Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

eighteen, sentando cabezas.

Dallon

—Dije que necesitamos hablar —digo firme, pero en vano, porque el muy jodido de Brendon ni siquiera se gira a verme.

—Y yo dije que no estoy interesado en hablar contigo —me repite en tono burlesco, como algo obvio—. Ahora, por favor sal, si no te diste cuenta está cerrado y necesito irme antes de que se haga más tarde.

Regresa a su trabajo de limpiar las mesas de esa cafetería, ignorándome como lo ha venido haciendo desde hace semanas.

Zoe arregló su problema con Abigail hace menos de un par de semanas y regresó a su departamento al día siguiente, mientras que al estar ocupado entre la librería y mis estudios —los cuales se han tornado algo estresantes por la cantidad de evaluaciones que llevo—, seguía sin poder hacer algún espacio para arreglar mi problema con mi mejor amigo.

—¿Por qué no me dijiste que empezaste a trabajar aquí otra vez? —le pregunto, y sé por mi noto de voz lo serio que estoy siendo, por lo que cuando se ríe, no capto el sentido en su risa, que resulta ser irónica.

—Hace casi un mes que no sabemos nada el uno del otro, ¿y lo que te preocupa es saber cuándo volví a trabajar aquí? —continúa su risa—. No sería la primera ni la última cosa que hago sin la necesidad de decirte, Dallon. Es sólo un trabajo de medio tiempo, sigo con mis estudios y mamá continúa enviándome dinero, sé que lo sabes. Ni siquiera sé por qué te lo estoy diciendo, ya vete.

—¿Podrías dejar de actuar como novia resentida por un momento? —reprocho—. Te estoy diciendo que lo siento, ¿bien? Estoy aquí para disculparme contigo, para decirte que siento cualquier idiotez que hice y lamento no haberme venido a disculpar antes, yo... Realmente estuve ocupado, hermano. Pero lo siento, ¿está bien?

—No me hiciste caso, Dallon —se gira a verme, por primera vez en casi un mes y los veinte minutos que llevo aquí intentando entablar una conversación—. Decidiste dejarte llevar y hacer lo que se te vino en gana en primera estancia. Sé que fue ridículo, fue simplemente dejarme con Abigail en una mesa y luego irte, pero no tienes idea de todo lo que eso implicó.

Hace una pausa, respirando con fuerza que asimilo como enojo. No digo nada, dejo que se descargue. Hasta ahora creo que es lo menos que puedo hacer por él.

—Y no quieras culpar a Zoe, porque aunque sé que fue idea de ella, tú tienes algo de razonamiento y puedo asegurar que recordabas aquella conversación que tuvimos. Como también tienes voz para decirle que eso no estaba bien, pero no. Simplemente no, Dallon.

—Ya te dije que lo siento —respiro hondo—. ¿Qué más quieres de mí? ¿Eh?

—No quiero nada —vuelve a reírse—. Pero eres un grandísimo hijo de puta, y debes saberlo.

—Las cosas no han estado tan bien como piensas, Bren —le informo, suspirando cabizbajo, dirigiéndome hasta una de las mesas y sentándome en una silla. Su vista vuelve a ser fija en mí—. Hace un par de semanas, mi padre quiso despedir a Zoe porque Wesley hizo un escándalo sobre lo que llevábamos Zoe y yo. Mi papá se tragó todas sus palabras y prefirió creerle a él antes que a mí.

>>De no haber sido por la ayuda de Devon, Zoe ahora estaría sin trabajo. Pero estuve un par de días metido en una celda porque casi dejo inconsciente al muy jodido. Lastimó a Zoe, Brendon. Le hizo daño físico. Leve, pero lo hizo, a fin de cuentas. Entonces ella estaba devastada y Devon le dio la dirección del apartamento del centro, donde me estaba quedando, y en donde me sigo quedando.

>>Estoy ahí porque Mike me dijo que estaba decepcionado de mí por haber ensuciado el nombre de la empresa con mi inmadurez, y Devon me advirtió que me alejara de Zoe mientras todo se solucionaba. Pero entonces ella fue y lo hablamos. Le dije absolutamente todo, sin callarme nada, porque simplemente no valía la pena...

—Ahora es tu novia —me interrumpe, estando recostado de la mesa frente a mí. Frunzo el ceño—. Sí, algo oí. También sabía lo de tu pelea con Wesley. Salió en los periódicos, hermano.

—Ya lo sé —mi ceño sigue fruncido—, ¿pero cómo que oíste? ¿Quién te lo dijo?

—Bueno —suspira—, es un tema complicado —toma asiento en la silla del frente en la mesa en donde estoy sentado—. Amigo, realmente lamento todo lo que sucedió, pero simplemente no quería dejar pasar nada de esto por alto. Necesitabas pensar, aclarar tu mente un poco, pero ahora al parecer todo tu mundo gira en torno a Zoe, y no me malinterpretes, eso está bien. Estoy feliz de que por fin hayas sentado cabeza en cuanto a una mujer. Después de todo, aquí el verdadero problema era yo.

—Aguarda, ¿quieres decir que está bien el haberte dejado solo todo este tiempo? —ladeo mi cabeza confundido, pero él asiente.

—Solo, exactamente, no estuve —se encoge de hombros levemente—. No sé cómo explicártelo, pero debo decirte. Tengo toda mi jodida vida contigo y ya es hora de mi merecido "te lo dije".

Balbuceo queriendo responderle. Ciertamente, no estoy comprendiendo de qué me habla con exactitud. Se adelanta cuando mis balbuceos son continuos.

—Si he sabido algo sobre ti, además de la última noticia en los periódicos, ha sido por Abigail.

—¿Abigail?

—Sí —dice, y se le ve reprimir una sonrisa. ¿Es lo que estoy pensando? —. Tampoco hace mucho, los primeros días cuando dejé de saber de ti, fui a ver a Katie después de salir de la universidad y me pidió el favor de comprarle varias cosas en una de las tiendas de sus amigas, cerca del súper mercado en el centro, y entonces Abigail estaba ahí. No me vio pero hice que chocásemos intencionalmente, e insistiéndole un par de calles después, aceptó almorzar conmigo.

—Eh, para, para, para —sacudo mi cabeza—. ¿Me dejas de hablar por haberte dejado a solas con ella en una mesa y después haces que choquen intencionalmente para insistirle e invitarle a almorzar? ¿Me estás jodiendo, Reynolds?

—¿Me vas a escuchar o prefieres que te patee las bolas, imbécil?

Y seriamente me lo pienso.

—Continúa —muevo mi mano, él hace un mohín.

—La invité a almorzar porque con todo lo que estaba pasando, realmente quise dejar de ser un cobarde y enfrentarme. Y fue difícil entablar una conversación con ella, pero mierda, estaba bastante afligida porque también había peleado con Zoe, y todo el tema que probablemente ya sabes —yo le asiento—, y entonces me disculpé muchas veces, saqué hasta palabras que no sabía que poseía y ella me habló de todo, y...

Toma un respiro, como volviendo a ese momento en el cual tuvo a la castaña en frente de él hablándole sobre todos sus problemas.

—Sólo quería escucharla, yo, en verdad yo no tenía nada para decirle, más bien, esperaba a que me dijese cada pequeño detalle, y quizás si lo hizo, pero no fue suficiente... Me habló de su ex novio, me habló sobre... Sobre su embarazo, y el pavor le resaltaba en la vista, Dal. Juro jamás haber visto a alguien tan asustado por algo, pero ella lo estaba, y yo simplemente quería... Como buscar alguna manera de sacarla de ahí, ¿me comprendes?

Le asiento. Su voz es rasposa y su tono preocupado, además de que puedo sentir la sinceridad emanar de su voz. Mi amigo está realmente arrepentido por todo el daño que alguna vez le causó a la castaña.

Tampoco lo recuerdo siendo tan sincero conmigo, pero sobre todo, es la primera vez que veo a Brendon ser eminentemente sincero consigo mismo, y creo que me hace sentir orgulloso el hecho de poder estar aquí para presenciar esto.

—Entonces, un rato después de apenas haberlo pensando, todas las piezas encajaron en su lugar, y yo no podía pensar en otra cosa que no fuese la imagen de Abigail con una panza, o cargando un bebé en sus brazos, y luciendo... Preciosa, porque en verdad lo es. Y el imaginarla así me hizo sentir débil.

>>Terminé por insistirle en que me dejara ayudarle con parte de los gastos de su embarazo todos estos meses. Fue algo a que obviamente ella se negó inmediatamente, por lo cual tuve que perseguirla hasta que aceptara, para que viera que yo quería ayudarla. No sé por qué quiero estar ahí, Dal, no sé por qué quiero hacer todo esto por ella...

—¿No es por lástima?

—¿Qué? No, no, claro que no. Quiero... Que esté bien, que tanto ella como el bebé lo estén, no sé en qué momento supe que podía con ello, pero ahora me siento capaz de todo, hermano. Me siento... Bien.

Juego con mis dedos y la comisura de mis labios, intentando reprimir mi risa porque no sería bueno el que supiese que sé de lo que está hablando.

Y silenciosamente, le preparo su merecido "te lo dije".

—¿Y bien?

—Pues... Aceptó a que la acompañara a las consultas médicas cada dos semanas, así que en esas estoy —suspira, terminando por reírse. Suelto la risa que me he estado reprimiendo. Todo esto me parece tan increíble—. Es por eso que volví a este trabajo, para poder cubrir mi parte del gasto. Tomando algo del dinero que envía mamá, cosa que no sabe, por supuesto, y con la familia de Zoe ayudando igual, todo va bien.

—¿Todo va bien? —carcajeo—. Hermano, me repetiste cientos de veces lo mucho que detestas trabajar en este lugar, ¿y ahora todo va bien?

—Sí, Dal, sí —carraspea suave—. ¿Alguna vez has ido a un ultra sonido? Mierda, no entiendes nada de la imagen, pero al menos puedes escucharlo, y si la doctora dice que esos son sus latidos, ¡entonces lo son! Y Abigail y Zoe estaban tan emocionadas que yo tampoco pude resistirme, no sé ni siquiera explicar cómo me sentí al estar ahí, Dal, fue...

Y balbucea, queriendo encontrar las palabras exactas para redactarse. No las consigue, acaba por desistir y no me mira. Pero sonríe.

Mi mejor amigo está ido. Por una mujer.

Incluso puedo escuchar Bohemian Rhapsody de Queen iniciar en el fondo de mi mente como: "¿Esta es la vida real o es sólo fantasía?" porque nada parece menos real que esto justo ahora.

—Siento que la quiero, Dal —dice en un hilo de voz—. De verdad lo hago. Abigail es tan... Diferente. Quiero estallar mi cabeza contra una pared por no haberme percatado antes. Me siento tan inútil cuando se trata de ella. Al primer momento, admito que fue su físico el que me cautivó, no podía creer que esa era la misma chica de la primaria y secundaria, pero lo era.

>>Y luego acabo aquí, pagando consultas médicas, asistiendo a ultra sonidos y queriendo cuidar de ella las veinticuatro horas cuando antes no hacía más que dañarla. Le hacía daño y la asustaba. Creo que no podré perdonármelo. Pero sinceramente, siento que la quiero.

—Pues, bienvenido a la alcantarilla, rata —abro mis brazos en un ladeo de cabeza, causando que él comience a reír—. Espero que te sientas bien estando estancado aquí, porque el salir se te va a complicar el triple.

—Sí... —susurra—. No creo querer salir.

—Me alegro —asiento—. Ya era hora, y todo está bien, no tengo nada en contra, sabes que si te sientes capaz de hacerlo, no soy quien para decirte lo contrario ni para advertirte sobre cualquier idiotez. Supongo que ambos ya sabemos lo que hacemos, y mi querido amigo, llegó el momento de por fin sentar cabeza.

—Me hace sentir que estamos recién casados —carcajea, y me río con él, porque tiene razón—. Es más, aguarda.

Y lo veo salir corriendo hasta la parte trasera del mostrador, un par de minutos después, lo veo regresar con unos vasos de plástico y una lata de Coca-Cola, que vacía en ambos recipientes y lo extiende hacia mí, entre risas lo veo hacer todo y tomo el vaso, dejando la lata a un lado.

—Brindemos, en nombre de Zoe Ainsworth y Abigail Sanders —alza su vaso, por ende yo igual—. Por ser las primeras mujeres en hacernos caer, de verdad.

—¡Salud! —exclamo, haciendo ambos vasos chocar torpemente y entonces tomamos de ellos.

—Sí, por favor, no cuentes que hicimos esto, ¿está bien? —pide sin dejar de reír.

—Créeme, por el bien de ambos es mejor callarlo —tomo de mi vaso y cuando lo termino lo dejo a un lado—. Vámonos de aquí, hermano, tenemos cosas de las qué ocuparnos ya.

—Claro. Ya regreso.

Se levanta de la mesa, llevándose todo el desastre de las bebidas y en todo el lapso que espero, pienso en todo lo que me dijo.

Sucedió, verdaderamente sucedió. Hemos sido capturados por dos chicas prácticamente al mismo tiempo. Pero no chicas cualesquiera, son las niñas que molestábamos y de las cuales el karma nos está cobrando, haciéndonos enamorarnos de ellas. Ya no sé ni qué pensar, somos felices. Por primera vez en un tiempo, somos realmente felices.

Y por primera vez, simplemente por primera vez, nuestra felicidad no se basa ni en vídeo juegos, o partidos de fútbol o béisbol, o alguna cualquiera de tetas enormes.

Se basa en un par de amigas que se cruzaron en nuestro camino cuando menos lo esperábamos, pero quizá sí cuando más lo necesitábamos.




Despierto por el calor que golpea mi rostro. En las típicas comedias románticas, el rayo del sol por la ventana despierta a alguien y es algo como cosa normal, mientras que a mí me está jodidamente encandilando. Me hace despertar de mal humor, no sé si quería ser despertado.

Pude haber estado soñando con un par de ojos cafés, pero ya ni lo recuerdo.

Me giro sobre la cama, buscando la calidez que me brinda el cuerpo de la persona perteneciente a los ojos cafés de mis sueños, pero sólo encuentro un vacío, que no colabora con mi falta de humor.

A regañadientes me dirijo al baño, después de tomar una corta ducha es que salgo a la sala, que conecta con la cocina, y por encima de la barra puedo apreciar a la chica de mis sueños, moviendo su cabeza y su cuerpo rítmicamente a una canción que reconozco como una de My Chemical Romance, pero no me llega el nombre.

Sin embargo, ella parece feliz con estarlos escuchando a esta hora de la mañana.

Sigilosamente, logro escabullirme a sus espaldas y abrazarla desde su cintura. Ella da un salto de susto, pero comienza a reír cuando reparto pequeños besos por su cuello y hombro descubierto. Sin pedírselo se da la vuelta, quedando frente a frente conmigo, y pasando sus brazos por mi cuello se pone de puntas para regalarme un beso.

—¿Cómo amaneciste? —me pregunta sonriente, regresando a su trabajo en la sartén.

—Sin ti a mi lado —rezongo como un niño, sentándome en una silla cerca de la barra—. No es bueno una vez te acostumbras, ¿sabes?

—Lo siento —se ríe—, es que desperté temprano y te veías bonito durmiendo.

—A los hombres no nos gusta que nos llamen "bonito", pecas.

—Dallon bonito, bonito, bonito.

—Vale, ya basta —hago que se ría—. Prefiero que me llames "ardiente".

—Eres ardiente, pero también eres bonito —se encoge de hombros—. ¿Sabes que puedes ser romántico a veces?

—Me estoy dando cuenta.

Ella se ríe, y comienza a bailar inconscientemente a otra canción de la misma banda a la cual le ha bajado el volumen porque he llegado.

Mi codo se apoya de la mesa, mientras que acuno mi barbilla entre mi palma y con una media sonrisa la admiro ir de allá para acá.

¿Cómo es posible que alguien luzca tan jodidamente perfecto a las ocho de la mañana?

Eso no es posible. Pero me veo equivocado cuando la imagen que tengo en frente le da una patada.

Lleva puesta una camisa de tirantes con un simple short de puntos blancos junto a una coleta y  varios mechones sobresalientes, haciéndola lucir extremadamente sexy y me pregunto realmente si esa chica es mi novia.

Y es que es perfecta. No me importa si ella no lo cree, yo quiero hacérselo saber.

Podría verte recién levantada, podría verte enferma e incluso en cualquier condición que consideres vergonzosa, pero créeme que para mí vas a seguir siendo la persona más hermosa del mundo.

Porque te amo.

—¿Todo bien? —me pregunta, girándose en sus talones para verme. Tiene una fabulosa sonrisa postrada en su rostro pecoso.

Sí, mierda, sí, te amo.

—Sí... —susurro asintiendo con mi cabeza. Luego recuerdo algo, regresando de la nube de algodón en la que ella me puso—. ¿Pecas?

—¿Uh?

—¿Sabías que Brendon veía a Abigail?

Ella calla, la he pillado. Baja sus hombros en un suspiro.

—Él me pidió que no te dijera nada, y yo no quería meterme en sus problemas así que cumplí con el favor que me pidió, pero nada me impedía insistirte en que sacaras un tiempo para irte a disculpar con él, Dal —me mira cuando voy a abrazarla, enroscando sus brazos por mi cuello y pego mi torso desnudo a su anatomía. Amo sus ojos—. Tienes toda una vida con él, no quería imaginar cómo te sentías.

—Sí, me sentía pésimo —beso su mentón, haciendo un camino hasta su hombro—. Pero me hubiese gustado saber que mi amigo por fin sentó cabeza, y que fue con la pequeña Abigail.

—¿Recuerdas? —se ríe—. No sé qué pasaba por sus cabezas cuando nos molestaban. Tú eras un cavernícola, pero él lo hacía por maldad.

—Pues te terminó gustando este cavernícola, ¿cómo lo ves? —doy efusivos besos que la hacen reír mientras subo su delgado cuerpo a la barra de la cocina, quedando ella un poco más alta y mi cabeza a la altura de sus pechos—. Uh, pero qué buena vista, madame.

—Idiota —golpea mi cabeza levemente—, deja de mirarme.

—Ya te lo dije en nuestra primera cita —me separo un poco—, si me gustas, te miro todo lo que me plazca. Además, ahora más que nunca es cuando debo disfrutarte. Y probablemente sonará cliché, pero eres mía. En todos los sentidos de la palabra, Ainsworth.

—Estamos llenos de clichés, ¿no es así? —vuelve a pasar sus brazos por mis hombros, pegando su frente de la mía con nuestras narices rozando. Él ángulo cada vez es mejor, y pierdo los estribos.

Incluso cuando pierdo, ella me hace ganar.

—Eres mía —hundo mi nariz en su cuello. Esta vez no huele a frutas, pero no me interesa, no me hace amarla menos—. Eres mía como Nora lo es de Patch, como Anastasia es de Christian, como Bella lo es de Edward y Gerard Way de Frank Iero.

—¿Realmente utilizaste el romance gay incierto de los integrantes de My Chemical Romance y esas frases típicas de imagines en cuanto a libros?

—De hecho, fue una imagen que felizmente compartí en Facebook pensando en ti —me confieso, robándole una majestuosa carcajada—, pero lo de My Chemical Romance fue original, y merezco crédito por ello.

—Es cierto cuando dijiste que es el hombre quien mata el romanticismo en las comedias románticas.

Ella se inclina presionando sus labios contra los míos en un beso lento. Delineo su labio inferior con mi lengua, e inmediatamente accede a mi lengua pasar por su cavidad bucal, colisionando ambas lenguas en un vaivén asombroso.

Mis manos pasan a su cadera atrayéndola a mí, en segundos sus piernas rodean mi cadera y por instinto mis manos van hacia su precioso trasero, ese que tanto halago y el cual es primera vez que consigo masajear con total libertad.

Me encanta que se apegue más a mí. No dudo en dirigirnos a la habitación donde nos hemos estado quedando últimamente.

No se ha establecido como el vivir juntos, lo hablamos. Aún es demasiado pronto para algo así, ella tiene su hogar con Abigail y Nathan mientras que yo vivo con Devon en la casa de nuestros padres, y eso está más que bien. Pero para afirmarnos como pareja, decidimos darnos un tiempo para ambos, ¿y qué mejor que unos días aquí?

Llegamos a la cama, la recuesto con sutileza para no parecer brusco, no quiero que me malinterprete y luego termine cagando un momento que supone ser bastante importante para ambos.

Mis caricias parten desde su espalda baja, repartiendo besos por su cuello y clavícula. El hecho de no oler a frutas esta vez es lo de menos, tiene un leve aroma a un típico shampoo, que tan sólo por emanar desde su cuerpo, me encanta.

Su diminuta camisa desaparece, dejándola en un simple sostén deportivo en color negro, y bajo con lentitud hasta su pecho, dejando caricias por encima con mi lengua y pequeñas marcas de mordidas. Luego comienzo con su abdomen, lentas y audaces caricias que van acompañadas por sus manos entrelazadas a mi cabello.

La miro de reojo, tiene sus ojos cerrados y sus labios levemente abiertos. No quiero parecer desesperado, es algo que realmente nunca he querido hacer notar, pero en mi vista sé que la miro con más anhelo que lujuria y más amor que sólo deseo, porque en todo este tiempo he tenido el simple miedo de lastimarla con mis acciones.

Regreso a su rostro, atacando sus labios. No me sorprendo cuando siento sus pequeñas manos acoplarse a mi trasero, juega con la elástica de mi pantalón, logrando colarse hasta estar dentro de mi bóxer. Sonrío contra su boca.

De no haber hablado anteriormente con seriedad sobre su estado de virginidad, juraría que no lo es. Pero algo me hace saber que Zoe ha leído bastantes libros, puesto a que sabe cautelosamente qué es lo que debe hacer.

Mis manos bajan su short, dejándola sólo en ropa interior bajo mío, le hago fácil el retirar mis pantalones, todo es casi inconsciente, pero procuro el ir lento porque ella lo merece. Sin embargo, amo ver cómo responde a mis caricias de forma bastante atenta y sensata. Con seguridad.

Cuando logro acariciar sus pechos por encima de la tela, me doy cuenta de que la frase "todo lo bueno tiene que acabar" es una mera verdad, porque como si fuese cosa de la vida estar viviendo en un sueño o en una clase de película, el jodido teléfono tiene que sonar e interrumpir nuestro sagrado momento.

—No contestes, por favor, no lo hagas —finjo un sollozo mientras beso su cuello.

—Debe ser Abigail —suspira agitada, recobrando su respiración—. Hoy hay consulta, y es el siguiente ultra sonido.

—Brendon me habló sobre eso —consigo sonreírle. Pero tengo un problema ahora mismo, ese que habita en mis pantalones y del cual no quiero darle atención por mí mismo—. Al parecer es increíble.

—No tan increíble como lo que hay en tu bóxer ahora mismo —muerde su labio, riéndose bajito.

—Me alegra que sepas cuál es mi problema justo ahora.

—Lo lamento, de verdad —hace una mueca, sacudo mi cabeza.

—De igual forma, esto no debería ser así —beso su mejilla—. Me ducharé, ve a alistarte.

—Dal.

—¿Uh?

—Te quiero —me mira con fijeza, sólo puedo besar sus labios con lentitud. Tampoco sé qué hubiese pasado si no nos interrumpían, me volví a quedar con la misma duda de la otra vez. Acabará por matarme.

—Te quiero mucho más —la beso, y antes de que pueda escapar de mí, tiro de su brazo. Cae de espaldas contra la cama nuevamente y me subo, quedando encima—. Casi olvido algo.

Mis labios van hasta su cuello, donde succiono hasta dejar una marca que logra resaltar en su piel morena. Me alejo sonriente, admirando mi pieza de arte plastificada en su cuerpo.

Ella se ríe, y yo dejo un último beso sobre sus labios.

—Tendré bastantes temas de conversación con Abigail en todas esas horas de consultas aburridas. Gracias por eso.

Me guiña un ojo y comienza a recoger su ropa, entre risas me dirijo con lentitud al baño. Da un silbido para halagar mi trasero justo después y me encierro en el baño, buscando alternativas para arreglar mi problema sin tener que utilizar recursos como mi mano. Por lo que una ducha bastante fría es el resultado final.

No evito sonreír al pensar en los últimos instantes.

Me hace ilusión saber que nunca tendré suficiente con Zoe.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro