nine, escapando de un domingo.
Zoe
— ¿Se volvió loco? —carcajeo al parlante. Él bufa.
—Él quería que estuvieras aquí —dice, puedo saber que rueda sus ojos—. Al parecer fuiste buena enfermera.
Alcanzo oír a Brendon quejarse a su lado.
— ¿Sigue ahí? ¿Es que no tiene hogar propio?
—A veces pienso que mi hogar es más el suyo que el mío —de sus labios sale otro bufido—, otras veces pienso que formamos parte de la decoración y nada puede ser más tranquilizador. Estoy rodeado de idiotas energéticos.
Suelto una risa, es increíble cómo no hemos parado de hablar en todo este transcurso de ayer y hoy.
—La mejor parte es que sabes lidiar con ello, Haggart. Sólo imagina tener a Abigail de mal humor y a Nathan tan enamorado que te jode la existencia.
Le lanzo un beso a mi mejor amigo semi-desnudo que está en la cocina y me saca el dedo de en medio, Abigail aun duerme. Es temprano, van a ser las diez de la mañana.
—Yo necesito conocer al imbécil que te tiene esa ridícula sonrisita en el rostro —habla lo suficientemente alto como para que Dallon lo escuche. Da una exclamación.
— ¿Así que te estoy haciendo sonreír? —risotea, enseguida niego—. También necesito conocerlo, algo me dice que me agradará.
—No es como si fuese asunto tuyo, Haggart. Y te agradará, eso tenlo por seguro.
— ¡Mierda, deja de llamarme "Haggart"! —dice irritado—. Yo me sé mi apellido, Zoe, gracias. Pero tengo nombre, por si no lo recuerdas.
—Si tú me sigues llamando "chica virgen" entonces estoy en toda mi libertad de llamarte como se me venga en gana, campeón. Aguántela.
Se vuelve un manojo de bufidos, y me siento tan estúpida que es imposible no querer soltar risas. Muchas veces las he reprimido y me he puesto tan roja como tomate maduro, no es mi mejor elección de tonos.
Él disfruta de ello a pesar de todo. Y es que cuando confesó que gustaba de mí fue como un balde de agua fría inesperado. Sólo agradecí a todos los santos habidos y por haber que mi ansiedad no se presentara, no salí corriendo como idiota o colapsé. No hubo nada, y aun así a la vez lo hubo todo.
Quiero cachetearme, porque sin siquiera darme cuenta, he empezado a tomar a Dallon en cuenta, así como creía haber empezado a tomar a Wesley, y ahora mi mente me está matando. No es como si todo fuese justo, Wesley me quiere y lo demuestra. Entonces está Dallon que recién reaparece en mi vida y comienza a jugar con mi cabeza de la nada -cosa que no le voy a permitir por tanto-.
Sólo necesito pensar y organizar mi mierda.
—Sigues teniendo un culo de muerte.
—Puedes irte a la mierda.
—Uh, estoy ahí desde hace bastante tiempo, preciosa.
Me doy la libertad de sonrojarme, él único que puede verme es Nath y parece estar concentrado en su taza, pronto se encuentra caminando en mi dirección sentándose en el sillón frente a mí. Ahora no tengo escapatoria.
— ¿Qué pasó con Devon y la otra chica? —cambio de tema. En realidad, sí siento curiosidad por lo que le había pasado.
—Esa es otra historia a parte —suspira—. Se acobardó. Me refiero a que se puso nervioso, sólo se quedó conversando un rato junto a ella y demás, nada como un beso o parecido. La quiere lo suficiente como para hacer algo así. Mi hermano está realmente enganchado, Zoey.
—Ver a un hombre enamorado me da cierta ternura —le comento, hace un tono burlista—. ¡En serio! Por alguna razón no me quejo de Nathan, es adorable.
Recibo el golpe de un cojín. Amo a mi Nathan, me duele que sea gay, pero amo a Brad, entonces me fascina que lo sea. La parte pervertida de mí siempre anda de fiesta por ello.
—Pues tú bien puedes ser testigo de un Brendon enamorado, no te has perdido del espectáculo.
—Un Brendon enamorado puede ser peligroso —me echo a reír, él se une a mí—. Mi parte curiosa todavía necesita saber el porqué de todo ese asunto, Dallon.
—Sigo sin tener el consentimiento de mi amigo como para cantarlo a los cuatro vientos —chasquea con su lengua—. Lo siento, chica virgen.
—Algún día lo sabré de todas formas, no creo irme de este mundo sin saberlo —digo con aires de superioridad, es que es verdad.
—Eso lo veremos —ríe—. ¿Tienes algo planeado para hoy?
— ¿Además de estudiar? No lo creo. Mañana hay trabajo y universidad de nuevo —muerdo mi lengua, recordando algo que no sé si deba decirle. Pero como me gusta ver el mundo arder en ocasiones, puedo intentarlo—. Y probablemente salga a almorzar con Wesley.
— ¿Qué?
Presiono mis labios, reprimiendo la risa que amenaza con salir. Sueno como un puerco soltando la carcajada que me delata.
— ¿Estás intentando ponerme celoso? Porque te aseguro que lo estás logrando, Ainsworth.
—Eh, yo puedo salir con quien a mí me venga en gana, soy una americana libre, no creo que puedas cambiar eso.
—Ya veremos más adelante —suena cabreado, creo que cumplí mi objetivo. También creo que me gusta Dallon estando celoso—. Sólo quiero que sepas que si no fuese porque tengo que ir a la universidad a esa hora y ayudar a Devon en otros asuntos, también te invitaría a almorzar. Debes saberlo. Gracias por el dato, ahora la cabeza me va a carcomer todos los días.
¿Te gusta Dallon, Zoe?
—Deja el dramatismo —digo restándole importancia, esto me tiene como un verdadero tomate, qué coño—. ¿La cita del viernes sigue en pie?
—Tú me confundes demasiado, pecas, ¿lo sabías? —oigo su risita, muerdo mi labio—. Claro que sí. Por cierto, fue bonito verte dormir. Puedo tachar esa actividad de mi lista mental.
—Estás jodidamente mal, Haggart —sacudo mi cabeza sin permitir que salga mi risa—, nos vemos.
—Tú me tiene tienes jodidamente mal —confiesa, sólo puedo cubrir mi cara con mi mano como si él estuviese justo en frente—. Adiós, virgen.
—Obviaré el "virgen", adiós —doy otra risa antes de colgar, dándome el tiempo de poder escuchar la suya también y me quedo observando la pantalla.
Me percato enseguida de que Nathan sigue frente a mí, me mira con sus ojos entrecerrados.
—Ahora me dirás todo. Quiero detalles y sin rodeos, ya —ordena sin mover un dedo, sólo está ahí sentado mirándome como gato sigiloso. Su mirada es azul, pero sigue sin ser la de Dallon.
Es que nada nunca podrá igualar ese azul. Es un azul peculiar, ese brilloso, la seda no puede compararse. Para nada. Es como un océano, uno en donde no te da pavor hundirte o ser devorado por tiburones, porque es como si siempre estarás a salvo.
Son exactamente así.
—Ocurrió un incidente el viernes en la noche —suspiro, no pienso mentirle a Nathan, tampoco es que sea la mejor en ello—, me llamó diciendo que necesitaba mi ayuda y sólo accedí. Ayudé en lo que tenía que ayudar y me quedé.
— ¿Haciendo? —movió su mano.
—Pues... —muerdo mi labio—. Tuvimos, ¿una cita?
Casi escupe lo que bebe. Abre sus ojos con sumo asombro y posa su índice frente a mí, indicándome que me detenga.
—Abigail debe saber sobre esto.
Sé que de alguna u otra forma Abigail lo sabrá así que no pongo resistencia. Mentir cada vez me es más difícil, nunca se me da, no me educaron con esos valores. Sí, soy una jodida chica educada. No sirvo ni para actriz, es la peor mierda existente.
Cuando Nathan aparece con Abi a regaña dientes, ella se sienta frente a mí con él a su lado y resopla. Extraño tener a la Abi jodedora y desbordante de felicidad las veinticuatro horas tocándome los cojones.
— ¿Qué pasó?
—Zoe tuvo una cita con Dallon el viernes en la noche —suelta directo, ella frunce su ceño, pensativa.
—Sí, nos despedimos de ella cuando se fue, Nath. Pero pensé que había sido una simple cena.
Nathan se echa a reír con incredulidad, ella y yo intercambiamos miradas y sólo pude encogerme de hombros. Es estresante todo este tema, nunca sé cómo reaccionar ante ello. Hasta ahora creo sentir lástima hacia Wesley y confusión hacia Dallon.
—No, no, no —sacude su cabeza—. A la media noche, Dallon llamó a Zoe pidiéndole ayuda en algún incidente misterioso, Zoe aceptó y se quedó con él en su casa. ¿Voy bien hasta ahora, querida Zoey?
Asiento rodando los ojos. Ahora es Abigail quien tiene sus ojos abiertos de par en par.
—Tuvieron una cita y por eso anda tan sonriente la hija de puta —ríe ahogado, le lanzo ambos cojines que están a mis lados.
— ¿Zoe? —cuestiona ella.
—Es que no lo hice porque quisiera —rezongo pataleando como niña—, él me tomó por sorpresa, yo sólo estaba ahí para ayudarlo con Brendon porque estaba jodido y apestando a licor y lo había golpeado quien sabe por qué. Había pizza, bebidas y eran casi las dos de la mañana. Él admitió que siempre ha gustado de mí y me incentivó a tener una segunda cita porque tomó la cena como primera.
Tomo aire después de decir eso. Tampoco soy buena contando este tipo de cosas. Usualmente no soy buena en una mierda, adiós mundo cruel.
—No entremos en pánico, vale —respira hablando más para ella que nosotros—. Es patético, Zoe. Necesitas organizarte. ¿Te gusta Dallon o Wesley?
He ahí mi dilema. A organizar se ha dicho.
—Nunca he tomado a Wesley como algo más, eso lo saben. Que haya estado intentándolo es diferente. No quiero tener este tipo de problemas absurdos de niña colegial, Abi.
— ¿Entonces? —dice Nathan—. ¿Cuál se supone que es la diferencia con Dallon?
—Que siempre ha estado ahí y ahora empezó a jugar con mi cabeza y es diferente, Nath —muevo mis manos con desesperación—. ¿Ahora entienden por qué no quería nada que ver con el amor?
—Pues llegó el momento, Zoey —Abi llega mi lado, enseguida estoy recostada en sus piernas. Creo que la panza comienza a notarse, lo que me recuerda que no le hemos comentado nada a papá todavía y ella sigue sin dirigirle la palabra a Keith.
—Dallon es un imbécil —resoplo—, y no quiero hacer sentir mal a Wes, sigue siendo mi amigo.
—No te voy a decir con quien estar y con quien no —me dice Abi—, sólo que tengas cuidado en tu elección. No sientes nada por Wesley, eso está bien. Y si estás empezando a sentir algo por Dallon, ¿entonces por qué no? Obviando todos los años en el colegio, maduraron, están empezando de cero. Eso también está bien.
Nathan asiente para luego darle la razón. Wesley está descartado, por más que me sienta mal al hacerlo, es lo correcto.
La puerta suena y se abre dejando ver a Brad que saluda con varias bolsas y una gran sonrisa en cara, que decae de nuevo al verme. Baja sus hombros exhalando sonoramente, dejando las bolsas a un lado en la mesa y tras dejar un casto beso en los labios de su novio, se dirige a mí.
— ¿Ahora qué te pasó?
—Puede que sienta atracción a Dallon —digo mirando fijo al techo, sin embargo, lo oigo suspirar.
— ¿Qué hay de Wesley? Llegaste aquí llorando el viernes por una rosa que te dejó.
—Fue cuando me di cuenta de que estoy jodida. Me conoces Brad, nunca sé exactamente qué es lo que realmente quiero, me tomaría meses tener una elección concreta.
— ¡Es que eres tan ingenua, Zoe! —exclama irritado, y sé que tiene razón-. No sabes cómo hacer en este tipo de casos donde debe ser tomada una decisión inmediata. Si te sientes atraída por Dallon, ve por él, y si quieres a Wesley como tu amigo, entonces que sea así.
Lo miro fijamente. Rápidamente Nath y Abi le dan la razón. Brad es bajo y delgado, parece inocente a simple vista pero no es así, siempre parece ser el más cabeza dura de los cuatro. Estoy orgullosa que mi amigo haya podido conseguirse a un hombre como él, por más sencillo que luzca cuando Nathan es todo lo contrario.
—Por mí no te preocupes —ladea Abi—, debo aprender, Zoey. No puedes detener tu vida por ocuparte de la mía, no me hagas sentir una inútil. Chloe me dijo que no querías andar "presumiéndome" una pareja cuando yo estaba mal. No puedes arruinarte por no hacerme nada a mí, no tengo ningún problema.
Mis ojos se han cristalizado, ahora la estoy abrazando fuertemente.
Desde que Dallon reapareció en mi vida todo se ha vuelto más complicado. Desde mi familia hasta mi cabeza en el ámbito sentimental. Todo ha afectado de una manera increíble. Con suerte estamos logrando salir adelante.
Aun así, considero repentinamente rápido toda esta situación con Dallon, no puedo decir que me gusta, me atrae. Es diferente.
Y sí, soy lo suficientemente ingenua como para estarme preocupando y estarle echando tanta cabeza a esta mierda tal como lo ha dicho Brad. Pero no es mi culpa, es que lo siento así.
La compañía de Dallon no ha sido del todo mala. Me ha demostrado que ha cambiado, que ha madurado, y que puede ser alguien si se lo propone. Con principios. Y una vida.
Me dijo que me quería, sus ojos brillaron cuando me lo dijo. Y es que su mirada me cautiva lo suficiente como para haberme atrapado tan fuerte y rápido. Tan de la nada, inesperado.
Siento que quiero continuar con eso.
Le brindo un abrazo a Brad porque se lo merece y a Nathan también. Entonces avisan que harán el almuerzo por lo que me quedo con Abi que acaricia mi cabello en el sillón. Se ve preciosa, seguramente eso del embarazo es cierto cuando dicen que te convierte en una mujer radiante y esplendorosa. Ella lo está siendo.
—Vi a Brendon ese mismo viernes en el centro —deja salir en un murmuro, su voz tiembla—. Quiso acercarse a mí y no lo permití, salí corriendo.
—Mierda, Abi, ¿qué te he dicho sobre eso? —gruño—. ¡No puedes agitarte, estás embarazada!
— ¡Ya sé, ya sé! Pero es que me incomodó mucho, al punto de que quería gritarle que se alejara de mí —se estremece—. Siento que no lo quiero cerca, que va a seguir siendo lo mismo de primaria y secundaria. Confío en que Dallon haya cambiado, ¿pero lo viste a él? Tiene los mismos aires de idiota superior a todos, ese que se folla a todas y cree que tiene todo a su poder por ser jodidamente atractivo.
Da un bufido. Me reprimo una risa, me toma un segundo darme cuenta que quizás somos mejores amigas por ser igual de imbéciles y tontas, que ambas podemos ver las idioteces de la otra, pero no las nuestras propias. Probablemente por eso también nos complementamos.
— ¿Sí recuerdas que ambos se disculparon con nosotras ese último día de clases y que ambas le gritamos lo mucho que los odiábamos? —cuestiono en una risa, ella deja salir una también tras sacudir su cabeza.
—Lo recuerdo a la perfección. Él incluso me insistió, pero renegué —observa al suelo con fijeza, puedo decir que todos los recuerdos se están reflejando en su mente haciendo a su piel erizarse—. Simplemente no quiero pasar por lo mismo, Zoey. Considero que obtuve suficiente.
—No puedes sólo sacar una conclusión así como así. Si hasta el sol de hoy Dallon quiso disculparse conmigo, ¿qué te hace pensar que Brendon no quiere hacerlo?
— ¿Qué es lo que pretendes, Zoe? No voy terminar enamorándome del chico que me hizo la vida imposible en el colegio.
— ¡Eh! Yo no estoy enamorada de Dallon —pego un cojín contra su rostro.
—No ahora, pero lo estarás más adelante si sigues así.
—Vale, vale —alzo mis manos en rendición—. Sólo me gustaría que aceptaras su disculpa sin huir de él, sin dejarte intimidar. Nada más para dejarle un poco la conciencia tranquila al pobre.
—En tal caso, huiría al enterarse de que estoy embarazada —rueda los ojos, me hace bufar—. ¿Le comentaste a Dallon?
—No le he dicho a papá, ¿piensas que le diré a Dallon? —sueno ofendida—. Claro que no, Abi, por amor a Dios.
—Vale, está bien —alza su manos—. Lo pensaré, pensaré en ello, pero no te prometo nada.
—Está bien —ladeo—. ¿Piensas seguir yendo a la universidad? Faltaste la semana pasada.
—Puede que sí —hace una mueca—, tampoco es que me haya estado sintiendo bien.
—Todo depende de ti —la abrazo de nuevo y ella me asiente.
Nos levantamos para ayudar a los chicos con la comida. Hablamos sobre Chloe, al parecer hay rumores de que ha estado detrás de Wesley. Pero es Chloe, se abre de par en par a cada hombre con cuerpo promedio o tonificado de barba y ojos azules, verdes o en sí, claros. Y lo sé porque la he visto.
Yo no la juzgo, no soy quien para hacerlo, pero hay veces en las que simplemente lo que hace no está bien. Cada quien hace con su cuerpo y su vida lo que le plazca, y si quiere lanzarse a Wesley -cosa que dudo porque a él tampoco es que le agrade mucho la pelirroja tintada-, pues bienvenido sea.
También hablamos sobre el aun no haberle comentado a mi padre el tema del embarazo, le dimos fuerzas a Abigail y decidió por sí sola que se lo diría este fin de semana, ya que asistiría a la universidad a partir de mañana nuevamente y no se quería disculpar todavía con Keith. Según, lo está haciendo cobrar por el daño suministrado cuando la ofendió, y yo sólo puedo estar del lado de mi amiga porque mi hermano bien puede ser el rey de los gilipollas cuando se lo propone.
Al terminar de almorzar cada quien va a su respectiva habitación, es un día bastante tranquilo, como cualquier domingo, está nublado y frío. Es tedioso el tener que estudiar así.
A la hora me aburro, más bien debería estar viendo alguna película o conversando con mis amigos. Me quiero lanzar un zapato por querer ser siempre responsable.
Pienso en mandarle un mensaje a Dallon, ha sido víctima de mi aburrimiento estos días, pero no porque yo lo buscara a él, todo lo contrario.
Ya tengo mi auto, lo retiré del taller ayer en la tarde por lo que también podría ir a algún lugar. Quizás podría ir al cementerio donde está mamá o a casa de mi hermano para ver a Nick, pero no creo querer deprimirme ahora mismo o irrumpir el día libre de Daniel con su hijo, ya que es uno de los pocos días que tiene para pasar tiempo de calidad junto a él.
Por lo que Haggart regresa a mi cabeza.
Sin pensarlo mucho -para no arrepentirme- me lanzo hacia mí teléfono otra vez, buscando el número que guardé con una simple "D".
"¿Estás libre?" dice éste.
Tarda en responder, mientras tanto muerdo mis uñas sin la mínima intención de partirlas, tampoco dejo de mirar el móvil en todo el rato y me veo desesperada. Así que me tengo que esperar un lapso de un par de minutos para contestarle cuando llega su mensaje.
"¿Qué tiene mi chica virgen en mente? Considero que ya habías tardado mucho."
"Idiota. Sólo estoy aburrida, tengo mi auto y quiero invitar esta vez, ¿está bien un helado? Tampoco me ahogo en dinero como tú."
Contesta más rápido:
"Me ofende que pienses que el dinero me complementa. Pecas, mi padre se ahoga en dinero, yo sólo trabajo en librerías. Y sí, me encantaría tomar un helado contigo."
Reprimo una sonrisa. Me he dado cuenta que me sucede siempre que se trata de él. Y no sé si eso es bueno o malo.
"Era jugando, ardiente. Voy para allá."
Él no contesta y me levanto con rapidez de mi acolchado para acomodar toda la basura que me rodea, aquello que suelo llamar mi físico. Tomo mi bolso y las llaves de mi auto, me veo una última vez en el espejo y salgo del cuarto. Ni siquiera cambio mi vestuario y les aviso a los demás que saldré, sin darles oportunidad de decirme algo.
Ya en el auto enciendo la radio y al no encontrar nada bueno la apago, será un trayecto para pensar, al parecer.
Tampoco me toma mucho llegar a la fachada de la casa Haggart, me es extraño recordar la dirección a la perfección cuando aún tenía dudas sobre las calles que daban a mi hogar. Van a ser las tres de la tarde y veo a Dallon salir de la enorme casa siendo seguido por Brendon, bajo la ventanilla del lado del copiloto.
—Sácame de aquí —dice llegando al auto, le hago una seña y enseguida se adentra al auto. Brendon logra ser rápido y llega con nosotros.
—Chica virgen —parece saludar. Incrédula giro mi mirada al de ojos azules que finge una sonrisa, susurra un "lo siento" y golpea la cabeza del trigueño que deja de reprimir su risa—. Cuídame a mi hombre, tú y yo necesitamos tener una buena conversación después. Una muy buena.
—Oh, créeme que sí —le aseguro y se despide golpeando a Dallon esta vez. Él cierra la ventanilla y me va a hablar, lo interrumpo—. Ni, se te ocurra, Haggart.
—Eh, es mi mejor amigo —se excusa—, estoy seguro de que algo le has comentado a Nathan o a Abi, o a ambos.
—Te equivocas —carraspeo—, eres realmente un imbécil.
—Así me vas a aprender a querer.
Reniego con mi cabeza sin prestarle atención. Pronto estamos en el centro dirigiéndonos a una heladería, parece bien poblada por lo que decidimos apresurarnos.
—Me debiste dejar pagar aunque fuera mi parte —se queja comiendo de su helado, ruedo los ojos.
— ¿Si yo pude pagarlo por qué debía dejar que tú lo hicieras? Dije que yo invitaba esta vez.
— ¿También sueles llevarle mucho la contraria a todos? —frunce su ceño, jadeo golpeando su brazo, lo hace reír—. Sigues siendo igual de enojona.
—Díselo al que supuestamente le "encanta" verme enojada —bufo haciendo comillas. Lo hace reír de nuevo.
— ¡Y es que me encanta! Es más, si ser un imbécil hace que te enojes tanto, voy a seguir siéndolo porque, lo creas o no, realmente me fascina —su mano se posa en su pecho—. Tus mejillas se siguen sonrojando y eso es favorecedor, ¿lo sabías?
No puedo hacer más que jugar con la cuchara de mi helado al momento que dice eso.
—Tú sigues siendo increíble. Pensé que buscabas una amistad.
—En realidad, es lo que busco —se encoge de hombros—, pero no me quita el derecho de querer conquistarte. Hasta ahora siento que estoy haciendo un buen trabajo, estás sonrojada justo ahora y estoy seguro de que no te has percatado de ello.
Mi mano pasa por mí rostro, dejando salir un respiro hondo.
— ¿Cómo es que terminaste comentándole a Brendon nuestros ridículos apodos? —pregunto al sentarnos en una mesa para dos a la afueras de una cafetería, maravilloso.
—Pues, mi amigo es algo entrometido al igual que mi hermano, ¿sabes? —ladea su cabeza—. No es como si tuviese escapatoria de ellos. Leyeron los últimos mensajes que nos enviamos.
—Increíble —me río intentando acabar con mi última cucharada de helado. Con un movimiento rápido, logra desviar mi mano hacia su boca, tomando el poco helado que me sobraba.
Mi chillido logra hacer a varias personas girar para vernos, o con rareza, o con ternura por la escena que presenciaban: dos jóvenes actuando como infantes en una pequeña mesa de cafetería.
— ¡Eres un jodido idiota! —gruño limpiando con servilletas el pequeño desastre que se ha creado. Él da risas ahogadas.
—Puedes acabarte el mío, pecas, tranquila —risotea tendiéndome su helado que niego—. ¡Vamos!
—No seas molesto, Dallon —sueno más enojada todavía. Él apoya sus codos de la mesa presionando sus labios.
De la nada, su índice pasa por el helado y luego por mi mejilla dejando algo esparcido por ella. Levanto mi vista para verlo. Ahora estoy realmente enojada por sus acciones infantiles que han logrado joderme lo suficiente.
Carcajea y prosigo a limpiar mi cara, aun así él es más rápido. Pasa por encima de la mesa, inclinándose, y llega a mí para presionar sus labios contra mi mejilla, alejándose tan rápido como se acercó. Lo miro relamer sus labios estando atónita por un momento antes de bajar mi vista. Bien sé que estoy sonrojada.
Aclara su garganta.
—Me encanta el chocolate.
Puedo estar segura de que ahora me empiezas a encantar tú también.
Dallon en multimedia.
Gracias por leer, ponquecitos xxx.
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