forty, encajando a la perfección.
Dallon
¿Sanos y salvos en casa? Listo.
¿Padres y tíos entusiasmados por bebé Darren más de lo que alguna vez llegué a imaginar? Listo.
¿Zoe siendo una mamá oso comprometida con bebé Darren? Más que listo.
¿Mamá oso comprometida con papá oso? Mierda...
Los últimos tres días, después haber regresado de África, procuré tener todo listo para pedir la mano de Zoe. Tuve mucha ayuda de nuestros amigos, también de mis cuñados y sobre todo de mis padres y hasta mi suegro, quien por cierto, me ha vuelto a repetir que tenemos su bendición. Al parecer Darren le ha derretido otro poco.
Junto a Nick y Lia, el pequeño Darren parece más que contento, y algo me dice que se apegará a Zoe más y mucho antes de lo esperado.
Desde luego, lo único sobrante en el impecable plan éramos nosotros. He convencido a Zoe de dejar que entre Nathan y Brad cuiden de Darren, los cuales se enamoraron del niño a primera vista. Creo que ya tenemos un padrino por esa parte.
Como había predicho, la emoción de Zoe al ver el color de sus ojos desbordó como el agua en un vaso de tequila, mientras que mi madre casi llora por seguir con la letra "D" en el nombre y saciar su capricho. Uno casi invisible, pero capricho al fin. Sólo Dios sabe lo mucho que mi querida madre taladró mi cabeza para llevar eso a cabo.
—No te desesperes, no te sientas nervioso, los nervios son sólo unos hijos de puta que osan del simple hecho de joder tu conciencia como si fuese mierda. Zoe te ama, ella aceptará. Acaban de ser padres.
Esas fueron las claras palabras de mi mejor amigo, siempre teniendo que guiarme para no meter la pata. A su manera, claro está. Yo simplemente no sabría que hacer sin Brendon, y espero jamás descubrirlo.
Devon dice que mi hijo será un rompe corazones. Según palabras de Chloe —recitadas por él— a las mujeres les vuelve loca un moreno de ojos claros. Y parece ser que nosotros tenemos tal privilegio. Estamos llenos de privilegios. Somos una familia hecha de privilegia.
—Procura tener todo listo, con eso me refiero a la bendita caja. Por amor al mismísimo Dios, Benjamin, que se te olvide todo menos esa caja. Bueno, no todo, tienes un buen discurso... ¿cierto?
— ¿Es que acaso debo tener uno? —agradezco que no pueda ver el horror que atraviesa mis facciones, porque no puedo evitarlo. Yo no tengo ningún discurso preparado.
—No te alteres, no te alteres —mi amigo me hace respirar por sobre el teléfono. Llamarlo a último momento me ha sido de ayuda. Prácticamente estamos regresando al principio, donde yo tenía miedo por cagarla con Zoe y entonces él aparecía, salvándome el culo y diciéndome qué hacer y qué no.
Aunque ya saben lo que dicen; si tienes dudas, vuelve a lo básico. ¿Se puede aplicar esa teoría en éste caso, verdad?
Estoy jodido.
»No tienes que preocuparte, tú la amas, ¿no? Habla desde el corazón, amigo. O toda la mierda cursi que se te pase por la mente. Zoe y tú poseen la relación más propensa a la diabetes que conozco. Todavía recuerdo la mierda del zoológico de fútbol y toda esa porquería.
—Vale, no necesito más insultos sobre mi relación, Brendon, gracias —suelto un bufido, pero él suelta una carcajada.
— ¡Tú me llamaste!
—Ya sé, ya sé. Es que, si sabes que soy patético, ¿para qué te sorprendes?
— ¡Tú sólo ve y pon el jodido anillo en su dedo, perrita! Te estás ahogando en un puto vaso de jugo, no es la gran cosa —voy a replicar, pero me detiene—. Y deja de rechistar, naciste siendo patético, patético te vas a quedar. La próxima vez que vea a Zoe más te vale que su mano brille. Palabras de mi futura esposa, no mías. Ahora, adiós, y suerte. Te quiero, recuerda que eres mi hombre.
Y cuelga.
Antes de poder decir o permitirme sentir algo más, agradezco vanamente a mí teléfono y salgo del baño, justo para verla salir del pasillo que da hacia las habitaciones con un vestido negro que me permite ver su pierna izquierda en un corte vertical.
Sus brazos y parte de su pecho se pasean descubiertos, mientras su cabello castaño, oscuro y ondulado cae por encima de sus hombros. Sólo un par de accesorios y maquillaje que para mí es innecesario, y estoy jadeando como si nunca hubiese experimentado la respiración antes.
Me hace sentir ridículo en el simple traje, pero ella parece encantada con ello. Es la razón por la cual no me quejo.
— ¿Nos vamos? —extiende su mano hacia mí. Caminando hasta ella la tomo, la acerco tomándola de la cintura, devorando enseguida sus labios y probablemente arruinando su labial, pero aun así me corresponde gustosa.
No sé en qué momento subimos al auto, o en qué momento llegamos a Blackville, pero he decidido que todo debe suceder en donde todo comenzó, con Martha y el resto del personal como amigos que son.
Todo tiene aires de salir sensacional, a la perfección.
—Sabía que vendríamos para acá. Sólo tú podrías hacer algo así.
Su risa me hace reír, y entre sus mismas risas coladas con las mías entramos al lugar. Somos recibidos calurosamente por el personal, Martha nos felicita, pero no le he comentado sobre el por qué estamos acá y vistiendo elegantemente de paso.
Pero ella se inmuta, no nos hace ninguna pregunta al respecto, y antes de ir a sentarnos a nuestras mesa, pedimos nuestra pizza. Ellos están considerando el cambiar el nombre en el menú por algo referente a nosotros, cosa que agradecemos.
—Una coca-cola fría y un par de vasos, por favor —pido a Jules, quien con una sonrisa sale corriendo hacia los adentro de la cocina. Zoe sólo mira desde su puesto en la mesa y ríe.
Regreso con los vasos y la bebida, sirvo en ambos y, tomando asiento, alzo mi vaso en son de brindis.
— ¿Qué exactamente celebramos hoy, señorito Dallon? —cuestiona alzando su vaso, imito el acto.
—Que somos una familia, señorita Zoella. Que la amo, que es usted una mujer muy hermosa, y cabe destacar, que para sus veintitrés años, es una madre caliente. Debo admitir, con mucho respeto, por supuesto, que quiero arrancarle cuanto antes ese vestido.
—Pero con respeto, después de todo —guiña un ojo, con ese tono picante escabulléndose por su voz. Yo doy un severo mohín, siguiendo mi juego y ella vuelve a reírse brindando conmigo.
»Debí suponer con más fuerzas el que realmente me traerías a un lugar así vestida para un restaurante elegante.
—Es una ocasión especial, simplemente creí que todo debía ir acorde a nuestros sentimientos. En este lugar fue nuestra primera cita. ¿Lo recuerdas?
—Tal como si hubiese sido hace tres años. Eh, ¿dijiste "ocasión especial"?
Nuestra pizza llega a nosotros y casi enseguida comenzamos a devorarla. Evitamos la pregunta por el momento, ella sólo se limita a observarme.
—No puedo esperar a traer a Dar para que pruebe esta delicia —a duras penas puedo comprenderle por su boca llena, pero lo hago—. Creo que debemos ponerle esta política de comer pizza sólo cuando se trate de familia.
—A menos espera que cumpla la mayoría de edad, pecas —risoteo—. Nació hace un par de meses.
—Ya lo sé, Dal, ¡pero estoy tan emocionada! Cuando vi sus ojos por primera vez... joder, ¡quiero tener el atrevimiento de decir que se parece a ti, pero no puedo!
—Él va a parecerse a mí, sólo espera, y disfruta cada momento.
Ella me sonríe.
—Quiero tomarle miles de fotos. La nueva cámara llega en unos días por lo que me dijo Brad, y sólo estoy esperando. Quiero que conozca a Panky, pero quiero esperar a que esté un poco más grande. No sé cómo pueda resultar.
—También creo que debemos mantenerlo un poco alejado de Brendon. No sé si quiero que mi hijo se críe entre malas palabras.
—Algo en mí dice que acabará por decirlas después de todo.
—Pero no debe ser tan pronto. ¿No me habías dicho que Nick solía repetir todo lo que escuchaba? Como un loro. Un bebé loro.
—Nick es un bebé muy listo. Y al parecer es algo de hombres el molestar a las niñas, Lia hace pucheros y se aleja cada que puede cuando él se acerca. La llama "niña linda".
—Dar será un bebé listo —aseguro—, como su padre. Algo idiota, lento y patético, pero como su padre. Y Nick sabe cómo realmente conquistar a las damas.
Ella carcajea lanzado un pedacito de pizza a mí y yo me hago el ofendido. Un rato después entre charlas, puedo calmar mi nerviosismo. Acabamos por estar entre las últimas personas en el lugar y sé que es el momento.
Ahora sí es el momento.
Tengo la osadía de apoyar mi codo en la mesa y mi barbilla en mi palma derecha para tener una mejor visión de ella, desde donde puedo verla con detenimiento. Desvía su mirada varias veces, aun tengo el poder de hacerla sonrojar. Me río.
— ¿Qué? —jadea en una risa.
— ¿Alguna ve te he comentado sobre lo mucho que amo mirarte? Tienes... esta esencia única. Siempre la has tenido. Eres... quisiera tener palabras para describirte.
—Dal...
— ¡Me haces tan feliz! Eres la madre de mi hijo, eres la novia perfecta, eres la luz de mis ojos, me siento especial contigo —tomo aire—.Tú me haces tan feliz, pecas. Y yo te amo tanto, y me siento un idiota, pero es imposible no sentirse un idiota cuando estás en un estado vulnerable.
»Siempre he estado enamorado de ti. Siempre me pregunté cómo es que pude soportar tanto tiempo sin estar a tu lado, tanto tiempo sin tenerte. Todo cuando ya no puedo ni respirar sin ti. Siento que tengo toda una vida conociéndote, y no me equivoco. Te amo.
»Eres mi propósito. Eres la mejor decisión que he tomado, jamás. Repetir tercer grado por ti fue más que un honor, mirarte desde el otro extremo del salón de clases fue lo mejor que he hecho. Se supone que todo empezó porque no tenía nada más que hacer. Soy observador, observo mucho a las personas de vez en cuando. Pero cuando te miré a ti supe que no quería mirar a nadie más.
»Claramente nuestra "historia" es tonta —hago comillas con mis dedos— y probablemente también sea...
—Cliché —termina mi sentencia, escurriendo una lágrima que amenaza con caer.
—Cliché —asiento—, pero siempre hemos estado de acuerdo con ello. No nos importa ser patéticos y clichés. Así fue como sucedió todo, no tenemos la culpa de nada. Pero insisto en amarte, insisto en que merezco algo de venganza, insisto en que no te merezco ni a ti ni a Darren, pero aquí estamos y no se ve como mucho, pero te amo.
— ¿A qué quieres llegar con esto, Dal? —ladea su cabeza. Tomo sus manos por encima de la mesa.
—Ya tenemos un hijo, pecas —murmuro—. ¿Recuerdas lo que dijo la moneda ese día de nuestra graduación?
—...Primero embarazo...
—Entonces matrimonio—mis comisuras se alzan. Me levanto sobre mi asiento para poder tomar la caja entre mis dedos, y una vez la tengo con cuidado la poso sobre la mesa. Su mano empuñada se corre hasta su rostro, ocultando prematuramente su sonrisa—. Un "te amo" nunca me será suficiente. Esto sobre pasa los límites de un "te amo".
»El matrimonio es una promesa que nos mantendrá unidos para siempre, por más que sabemos que no lo necesitamos puesto a que con o sin anillo, yo nunca voy a dejarte. No después de que me brindas toda la felicidad, no después de tener a nuestro Darren, no después de que haz hecho a todo un jodido zoológico de fútbol americano habitar mis adentros por tanto tiempo.
Ambos reímos ante esto, y antes de que alguno pueda formular palabra, tomo su mano para ponernos ambos de pie. Muerde su labio con reciedumbre. Le he visto actuar de esta manera antes, nuevamente son sus nervios a flor de piel, hablando por ella. Pero son nervios semejados más a la emoción. Sus manos temblorosas, su respiración entre cortada, el movimiento de sus manos.
Y los gritos de las chicas del personal cuando me ven arrodillarme ante ella. Papá me mencionó que hacerlo de la manera tradicional lo haría mucho mejor, y vaya que tenía razón.
Aclaro mi garganta, tomando posición en el suelo y abriendo la caja aterciopelada que vislumbra el gran anillo, otorgado por John.
—Zoella Jane Ainsworth, éste es el anillo de tu mamá, tu padre me lo dio porque sabía que significaría algo para ti y quería hacerlo mucho más especial. Así que por eso y por hacerme un hombre feliz y amarme a pesar de mis pésimas actitudes en casos extremos, ¿me harías el honor de casarte conmigo?
Siento mi manos temblar también. Es normal estar nervioso, eso lo sé, pero me está delatando más de lo que esperaba y no sé si es algo bueno. Ella ríe por lo bajo, sorbiendo por su nariz.
—Sí, sí, sí —asiente casi de manera frenética una y otra vez, mi pecho vibra escandolosamente. Respiro con alivio, siento un peso menos sobre mis hombros y, con los aplausos y gritos a mis espaldas, consigo ponerme de pie, tomar el anillo y deslizarlo por su dedo anular.
Encaja a la misma perfección.
Mis labios se posan con fervor sobre los de ella, mis manos toman primero su rostro y con habilidad logro rodearla desde su cintura luego. Un frenecí que no se desvanece, siento besarla hasta que mis labios duelen, y pronto sé que puedo hacerlo para siempre.
Voy besarla siempre, voy a abrazarla siempre, hacerla mía cuantas veces me sea necesario para hacerme caer en cuenta de que es ella. Es la persona que siempre soñé. La que siempre ha estado ahí, conmigo a pesar de todo.
Demás está decir que también voy mirarla siempre, desde donde sea que esté. Siempre voy a estar cuidándola, apoyándola, haciéndole saber que no está sola y que cuenta conmigo y con nuestro hijo, somos una familia. A partir de hoy es así. A partir de hoy me pertenece más que nunca. A partir de hoy ella es mi verdadera perdición.
Porque ha dicho que sí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro