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- Adiós Aiko ³⁰

— ¡Aikooo! —un llamado y un silbido agudo se presentó en el gran patio en donde estaba instalada una casita con las comodidades de un perro, lo suficiente grande como para que Haru también pudiera adentrarse— ¡Aiko!, ¡ven!

Haru, con toda la confianza, se adentró en la casita, teniendo que estar un poco jorobada y agachada pero todo por estar con su perrito.

Ya había crecido desde la primera vez que se adentró.

El viejo perro se levantó con menos rapidez que antes y se le echó encima para acostarse, con la colita moviéndose entusiasmada de un lado a otro.

Haru inicialmente pensó que para jugar pero lo notó muy cansado aún cuando ha estado acostado toda la tarde. Ya estaba empezando el atardecer.

— Lindo Aiko —lo llamó como si el perruno pudiera hacerle caso como una persona. Aún así, el animal ya la estaba mirando desde antes, como descansando y mirando a su madre— Vas a morir —más que un solo comentario, era un tipo de apoyo hacia sí misma para aceptarlo— Y no sé puede hacer nada —se recostó al lado de Aiko— Nada más que darte una vida digna de repetir antes de que mueras —murmuró, saliendo de la casita para ser seguida por el perro.

Pero Aiko solo se quedó en la puerta de la casa y acostó su cabeza entre sus patas delanteras para mirar a su dueña. Aún cuando esta lo animaba a salir un poco, él no hizo mucho caso.

El perruno podía sentir sus extremidades más pesadas cada vez, tenía sueño constante, tenía cansancio a todas horas, sentía hasta mucha fatiga al solo caminar.

Haru sabía qué significaba eso, Hikaru se lo había explicado.

— Duermete, Aiko —le susurró sólo para besarle la cabeza y dejarlo descansar.

Su perro la había acompañado desde hace mucho, cuando todavía ni siquiera se presentaba como omega. Aquellos días que era una niña con falta de dientes y que se burlaba todo el tiempo de su primo Riku.

Ahora, siendo omega, con un perro estando en los últimos días, con dientes faltantes pero no tantos como antes, y con Riku muy lejos porque éste estaba muy interesado en un, o una -Haru no recuerda muy bien- , omega del pueblo. Todo había cambiado mucho y le traía un sentimiento de nostalgia, pero aún así solo suspiró y se adentró a la gran casa Myoui, saludando a algunos familiares que iban allí y empezaban a entrenar un poco por diversión.

— ¡Hikaru! —llamó a la beta cuando la miró estando muy concentrada en un cuadro de el pasillo, en el cual estaba Hinata Myoui pintado y una frase que él quiso abajo en el marco— ¿¡Qué opinas de ir al castillo y que puedas ver a Ki-...!? —no terminó porque Hikaru la interrumpió.

— Por más que quiera ahora no puedo, Hinata me dijo que tenía que enseñarme algunas cosas. Esto de ser líder dirigente de Myoui es un poco pesado. Aparte de que Kim está aquí porque la princesa Im vino a visitar a Mina —y las ilusiones de Haru fueron para abajo.

Mina probablemente estaba en su habitación con la princesa Im, y la entendía, pues era su novia y muy probablemente estaban pasando tiempo juntas como recién pareja.

Momo y Sana siempre estaban juntas pero ahora Momo estaba en algún lado del reino y Sana estaba en el campo junto a Yoo, ya que empezaban a ser muy cercanas y a Haru le encantaba aquello.

Iría a decirles que hacían bonita pareja, pero extrañamente no tenía los ánimos ese día.

Haru miraba hacia los lados, a su alrededor, a todos lados, y se encontraba sola.

Su padre yacía muerto hace años y lo extraña mucho, su madre solamente no existía desde que ella nació ya que murió en el parto complicado. Riku no estaba, Hikaru no podía, Sana tenía asuntos, Momo se entretenía, Mina estaba con su pareja, y algunas amigas o amigos que tenía pues no eran muy cercanos...

¿Quién podía estar con ella en ese momento?

Subió muchísimas escaleras solo para poder llegar a su habitación y se sentó en el marco de la ventana para ver hacia afuera, notando el clima perfecto y el sol escondiéndose, dando un bonito atardecer.

Probablemente sería perfecto si no estuviera ahí porque se encontró totalmente sola

Haru podía ser muy animada, y no fingía. Siempre tenía ánimos de ser así y se dejaba ser, pero había días que quisiera que no existiesen. Esos días la dejaban triste mirando un punto vacío y luego terminando llorando sin razón aparente.

Pero al ver por la ventana, hacia abajo, ya que quería ver a Aiko siendo Aiko estando solo, se encontró con algo que la paralizó.

Sangre en el pasto, gente desconocida, caballeros con pañuelos dorados con azul, armas, y algo que a Haru le destrozaba aún más que sus familiares ya desangrándose en el pasto.

Aiko defendiendo a punta mordidas y ladridos a sus familiares, como todo un perro guardián aún cansado. Un perro rabioso y loco con la pura intención de morder, pero con una razón de proteger a lo que quiere y destrozar a un enemigo.

¡MYOUI! ¡EN EL PATIO! —un gran grito se hizo sonar en toda la habitación.

Había un rumor entre todo el reino Im que la gran caballería Myoui tenía un llamado especial, pues no era muy especial pero sí urgente.

Cuando alguien llamaba por el apellido y por un lugar, era alerta urgente.

— ¡MYOUI! ¡EN EL PATIO PRINCIPAL!

Los gritos desgarradores de Haru pasaron por los pasillos, mientras ella corría con toda su fuerza, apuñando una daga larga en su mano y saltando lo más rápido posible.

Todo oído que escuchaba aquello, se alzaba como si de un perro fuese, pues había una muy estricta regla de no llamar así si no era urgente. De inmediato puertas se abrieron y familiares se miraron entre sí.

Haru no gritaba ya, sino que ya se adentraba en el patio clavando en el cuello de uno de esos alfas caballeros su larga daga, rajando por completo su cuello, y yendo a otra alfa que estaba más preparada pero no tuvo suerte.

Haru apuntó aleatoriamente a cualquier parte y la daga se dió con dureza en la frente de aquella alfa. Se diría que terminó pero Haru solo tomó de vuelta la daga y miró al restante, que se miraba nervioso pero con su espada en alto.

Haru sonrió casi sarcástica y se movió de un lado a otro, distrayendo al otro, pero notó inmediatamente que Aiko ya no ladraba.

Miró hacia abajo, a las piernas de aquel caballero desconocido y atrás estaba su hermoso perrito Aiko.

Con un apuñalada en el estomago.

De ahí, entró a la escena Mina, que de inmediato dejó encerrada forzosa y obligatoriamente a la princesa en su propia habitación, y corrió al llamado. Llegó antes que todos los demás y miró el momento exacto donde Haru se descontrolaba y bufaba como si... como si no fuera ella.

— ¡Haru, no! —quiso decirle que tenían acorralado al alfa y le sacarían información pero Haru dió una vuelta a su daga y llevó su brazo hacia atrás solo para lanzar el arma directamente al corazón del caballero.

No tembló en dar aquel paso, su mano fue totalmente firme y decidida a acabar con la vida de aquel como lo hizo con los otros dos.

Lo único que se escuchó fue un cuerpo cayendo inerte y luego lloriqueos de un perro. Segundos después fue que llegaron los demás familiares Myoui para rodear y seguir buscando por toda la enorme casa.

Dejaron de lado que Haru caminaba pesadamente hacia el cuerpo de aquel caballero. Más bien, Haru caminaba hacia el cuerpo pequeño que daba espasmos y lloriqueaba en el suelo.

Mina todavía miraba estática a su prima omega mientras ésta caía de rodillas.

Haru solamente alzó sus manos, con temblores las acercó para ver aquella herida y solo notó que atravesó mucho, órganos importantes y el estomago. Miró a Aiko y éste sólo la miraba mientras su cola apenas se movía un poco, feliz de ver a Haru con él.

Haru no notó cuando sus dientes empezaron a rechinar entre sí, y cuando sus cachetes estaban con ríos de lágrimas. Notaba que Aiko estaba feliz, feliz de verla allí, feliz de tenerla junto a él aún cuando su estomago fue perforado por una espada, feliz de que Haru lo acompañara en ese momento tan doloroso.

Seguía feliz.

Haru mostraba sus dientes apretados entre sí mientras Mina se acercaba a paso apresurado, inclinándose junto a ella pero no sabiendo muy bien qué hacer con ella, pues no encontraba qué tipo de consuelo querría Haru.

Pero Haru no quería consuelo. Quería a Aiko bien o quería venganza.

Lo último era lo único que se podía hacer.

— Haz algo —en susurro roto de Haru llamó la atención de Mina— Mina, haz algo. Está muriendo —más alto se lo dijo, tocando la herida del perro para intentar hacer presión y que parara de sangrar— ¡Mina, haz algo! ¡Está muriendo! —golpeó el suelo con sus puños, intentando incluso devolver un poco de aquel líquido rojo hacia el cuerpo agonizante del perruno.

La herida no era solo una apuñalada, sino que traspasaba hacia el otro lado también, creando un agujero por todo el cuerpo del animal.

Mina sabía muy bien, nada podía salvarlo. Ni siquiera todas las cosas que tiene para curaciones puede curarlo de algo así, nada de lo que le dieron Yoongi y Taehyung podía ayudarlo.

— ¡Mina, haz algo, por favor! —la voz dejaba de ser demandante y sonaba más como un ruego, una súplica desgarradora— ¡Aiko no puede morir! ¡No así! —gritaba y se inclinaba hacia el perro, sin importarle mucho chocar su frente contra el lomo del animal y mancharse de su sangre— ¡Aiko todavía no tiene que morir, Minaaa! —gritaba su nombre con tanto dolor, que Mina rechina sus propios dientes entre sí y no encuentra qué pensar.

Otros familiares estaban también heridos, y cree que uno o dos estaban muertos, allí a su alrededor, en el mismo patio, pero de alguna manera encontraba a Haru como su prioridad en ese momento.

— ¡Hay muchos, en la zona del campo¡ ¡Se adentraron con cuerdas sobre los muros! ¡Que no entren en la casa! —Haru paró su llanto al escuchar el grito a lo lejos. Mina también había escuchado aquello y abrió mucho los ojos. Había muchos más caballeros desconocidos.

— ¿Más? —Haru susurró. Negó con la cabeza y se centró en Aiko, el perrito ya estaba en sus últimos segundos. Se inclinó lo suficiente para chocar su frente contra la de su perrito y dejó un pequeño delicado beso entre en medio de sus ojos, viendo que suspiraba por última vez y su cuerpo dejaba de tener espasmos— Aiko —murmuró su nombre entre dientes, alzando su mano hacia el hombre de antes y quitándole la daga del pecho muy lentamente. Miró el pañuelo y el símbolo que tenía en su atuendo el caballero.

Un apellido rondó en su mente.

El dorado con ese azul intenso acompañando, esa frase, esa símbolo, ese dibujo.

Kang.

El reino Kang es culpable.

Mina no sabía cómo, o más bien, cuándo, pero Haru solo se levantó y corrió un poco para luego ver su ropa destrozandose y luego pelaje oscuro cubriéndola, tomando una posision de cuatro patas y luego su cuerpo estaba transformado en un gran lobo gris oscuro que empezó a correr sin mirarla.

Haru no estaba menos sorprendida pero no pensaba en eso. Se dirigió directamente al campo de entrenamiento solo para empezar lo unico que podía hacer por Aiko; venganza.

Mina gruñó un poco y también corrió hacia allá, tomando la daga que Haru dejó caer y su propia espada para ir allá. Hikaru pareció seguirla después, ya que acababa de salir de la gran casa y se adentraba por el patio para llegar más rápido al campo.

#♡>☆

Hace unos momentos, Nayeon solamente estaba hablando con Mina, estando ambas acostadas con solo el agarre de sus manos cuando resonó el grito que hizo a Mina ergirse en la cama y a Nayeon solo levantarse a rayo.

La alfa Im, como princesa, sabía muy bien lo qué significaba aquello. Mina, como parte de la caballería y familia Myoui, se puso alerta en cuanto lo escuchó, y una preocupación la arrastró cuando reconoció el grito como el de Haru.

Se miraron ambas entre sí, solo para que Mina corriera y agarrara la espada, para dirigirse a la puerta, salir, cerrarla y trancar con una silla que estaba en el pasillo.

— Mina —la voz neutral de la princesa se hizo escuchar por la puerta— ¡Mina! Qué-... —se dió cuenta de la situación, y recordó completamente que es de la realeza. Una alerta Myoui. Mina la protegería ante todo— ¡Mina, déjame salir!

— Mi deber ahora no es como novia, princesa Im. Quédese aquí y protéjase si es necesario —fue lo único que recibió de parte del otro lado de la puerta, y luego unos pasos yéndose apresurados.

— ¡Mina! —gritó por última vez para luego intentar tumbar la puerta a patadas y golpes pero las puertas allí eran totalmente fuertes. Negó con la cabeza solo para acercarse a la ventana y abrirla.

Iba a salir totalmente por querer ayudar pero se dió cuenta que lo único que haría era estorbar. Como princesa Im, los demás buscarían su total proteccion y se centrarán en ella. Solo podía estorbar si sale allí, a parte de que sus habilidades no eran tan buenas ni ejercidas como las de Myoui.

Se quedó pensando allí en la ventana y una flecha rozando su oreja fue suficiente para hacerla retroceder, alejándose de la zona.

Se dió cuenta que estuvo a punto de darle una flecha en la cabeza.

Frunció el ceño y se acercó de nuevo pero de lado solo para ver a familiares buscando de un lado a otro. Nayeon desde ahí veía bien, podía ver el campo de entrenamiento lleno de caballeros que no eran Myoui, y reconocía completamente aquel símbolo y pañuelo.

— ¡Myoui! ¡Campo de entrenamiento! —se dirigió a Mashiro, quien en cuanto escuchó miró hacia arriba logrando ver solo una parte de la princesa Im— ¡El campo de entrenamiento está lleno! —Nayeon pudo ver a Mashiro fruncir el ceño pero luego entendiendo y avisando a los demás.

— ¡Hay muchos, en la zona del campo¡ ¡Se adentraron con cuerdas sobre los muros! ¡Que no entren en la casa! —Nayeon logró escuchar de otro Myoui aquello y cerró los ojos por un momento.

Suspiró y de ahí no podía hacer nada. Sentía una frustración e impotencia recorrerla por quedarse haciendo nada, pero se resignó y cerró la ventana para dirigirse a la cama.

Solo se sentó y le tocaba esperar, como tantas veces le enseñaron si había ese tipo de situaciones.

#♡>☆

En otro lado también estaba Myoui Hinata, totalmente tranquilo mientras había terminado de comer. Iba completamente sereno hacia su reunión con Hikaru pero al adentrarse en esa habitación solo lo recibió el silencio, ya que no había nadie.

Se le hizo completamente extraño porque Hikaru siempre llegaba temprano, incluso media hora antes, pero ahora estaba totalmente solo.

Sólo un azote con la puerta lo hizo alertarse y más ver a Mashiro allí con la respiracion un poco irregular y su rostro serio.

— Caballeros del reino Kang. El campo de entrenamiento está totalmente plagado de ellos. La princesa Im está en la casa Myoui —bueno, no era como algo que esperaba, pero sí algo a lo que estaba preparado.

— Avisa a el castillo y que estén alerta —ordenó serio empezando a correr al lado de la joven alfa— Que alguien se quede donde está la princesa Im y no la deje ir. La realeza y el pueblo siempre ha sido nuestra prioridad, así que ningún rasguño debe tocarle —Mashiro asintió y se desvió del camino para ir lo más rápido al castillo ella misma. Mandó a un beta y una alfa, a quienes miró por ahí, hacia con la princesa Im.

Subió rápidamente a el caballo mas cercano y disponible de los establos para irse hacia el castillo. Sólo llegó y ordenó inmediatamente a todo que se encontraba por su lado que buscara a los alrededores.

Mientras que en la casa Myoui parecía que todo se estaba arreglando un poco.

Haru se destacaba en ese momento, tomando por el cuello a cualquiera que se le acercara, incluso accidentalmente casi muerde a Hikaru pero es que estaba cegada por el desgarro que sentía en el pecho, por la tristeza que la consumía y no sabía muy bien cómo lidiar con ella.

Había muchos Myoui que se alejaban de ella y atacaban a algunos otros caballeros Kang para dejar que la omega loba pueda desquitar su rabia contra enemigos en igual que con su familia.

Mina, peleaba específicamente con una alfa que le hacía poca competencia pero que decía tener un mensaje importante del rey Kang, así que trataba de sólo noquearla sin tener éxito ya que la alfa huía cada vez.

— ¡Maldita omega, trata de matarme y nunca lo sabrás! —era una mujer sonriente, con sarcasmo y muy alterada. Mina la notaba muy desquiciada como para ser una caballero. Pero viniendo del reino Kang, entendió que no había mucha dedicatoria para elegir a caballeros.

Mina no era tonta, miró claramente la sombra que estaba detrás de ella y el cómo la alfa intentaba distraerla. Cuando escuchó un jadeo pequeño cerca de su nuca volteó hacia atrás para solo alzar su espada a el alfa que saltaba hacia ella, logrando atravesarlo por el estómago.

Mina lo apartó rápidamente de su espada y apuñaló a la alfa en el hombro antes de que huyera de nuevo.

— Los mensajes se dan dentro de una habitación en específica, así que me hace al favor de acompañarme mientras tenga todas sus extremidades pegadas a su cuerpo —mientras la alfa se quejaba, la tomó por la nuca y se la llevó arrastrando.

Miró hacia atrás solo para ver a Haru y a Momo -quien llegó hace solo segundos-  destrozando el cuello de un último alfa que estaba en el campo, el mismo campo que ahora estaba lleno de cuerpos tirados con charcos de sangre y ese mismo líquido saliendo por ellos.

No pasó a mucho daño, pero lo hicieron.

Hikaru apareció delante de ella con la respiracion estabilizandose, mirando con el ceño fruncido hacia la alfa quejándose mientras era arrastrada.

— Tiene un mensaje —Mina le dijo, con su rostro inexpresivo mientras ya varios familiares Myoui iban en ayuda hacia los familiares heridos, pues algunos habían terminado cayendo por pelear con muchos a la vez.

— Momo ayudará en eso. Sabes que puede intimidar hasta cualquier alfa, si se lo propone —Hikaru fue por la loba que estaba consolando de alguna manera a Haru, quien estaba tirada en el suelo, ya transformada en su forma humano, llorando y desnuda pero Momo la tapaba con su cuerpo.

También tenía otro tema que tratar y ahora mismo no sabía dónde estaba Hinata, no sabía con quién podía confiar para ayudar a Haru en ese momento donde ella tenía que hacer sus deberes como líder dirigente.

Todo se había descontrolado en cuestión de minutos, y de alguna manera, ella tenía que aprender a controlarlo.







Y creo que aquí me desaparezco.

Lo que me pregunto es: ¿Desconfian de alguien? ¿Quién creen que va a ser infiel al reino? ¿Por qué? QUIERO SABER.

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