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- Encuentro con reyes ⁶

Su mochila la llevarán unas personas hacia su casa, por eso metió a Pingu allí; para que nadie lo tocara. Ahora Sana y Momo le casi rogaron que metiera a Mingo (el perro de peluche de Sana) y a Bruno (el mapache de peluche de Momo) en su mochila. Obvio aceptó pero haciéndose de rogar.

Dió su mochila, con los tres peluches dentro, a la mujer que la llevaría, y tragó nerviosa por lo poco que faltaba.

En menos de lo que quería, ya estaba fuera de ese barco. Con sus padres en frente, Mina intentaba pensar porque la veían tanto los y las caballeros que custodiaban allí.

Pensó un poco y luego se le ocurrió hablar en el idioma de sus ascendientes Myoui, del cual casi nadie le entendería ahí, japonés.

¿Por qué me miran así de raro? —preguntó sorprendiendo a Sana y Momo quienes venían detrás de ella. Hikaru ya había salido antes y estaba en espera de los reyes al otro lado. Ambas amigas les tomó unos segundos pensar y contestar en el idioma que sus familias más saben.

Debe ser por curiosidad, los reyes te vienen a dar la bienvenida y a hablar contigo. Obviamente serán chismosos —Sana contestó mientras Momo miraba perdida hasta que reaccionó.

Akane contuvo la risa al escuchar la suposición de Sana. Los y las caballeros del reino no miraban a su hija por curiosidad, la miraban embobados por lo hermosa que era y la ternura e inocencia que irradiaba. Obviamente para ellos, no era la futura reina, sino la futura líder de la caballería Myoui.

(Cabe aclarar que cuando digo 'los caballeros' me refiero a hombres, mujeres, alfas, omegas o betas, variados).

Akane sabía que más de uno o una se decepcionará al saber sobre el matrimonio, al no poder cortejar a la omega.

Si Mina no estuviera en matrimonio con la realeza, tendría muchísimas propuestas al vivir entre la gente del pueblo. Los Myoui viven entre el pueblo o trabajan cuidándolo, Mina tendría contacto con la gente y podría recibir muchísimos cortejos.

Gracias a la Diosa Luna que Mina no necesitaría salir mucho... a menos que le guste salir.

Mina miró de a los alrededores, cuando de repente notó que la mujer con su mochila recogiendo algo del suelo. Observó con atención y cuando al mujer se levantó, Mina se dió cuenta que estaba levantando a su Pingu.

— ¡Pingu! —exclamó inconscientemente alto.

Alertada -y casi enojada-, no escuchó el aviso de un caballero, corrió sin pensar hacia la mujer y antes de que algo pasara se lo apartó de las manos con la mayor suavidad que reunió.

— Lo siento, es mío —dijo abrazando a su peluche y retrocediendo dando una reverencia pequeña.

Al parecer, el cierre de su mochila se había roto y Pingu fue el peluche que cayó al suelo, haciendo que la mujer quiera recogerlo para no perder la pertenencias de Myoui. Pero Mina no dejaría que tocaran a su peluche.

— ¡Mina! —el susurro alertado de Momo hizo que la omega la mirara y Momo le apuntó con la cabeza al frente de sus padres; los reyes Im.

Su cabeza quedó en blanco un momento y caminó con la cabeza gacha hacia su lugar, mordiéndose el labio para no dejar salir ningún ruido, como chillidos o grititos de frustración.

Los reyes, los benditos reyes Im aparecieron y ella como toda chica posesiva quitando a una mujer su peluche solo porque no quería que lo tocara.

Quería morirse.

Ya en su lugar, con sus padres en frente pero haciéndole espacio para que los reyes la vieran, Mina esperaba.

— Ehh. ¿Pingu? —dijo el rey omega entre divertido y confundido. El rey Im había escuchado el nombre de su pingüino de peluche, eso hizo que la vergüenza de Mina pasara un poco y mirara al rey con curiosidad.

— Lo siento. Mi peluche Pingu —sonrió emocionada y alzó su peluche para luego abrazarlo con un brazo. Claro, Mina no sabía que mayormente los adolecentes se avergonzaban por algo así, y tampoco encontraba el por qué avergonzarse de Pingu.

Solo se había avergonzado hace un rato porque no quería dar una impresión de posesiva con su peluche.

Se escucharon risas, algunas ahogadas, eran las de los reyes y caballeros de ahí. Hinata los hubiera callado de golpe pero eran risas enternecidas por la ternura que daba su hija.

— Es un gusto recibir a Pingu, a sus amigas y a usted en nuestro reino, señorita Mina —la reina sonrió mientras ambos reyes se inclinaban ante la chica Myoui quien correspondió sus reverencias.

— Es un honor conocerlos y estar en el reino. Esperaba con ansias el momento, sus majestades —comentó sonriendo, ya estaba más relajada y notablemente feliz. Se sentía rara estar en el reino, se sentía extrañamente muy bien.

— Nos alegra el por fin verlas a las tres. Deberíamos-...

— ¡Agh! —se escuchó una queja de un punto de la torre la cual ocasionó que hasta los mismos reyes voltearan hacia arriba.

Y es que ningún sabía de las nuevas presencias.

#♡>☆

Hace unos minutos - Con Nayeon.

— Hora de escaparse —fue lo que dijo cuando su habitación quedó en silencio y solo ella estaba allí. Descuidadamente caminó hacia la ventana, la cual no era muy alta del suelo por lo que, fácil, la abrió y sacó su cuerpo para salir de allí— ¿Y ahora qué?

Se preguntó a sí misma mirando a los alrededores. Había caballeros que inclinaban su cabeza hacia ella pero estaba segura que ninguno le diría a sus padres, ya que estaban con ordenes de vigilar ciertos puntos.

— Ella estaba en una isla... entonces vendrá en barco... ¡La torre cerca del muelle! —y rápidamente tomó camino rápido en dirección al mar, estaba un poco lejos pero alcanzaría a ver desde la torre.

No le llevó menos de quince minutos llegar a la entrada de la torre, era grande y fácil desde un piso podrá ver la llegada de su prometida. Un barco se escuchaba y ahí supo que ya llegó.

A parte por correr, su corazón no podía estar más acelerado por la emoción de verla y poder quitar esa curiosidad que tenía por ella.

Sonrió con orgullo cuando llegó al piso y fijó su mirada por la gran ventana. Mordió su labio inferior con nerviosismo al ver a dos chicas pero no parecían ser Myoui Mina, sino más bien guardias por su firmeza.

Sintió un bonito aroma leve a frío y cacao que la hizo inquietarse y querer inclinarse más.

Iba a inclinarse más, pero unas manos la tomaron del cuello de su camisa y hicieron que se vaya para atrás, casi cayendo pero alguien sosteniéndola.

— ¡Agh! —se quejó ocasionando que una mano soltara su cuello y le tapara la boca, reconoció el olor como el de su amiga omega.

— ¿En serio creíste que me puedes engañar, Im? —sí, sin duda era su amiga Dahyun, muy enojada— No puedes verla hasta la noche —a Nayeon no le importaba mucho.

Y es que después de dejar a Yoo duchandose allá, Dahyun había tomado camino rápido hacia la habitación de Nayeon. No la encontró, y no sabía a dónde iría pero la pequeña montaña de polvo que había echo Nayeon al barrer estaba pisada; Nayeon la había pisado, había dejado la huella en el suelo y también en la ventana.

Cuando se fijó por la ventana solo fue una leve idea lo que se le vino a la mente, pero preguntando a los caballeros que allí pudo confirmar que Nayeon iba a ir a ver a su prometida.

Terminó sin aire, y casi se le cae el corazón cuando Nayeon estaba inclinada intentando ver hacia abajo, con intención de ver a su prometida sin ser descubierta. Tomó el poco aire que le quedaba y corrió para agarrar el cuello de la camisa y tapar su boca cuando se quejó.

— ¡Mmmh! —murmuró Nayeon inclinándose hacia el frente con la intencion de quitarse a Dahyun pero esta enrolló sus piernas en la cadera de Im y la tenía como caballo queriendo hacerla cambiar a dirección contraria a la ventana.

— Nayeon, tengo el derecho de darte la orden de marcharte —claro que la tenía, esta vez tenía la orden ella y podía ordenarle hasta ir a limpiar su baño pero solo quería que no las descubran. Nayeon seguía retorciéndose y moviéndose— Voy a llamar a alguien, y si eso pasa, atraerás atención —a eso la alfa paró y puso atención— No querrás que la señorita Mina vea a la princesa Im tan desesperada y escapándose solo por verla, ¿o sí? —Nayeon gruñendo negó.

— ¿Qué pasó aquí? —y la nueva voz hizo que ambas girarán su cabeza hacia las escaleras, donde Hikaru con el ceño fruncido las veía— Kim suelte a la princesa Im.

— Se escapó, no puedo dejar que vea a la señorita Mina; órdenes de los reyes -—contestó Dahyun a los segundos de ver a Hikaru.

— ¿Quiere verla antes del baile? No se puede, todo está planeado —negó se acercó a paso rápido haciendo que Dahyun se aleje de Nayeon para mantener una distancia— Déjeme llevarla a su habitación, princesa. Estoy segura que a mi prima Mina le gustará presentarse bien con usted y no que se escape por verla —mentira, a Mina le gustaría con todo corazón verla de cualquier manera.

Nayeon avergonzada y derrotada no dijo nada, bajó la cabeza y asintió dejando que la beta las acompañase al bajar las escaleras.

— Perdone, tengo que avisarle a los reyes que nada grave pasó, ya que escucharon su queja y pensaron que algo malo pasaba —Hikaru decía mientras llamaba a alguien— ¿Le importaría que Riku la acompañe? —el mencionado alfa llegaba. Nayeon negó dejando que el chico, ya de dieciocho años, las acompañe.

La beta dió una leve mirada hacia la omega menor, que miraba casi atentamente a Nayeon para que no se escape, y sonrió un poco para luego irse.

Cuando llegó, incluso Mina estaba atenta a la torre o a los alrededores, por el ruido que llamó la atención. Y al parecer, a los que más alertaron fueron a los Myoui mayores.

— La princesa Im escapó pero Kim la detuvo —susurró Hikaru con una sonrisa cerca de la reina, no iba a gritarlo para que todo el mundo sepa, no iba a avergonzar a la princesa de esa manera.

La reina rió, calmando un poco los nervios de los mayores Myoui quienes ya pensaban en algo malo, pero que la reina riera ya era insinuación a que era algo bueno o sin mucha importancia de gravedad.

— Solo fueron algunas chicas que estaban jugando —hizo una seña hacia Myoui, dando la estatura de Nayeon en su hombro para que estos entiendan. Akane y Hinata rieron levemente. Mina no entendió solamente, y lo dió a saber frunciendo el ceño confundida y curiosa.

— Oh, supongo que todo está bien. Nos gustaría hablar más en privado y relajados —el rey sugirió con una gran sonrisa— ¿Qué tal si vamos al castillo y nos conceden aceptar una comida? ¿Le gustaría a nuestra próxima dirigente Myoui? —Mina feliz solo asintió. Sabía que los reyes estaban al tanto del matrimonio, cómo no, si ellos son los que más querían pero no le podían decir 'nuestra futura nuera, o reina'.

— Bien. Es mejor que partamos, no tenemos mucho tiempo si quieren arreglarse para esta noche —la reina dijo y para Mina solo fue cuestión de un parpadeo que llegaran a un bonito carruaje, a Mina le encantaría más usar el caballo pero por cuestión de pena y timidez no pidió ello.

En un carruaje, se fueron los reyes junto a sus padres, seguramente para hablar en privado. Y en el segundo, estaban ella, sus dos amigas y su prima.

Fijó su vista en la ventana. Estaba moviéndose por el pueblo y eran pocas las personas que estaban allí, aunque estas volteaban casi de inmediato a los carruajes que claramente eran de la realeza, daban una inclinación de cabeza y los veían hasta que desaparecían. Algunos daban una gran reverencia de noventa grados, tal vez muy apasionados en la lealtad al reino y los gobernantes.

Mina miraba todo, admirada; las personas, sus rostros mayormente felices o curiosos, las casas simples pero bonitas con plantas y árboles por todos lados. Se dió cuenta que la calle estaba casi plana, algunos topes, sí, pero se hacía el esfuerzo por tenerla plana y bien cuidada.

Varios animales, como perros, gatos, pájaros volando por allí, todo le encantaba en demasía. Todo para ella era muy nuevo y le fascinaba.

— Todo se ve muy bonito —Sana tenía le mismo pensamiento de admiración hacia afuera.

— Muchos dieron su esfuerzo por recibirte con el pueblo así, a otros no les importó mucho y por lo tanto es casi igual que todos los días, pero otros limpiaron y decoraron muy bien por tu llegada —Hikaru comentaba, viendo con una sonrisa las caras de las tres al ver cualquier cosa de afuera.

Y era muy cierto, para la gente del pueblo era maravilloso ver a lo que se suponía que sería la dirigente de los caballeros más fuertes y conocidos del reino donde viven en gran paz y con vida estable.

Por lo mismo, muchos se esforzaron porque llevaran una imagen más bonita de lo que es el pueblo y otros solo tenían sus alrededores como antes, tampoco es malo, casi siempre es limpio y hermoso.

No es por nada que la gente de otros reinos siempre visiten o incluso muden a vivir allí, aunque solo son los del reino Park o Son -los cuales son dos de los tres que están a los alrededores-. El reino Kang tiene estrictamente prohibido cruzar de ese al reino Im.

Llegan a matar a cualquier que atrapen tratando de cruzar la frontera que hay entre ambos reinos aunque a los pocos afortunados se les recibe y mantiene bajo observación tanto por si son infiltrados o por si requieren ayuda médica.

Los infiltrados solo han sido menos de diez que han sido enviados de nuevo a su reino, o encerrados por tratar de herir. Hikaru decide no pensar mucho en eso, ninguno hizo mucho de todos modos.

Se concentra más en las expresiones curiosas y felices de las tres chicas que tiene en su cuidado.

— ¿Podemos adoptar un perro? —Sana preguntó con duda y Hikaru se la pensó. Iba a decir 'no' pero las caritas esperanzadas de las tres la hicieron dudar.

— Hablare con tío Nata pero lo más probable es que diga uno para las tres juntas, o que ninguno por lo concentradas que deben estar en otros temas —eso fue suficiente para que asintieran.

— ¿El castillo... está muy lejos? —a Sana le mareaba fácil cualquier tipo de transporte porque sentía su estómago dar vuelcos... o tal vez sea por la cantidad de dulces que quitó al hombre de antes.

— Solo falta un poco más, estamos yendo lento porque tal vez los reyes quieran ver cómo está el reino pero ya casi llegamos —Hikaru ya reconocía el camino completo, más bien conocía le reino completo— Esos guardias son los que custodian los alrededores, como de ciento cincuenta metros al castillo —saludó levemente a uno que con una sonrisa lo devolvió.

— ¿No pudiste dejar a Pingu en la mochila de nuevo? —Momo preguntó, divertida por el fuerte abrazo que Mina le daba a su peluche.

— No, es mío —dijo como si fuera obvia respuesta— No me gusta que lo toquen, ni siquiera mi maestra lo tocó alguna vez.

— Te entiendo, tampoco me gustaría que alguien tocara a Mingo pero yo no pude correr por él —Sana se lamentaba no tener voluntad para correr como Mina lo hizo, pero es que una cosa es que Mina sea nuera de los reyes y ella solo conocida de estos.

— Bruno quedó al fondo, nadie lo tocara —Hikaru se divirtió por lo posesivas que eran con sus peluches pero entendía que era un regalo muy preciado para ellas.

Desde que los Hirai dijeron que no les importaba mucho su hija, y los Minatozaki dijeran que mejor se quedaran con la suya, ambas chicas se aferraron a lo que consideran verdadera familia; Myoui.

Eso fue un regalo de Hinata, algo muy preciado y proveniente de lo que consideraban un miembro de su familia. Hikaru se lamenta no ir y dejar en claro a las familias que ambas chicas se merecían lo mejor pero supuso que ellos no apreciaban lo bueno.

O sea, Sana y Momo eran un amor en persona... un poco torpes y tontas pero eran personas de muy bonito corazón que merecen todo lo bueno.

— Woah. Hasta la entrada es muy bonita, no me imagino cómo será el castillo —Mina comentó sintiendo el carruaje parar.

— Es hermoso —Hikaru rió abriendo la puerta bajando de por ésta y ayudando a las tres a bajar aunque solo fuera dos pequeños escalones.

Desde siempre, intenta ayudar en todo a las tres chicas, y para siempre las ayudará.

— ¡Bueno! ¿Ya están listas? —Hinata llegaba junto a ellas haciéndolas saltar por la repentina exclamación, lo que hizo que el mayor riera— Vamonos, que hay comida y se que le gusta mucho.

Eso fue lo único que ocupó para que el trio asintiera emocionado, y Hikaru lo siguiera. La comida es lo máximo.







¿Cómo reaccionarían si les digo que el primer beso, de las protagonistas, ocurre entre los capítulo 25 y 26?

¿Y qué el primer encuentro es en el 10?

Bueno, pero hay buena interacción después, eh

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