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- Tres omegas lejanas ⁴¹

Mina sintió su cuerpo simplemente morir, después del recuerdo de la pelea, mientras aparecía en otro lugar respirando agitada.

Se levantó inmediatamente, notando que a su alrededor solo había bosque, extenso. No tenía heridas en su cuerpo y tentó su estómago intentando ver si todo estaba bien.

Miró a su alrededor sin captar ni siquiera un animal, pero luego dos hombres se acercaron poco a poco hasta verla de pies a cabeza con esas expresiones repentinas, caras divertidas, y movimientos repentinos.

— ¿Yoongi? ¿Taehyung? —ambos hombres se sentaron donde ella estaba, sin decir ninguna palabra y solo la miraban como analizando la situación en la que se encontraban— ¿Qué-... ? —fue interrumpida por Taehyung.

— ¡En hora buena! ¡Tu cuerpo está reviviendo, solo estás en tu mente mientras todo eso pasa por unos minutos! —informó con una gran sonrisa, alzando ambos brazos para celebrar. Yoongi hizo lo mismo, riendo, mientras Mina los miraba un poco confundida y desorientada, pero aún así asintió y entendió la situación— Ahora queda lo difícil, ¡lo que es que debes prepararte mentalmente para esta vez no perder la batalla, Mina! ¡Esta vez no habrá amuleto! —negó cerrando los ojos y apretando los labios.

— ¿Por qu-... ? —preguntaría pero de repente le llegaron los recuerdos de su padre, pero no pudo sentir mucho sobre eso y se desconcertó.

— Tus recuerdos están en ti pero ahora no puedes sentir emociones fuertes —Yoongi se acercó para tomarla de la mano, al ver a esa expresión confundida— Incluso cuando despiertes tendrás muy pocas cosas desarrolladas, como la vista, solo esa, ya que la sensibilidad del tacto, el sistema auditivo, el habla y el olfato estará nulo o muy escaso por más de una hora —susurró con pesar pero luego sonrío en grande.

— ¿Por qué? —Mina se dió el ánimo de preguntar, mientras veía a su alrededor— ¿Y por qué mi mente es un bosque?

— Puede ser como sea realmente, es aleatorio o sin lugar exacto, incluso puede ser una habitación totalmente blanca, o un campo de flores, ¡o un-... ! —Taehyung seguiría pero Yoongi lo interrumpió.

— A la primera pregunta; un amuleto salvador no te regresa a la vida así como así, o sea, totalmente bien —dijo asintiendo frenéticamente— Lo siento por no mencionarlo, pero puede haber secuelas solo por un mes o menos —informó sin mucha preocupación— ¡Aunque ya después estarás como antes! ¡Totalmente bien!

— ¡Y adivina qué! —Taehyung de repente exclamó, alzando sus manos y acercándose a Mina.

— ¿Qué pasó? —preguntó confundida, hasta que Taehyung y Yoongi apuntaron a su abdomen, y se preocupó— ¿Está... ?

— ¡Milagrosamente tu dulce espera no se interrumpió! —Taehyung le decía emocionado, saltando en su propio lugar y sonriendo— El amuleto salva una vida, pero también el cuerpo, y como tu próxima cachorrito es parte de tu cuerpo, de tu vientre, pues lo revivió igual.

Mina pudo sentir un alivio en todo su cuerpo al enterarse de ello, tocando su vientre, donde Taehyung acercó su mano con dudas, hasta que recibió un asentimiento de Mina para que pudiera tocar.

— ¿Quieres saber qué será? He visto su vida hasta sus treinta, donde-... ¡Auch! —antes de que Taehyung revelara algo, Yoongi lo golpeó con el codo para callarlo— Lo siento, cierto. ¿Pero quieres saber qué será?

Mina se la pensó un poco, sintiendo su cuerpo un poco pesado por lo que se dejó encorbar su espalda y dejar los brazos un poco flojos.

— Realmente me gustaría saberlo junto a mi alfa, cuando le diga sobre su futuro cachorro o cachorra —confesó mirando la mano, de ahora Yoongi, que tocaba su vientre con una sonrisa en el rostro.

— Serán muy buenas madres, Mina —comentó Yoongi quitando su mano para mirar directamente los ojos cansados de la omega. Hizo una mueca con la comisura de su sonrisa— Te sientes pesada porque posiblemente estés despertando en el mundo real, déjate caer y dejare vencer por el sueño —se acercó al cuerpo cansado de la omega, sosteniéndolo por la espalda para dejarlo poco a poco en el suelo, mirando como cerraba sus ojos y respiraba más tranquila.

— Solo déjate llevar por el sueño, y todo estará bien —Taehyung se acercó para posar una mano en su pecho y otra en su frente, logrando que la omega cayera rendida completamente.

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Territorio Kang - El fondo del acantilado.

Momo veía el atardecer desde lo alto de un árbol, llevaba algunos minutos ya buscando a Mina y sus esperanzas iban bajando mientras pasaba caminos y subía árboles. Había logrado poder hacer un poco de ejercicio, cansándose en el transcurso pero seguía buscando con firmeza a la omega que consideraba como su hermana menor.

El clima empezaba a estar un poco fresco y traspasaba por las aberturas básicas de su ropa, logrando que su piel pudiera estremecerse.

Suspiró y subió a otro árbol un poco lejos, llegando a casi la punta para ver desde arriba  logrando, esta vez, sí encontrar algo curioso. Una casa donde había movimiento dentro pero no veía muy necesario aquello, ya que miró que solo eran tres chicas peleando entre ellas, como amigas.

Supuso que solo eran personas del reino Kang, así que las dejó pasar para seguir buscando.

Caminó por unos minutos más, sedienta, hambrienta, cansada y pesada. Su humor no era el mejor de todos mientras buscaba desesperadamente encontrar cualquier indicio que dé con encontrar a su mejor amiga. Sus emociones estaban desesperadas y solo podía mirar hacia arriba intentando ver de qué lugar cercano fue que Mina había caído, fue una gran altura, tanta que sí tardó un tiempo para poder bajar.

Sus ojos parecían querer cerrarse cuando dió en un lugar específico, donde un más pequeño cuerpo estaba tirado bocarriba, con los labios ligeramente separados, su respiración lenta dando a informar que estaba viva.

Momo parecía haber encontrado el tesoro más valioso del mundo.

— ¡Mina! —inconcientemente exclamó en alto mientras tropezaba para acercarse al cuerpo tranquilo que no se movía de su lugar en el suelo. Corría tropezando un poco con piedras, quejándose y levantándose con más energías hasta llegar al lado de la omega inconsciente— Mitang —ahí estaba.

Myoui Mina, viva, bien, inconsciente, pero bien. Momo pudo suspirar de alivio mientras incluso lágrimas escapaban de sus ojos, viendo a aquella chica en el suelo que no despertaba pero no tardaría en hacerlo.

A todos les parecería casi imposible la hazaña, pues revivir no era una cosa de todos los días, obviamente. Haber caído desde lo alto, y el choque contra el suelo posiblemente hubiera creado un desastre perturbador, que el amuleto se encargó de evitar. Momo pudo suspirar y jadear un poco mientras tocaba el rostro de la omega.

El sentimiento de felicidad fue opacado por la culpa. Había prometido que no necesitaría el amuleto porque ella no dejaría que tocaran a Mina, prometió protegerla con su vida, pero ahora, si no hubiera tenido ese amuleto, estaría muerta.

— Mina... —las lágrimas empezaron a salir en abundancia, al decir el nombre con un tono destrozado— Mitang... —murmuró entre dientes, tomando la ropa de la omega para apretarla entre sus puños— Lo siento, Mina... —se disculpó, inclinándose para que su frente reposará en el pecho de la pelicorto— Lo siento tanto... Mucho —disculpas salían en abundancia mientras sollozaba.

Las cosas se habían ido total de rumbo, mientras que el hombre que consideraba padre las había tratado de matar, ¡y mató a su hija en el proceso! Ella sentía más emociones por el hecho de que cómo estará Mina cuando despierte.

La situación de Myoui Hinata les duele porque lo consideraban un padre, Momo y Sana lo tomaron así, pero puede doler mucho más en Mina porque es quien tuvo un lazo familiar seguro y firme, que parecía desvanecerse completamente.

O ya se desvaneció.

¿Por qué debía pasar eso ahora? Momo se preguntaba mientras veía el rostro tranquilo de su mejor amiga.

Hinata nunca había mostrado signos de ser del lado contrario. Lo bueno es que se había ido antes y no pudo informarse de los planes que habían hecho en el castillo Im. Estarían jodidas si fuera así.

Ahora Momo estaba jodidamente culpable, se sentía culpable.

— Lo siento tanto, Mina... —se lamentó tomando la mano floja de Mina. Lagrimas parecían no querer parar de caer, mientras Momo ni siquiera hacía el intento de secarlas o apartarlas, solamente las dejaba caer para desahogarse.

Tantas veces que se repitió cuidarla, parecieron olvidarse cuando Mina apretó su mano, dando un inconsciente apretón en la mano temblorosa de Momo.

La alfa la observó rápidamente, esperanzada de que ya despierte. La culpabilidad se fue un tiempo, remplazada por la felicidad de ver a Mina abrir los ojos, viva y conciente.

La omega pelinegra apretó los puños, abrió los ojos sobresaltada y se puso rígida sentándose repentinamente mientras sostenía instintivamente su estómago, con una emoción posesiva repentina.

Inhaló fuertemente mientras respiraba agitada, como si le hubiera faltado mucho el aire al estar inconsciente. Había sentido como Yoongi daba presión en su pecho, pareciendo que le sacaba el aire con sus manos, y ahí fue cuando despertó notando el, ya un poco oscurecido, cielo.

Tosió fuertemente mientras sentía unas manos grandes palpando su espalda, solo podía sentirlas porque un pequeño hormigueo recorría una pequeña zona de su espalda, y su cuerpo daba pequeños empujones hacia adelante. No podía escuchar nada, y su sensibilidad del tacto era poca, tal y como dijo Yoongi. Podía mover su cuerpo, pero no sentir nada contra su piel. Aunque lo más importante era que no sabía quién era la persona que se atrevió a tocarla.

Volteó seriamente hacia atrás después de verificar su cuerpo y se encontró con una alfa llorosa mirándola con los ojos bien abiertos y con una gran emoción en ellos.

La miró abrir la boca pero no la pudo escuchar, y luego la pudo mirar abalanzarse para darle un abrazo.

Se había olvidado que alguien sí sabía del amuleto.

Momo.

Sintió apenas hormigueos en todas las zonas que tocaba la alfa en aquel abrazo, no podía sentir mucho. No sabe si puede caminar y sus pensamientos estaban tan revueltos que no puede lograr formar una idea con decencia.

Momo dice algo más, y se separa para verla, tomándola del rostro para verla más de cerca y con curiosidad, examinación y mucha atención.

— Mina, ¿estás bien? ¿Qué te sucede? —la alfa pelinegra hablaba y hablaba. Intentando encontrar una respuesta pero Mina no podía entender ni escuchar alguna palabra de ella, lo cual frustraba a ambas.

— Y-Yo... —murmuró la omega intentando decir algo, con un gran esfuerzo por decirlo sin sonar como un grito ni como un susurro casi inaudible. También su garganta estaba seca, lo cual dificultaba las cosas— Momo, yo... —volvió a murmurar un poco más alto mientras la alfa la ayudaba a sentarse en la tierra. La alfa movía sus labios diciendo algo pero Mina no lograba escucharla, así que gruñó— No te puedo escuchar, es un efecto del amuleto —dijo interrumpiendo a la alfa, quien hizo cara indignada.

Se estaba disculpándose con una pared a de cuenta, pues llevaba con una culpa grande que trataba de que Mina lo supiera, más esta no podía escucharla por más que quisiese.

Indignada con la situación, pero no con Mina, la ayudó a pararse y con una mirada le cuestionaba el por qué no podía pararse sin tambalear, como si estuviera ebria o muy mareada.

— Los hombres que me dieron el amuleto me dijeron que no podía escuchar o olfatear por como una hora. Al igual que no puedo sentir nada, no siento mis piernas como para pararme —en murmuros arrastrados le explicó, mientras ya procesaba la situación con mejor claridad.

Podía ver el cielo ya oscureciendo y lo único que venía a su mente era volver al reino Im, pero no podían viajar de noche mucho menos si no puede caminar y Momo está muy cansada.

Momo cerró los labios en una línea y un gruñido poderoso salió de su garganta, frustrada y cansada. Solo tocaba quedarse entre el bosque con una omega, ahora vulnerable, por la falta de sentidos.

Mina solo pudo verla mientras se sentía preocupada, ¿por quién? Por su novia.

— ¿Le dijiste a alguien sobre el amuleto? — murmuró tan bajo que la alfa, entre sus quejidos, apenas pudo escucharla.

Momo asintió, alzando tres dedos y luego haciendo un tipo círculo con Mina. La pelicorto pudo entender, solo lo saben tres personas, que son de un círculo muy cercano, y eso solo la lleva a Sana.

— ¿Sana? —aún así preguntó y Momo asintió— ¿Cómo reaccionó Nayeon? —la gran mueca que hizo la alfa pelinegra le dió una respuesta. Momo la ayudó a levantarse, haciendo que Mina pasara un brazo por los hombros de su amiga— ¿Lloró mucho? —la mirada obvia que le dió Momo fue una respuesta— Dime hasta dónde llegó. ¿Gritó? —Momo asintió— ¿Golpeó a alguien? —la alfa negó pero apuntó hacia el suelo con su mano, mientras caminaba a cualquier lugar sin rumbo— ¿Golpeó el suelo? —Momo negó— ¿Cayo al suelo? —la alfa asintió. Mina solo quería saber el estado de su alfa— ... ¿Inconciente? —un dudoso asentimiento fue suficiente para saber que realmente necesitaba regresar. Necesitaba enseñarle a Nayeon, y a todos, que estaba bien.

Momo, en medio del silencio, recordó la casa donde había visto a personas. Sabía que era el reino Kang y era diferente pero necesitaba realmente algo de agua para poder seguir bien.

— ¿A dónde vamos? —la pregunta en un susurro sacó a la alfa de sus pensamientos, y también de su vista fija en aquella casa a lo lejos— ¿De quién es? —Mina se resistió a avanzar, aunque no sentía nada y arrastraba incoherentemente sus pies, pero aún así le hizo batalla a las fuerzas cansadas de Momo.

La alfa se agachó, tomó un palo y empezó a escribir en el suelo. Tardado pero Mina entendería.

'En el camino pude ver una casa con tres chicas que parecían amigas. No sé quiénes son, ni cómo son, pero intentaré por lo menos pedir agua porque no aguanto la garganta'.

Eso escrito y Mina no dijo nada cuando terminó de leer. Solo miró hacia allá y suspiró, dejándose llevar entre tropiezos hacia aquella casa iluminada, de donde salían risas y gritos los cuales solo Momo pudo apreciar.

Pronto Mina captó como una chica salía con un palo de madera, persiguiendo a otra en un intento de amenazar. La alfa vió la escena con ojos entre asustados y divertidos, porque ella sí podía escuchar la situación.

— ¡Cho Miyeon, mierda, dame la maldita manzana!, ¡es mía! —una chica pelirroja salía corriendo de dentro de la casa, detrás de aquella castaña divertida— ¡Tú ya te comiste las tuyas! —ambas chicas desaparecieron detrás de la casa, correteando.

Momo pudo estar calmada viendo que eran dos omegas, el olor y complexión decían aquello. Aunque sabía que había otra posibilidad de que fueran alfas, aún así confió en que en el reino Kang siguen estereotipos.

La casa de madera podría verse cayendo pero de cerca estaba muy bien. En el punto de vista de Momo, era algo hogareño por fuera, como hacerte sentir bienvenido.

Aunque las ballestas, arcos, espadas y flechas que había allí, te decían claramente que nadie era bienvenido.

Otra chica salió para cuando las otras dos habían dado una vuelta completa a la casa.

— ¡Ustedes dos, idiotas, dejen de pelear y mejor tomen una maldita escoba! —dijo la tercera chica enojada hacia las otras dos. Pelearían entre ellas si no hubiera sido porque la tercera chica fijó su vista en Momo.

¿Y Momo que hacía? Se había ido hacia otro mundo. Estaba mirando al suelo con ojos perdidos, sin ninguna expresión en su rostro y con algunos recuerdos. Esas tres chicas le llegaron a recordar a ella, Sana y Mina juntas.

Solo fue hasta que Mina le dió un codazo que le sacó momentáneamente el aire de los pulmones, que se fijó en que las tres chicas la miraban. La primera con una ballesta, con la manzana en la boca y una mirada que le dió miedo. La segunda tenía una espada empuñada en su mano y le apuntaba amenazadora. La tercera tenía un arco con la flecha acomodada lista para atravesar a la alfa desconocida que fue capaz de perturbar los días de las tres.

— Ah... ¡Oh, no! ¡No ataquen, por favor! —Momo reaccionó alzando ambas manos mientras que Mina se aferraba a ella en un modo para no caer.

— ¿Quiénes son y qué hacen aquí? —la pelirroja habló balanceando la espada en su mano. Momo sentía que si a alguna se le iba accidentalmente la mano terminaría muerta. Estaba muy cansada como para defenderse.

Mina las miraba, intentando entender que decían pero le era ininteligible.

— Vengo a pedir ayuda para mi amiga, se golpeó muy feo y está en un estado delicado —casi se ponía a rogar por un vaso de agua, necesitaba un vaso de agua o quedaría muda de tanta sequedad en su garganta.

— ¿Estas usando la voz de mando? —la de la manzana le preguntaba ladeando la cabeza.

— No, no haría eso. Mi garganta solo está muy seca porque no he tomado agua —explicó viendo la cara frustrada de Mina, quien gruñó bajo mientras desviaba la mirada.

— Oh. Hay cosas extrañas pasando en el reino, tal vez esta sea una consecuencia —la del arco decía bajando un poco los brazos para dejar de apuntarle directamente en una parte importante. Un rostro curioso y pensativo remplazó la cara seria de antes— ¿Qué hacen por estos lados?

— No sé si saben pero casi está a punto de acabar una guerra en este reino —Momo lo dijo un poco confundida, con sarcasmo en su voz pero al parecer no fue algo atacante para las tres omegas de allí.

— ¿Una guerra? —cuestionó la de la manzana mientras bajaba la ballesta— No sabemos, Estamos aquí desde hace más de cinco años... creo. Ni siquiera llevamos los días contados, ¿sabes? —le dijo tan simple que Momo solo pudo quedarse callada.

— ¿Así que debes ser caballero? Lo digo por tu ropa, aunque no la reconozco como la de este reino —dijo la pelirroja alzando la espada con desconfianza— ¡Entonces son de reino enemigo! —exclamó haciendo que Momo balbuceara un poco.

Mina se sentía cada vez más frustrada.

— Vivimos en el reino Kang, ¿pero desde cuándo estamos en favor al reino Kang? —la castaña le cuestionó con despreocupación.

— Oh, cierto —la pelirroja bajó la espada, poniendo un dedo en su boca para pensar.

— Supongo que son caballeros perdidos, ¿pero ella qué? Se nota que es omega porque ese cacao no es de alguien alfa —la del arco apuntó con una flecha a Mina, quien solo frunció el ceño al verse en el punto de atención— ¿Estás abusando de ella? —bruscamente se acercó con su flecha apuntando a la alfa.

— ¿Q-Qué? —Momo estaba impactada por la suposición, y muy ofendida— ¡Claro que no! ¡Es como una hermana para mí, es mi mejor amiga! —exclamó indignada, dando un paso atrás cuando la omega frente a ella la miró con ojos feroces.

— No existe amistad entre alfa y omega —casto y sin emoción alguna, lo dijo tan natural que Momo creyó que diría alguna verdad pero fue una total mentira— ¿De qué reino son ustedes dos, uh?

— Del reino Im —eso pareció un interruptor para las tres omegas desconocidas, quienes soltaron un unísono 'Aaaa', suspirando aliviadas y ya quedando despreocupadas mientras se miraban entre sí.

— Por eso se ve educada, viene del reino perfecto —la castaña dijo sonriendo divertida.

— El reino perfecto ese está tan lleno de alfas tan raros. Aléjate de ella, Soojin —la del arco le dijo a la más cercana a Momo.

La única alfa miró un momento, cansada.

Esa situación no le estaba gustando mucho, para nada, mucho menos si el sol se estaba escondiendo tan rápidamente y no tenían donde quedarse.

— ¡Ya sé! Perdieron contra el reino Kang y ahora están desamparadas. Pobres —la llamada Soojin dijo negando con la cabeza en un modo de decepción.

— ¡No! ¡Mucho mejor!, ¡ganaron pero fueron las traidoras! —la castaña dijo, abriendo la boca y ojos como descubriendo el misterio.

— No, no, no. ¿Una omega puede ser caballero? ¿Qué hace ella vestida como caballero? —la del arco se cuestionó mirando a la omega Myoui con curiosidad.

Momo allí intervino.

— Ella es la mejor caballero del reino Im —dijo con orgullo pero a la vez firmeza, porque Mina lo era y no quería a nadie con duda de ello.

— Yo la veo como vagabundo —la pelirroja Soojin comentó, recibiendo afirmaciones de sus dos compañeras.

— ¡Por la Diosa Luna! ¡¿De qué están hablando?! —Mina se hartó, exclamando en alto mientras sentía la frustración inundando su sistema.

— Pues de ti, irrespetuosa, ¿que no escuchas? —la castaña. Si Momo no se equivoca, escuchó que se llama Miyeon.

— Es un efecto del golpe que les dije, no puede escuchar, ni sentir olor o moverse bien —Momo evitaba decir la verdad, porque obviamente no diría que su mejor amiga cayó por un acantilado.

Se acercó a la casa, al tejado donde abajo había un piso de madera y la dejó sentada allí. Afortunadamente esta vez las tres omegas no dijeron nada y la dejaron sentar a Mina en aquel suelo, recargandola en la pared para que esté cómoda.

— Voy por un poco de agua —la llamada Miyeon dijo yéndose dentro de la casa.

— Bueno. Supongo que yo la acompaño —y Soojin también se fue detrás de su amiga, a paso rápido para evitar la incomodidad que pueda causar estar en silencio con aquella alfa.

— No hemos estado en comunicación con un o una alfa en años, les incomoda tener contacto con una después de tanto —la otra aún tenía una flecha en su mano pero la tenía solo como defensa por si acaso, aunque estaba un poco olvidada— Soy Shuhua por cierto, la pelirroja es Soojin y la otra es Miyeon —se presentó tratando de dar la mano con la alfa pero la retiró enseguida, sintiéndose disgustada con solo pensar en su tacto.

— Si no quieres saludarme simplemente ni siquiera hagas el esfuerzo. No tienes por qué forzarte —Momo comentó simple, tentando la frente de Mina para ver si tenía algo más. La miró de cuerpo completo intentando captar alguna enfermedad o herida en ella, ni encontrando nada más que lo que ya conocía— ¿Qué? —cuestionó cuando la otra omega la veía raro.

— ¿Tu nombre? —le dijo de repente.

Momo se sorprendió por ello, recordando que efectivamente no se presentó. La rara era ella.

— Oh, sí. Hirai Momo, y ella es Myoui Mina —la pelicorto las miró raro cuando Momo le apuntó con un dedo.

Mina suspiró cerrando los ojos, dejando que Momo controle la situación en la que estaban ahora. Tenía que pensar bien y sin pensarlo mucho se le escaparon algunas lágrimas de por debajo de sus párpados. Lo bueno es que Momo estaba ocupada explicándole a la omega Shuhua quiénes eran, y no pudo ver como Mina dejaba que sus lágrimas se secaran en sus mejillas.

— ¿Por qué me dices todo esto? —cuestionó Shuhua mirándola con desconfianza.

— Nos están ayudando con algo, supongo que lo justo es decirles quiénes somos, por lo menos, ¿no? —Momo no encontraba nada de malo en decirle, pues así podían ganarse más la confianza.

Y lo hizo, porque en menos de diez minutos las dejaron pasar a la casa. Es que cuando las tres omegas escucharon que Mina era la próxima reina del reino Im, pues parecían hasta servirle y hablarle mejor.

La omega Myoui no entendía nada de lo que hablaban, porque en esos diez minutos solo podía escuchar murmuros muy lejanos y aparte que solo prestaba atención a que Momo esté cómodamente dormida.

La alfa Hirai había caído en una esquina, con una sabana porque era lo único que las omegas de la casa le dieron. Shuhua fue considerada porque realmente ninguna quería darle algo, pero viéndolo mejor, o sea quitándole que era una alfa, Momo se había comportado bien.

Mina la veía dormir muy profundo, ya que Momo estaba realmente cansada y solo quería recuperar fuerzas para regresar a primera hora del siguiente día.

Treinta minutos y ya podía escuchar las estruendosa risas como murmuros más altos. Su piel tenía hormigueos y se estremecía un poco mientras recuperaba la sensación del tacto. Su olfato discreto cada cinco minutos no daba mucho resultado, todavía no podía captar olores y eso la tenía cansada.

Se recostó en aquel sofá un poco viejo mientras veía como Shuhua le ponía una manzana y un plato con papas cocidas en la mesa.

— ¿Puedes escucharme? —fue muy alto pero Mina lo captó como un susurro y asintió— Tienes que comer, tu novia grandulona también —las tres omegas insistían en que eran algo más, pero esta vez nadie las corrigió porque Mina no tenía fuerzas y Momo estaba en un sueño incoherente del cansancio— ¡Soojin, despierta a la maldición de la casa! —gritó para que la pelirroja pudiera escucharla.

La omega mencionada se levantó y le tiró una manzana a la alfa dormida, dándole en el pecho donde la alfa apenas abrió los ojos. Y solo se despertó tomando la manzana, adormilada, dándole un mordisco lento, más dormida que despierta.

Soojin de repente puso ojos aguados.

— Se comió mi manzana —susurró con voz lastimera.

Mina rió suponiendo lo qué pasó, acercándose al plato de papas y partiendo para llevarlas a su boca.

— ¿Quién se quedará despierta? —Shuhua cuestionó de repente a sus dos compañeras.

— ¿Eh? ¿Por qué?

— Hay desconocidas en la casa, una tiene que estar despierta para vigilar —obvió Miyeon rodando los ojos.

— ¡Miyeon durmió todo el día y nosotras hicimos todo!, ¡voto por ella! —Soojin acusó de repente empezando una pelea.

— ¡No, no, no! ¡Yo quiero mi sueño de noche. No quiero quedarme despierta! —se quejó la acusada.

— Yo también voto por ti, Miyeon. Dos contra una. Te quedas despierta y gritas si pasa algo.

Mientras el trío ese peleaba, Mina terminaba la comida para luego ver cómo Momo también tenía un plato en sus manos, donde empezaba a comer con ojos entrecerrados del sueño.

— ¡Ella es una omega, que se quede cuidando que la alfa no haga nada! —Mina logró escuchar y frunció el ceño.

— ¡No por ser omega confiaremos en ella!

— ¡Bueno! ¡Ella es casi una reina, quiere el bien para todos, ¿no?!

— No somos de su reino. Te quedarás y punto —de ahí hubo un silencio que desconcertó a Mina.

La omega Myoui volteó hacia donde estaría el trío, solo viendo que estaba Miyeon asesinando a todo con la mirada, y prefirió ignorarla para seguir comiendo.

Le esperaba un largo viaje y no estaba interesada en calmar a una omega enojada de ser traicionada por sus dos compañeras.





Este capítulo lo estuve escribiendo por mucho tiempo porque por una semana tuve un bloqueo. Quedó rarito, pero equis, ya está

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