seventeen, los deseos de Nick.
Zoe
Jueves.
No suelen agradarme los jueves, simplemente me parecen aburridos, pero hoy lo es y no me molesta.
Hoy es jueves y me siento feliz.
Jueves. Oh, bonito jueves. Nunca te has visto más precioso.
Pero es por la calidez que habita sobre mi cuerpo, rodeándolo con fuerza, tanta, que desearía que no acabara nunca, por más que lo encuentre algo asfixiante. No me interesa, ya nada me interesa.
Cuatro días han pasado, cuatro grandiosos días. Días en los que me he sentido completa y radiante, despertando a su lado porque se ha rehusado a que deje su lugar. No he querido abandonar su lado, ¿y para qué hacerlo? Ya no quiero alejarme de él.
Tras hablar con Dallon la noche del domingo, la semana comenzó con los nervios de mi trabajo, dudando en la confianza de Devon, pero entonces mi novio construyó una fuente de esperanza en mí, como si fuese todo un profesional en ello.
Mi novio. Dallon es mi novio.
Novio del que no he conseguido despegarme, pero como ya lo dije, ¿para qué hacerlo? No me arrepiento de nada. Sí, hace un par de meses nos volvimos a reencontrar y han sido dos meses llenos de anécdotas que ahora rondan por mi cabeza con entusiasmo. Desde las cosas buenas hasta las cosas malas.
Y es que no me siento con miedo. He sido aceptada en el trabajo nuevamente, haciéndome respirar con tanta calma que junto a Dallon salimos a un parque de diversiones cercano para celebrarlo, sólo por un par de horas ayer en la tarde, puesto que he conseguido mantenerme con mi trabajo, más no que mi mejor amiga estuviese dispuesta a romper su orgullo por mí.
Me lastima, porque, ¿quién quisiera perder a su mejor amiga por algo tan absurdo como aquello? Necesito pedirle disculpas, aun así, haber escuchado decir a Dallon sobre darle su espacio quizás sí era lo correcto. Pero tenía otra duda: ¿y si ella está esperando por mí para irme a disculpar?
Conozco a Abigail como la jodida palma de mi mano, y hasta más. No rompería algo tan sagrado como su orgullo para venir hacia mí, así que, si yo no tengo problema, ¿entonces porque no ir?
Es lo más ridículo por lo que hemos discutido jamás, y después de hablarlo con Dallon la noche anterior, estaba decidida a ir hoy después del trabajo hacia el apartamento de Liz donde está ella ahora, porque además de querer ver a mi amiga, saber cómo está y disculparme con ella, también tengo que ver a mi ahijado crecer.
—Dallon —susurro, moviendo su musculoso brazo, sin conseguir nada más que quejidos de su parte—. Dallon, cariño, me asfixias...
Intento mover su brazo que rodea mi cuerpo otra vez. Intento fallido, me apega más a él. Respiro con exaspero, debe estar bromeando. No pueden ser más de las ocho y treinta de la mañana. Suerte que asisto a la universidad sólo lunes, miércoles y viernes, pero él asiste lunes, martes, jueves y viernes, por lo que tendría que estar allá en un par de horas y medias.
Sí, he leído y memorizado por encima su horario, sin llegar mucho a fondo puesto que sólo quise saber qué días asistía.
—Dal, me enojaré —rezongo por lo bajo. Sé que me escucha, sé está riendo por lo que acabo de decir. Quiere decir que lo está haciendo a propósito, pero gracias a mi poco sentido de resistencia, tiendo a reírme y entonces suplicar que me suelte, recordándole nuestros planes para hoy.
Él a regaña dientes afloja su agarre, depositando efusivos besos en la parte derecha de mi rostro antes de darse vuelta y continuar con su sesión de sueño.
Suspiro.
Estoy aprendiendo a quererte tanto, Haggart. ¿Por qué?
Entre pequeñas risotadas logro levantarme de la cama, siendo consciente de mi falta de pantalones, ya que como toda buena novia que estoy comenzando a hacer, he probado y/o "tomado prestado" gran parte de sus camisetas. Esas que nunca vuelven a aparecer una vez llegan a mis manos; a pesar de que estoy intentando que no sea así.
Cuando termino de cepillar mis dientes, tomar mi cabello en una desordenada cebolla y retribuido mis pantalones, regreso a la habitación checando mi teléfono, observando la espalda de mi novio reposar con tranquilidad contra las almohadas, en paz, brindándome de su calma.
Avisarle a Nathan que pasaría estos días junto a Dallon ha sido menos complicado de lo que he llegado a imaginar. Ha necesitado su tiempo "a solas" para pensar bien, y teniendo su espacio en el solitario apartamento poblado simplemente por él, le ha hecho de gran ayuda.
Me felicitó por la noticia de Dallon y yo intentando una relación, y no dejó de repetirme que si me hacía daño lo dañaría por el triple. Y le creí, porque sé de todo lo que puede ser capaz mi amigo. Ser gay a veces no te quita lo masculino como todos piensan, por lo menos no a él, y es algo que medianamente agradezco. Amo a mi Nathan.
Me percato de que he quedado mirando a Dallon en un estado tan pacíficocon absoluta ternura rodeando mi ser. Sentí una gran envidia que me envió a su lado, en la orilla de la cama donde descansa su rostro tendido y un pequeño puchero que se escapa de sus labios y resisto a besar.
Me he vuelto devota de sus labios. Y es que simplemente ya no puedo resistirlo más. Probablemente, este hombre es todo lo que he necesitado el último tiempo. Todas las expectativas de Chloe, todas las conversaciones con Nathan, todas las noches en vela con Abi.
¿Qué si todo estaba destinado a terminar con él? Soy fiel creyente, y creo que Dallon estaba destinado a alegrar mis días, tal como los arruinó.
La vida nos está compensando. Y es tan loco estarlo viendo ahora mismo, respirando con absoluta calma, en la cama de un apartamento donde sólo estamos nosotros dos, actuando como la reciente pareja que somos junto al clima que se presta a la perfección.
Convirtió mis días oscuros en días esplendorosos. ¿Cómo supongo agradecerle todo aquello? ¿Cómo?
Mi vista recorre su rostro, haciéndome suspirar con los escalofríos yendo desde mi estómago regándose por todo mi cuerpo. ¿No es cliché hablar sobre mariposas, verdad? Es todo un jodido zoológico de fútbol americano, como me lo comentó la otra vez.
Sus pestañas son largas y parecen roseadas con sol gracias a su claridad, siguiendo por su rostro adornado por su vello facial crecido que no he insistido en que retire porque lo hace ver más caliente de lo que realmente es, y eso a mi lado pervertido le fascina.
Sus parpados revelan bonitas y pequeñas venas, y deslizándome hacia su espalda son cientos las pecas esparcidas a lo largo de su extensión que me hacen sólo morder mis labios y el interior de mi mejilla. Al parecer yo también tengo pecas a las cuales admirar sin prejuicios.
Su cabello es lacio y sus labios carnosos y sonrosados. Deliciosos también.
—Amo cuando me miras casi de la misma manera en la que te miro yo a ti —sus palabras salen con dificultad por encontrarse boca abajo en la cama, pero lo entiendo gracias a su cercanía.
—Apestas, Haggart —sonrío, queriendo molestarlo—. Deberías ir a cepillarte antes de que asesines al medio ambiente.
—¡¿Pero por qué tienes que matar el romanticismo?! —grita girándose para quedar boca arriba, provocándome incontables carcajadas—. ¡En las comedias románticas es el hombre quien hace eso! ¡Ese debería ser yo, el mata pasiones! ¡No tú!
En un gruñido fingido se levanta de la cama, sólo con pantalones de chándal y aun somnoliento. Con fuerza me toma en brazos, ignorando con habilidad mis gritos y quejidos y termina por estamparme contra la cama haciéndome rebotar. Pronto estoy siendo atacada por sus manos en cosquillas y continuos besos por mi rostro y mi cuello, dejando mis labios para el gran final.
Paso desapercibido el común mal aliento mañanero, conteniendo mi respiración y olvidando por completo qué tan asqueroso podía ser eso. Sus ojos medianamente abiertos, siendo opacos, junto a su cabello despeinado y el increíble aire de saber que está recién levantado son los que me hacen viajar a otro mundo.
¡¿Realmente este hombre está enamorado de mí?! No, yo no lo merezco. ¡No lo merezco!
Pero aquí está, besándome y abrazándome, recordándome por una octogésima cuarta vez lo mucho que me quiere, sin dejar escapar esa sonrisa que me ha tenido cautivada desde un principio. Agradecida que no sea el mismo niño de primaria y secundaria, podría disfrutar de él ahora.
—Buen día —susurra con su nariz rosando la mía—. Lamento asesinar el medio ambiente.
—Ya qué importa —encojo mis hombros. Aprecio tanto el brillo en sus ojos que me siento débil.
Sus ojos están brillando, por mí. En serio lo están haciendo.
—Importas tú —presiona su agarre, llevándome hacia él para abrazarlo y recuesto mi cabeza de su hombro desnudo, dejando que ahora la punta de su nariz y la comisura de sus labios se entretengan con mi cuello.
¿Cuánto es el tiempo que debe pasar para superar esto? No lo sé, y tampoco quiero saberlo, jamás.
Entre risas sé que mi rostro está tomando ese característico tono rojo que se ha vuelto una costumbre en cuanto se trata de Dallon y sus comentarios. Seguimos somnolientos, realmente desearía poder quedarme junto a él todo el día, nada más que acostados en la cama mirándonos y perdiendo el tiempo en besos.
Aunque para nosotros sería más como un tiempo valioso.
—Debes alistarte para ir a trabajar a la librería —acaricio su rostro. Posee pequeños lunares que fácilmente puedo unir con alguna lapicera. Lo dejaré para la típica broma del marcador mientras duerme.
—Aún falta como hora y media —rezonga sin soltarme.
Comienza a mecerse de lado a lado mientras amortiguo mis risas contra su cuello. Tiene esta esencia masculina que me hace querer voltear los ojos del placer que causa, el perfume de hombre debe ser una de mis más grandes debilidades, y para nada ayuda que mitad de su ropa y parte de las cobijas estén impregnado con ello.
Entre sus movimientos, puedo sentir algo extraño presionándose contra la parte baja de mi vientre, y no tengo que ser una cerebrito para saber de qué se trata. Sin embargo, esa ingenuidad de la que tanto Brad ha alegado, sale a flote juntándose en mis mejillas y haciéndome presionar mis labios en una línea.
—¿Dal? —cuestiono, conteniendo mi risa, él hace un sonido con su garganta—. ¿Gustarías tomar una ducha fría?
Por un par de segundos queda estático, los próximos segundos se basan en separarse de mí lentamente con sus labios fruncidos.
—Estaba silenciosamente rezando para que no lo notaras —ladea su cabeza, suelto mi risa contenida—. Lo siento.
—Simplemente ve a ducharte, ¿quieres? —sacudo mi cabeza, y él enseguida acepta tras robarme un beso.
Con una gran sonrisa postrada en mi rostro me dirijo a la cocina para así preparar un pequeño desayuno para ambos.
Y sólo aspiro por más mañanas así.
—Muy bien, teniendo todo listo puedes retirarte —me sonríe Devon, es decir, mi nuevo jefe de ahora en adelante—... Cuñada.
Carcajea dejándome un abrazo que correspondo.
—Eres mi nuevo jefe, no deberíamos tener ningún afecto familiar en todo esto, Devon.
—Oye, estás haciendo a mi hermano feliz y es lo único que te agradezco. A la mismísima mierda las reglas de mi padre, esta es mi empresa también.
—Entonces por mí está bien —me río siendo seguida por él. Doy un suspiro—. Dev, ¿cuándo hablarás con él?
Él suspira.
—¿Aún sigue afligido?
—Un poco —saco una mueca—. Eres una de las personas más importantes para él.
—Vale —vuelve a suspirar—. Prometo arreglar las cosas o lo que sea que le moleste. Además, todo esto ha sido patético, y extraño a mi hermano, así que me verán por allá en algún momento.
—Gracias —sonrío.
—Eh, una pregunta —me detiene cuando me dispongo a salir—. ¿Están viviendo juntos ahora?
Mi sonrisa decae.
Es algo en lo que no hemos pensado por el simple hecho de estar emocionados con nuestra relación, no hemos establecido el vivir juntos, sino que el lugar se dio para obtener algo de privacidad y centrarnos en nosotros.
—Yo... No lo sé, no lo hemos pensado —paso mi mano por mi nuca—. Es algo apresurado en sí, el lugar sólo se dio para ambos en el momento, y estamos ahí.
—Comprendo —asiente—. Aunque después de doce años no me sorprendería.
—¡Yo no sabía que él sentía algo por mí! —exclamo sonando ofendida. Él carcajea.
—¡Pues eras la única que no lo notaba! No tienes ni la menor idea de todas las cosas que Dallon hizo y dejó de hacer por ti, así ni lo tomaras en cuenta y hasta llegaras a odiarlo —se encoge de hombros—. Simplemente te quería y estaba bien con que no lo supieras. Como sabiendo que de alguna forma lo rechazarías y todo se iría a la mierda.
—¿Entonces te alegra el poder llamarme "cuñada" ahora?
—Bastante —y su risa se ve acompañada por la mía—. Nos vemos, Zoey. Ya pasaré por allá, adiós.
Y después de un beso en la mejilla él desaparece por uno de los pasillos y despidiéndome de algunos de mis compañeros salgo de la editorial.
Iría directo al apartamento donde vive Liz, necesito volver a ver a mi amiga y disculparme por cualquier idiotez que hice alguna vez. Desde la más pequeña hasta la más grande, la cual aparentemente resultó ser la última ese día de la fiesta.
No haber tenido a mi mejor amiga en unos de los peores días de tu vida, vaya. ¿Cómo mierda es que sigo pisando tierra?
Fueron los peores, y se lo diría, porque no me quedaría quieta hasta tener a mi Abigail de vuelta conmigo, con todo y panza y berrinches. Quiero ser parte de su vida, tanto como lo fui antes quiero serlo ahora, más que nada. Me hace demasiada ilusión, demasiada.
La necesito conmigo, como toda nuestra vida.
Mi auto aparca en todo el frente de la residencia, debía dejar el auto afuera puesto que es una privada, adjunta a la universidad a la que asiste Liz. Cabe decir que es su padre quien se encarga de pagarla, algo como un regalo de disculpa por todos los daños causados en años anteriores. No se podría agradecer más.
Calladamente es Liz quien consigue hacerme ingresar porque ella tiene esa accesibilidad de poder pasar a cualquiera puesto que es su casa en todo este tiempo y Abigail no sabe que estoy aquí. Animadamente nos dirigimos al recinto. He venido antes, pero sólo un par de veces y ha sido con Abigail por lo que sé cómo llegar a la habitación.
Ella es llamada por una chica que parece ser su amiga y me dice que simplemente toque la puerta, Abigail está ahí. Yo sólo le asiento y con el mismo nerviosismo que la veo desaparecer, me encamino con cierta rapidez hacia el piso de su apartamento.
Toca la puerta, Zoe. Ella te perdonará, han pasado por muchas cosas en toda su vida como amigas y esta no es la excepción, sólo está enojada contigo, sabes bien qué fue lo que hiciste, por lo tanto bien sabes cómo disculparte.
¿Y si realmente no quiere saber nada de mí? ¿Qué pasará si decide alejarme de ella hasta que el bebé nazca? ¿Y si me odia?
¡Mierda, sólo hazlo!
Mi cuerpo da un salto, siendo asustada por el sonido de la puerta abrirse. Aun así, mi asombro se expande es a la imagen que abarca mi campo visual:
Brendon riendo junto a Abigail en el umbral de la puerta y quedando paralizados cuando se dan cuenta que soy yo la que está del otro lado.
—Yo... —el trigueño balbucea, decayendo su sonrisa inmediatamente—. Yo ya me voy, nos vemos, Abi.
Y evitando mi mirada, el tatuado logra escapar.
Justo antes de que la puerta se cierre con enojo, chillo empujando con todas mis fuerzas para que esta se mantenga abierta.
—¡Abigail, déjame pasar! —exclamo tratando de que mi cuerpo pase por la ranura, pero sólo encuentro lastimarme—. ¡No te hace bien el hacer fuerza, por favor, déjame entrar! ¡Vengo a disculparme!
—¡Vete, no quiero saber de ti! ¡No quiero verte! ¡No quiero hablarte! ¡Seguimos igual, Zoe!
—¡Por Dios, te lo suplico, debemos hablar!
Y mis flácidos brazos se rinden en el momento menos indicado, dejando que el peso de ella haga fuerza y se escuche un gran portazo por el amplio pasillo.
Mis ojos enseguida comienzan a brotar lágrimas de coraje, deslizándome por la puerta en un movimiento dramático, pero es lo que es.
Necesito a mi mejor amiga de vuelta.
—Vete —se escucha débilmente desde la puerta—. Yo estoy bien. Vete...
—Lo siento —sollozo—, de verdad, Abi. Quiero estar ahí...
—Zoe, todo está de maravilla, ¿sí?
—¡No! —chillo—. Casi me despiden de mi trabajo, Wesley me lastimó y está preso porque Dallon casi lo deja inconsciente, Brad tuvo sexo con alguien más y Nathan está tan mal que es difícil de explicar.
Lo digo con rapidez, para que no tenga la oportunidad de interrumpirme.
—Fue la peor semana de mi vida, todo después de que decidiste venirte para acá —mi cabeza se esconde entre mis rodillas—. No estuviste ahí para apoyarme, y me sentí la mierda más mierda. Dallon ahora es mi novio, desde este último domingo, él es el que ha estado en gran parte para mí, porque Nathan necesitó su tiempo a solas y lo dejé por toda esta semana.
>>Nick te extraña, papá no deja de llamarme preguntando por ti y he tenido que explicárselo. Me regañó, pero lo conoces, no me dejaría en esas, fue uno de los que me incitó para venir a disculparme, debes saberlo. Al igual de Dallon. Sobre Brendon, no me molesta, pero me gustaría hablarlo. Sólo necesito que me perdones, sólo eso.
Y lo que calculo como cinco minutos se pasan conmigo tirada en el suelo, con mi espalda apoyada de la puerta y sin obtener alguna respuesta por parte de ella. Las secuelas de mi recién ido periodo regresan cuando oigo el sonido de la cerradura abrir. Con agilidad me pongo de pie, y sé que todo mi rímel se ha caído por la humedad, pero me vale mierda, a ella le ha pasado igual.
Sus palmas limpian su rostro sin querer dejar rastros, pero la realidad es que toda su cara está empapada con destellos negros esparcidos.
Por supuesto que no dudo ni un segundo en lanzarme a sus brazos, y la sujeto con más fuerza todavía cuando sé que corresponde.
—Perdóname tú a mí —es lo que la escucho decir después de otros cinco minutos de estar simplemente paradas en el umbral, ni siquiera molestándonos en cerrar la puerta.
Que todo el puto mundo se entere de que estamos de vuelta.
—Te extrañé muchísimo —dice contra mi cuello, pronto estoy limpiando con mis pulgares su maquillaje corrido y besando su frente. Olvidando en gran parte todo lo que supuestamente alguna vez sucedió.
—¿Te has sentido mejor? —pregunto, entregándole el vaso con el jugo natural.
—Algo —suspira—, este lugar me da claustrofobia. Me hizo ver qué tan acostumbrada me he hecho a nuestra cueva.
Me echo a reír. Sentarme frente a ella mientras bebe de su jugo y acaricia a su vez su creciente vientre me estremece hasta el punto de que no puedo evitar sonreír, creo que parezco cínica. Pero está ahí, sana y salva, y ahora sonríe al igual que yo.
Recuerdo haber tenido esta conversación junto a ella sobre las cosas que realizaríamos cuando ambas fuésemos madres, o alguna de nosotras, porque éramos conscientes de que alguna sería primero. Sé que lo recuerda, recuerda esa promesa que le hice sobre estar ahí, a su lado, apoyándola, porque ella tenía miedo de ser un fraude como madre y yo quería protegerla.
Todavía con trece años, nos hemos preocupado sobre prepararnos para este momento, física y mentalmente. No fue un buen inicio, pero sé que de ahora en adelante, pondremos en marcha aquella lista que nos preparamos en octavo grado para cuando esto sucediera.
