Capítulo 7
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Hay un pequeño detalle sobre Magnus que ha comentado Alec de pasada en el cap. pasado y ahora en este capítulo se deja entrever un poco más, pero muy sútil...
Continua el encuentro 😉
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-"Sí, bueno, incluso la más tranquila de las personas puede perder el control de vez en cuando. Te estabas acercando demasiado a ese chico. No me gustó"- resopló y apartó la mirada por un momento.
¿Qué demonios...? Alec lo miró con incredulidad.
-"¿Qué te hace pensar que tienes el derecho a decidir con quién puedo o no estar?"- Eso era una locura. Sintió una chispa de molestia en su interior.
Ahí había algo más; algo que era totalmente inapropiado en toda la situación. En algún lugar de su cabeza, había una pequeña voz riéndose como una colegiala por el hecho de que, este hombre de aspecto exótico, se portaba celoso y posesivo con él.
-"Siempre he seguido mis instintos, Alexander, y me dicen que eres diferente de todos los demás que te han precedido. He estado esperando mucho tiempo para que eso ocurra y no permitiré que me arrebaten la oportunidad por alguien tan trivial como un milusos encaprichado"
-"Simon no es un milusos, es electricista, y no tengo idea de lo que estás hablando; pero en mi vida, yo elijo con quién quiero estar. No un fantasma que hace agujeros en las paredes y tiene mal gusto en la música"
-"Sí, bueno, te gustaría pensar eso, ¿no? Pero no tienes más control sobre con quién estableces relaciones que yo. El corazón desea lo que el corazón desea. Depende de nosotros seguir hacia donde nos conduce o sufrir las consecuencias. Puede que no siempre sea el camino más inteligente, pero el curso del verdadero amor no siempre transcurre sin problemas"- dijo haciendo un gesto desdeñoso con la mano- "No me importa lo que sea ese chico. Podría ser el príncipe heredero a la corona de algún país y no habría diferencia, no es para ti, Alexander. Y creo que eres muy crítico con mis elecciones musicales, yo también encuentro algunas tuyas debatibles"
Le dirigió una larga mirada, arqueando las cejas, lo que pareció hacer cosas raras en el interior de Alec
Lo absurdo de toda la situación no se le escapaba. Si alguien los viera desde una distancia corta ambos parecerían unos locos. Agradeció en silencio su falta de vecinos. Un hombre semidesnudo en su patio trasero, en medio de una tormenta eléctrica y hablando con un fantasma de cien años sobre sus gustos musicales. Una locura.
-"¿Realmente vamos a tener una discusión sobre qué canciones son mejores? ¿Eso es lo mejor de lo que podríamos hablar?"- gritó Alec sobre la lluvia y los truenos.
A pesar de descubrir que Magnus Bane era un poco listillo, no parecía poder evitar que sus ojos vagaran de nuevo a ese torso musculoso y caderas estrechas. Algo que le calentaba la sangre demasiado fácil, asustándole por el hecho de que ambas partes pertenecían a un hombre que había muerto hace un siglo. La apariencia húmeda ciertamente iba con él.
-"Lo estás haciendo otra vez"- sonrió Magnus, dando un paso adelante.
Alec no había estado listo para su movimiento y se encontró retrocediendo un poco rápido.
-"No muerdo, Alexander. Bueno, a menos que tú también quieras"
Un guiño sugerente y un atrevido arqueamiento de cejas, acompañado con una cadera ladeada en un par de pantalones ajustados, sólo añadió más color al rostro de Alec y avivó las brasas que lo hacían olvidar la fría lluvia y el viento cortante.
Magnus soltó una risita profunda- "Oh, eres demasiado adorable. Sólo yo podría finalmente encontrar la llave de mi corazón y ésta nunca antes ha abierto una cerradura"- pareció pensativo durante unos momentos- "Quizás es allí donde me estaba equivocando. Tenían demasiada experiencia, hmm, no había pensado en eso antes"
Alec lo miró con incredulidad. ¿Este tipo era real? Bueno, ese punto era discutible, pero ¿cuán arrogante podría ser una persona? ¿Qué diablos esperaba de él, que cayera a sus pies y le pidiera que lo tomara ahora mismo? Bueno, estaba loco si creía que iba a estar más cerca de él de lo que estaba en este momento. Levantó la barbilla e intentó parecer tan seguro de sí mismo como pudo. Era algo en lo que realmente no tenía mucha práctica.
-"¿Cómo sabes que nunca he estado con alguien más? Pude haber tenido un montón de relaciones"
Magnus soltó una risa áspera que hizo vacilar su resolución.
-"Oh, querido, la relación más cercana que has tenido con otro hombre, además de tu padre, es con ese muñeco de peluche que guardas en nuestra habitación allá arriba. Y ninguna de esas cosas cuenta"
Hizo un gesto desdeñoso hacia Alec, que le hizo sentirse bastante indignado. El descaro absoluto de este tipo. Abrió la boca en señal de protesta, pero Magnus levantó un dedo frente a él.
-"Ah, ah, ah, vamos, no digas nada de lo que te arrepientas más tarde, Alexander. Sólo hazte un favor y admite tu estado inmaculado. Y quiero que sepas que tengo toda la intención de cambiar eso"
Alec lo miró, completamente aturdido por lo que acababa de oír, frunció el ceño y comenzó a hacer ruidos de protesta, pero Magnus movió el dedo ante él, interrumpiéndolo.
-"No, no, no más. Deberías regresar ese dulce trasero tuyo dentro de la casa antes de que te resfríes. No queremos que te enfermes, ¿verdad? No hay nada peor que meter la lengua en el oído de alguien y, escuchar moqueos y aspiraciones a unos centímetros de distancia. Por mucho que sea tentador lamerte hasta que estés seco, creo que has tenido suficiente emoción por una noche. Además, no puedo poner todas mis cartas sobre la mesa tan pronto, eso sería una locura de gran magnitud"
Se giró hacia el escuálido rosal, arrancando unas pocas hojas del tallo.
Alec se quedó palabras y su mente estaba nadando en todo lo que acababa de pasar. No se le ocurría ninguna replica para golpearlo. Él había revuelto completamente cualquier pensamiento coherente. Obviamente, le había dado sus palabras de despedida, pero además estaba decidido a tener la última palabra. Entonces, dijo lo primero que pudo pensar con lo que no farfullaría.
-"¿Qué pasa contigo? ¿Por qué no entras también?"
Era ridículo decirlo después de su intercambio, pero al menos tenía sentido.
-"Querido, cuando solo tienes unas pocas horas para vivir como lo hacías alguna vez, preocuparte por unas pocas inclemencias del tiempo es el menor de tus problemas. Siento la lluvia sobre mi piel y el viento en mi cabello, en este momento eso es más precioso que el oro para mí. Entra, Alexander, puede que yo sea inmune a los males terrenales, pero tú no lo eres. No te preocupes, nos encontraremos de nuevo en algún lugar un poco más seco la próxima vez, pero mantengamos el mismo código de vestimenta, ¿de acuerdo?"
Le dio una última sonrisa antes de volver su atención al jardín.
Los pies de Alec comenzaron a moverse antes de darse cuenta de que estaba poniendo un pie delante del otro. Frunció el ceño mientras caminaba lentamente por la hierba empapada. ¿Qué demonios sería una locura de gran magnitud, de todos modos?
Sí, y tú le dijiste que estaba bien. Así se hace, genio.
Durante todo su encuentro, el viento frío y la lluvia le habían golpeado, azotando el material de sus pantalones de dormir sobre sus piernas, pero él no había sentido nada, ahora de repente tenía más frío de lo que nunca antes había sentido. Empezó a tiritar incontrolablemente y corrió los últimos metros hacia los escalones para entrar a la casa. Antes subir las escaleras hacia una ducha de agua caliente y ropa seca, se volvió para mirar hacia donde había dejado a Magnus en el jardín. La tormenta estaba perdiendo intensidad, la lluvia finalmente comenzaba a retroceder, los truenos eran apenas un murmullo y los rayos también eran escasos. Un último destello iluminó el jardín, revelando el rosal descuidado ahora sin Magnus Bane. Por alguna razón, Alec se sintió decepcionado. Una manera tonta de sentirse, considerando el tono condescendiente con el que le había hablado durante la mayor parte de su conversación.
Goteó a través de la silenciosa casa, subió las escaleras hasta el baño, la ducha de agua caliente convirtió su piel helada de un rosa brillante y le devolvió algo de calidez a su núcleo.
Se secó con una toalla y volvió a la cama, miró la hora en su teléfono. 4:00 am. ¿A dónde se había ido el tiempo? Se acurrucó bajo las sábanas y cerró los ojos, visiones de Magnus Bane repitiéndose en su cabeza. Alto, moreno, mojado, pecho musculoso, abdominales firmes, caderas delgadas, piernas largas y delgadas. Puede haberlo irritado al infinito, pero también había avivado su sangre. Incluso ahora, luchó contra sus pensamientos, pero fue incapaz de detener el bucle de Magnus de pie delante de él en esa lluvia, el agua corriendo en riachuelos sobre ese cuerpo caliente. De alguna manera, el hombre podía presionar todos sus botones correctos y parecía incapaz de detenerlo.
En poco tiempo, Alec había caído en un sueño intranquilo. La tormenta había pasado llevándose la lluvia, pero un elemento de la noche permaneció. Magnus estaba sentado frente a la cama, en el sillón de la esquina, sus ojos estaban enfocados en la silueta de Alec y no se habían movido una pulgada desde que se había quedado dormido. Si bien había admirado la forma de ese cuerpo alto y tonificado, que yacía esbozado debajo de las sábanas, era su rostro el que lo seguía llamando.
Se retorcía y movía en sueños, casi cambiando constantemente. Era fascinante para él. Anhelaba pasar un dedo por la amplia frente, trazar cada arco, besar la delicada piel de cada párpado, pasar un dedo por la ladera de la nariz antes de finalmente tomar posesión de su boca. La idea de cómo se sentiría la suave piel de su cuello debajo de sus labios y su lengua, lo hizo sujetarse a ambos lados de su asiento y cerrar los ojos con fuerza.
Alec murmuró algo y su cuerpo se movió debajo de la sábana, exponiendo la parte superior de su hombro, Magnus se levantó en silencio y se dirigió al lado de la cama. La frente de ese guapo joven rostro estaba fruncida y sus labios se abrieron un poco, como si estuviera a punto de decir algo. Su salvador estaba inquieto esta noche. Su reunión debía estar rondando en su mente, Alec gritó bruscamente en la oscuridad, su cuerpo sufrió un espasmo. Antes de que pudiera detenerse, Magnus se tumbó despacio en la cama detrás de él, presionando el largo de su cuerpo y envolviendo un brazo sobre su costado, su mano acaricio suavemente el suave vello que cubría su pecho. Dios mío, se sentía estupendo, olía a jabón y lluvia fresca. Él se removió un poco.
-"Sshhh, duerme ahora, querido. Estás bien, no tienes nada que temer de mí"- susurró cerca de su oreja.
Sin poder evitarlo, dejó el más ligero de los besos en la curva de su oreja y Alec se acomodó en su almohada, dando un murmullo satisfecho. Se arqueó hacia el cuerpo de Magnus como si estuviera buscando el calor.
Magnus tuvo que morderse el labio y cerrar los ojos para detener el gemido que amenazaba escapar de él. Presionó su rostro en la parte posterior del cuello de Alec, aspirando profundamente su aroma, memorizando cada nota que poseía. Tenía que llevarse tanto de él como pudiera, hasta que se le permitiera regresar a él así. Entero, humano, un hombre. Una sola lágrima escapó de sus ojos mientras disfrutaba de la forma en que su suave piel se sentía en sus labios y besaba ese punto, incluso permitiéndose un rápido movimiento de su lengua. Esta vez el gemido silencioso escapó y no pudo detenerlo. Abrió los ojos y se quedó inmóvil, aterrorizado de que su debilidad despertara al bello durmiente y lo echara a perder todo, pero Alec estaba lo suficientemente inmerso en una tierra de ensueño que no se movió.
Magnus permaneció en el mismo lugar, contando los minutos en su cabeza, hasta que supo que ya no estaría más allí. A pesar de que esta era la primera vez que hacía esto ahora, también sabía que sería casi imposible no repetirlo mañana por la noche y sintió un dolor en su interior. Cada fibra de su ser le decía que Alexander Lightwood era el indicado. El que había estado esperando todos estos años, eso lo llenaba de felicidad, pero al mismo tiempo de temor. Encontrar amor y entregarlo a cambio también significaba perderlo, y el dolor lo golpeó directamente en el corazón.
¿Cómo, en nombre de Dios, se suponía que amaría a esta perfecta criatura para luego decirle adiós? Ya podía sentir los primeros indicios de ese amor incluso ahora. Tendría que saborear cada segundo de su tiempo juntos, así tendría algo que mantener con él por toda la eternidad. ¿Pero cómo darle la noticia a Alec? Se acurrucó aún más contra él, frotando el rostro contra la cálida piel de la amplia espalda. Por el momento, sólo se enfocaría en asegurarse de obtener toda su atención, alejarlo de ese tipo, Simon.
-"Puede que aún no lo sepas, mi amor, pero serás mío. Todo mío"- susurró contra él, dándole el más leve beso. Cerró los ojos y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios mientras esperaba el momento que marcaba el final de su feliz calor.
Alec se despertó tarde, eso lo puso de mal humor desde el primer momento. Se sentó en la cama, frotándose los ojos y estirándose antes de comenzar a reproducir los acontecimientos de la noche anterior. A media mañana habría sido fácil descartarlo todo como un sueño; pero la forma en que su piel se erizó al pensarlo, y el recuerdo de la sensación de la fría lluvia y el viento cortante le dijeron lo contrario. Se estremeció antes de salir de la cama para vestirse.
Se dirigió a la cocina y tomó una taza de café, decidiendo olvidarse de desayuno ahora que era tan tarde, así podría comenzar la tarea de lavar el resto del pegamento de las paredes. Se volvió hacia la mesa y se detuvo. Una sola rosa roja en un vaso estaba asentada en el centro, con un pequeño trozo de papel a su lado, un corazón estilizado dibujado sobre éste y en el centro escrita en elegante caligrafía una 'M'. Alec echó un vistazo por la habitación, pero sabía que era sólo por reflejo; no habría señales del fantasma alto y apuesto en ninguna parte.
Cogió la flor del vaso y la olió, recordando el mismo aroma de antes. No pudo evitar la sonrisa que curvó sus labios y se quedó allí en su cocina, con los ojos cerrados, la delicada flor bajo la nariz, recordando cómo lucía ese torso cincelado debajo de la camisa empapada. Esa chispa se encendió de nuevo, excitándole y eso lo asustó.
-"Gracias, Magnus"- dijo suavemente a la silenciosa habitación y esperó que en algún nivel, donde quiera que pasará las horas diurnas pudiera escucharlo.
Llevó el vaso al fregadero y le puso un poco de agua antes de volver a poner la rosa, lo colocó en el centro de la mesa antes de recoger sus herramientas para el día.
Lavar el pegamento de las paredes era un trabajo horrible y para la hora del almuerzo, sentía un leve dolor en hombros y brazos. Había terminado una pared, y estaba bastante satisfecho con el trabajo hecho, pensó comenzar la siguiente, pero su estómago empezaba a quejarse por la falta de comida, así que se dirigió a la cocina para preparar un emparedado.
Sacó los ingredientes de la nevera quedándose de pie junto al mostrador para prepararlo, haciendo rodar sus rígidos hombros cuando los músculos se tensaron por el cambio de movimiento, inclinó la cabeza estirando el cuello y extendió la mano para frotar el dolor. El periodismo y estar sentado frente a una computadora la mayor parte del tiempo, no era bueno para la condición física, sin embargo, había tratado de ir al gimnasio tanto como podía, cuando estaba en casa, pero el año anterior había estado muy flojo en ese departamento y le molestaba sentirse así cuando no tenía que hacerlo. Mataría por un masaje en este instante. Llevó el sándwich y una botella de agua a la sala de estar, dejándose caer en el sofá para comer.
Las muestras de color que él y Simon habían elegido yacían a su lado, mientras comía las recogió todas, considerándolas. ¿Iba por el color más oscuro para que el lugar se vea cómodo y acogedor; o iluminaba las cosas intentando traer la mayor cantidad posible de luz?
Estaba sosteniendo las elecciones de dos colores juntos cuando sintió una suave presión sobre la pendiente de sus hombros. Se congeló a medio bocado de sándwich. La sensación se sentía firme pero delicada al mismo tiempo, el toque cavando en sus músculos tensos rítmicamente. Si no lo supiera, juraría que alguien estaba detrás de él masajeando sus hombros.
Levantó una mano para tocar el lugar donde la sentía y soltó un grito ahogado cuando sintió que la superficie de su piel se debilitaba por la presión. Empezó a toser, medio atragantado por el bocado del sándwich en su boca, cuando estiró el brazo por el agua, el contacto cambió de una firme presión en sus músculos a una suave palmadita en su espalda. Jesús, ¿esto realmente estaba pasando? Entonces cayó en la cuenta, podría ser...
-"Magnus, ¿eres tú?"- dijo Alec con voz ronca, todavía tratando de aclararse la garganta. Sintió dos palmaditas ligeramente más duras en su espalda y que le picaba la piel. Querido Dios, si era. De algún modo, esto estaba sucediendo. La siguiente pregunta fue, ¿quería que siguiera pasando? Estaba seguro, por la conversación de anoche, que Magnus no tenía intención de lastimarlo de ninguna manera. Todo lo contrario, en realidad. La sensación de masaje regresó a sus hombros y sintió que sus músculos se relajaron un poco. Fantasma o no, el tipo sin duda sabía cómo dar un buen masaje en los hombros. Se sentó lentamente, cerró los ojos y dejó que la firme presión rítmica surtiera efecto.
Se sentó allí durante unos buenos diez minutos, después de eso, sus músculos cansados y doloridos se sentían mucho menos adoloridos que antes. Inclinó la cabeza hacia un lado, sonriendo, y sintió una suavidad en la pendiente de su cuello. Sus ojos se abrieron con el corazón acelerado. Acababa de ser besado. Su mano subió al punto en su cuello, esperando sentir, ¿qué? ¿algo cálido? ¿húmedo? No tenía idea. Había sido el más breve de los toques, pero aún podía sentir el delicado contacto de dos labios carnosos sobre su piel. Miró alrededor de la habitación, pero sabía muy bien que no vería nada.
-"Magnus, tú, ¿acabas de besar mi cuello?"- dijo a la habitación vacía, con los ojos brillantes y mirando alrededor.
De repente, su teléfono se encendió en una canción. Sus labios se curvaron con una sonrisa mientras miraba hacia la bocina, que aún estaba sobre la mesa. El Sr. Bane ciertamente se aseguró de transmitir su mensaje, la canción que sonaba era 'Kiss' de Prince. Sí, eso fue tan sutil como un martillo.
Alec soltó una risita y sintió que su piel se sonrojaba- "Muy gracioso, Magnus. Entiendo el punto"
Sintió otro beso en su mejilla, se rió antes de ponerse de pie y llevar el plato a la cocina.
Consiguió agua limpia y la solución limpiadora para iniciar la otra pared, seleccionando una lista de reproducción. Empezó a meterse en el ritmo de la música y la limpieza, cuando la canción se detuvo a la mitad, se giró para mirar hacia el altavoz.
-"¿Supongo que estás cuestionando mis elecciones otra vez?"- dijo a la habitación vacía.
Esta vez no hubo respuesta, pero luego comenzó otra canción. Alec frunció el ceño y puso las manos en sus caderas, era un clásico de los años cincuenta.
-"¿En serio, Magnus? ¿Eso es lo que te gusta? Sabes que, como quieras, algunos de tenemos trabajo que hacer"
Negó con la cabeza y volvió a la pared. Vivir con un fantasma que sentía atracción por ti ciertamente era toda una experiencia. Aparte de las canciones vintage de amor que no tenía idea de cómo llegaban a su teléfono, porque él nunca las había descargado, tenía que soportar todo tipo de sensaciones extrañas, adorables y coquetas, que si hubieran sido dos personas en la habitación no estarían fuera de lugar. Pero cuando sabías que no había nadie contigo, eso le daba un nuevo giro.
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Espero les guste, nos leemos en la siguiente. Que tengan un excelente inicio de semana😘🤗
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