Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

eleven, te quiero.

Zoe

Aprieto con fuerza la mano sudorosa y resbaladiza de Abigail. Está temblando, con todo el nerviosismo que le merita. Es increíble que estemos a sólo unas calles de decirle a papá la gran noticia de su embarazo.

John, mi padre, ha sido esa segunda figura paterna con la que Abigail siempre ha contado, junto a mi madre. Mis padres son los suyos, mis hermanos son sus hermanos, mis amigos son sus amigos al igual que mi familia. Por más que su padre, Phil, haya estado intentando acercarse a ella desde el año pasado, arrepentido de todo el maltrato que le ha ocasionado con el tiempo, ella aún lo duda.

Ama a su padre, es cierto, ha establecido una clase de amistad con él por ello, pero no ha llegado a mucho más, Abi sigue en esa burbuja donde sólo entramos las personas más cercanas, ya dejó de confiar en cualquier otra persona y no la culpo, está en su merecido derecho. Me es impresionante la cantidad de veces que ha querido confiar en las demás personas y éstas terminan traicionándola o decepcionándola. Yo no podría estar en ese círculo, no me lo perdonaría.

La pequeña y bonita Liz está a su lado, tomando con la misma fuerza su mano derecha. Se percata de que la observo por un momento y me regala una sonrisa amistosa. Es idéntica a Abigail; cabello castaño largo y lacio, ojos sumamente claros y nariz perfilada. Todo apuntando a una inocencia e ingenuidad que da miedo arrebatar, no sería posible.

No hemos sabido nada de Brooke, y no ha podido ser más estresante. Nunca sabemos qué es peor; cuando Brooke aparece y hace mierda nuestra presencia o cuando desaparece repentinamente y no sabemos si lo hizo por hacerlo, por vengarse o porque trama algo. Cualquiera es una mierda, a decir verdad. Esa mujer es desgraciadamente despreciable, y no comprendo cómo pudo tener a dos mujeres como Abi y Liz cuando no lo merece. Jamás lo hará.

Ella respira hondo cuando Nathan baja la velocidad del auto indicando que estamos llegando. He llamado a mis hermanos para avisarles que iríamos a hablar con papá sobre ese tema. Bien, mejor dicho, hablé con Daniel para avisárselo, porque de haber sido por Keith, hubiese pegado el grito al cielo, así que fui por la opción segura.

Damos otro aliento de apoyo hacia Abi antes de bajar, asegurándole que, cualquiera sea el resultado de esta locura, nosotros siempre estaríamos ahí sin pretexto alguno. Y va a romper a llorar, así que antes de que eso suceda, decidimos bajar del auto.

Liz y yo no soltamos sus manos, más bien nos aferramos a ellas. Recibe un abrazo de Nath y Brad, es cuando tengo que soltar su mano para abrir la puerta con mi llave. Nathan no la deja libre y la toma en mi lugar.

Entramos y la casa está llena de pequeños chillidos que sé que pertenecen a mi sobrino, que se lanza a mis brazos cuando me ve. Saludamos a mis hermanos y a mi papá, Keith se nota lo suficientemente nervioso y su mirada se llena de nostalgia cuando ve a Abi, ella lo evita.

— ¿Y a qué se debe la visita de todos? —sonríe papá, está bastante alegre. Amo verlo así, debe ser por la presencia de Nick en la casa. John es bastante apuesto, y no lo digo porque sea mi padre, es que simplemente es así.

Lo hemos guiado hasta el sillón, Daniel y Keith a cada lado suyo mientras que Nath, Brad, Abi, Liz y yo estamos en el sillón del frente. El ambiente es bastante tenso e incómodo. Su sonrisa decae un poco.

— ¿Qué sucede? —dice serio. Intercambiamos miradas entre todos y la castaña a mi lado suspira. Está lista.

—Estamos aquí porque tengo algo importante que decirte —murmura, intenta que su voz se escuche lo suficiente. Él asiente alentándola a proseguir—. Necesito decírtelo porque eres importante, como mi segundo padre y yo no podía dejarte de lado en cuanto a esto.

—Amor —risotea nervioso—. ¿Qué? ¿A qué te refieres con eso? ¿Intentas decirme que eres gay? Porque realmente no tengo ningún problema...

—No —interrumpo yo—, no es eso, papá. Por favor, espera a que termine.

Él asiente con cautela, ahora si está nervioso, mucho suspenso para el momento tan inesperado. Ella vuelve a respirar hondo, calmándose internamente. Creo que debimos avisar que teníamos que darle una noticia antes de venir.

Muy tarde.

—Yo... Ojalá fuese eso, sería incluso mucho más fácil, pero no es así. He cometido un error, uno que pretendo enfrentar porque estoy cansada de ser débil, esto no va a derrumbarme, soy fuerte y lo sé. Soy capaz de todo —su voz empezó a temblar, puedo ver una lágrima escurrirse por su rostro. Papá asiente frenéticamente hacia ella, en su rostro se observa el miedo—. Pero necesito que me apoyes porque entonces no sería que capaz de hacerlo.

— ¡¿Pero qué es?! ¡¿Qué es?! —se remueve nervioso en su puesto—. ¿Qué es?

—Estoy embarazada.

Papá entreabre sus labios, estupefacto a lo que ha dicho. No le toma mucho reaccionar después de todo. Sus manos pasan por su cabeza y Abi vuelve a decirle que necesita de su apoyo, esta vez levantándose hasta quedar en cuclillas frente a él. Presiono mi mandíbula para no romper en llanto de nuevo, Brad es quien presiona mi mano esta vez.

Y el alivio que siento es inexplicable cuando papá se levanta rápidamente llevándose a Abigail junto a él y la rodea de inmediato con sus brazos. Con fuerza.

Por inercia me levanto, rodeándolos a ambos de la misma forma. De la nada todos están en ese gran abrazo, hasta el pequeño Nick que chilló de felicidad al vernos.

Abrazo a Keith, su mandíbula tiembla. Papá no dice nada hasta después de un rato que se tranquiliza a él mismo. Entonces puedo notar a Abigail lanzarse a los brazos de mi hermano, susurrando algo a su oído, en medio de su llanto.

Es cuando papá dice que tiene su apoyo y que la ama, pero que aun así debían tener una gran conversación, petición a la que ella no se niega.

Es lo que hubiese hecho mamá. Y no puedo estar más feliz con ello.





— ¿Entonces lista? —me dice la voz de Dallon a través del parlante. Ruedo los ojos.

— ¡Que sí! —chillo, él se ríe—. Y apúrate antes de que se me vaya la felicidad. Aunque no creo que alguien pueda arruinar mi felicidad ahora.

—Uh, tienes que decirme qué es lo que tiene tan feliz a mis pecas.

—No te diré nada si no te apuras —amenazo—, esto empieza a aburrirse. No estás siendo puntual pero estás hablándome por teléfono. ¿A qué juegas, Dallon?

—A que Brendon y Devon se llevaron mi auto a no sé dónde coño y estoy intentando adivinar en dónde mi padre esconde las llaves del auto que nunca conduce. A eso juego, pecas.

— ¿Es por eso? —bufo—. Yo tengo mi auto, Dallon, bien puedo ir hasta tu casa y dejar que conduzcas el resto del camino y de regreso.

— ¡No, no, no! —repite—. No voy a dejar que eso ocurra. Es nuestra primera cita y no voy a dejar que hagas algo como eso. Debo ser yo quien pase por ti, es lo usual.

— ¡Podemos romper los estereotipos, Haggart! —exclamo ya pareciendo cansada. Bufo—. Voy enseguida para allá.

—Ni te atrevas, Zoe... —comienza, no dejo que termine tras cortar la llamada.

Abi se ríe desde la cocina y me lanza las llaves, logro atraparlas y después de un elogio peculiar de mi amiga, salgo hasta el estacionamiento del edificio donde aparco mi auto. Entonces voy rumbo a la casa Haggart.

Dallon me dijo que esta vez sería una cita formal y me había rehusado, pero él insistió y ahora tengo un vestido color pastel que me prestó Chloe. Es ceñido hasta la cintura y cae en una bonita falda quedando a mitad de mis muslos, nada mal para no estar acostumbrada a utilizar vestidos. Más un pequeño bolso en donde tengo cosas como mi teléfono. Y de zapatos he decidido por unos bajos y cómodos, también lo suficiente para que Dallon me triplique la estatura.

Florida es hermoso, no me toma nada llegar hasta su casa, la residencia también es bonita.

Envío un mensaje avisando que estoy afuera, prosigo a salir del auto también para cambiar de puesto. Lo veo salir, y cuando llega a mí me quedo en shock.

—Cierra la boca, hay moscas, pecas —me guiña un ojo tras besar mi mejilla, logrando arrebatarme las llaves. Sin cambiar mi expresión, me encamino hasta estar dentro del auto como copiloto.

— ¿Estás utilizando un jodido traje? —jadeo en sorpresa.

—Te dije que sería una cena formal —responde obvio—. Ahora, estás preciosa. Bonitas piernas.

—Dallon, esto es una locura —sentencio—, creí que era una cita formal un poco diferente.

—Tienes un concepto erróneo de la palabra "formal", pecas —se encoge de hombros—. Igual estás bien vestida para la ocasión, no digas nada, sigo algo molesto por no haberme dejado pasar por ti. Ni siquiera me diste la oportunidad de preguntarte qué vestías, pero ahora que lo pienso me alegra no haberlo hecho.

Me quedo en silencio mientras él pone el auto en marcha con una resplandeciente sonrisa en su rostro. Me doy a mí misma una sonrisita.

Siento ese cosquilleo revolotear por mi espalda, dando a mi estómago. Estamos en silencio por un largo rato, pero es uno bastante cómodo, me da el tiempo de analizarlo.

El que vista traje lo hace ver jodidamente atractivo y sensual, mucho más de lo que es por naturaleza. Es como el hombre perfecto, y puedo ganarlo. Mierda, puedo ganarlo. Está justo frente a mí, sin excusas, tendremos una cita y estoy en todas las condiciones de poder tenerlo.

Me gusta Dallon.

Y eso es malo. Porque es como apreciar a quien te hizo la vida una mierda por tanto tiempo, pero es que ya simplemente me rehúso a pensar en ello. Este es un nuevo Dallon, y realmente me gusta este nuevo Dallon. Ese espontaneo, inteligente y maduro, astuto y audaz.

Sí, me gusta Dallon.

No me importa qué tan rápido haya pasado, me cautivó desde que entró a la editorial esa vez que conversaba con Chloe. Por más que no lo hubiese reconocido al momento, fue la primera impresión que tuve de él después de un largo tiempo sin saber de su vida.

Ya no es un niño, es un hombre. Ese que ahora me da una sonrisa pícara y me mira con esos ojos a los cuales estoy aprendiendo a obsesionarme. Su mirada es picante, brillante y al mismo tiempo opaca, como una mezcla de todos mis sabores favoritos puestos en uno solo, y eso lo hace más que perfecto.

— ¿Pecas?

— ¿Uh?

— ¿Estás bien? —ríe, sacudo mi cabeza.

—Sí, sí. Sólo pensaba, lo siento.

—Me hubiese gustado saber qué rondaba por esa cabecita tuya —acerca su mano hasta dar con mi mejilla, donde deja un pellizco. Siento los humos subir y es cuando vuelve a reír—. Realmente te sonrojas mucho, ¿no?

—Es lo que ocasionas, Haggart —murmuro, lo suficientemente alto para que sus oídos alcancen a escuchar.

—Si supieras que tú ocasionas mucho más en mí, Zoey —pronuncia lento, su voz sale rasposa. Sexy. Es pornografía auditiva.

¿Es que acaso eso existe?

— ¿Ya llegamos? —pregunto evadiendo sus palabras anteriores, se empezaba a tornar algo incómoda esa situación. Estamos frente a un gran restaurante, no habíamos durado nada, pero todo se ve extremadamente lujoso que creo que colapsaré, joder.

—Sí, aquí es. Aguarda —me detiene bajando del auto, rápido lo rodea y me abre la puerta. Ruedo los ojos, suspirando tomo su mano. Tampoco es como que me quede de otra.

Sonrío cuando no suelta mi mano mientras nos dirigimos hacia los adentros del restaurante, entrelaza sus dedos con los míos, enviándome descargas eléctricas que me encantan. Se siente especial.

Saluda a todos, al parecer conoce a las personas de aquí, todos empleados con uniformes. Todavía sin soltar mi mano, habla con una señora que señala una de las mesas, y él luego de agradecerle sin quitar su sonrisa comienza a caminar llevándome con él.

—Dallon, todo esto es demasiado —susurro en su oído con nerviosismo—. Es inmenso, por Dios.

—Pecas —presiona mi mano dando una risita—, tranquila, te explicaré todo cuando estemos en la mesa. No creas que es demasiado, si supieras lo poco que es esto en realidad.

Suspiro asintiéndole, pero quedo en las mismas.

El lugar es increíblemente inmenso, al igual que es asquerosamente despreciable la cantidad de personas sofisticadas que cenan elegantemente. Me recuerdan a las personas de primera clase en el Titanic, así de sofisticado es todo.

Hay una gran pista de baile, varias personas bailan lentamente en ella, ya sea parejas mayores, de edad media o jóvenes como nosotros. Es todo simplemente precioso, como la película de la Bella y la Bestia.

Debo dejar de mirar tantas películas.

— ¿Cómo es que los conoces a todos? —murmuro cuando la mesera se aleja luego de tomar nuestra orden.

—Papá es amigo del dueño, vengo aquí desde los doce. Brendon detesta este lugar, venía la mayor parte del tiempo por la comida o las chicas, cuando se lo pedía era como si lo hubiese ofendido. Pero siempre terminaba accediendo —se ríe, sólo lo acompaño con la mía.

—Vaya, estoy bastante sorprendida, en verdad. No tenías porqué traerme para acá, Dallon, sabes muy bien que con ir a comer comida china por mí está perfecto.

—Sólo quería hacer algo diferente para ti, Zoey —sus hombros se encogen—. Pero si quieres ir a comer comida china para nuestra próxima cita, entonces por mí no hay ningún problema. Estos lugares tampoco son mis favoritos siéndote realmente sincero.

—Eso es bueno de escuchar —hago un mohín con una gran sonrisa—. Pero si es así, entonces no logro comprender tu punto, Haggart. Tampoco sé qué te asegura una próxima cita.

Va a responder cuando otro mesero se acerca para servirnos champaña. No hay nada más cliché, pero es bonito de ver. Es como un lindo gesto por parte de los de ojos azules, no me quejo. Tomamos del líquido burbujeante cuando se aleja; delicioso. Reímos al ver nuestras expresiones, en silencio.

—Entonces dime, chica virgen, ¿qué es lo que te trae tan feliz el día de hoy?

—Uh, no lo olvidaste.

—Para nada, haz estado sonriendo todo este tiempo. No me quejo, te ves hermosa cuando sonríes, pero me gustaría saber.

Niego con mi cabeza riendo nuevamente. El tema de Abigail hablándole a mi padre sobre su embarazo y mi padre aceptándola, ha estado rondando mi cabeza todo el día. Agregando el detalle de que Keith fue perdonado. No puedo estar más que feliz.

—Pues... ¿Recuerdas cuando te pregunté por qué Brendon había tomado esa acción de golpearte y todo ese rollo? —él asiente—. Luego me dijiste que si alguna vez diría ese algo "importante" sobre Abigail —él vuelve a asentir-. Bien, ese algo "importante" ya puede ser rebelado, por lo que estoy indescriptiblemente feliz por ello, Dal.

—Espera, ¿qué? —frunce su ceño—. ¿Ya puede ser rebelado? —yo asiento, él duda—. Entonces... ¿Me dirás?

Muerdo mi labio desviando mi mirada. Mi amiga ya no se siente tan insegura, ha obtenido toda la confianza necesaria. Papá lo sabe, su hermana, mis hermanos —sin contar a Phil, él probablemente también lo sabría pronto—, todos saben sobre ello. No veo el por qué no. Doy un suspiro.

—Es un tema algo complicado —juego con mi vaso—. Surgió el día que nos reencontramos, cuando Devon me reconoció.

—Buenos momentos —señala, yo río asintiendo.

—Claro. Verás, Abigail había estado teniendo muchos problemas con su ex pareja, un día todo acabó. Ya no había más peleas, Abi estaba feliz, nadie podía sacarla de ese cuarto de luz, hasta que ocurrió algo que se escapó de las manos de todos.

—Prosigue —mueve sus manos.

—Bien. Ella comenzó a sentirse mal físicamente, llegó hasta desmayarse mientras hacía compras o estaba en el cine, ese tipo de cosas. Luego empezó a comer mucho, tener mareos, llorar, alegrarse y enojarse por todo de un momento otro —explico, hace el ademán de querer hablar, lo detengo—. Un día Nathan y yo nos preocupamos, contra su voluntad la llevamos por pruebas de embarazo y compramos una gran cantidad, la cajera nos observó extraño. Después de eso fuimos a casa. Las primeras cuatro dieron negativo, las otras cuarenta y siete dieron positivo.

Sus labios están entreabiertos cuando termino de explicar, sorprendido. Balbucea.

— ¿Abigail está embarazada?

—Así es —suspiro—. Si no me equivoco, tendrá tres meses para cuando yo cumpla años. Si te preguntas qué sucedió con el padre, pues la dejó como todo un típico maldito cobarde.

—Mierda —masculla, pero no me ve, algo más como para sí mismo.

— ¿Todo bien? —frunzo el ceño tras tomar de mi copa.

—Sí, sí —asiente rápido—, fue sólo la sorpresa, no me lo esperaba. Pero aún no me dices qué te trae tan feliz.

—Uh, claro —dejo la bebida a un lado—. Mi papá, que es como su padre también, le dio su bendición en cuanto a todo esto. Nada la pudo hacer más feliz y por ende a mí tampoco, ¿sabes? Abigail es como la hermana que siempre quise.

—Oh —susurra poco audible—, pues felicitaciones de mi parte —alza su copa—. Por Abi.

—Por Abi —sonrío y brindamos, deslizando por mi garganta lo último que restaba en la bonita copa.

Pronto vemos a uno de los meseros acercarse con nuestra orden, nos sirve y se aleja con un amable gesto que devolvemos.

Arroz con algo de carne y una buena decoración; simple pero perfecto. ¿Sofisticado, eh?

Damos los primeros bocados en silencio, él sin despegar su mirada de mí. Me mira como siempre lo ha hecho. Sigo preguntándome que es lo que esconde tras observarme siempre de esa manera. Increíblemente no me molesta que lo haga, creo sentirme segura bajo su mirada ahora.

¿Tan fuerte he caído? No me interesa.

Me repito que no es lo mismo, estoy feliz de ver el resultado, porque me sonríe y es bellísimo. No sabía que un hombre con perfume y traje forma parte de mis debilidades hasta que lo veo a él, sentado frente a mí, con todo lo mencionado anteriormente y hasta mucho más. ¿Por qué era que lo odiaba?

— ¿Así que se acerca tu cumpleaños, no?

—Así es —sonrío—. Quiero disfrutarlo, cumplir veintiuno debe ser algo épico.

—Uh, lo es —concuerda—. Pero cumplirás veintiuno y sigues siendo virgen.

— ¿Podrías dejar de hacer chistes sobre eso? Empieza a ser aburrido, Dallon. Y molesto.

—No lo creo —se ríe, apoya su codo de la mano dejando su barbilla caer en su mano, posa su vista en mí otra vez—. Termina de comer. Me gustaría que bailáramos.

— ¿Bailar? —jadeo una risa—. No, Dallon, todo menos eso. Hace tiempo que no bailo.

—Ah, vamos, por favor. Sólo termina.

Cuando termina de comer —en la misma posición— luego le sigo yo, y pocos minutos después regresa el mismo mesero para retirar lo que hemos dejado. Entonces quedamos frente a frente en la mesa. Me pongo nerviosa, como algo inevitable. Sus ojos son demasiado azules. Puedo notar el bello facial comenzando a crecer de nuevo, lo que lo hace ver más apuesto. También debo dejar de detallarlo tanto, pero me es imposible, me he acostumbrado con tan poco tiempo que sigue sin interesarme.

— ¿Me permite esta pieza, señorita? —me tiende su mano sobre la mesa. Tiene una sonrisa de lado.

Sin decir nada, la tomo y ambos nos levantamos para dirigirnos hacia el centro de la pista de baile. La intensidad de las luces ha bajado, por lo que casi me cuesta verlo cuando estamos en medio de todos, cada quien en lo suyo. Pero sus ojos aun brillan, es precioso.

—Sinceramente no recuerdo cómo bailar, Dallon —murmuro, no es necesario hablar alto porque está cerca de mí, muy cerca, casi puedo sentir su aliento colisionar contra mi mejilla.

Él toma mis manos, guiándolas hasta su cuello donde las dejo descansar al entrelazarse. Sus manos van de inmediato a mi cintura, apegándome lo suficiente a él como para luego poder rodearme con sus brazos. Su frente pega de la mía, ahora su nariz está propensa a rozar con la mía. Siento que voy a morir.

—Déjame guiarte, te prometo que no perderás el ritmo —me responde de la misma forma. Asentir no es una opción, así que callo. Una sonrisa de asoma por la comisura de sus labios, mueve sus pies lento, llevándome con él.

Si antes sentía mi corazón salir de mi pecho pues ya es tarde, éste ya ha salido de su lugar y ha caído en unas manos pertenecientes a unos ojos azulísimos. Dallon ha llegado fuerte esta vez, no parece ser justo. No hago más que sonrojarme, pero él no parece percatarse gracias a la poca iluminación, debo estar agradecida.

La canción va lenta, no puedo recordar el nombre, es una vieja pero es bonita y la letra es significativa, eso puedo recordarlo.

Todo parece elegante, pero creo estar siendo un gran desastre. Los británicos se reirían de eso. Sin embargo, él cumple su promesa de no hacerme perder el ritmo ya que cada que parezco hacer un movimiento en falso, él lo corrige apegándome a él, uniéndolo a breves instrucciones.

Sus ojos brillan mucho más, el agarre de nuestras manos se intensifica después de hacerme dar una vuelta.

Entonces empezamos a bailar al ritmo de la letra, quedando cerca, sin miedo o nervios. Mentía cuando decía que no recordaba cómo bailar, en realidad sí lo hacía, pero no creía ser la mejor en ello. Es como una vieja etapa de mí que escondo muy bien, sin embargo, después de tanto tiempo me pierdo, y me vuelvo a recuperar al estar entre sus brazos.

Sus manos recorren cuanto lugar le permite la canción, se ha desatado un gran baile que nos ha dado lugar entre los demás, como un siguiente nivel a la perfección.

Cuando lo hace parecer tan sencillo, Dallon sólo se limita a regalarme una sonrisa. Muevo mis caderas al sonido del saxofón, me siento viva por primera vez en mucho tiempo. ¿Cómo es que dudé en volver a bailar?

Quizás sólo necesitaba a alguien que me lo hiciese ver. Y ahí está Dallon.

Él se hará cargo de que todo desaparezca, para quedar sólo nosotros dos. No me bajará la luna, mucho menos las estrellas. Quiero que ya nada importe, sólo nosotros.

"No se considera la persona más romántica, pero quizás puede intentarlo. Si es por ella, entonces cree ser capaz de todo con tal de verla sonreír a causa de él."

Ya no lo veo imposible, ya no me importa la opinión de los demás, si es que alguna vez la hubo. Ya nada importa, sólo este simple momento.

Cuando la música termina, me acerca a él de un tirón, quedando frente a frente. Sin nada de distancia incomodando. Y le sonrío tan grande como me sonríe. Parece querer recostar su frente de la mía, pero justo antes de eso logro escabullirme entre pequeñas risas, huyendo entre las demás personas.

— ¿Qué harás, ardiente? —río cuidando de no ser atrapada por él. Hemos llegado a un largo pasillo solitario. Hay telas, espejos y luces blancas por todas partes con lucecitas que parecen luciérnagas, más allá se puede apreciar el césped. Ya no estamos entre la multitud, ahora sólo estamos él y yo junto a la nada.

Jugamos como pequeños niños, que a diferencia de hace doce años, ninguno se ve con odio o molestia. Probablemente para él no fue así desde un principio, pero para mí sí. Me reconforta que ya no sea así.

— ¿No que no vivirías llamándome así?

—Haré lo que me plazca si sigues llamándome "chica virgen" o "pecas".

—Joder, Zoey —jadea entre risas, hemos corrido bastante para llegar hasta aquí. Es maravilloso.

—La próxima vez será pizza de nuevo. He cumplido la promesa y no he vuelto a comer de esas sin ti.

—Ahora a mí nada puede hacerme más feliz que eso —se apoya de una fuente, me siento en la fuente central que no está en funcionamiento para regular mi respiración.

Desamarra un poco su corbata, pero qué hombre, jodida mierda.

Estoy amando ser heterosexual justo ahora.

—A Brendon le gusta Abigail —ladea en otra risa, frunzo mi ceño—. Tomó la grata decisión de emborracharse cuando se dio cuenta de ello. Pareció pegarle tan fuerte como tú a mí cuando te vi nuevamente.

Vuelve a reír mirando con fijeza al suelo.

—Te hablo en serio cuando digo que me encantas, Zoe —eleva su mirada. Y gracias al cielo estoy sentada, porque no pude haber resistido a algo como eso—. Ambas nos hicieron caer de nuevo. A Brendon siempre le ha gustado Abi y yo siempre he estado enamorado de ti. ¿Pero qué tan grave puede llegar a ser eso?

Quedo en shock nuevamente, petrificada en mi puesto. ¿Enamorado?

No tengo la menor idea de cómo he logrado mantenerme de pie, pero ahora estoy para justo frente a él con mis manos entrelazadas por atrás.

— ¿Enamorado? —cuestiono en un murmuro, frunzo levemente le ceño. Su mandíbula se presiona cuando asiente-. Ese es un sentimiento bastante grande, Dal.

—Es que ya no puedo ocultarlo —carcajea nervioso, de la nada su voz tiembla—. Yo no quiero seguir escondiendo nada más, Zoe. He esperado tanto tiempo por esto, siento que ha sido toda una jodida vida. Y sé que no es la gran cosa, que esperabas mucho más que esto, que pensábamos que esto te lo estaría diciendo otro menos yo, pero aquí estoy. Entregándome después de más de una década.

Vuelve a reír. Mi corazón late, ya no es por el asombro. Recuerdo haber dicho que un hombre enamorado me hace desbordar de ternura, pues es lo que siento justo ahora, tanto que siento mis ojos cristalizarse. Evito soltar una risita tras morder mi labio. Es demasiado lindo que quiero arrancarle la ropa y comérmelo a punta de besos. Quiero besarlo.

—Siempre pensé que era un amor de niños y que pasaría luego, no sucedió. Luego creí que era un amor adolescente y que pasaría luego, pero tampoco sucedió. ¿Entonces qué se supone que es ahora? No quiero que me odies por haber reaparecido en tu vida de la nada y ahora estarte diciendo lo enamorado que estoy de ti, pero debes saberlo...

No lo dejo terminar, tiro de su cuello, presionando de manera brusca sus labios contra los míos, todo se desata. Ahora lo único que me sostiene de no caer son sus brazos que me han rodeado con rapidez.

Se queda inmóvil por un momento, luego parece tomar control con sus manos presionando a mi alrededor. Empieza como un beso lento que termina tomando velocidad. Sus labios son suaves y carnosos, lo suficiente para perderme en ellos, me encanta.

Enredo mis dedos en su cabello, sin darle escapatoria. Succiona gentilmente mi labio superior. Pronto sus manos suben pasando por mis mejillas y después mí cuello, intensificando el suave toque. Ahora es él quien presiona mis labios contra los suyos con destreza y bajo mis manos hasta sus muñecas donde me aferro. Muerde mi labio inferior con suma delicadeza, tanta que lo hace parecer un simple roce.

Es cuando siento su lengua preguntar por un pase y le doy la libertad de introducirse a mi cavidad bucal con timidez. Su lengua da con la mía en un baile audaz y delicado, enviándome al espacio.

Me dejo llevar por pequeñas caricias que proporciona con sus pulgares, me incita a sonreír en medio del beso. Baja un poco la velocidad, el aire empieza a faltar, por lo que con lentitud deja fugaces besos en mi comisura y un profundo último hasta separar nuestros labios por completo.

Jadeamos por la falta de aire con nuestras frentes pegadas, siento una revolución de avispas en el estómago, un jodido parque jurásico entero. A la mierda absolutamente todo, este hombre me fascina.

Sigo con mis ojos cerrados cuando lo oigo reír por lo bajo, y al abrirlos me encuentro con su penetrante mirada azul.

Y lo entiendo. Después de tanto tiempo lo logro entender. Entiendo lo que quiere transmitir y entonces todo cobra sentido. Me quiere, me aprecia y me respeta, todo con una simple mirada.

Me rindo, he sido cautivada por un par de ojos azul cielo.

Él no despega su vista de mí, y por encima de los latidos ensordecedores de mi corazón, lo escucho articular:

Te quiero, Zoey.


Devon en multimedia.

EL PRIMER BESO, LLORO. #Zallon (sigo sin encontrar un buen ship name, bye).

Gracias por leer xxx.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro