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- Aparición ⁴²

— ¡Aaa! ¡Cho Miyeon, ¿cómo puedes dejar que una maldita alfa te cargue?! —Shuhua reprochó, casi teniendo un infarto al ver a su amiga como un mono en la espalda de una alfa— ¡Eso no te enséñamos, omega malagradecida! —la castaña sin hacerle caso se recostó en el hombro de Momo para querer dormir.

— No dormí, estoy recargando energías y la maldición de la Diosa Luna no se negó —Miyeon respondió cerrando los ojos para dormir un rato.

— Aún me pregunto cómo es que aceptamos venir con ellas cuando tenemos una probabilidad de morir —Soojin comentó trayendo consigo algunas armas, como el arco en su hombro, la espada enfundada en su cintura, el cuchillo al otro costado de su cintura, una carcaza llena de flechas en su espalda, y Shuhua era una réplica de ella— Hemos estado viviendo tranquilas y felices por todos estos años, ¿por qué ahora salir de allí?

— Porque nos prometieron una mejor vida sin escondernos, Soojin. 'Ayuda y obtén tu recompensa' siempre ha sido algo que hemos dicho. Funcionó en nosotras —Miyeon, aparentemente no se había dormido, y le contestó.

Cuando empezaría una discusión, Mina suspiró y decidió intervenir en lo que sea que Soojin iba a argumentar contra lo que estaba haciendo.

Ya había sido el día siguiente, era de madrugada y el sol apenas estaba en la mitad por salir, mientras que había un poco de frío pero soportable. Sus sentidos ya habían sido recuperados y estaba como nueva después de haber desayunado e hidratado, solo faltaba caminar y terminar todo lo que dejó.

— Las he visto —Mina dijo, obteniendo la atención de las demás— Hace unas horas, a las tres. Se habían levantado casi a las tres de la mañana a solo practicar y hablar en aquel patio. Sus habilidades para el arco y la ballesta son buenas, así que me servirán para lo que estoy planeando una vez llegue. Estoy casi segura que no todo ha terminado —a lo último volteó a ver a Momo, recibiendo una negación.

— Cuando yo estaba habían escapado. Con lo destruidas que estaban no creo que hayan logrado atraparlos. Todavía queda por hacer —Momo se lo confirmó. La omega Myoui sólo pudo asentir y voltear su vista al frente.

— Nunca habíamos sido parte de algo tan importante. Me siento ansiosa y con ganas de vomitar —Soojin les confesó como si nada, logrando que sus dos amigas estuvieran de acuerdo.

— Entonces... ¿están dentro? —Mina quería confirmar para empezar a planear. Ya estaban empezando a subir por el sendero mismo por el que Momo bajó todo el acantilado.

— Si eso nos quita el peso de escondernos, lo estamos. De todos modos, ya venimos aquí. ¿Qué tendríamos que hacer? —a eso Mina sonrió y empezó a contarles todo lo que había pensado hasta ahora.

Tenía todo el recorrido para seguir pensando y contarlo, así como planificarlo.

#♡>☆

Mientras que en otro lugar no todo estaba yendo muy bien.

Los carruajes iban a ser llevados a el reino Im, más específicamente al castillo Im, donde ya ellas tendrían su descanso mientras otros caballeros Myoui se encargarían de terminar todo lo que estaba pasando, o sea, proteger mientras todo el mandato se iba hacia el reino Im.

Una de la mañana, Haru lamentaba la muerte de Mashiro quien murió frente a ella en una charla neutral que ambas tenían.

Una convulsión, y el cuerpo de Mashiro cedió ante la muerte.

Haru no lo entendía, pues hace un día estaba muchísimo mejor, pero el doctor dijo que tal vez fue por eso mismo. Estaba usando todas sus energías por última vez, para luego caer completamente.

No le pudo decir que vayan a una cita.

Y lloró por la muerte en aquella cama donde Mashiro estaba muerta. Haru vió la daga de Mashiro en la mesita de noche y paró su llanto para ver el filo de aquella alargada daga. Desenfundó su propia daga para dejarla en su cinturón, de manera más suelta, y a al daga de Mashiro la enfundó en su costado derecho de la cadera.

Con eso hecho, una caricia en el frío rostro de Mashiro, se fue con un objetivo en mente.

Otra situación, Hikaru se encontraba pensando mucho en una habitación que le dieron para que descanse. La muerte de Mina le llegó como un golpe muy duro del que no se podía levantar, y ahora estaba en su cama queriendo que sea mentira.

Solo cuando Dahyun le dijo que se levantara, fue que Hikaru se despegó de aquella cama y se dirigió hacia la princesa Son que parecía cansada y se notaba que había llorado.

Iba a hacer algo por todo aquello, algo más que dormir. Dormir ahora no era necesario, hacer justicia por la muerte de Mina sí que era necesario. La princesa Son, la princesa Bae, la princesa Kang, y Riku la apoyaron en ello.

En otro lugar, Sana preparaba su espada, afilando y enfundando aquella arma para luego salir de la habitación y con la mente inundada de ideas para hacer algo.

Había pensado, si Mina estaba muerta o no, ella quería la terminación de los Kang, ella quería que esa familia -exceptuando obviamente a Seulgi- se fuera directo a la muerte para que no puedan causar más daños de los que han hecho en toda la historia de la humanidad.

Suspirando y tomando mucho aire, buscó a la princesa Son para hablar sobre qué se podía hacer ahora, y también hablarle sobre las ideas propias.

Sana estaba preocupada por Momo, y tal vez eso es algo que ella y la princesa Son comparten muy bien.

En el transcurso encontró a la reina Jang junto a su esposa, un bonito reencuentro de un abrazo y cuidados por parte de la alfa. Sana solo pudo sonreír y cerrar la puerta silenciosamente para irse a su búsqueda.

En otra puerta encontró a una Nayeon de espaldas, acostada y probablemente todavía inconsciente. Sana cerró de nuevo, suspirando y bufando un poco mientras sentía un enojo inevitable al ver a la princesa siempre firme, ahora vulnerable.

#♡>☆

La alfa menor Im despertaba sintiéndose muy diferente a cómo cuando cayó inconsciente.

¿Por qué ya no sentía ese dolor en el pecho? ¿No se suponía que ese dolor se queda allí casi de forma perpetua o muy duradera? ¿Por qué su lobo estaba tan inquieto? ¿Dónde estaban sus padres y las demás? ¿Cuánto tiempo había estado dormida? ¿Por qué está ahí mientras seguramente los demás están haciendo algo?

Varias preguntas le llegaron y se levantó exaltada. Lo que pasó fue... ¿una pesadilla?

Fue la única explicación lógica para que su lobo interno pudiera sentir a su pareja viva. No podía sentir el lazo de marca, eso la alteró, pero sí podía sentir que Mina seguía bien.

Tal vez ese polvo azul fue tomado de nuevo por Mina, esa podía ser la explicación. Sí, no sentía la marca de su omega porque esta había huntado más polvo azul. Por eso no había dolor de su muerte, y también la sentía muy viva en su pecho.

Suspiró aliviada por la conclusión en la que llegó su mente.

Sonrió un poco pero por lo inquieta se levantó y se decidió por salir, con un poco de calma caminó sin saber por qué estaba en aquella habitación de huéspedes.

No le tomó importancia porque en su mente se repetía su extraño sueño de la muerte de su novia, trataba de que las imágenes se fueran pero estas volvían y la devolvían a su inquietud. Se puso ansiosa y casi corrió por los pasillos. Sin encontrarse a muchas personas, pudo salir y montarse en un caballo.

Desconocía la procedencia del caballo pero seguramente era del reino Im, así que solo se montó tomando la espada que había allí y se iba a toda velocidad a donde se suponía que fue la muerte de su novia.

¿Su inquietud se iría si confirma que sólo fue un sueño, no?

Porque fue sólo un sueño... ¿no?

Se empezó a llenar de dudas y apresuró aún más al caballo, mientras su cabello se disparaba hacia atrás por el viento que chocaba contra ella.

Al llegar a la frontera los guardias quisieron detenerla, y protegerla porque era de la realeza Im, pero Nayeon estaba lo bastante alterada y desperada como para hacerles caso.

Y justo en ese momento también llegaron las demás, viendo como ella pasaba por la seguridad de los guardias y se iba hacia el reino Kang con gran velocidad.

— ¡Nayeon! —las demás habían llegado en carruaje, Hikaru y sus acompañantes bajaron al ver a la princesa Im pero ésta se alejó, ocasionando que las demás la siguieran solo con pocas armas en sus cuerpos.

Guardias las acompañaron pero solo unos pocos ya que otros tenían la obligación de vigilar la frontera por si acaso los Kang aparecían cerca.

Nayeon corrió, tardando en rodear aquel castillo Kang para luego ir a donde recuerda que fue su supuesto sueño, si es que fue un sueño.

A esa misma hora ya el sol había salido y iluminaba de forma hermosa por aquellos árboles, pero Nayeon no podía tomarse el tiempo de admirar el paisaje cuando realmente estaba desesperada buscando a su novia.

Necesitaba encontrarla. Necesitaba a Mina.

Mientras tanto, el grupo tenía algunas discusiones mientras corrían.

— ¿¡Tú qué mierdas haces aquí!? —Hikaru preguntó furiosa al ver a Sana a su lado, corriendo y muy seria.

— ¡Lo mismo que ustedes, Hikaru! —respondió la castaña con una seriedad indestructible— ... ¡Sé que de alguna manera hay esperanza, por eso la princesa está aquí! — agregó cuando Hikaru intentó detenerla. Sana sabía muy bien que Hikaru no confía en ella ahora.

— ¿¡Esperanza de qué!? —Haru preguntó al otro lado de Sana, el camino era largo así como el intercambio de palabras entre ellas.

Sana le dudó hasta responder, porque si la princesa estaba allí había una probabilidad que no sienta aquel dolor. Aquel dolor se decía que es uno donde no puedes ni levantarte, ni respirar con normalidad, así que si la princesa estaba allí era porque no lo sentía o la princesa era muy fuerte. Y a como se vió tan destruida el día anterior, Sana no piensa que fue porque era muy fuerte.

— ... ¡De que Mina está viva! —sus palabras fueron recibidas de distintas formas entre el grupo.

— ¿¡Viva!? —Hikaru fue la única que reaccionó, y muy furiosa por las estupideces que escuchaba de la boca de Sana— ¡Sigue en la ilusión, pero la vimos caer por un acantilado de muchísima altura, Minatozaki!

Sana tragó saliva y se perdió del grupo, no queriendo escuchar para nada a Hikaru. Se fue por el camino más corto, en igual de rodear el castillo, iría hacia dentro para salir por la puerta trasera y llegar antes. Solo Haru la siguió y porque tampoco le agradaron las palabras pesimistas de Hikaru.

#♡>☆

En un tiempo después.

La forma en que Nayeon logró perderse en el bosque fue impensable. Miró hacia todos lados y luego pudo ver el acantilado, pero nada había allí. Se veía que personas estuvieron antes por las hojas removidas y los árboles rasgados.

Miró hacia un árbol en especial y ahí estaba donde Hinata había enterrado su espada una vez... como en su sueño.

Entonces no fue un sueño, Mina no estaba. ¿Pero por qué no lo sentía así? Su lobo estaba ansioso e inquieto, más no triste o adolorido por una pérdida, eso era extraño y no lo entendía.

Tampoco le dieron tiempo para entenderlo cuando un dolor punzando y ardiente le llegó a la punta del hombro. Quejó y miró su hombro, notando que un pequeño cuchillo estaba enterrado, y había sido lanzado desde su espalda.

— Mierda —esa voz, esa maldita y burlona voz. Hinata había maldecido, levantándose de donde estaba para dejarse ver— Tropecé y di un mal tiro. ¿Viniste para perder ahora tu vida, su alteza? Yo creí que con la de su linda omega era suficiente, ya veo que no. Al parecer poco le importaba la vida de su pareja —las palabras lograron enfurecer a Nayeon.

— Ella no está muerta —negó recibiendo una risotada por parte de el alfa mayor. Im negó de nuevo y empuñó su espada para desenfundarla y colocándose en posision de defensa— Ella no está muerta —se convenció, cerrando por un momento los ojos y alargando su brazo para tomar el cuchillo de su hombro, lo sacó para que Hinara no pueda usarlo si tal vez se lo lograba quitar. Quejó pero era algo que ahora no le importaba.

— Hazte las ilusiones y hazme el favor de no decir tus deseos al aire... porque tal vez los rompa —Hinata dijo para luego abalanzarse como alguien lleno de energía hacia ella.

Ambos hombros de Hinata estaban heridos por apuñalada del día anterior, y también el pecho tenía un raya dejando ver que una flecha lo atrevemos tiempo antes. Nayeon atacó allí con el cuchillo, esquivando para que por detrás rajar la espalda del alfa.

En ese momento, Nayeon tenía un gran odio, mientras que Hinata un gran ego. Nayeon quería ver cuánto le duraría a ambos colapsar.

— ¿No te afecta que tu linda omega haya caído por ese acantilado? —Nayeon fingió que eso no le afectó mientras balancea su espada— Probablemente se rompió todos los huesos, su carne debió haberse desparramado por el suelo, su cuerpo ahora debe ser un solo pure mientras te aferras a que está viva —ahí la alfa Im no pudo fingir, se abalanzó con furia hacia Hinata, logrando solamente que Myoui la esquivara y la dejara en el suelo con un cansancio patético.

¿Cómo es que estaba tan cansada?

— Estas tan débil, tsk —Hinata negó "decepcionado" mientras tomaba a la princesa del cuello, levantando su cuerpo con facilidad para arrastrarla hasta el acantilado— Un felices para siempre, su alteza. Muriendo junto a su pareja estaría bien, ¿no? Que triste y apasionada historia de amor, ¿no cree? —la acercaba cada vez más.

Im se resistió aferrando sus pies al suelo para que estos se anclaran en algo, pero no había nada. Cuando sus ojos pudieron ver por aquel vacío sintió que todo estaba mal, que allí terminaba todo. No sabía con certeza si su amada omega estaba bien, y moriría.

Solo que no recordaba que personas la habían seguido hace unos minutos, y en ese momento una espada atravesó la pierna de Hinata quien se quejó soltandola y presionando la herida de su pierna.

— ¡Minatozaki Sana! ¡Que honor, mis respetos a tan asquerosa beta como usted! —Hinata no tardó en ignorar el dolor y sangrado de su pierna para atacar a la beta que lo esquivó y retrocedió.

Sana miró su espada ensangrentada y decidió que eso no era suficiente para pagar las tantas muertes que han habido por culpa del bando donde Hinata estaba.

— Lo único asqueroso que veo aquí eres tú —dijo Sana entre dientes, bufandó y empuñando con más fuerza su espada.

— ¡Claro! ¡Es que aquí no hay espejos! —Hinata se burló fácilmente, como si su propio cuerpo no tuviera grandes heridas de apuñalada no tratadas.

Sana notó esto, y supo que, o debía noquearlo y encerrarlo por el resto de su vida... o matarlo.

No estaba segura de sus habilidades para hacer alguna de ambas opciones.

En sus pensamientos, Hinata la tomó desprevenida dándole un fuerte golpe en la quijada, logrando voltear incluso su cuerpo, y dejarla en el suelo. Sana retrocedió arrastrándose, un poco mareada porque el golpe casi la dejó inconsciente. Solo un momento se había distraído y Hinata ya le había apuñalado la pierna justo como a él le había hecho antes. No evitó el grito que salió de sus labios al sentir su carne ser desgarrada por su espada.

— Tal vez te torture un poco —el gran alfa le comentó cerca de su rostro, sonriendo y alejándose cuando Sana tomó la daga en su cintura y quería apuñalarlo.

El alfa Myoui se acercó a la alfa Im, logrando que esta intentara retroceder pero como detrás de ella estaba el acantilado, no pudo hacerlo más. Miró con ojos furiosos como Hinata Myoui la tomaba del cuello e iba a hacer lo mismo que hizo con su novia; lanzarla por el acantilado.

Sana se preguntaba, ¿qué mierda estaban haciendo las demás en ese momento? Se quiso levantar, pero su pierna herida la hizo caer de cara, solo logrando que probara tierra.

— ¡Ve aquí, Sana!, ¡su majestad acompañando a su amada novia hasta la muerte! ¿¡No te es romántico, Minatozaki!? —quiso la opinión de Sana, logrando solo que esta primera mirándolo.

— Me eres repugnante, malnacido —confesó fallando otro intento de levantarse.

No podía terminar todo así. Ambas futuras gobernantes del gran reino Im no podían ser asesinadas, no tenía que pasar así. Sana negó fuertemente y reunió sus fuerzas pero cayó estrepitosamente al suelo al apoyar un poco su pierna contra la tierra. Dolía, mucho.

¿Cómo mierda Hinata podía ignorar un dolor así?

El de perder a una hija, el de perder a su familia, el de apuñaladas en sus hombros, pecho y pierna.

Tantas heridas y él alfa seguía inmutable.

— Lastima que no hay más público. Me gustaría que vieran el espectáculo, pero no tengo tiempo que perder —y justo cuando Nayeon iba a caer por aquel acantilado, un punzante dolor atravesó el pecho de Hinata, esta vez logrando que Hinata se sintiera débil.

Nayeon calló logrando sujetarse a las orillas de las rocas pero resbalaba y no podía soportar su propio peso en sus dedos. Resbalaba una mano y luego la otra, turnándose en casi dejar caer al cuerpo de Nayeon pero no dejándolo morir.

— No puedo dejarte hacer eso, padre —la voz que Nayeon pudo extrañar muchísimo en poco tiempo hizo acto de presencia. La alfa Im abrió mucho los ojos e intentó subir pero sus piernas solo pateaban al aire y sus manos empezaban a resbalar.

Hinata jadeó, con la boca bien abierta tanto por lo impactado como porque el aire se le estaba yendo. El alfa Myoui tenía enterrada una gran daga en su pecho, pero esta vez en una zona más importante y un dolor iba hacia él cada que respiraba solo un poco.

Mina, luchaba porque esa imagen no le haga efecto alguno, aunque inevitablemente le traía compasión y tristeza. Su pecho ardía y quiso acercarse a su novia en peligro pero se calmó cuando el trío de omegas que la acompaña fueron en la ayuda de Nayeon.

— Supongo... —Hinata dijo con voz entrecortada, jadeando y hipando un poco— Que no soy el último plan —dijo por último dejándose caer al suelo para intentar tener respiración, pero Mina se acercó para quitar la daga de su pecho y volverla enterrarse donde mismo. Un sonido de respiración cortada y luego Hinata sucumbió hacia el suelo, dejando de respirar a los segundos.

Y por fin, Hinata había muerto.

— Princesa, tome mi mano —Soojin intentaba convencer pero la alfa Im solo negaba y evitaba las manos que querían ayudarla. Nayeon sentía una desconfianza porque no las conocía— ¡Malditas alfas inútiles! —y tampoco tendría confianza de el alfismo al revez.

Sana se emocionó con una sonrisa, sólo había cerrado los ojos por un momento para parar su mareo y cuando los abrió estaba Mina avalanzandose hacia Hinata y a otros Kang que aparecieron. ¿No estaban soñando? No, esta vez no era un sueño.

Sana no podía levantarse e incluso hablar de la emoción que le dió ver a Momo agachandose frente a ella para ayudarla con su pierna sangrante.

— Sí la encontraste —Sana murmuró sonriendo y haciendo muecas cuando Momo presionó la herida de su pierna— La encontraste —volvió a decir mientras sentía sus ojos aguados.

Momo estaba lo bastante concentrada en Sana como para notar a una alfa Im casi cayendo por el acantilado.

Mina estaba luchando contra algunas Kang que aparecieron de algún lugar, y ahora estaba muy ocupada como para ver que Nayeon terminó resbalando completamente de las piedras, cayendo hacia el vacío

Pero eso no era todo.

Soojin se abalanzó sin mucho pensarlo, cayendo igual pero tomando las manos de la princesa alfa, aferrándose a las extremidades de la alfa mientras Shuhua tomaba sus pies y ya Miyeon tomaba de la cintura a Shuhua para que no cayera.

— Mierda, ¡¿dónde están los supuestos alfas fortachones cuando se necesitan?! —Miyeon exclamó haciendo un esfuerzo porque Shuhua no cayera también, con una Soojin y una princesa ante el aire era suficiente como para que ahora Shuhua se sume al peso.

— ¡Esto le pasa por desconfiada, alfa idiota! —Soojin estaba en el borde de la muerte pero no perdería en insultar a la alfa causante de que esté colgando por los aires.

Nayeon prefería no decir nada mientras de reojo logró ver como un miembro de la familia Kang caía gritando, a causa de que Mina lo empujó en la lucha.

— Tanta plática, ¡pero no llaman a alguien más, perras! —Shuhua sentía que le sudaban las manos y cada vez Soojin se le resbalaba más.

— ¡Hirai! —Miyeon hablaba furiosa cuando escuchó a Shuhua, pues ella tampoco veía que alguien más vaya a ayudarlas— ¡Esa chica no se va a morir por una apuñalada! ¡Ven ahora a ayudarnos! —Momo dejó a Sana con la herida ya más tratada y se preocupó al ver la situación.

De inmediato agachó y subió poco a poco a Shuhua, logrando luego a Soojin, quien estaba segura que era su primera vez agradeciéndole a una alfa en su vida, y ya llegó con Nayeon quien en cuanto tocó ya el suelo firme se dejó caer cansada.

De alguna manera estaba abrumada pero no lo suficiente como para no escuchar el sonido de metal y algunos quejidos de la familia Kang.

Empujó un poco a Momo para ir allá pero encontró con que Mina estaba arrodillada cansada y con solo cadáveres a sus lados. Los contó y se sintió totalmente inquieta al ver que faltaban algunos, pero al parecer allí no estaban.

— Mina... —a su susurro débil de la alfa Im, Mina volteó de inmediato hacia allí.

La omega inevitablemente sonrió mostrando lo feliz que estaba por la presencia de su novia.

— Nayeon... —susurró un poco cansada mientras lentamente estiraba los brazos a sus lados, en un invitación porque la alfa fuera a ella para un abrazo— Ven aquí —pidió con un tono bajo.

Nayeon en ese momento no pensó y se acercó casi corriendo para abalanzarse junto a Mina, sin pensarse mucho el cómo seguía viva. Lo que le importaba era que Mina estaba allí. Con desesperación logró que Mina quedara debajo, mientras Nayeon se subió encima para abrazarla y esconderse en su hombro, queriendo algo de su aroma para tranquilizarse. Un revoltijo podía sentir y disfruto sentirlo.

— Aquí estás —logró murmurar solo para notar como Mina sonreía y hacía algunas muecas que la hicieron alejarse de ella— ¿Qué pasó? —cuestionó y Mina tentó su propio hombro donde Nayeon apenas pudo notar que había un apuñalada.

Miró el cuerpo completo de Mina, dándose cuenta de cosas que no notó cuando la abrazó. Tenía cortes por sus brazos, algunos profundos y otros superficiales. Su muslo tenía un agujero de una apuñalada al igual que su hombro, incluso su rostro tenía un corte en su mejilla, que sangraba solo un poco.

— Nayeon... Tengo que decirte algo —las palabras débiles de Mina la hicieron reaccionar, e inmediatamente se acercó para levantarle y llevarla con ella apresuradamente— Es algo importante... que te gustará —Mina continuó pero ahora Nayeon quería que guardara silencio para que no gaste fuerzas.

— No hables ahora. Espera un poco, mi amor, ¿sí? —le dijo en murmuro mientras más avanzaba con paso apresurado, logrando encontrarse con el grupo donde Hikaru estaba pero poca atención la alfa les dió.

Solo notó que estaban luchando con los Kang que quedaban, inevitablemente la princesa Son las miró pero ésta se concentró más en no salir muerta de el ataque que estaba sufriendo del grupo completo por parte de algunos caballeros Kang junto a esa familia despreciada.

Nayeon de igual manera solo se fue, confiada en que lograrán aquello sin más muertes.

Error.

— Probablemente te enojes por el peligro en el que expuse a mi sorpresa... Pero te gustará, mi alfa —Mina seguía, pero poco a poco caían sus parpados y Nayeon se desesperó.

— Mina, ¡no te duermas! ¡Ya casi llegamos, ¿bien?! —Nayeon dijo, notando el castillo Kang alzándose y entró directamente para buscar a algún doctor que estuviera curando a guardias heridos.

— Creo que es la mejor sorpresa... que te puedo dar en la vida, porque es importante para ambas... y es algo que Kim dijo que antes te alteraba mucho... pero que no estabas disgustada —Nayeon ni siquiera entendía, pero escuchaba cada palabra, mientras habían encontrado a una doctora que le dijo que la dejara a su cuidado.

Se quedó todo el tiempo con ella mientras Mina solo cerró los ojos al sentirse débil.

Sin poder decir su sorpresa.

Sin poder decirle a su alfa que estaban esperando un cachorro creciente en su vientre.








Maratón hasta el final, yeeeei.

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