Sin fallas.
—He aceptado el que Brendon asista a las citas médicas, cada dos semanas —murmura con su vista en el vaso, un leve sonrojo se cuela hasta sus mejillas, dejando un rastro hasta la punta de su nariz y una sonrisa amenazante desde sus labios—. Desde la semana pasada lo volví a ver en el centro, él trabaja cerca.
—¿Y entonces?
—Pues... Decidió que no quería seguir en las mismas, y como el terco que se ha mostrado persistió en ir a almorzar conmigo. También acepté el que me ayudara en todos estos meses. No hablamos sobre después —con su mano restriega tu cara, no me da el tiempo de reaccionar—. Yo, realmente, necesitaba descargarme, Zoey. Y de la nada Nathan no contestaba su teléfono, y tenía este tema contigo y Liz estudiaba y simplemente él apareció, ¿comprendes?
Yo le asiento con un pequeño puchero que se me ha escapado. Sus ojos se muestran cristalinos, los limpia con sus dedos.
—Y le dije todo. Y fue increíble porque él me escuchó, y se sintió tan diferente a todos aquellos años —empieza a sollozar otra vez, la abrazo, dejando que su cabeza caiga en mi pecho—. Le hablé sobre Robert, y me habló sobre su problema con Dallon. Se disculpó conmigo como un millón de veces, y ayer se ofreció a llevarme el lunes a la primera consulta.
—¿Puedo ir, verdad? —salto de inmediato, pareciendo horrorizada. Si me hubiese tardado en venir, sería Brendon el que estuviese sosteniendo su mano mientras tanto, y yo jamás me podría haber perdonado eso.
—Justo se lo dije hoy —ríe por lo bajo—. No hubiese sido capaz de soportar el estar ahí sin ti o Nath a mi lado. Claro que sí. Y sobre lo de Brad, tendré bastante por resolver cuando regrese a casa.
—Él está dolido, Abi —acaricio su cabello—. Se siente dolido y traicionado.
—¿Te agradeció el haberte ido del apartamento toda esta semana?
—Sí —suspiro—. Fue difícil al momento, pero sé que lo necesitaba para aclarar su mente y pensar un poco, así que decidí quedarme tranquila.
—Ya hablaremos con él —se abraza más a mí—. ¿Y qué hay de Dallon?
Su sonrisa se incrementa con picardía cuando ve la mueca que se escabulle por mi comisura.
—De lo mejor. Él es en verdad increíble, Abi. Jamás lo imaginé.
—Jamás lo imaginamos —lo hace plural, riéndose—. Quién diría que terminaríamos cayendo por el par de imbéciles que siempre detestamos.
Mi boca se abre con suma sorpresa, porque acaba de admitir que le gusta Brendon. Pero no se me da la oportunidad de reprochar por alguna verdadera explicación gracias al sonido de la puerta. Ella bufa, pareciendo realmente molesta.
—Maldición, pegaré un cartel con luces fosforescentes y una flecha que diga "aquí está el timbre" para la próxima vez que a alguien se le ocurra tocar la puerta.
Carcajeo cuando la veo pararse del sillón.
—Es Daniel, le he pedido que trajera a Nick porque quería tener a alguien con quien pasarla esta noche —me dice antes de abrir la puerta y dejar ver a una sonriente personita saltar a sus brazos.
—¡Tía Zoey! —mi sobrino salta hacia mí una vez se da cuenta. Lo abrazo viendo a Daniel parado en el umbral de la puerta.
—¿Todo bien entre ustedes? —sonríe de brazos cruzados, Abi y yo asentimos—. Ya era hora, Keith y papá estaban preocupados.
—No volverá a pasar —reafirma la castaña, provocando que mi hermano entrecierre sus ojos.
—Uhm, ¿prometido?
—Prometido —risoteamos ambas al unísono.
—Vale —deja un beso en la frente de cada uno, entreteniéndose por último con Nick y entonces se despide. Notándolos a ambos más felices de lo normal.
Entonces mi hermano sale, y mi sobrino empieza a dar saltos a nuestro alrededor entre carcajadas.
