Su nombre era Alex
Él, era un chico aislado de todos los demás, no era muy alto, ni tan bajo, su cabello era castaño y le encantaba leer.
Alex, era bueno escribiendo poesías y de vez en cuando escribía alguna que otra historia de terror o amor. Del resto Alex era un chico común.
Como la mayoría de los mortales, Alex salía cada mañana a trabajar y cada noche regresaba a casa a leer, escribir y dormir. Esa era su gran monótona vida.
Por las noches sufría ataques de insomnio y muy pocas veces lograba dormir, pero en esas largas noches, en las que el sueño no llegaba, Alex escribía poemas tristes y llenos de melancolía.
Él se sentía lo que llaman <<un raro>>, pues no lograba compaginar con los demás. Por eso no tenía amigos y los compañeros en el trabajo, algunos, hasta lo veían mal.
Siempre se aislaba.
En el amor pues era un caos, un total fracaso para las cuestiones del amor, pues sus relaciones siempre eran muy cortas y terminaban rompiéndole el corazón.
Alex soñaba con una relación duradera, donde existiera la fantasía del: ¨felices por siempre¨, donde él amara con locura a una chica y ella lo amara por igual a él, pero eso nunca llegaba.
Cada vez que lograba tener una relación con una chica, todo terminaba en sexo o lo más estable que lograba tener no pasaba de los tres meses. Esa situación deprimía al pobre Alex, que quería ser feliz.
Deseaba encontrar a la mujer de sus sueños, a esa persona que siempre estaría con él, a esa mujer que lo amará con locura y ternura a la vez. Ya no quería sentirse solo.
Pero como dicen por ahí: <<muchas veces lo que deseamos no es lo que queremos>>.
Una de esas noches en las que lograba salir de su aislamiento social, decidió ir con una amiga del trabajo a tomarse algunos tragos y de seguro tendría una noche llena de sexo, sudor y más alcohol. Así que decidieron ir a un bar en el muelle, cerca de una feria que estaría por unos días en la ciudad.
Comieron, bebieron y decidieron divertirse un rato en las atracciones de dicha feria.
A la amiga de Alex se le metió en la cabeza la estúpida idea de visitar una de las atracciones mas gafas que había. Y a Alex pues, le pareció de los más infantil pero aun así accedió.
En la entrada había un letrero marrón, con unas letras rojas bañadas de escarchas amarillas que decía:
"Le leo su futuro por un dólar"
"Si entra es bajo su exclusiva responsabilidad"
Alex, se detuvo a la entrada de la pequeña y vieja carpa de un color violeta pálido que inspiraba pesadez y pena.
Al ver la carpa a lo lejos, cualquiera pensaba que ahí vivía algún vagabundo de la calle, pero al acercarte notabas unas grandes medias lunas y algunas estrellas color dorado.
En esta pocilga no adivinarían tu edad, ni leyendo tu identificación —pensó Alex en la entrada de aquel lugar.
—Ven, entremos. — le rogó su compañera. Esa noche, ella solo cargaba una diminuta blusa color negra, con una pequeña chaqueta del mismo color y una mini falda también negra y quizás, tal vez, no cargaba ropa interior.
Llevaba unos tacones negros y el cabello rubio oscuro suelto con un pequeño gancho en la parte de arriba para sujetar y asegurar que sus cabellos no ocultarse sus perfiladas orejas.
Ella, para que detallarla, solo les diré la verdad y se los resumiré diciéndoles que era bella. Si, muy bella.
—Pues, claro. Que puedo perder a parte de un dólar —dijo Alex.
Al entrar vieron lo que se ve comúnmente en este tipo de atracciones: cortinas rojas, azules y moradas por aquí y por allá. Una que otra bola de cristal y una pequeña mesa con dos bancos de un lado y al otro una mujer sentada, que semejaba al rededor de unos cincuenta años y que se veía muy descuidada. Sus cabellos enredados y canosos se salían en mechones de su viejo turbante dándole una sensación que te daba escalofríos.
—Bienvenidos —dijo la vieja. —Pueden tomar asiento.
Y así hicieron ellos, la mujer los miro a la cara pero cuando miro a Alex su expresión cambio repentinamente.
— ¡Tu! — Grito al verle — a ti te persigue la muerte — continuó. — ¡Tu más anhelado deseo te llevará al mundo que está más allá de la vida!— gritaba la mujer histérica viendo a Alex, el cual ya se estaba asustando por aquella inesperada sorpresa.
—No continúes en tu búsqueda desesperada, pues solo encontraras la muerte. Ya no busques el amor — continuo la vieja adivina dirigiéndose al pobre y asustado Alex. Y mientras su amiga se echo a reír, por las estupideces que hablaba la vieja loca. — La muerte te sigue. — Concluyó.
Alex, asustado se levantó del banco en el que estaba sentado.
— ¡Usted está loca!— grito. — y ni crea que le daré mi dinero por semejante estupidez. — agrego. Seguido tomo a sus compañera de la mano, dio la vuelta y se marcho. Pero a lo lejos logro oír como la vieja loca y adivina gritaba: "No dejes que sus ojos te encanten."
Esa noche tomaron otro trago y luego se marcharon al pequeño departamento de Alex y ¿para qué detallarles como era?
Pero si les diré que su amiga, de esa noche, como suponíamos no tenia ropa interior y que sus excitantes gemidos despertaron a los pobres vecinos; nuestro Alex jugaba con su lengua, mientras le hacia un oral y pellizcaba sus duros pezones.
Luego ella, también jugaba con su pene mientras lo lubricaba con su lengua y el resto ya ustedes lo saben. Continuaron los gemidos durante la noche mientras Alex la penetraba en distintas posiciones y ella le arañaba la espalda o mordía las almohadas.
Después de esto pasaron los días y las noches, donde como de costumbre Alex no lograba dormir. Un día, mientras iba de camino al trabajo, por un descuido, casi lo atropella un auto al intentar cruzar una avenida con el semáforo en verde. Al escuchar al auto frenar de golpe, voltear y ver los faros del carro recordó las palabras de aquella vieja adivina: "A ti te persigue la Muerte", "No dejes que sus ojos te encanten."
Así fueron pasando los días y cada vez a Alex le pasaban cosas donde su vida se veía en peligro. Era tanto el agotamiento y la preocupación que por las noches al llegar a casa caía profundamente dormido, pero tenía las más atroces pesadillas, desde huir de un auto en movimiento hasta caer de un rascacielos. Pero siempre despertaba antes del mortal final.
Intento buscar ayuda, pero no quería que aparte de raro ahora lo vieran como un loco, pensó buscar a la adivina y rogarle perdón pero la feria ya no estaba en la ciudad.
Los días continuaron iguales, pero por lo menos ya sus sueños cambiaban de panorama.
Ya no soñaba que moría, sino que se encontraba en lugares tranquilos, escuchando el sonar de un riachuelo y sintiendo el paso suave del viento. Cada noche tenía un hermoso sueño.
Una mañana Alex se levantó, recordando su más preciado deseó y con un suspiro mirando al cielo dijo: "Dios, dame a aquélla que es mi amor más bello."
Como ya era normal tuvo uno de esos días donde casi lo atropellaba un auto o por pocos metros le caía desde un décimo piso algún objeto que lo enviara al otro lado.
Esa noche, Alex soñó que se encontraba a la orilla de un pequeño, hermoso y cristalino riachuelo, las aves entonaban sus más hermosas melodías, y las mariposas volaban por doquier con sus más hermosos y brillantes colores.
Escuchó a unos niños jugar y en cuestión de segundos pasaron corriendo frente a él.
Detrás de ellos venia la más hermosa mujer que Alex haya visto alguna vez.
Era perfecta, sus cabellos tenían unos rulos perfectos, con un color castaño que hacia semejanza al rojo, con unos hermosos ojos marrones que daban la sensación de cambiar a verde, sus labios no eran ni muy finos, ni muy carnosos. Su cuerpo era totalmente perfecto.
Alex inmediatamente quedo flechado al enamorarse a primera vista. Dejo a un lado su temor y timidez y enseguida le hablo, hablaron de muchas cosas y sin más, él la besó. Sus besos eran sabor miel, sus labios... Como olvidar sus labios y aquellos hermosos ojos.
Pero de la nada despertó desvaneciendo aquel cálido momento
Alex, aquella mañana despertó lleno de alegría, despertó creyendo una vez más en el amor. A Alex ese día se le olvido aquello que dijo la hechicera.
Paso el día pensando donde debía buscar a ese su verdadero y más apreciado amor, que no noto, que ese día no hubo ninguna ocasión donde se encontrará con peligro de morir.
Al llegar la noche cayó en cuenta que no sabía el nombre de su amor y escribió un poema:
"Está noche te buscaré entre mis sueños y preguntaré tu nombre,
Está noche te buscaré entre mis sueños y besaré tus labios,
Está noche te buscaré entre mis sueños y al encontrarte te seguiré amando,
Te amaré por siempre con locura,
Con una locura incurable que solo los que nos enamoramos a primera vista conocemos,
Está noche te buscaré entre mis sueños para decirte te amo."
Esa noche, Alex busco dormir temprano, pero era tanto el deseo de dormir que no lo lograba, hasta que por fin durmió.
Durante su sueño caminaba por un hermoso jardín en busca de su amada, hasta que después de tanto caminar la consiguió recostada sobre una hamaca blanca y a su encuentro corrió.
—Amada mía te he estado buscando, para confesarte mi amor. — Dijo el enamorado Alex a la mujer de sus sueños.
—Acércate a mí. —dijo ella, con su suave y tierna voz.
Alex siguiendo las instrucciones de aquella hermosa mujer se acercó y sentados sobre aquella hamaca blanca la beso, saboreando sus delicados y tiernos labios una vez más.
Cuando Alex sintió que ya era la hora de despertar, hablo.
—Amor, debo confesar que eres el amor de mi vida. Eres tú aquel amor que siempre he buscado. Te amo. —Y nuevamente la beso.
Pero al sentir que era arrebatado del sueño, con desespero pregunto:
—Amor mío ¿cuál es tu nombre? Aun no me lo has dicho, por favor dímelo.
Y al instante miro a aquello extraordinarios ojos verdes, que lo hipnotizaron y que lo hicieron acercase más a tan bella mujer y escucho aquella hermosa voz.
—Muerte. Muerte es mi nombre amor.
Al instante, Alex recordó las palabras de aquella vieja adivina:
"A ti te persigue la muerte." "¡Tu más anhelado deseo te llevará al mundo que está más allá de la vida!" "No dejes que sus ojos te encanten."
Y ya más nunca Alex despertó.
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Esta historia es inspirada en mis poemas: "Vuelvo a creer en el amor" y en "Te buscaré entre mis sueños" de mi Poemario "Delirios de un poeta."
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