twenty two, nadie va a hacerte daño.
Dallon
Caos.
Una buena palabra para describir un poco las cosas ahora mismo. Me desespera ver a Zoe caminar de un lado a otro, sintiendo que realmente no puedo ayudarla. Y si puedo, todavía no tengo ni la menor idea de cómo.
Miro a Devon, que tiene su ceño fruncido, viendo a Zoe caminar. Y sin importar que sean casi las dos de la mañana puesto a que esto nos ha preocupado tanto a todos que nos negamos a pegar un ojo.
—No podemos salir de aquí, es riesgoso —plantea Brad con firmeza. Zoe carraspea de nuevo, con notoria angustia y cansancio. Chloe tampoco le está ayudando mucho y el que nosotros sólo la veamos caminar de aquí a allá no es tan gratificante.
—¡Mierda, Brad! ¡Tenemos que regresar a Tampa, te lo dije! Amenazó con lastimarlos a ustedes y a mí familia si no regresábamos. Es como si quisiera tenernos en la mira para tenernos bajo su control.
Restriego mi rostro con mis manos. Calmarla ha resultado en vano desde hace, al menos, cuatro horas. Las primeras se basaron en preguntas que entre lágrimas a penas pudo responder, con Chloe en pánico, activando las jodidas hormonas de Abigail, colmando la paciencia de Nathan y Brad detrás de él, insistiendo en que se calmara.
Caos.
—¿Qué más te dijo, Zoe? —le pregunta Brendon. Ella se deja caer a mi lado, en silencio.
Joder, estoy tan molesto. Ella no merece esta mierda. Ella no merece una jodida amenaza de algún maldito desconocido como si estuviese en una película mala de terror, alterando su paz, sacando porquerías de la nada. Pero de qué coño debemos sorprendernos si todo este tiempo desde que nos reencontramos ha estado pasando como una jodida sorpresa.
Y si mal no recuerdo, las sorpresas no son de su agrado. Y ahora que realmente lo pienso, tampoco del mío.
—No sé, no sé —sus hombros se tensan, no corresponde a mí tacto cuando intento abrazarla. No la culpo—. Te nombró a ti, a Abigail, mi sobrino... Cómo Chloe fue la mejor manera de empezar la ridícula amenaza. No tengo idea.
—¿No te dijo nada sobre Dallon? —pregunta Devon—. ¿O sobre la relación de ambos?
—No... No recuerdo, creo que no —ahora se le nota frustrada por no recordar aquello, vuelve a esconder su cara en sus manos y se deja llevar cuando intento otro abrazo, dejándome a mí la parte del afecto—. ¿Por qué?
—Zoe, yo realmente no quiero adelantarme a los hechos, pero debo decirte que hay una gran parte de mí que lanza el nombre de Wesley como una intuición.
—¿Wesley? Joder, Devon, ¿en serio?
—¡Es que simplemente piénsalo! —se levanta, y puedo a ver a Chloe estremecerse. Mierda, esto la ha venido persiguiendo desde hace días—. Es una jodida coincidencia que no haya venido hacia ti después de todo aquel inconveniente...
—De hecho, sí lo hizo —interrumpe Nathan en un suspiro, a un lado de Abigail—. El muy jodido no dejó de aparecerse por el apartamento pidiendo hablar con Zoe como por casi una semana, tuve que sacarlo a fuerzas unas cuantas veces. Todavía me retracto por no haberle puesto los pezones de párpados.
Ahogo una risa, no es un buen momento para reírse mientras mi novia está temblando de pavor, pavor a que lastimen a todos los parientes y personas cercanas a ella, y no debo dejarme por fuera en ese paquete. Demonios.
—Ese tipo está loco —masculla Chloe de ojos cerrados, con un enojo palpable—. Un loco obsesivo, Zoe. Y yo realmente lamento el no habértelo comentado antes.
Sorbe por la nariz, presionando sus labios para no largarse a llorar de nuevo.
¿Pero qué mierda?
—¿Qué? —digo casi de inmediato—. ¿De qué hablas Chloe?
—¿A qué te refieres con no haberme dicho antes? —pregunta Zoe, ahora todos tenemos nuestra atención puesta en la pelirroja, la cual luce más aterrada que cualquiera.
Cuando traga con frecuencia, Devon regresa a su lado, pasando su brazo por encima de su hombro y besando con cautela la parte izquierda de su cabeza, lo que me hace tomar la mano de Zoe y ella se aferra a mí con fuerza, sin quitar la mirada fruncida de Chloe.
—Yo he sido una mierda de amiga todo este tiempo —balbucea—, pero no tienes idea de cuánto he esperado porque alguien se dé cuenta.
—¡Pero, mierda, ya di algo, Nelson! —grita Abigail con desespero, Nathan le susurra algo que no llegamos a diferenciar por encima de los sollozos que suelta Chloe.
—Escucha —inhala—, hace cinco años conocí a Wesley en una fiesta, un jodido chico atractivo próximo a la universidad, hablamos, nos gustamos, salimos por dos años, y luego vino lo malo...
Sus manos frotan. Maldición, Zoe está temblando. Me jode no saber qué hacer, quisiera abrazarla, besarla, sostenerla, alejarla de toda angustia, que fuese feliz, conmigo a un lado, con su familia y amigos. Sin amenazas, sin miedo a ser heridos, sin llamadas inesperadas o gente queriendo joder nuestras vidas.
Sin un mal nacido Wesley Thacker.
—Empezaron los celos, demasiados celos, obviamente mi amor se fue a la mierda cuando quiso controlarme y todo eso. Joder, tenía dieciocho, era mi momento de sentirme un poco más libre y él arruinó toda posibilidad, ¿comprenden? Él simplemente se rehusó a mi rechazo, él decía que yo le pertenecía.
»Iba a donde yo siempre iba, llamaba a cada momento, él... Él me amenazó muchas veces y yo sólo tenía pánico, y.... No podía huir a ninguna parte porque el sabría donde yo estaba, siempre a un paso delante de mí, observando mis movimientos. Después vino el maltrato, nunca era frecuente, siempre de improvisto y no pasaron de cinco veces los últimos tres años, sabía lo que hacía como todo un demente profesional.
—¿Qué hay de una orden de restricción? —le interrumpo, haciéndole la pregunta que rodea mi cabeza. Ella niega con su cabeza.
—Lo pensé millones de veces, pero me tenía amenazada, Dallon, me ha tenido amenazada por tres malditos años. No es como si pudiese hablar con algún familiar, soy de Chicago y él está aquí porque él prácticamente me arrastró aquí. Estudiábamos lo mismo y él podía ayudarme con mi carrera de manera económica, la mitad de las cosas que poseo es gracias a él, yo...
»No tienen idea de cuán vergonzoso es decirles todo esto, pero hay tanto detrás de ese hijo de puta que una disculpa hacia ti, Zoe, nunca me va a ser suficiente.
Su angustia sale en una agonizante voz que se amortigua con su mano. Está sudando y no para de llorar, creo sentir algo de pena por ella, porque realmente no lo merece. Nadie merece algo como eso de parte de un lunático obsesivo.
—¿Tiene antecedentes? —cuestiona Brendon luego de un segundo de silencio. El silencio se volvió aterrador después de esa llamada, como si alguna cosa irá a aparecer desde nuestras espaldas si no nos mantenemos alertas de todo. Pánico.
—Podría jurar que sí, pero no estoy segura, no exactamente. Por mi parte diría que sí, ese tipo es capaz de todo, créanme.
—No creo —Devon inclina su cabeza, dejando su mentón entre pulgar e índice—. Cuando Dallon y él estuvieron esos días metidos en la cárcel, quise encontrar más pruebas para dejarlo retenido así fuese por otro par de semanas, pero no me fue posible porque los oficiales no encontraron información sobre él. Historial limpio.
—Es que... —ella agita su cabeza más sus hombros con aflicción, chillando—. ¡Ese no es su nombre! Él cambió su nombre al llegar a aquí, pero yo no lo recuerdo, yo... De verdad, no sé qué hizo, pero recuerdo muy pocas cosas de mi estadía en Chicago poco antes de venirnos para acá.
—¿Él no te amenazó con decir algo? —le pregunta Brad, a lo que ella enseguida niega, estando segura.
—No recuerdo la mayor parte de las cosas del viaje hacia acá, lo recuerdo diciéndome que su nombre era Wesley por varios meses, pero cuando logré recuperar al memoria, todo... Todo se volvió realmente confuso, pero siempre supe que ese no era su nombre.
—¿Pero cómo es que llego yo a todo este punto, Chloe? —demanda a saber Zoe—. ¿Cómo es que ese tipo termina cayendo en mi vida?
—Cuando tú llegaste, hace dos años, todo cambio —vuelve a temblar en un suspiro—. Tú hiciste que él se alejara de mí la mayor parte del tiempo, y yo sentía que debía dejartelo saber, pero no exactamente todo cambió, puesto a que seguía amenazándome, esta vez con decirte algo a ti.
—¿Cómo...?
—Tú realmente le gustaste, Zoe —la interrumpe—. Él se enamoró de ti desde el primer momento. Se obsesionó contigo desde el primer momento, todo fue jodidamente desde el primer momento, y fuiste tú quien se acercó a mí, ¿lo recuerdas?
—Sí... —susurra ella, sombría. De repente mi mente comienza a maquinar la escena de la primera vez que Zoe se topó con Chloe, como el momento cuando Devon se topó con Zoe, como un destino o mierda parecida. Mi pulso se acelera—. Tú me alejabas, pero yo insistía, como...
—Prácticamente me obligaste a ser tu amiga —se ríe, arrancándole a mí novia una bella risa que consigue abarcar la habitación por un momento. Sonrío—. La bonita chica tonta y virgen queriendo meterse a regaña dientes a la vida de la puta, arrogante y odiada chica popular.
—No te trates así... —le masculla Devon por lo bajo, algo que se logra escuchar por el repentino silencio y entonces gruñe.
—No. Es lo que era, Devon, es lo... —lada su cabeza, sus ojos cristalizándose de nuevo. Dice en un hilo de voz—: Es lo que soy.
—Chloe...
—Yo debí habértelo advertido y no lo hice y me siento como una mierda por eso y yo nunca...
—¿Por qué lo acercaste a mí? —pregunta Zoe, su tono siendo agresivo de repente, molesta—. ¿Por qué querías meterlo entre mis ojos como si fuese todo lo que quisiera, Chloe? ¿Por qué no hiciste o dijiste algo? ¿Por qué...?
—¡Por que me amenazó, Zoe! ¡Con una maldita arma! —grita levantándose del sillón—. ¡¿Tienes idea de cómo es eso?! Déjame responder eso por ti: ¡No, no lo sabes! ¡No sabes lo que es estar atrapada por un psicópata obsesivo por casi seis años y no sabes cómo se siente que tu vida vaya a acabar cada jodido día si haces algo mal! ¡No lo sabes!
Para ese momento, Devon la tiene abrazada contra sí, susurrándole cosas al oído para tranquilizarla. Zoe amortigua un sollozo primero contra sus mano y luego contra mi pecho. Abigail chilla, y ahora es ella la que está caminando de un lado a otro.
—Todo esto es una maldita locura —murmura—. Necesitamos regresar a Tampa, lo antes posible. Estamos en peligro, no es un juego. Creo que por ahora debemos ir por el lado seguro, teniendo en cuenta cuidarnos.
—El tipo del teléfono no sonaba como él —dice Zoe—, no sonaba como Wesley o cómo mierda se llame.
—Tiene demasiados conocidos a su disposición —informa Zoe—, es como una jodida mafia, como toda una jodida mafia a su favor, como algún traficante. Tiene ojos en todas partes, ya sea en Tampa, Miami, en donde sea. Estuvo en rehabilitación, por su cuenta. Escapó cuatro meses después. Es una mente... Me da miedo decir "maestra", pero maldición.
—¿Estás jodiendo? —jadea Brendon con sus ojos y boca abiertas, robando mis palabras. Ella niega con su cabeza de nuevo—. A la verga... Así que, ¿estamos tratando con un loco, lunático, clase de psicópata obsesivo que nos amenazó con lastimarnos si Zoe no corresponde a él?
Zoe se estremece ante sus palabras, aferrándose con temor a mi regazo, buscando el refugio que no creo suficiente, pero la abrazo, la abrazo muy fuerte y acaricio su cabeza con sobre protección.
—Básicamente —suspira Nathan, en un pequeño shock que se nota a millas.
—Chloe —llama Devon, tomando su cabeza entre sus manos. Hace que lo mire—. Necesitamos que por favor recuerdes el nombre que tenía antes de venir para acá, por favor —pide, la interrumpe antes de que hable—. Necesito que lo hagas, porque es la manera de yo obtener información sobre si tiene antecedentes o no.
—¿Si lo hago prometes hacer que se pudra en una celda por el resto de su vida? —la escuchamos preguntar en un murmuro.
—Te lo juro.
Ella asiente y él la abraza, de pronto todos estamos en un efusivo abrazo grupal y las tres chicas están en un jodido mar de llanto.
No habíamos logrado que cenaran, en realidad, a todos se nos fue un poco el apetito luego de la llamada, pero después de un rato de insistir y de que la situación se tranquilizara un poco, todos estábamos comiendo, después de lo que pareció una eternidad.
Tuve que insistirle a Zoe varias veces para que no se levantara de la silla y dejara su plato de comida ahí, luego cuando acabó todo, Devon se ofreció prácticamente silencioso a ir con Chloe hacia su habitación, porque Devon duerme en el sofá-cama y Chloe comparte con Nathan y Brad.
Todos nos retiramos con abrazos y palabras de aliento entre Chloe y Zoe, todo tan dramático que me siento atrapado en un libro.
Pero Abigail se va tranquila junto a Brendon, Nathan con Brad y todo queda en silencio nuevamente junto a Zoe en nuestra habitación, en el balcón otra vez, abrazados en el sillón bajo el cielo nocturno mientras brindo caricias en su cabeza.
—Pecas —susurro. Ella no me contesta pero sé que me escucha, no se ha podido dormir—. Te quiero muchísimo, ¿lo sabes, no?
Gira su cabeza con lentitud, su mentón apoyándose de mi pecho. Tiene su rostro ligeramente hinchado por haber llorado y aun así se ve preciosa. Intenta sonreírme pero sólo consigue una mueca. Vaya.
—Yo también —dice sin emitir sonido, sólo con el movimiento de sus labios. Paso mis dedos por su ceja, donde habita su cicatriz hecha por mí, sonrío ante el recuerdo—. Yo nunca lo imaginé, ¿sabes?
—¿Qué?
—Wesley... Jamás lo imaginé de esta manera, me cuesta procesar todo lo que Chloe confesó, pero realmente pienso que debo creerle. Es por esto que ha estado tan extrañas estos días.
—De hecho, estaba pensando en lo mismo, pero creí que no lo habías notado. Es sólo que no pensé que fuese por algo tan grave como esto.
Nos callamos, sus ojos se cierran, y por el leve temblor creo que llorará nuevamente. La abrazo a mí.
—Lo siento si no he sido de mucha ayuda en todo esto. Me siento inútil —me disculpo, ladeando mi cabeza. Ella niega—. No, Zoe, mierda. Me necesitas, aquí, contigo, y siento que no te estoy siendo suficiente, pero quiero estar aquí.
—Y estás aquí, Dal —persiste, abrazándome a ella. Hace que nuestras narices rocen. Abro mis ojos, encontrando los de ella. Me siento tal cual primera vez—. Como sea que estés, lo estás. Con eso es suficiente. Estás aquí apoyándome, consolándome y queriendo cuidarme. ¿No lo crees suficiente?
—No es que no lo crea suficiente, pecas, pero yo en verdad considero que puedo hacer algo mejor.
—¿Cómo qué? ¿Volver a buscar a Wesley y destrozarlo a golpes?
—Joder, Zoey, no —sueno ronco—. Quiero cuidarte y no me siento capaz de ello, y eso me jode, porque quiero protegerte de todo y todos, pero es claro que Wesley va a un paso más de todos nosotros.
—Claro que puedes protegerme, amor. Me siento segura contigo. Confío en Devon, en Brendon para que cuide de Abigail, Nathan y Brad, todos están con nosotros. No podemos dejar que se salga con la suya, Dallon. No. Me rehúso.
La atraigo hacia mí, besando su frente, después su mejilla y por último sus labios. Queremos acercarnos el uno al otro lo más posible.
—No te va a lastimar, pecas. Te lo prometo —beso su cabeza—. Todo va a estar bien. Escucha, hablaremos con mi padre, trataremos de tenerlo en la mira, pero creo que a la primera a la que le va a caer será a Chloe, así que hay que tener cuidado tanto con ella como contigo.
—¿Y Abigail? Mierda, Dallon, el bebé...
—Brendon tampoco dejará que nada le pase, bonita, estamos bien, pero tenemos que resguardarnos el culo antes de regresar a Tampa. Ese hijo de puta no sabe con quien se metió. Sus amenazas empiezan y terminan en nada.
—Claro —bufa—, como si todos ustedes fuesen jodidos hombres lobos y todos vamos a estar a salvo porque sino arrastrarán a quien sea que quiera herirnos.
—Yo me vería bien como un hombre lobo —risoteo. En mi pecho siento alivio cuando la escucho reír. Ese sonido mueve mi mundo de pies a cabeza.
—Tú eres más como un jodido muñeco Ken, ya cállate.
—No, sólo imagínalo.
—¿Tú como hombre lobo?
—A mí, a Brendon y a Nathan.
—¿Qué hay de Devon y Brad?
—Uhm... Nah, Devon es muy marica para ser un hombre lobo y Brad no tiene la contextuta exacta de uno, ¿entiendes?
—Tú imaginación me es extraordinaria, Hag.
—Podría ayudarte a escribir algún libro o podrías preguntarme por ideas.¿O escribirías un libro por mí?
—No parece mala idea.
—Yo nunca tengo malas ideas. Soy el puto amo, Zoo.
—Egocéntrico de mierda —golpea mi rostro con un pequeño cogín. Sólo me centro en su risa.
Joder, como quisiera hacerte reír de esta manera todos días. No sabes cuánto deseo el hacerte feliz, pecas. No quiero que nada te pase.
—¡Oye! Estoy hablando en serio. Sólo mira, se me ocurrió la brillante idea de enamorarme de ti, ¿a cómo le llamas eso?
—¿Tiene un jodido nombre? —se vuelve a reír fuerte, como real, como una risa real, salida con ganas y fuerzas.
Verte sonreír, maldición. Con el sonar de tu respirar me haces sentir en paz, pacífico. No hay nada además de ti, absolutamente nada más, y mierda... Eso lo es todo.
—Se le llama ser el puto amo.
—Entonces creo estar en las mismas, porque estoy empezando a enamorarme de ti, realmente, y ahora resulta que eso tiene su nombre. Recuerda hacerme escribir sobre eso también, Haggart.
Enamorarse. Enamorarse. Suena tentativo y peligroso, riesgoso en tal caso. Enamorarse de ti es un privilegio, estoy enamorado de ti.
Acaricio su cabello, deslizando mis dedos por su mejilla.
—Todavía hay bastantes cosas que quisiera saber sobre ti —murmuro—, pero estoy seguro de que tendremos tiempo para hablar de todo. Bastante tiempo. Primero: porque no pretendo dejar que nada te ocurra, ni a ti, ni a nuestra recién salida del horno familia desastrosa.
»Segundo: porque vamos a lograr salir de todas estas y tendremos centenas de primeras citas donde comeremos hasta tres o más cajas de pizzas entre competencias, y tercero: porque pretendo pasar mucho tiempo a tu lado pecas.
—Haces muchas promesas, Hag —articula después de un largo silencio—. Lamento romper tus esperanzas, príncipe valiente, pero no creo en las promesas. Simplemente creo que es muy fácil hacerlas y luego romperlas. Yo no prometo algo si sé que no voy a cumplirlo, para no decepcionar. Tampoco creo en ellas, para no ilusionarme.
—Creo que no había escuchado algo con más sentido en mucho tiempo —muerdo mi labio. Es un buen punto—. Pero yo realmente creo en mi promesa, pecas. Te quiero conmigo.
—Y yo confío en ti, Dal. Lo hago.
Beso su cabeza y sus labios una última vez antes de ver cómo sus ojos luchan por mantenerse abiertos hasta que no lo logra y se queda dormida. Con cuidado consigo llevarla hasta la cama, y soñolienta vuelve a enroscarse a mi regazo.
No consigo quedarme dormido, pero cierro los ojos y escucho el latido de su corazón, mezclándose con el mío y creando una melodía que sólo percibo si me quedo tranquilo. Llega a incrementar el volumen cuando cierro mis ojos con fuerza, aferrándome a ella.
Y me doy cuenta de haría de todo por hacerla feliz, porque siempre sonría, porque siempre ría. Para ver sus ojos brillar, iluminar mis jodidos días de mierda.
Devon y Brendon —junto a mí mamá— siempre resultaron ser las personas más importantes en mi vida. Mi padre... Lo amo, a pesar de nuestra controversias, es mi padre, nuestra relación persistirá, pero sin embargo, nunca pensé de Zoe en mi vida.
Me había resignado hace un tiempo, lo he dicho. Pero ahora ella está aquí, a mí lado, durmiendo con lo parece tranquilidad, ajena a todo lo que está pasando a su alrededor queriendo despertar y saber que todo va a estar bien cuando lo más probable es no sea así.
La necesito conmigo, la tengo conmigo, no quiero alejarla de mí, pero desde que llegué a su vida, todo se ha tornado para mal.
He sido destinado a arruinar su vida y no quiero aceptarlo, porque al hacerlo, será cuando todo de una vez se vaya al carajo.
Como si ya no estuviese ahí.
La veo dormir por lo que parece un largo tiempo, dándome tranquilidad, pero al lograr levantarme y ver el reloj, no ha pasado más de media hora.
Dejando un beso en su frente me escabullo hasta la sala de estar, donde hay este enorme ventanal y se puede apreciar gran parte de la ciudad a través del cristal.
—¿Jodido? —sobresalto a la voz de Devon a mis espaldas. Suspirando le asiento, toma su puesto a mi lado en el sofá.
—Bastante.
—Chloe recién se acaba de dormir. Esto es peor de lo que nos imaginamos, Dal. Lloró en silencio hasta quedarse dormida, esto es... Como su pesadilla. Como si no pudiese escapar de esto.
—Yo al menos tuve la oportunidad de sacarle un par de risas a Zoe antes de que se durmiera —suspiro. Mi vista se sube al reloj, de nuevo desvelado—. Esto es una pesadilla, Devon, imagina vivir bajo la amenaza de un psicópata obsesivo por casi tres años. Esa chica es más que valiente.
—Lo que me preocupa es que ha amenazado con lastimarnos a nosotros. Y en realidad lo que importa son ellas tres, necesitamos sacar a Chloe de eso y que no se acerque a Zoe, mucho menos a Abigail.
—¿Piensas hablar con papá?
—Si tenemos un cuerpo de policías que lo tenga en la mira mientras regresamos y estemos allá, nos será de gran ayuda —ladea su cabeza sacando su caja de cigarrillos—. El problema estará en convencerlo de que en serio necesitamos de su ayuda. Papá es más escéptico que la mierda. ¿Estimas?
—No, hermano —rechazo el cigarro que ofrece—, le prometí a Zoe que no lo volvería a hacer. No es muy fanática de todo eso, ¿sabes?
—Meh, lo comprendo —cala de su cigarro. Me doy dos puntos cuando no me muestro vulnerable, siempre lo he sabido; no soy un maldito adicto al cigarro—. Pero yo sí lo necesito. Venimos por unas jodidas vacaciones y a mitad de semana conseguimos todo lo contrario.
—Lo sé.
—Pero esto es importante, va por encima de cualquier vacación, podemos tomarlas luego de que toda esta mierda se haya acabado y al muy mal nacido de Wesley lo estén consumiendo vivo en una cárcel.
—¿No descansarás hasta hacer esa fantasía realidad? —lanzo una risa que me sigue.
—Escucha —exhala humo—, ambos sabemos porqué coño nos irrita y nos mortifica el ver a una mujer llorar, ¿sí? —le asiento. La imagen de nuestra madre llorando me viene a la cabeza. Mierda, eso si que nos altera—. Sólo imagina lo que fue escuchar a Chloe llorar con verdadero dolor hasta quedarse dormida. El llanto de un muerto en vida, Dallon. Puto zombie.
—¿Acabas de llamar a Chloe un zombie?
—Mierda, Dallon, sabes lo que quise decir —bufa—. Voy a hacerle justicia a cada lágrima. Y no comprendo cómo es que no estás enloqueciendo con todo esto tratándose básicamente de Zoe.
Carraspeo al verlo terminar con su cigarro para tomar otro y prenderlo enseguida.
—¡Claro que estoy enloqueciendo, Devon! ¡Pero sabes que no es lo que Zoe necesita!
—Vale, vale, tranquilo, entiendo. No es bueno que entres en pánico porque sino ella hará lo mismo, de verdad, entiendo.
—Necesitamos hacer algo lo antes posible, Devon, como sea. Tendrás más jodido poder que yo, pero es mi Zoe la que está en peligro y soy un completo inútil.
—No eres un inútil, las cosas son como son, Dallon, y no vamos a discutir sobre esto ahora. Necesitas ir a dormir, no es momento para pensar. Más tarde hablaré con papá, saldré, déjamelo todo a mí. Ese imbécil no sabe con quién se metió. Y si él cree tener una mafia por andar amenazando gente, ¡entonces yo seré el jodido vaticano!
Carcajeo dejando caer mi cabeza en mis manos, negando esta locura de hermano que me ha brindado la muy hermosa, fantástica y maravillosa vida del carajo.
—Se acabaron las horas, a dormir, vamos —se levanta, arrastrándome consigo hasta el pasillo de las habitaciones. Me detengo en la puerta del cuarto donde está Zoe, deteniéndolo a él también.
—¿Regresarás con Chloe? —pregunto, sonriendo desde mi comisura. Él parece pensarlo por unos segundos y luego se encoge de hombros.
—Yo también merezco amor de vez en cuando, idiota. Y ella me necesita.
—Claro —asiento en burla. Lo último que veo antes de que desaparezca hacia la habitación es su dedo medio y riendo me adentro a mi habitación.
El ver a Zoe dormir hace a mi pecho doler y a mi estómago revolotear al mismo jodido tiempo. Sólo me acuesto a su lado con cautela y la veo nuevamente hasta que consigo quedarme dormido, en un suspiro y el ligero tacto de su mano llegar a mi pecho.
Nadie va a hacerte daño, Zoey, no mientras mi corazón siga latiendo.
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