Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌷Capítulo 25-Mundo cruel🌷

Con mi voz haré que duermas, duerme...

Duerme mi amor...

Jimin yacía en el suelo, empapado por la lluvia que caía del cielo. Las gotas resbalaban por su piel, mezclándose con las lágrimas que no podía contener. A su alrededor, los alfas lo miraban con indiferencia, como si su dolor no importara.

La voz de Jungkook resonaba en su mente, como un eco lejano. Recordaba las noches en las que dormían entre sábanas de seda, mientras se besaban bajo la luz de la luna, escuchaba la voz profunda del príncipe tararearle canciones de cuna. Jimin se aferraba a esos recuerdos como si fueran su única salvación.

—Lo siento, Jimin —el leve susurro de la voz del príncipe resonaba por todo el cuerpo y sentidos de Jimin—. Nunca quise que esto sucediera.

Jimin lo escuchó, más bien su lobo escuchó al lobo de Jungkook, con el corazón hecho pedazos, apenas podía responder.

—Yo tampoco, Jungkook... —Tomó un respiro con profundidad antes de continuar—. Pero parece que el destino... —Hizo otra pausa—. Tenía otros planes... Para nosotros.

Las palabras salieron con dificultad, cada una de ellas cargada de un dolor indescriptible. Y el príncipe las escuchó.

—Te amo, Jimin...

El omega de ojos rosas y alma quebrantada sonrió antes de decir:

—Te amo, Jungkook.

Fue lo último que sus lobos alcanzaron a decir y escuchar antes de que el lazo terminara de romperse. Mientras tanto, con sus últimas fuerzas, Jimin empezaba a tararear aquella canción de cuna, diciéndose a si mismo que todo estaría bien.

Tarareando la hermosa canción que Jungkook le cantó aquella noche antes de dormir, creyendo fervientemente que el alfa volvería por él.

Creyendo que como decía la canción; lo protegería.

Ambos sintieron una oleada de vacío y soledad. La conexión que una vez los había hecho sentir completos ahora era solo un recuerdo doloroso. Jimin que estaba en el suelo rodeado de alfas, mordeduras y sangre cerró los ojos, incapaz de soportar el peso de la pérdida, mientras Jungkook se jalaba el cabello desesperado, sabiendo que nunca volvería a ser el mismo. Sintiendo que estaba muerto en vida.

El mundo a su alrededor parecía desvanecerse, y todo lo que quedaba era el eco de un lazo profundo y puro que había sido destruido. La ruptura del lazo dejó cicatrices profundas en sus corazones, cicatrices que tal vez nunca sanarían por completo.

Jimin no tenía posesiones materiales, pero había perdido algo mucho más valioso: su futuro junto a Jungkook. A pesar de todo, seguía imaginando la voz de su amado, cantando en medio de la tormenta. Era su única esperanza en un mundo que parecía querer destruirlo.

En un mundo que había sido cruel con él desde el día de su nacimiento.

La lluvia persistía, implacable, como si el cielo mismo llorara por Jimin. Cada gota se abría paso a través de su piel, limpiando las heridas que marcaban su cuerpo. Sus labios, ahora rotos, se curvaron en una sonrisa dolorosa mientras imaginaba el rostro de su destinado, el príncipe Jeon Jungkook. Los ojos de Jimin lanzaron sus últimas lágrimas, mezclándose con la lluvia, antes de que su último aliento escapara de sus labios.

Aquellos ojos rosas que prometían una larga vida dejaron de brillar esa noche, las pupilas dilatadas a causa del gran sufrimiento y las marcas de heridas en su piel no le hacían justicia al inmenso dolor que sintió al dar su último aliento.

El cielo, ya oscurecido, se volvió aún más sombrío. Los alfas que rodeaban el cuerpo inerte de Jimin se acercaron con cautela, pateándolo suavemente para confirmar su muerte. La mayoría celebró, pero noventa y cuatro, entre la multitud, contenía sus lágrimas. Era el único que sufría por la pérdida del omega.

La atmósfera se cargó de electricidad. Truenos retumbaron y relámpagos rasgaron el cielo, anunciando la llegada de una tormenta. Pero más temeroso que esa tormenta; era el príncipe Jeon Jungkook, dispuesto a vengar la muerte de su amado Jimin.

Los alfas que habían causado tanto dolor no tenían idea de lo que se avecinaba. Pues el príncipe había llegado al lugar junto con la guardia real, el alfa supo de inmediato que Jimin había muerto, no sabía cómo, pero lo sentía en el corazón porque latía con furia, con deseos de venganza, sentía el aroma de su sangre sin vida en algún lugar y no podía soportarlo.

Bajó de la Jeep sosteniendo en cada mano una espada afilada, tan afilada como para partir un cuerpo en dos si se utilizaba la fuerza suficiente.

Con cada paso que daba el príncipe, la oscuridad se intensificaba, y los truenos parecían resonar en su interior. No era solo un príncipe en busca de justicia; era un alfa desatado, una fuerza de la naturaleza dispuesta a arrasar con todo lo que se interpusiera en su camino.

La venganza estaba a punto de desencadenarse, y los alfas que habían despreciado a Jimin pronto conocerían la ira de un príncipe enamorado. La lluvia comenzó a caer con más fuerza, como lágrimas del cielo, y Jungkook avanzó con paso firme hacia su destino. El mundo temblaba ante su furia, y la oscuridad se cernía sobre todos ellos.

¿Qué sería de aquellos alfas cuando se encontraran con la tormenta que llevaba el nombre de Jeon Jungkook? Solo el tiempo lo revelaría, pero una cosa era segura: el amor de Jimin no sería olvidado ni vengado en vano.

—¡Es el príncipe! —gritó uno de los alfas invadido de terror.

—¡Es toda la guardia real, nos encontraron! —gritó otro de los alfas.

—¡Corten su cabeza, nos la pidieron! —ordenó el líder alfa.

—¡Yo lo hago! —dijo noventa y cuatro—. Ustedes cúbranme, lo llevaré al bosque para decapitarlo.

—Hazlo bien.

Noventa y cuatro cargó el cuerpo de Jimin entre sus brazos, sosteniéndolo como si fuera un costal de harina, un objeto preciado que debía proteger. Los alfas que los perseguían creían que Noventa y cuatro cortaría la cabeza de Jimin y la entregaría al comprador que había pagado por ella. Pero una vez en el bosque, lejos de la vista de los alfas, la guardia real y el príncipe Jungkook, Noventa y cuatro se arrodilló, sosteniendo a Jimin en su regazo.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Noventa y cuatro, amargas y desgarradoras. Jimin no era solo un omega; era su mejor amigo, su confidente, su compañero en las noches oscuras y los días inciertos. La muerte de Jimin pesaba sobre él como una losa, y la soledad del bosque parecía amplificar su dolor.

Las hojas de los árboles temblaban con la tormenta que se avecinaba, y Noventa y cuatro se aferró al cuerpo inerte de Jimin. ¿Cómo podía el mundo ser tan cruel? ¿Por qué los seres más inocentes y nobles tenían que sufrir a causa de los seres más crueles y malvados?

¿Por qué?

No estoy soportando...💔

Más pañuelos gratis...🧺

Si la historia te está gustando no olvides compartirla con algún amigo y hacérmelo saber en los comentarios.

Únete a mi grupo de lectores💕

Link: https://chat.whatsapp.com/DLMKFQHhxRw6vO9QnxC8qY

Qr:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro