CAPITULO 12.
-No te decepcionaré, ya verás -prometió Soo Bin contento, sonriendo de oreja a oreja, con sus hoyuelos bien marcados-. Es más, te gustará tanto que te olvidarás de eso de querer que sea un sumiso tonto.
El alfa se río, pero al instante se puso serio.
-No, no lo creo.
-Sh -siseó el omega seductoramente, y se acercó a los labios del otro, envolviendo los brazos alrededor de su cuello.
Lo beso lento y apasionado, introduciendo su lengua con imprudencia, mientras sus dedos se enredaban en los mechones castaños del cabello del alfa.
El mayor le correspondió de igual modo, permitiendo que este hiciese lo que le diera en gana con su boca. Soo Bin succionaba sus labios con devoción, y un gemido se le escapó cuando el alfa de pronto le apretó las nalgas por encima del jean. Continuó besándolo un rato más, dejando que el ambiente se fuera preparando para lo que se venía.
Sus manos descendieron por su pecho desnudo, acariciando su piel algo humedecida. No despegó los labios de los de él en ningún momento. Sus dedos continuaron bajando, rozando sus costillas, luego su cadera, hasta chocarse con la tela de aquella toalla que ahora mismo solo estorbaba, por lo tanto se le quitó y la misma cayó a sus tobillos.
Soo Bin apartó los brazos del alfa fuera de su cuerpo, y solo entonces dejó de besarlo. Con la mayor sutileza inició su propio descenso, dejando pequeños besitos en su pecho, y luego en su abdomen. Cuando estuvo arrodillado frente a él, le echó una miradita piadosa, sonriéndole con picardía, tal y como si estuviese a punto de hacer una travesura de niño pequeño.
Sin pavor, envolvió en su mano el miembro erecto de su alfa e hizo fricción, dándole el comienzo a una de las mejores noches sexuales que viviría este. No tardó en sacar su lengua y otorgarle una primera lamida cual gatito al rosado glande. Lo lamió con lentitud, disfrutando por completo de aquel contacto. Poco después, su lengua atravesó suavemente el pene entero, humedeciéndolo con su saliva.
A continuación, ingresó el glande a su boca, succionándolo y rodeándolo completamente con la lengua, haciendo círculos alrededor de este, hasta que se metió el miembro entero sin dudar, chupándolo sin inhibición alguna. El alfa gimió, enterrando sus dedos entre los rizos del menor, cuya boca hacía maravillas con aquel vaivén, lento y estimulante, generándole un placer indescriptible.
Lo chupó animadamente por un breve instante más, y luego se detuvo, pues no pretendía que todo acabara tan rápido. Volvió a ponerse de pie, percibiendo en el ambiente las ardientes feromonas de excitación que emanaban.
-Se que sonará raro, pero, ¿me prestas tu celular? -preguntó el omega mirándolo con un leve puchero, haciendo que el alfa enarcara una ceja, confundido.
-¿Mi celular? -cuestionó con la respiración entrecortada.
-Sí, es para poner una canción -explicó sonriendo-. Quiero hacer algo que te encantará. Confía en mí.
Aún extrañado con aquella petición, Yeon Jun se dirigió al otro lado de la cama en busca del dicho aparato. Regresó enseguida junto al omega, y con algo de desconfianza se lo entregó ya desbloqueado.
Permaneció allí, junto a él, vigilando de cerca lo que hacía. Pero Soo Bin no hizo más que abrir Spotify y escribir rápidamente el nombre de una canción en el buscador, por lo que la tensión que sufrió Yeon Jun se atenuó con notabilidad.
-Tú relájate, siéntate y disfruta -le ordenó Soo Bin al tiempo que le subía el volumen al iPhone, esperando a que el alfa tomara asiento sobre la cama.
Apoyó el celular sobre la mesita de noche, chequeó que todo estuviese bien, y entonces, luego de un profundo respiro, presionó la respectiva canción.
Black Velvet de Alannah Myles comenzó a escucharse en la habitación. El cuerpo del omega reaccionó de inmediato a aquel lento y sensual ritmo, moviéndose con gracia y deleite hasta colocarse, con la distancia de unos metros, justo enfrente del alfa, donde bailaría y se desnudaría para él.
Sus manos recorrieron su propio cuerpo, tocándose, sintiéndose. Partían desde su cuello, pasando por sus clavículas, sus hombros, hasta alcanzar su abdomen. Sus caderas se meneaban sin miedo de un modo exquisitamente atractivo. Soo Bin danzaba con una sonrisa lasciva estampada en el rostro, mordiéndose el labio inferior con la lujuria reflejada en su mirada.
Black velvet and that little boy's smile
Black velvet with that slow southern style
Soo Bin movió sus labios siguiendo la letra del estribillo con verdadero disfrute, haciendo de aquel baile uno realmente admirable.
A new religion that'll bring ya to your knees
Black velvet if you please.
El erotismo llenaba el ambiente, y aún más cuando el omega empezó a desabotonarse la camisa en medio de su baile. Se deshizo de aquella prenda con lentitud, lanzándola a alguna parte de la habitación. Continuó con el jean. Lo desabrochó y lo bajó despacio, todavía meneando la cadera. Se lo quitó, haciéndolo a un lado, quedando solo con el bóxer y su bulto marcado.
Y Yeon Jun no podía terminar de creer lo que estaba viendo. La sorpresa lo había consumido por completo cuando entendió el propósito de aquella canción que no creía haber escuchado antes. Lo que se encontraba presenciando era demasiado nuevo para él. Demasiado nuevo, y demasiado increíble.
Ningún otro omega jamás habría sido capaz de realizarle algo así, porque ningún otro omega habría sido tan osado y descarado como Soo Bin. Y le encantaba. Mierda, por supuesto que le encantaba. Sus ojos eran prisioneros de los sensuales movimientos del menor. Lo tenía encandilado, dominado por su gracia y belleza. Lo había hipnotizado, y no existía hechizo que pudiera romper con el encanto.
Soo Bin lo estaba dejando sin aliento. Su erección permanecía intacta, palpitándole con fuerza por la creciente excitación que florecía sin piedad alguna. Lo deseaba como nunca antes había deseado a alguien, y sentía que iba a estallar si Soo Bin no le daba especial atención pronto.
El omega se encontraba bailándole de espalda con la voluptuosidad enredada en sus caderas. Sus dedos jugueteaban con el elástico del bóxer, deslizándolo traviesamente, permitiendo que la pálida piel de su trasero comenzara a asomarse. Se lo quitó, agachándose un poco, y prosiguió en su total desnudes con el espléndido y deleitoso baile regado de obscenidad.
Soo Bin lo miró por encima de sus hombros, sonriendo victorioso y complacido al vislumbrar el estado de completa satisfacción de su alfa. Estaba duro, las ansias se le notaban a través de sus pupilas dilatadas y oscurecidas. Pero él lo torturaría un ratito más. Se apretó las nalgas con ambas manos, separándolas apenas un poco con el fin de que su más que humedecida entrada quedara a la vista por un efímero instante.
Enseguida, se agachó, dejando su trasero elevado, el cual lo movía paulatinamente, mientras uno de sus dedos se infiltraba en su interior. Yeon Jun gruñó en respuesta, pues ya no resistía más. Quería tenerlo, sentirlo, follarlo. La anticipación lo estaba aniquilando con ferocidad.
Soo Bin quitó su dedo, enderezándose. Se volteó, capturando su labio inferior entre sus diente, y se dispuso a caminar con elegancia hasta llegar al hombre que aguardaba por él. Se le subió encima, sentándose sobre sus muslos y le obsequió un ardiente beso cargado de pasión.
Aprovechó para frotarse contra él, a medida que lo empujaba, de modo que la espalda del alfa quedara sobre la cama. Los besos no desistieron mientras se acomodaban mejor entre el sedoso cubrecama para iniciar la tercer y última fase.
Soo Bin tenía las piernas a cada lado de la cintura del castaño. Se irguió sobre él, alineando el desesperado miembro en su chorreante entrada. Y cuando estuvo listo, se dejó caer de golpe contra este, lo que provocó un inesperado alarido por su parte. El rostro del omega se contrajo en una mueca de dolor, pues había olvidado por completo lo sensible que había quedado de la última vez que lo hicieron.
-Despacio, bebé -le dijo Yeon Jun, quien mantenía las manos posadas sobre la cintura del menor.
Soo Bin asintió, y respiro hondo, tomándose su tiempo. Apoyó sus manos en el pecho del otro, animándose a subir de manera que el miembro ajeno saliese de su interior, aunque no por completo. Ya mejor preparado, bajó con más cuidado, y empezó a moverse con delicadeza, sin presiones, ni apuro.
Continuó así hasta que su cuerpo logró acostumbrarse, de modo que el dolor no se hiciese presente en sus propias embestidas. El placer comenzó a ser compartido. Soo Bin recién se estaba atreviendo a aumentar la velocidad de sus movimientos, propagando la potente llama de deseo que les quemaba por dentro.
El omega de relucientes ojos verdes liberó la sensualidad que se había escondido por culpa del dolor, y la hizo notar en sus agiles desplazamientos desde adelante hacia atras. Meneaba su cadera en sintonía de sus gemidos, su abdomen seguía el ritmo, mientras su cabeza se echaba hacia atrás. Sus ojos estaban cerrados, disfrutando de la exquisita sensación de estar montando al alfa que creyó no poder complacer a su manera.
Y sin duda, Yeon Jun se encontraba gozándolo como nunca. No solo lo enloquecía las embestidas controladas por el omega, sino que, a la vez, se extasiaba con la insólita imagen de Soo Bin montándolo con descaro e incontinencia, sin pisca de vergüenza o miedo. Lo hacía con ánimos, con libertad, con encanto.
En ese momento, no importó nada más. Sólo era él, un alfa dominante y mafioso de veintisiete años, siendo manejado en la cama por un atrevido omega adolescente que nada tenía que ver con su mundo. Y estaba bien, al menos él se sentía bien.
Sin embargo, aquello no significaba que se le olvidaría, ni muchos menos dejaría a un lado, la dominación. Aún albergaba la esperanza de que Soo Bin accediera a dejarse dominar.
Yeon Jun, de un momento a otro, se sostuvo con sus brazos sobre la cama, pretendiendo despegar su espalda de la misma. Sin interrumpir las celestiales embestidas del omega, se incorporó lo suficiente para alcanzar sus labios. Lo besó con fogosidad, mientras el menor se sujetaba de sus hombros para impulsarse contra su pene con mayor velocidad.
Soo Bin gimió audiblemente cuando sintió su orgasmo aproximarse. El miembro del alfa estaba dando justo en su punto. La respiración de él se encontraba en un estado de total irregularidad. Una leve capa de sudor cubría su frente, haciendo que algunos que otros rizos se pegaran a esta. Soo Bin recargó su cabeza en el hombro del alfa, deshaciéndose en gemidos por la gloriosa llegada de su orgasmo.
Y aquel fue el momento en el que Yeon Jun comenzó a tomar el dominio en la búsqueda de su clímax. Debido a la carente energía del omega, cuyos movimientos parecían querer cesar por el cansancio, decidió ser el quien se impulsara dentro de Soo Bin. Flexionó un poco las piernas y empezó a empujar hasta el fondo, con las paredes del omega aprisionando su pene con fervor.
Continuó introduciéndose a un ritmo acelerado, creando un chasquido por cada vez que ambas pieles chocaban. Yeon Jun gruñó de satisfacción al tiempo que el nudo se formaba en el interior de su omega, vaciándose en él.
Los brazos le flaquearon, y se dejó caer de espalda sobre la cama con Soo Bin pegado a su cuerpo. La habitación se hundió en un sepulcral silencio que únicamente lo rompió la agitada respiración de ambos seres unidos por el nudo.
Cada uno se tomó su tiempo para recuperar algo de las energías perdidas en el reciente acto sexual. Mientras tanto, Yeon Jun se dedicó a acariciar la desnuda espalda del omega con suavidad. Poco después, llevó la otra mano disponible hacia el cabello de este, quitándole los rizos de su frente. Lo vio sonreír contra su pecho, percibiendo la felicidad huyendo a través de sus poros.
Se descubrió a él mismo sonriendo de igual modo, y no le importó. Su omega estaba feliz y satisfecho bajo sus caricias, allí sobre la calidez de su cuerpo, albergando en su interior el nudo que había sido plenamente destinado a él.
Y su alfa... su alfa quería guardar aquella jodidamente perfecta imagen para siempre.
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