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🌷Capítulo 26-Venganza🌷

El príncipe Jeon Jungkook rugió con una furia incontenible, su voz resonando como un trueno en el aire. El lobo dentro de él se alzó, sus ojos brillando con una intensidad mortal. ¿Dónde estaba Jimin? Esa pregunta ardía en su pecho, impulsándolo hacia adelante.

Los alfas que habían abusado del cuerpo de Jimin se arremolinaron ante la presencia de Jungkook. Eran casi cincuenta, pero su número no importaba. El príncipe avanzó con paso firme, su mirada desafiante. Cada uno de ellos había dejado su marca en Jimin, mordiéndolo, desgarrándolo. La sangre de su amado aún manchaba sus garras y colmillos.

Los alfas se inclinaron, temerosos. Intentaron ocultar el olor de la sangre de Jimin lanzando feromonas, pero era inútil. Jungkook lo percibía todo: la culpa, el miedo, la traición. No había lugar para ellos en su corazón. Solo existía Jimin, su omega, su razón de ser.

La tormenta se cernía sobre ellos, y Jungkook estaba dispuesto a desatarla. No importaba cuántos alfas se interpusieran en su camino; él los atravesaría como un huracán. Porque Jimin era suyo, y nadie más tenía derecho a tocarlo. La tierra tembló bajo sus pies, y el mundo entero pareció sostener la respiración.

¿Dónde estaba Jimin? Jungkook encontraría la respuesta, aunque tuviera que enfrentarse a todo un ejército de alfas. La venganza ardía en sus venas, y su lobo aullaba en busca de justicia. El príncipe estaba dispuesto a desafiar a los dioses mismos por su amor perdido.

Los guardias reales superaban en número a los alfas que el príncipe Jungkook enfrentaría, pero les hizo una señal para que se quedaran atrás de él.

—¿Quién es su líder? —cuestionó Jungkook con voz firme.

Los alfas retrocedieron, revelando a su líder.

—Malditos cobardes —siseó el líder alfa, desafiante.

Jungkook se acercó a él con una mirada oscura, olfateando su aroma. Encontró la sangre de Jimin en sus garras y, al notar la comisura de sus labios manchada de rojo, su corazón se retorció.

Esa sangre era de su amado Jimin.

—Morirás —dijo Jungkook, apretando la quijada con furia contenida.

Con elegancia, desenvainó el par de espadas que había colocado en las fundas de su cintura luego de bajar de la Jeep. El acero brilló bajo la luz de la tormenta, y su determinación ardía como el fuego en sus ojos.

—Voy a preguntar una única vez —dijo colocando la punta de la espada en el cuello del alfa—. ¿Dónde está Jimin?

El alfa sonrió de lado mofándose del príncipe.

—Muerto.

Bastó esa palabra para que los sentidos de Jungkook se nublaran, para que la bestia que yacía dentro de él despertara. Atravesó el cuello del alfa con la espada haciendo que la cabeza de este rodara al suelo.

Un silencio aterrador invadió el ambiente, el príncipe alfa se limpió las gotas de sangre que habían caído en sus labios y mirando al resto de alfas dijo:

—No importa cuánto corran, voy a matarlos a todos.

El cuerpo de Jungkook comenzó a temblar de manera incontenible, en ese instante se convirtió en un enorme lobo negro de seis metros de altura, sus músculos tan grandes como su furia y sus garras tan afiladas como una espada, corrió persiguiendo a los alfas, arrancando cabezas con sus dientes, rasgando sus estómagos con las garras y arrancándoles las viseras de manera bestial.

Cuando algún alfa intentaba lastimarlo los miembros de la guardia real intervenían para protegerlo, de esa manera el príncipe no se vería lastimado. Yoongi veía el espectáculo asombrado desde atrás, incluso se subió al techo de la camioneta para tener una mejor visión. Él sabía que si daba la orden la mayoría de los alfas se quedarían quietos, pero no quería hacerlo porque Jungkook necesitaba vengarse y solo de esa manera su venganza sería saciada.

Corazones, cabezas y viseras adornaban aquel campo, pero Jungkook no encontraba a Jimin. ¿Dónde estaba?

—¡Mi príncipe, nosotros solo cumplimos órdenes! —gritó uno de los seis alfas que quedaban con vida.

El hocico de Jungkook transformado en lobo estaba empapado de sangre líquida y espesa que chorreaba al piso marcando un camino a su paso.

—¿Ordenes de quién?

—Somos asesinos a sueldo y nos contratan de manera anónima.

—¿Sabían que Jimin era el omega del príncipe?

—Sí, señor...

—¿Y aún así decidieron matarlo?

—Sí, mi prin...

Jungkook no dialogó más, simplemente le arrancó la cabeza al alfa mientras lágrimas de furia y tristeza escurrían de sus ojos mojándole el pelaje.

Cuando finalmente terminó de asesinar a cada alfa que había lastimado a Jimin, corrió hacia el lugar donde la sangre de su omega se había concentrado. La lluvia, se detuvo ante el llanto del príncipe.

Todavía convertido en lobo, levantó la vista hacia la luna, que se escondía tímidamente entre las nubes soltando un aullido invadido de tristeza.

Sus lágrimas sinceras seguían brotando. Los guardias reales, testigos de su tristeza, sintieron la intensidad de sus emociones. Pues liberó feromonas cargadas de dolor y rabia, como si quisiera que el mundo entero supiera que había perdido a la persona más importante para él.

Aún en su forma de lobo corrió hacia el bosque pues el aroma de Jimin viajaba hacia ese lugar, saltando y brincando buscó hasta encontrarse con un alfa llorando y sosteniendo entre sus brazos a su amado. ¿Quién era y por qué se lamentaba de esa manera?

Suéltalo —dijo utilizando su voz de mando.

Noventa y cuatro levantó la vista haciendo contacto visual con el príncipe, sorprendido porque era la primera vez que veía a un hombre convertirse en lobo, sabía que existían pero verlos transformados era extraordinario.

Jungkook dejó su forma perruna volviendo a su forma humana, noventa y cuatro al verlo se puso de pie dejando a Jimin cuidadosamente en el piso, haciéndole una reverencia.

—Alteza, yo soy amigo de noventa y seis... Vine aquí huyendo con él porque crecimos juntos en el orfanato y...

—Se quién eres. ¡Lárgate antes de que corte tu asquerosa cabeza y arranque cada uno de los dedos con los que tocaste a mi omega! —gritó furioso.

—Sí, alteza... —Hizo reverencia. Después se fue corriendo, desapareciendo en medio del bosque.

El corazón de Jungkook se desgarró al ver el cuerpo inerte de Jimin. Su amado omega, su todo, yacía allí, más pálido de lo normal, como si la vida misma se hubiera retirado de él. El frío se aferraba a su piel, y el vacío en su pecho era insoportable.

A pesar de estar frente a Jimin, de mirarlo directamente, Jungkook sentía ese hueco horrible, la ausencia de su espíritu. Las lágrimas nublaban su visión mientras se arrodillaba junto al cuerpo de su omega. Con la punta de los dedos, acarició la piel fría, besando los labios de Jimin con ternura. Parecía dormido, parecía un ángel.

Las mordeduras que marcaban su cuerpo eran una cruel evidencia de su sufrimiento. Jungkook sollozó, su voz quebrada por el dolor. Alzó la vista al cielo, rogando a la madre luna que le devolviera la vida a su amado. Pero el silencio del bosque solo le devolvió el eco de su tristeza.

En ese momento, el príncipe supo que su mundo se había desmoronado. Jimin ya no estaba a su lado, y el futuro parecía oscuro e implacable. Solo quedaba el recuerdo de su amor, y la promesa de vengar su muerte.

Duele, quema, lastima...

Salven a Jimin de la muerte...

Salven a la escritora de las lectoras...

Sálvese quien pueda...

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