Capítulo 22
¡Hola! Muchas, muchas gracias por todos sus comentarios, son absolutamente geniales!! RebeFernandez5, Lightwoodbane, Malec-Inmortal-21, MaryPlaza8, ElizabethHernande381, EugeniaJimenez, daaosorio, LastSunsetofSummer, akucintakamunery, miafy, MagnusNoizLightwood, vancitylightwood, noemed89, thalia0098, IvonneMaigre, LuisaConejo, susanrouis, AimeeTamayo, laurac0330, GladysElizabethGreco, Jennyta00, Crazy_Ghost_Girl_14, Astarot11, SarahiMartin, crisalecbloom, marialuli66, Sheila_Sklant, RhimmerSantos, BiancaCarrillo1, Reader030101, xTefanyxx, CarolinaMedina503, ConstanzaValentinaP, Merciiich, warxofhearts, ErikaAnrique, iAkasha, Ela_Ap, Presidentmagnusbane, Rosewood84, VivianSanchez0
También a quienes han dejado sus votos y continúan leyendo, mil, mil gracias
Lamento mucho haber tardado tanto en actualizar, espero ya ponerme al día con todo y continuar las actualizaciones, mil disculpas.
Por alguna razón tengo problemas en cotestar los comentarios, no me están cargando, espero poder hacerlo más tarde :(
Continuamos donde dejamos el capítulo pasado, primera vez malec
Nota de la autora
De acuerdo, sé lo mucho que aman cuando coro estas escenas de amor a mitad de camino, sí, así que el resto de la escena en su totalidad viene en el siguiente capítulo. Espero que a todos les guste. Como siempre, por favor déjenme saber lo que piensan del fic.
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Alec sintió que iba a estallar en llamas en cualquier momento. Sentía calor por todas partes, como si alguien le hubiera cepillado el cuerpo hasta dejarlo en carne viva. Cada superficie de él repentinamente hipersensible al más mínimo contacto con cualquier parte de Magnus. El roce más leve de un brazo o una pierna era suficiente para enviar chispas que lo atravesaban como ráfagas de fuegos artificiales. Quería pasar sus manos por toda la superficie de su cuerpo, pero estaba teniendo problemas tratando de alejarse de sus labios.
Cuando había besado a Magnus el tiempo suficiente para que su pecho subiera y bajara con fuerza, necesitando una respiración profunda y decente, llevó la boca a su mandíbula y cuello, donde prodigó atenciones al pulso que latía rápidamente, desde debajo de la superficie. Movió la boca con avidez en el lugar, alternando pequeños mordiscos con besos y chupones, llevándose la piel sedosa a su boca, haciendo que la piel dorada se tornara de un color rosa intenso.
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Magnus estaba indefenso debajo de él. Ese pequeño punto era su talón de Aquiles y sólo bastaba el más leve de los toques para provocarle arrebatos de éxtasis. Echó la cabeza hacia atrás, asegurándose de que Alec tuviera pleno acceso, con los ojos cerrados y la boca abierta en un silencioso grito de placer.
Ladeó su pelvis, desesperado por la deliciosa fricción que causó cuando chocó contra la dura erección de Alec. Las llamas lo envolvieron mientras sus endurecidas longitudes se batían en duelo, provocando gemidos en ambos. Magnus separó sus rodillas, dejando que sus piernas se abrieran para que Alec se acomodara ahí, pero no era suficiente, ni de cerca lo suficiente.
-"Querido Dios en el cielo, Alexander, te necesito dentro de mí, tan desesperadamente. No puedo esperar más, mi amor"- dijo con voz profunda y grave por la necesidad.
Sus manos se movieron a tientas hacia la cinturilla de sus pantalones de mezclilla, tratando de meterse entre ellos para llegar al botón y la cremallera, pero Alec prácticamente estaba derretido sobre él. Por lo que se apartó, sin aliento y jadeando.
-"Permíteme"- murmuró Alec, desabrochando sus pantalones antes de bajarlos sobre sus caderas. Gruñó cuando el frente de ellos se enganchó en el duro bulto debajo de sus bóxers.
Magnus podría ayudarlo, tenía que ponerle las manos encima. Ahora. Se esforzó por sentarse y se agarró a la pretina de su ropa interior, tirando de ella hacia abajo. Alec dio un suspiro de alivio cuando su polla dura como el acero se liberó de sus ataduras de algodón.
Alec se tambaleo ante la mirada de hambre en los ojos de Magnus, era pura lujuria sin disimular, él lo estabilizó antes de guiarlo al piso para que pudiera quitarse la ropa por completo.
En cualquier otra situación, Ale se habría sentido mortificado por estar completamente desnudo y bajo deslumbrantes luces brillantes, cada pulgada suya para que el mundo pudiera verlo; pero esta noche, simplemente no le podía importar menos. Su único objetivo ahora era liberar a Magnus de esos pantalones ceñidos. Volvió a empujar a Magnus contra las almohadas y miró sus ojos abrirse de sorpresa, sin embargo, una esquina de su boca se curvó en una sonrisa. Sí, esto le gustaba demasiado.
-"Alexander, tan enérgico, me encanta este lado de ti, cariño. Por favor, no te detengas allí. Soy todo tuyo"- ronroneó, la sonrisa se convirtió en algo más carnal, calentando la sangre de Alec, más de lo que ya estaba.
Alec cogió los dos extremos del cordón en la parte delantera de sus pantalones. No tenía ni idea de qué demonios estaba haciendo; el único hombre al que había desvestido alguna vez había sido él mismo.
Aunque eso no es del todo cierto, ¿verdad?
¿Por qué, en el nombre de Dios, tenía que recordar eso? Parecía que fue hace un millón de años atrás, pero hubo un incidente cuando él y Jace estaban en la universidad. Fue una de las muchas veces en que Jace lo había arrastrado a una de las interminables rondas de fiestas que se celebraban todos los fines de semana.
Alec sintió que estaba atrapado en el Día de la Marmota asistiendo a fiesta tras fiesta. Se enredó tratando de luchar con una chica demasiado entusiasta, que no aceptaría un no por respuesta, cuando trató de decirle que no estaba interesado y pasó una noche miserable sentado en un rincón observando a su mejor amigo, y flechazo, emborracharse y meterle mano a alguna chica más que dispuesta.
Después de arrastrar su borracho culo a casa tras una de estas agradables veladas, había logrado llevar a Jace al dormitorio antes de que reciclara casi todo el contenido de su estómago en el inodoro y en el piso del baño, sin mencionar la parte delantera de su camisa y pantalones. Se había sentado sobre las frías baldosas blancas, su cabeza colgando hacia atrás y la boca abierta ligeramente. Alec negó con la cabeza mientras lo miraba. Incluso en este estado, se veía atractivo. No era justo. ¿No se suponía que las personas borrachas debían verse horribles?
Sabía que no podía dejarlo en este estado, por lo que había comenzado a limpiarlo. Al principio, simplemente se sintió molesto por tener que tomar una toalla húmeda y limpiar la cara de su amigo, como a un niño de dos años desordenado, e incluso cuando comenzó a desabrocharle la camisa se molestó por eso, sin embargo, luego comenzó a notar la creciente 'V' de piel blanca y cremosa, entonces las cosas se volvieron incómodas muy rápido.
La única gracia salvación había sido el hecho de que Jace estaba bastante frío o de lo contrario habría estado en un mundo de dolor. Al momento en que había abierto todos los botones, las manos le temblaban y su aliento había empezado a dificultarse. Había arrastrado la forma inerte de Jace hacia adelante y deslizado la camisa sucia de sus anchos hombros, él sólo había murmurado algo incoherente y envolvió sus brazos alrededor de su espalda. Alec se había paralizado. La camisa se atoró a medio camino y lo dejó completamente encendido.
Había cerrado los ojos con fuerza y trató de concentrarse en el trabajo que tenía entre manos, rezando por que pudiera hacerlo lo más impersonal posible. Se las arregló para quitarle la camisa por completo y luego, con un esfuerzo monumental, arrastró su comatosa forma de metro ochenta hasta la cama. Bueno, más específicamente, lo tiró en la cama.
Le había quitado los zapatos y los calcetines antes de hacer una pausa. Oh, santo Jesús. Tenía que quitarle los pantalones. Podía sentir todo su cuerpo temblar mientras miraba hacia el techo y se preguntaba qué demonios pudo haber hecho que fue tan malo para ser castigado de esta manera. Estar enamorado de tu mejor amigo, tu heterosexual mejor amigo nada menos, saber que nunca lograrías que tus sentimientos fueran recíprocos y tener que dejarlo en ropa interior era la forma más horrible de tortura imaginable.
Alec había exhalado un suspiro, y decidió que esto necesitaba hacerse como quitar una tirita; cuanto más rápido, menos duele.
Comenzó a deshacer el botón y la cremallera en los pantalones vaqueros de Jace, con la cabeza hacia un lado al principio, pero después de entrar en contacto con partes que le provocaron escalofríos en la columna vertebral, decidió que mirar lo que estaba haciendo probablemente era lo mejor.
Todo iba bastante bien hasta que llegó el momento de quitárselo. Pensando en ello, debería haberse tomado su tiempo y quitárselos lentamente. Podría haber sido más angustioso, pero al menos lo que terminó sucediendo no habría sucedido. Se dirigió al extremo de la cama, tomó los bajos del pantalón con firmeza y tiró con fuerza. Terminó con el trasero en el suelo y los pantalones en la mano. Se puso de pie, mirando a Jace para asegurarse de que no lo habían partido en dos, ni nada parecido.
¡Mierda!
Alec había sentido que se le doblaban las piernas ante la vista que le dio la bienvenida. Los pantalones ajustados que requerían tanta fuerza para quitarlos significaban, según la ley de probabilidad, que con toda posibilidad lo que fuera que se llevara debajo de dichos pantalones iba a ser retirado con ellos, es decir, la ropa interior.
La ofensiva prenda no había salido del todo, pero se las arregló para llegar aproximadamente a medio mástil, quedando por debajo de sus caderas. Debajo de su vello púbico. La base y alrededor de una pulgada de su generoso atributo. Exhibiéndose sobre la cinturilla.
Esta vez, Alec cayó al suelo, era demasiado para manejarlo. Se había quedado en el suelo durante quince minutos maldiciendo su propia erección mientras permanecía ahí asimilando lo que había visto. Para resumir, había agarrado el extremo de la manta en la cama y la arrojó sobre él, protegiéndose de cualquier angustia adicional, y pasó el resto de la noche intentando desesperadamente olvidar lo que acababa de ver.
Magnus se dio cuenta de que los dedos de Alec habían vacilado en los cordones y, agarró sus manos, sentándose frente a él.
-"Alexander, si esto es demasiado para ti, podemos parar. Puede que tenga que sentarme en una ducha fría, pero no tenemos que hacerlo si no estás listo"- dijo en voz baja, mirándolo.
Ahora Alec se sentía estúpido por dejar que sus estúpidos recuerdos se interpusieran en el camino. Eso estaba en el pasado y ahí es donde pertenecían esos recuerdos.
-"No, está bien, Magnus. Quiero esto, sólo estaba siendo estúpido, eso es todo"- Magnus le apretó la mano con fuerza.
-"No eres estúpido, mi amor. Déjame adivinar, ¿un mal recuerdo? ¿Algo que ver con ese amigo tuyo?"- una vez más, sus pensamientos habían sido tan transparentes como un cristal para él. Alec sonrió suavemente y asintió.
-"Ese hombre tiene mucho por qué responder, ¿no? Para que lo sepas, no soy como él, Alexander. No soñaría en rechazarte de ninguna manera. A diferencia suya, me encanta la sensación de tus labios en los míos, tus manos en todo mi cuerpo. Tu calidez encima de mí. Te quiero, Alexander, de cualquier forma, que pueda tenerte"
Alec miró esos oscuros e insondables orbes y supo, sin lugar a dudas, que Magnus decía en serio cada palabra.
Lo besó profundamente antes de volver a su tarea y desatar los cordones, cuando terminó se movió a sus pies para quitarle las botas y unos calcetines largos bastante extraños. Se maravilló de los delgados pies musculosos de Magnus. ¿Cómo demonios podían unos pies hacer que su polla palpitara? Dejó suaves besos en el puente de cada uno antes de volver y tomar la pretina de sus pantalones en la mano.
Suavemente los deslizó sobre sus caderas estrechas, revelando lentamente dónde terminaba ese tentador vello. Magnus levantó su trasero y Alec respiró hondo antes de bajarlos hasta la mitad del muslo.
La gruesa erección de Magnus se abrió paso por la parte frontal de los pantalones, descansando en el oscuro nido de suave vello. Verlo era muy diferente a tener su mano sujetando esa carne hinchada en la oscuridad. Magnus era sin duda un hombre muy bien dotado. Alec sintió el color subir por su rostro mientras lo miraba, como un niño admirando el aparador de una tienda de juguetes; si fueras a ver a un hombre desnudo, un hombre desnudo y excitado, por primera vez y de tan cerca entonces no podría pensar en algo mejor que lo que estaba delante de él.
La punta de su lengua humedeció sus labios que se habían secado, aunque su boca se sentía como si estuviera babeando por la comisura. Incluso se pasó una mano en la barbilla para comprobar que no lo hacía. Escuchó a Magnus soltar una risita mientras movía las piernas para quitarse los pantalones por completo y permaneció acostado frente a Alec, con una mano apoyada en la cabeza y la otra en su estómago suave. El engreído hijo de puta estaba disfrutando demasiado de su incomodidad.
-"Me alegra que ustedes dos finalmente se hayan conocido"- dijo Magnus- "Conoce a mi mejor amigo, mi peor enemigo y el mejor juez de carácter que he conocido. Como puedes ver, somos inseparables y a donde él va, yo lo sigo. Sin embargo, es un poco tímido, por lo que tuve que convencerlo para que no se escondiera. Cuando sale de su caparazón, por así decirlo, es bastante valiente y ha sido conocido por explorar en espacios oscuros y húmedos. Cuanto más apretado, mejor, de hecho. Entonces, no seas tímido con él, Alexander, responde muy bien al tacto"
Alec no podía creer que Magnus estuviera hablando de su pene como si fuera una entidad completamente separada. No creía que él pudiera ser tan audaz. Sí, había manipulado la gruesa y palpitante erección antes, pero había estado en la oscuridad y debajo de la ropa. No bajo lo que equivalía a reflectores de un escenario. De repente se sintió muy cohibido por su propia desnudez.
Sintiendo su inquietud, Magnus se sentó para tomarlo en sus brazos y tirar de él hacia abajo- "Pequeños pasos, mi amor. No hay apuro para nosotros. Tómate tu tiempo, yo te ayudaré. No hay necesidad de ser tímido a mi alrededor, Alexander. Creo que eres la cosa más sensual que he visto, tu cuerpo es lo que inspiró a los artistas a pintar y a los escultores a tallar. Eres la perfección"
Alec estaba tendido abrazado al costado de Magnus, su peso descansaba en un antebrazo, el otro cubierto por el de Magnus y descansando en la parte superior de su pecho.
Mientras miraba, Magnus movió su mano sobre el terreno de su propio cuerpo, permitiéndole a Alec mapear la superficie con la palma de su mano. La suave elevación de cada lado de su pecho, la pequeña y dura cima de sus pezones, la caída de sus costillas y la ondulación de sus abdominales.
Alec lo miró mientras se detenía ante su ombligo. Magnus le devolvió la mirada en busca de permiso para seguir, se obligó a sí mismo a relajarse y asintió con la cabeza. Observó a Magnus guiar su mano lentamente hacia abajo, acercándola a una cadera y a la ranura bien definida que conducía a su ingle. Lo deslizó hacia atrás y sobre la huesuda subida de su cadera. Apretó con más fuerza un dedo para que encajara en la parte superior de la línea de su ingle, empujándolo hacia abajo, hacia su muslo interno.
Los ojos de Alec se cerraron lentamente, se mordió el labio inferior mientras sentía la sedosa suavidad. Magnus llevó su mano tan lejos como pudo alcanzar y un lado de sus dedos rozó sus pelotas. Magnus gimió y su mano apretó con fuerza la de Alec por unos minutos. Su dureza se contrajo sobre su vientre. Alec estaba seguro de que iba a explotar o desmayarse.
Magnus movió la mano de Alec hacia arriba, pero luego se detuvo justo antes de la cabeza oculta de su polla, fue solo por unos segundos y luego levantó la mano de Alec y la dejó sobre el sedoso eje.
De alguna manera, la mano de Alec se enroscó automáticamente alrededor del contorno, apretando suavemente. Magnus gimió y ladeó ligeramente sus caderas, deseando más. El calor duro y satinado de su miembro le resultaba familiar y lentamente subió la mano, adorando la sensación de sedoso deslizamiento contra su palma. Cuanto más lo trabajaba, más atrás se retraía el prepucio y más se endurecía su propio pene. Alec se empujó sugestivamente contra la cadera de Magnus, una gota de líquido preseminal se extendió sobre la suave superficie dorada.
Magnus tomó su mano y lo jaló hacia su boca, rozando sus labios con los suyos, en besos tan livianos como plumas; pero cada uno creciendo en intensidad a la par de su necesidad, y en poco tiempo los toques suaves se volvieron rudos, necesitados, con lenguas involucradas, y Alec sabía que no iba a durar mucho más a este ritmo.
El impulso de apresurar las cosas era casi abrumador, se sentía como un niño con un juguete nuevo, quería probar todos sus límites lo más rápido posible, pero sabía que mucho de lo que sentía era por su inexperiencia. Y sus nervios eran una amenaza siempre presente.
Los casi constantes gemidos de Magnus lo estaban afectando y Alec se encontró incrementando la presión sobre su erección. Al mismo tiempo, y aunque en realidad deseaba sentir más de su calor contra él, sabía que iba a tener que sacrificar la maravillosa sensación de esa dura longitud deslizándose suavemente hacia adelante y hacia atrás en su mano.
Abandonó la caliente y húmeda boca de Magnus, besando su mandíbula y cuello, mordisqueando la superficie musculosa para encontrar el lugar que sabía lo volvería loco y lo distraería mientras lo soltaba. Alec movió su cuerpo hacia arriba, colocándose sobre él, sintiendo que las piernas de Magnus se abrían para acomodarlo. Su dureza ahora se clavaba en su vientre. Su propia polla dura como una piedra empujándose suavemente entre sus nalgas, parecía saber más sobre dónde quería ir que él.
-"Oh Alexander, realmente necesito sentirte dentro de mí, no puedo esperar más, mi amor. Nunca antes me había sentido así con nadie, me está dando vueltas la cabeza. Ven, déjame guiarte"
Magnus iba a extender la mano entre ellos para tomar su pene palpitante y comenzar a empujar la cabeza entre su hendidura, pero Alec lo detuvo. Él podría ser inexperto, pero no se iba a arriesgar.
-"Amor, espera. Tengo un condón y lubricante"
Metió la mano debajo de una almohada y sacó un pequeño cuadrado de aluminio junto a un pequeño tubo.
-"No creo que sea necesario, dulzura y quiero sentirte no a un pedazo de goma"
-"Magnus, tenemos que hacerlo con protección. Yo nunca he estado con nadie, pero tú si lo has hecho. Además, es látex no goma"
Magnus dio un pequeño bufido, pero parecía resignado. Este era el mundo moderno y Alec era un hombre moderno; sabía que las cosas eran muy diferentes de cuando él había vivido y supuso que, en realidad, debería haber estado agradecido de haber logrado llegar tan lejos sin contraer una enfermedad horrible. Mientras lograra sentir dentro a este hombre, realmente no le importaba; pero si insistía en que usaran uno de esos artilugios de goma ajustados, entonces se divertiría poniéndoselo.
-"Déjame tener eso entonces. ¿Por qué sólo tú tendrías toda la diversión?"- tomó el cuadrado plateado de su mano y le sonrió- "Tendrás que sentarte para esto, Alexander. No quiero hacerte daño"
-"Oh, sí, está bien"
Alec sintió el aumento de color en sus mejillas. Error de principiante. Se recostó, ahora sentado en los muslos de Magnus, quien se sentó frente a él y abrió el paquete sacando el pequeño círculo resbaladizo y mirándolo con recelo.
-"¿Estás seguro de que esto encajará, mi amor? Esa arma tuya parece demasiado poderosa para algo así de endeble"
El corazón de Alec latía con nervios y excitación, pero no pudo evitar sonreírle. En algún lugar muy profundo, su subconsciente se limpiaba los hombros con una expresión petulante en el rostro. Por supuesto que es un arma, amigo, y la carga tiene tu nombre en ella.
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Continua en el siguiente...
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