three, cara a cara.
Zoe
Me alarmo cuando siento que mi cabeza cae de nuevo, es como la tercera vez que me pasa, y a la segunda, parte de mi cabello quedó cubierto de la leche de mi cereal. No he dormido absolutamente nada y puedo jurar que tengo más ojeras que un jodido Koala.
Papá se ríe sentándose frente a mí. Él todavía no sabe nada sobre el tema de Abigail, y sinceramente creo que no lo tomará bien porque, mierda, Abi es como su segunda hija, ¿cómo se supone que debería reaccionar?
— ¿No dormiste bien anoche? —me pregunta dándome una taza de algo humeante. Sonrío, chocolate caliente.
—Corrección, no dormí nada anoche —bufo—. Quizás un café hubiese sido mejor que el chocolate, pero te lo acepto porque te amo.
Él carcajea y le da un mordisco a su sándwich.
— ¿Por qué no dormiste?
No digo nada, puedo mentir o decirle la verdad; que Abigail estuvo de malas toda la noche o que me desvelé estudiando. Mierda.
—Es un tema algo complicado —hago una mueca, él sólo ladea su cabeza y sigue comiendo.
— ¿Te gustaría comentarme sobre eso? Sabes que puedes contar conmigo, amor. Tu madre lo haría.
Le doy una sonrisa. Mi padre es la persona más fuerte que conozco. Puede que yo me parezca a mamá en varios aspectos, pero del resto soy idéntica a él y no me molesta.
— ¡Zoey! —una voz chillona interrumpe nuestra conversación. Me levanto con rapidez para cargar a mi sobrino entre mis brazos. Mi hermano aparece más atrás con una enorme sonrisa.
— ¿Cómo estás, pulga? —dejo sonoros besos en su mejilla que lo hacen reír. Es un precioso niño de cuatro años, una de las mejores cosas que pudo hacer mi hermano.
Cuando el pequeño termina de saludarnos a mi papá y a mí corre escaleras arriba, es cuando puedo darle un abrazo a mi hermano.
—Te ves agotado, cabeza de pato —me burlo, él achina sus ojos hacia mí.
—Y tú pareces un panda, loca —regresa él, me río. He extrañado a mi hermano—. ¿Qué haces aquí?
—Llegué en la madrugada como visita, pero lo mismo te digo, ¿trajiste a Nick y luego te vas? —le pregunto, él asiente.
—Será una buena tarde abuelo-nieto —aplaude papá, reímos—. Los amo, luego hablamos, cariño.
Me da un gran beso y un abrazo y corre detrás de Nick. Quedo frente a frente con mi hermano que me da una pícara sonrisa.
— ¿Qué?
— ¿Cómo has estado? —me pregunta—. Ya no sabemos nada de ti.
—Es bueno que traigas a Nick con papá, hace que se mantenga ocupado y olvide un poco a mamá —le digo, él da un suspiro—. Estoy bien, un poco cansada, pero estoy bien.
—Zoe, te conozco, estás escondiendo algo —asegura—. Si Keith estuviese aquí te aseguro que pensaría lo mismo. ¿Qué pasa?
Doy un suspiro resignado. Mis hermanos me conocen bastante bien para saber que oculto algo, siempre tuve mucha cercanía a ellos y siempre han estado ahí para mí, por lo que no puedo mentirles tampoco.
— ¿Prometes que no vas a enloquecer y que tampoco le dirás nada a papá todavía? —lo apunto, él inmediatamente frunce su ceño—. Promételo.
—Sabes lo que la familia piensa de las promesas, Zoe.
— ¡Exacto! Es por eso que necesito que lo prometas, Daniel.
—Joder, Zoe —carraspea—, sólo dilo, ya me asustaste.
—Está bien —suspiro—. Es sobre Abi.
— ¿Le pasó algo a Abigail? —enseguida se alarma.
— ¡No, no! —salto—, bueno, ¡sí! ¡Pero no!
— ¡Explícate!
—Está embarazada —mascullo tomando sus manos.
Empalidece. Él realmente se pone pálido, más de lo que ya es. Sus manos van a su cabeza. Está en silencio por largos minutos, procesando lo que le dije.
— ¿De quién?
— ¿Recuerdas a su ex? —hago una mueca—. ¿Robert?
Sus puños golpean la mesa haciéndome sobresaltar. Tiene todo el derecho a estar furioso, Abigail siempre fue más parte de nuestra familia que de la suya propia. Muchas veces se quedó con nosotros en casa gracias a que su padre la maltrataba y que su madre la despreciaba. A la única que tenía era a Liz, su hermana menor que está en el primer año de universidad y nosotros.
— ¿Qué se supone que hará ahora, Zoey? —apoya sus manos de la barra, Daniel es bastante corpulento y su brazo izquierdo está llenos de tatuajes, es apuesto—. No podemos dejarla sola, Brooke la matará, esa mujer la detesta y todavía piensa tener derecho sobre ella sólo por ser su madre. Papá debe saberlo, no puede estar sola.
—Es que no lo está, Daniel —me muevo en mi puesto—. Sé que Brooke intentará destrozarla pero no hay que dejar que pase, Nathan también está de apoyo y también sé que papá debe saberlo, pero al menos déjame resolver un poco o procesarlo todo porque simplemente no puedo.
Y rompo a llorar. Él rodea la barra para poder envolverme en sus brazos. Todo esto es increíble. Siempre cuidé a Abigail más de lo que me cuidaba a mí, porque es mi hermana y hago todo por mi familia. Pero ahora estamos destrozadas y ella me necesita.
Quizás esté enojada con ella por ser tan débil y haberse dejado llevar por alguien como Robert, pero es como es ella. Es Abigail. Y lo hecho, hecho está, ya no hay nada que pueda hacer.
—Escucha, esto haremos —me toma de los hombros—, debes distraerla junto a Nathan lo más que puedas, no lo sé, llévala a pasar un día a tu trabajo, al parque, por un helado, yo que sé. Cuando sea el momento adecuado, es decir, cuando se calme un poco la situación y ella esté un poco más estable sobre este tema, buscaremos una solución más rápida, ¿de acuerdo?
Le asiento. Daniel siempre sabe qué decir y qué hacer. Lo admiro.
—Sobre seguir en la universidad, lo hablamos luego, porque ella debe seguir su carrera y tú no puedes descuidar la tuya por andar al pendiente de ella. Hablaré con Keith y más tarde pasaremos por allá —besa la coronilla de mi cabeza—. Tranquila, Abi estará bien. ¿A qué hora tienes clase?
—A las diez —murmuro, se convierte en un bostezo—. Debo ir a la editorial a partir de las tres, pero no quiero.
— ¿Por Abi?
—No sólo por ella —chasqueo con mi lengua—. Adivina quienes son los hijos de mi jefe.
—Uhm —frunce sus labios—. Pistas.
Apunto a mi frente, en mi cicatriz para ser más específica. Él suelta una risa ahogada.
— ¿Tu pesadilla del colegio? —abre su boca, asiento con desgano—. Mierda, sí que te las tienes bien jugadas. ¿Cómo se llamaba? ¿Dalton?
—Dallon —ruedo mis ojos.
—Joder, Zoe, ¿todavía lo detestas? —se ríe.
—No exactamente. Maduré, Dan, ya no estoy para la mierda de prepa. Pero tengo malos recuerdos de él, es sólo eso. No me habló, sólo me vio pero no dijo nada, me topé con su hermano. Tuve que buscar entre libros y preguntarle a Abi si los recordaba. Resultaron ser los hermanos Haggart.
— ¿Y qué es lo que te preocupa de regresar a la editorial? No puedes faltar, es necesario para tu experiencia en tu carrera. Elegiste literatura.
—Me preocupa tener que volverlo a ver y quiera hablarme —escondo mi rostro entre mis manos—, estos dos últimos días han resultado de lo peor. Primero la noticia de Abi y después él. ¿Qué sigue?
Lanzo un bufido. Extraño salir a una discoteca con mis amigos y olvidarme un poco de mi entorno. No soy alguien de fiestas todo el tiempo, pero de vez en cuando no me viene tan mal, es sólo un poco de diversión. Del resto, vuelvo a ser la misma chica de veinte, responsable, tímida, con un filtro entre su boca y pensamientos, y siendo tímida otra vez.
— ¿La ansiedad te carcome?
—Como no tienes jodida idea.
Asiente y palmea mi espalda.
—Por favor, ten más cuidado con eso —me pide y sólo asiento—. Subiré a despedirme de papá. Te quiero.
—Y yo.
Y sube. Baja después de unos minutos y oigo su auto cuando parte.
¿Llevar a Abigail al trabajo? Sólo estaría sentada ahí observándome hacer mi trabajo, pero el ambiente la distraería un poco, como otras veces. Hasta hablar con Chloe, que con cientos de chicas trabajando ahí, es a la única que Abigail soporta. Me ha comentado lo mucho que le desagradan las demás, y yo sé el porqué, no hace falta darle tanta cabeza.
Llamo a Nathan para avisarle y hacer que la convenza desde antes, ese hombre tiene un encanto de película al que nadie se puede resistir, sobre todo Abigail.
Una vez preparo todo y estoy lista para partir a la universidad, tomo otro taxi. Este fin de semana tendré que ir a buscar mi auto al taller, estoy ansiosa.
Amo la literatura, así que las clases se hacen bastante interesantes y el tiempo se me pasa rápido. Estoy en la cafetería de ahí cuando me llega un mensaje de Nathan afirmándome que Abigail ha aceptado y sonrío. Presiono el botón de llamada a su teléfono.
— ¿Le dijiste a Nathan que me rogara? —es lo primero que me dice al atender.
—Eh, se dice "hola" primero gruñona —me río—, sólo le dije que intentara convencerte.
—Pues lo hizo, pero jodiendo mi paciencia, ¿no pudiste haberlo pedido y ya? No, tenías que hacer de Nathan uno de los mejores actores de Estados Unidos.
Escucho a Nathan decirle lo exagerada que está siendo y ella bufa.
— ¿Vendrás conmigo o no?
—No sé si pueda manejar en este estado, me siento peor que la mierda, Zoe.
—Nathan puede, lo sé, por haberte jodido la paciencia ahora tienes que hacer que te lleve —le digo, ella calla.
—Siempre tiene buenas ideas, mal nacida —me río junto a ella—, nos vemos allá entonces.
—Abi, por cierto —llamo antes de que cuelgue—. Estuve hablando con Daniel hoy y...
— ¿Le dijiste? —me interrumpe, suena asustada. Obviamente le interesa lo que mis hermanos piensen porque son como sus hermanos también.
—Dijo que hablaría con Keith para ir al apartamento más tarde. Papá todavía no lo sabe.
— ¿Podemos esperar un poco antes de decirle? —suplica—. Por favor, Zoe, sabes que amo John, es como mi padre, no puedo decepcionarlo de esta manera.
Y sé que va a quebrarse de nuevo, así que me apresuro a tranquilizarla porque si no me alterará a mí y no es lo que busco.
—Eh, eh, calma, no es cierto, eso lo hablaremos luego. Ahora toma una gran ducha y nos vemos en la empresa. Te pido que no ahogues a Nathan.
—No te prometo nada.
—Adiós —me río y corto. Doy un suspiro para tomar mi vaso de té y salir del lugar. Es tedioso trabajar y estudiar al mismo tiempo, están por salirme canas fucsias.
Mi teléfono comienza a sonar de nuevo, es Wesley. Contesto.
— ¿Sí?
— ¿Cómo estás? —casi canturrea. Suelto una risa.
—Bien —le respondo en el mismo tono—. ¿Surgió algo? ¿No estoy yendo tarde de nuevo?
—No, apenas van a ser las dos, pero por eso mismo te llamo —dice entusiasta—. Date vuelta.
Frunzo mi ceño y veo a mi alrededor, nada más para encontrarlo recostado de su auto con su teléfono en la oreja y una sonrisa que podría iluminar una calle entera... Si no fuese porque no busco a nadie en estos momentos.
Vuelvo a reír sin quitar mi teléfono de la oreja.
— ¿Almuerzas conmigo? —pregunta—. Te oí hablar sobre McDonald's.
— ¿Y el trabajo?
—Valdrá la pena que Mike nos aniquile con sus miradas intimidantes por llegar tres minutos tarde.
Comienzo a caminar hacia él, no quito mi teléfono todavía, él tampoco lo hace. Llego a él quedando frente a frente. No me parece abrumador que, aun así teniendo tacones, él siga siendo más alto que yo. Reprimo una sonrisa.
—Estás loco, Wesley.
—Te sorprenderías si te dijera la razón de mi locura.
Me limito a simplemente reír. Él se echa a un lado abriendo la puerta del copiloto, como todo un caballero.
—Señorita —me tiene su mano, hago una tonta reverencia y tomando su mano, subo, luego él rodea el auto y sube también.
Probablemente Chloe no esté tan desquiciada como creo y quizás deba darle una oportunidad a Wesley. Nunca se sabe.
Wesley abre la puerta de cristal y deja que yo entre primero para luego pasar él a mis espaldas. Estamos regresando de McDonald's y bien puedo decir que para haber sido un almuerzo inesperado y totalmente informal, fue uno de los mejores. Llegamos temprano como para haber tardado tanto —según mi parecer—. Reímos por algo que él ha dicho cuando veo a Chloe abrir su boca en sorpresa y palmea rápido el hombro de Abigail a su lado. Wes no lo nota pero al menos yo sí, por lo que tengo que evitar rodar los ojos.
Llegamos hasta mi escritorio y él las saluda a ambas, deja un beso en mi mejilla tras guiñarme el ojo y se retira. Es cuando quiero esconderme de las perras de mis amigas que me miran como si hubiese perdido mi virginidad con él.
Sí, sigo siendo virgen. No, no me preocupa.
Sin embargo, ellas no dejan de mirarme como una linda presa a la cual están a segundos de atacar.
Chloe sigue a Wesley con su cabeza y Abi suelta un chillido.
— ¿Fue una cita? —articula Chloe pausadamente—. ¿Fue una cita?
—Por enésima vez, no. Salí de la universidad y él estaba afuera esperándome, me invitó a almorzar y acepté, ahora —me siento en mi silla—, ¿podrían dejar de actuar como hormonas con patas?
—Amiga, por si no lo recuerdas, yo soy una hormona con patas ahora mismo —Abigail se apunta con su índice y ladeo mi cabeza—. Y eso estuvo muchísimo mejor que haber preguntado para una cita. Fue inteligente de su parte.
—Y tú no insistas que ya te hablé sobre eso —detengo a Chloe antes de que comience a gritarme qué tan "perfecto" es Wesley para mí. Ella baja sus hombros.
—Espero que no tenga que ver con el Haggart que te topaste ayer —entrecierra sus ojos—, eres la mujer más afortunada del mundo.
Hace un puchero. Recién acaba de terminarle a su ex y ya añora otra presa. Chloe es la similitud de desesperación, cosa que no acepta.
— ¿Sabes sobre Dallon? —le pregunta Abigail, enseguida le abro mis ojos. Le ha dado información privada a la bocaza de Chloe.
— ¿Dallon?
—Dallon Haggart —continúa ella, me ha ignorado. ¿Es en serio? ¿El embarazo también le afectó las neuronas?—. El hijo de su jefe, Devon fue quien se topó con Zoe ayer. Dallon era su pesadilla en primaria y secundaria.
Chloe inmediatamente expande tanto sus ojos como sus labios en una perfecta "O" mayúscula. Abigail ha hablado demás y se percata de ello después, porque a pesar de tener mi rostro hundido en mis manos la escucho disculparse tras un silbido.
— ¡¿Estudiaste con los hermanos Haggart y nunca me lo dijiste?! —grita. Ella realmente grita.
Y es Abigail quien tapa su boca y se disculpa con las personas presentes, mientras que yo sólo soy capaz de controlarme para no querer ahorcarla. Tira bruscamente de mi brazo y del de Abigail para dirigirnos a la sala de descanso, está vacía.
—¡Mierda, Chloe, detente! —exclamo viéndola cerrar la puerta. Comienza a caminar de un lado a otro.
— ¡Vuelves a hacer eso y no me va a importar lo mucho que te aprecio, perra! ¡Te engraparé a la puta pared! —le grita Abi, haciendo a Chloe verla con desconcierto.
— ¡Lo siento, de verdad! —chilla—. Pero, Zoe, ¡esos hombres son literalmente intocables! Son los hijos de uno de los mejores empresarios de Estados Unidos.
—Chloe, ¿si recuerdas que estamos trabajando aquí por experiencia, verdad? —le recuerdo, ella asiente en otro pequeño puchero. Abigail aun gruñe por lo bajo. Los cambios de humor están empezando a aparecer-. No puedes lanzarte a los hijos del jefe así como así.
— ¡Lo sé, Zoe, joder! —carraspea—. Pero soy una mujer endemoniadamente hormonal, no puedo soportarlo. Lo lamento.
Me siento al lado de Abigail en unos de los sofás, volviendo a esconder mi rostro.
—Oye, Abi y yo estudiamos con él y él solía molestarme, no es gran cosa, es más bien una idiotez de la que ni siquiera deberíamos estar hablando porque él ni siquiera me recuerda —desato el nudo que se había formado en mi garganta, se siente bien—. Así que, por favor, deja la paranoia, has estado pareciendo loca últimamente y me estás asustando, ¡no estoy jodiendo!
—Capto, capto —rueda sus ojos—. Eres verdaderamente la mujer más afortunada del universo. Eres hermosa, con un mejor amigo enviado del cielo, con Wesley a tus pies y ahora esto. Mierda, chica, regala un poco, no seas egoísta.
Su tono me hace soltar una risa. Niego. Habla como si no posee nada de lo anterior. Es un poco ciega a decir verdad.
Me quedo callada, no le contesto, creo que es mejor dejarla en paz para que acomode su mierda y deje de actuar como psicópata hormonal. Abigail se pone de pie.
—Iré por un jugo. Espero que cuando regrese tú estés más estable del cerebro, Nelson —le apunta, Chloe rueda sus ojos y como niñas ambas se sacan la lengua.
¿Está el universo conspirando en mi contra ahora mismo? Joder.
— ¿Cómo es que no te reconoció ayer? —me pregunta sentándose a mi lado.
—No lo sé, Chloe —me giro hacia ella—, la última vez que nos vimos fue en la preparatoria y él seguía haciéndome la vida imposible. Con tan sólo decirte que respiraba en paz cuando él faltaba.
Bufo, no son buenos recuerdos de mi adolescencia. Algo me decía que todo sería un poco diferente si la vida o lo que sea se disponía a reencontrarnos de nuevo, pero nada puede asegurármelo. Siento ahogarme en un jodido vaso de tequila.
—Todo esto es increíble —risotea—. ¿Te imaginas?
— ¿Qué cosa?
—Enamorarte del chico que te molestaba de pequeña.
Da una carcajada mientras que a mí me deja pensando. Oh, no. Para nada.
—No, eso sí que no, Chloe. De todas las mierdas que se te han estado ocurriendo los últimos días te digo que ésta es la peor. Ni se te ocurra jugar con algo como eso.
—Era bromeando, animal —da otra carcajada—, es sólo que todo pasó tan rápido y tan de película. ¿Sabrías cómo reaccionar al respecto?
¿Lo sabría? Considero que sí. Todos los libros que he leído han tenido que servirme de algo. El chico malo busca de alguna manera a la chica débil y hace de todo por quedarse con ella. Ella termina desistiendo y se lanza sus brazos. Pasan por un mal tiempo, pelean, se reconcilian, tienen mucho sexo y al final son felices para siempre con una familia, una casa y el perro de los comerciales infantiles.
Sí, lo sé de memoria.
¿Me pasaría lo mismo? Yo sólo suplico que no. Tampoco sé qué pensar sobre los clichés. Simplemente me dan igual.
La puerta se abre de un golpe y se cierra de otro teniendo a Abigail respirando aceleradamente desde ella, Chloe y yo nos levantamos sobresaltadas. Y me aterro, voy enseguida hacia ella.
— ¡¿Estás loca?! —reprocho—. ¡Mierda, Abigail, no puedes agitarte de esa manera! ¡Te hace mal!
Ella mueve sus manos intentando recuperar su respiración. Trata de decirnos algo.
Luego de un par de minutos, ella es capaz de hablar.
—Los vi —jadea—, están aquí.
— ¿Quiénes? —frunzo el ceño.
— ¿Dallon y Devon? —cuestiona Chloe, pero ella niega.
—No, no —traga sonoramente, tampoco es una chica muy atlética—, Dallon y Brendon.
— ¡¿Brendon?! —mascullo—. ¿Qué coño? ¿Ese tipo sigue vivo?
Hablo como si hubiese más personas en la habitación cuando sólo estamos nosotras tres. Como con asco y demasiado asombro mezclado.
—Ahora sí me perdí —dice Chloe—, explíquenme quién demonios es Brendon.
—Su pesadilla de primaria y secundaria —señalo a Abi, que ahora parece querer hiperventilar—, mejor amigo del Haggart desde el tercer grado.
Ella se paraliza.
— ¿No están jodiendo?
— ¿Acaso ésta es una cara de estar jodiendo, Nelson? —le dice Abigail.
Chloe ironiza una risa y sacude su cabeza repetidas veces siseando "perras afortunadas". Lo cual no viene al caso porque ahora Abigail está teniendo un silencioso ataque de pánico y yo estoy por tener uno.
No, Zoe, no debes dejar que te intimide. Fue hace muchos años, ellos no las recuerdan a ninguna de las dos. Respira en paz.
La puerta vuelve a abrirse, y la tres nos giramos sólo para encontrarnos la cara no muy amigable de Mike, nuestro jefe. Lo que me faltaba.
— ¿Se puede saber qué hacen en la sala de descanso en horario de trabajo? —dice con la misma voz firme y gruesa que me intimida. Me viene a la mente la imagen de Devon ayudándome con mis libros en el colegio. ¿Realmente es su padre? Devon no parece intimidante.
Pero luego me aparece la imagen de Dallon tirándome a la cabeza los mismos libros. Sí, es su padre.
—Nosotras ya... Nos íbamos —balbuceo tomando la muñeca de Abigail.
—Andando —nos dice y tiro del brazo de mi amiga, también llevándome a Chloe. Ella decía no temerle al jefe, pero pude ver cómo se asustó.
Respiro un poco cuando parecemos perderlo de vista y las oficinas comienzan a verse, pero en el pasillo hacia allá viene entrando un grupo de cuatro chicos y tanto Abigail como Chloe detienen sus pasos dejándome a mí junto a ellas.
El grupo se detiene a la par de nosotras y Abigail se aferra a mi mano, siento que el corazón se me va a salir por la boca.
— ¿Qué no era la gran cosa? —musita Chloe en mi oído, y quiero golpearla.
—¿Abigail? —el primero en articular alguna palabra es Brendon, que ahora mira expectante a la chica a mi lado.
Abigail no le ha respondido, pero Devon y el otro chico se retiran lentamente y Chloe va detrás de ellos.
Y mi vista va hacia el chico a un lado del trigueño. Puedo asegurar que es Dallon, porque ahora recuerdo bien sus ojos, su mirada. Tiene sus labios entreabiertos y me incomoda. Ahora comprendo de dónde ha sacado el intimidar a las personas tras observarlas, hay veces en las que su padre hace lo mismo. Me remuevo.
Siguen siendo igual de azules que la primera vez, incluso más. Bellísimos, jodidamente bellísimos.
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