chanyeol le haría feliz. -El Oriental no está muy lejos, te guiaré.- Indicó con un movimiento de su cabeza antes de echar a andar.

Baek tardó un momento, pero lo siguió. Caminó con normalidad a su lado, echándole alguna que otra mirada de reojo. A decir verdad, se sentía bastante extraño verlo después de tanto tiempo. Luego de la escuela Kyungsoo se había mudado a Estados Unidos y él había continuado en Corea todo el tiempo, salvo cuando tenía reuniones o desfiles en el exterior. Siempre que estuvieron en la misma habitación, había estado Chanyeol y sus amigos de por medio; estar solos por primera vez y en un país extranjero era...

-Es extraño verte tan cooperativo.- Señaló con la cuota justa de divertido sarcasmo para darle a entender que sólo estaba bromeando.

Kyungsoo se encogió con indiferencia, no le contestó. A Baekhyun le resultó inaudito, pero no le prestó demasiada atención.

-¿Estabas por la zona de bares?- Cuestionó. -Ojalá pudiera meterme a uno...- Suspiró, fatigado. -No tengo tanto tiempo libre como tú.- Pinchó otra vez, pero Kyungsoo siguió igual de retraído. Ahora sí se vio en la obligación de recabar al respecto. -¿Estás bien?

Eso pareció hacerlo reaccionar. -¿Me estás preguntando por mi bienestar?

Baekhyun rodó los ojos. -Sácate el palo del culo, Kyungsoo. ¿Me vas a contestar o seguirás en plan ofendido?

Ahora le frunció el ceño. -A ti verdaderamente no te importa, ¿qué sentido tiene?

Se encogió. -Bien, jódete entonces.

Baekhyun se tragó todas las preguntas que tenía, como qué tal le estaba yendo en la universidad. En verdad deseaba ser pacífico con el mejor amigo de su novio, pero Do Kyungsoo jamás le hizo las cosas fáciles. De todas maneras no se sentía molesto, en realidad estaba bastante inquieto. Kyungsoo podía ser insoportable y enojarlo de mil maneras distintas, pero jamás lo había visto tan decaído y distante... Hasta para él era algo de lo cual desconfiar y sentirse preocupado. Para cuando llegaron al hotel en cuestión de minutos, estaba convencido de que algo malo sucedía, y Kyungsoo ni siquiera dejó que le agradeciera, simplemente se dio la media vuelta y se alejó.

No ingresó al hotel enseguida, se quedó parado en la puerta, viendo cómo el otro se alejaba.

-¡Señor!- Oyó la desesperada voz de su secretaria que llegaba hasta él corriendo y agitada. -¡Le he dicho que esperara y ha salido de la reunión corriendo! ¡Estuve buscándolo todo este tiempo! ¿Dónde...?

-Ju Mi.- La interrumpió. -¿Qué hora es en Roma?

Ella parpadeó, desconcertada. -Hum, no lo sé, ¿alrededor de las cero horas? ¿Una de la mañana?

-Dame mi teléfono.- Extendió una mano, sin dejar de observar la estrecha espalda de Kyungsoo cada vez más lejana.

-Ah, s-sí.- Pareció recomponerse en un segundo, acatando la orden de su jefe de inmediato. Buscó en el bolsillo del bléiser y le extendió su móvil personal.

Baekhyun tecleó prácticamente sin ver y aguardó a que el tono de espera desapareciera. -¿Chanyeol? Sí, soy yo... Ajá, sí, luego te digo. Escúchame, ¿has estado comunicándote con Kyungsoo a diario?- Ju Mi lo veía con curiosidad, Baek frunció el ceño después de un rato. -¿En verdad?... Bien, presta atención entonces.

Una tregua, se repitió por dentro el afamado y joven diseñador de modas, yo por mi novio y él por su mejor amigo.

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