—¡Eh, Nick! —intento tomarlo en brazos para que se tranquilice. Termino persiguiéndolo bajo la atenta mirada de Abigail y cuando lo atrapo se me da por lanzarnos a ambos en el sillón frente a ella.
—Calma, terremoto, ¿por qué estás tan energético? —le pregunta ella, y él sólo comienza a reírse entre mis brazos. Intercambio miradas con Abi.
—¿Estás feliz? —pregunto ahora yo. Él consigue escaparse de mis brazos y quedarse sentado en el sofá, con nosotras mirándolo.
Asiente frenéticamente a lo que considero respuesta a mi pregunta, y me hace gracia el no haberle preguntado un por qué, cuando ya nos lo está diciendo.
—Mi deseo se hizo realidad, tía Zoey —aplaude con sus manitos, ensanchando sus mejillas hasta donde puede.
Abigail frunce su ceño, mirándome con confusión, mientras que mis labios acaban por entreabrirse en sorpresa.
¿Se hizo realidad?
—¿Realidad? —cuestiono. Él asiente nuevamente.
—¿Qué se hizo realidad, campeón? —pregunta Abi. Nick se ríe.
—Mis deseos, pedí deseos con la tía Zoey —para mi mayor sorpresa, vuelve a sacar el dichoso papel, donde ha dejado plasmado su dibujo familiar y se lo tiende a ella. Su ceño se frunce más—. Mami y papi ya no se gritan, y se dieron un besito aquí cuando estaba en el carro —apunta a sus labios, bajando su mirada en pena—. Y tú y Abi están juntas. Y Dallon es tu novio.
De acuerdo, ahora estoy aterrorizada.
—¿Cómo sabes eso, amor? —pregunto con mis ojos abiertos. Abi también está sorprendida.
—Papi dijo —se encoge de hombros—. Pedí más, pero tengo que esperar, creo.
Y con su mirada baja, le arrebata el dibujo a Abigail y corre hasta tomar su pequeña mochila, desapareciendo por el pasillo donde de alguna manera sabe que queda una habitación.
Me quedo sentada junto a mi amiga en el sofá, completamente atónita con lo que nuestro niño ha dicho.
—¿Deseos? —me mira—. ¿Cómo una estrella fugaz o una carta a Papá Noel?
—Deseos, como pedírselo a Dios —respiro hondo. Ella parpadea y acabamos mirando a la nada por otro largo rato. Me levanto del sillón—. Avisaré a Dallon que me quedaré aquí esta noche.
—Sí —repite mi acto—, yo le avisaré a Nath que mañana regresamos al apartamento.
—Bien.
Sonrío dirigiéndome a mi cartera, donde guardo mi teléfono. Dal no tarda en contestar y por otros diez minutos hablamos, viendo que comenzamos a ser de esas parejas un poco melosas y es cuando decidimos cortar la llamada antes de que alguien nos pille siendo completamente ridículos.
Abi dijo que Nathan le había dicho algo como: "Ni mierdas, yo necesito estar ahí para esa verga, díganle a Liz que me espere para poder entrar", por lo que ahora está de camino para acá. Esperamos a que él llegue para comenzar a preparar la cena junto a Liz y su compañera.
Nathan se ve mucho más animado que la última vez que lo vi, y el abrazarlo con fuerza ha sido bastante reconfortante para ambos, para los tres, en realidad. Siempre inseparables desde tiempos memorables.
Y es cuando estamos todos sentados frente a frente en la mesa, cuidando del pequeño Nick y sonriéndonos mutua y sinceramente que me doy cuenta de que la vida a veces no puede ser tan mierda como pensamos.
_______________________________
Chloe en multimedia.
#DomingoDeSuMirada nueva portada, y cAPÍTULO DEDICADO A JcuteB .
Tu comentario me llegó al alma y quería agradecerte dedicándote este capítulo. Muchísimas gracias por creer en mí como escritora, siendo esta mi primera historia oficial. No tienes idea de cuantas veces lo leí para asegurarme de que era real. Por comentarios como esos voy a seguir adelante como escritora mientras a las personas les guste lo que publico.
Casi somos 1k y no puedo estar más agradecida.
Simplemente, gracias por leer xxx.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro