- Príncipe Kang Seulmin ²⁶
Mina sintió como la alfa se movía pero no abrió los ojos. Estaba tan absorta en ese movimiento de labios que la mayor ejercía. Solo confió totalmente en lo que hacía la alfa.
Nayeon se sentó en el pasto, sin soltar a Mina haciendo que esta terminara sentada en sus muslos mientras ambas se besaban. ¿Cuánto tiempo había pasado? Tal vez unos cinco minutos donde solo se separaban, juntando sus frentes y volvían a unir sus labios en un beso. Nayeon deseaba quedarse por un buen tiempo allí, pero tenía conciente que Dahyun y Jeongyeon deben estar esperando ya cansadas probablemente.
Aunque no esperó que fuera Mina quien primero se separara y la mirara con ojos brillantes en lágrimas contenidas. Sin duda no esperó que una gotita cayera por la mejilla de la omega pero instintivamente su mano fue llevada allí y la apartó. Apartó las otras gotas que se tomaron la libertad de caer como un río por las mejillas blandas de su prometida.
— Quiero aclarar, con toda la sinceridad que te tengo... que yo también te amo, y mucho.
Una declaración.
Nayeon la había llevado para aquello. Primeramente había planeado llevarla por todo el festival pero al escuchar la palabras firmes que Mina soltó cuando dijo 'La amo', Nayeon solo sintió que su mundo se volcaba y tomó la decisión de declararse mejor. De declararse sin la ayuda de alguien más, como sus padres hicieron por accidente con la confesión de Mina.
No necesitaba otra palabra de parte de su prometida para saber que la amaba, pues ya lo sabía y el cómo la miraba no era simple cariño. No. Era cariño, pero intenso, más intenso y fuerte.
No necesitaba palabras pero aún así las que soltó su prometida parecían hinchar su órgano latente.
— Te amo como no tienes idea —murmuró Mina acariciando la nuca de Nayeon, solo para que, con delicadeza, la atrajera hacia ella y volviera a juntar sus labios en un beso. No quería dejar de besarla.
Quería que sus labios sellaran una promesa entre ellas, que con eso pudiera transmitirle de todo a la chica que acaricia su cadera sin saber lo que causa en ella solo con esas caricias en una zona sensible. Quería que siguiera allí, ambas besándose como si no importara el hecho que alguien podía llegar. Aunque era lejano esa posibilidad ya que la entrada decente que había estaban Kim y Yoo por pedido de la princesa Im.
No importaba si alguien las veía de todas maneras. Ahora importaba todo lo que querían transmitir.
¿Cómo se podía transmitir tanto por un beso? Ni Mina ni Nayeon lo sabían en ese momento, solo podían estar sintiendo de todo pero no sabían exactamente cómo.
— ¡Princesa Nayeon, señorita Mina! —solo con ese llamado se separaron un poco desconcertadas, hasta ver a lo lejos a Kim que les hablaba. La alfa quiso gruñir un poco pero sabía que no debía, podía incomodar a su amiga o a su prometida, ambas eran omegas aunque casi no afectan por sus crianzas, igual no quiere causar molestia en ninguna— Lamento interrumpir, tenía que hacerlo porque los reyes Im les han llamado —hizo una reverencia como disculpa y tenía una pequeña mueca.
— Por favor informales que en un momento vamos, Kim —fue Mina la que le dijo y la omega menor solo asintió para después regresar por donde vino— ¿Cuánto tiempo hemos estado aquí? —preguntó en un susurro. Si los reyes les han hablado debe ser que ya pasó un tiempo.
Nayeon la miró directamente, hasta voltear hacia arriba y ver el cielo. Bufó un poco y se sonrojó, a la vista de Mina que esperaba alguna respuesta.
— ... Como una hora y media —contestó volteando a otro lado, avergonzada, y más sonrojada después de que Mina soltara una risita divertida. No habían tardado más de una hora comiendo y en el baile, así que pasaron entre besos más de media hora— Fue mucho, pero realmente lo sentí muy poco —trató de explicarse solo para recibir un beso en la mejilla que hizo que ésta se volviera más rosada que antes.
— Tal vez nos hablen porque se preocuparon, o puede ser algún problema —le dijo mientras se levantaba, apartándose un poco de la alfa para poder estirarse y ayudarla a levantarse del suelo. Sacudió un poco para después regresar su vista directa a la princesa Im— Antes de irnos... —comenzó acercándose.
— ¿Mmh? —murmuró, con las mejillas tomando un más ligero tono rosado. Pero lo ligero se hizo intenso ya que, cuando la pelicorto se acercó y la besó, su sangre se fue directamente a sus mejillas en un tono.
— Quería hacer eso —dijo Mina para solo besarle de nuevo y empezar a tomar las bolsas que traían. De regreso, Nayeon solo pudo estar cabeza gacha escondiendo sus mejillas sonrojadas, mientras que Mina mostraba libremente su rostro un poco sonrojado pero contento.
No es que Nayeon no esté contenta, claro que lo está, y mucho. Solo está un poco avergonzada, y como ésta palabra no está mucho en el vocabulario ni acciones de Myoui Mina, pues tampoco la siente tanto como la princesa Im.
— ¡Ahí están! Probablemente interrumpimos sus momentos a solas, pero hay malas noticias con respecto a la princesa Kang —la reina Im fue la que estaba en la entrada, con una mueca preocupada y un poco avergonzada. A Mina le cambió la cara en un segundo— Mashiro comunicó que, mientras ella y la joven Yeri intentaban comprar algo para la princesa y volvieron, ésta ya no estaba y la buscaron pero no la encontraron.
— ¿En qué zona la habían dejado? —preguntó Mina dejando las bolsas a cargo de Yoo para poder caminar al lado de la reina. Ambas iban camino a donde seguía el festejo, donde también estaba el rey Im esperando. Nayeon dejó todo también junto a Kim para ir detrás, ahora estaba más metida en asuntos serios y quería seguir estándolo.
El rey Im tomó la palabra.
— Cerca de la tienda de Dayeon, la conoces. Había estado muy llena. Mashiro quiso conseguir algo para la princesa, por pedido de ésta. Al no poder meterse entre tanta gente, la joven Yeri intentó ayudar al ser más pequeña, dejando sola a la princesa Kang que segundos después, o un minuto, ya no estaba —explicó, mientras los cuatro caminaban, o casi corrían, hacia el carruaje— Tal vez sea que ella misma se perdió entre el tumulto de gente, o que algo le llamó la atención. Pero aún así, es mejor preocuparnos y hacer algo —subió a el transporte.
— ¿Tienen alguna idea de dónde estará? —la princesa Im preguntó, recibiendo que los reyes miraran insistentemente a Mina, pues ésta podría saber algo.
— No habría una razón para que se fuera si no hubo algo que le llamó la atención... creo —respondió la omega cuando se fijó en las miradas— También una posibilidad es que alguien la reconoció y de alguna manera huyó... O podría ser que sí, se perdió por ahí y probablemente esté en algún local conocido esperando —afortunadamente el carruaje iba rápido y llegaron en donde deberían estar Mashiro y la joven Yeri, aunque solo estaba Mashiro.
Mina suspiró porque sabía cómo se deberían estar sintiendo. Al ser criadas de una manera diferente, perder de vista a quien tenían a cargo podía ser un golpe fuerte para ellas. Mayor a cuando a una persona ordinaria le pasa lo mismo de perder de vista a alguien. La culpa, decepción, preocupación, e incluso el odio hacia sí mismas, era lo que podían estar sintiendo.
— ¡Mashiro! —Mina la llamó cuando bajó del carruaje, ocasionando que la alfa parara en seco su caminata nerviosa en círculos, y la mirara angustiada— ¿No han encontrado nada todavía?
— No. Buscamos a alrededor, y estaba pensando dónde podría estar, mientras la joven Yeri está en la tienda de Dayeon por si acaso regresa —contestó y aún en su firmeza, Mina podía notar su desestabilización— No lleva ni media hora. A los cinco minutos de no encontrarla informe a los reyes, y han pasado unos quince más. No creo que pueda estar muy lejos —se dió en la necesidad de decir.
Mina miró alrededor y había mucha gente mirando. Se dió cuenta que no se había puesto la capucha y la vieron bajando del carruaje. Pidió a Kim -quien iba en los asientos externos del carruaje- la bolsa donde iba todo. Se colocó la capucha y pasó una a la princesa Im.
— Antes de que pasara esto, ¿te mencionó querer ir a algún lugar? —preguntó tapando su cara con la sombra que daba la capucha y acomodando. Notó a la joven Yeri llegar, negando a la aparición de la princesa Seulgi.
Mahiro se la pensó un rato.
— Sólo el local de los gemelos Yang, fue un lugar que no pudimos entrar por la cantidad de personas —contestó la joven Yeri, al ver que Mashiro no recordaba. La princesa Kang le había dicho que quería ver como era el local de comida rápido tan lleno. Todo finalizó en marcharse de allí.
— Es mejor que den una vuelta por ahí y pregunten si han visto a alguien con capucha. Ahora no es muy visto que alguien la tenga —era un poco contradictorio tener una capucha puesta entonces, ya que sería llamativo pero mayormente las personas tampoco le ponen atención a alguien que no tenga que ver con sus propios asuntos, a menos que sea alguien importante, obvio está.
Mina comenzó a caminar, dejando a los demás atrás. Mashiro la siguió cuando Mina hizo una seña, y la joven Yeri prefirió ir al local Yang para descartar el lugar de la posible presencia de la princesa Kang, si esta no estaba allí, claro.
La princesa Im se quedó con sus padres al no recibir algo de su prometida que diga que la acompañe. Hizo una mueca, y recibiría una burla de Yoo, si no fuera por la situación seria en la que estaban.
Los reyes también buscarían así que los acompañó. No quería quedarse haciendo nada por Seulgi cuando ésta estaba perdida.
Mientras que la omega Myoui junto a Mashiro estaba caminando por la calle extensa donde se ubica la tienda de Dayeon. Pasó la tienda y caminó más, volteaba a a cada lado y revisaba callejones junto a locales abiertos.
— ¿Tienes alguna idea por donde buscarla? —Mashiro le preguntó cuando habían pasado la tienda de Dayeon por dos cuadras extensas.
Calles llenas de gente. El ambiente era agradable y animado, aunque a ellas no se les contagiaba mucho. Estaban lo bastante preocupadas por la princesa Kang, del qué habrá pasado con ella.
— Una pequeña. Seulgi es más de estar en espacios pequeños aunque le gusta el aire libre. Si se perdió, puede estar en un callejon o dentro de un local —respondió. Las veces que observó bien a la omega menor eran veces que estaba encerrada en algún lugar, lugar donde Seulgi siempre se quejaba por estar allí pero también podía estar muy cómoda y feliz en él. Le atraía la idea que podía estar en un callejon.
Y no estuvo equivocada.
Caminaron unas cuadras más, tal vez unas siete o ocho. Fueron cansadas pero ninguna se inmutaba a tal recorrido que era poco para ellas. Solo fueron en un camino recto. Mashiro se dedicaba por seguir a Mina, ya que no tenía idea de dónde ir y, al parecer, Mina sí.
Era calle con gente alrededor pero no tanta como las anteriores ocho cuadras. Mina por fin pudo captar un bulto pequeño sentado en el fondo de un callejón y sintió su corazón darse por aliviado aunque no sabía si ese bulto era la princesa Kang.
— Creo que la encontré —murmuró hacia Mashiro quien se le iluminó el rostro en sorpresa y alivio. La omega se adentró en el angosto callejón de, más o menos, un metro de ancho.
Miró de cerca y ese cabello café oscuro estaba a la vista, no tenía la capucha puesta, sino solo la capa colgaba de su cuello. Ahí pudo alegrarse realmente porque observó el perfil y era lo que buscaba.
— ¡Seulgi! —exclamó feliz y a punto de abrazarla si no fuera porque la omega menor la calló con un dedo sobre sus labios.
Ahí Mina frunció el ceño y calló a Mashiro por si acaso. La alfa paró a unos dos metros de ambos omegas y se quedó mirando solamente. La pelicorto se arrodilló con Seulgi y ahora notó por qué la omega menor miraba hacia lo que consideraba pared de madera estable.
Era el final del callejón por un muro de madera pero, al parecer, no estable. Tenía huecos que dejaban ver hacia la otra calle, la calle siguiente. Seulgi miraba por un gran hueco de esos y parecía muy atenta a lo que sea que esté viendo.
— ¿Qué pasa? —preguntó Mina en un susurro, intentando mirar por la vista de Seulgi y encontró lo que tenía a Seulgi tan tensa en ese lugar.
El príncipe Kang, Kang Seulmin.
— Está allí hablando con aquél hombre — susurró la menor, sin despegar la mirada de su hermano— Está totalmente tapado pero su aroma lo reconozco a distancia —mencionó mientras que Mina se acomodaba para ver de cerca.
Y no sabía si le sorprendía que Kang Seulmin estuviera en plena luz del día en el festival, o el hecho de que estaba hablando con alguien que Mina conoce muy bien; Park Sunghoon.
Le ardió el estómago muy bruscamente y el corazón se le fue a la garganta.
Su maestro de baile, su amigo y también casi consejero, porque la ayuda siempre con consejos. Le ha dicho secretos de la realeza, e incluso le quiso ayudar con su novio. ¿Por qué Sunghoon estaba allí?
— No los he podido escuchar, pero si no quiere que lo reconozcan es porque está haciéndo algo malo, Mina —la voz baja de Seulgi la hacía caer en la realidad y salir de sus pensamientos— El hombre no lleva más de dos minutos allí, pero mi hermano está ahí como hace quince minutos hablando con diferentes personas —informó sintiendo como Mashiro se posaba a su lado y observaba lo mismo que ambas.
— Es mejor que me quede y ustedes dos regresen. No debiste salir así sin, por lo menos, avisar —regañó Mina en voz baja a Seulgi quien hizo una pequeña mueca— Están preocupados... Pero esto de encontrar a tu hermano nos servirá de algo así que estuvo bien seguir su aroma —aseguró y ayudó a que Seulgi se levantara— Por favor avisen que me quedé y en un rato regreso. Si no regreso, es porque estoy ocupada.
La omega menor asintió para luego tomar la mano de Mashiro e irse junto a ella, pues el miedo le invadió al ver al alfa que la hacía temblar con solo esa sonrisa altanera y sarcástica.
— ¡Ah!, y si ven a Momo o Sana, que vengan hacia acá —Mina tomó palabra de nuevo. Mashiro murmuró afirmativamente y pudo irse del callejón junto a la princesa Kang.
Le tomó unos segundos ponerse la capucha y salir del callejón para dar la vuelta a la cuadra y pasar naturalmente al lado de ambos hombres, quienes no la notaron. Se recargó en un árbol cerca de allí, fingiendo hacer algo. Sacó un dulce pequeño y empezó a comerlo para parecer más casual. Quería ser lo más discreta posible.
Afortunadamente se puso supresor para el aroma, no la notarán de ninguna manera.
— ¿Entonces no lo sabes? —Mina escuchó al alfa Kang preguntar y un tarareo de Sunghoon.
— Realmente no creo que alguien lo sepa —contestó amablemente el beta— No entiendo para que lo quiere saber, tampoco —mencionó en un tono confundido.
Mina estaba confundida tratando de escuchar mejor.
— No es de tu incumbencia. Gracias por su ayuda —se notaba sarcástico y molesto. Sunghoon hizo una mueca y no se dejó aplastar.
— Tampoco es de su incumbencia saber aquello. De nada, es un placer ayudar —dijo en un tono falsamente amable. Mina lo miró irse y suspiró. No entendió de que hablaban pero siguió allí.
Observó al príncipe alfa maldecir en murmuros y pateaba la rueda del carruaje detrás de ella, con rabia y ira contenida. La omega escondida detrás del árbol pudo irse de allí. Observó los alrededores y ya había gente mirando al príncipe Kang.
Sus descontroles no eran discretos, eran llamativos y bruscos.
Mina decidió por irse antes de que noten a la rara persona con capucha escondida detrás de un árbol, o sea, ella.
Rodeó la cuadra sólo para esconderse de nuevo en el callejón y ver por ahí al alfa enojado, solo pudo verlo hasta que se fue y no podía seguirlo a pie. Iba en un carruaje y a alta velocidad así que se le fue.
Se quedó un rato pensando. ¿Qué cosa quería saber el príncipe Kang? ¿Qué tenía que ver Sunghoon? ¿Y por qué presiente que no debe confiar en Sunghoon? Verlo hablar con el príncipe Kang la hace pensar de todo. Si tal vez el tenía algo de cercanía con él. ¿Pero entonces por qué se fue en tan poco tiempo?
Miró a lo lejos. Sunghoon estaba en un local admirando todo por las ventanas de cristal y también comía de un pastel. Se veía inocente, un poco infantil con las mejillas rellenas y un poco de glaseado en su comisura.
Pero la apariencia no era lo importante ahora. Mina quería saber qué era lo que hablaba con el príncipe Kang.
— ¡Mina! —un llamado hizo que voltear hacia atrás, notando a Sana y Momo llegando— Mashiro nos dijo que vengamos acá, no nos dijo por qué —Sana dijo apresuradamente y respiró hondo. Ella y Momo habían corrido por si acaso era algo grave— ¿Qué sucedió?
— Seulgi había captado un aroma conocido y era el del príncipe Kang, por eso se perdió —ayudó a Momo cuando ésta casi caía por una botella de vidrio tirada. Sana le cuestionaba de todo con la mirada— Estaba ahí hablando con varias personas —apuntó por el hueco de la madera— Pero se fue hace un rato. Estaba pensando en por qué estará aquí —dijo.
— ¿No escuchaste de qué hablaban? —preguntó Momo. Mina dudó, dudó mucho y miró hacia abajo para luego ver a Sana, después parando su mirada en Momo.
— No. Estaba lejos y no podía escuchar —contestó firme, ya empezando a salir del callejón con sus dos amigas detrás.
— Es mejor que regresemos y hablar esto con los reyes, entonces.
Mina no quería mentir, no quería esconderles lo de Sunghoon pero prefirió hacerlo por si se equivocaba. Prefería averiguarlo por sí misma. En una semana tenía clases con él de nuevo, vería qué sacar de ahí.
Aunque los pensamientos sobre eso se fueron cuando en el carruaje Nayeon la esperaba sola. La alfa la miraba con ese mismo brillo contento, con esa cara ya no tan avergonzada de demostrar su sonrojo. Cuando la alfa la sentó en sus muslos y la besó pudo olvidarse un poco sobre eso.
Podía pensar en lo bonito que se sentía besar con libertad los labios de la alfa.
Aquí no se puede estar sin problemas, mis amigos
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