Capítulo 8
Empecé a responder los mensajes de Akihiko y conversábamos por las mañanas, aunque Ritsuka hacía pucheros mientras me reprochaba por no darle mi total atención.
Podía leer la felicidad de Akihiko en cada mensaje, él estaba demasiado contento por la forma en que la bebé crecía de a poco. También él y yo nos encontrábamos constantemente en la universidad y fuera de esta. Ritsuka pasa todo el día echado en el suelo quejándose por el calor del verano o rogándome por ir a casa de Ugetsu (ya que incluso en ese sótano hay aire acondicionado).
—Haruki... ¿una persona puede morir de calor?—cuestionó Ritsuka tirado en el piso de la sala sin camisa y completamente sudado.
—Ya, pequeño, vamos, báñate y te compraré un helado, estás sufriendo demasiado ahí en el suelo—dije colocando mi teléfono en la mesa de madera frente al sofá para ponerme de pie—. Y luego del helado, te llevaré a casa de alguien importante.
—¡¿A casa de Murata-chan y Mafuyu-chan?!—exclamó con estrellas en los ojos.
—No, iremos a dónde alguien más—contesté sonriendo. Akihiko me había invitado a su casa y como hoy es domingo, prefiero llevar a Ritsuka conmigo que oír las quejas de Ugetsu sobre no querer a Ritsuka asfixiando a Mafuyu.
—¿Y si me dejas en casa de Murata-chan?—propuso sonando esperanzado, sonreí.
—Hoy Murata-chan tiene un show y se llevó a Mafuyu-chan consigo, no hay nadie en su casa, ven, vamos juntos, te compraré el helado del sabor que quieras—dije cargándolo para llevarlo al baño.
—Está bien—cedió con una sonrisa.
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El camino a casa de Akihiko fue corto, Ritsuka y yo estábamos cocinandonos mientras caminábamos bajo ese sofocante sol.
A fin de cuentas... tal vez Akihiko y yo sí podríamos iniciar una relación. Solo quedaba tratar de que sus padres y los de Yayoi entraran en razón, será bastante complicado, pero tal vez lo consigamos de alguna forma.
—¡Haruki-chan, me muero~!—exclamó dramáticamente Ritsuka mientras fingía fatiga.
—Ya te dije: nadie muere de calor—le recordé sonriendo. Segundos después lo tomé en mis brazos para cargarlo por lo que resta de camino—. Vamos, no falta mucho.
—... Haruki-chan está muy animado—comentó mientras se sujetaba de mí—. ¿Es porque me comí todo la ensalada de la cena de ayer?.
—Mmm... más o menos, aunque si sigues comiendo sano me harías muy feliz—le dije. Realmente ahora me siento más motivado al ver que Akihiko no se ha rendido conmigo y que está dispuesto a enfrentar lo que sea por su hija y por mí, simplemente me siento más alegre estos días.
Al llegar a casa de Akihiko, mis ánimos se desvanecieron un poco cuando encontré en el pasillo a Yayoi, lo extraño era que ella estaba frente a la puerta del apartamento de Akihiko, pero no tocaba a la puerta, más bien solo miraba la superficie de madera. Ritsuka se asombró al ver el abultado vientre de su hermana y rápidamente pidió que lo bajara para luego correr hacia donde estaba Yayoi.
—¡Sobrina!—chilló Ritsuka abrazando el vientre de su hermana incomodandola bastante—. Cuando nazcas, vamos a jugar mucho, te prestaré todos mis juguetes y prometo ser un buen tío contigo.
—Con cuidado, Ritsuka—le dije al menor al ver lo brusco que se estaba comportando con el vientre de su hermana
—¡Yo seré el mejor de todos los tíos del mundo!—declaró el menor de forma altanera, le dió un último abraza al abultado vientre de Yayoi antes de correr hacia donde yo estaba.
—¿Viniste a ver a Akihiko?—pregunté cargando nuevamente a Ritsuka sin dejar de verla—. ¿Por qué no entras?.
Ella me miró unos segundos, dudando de qué responder. No comprendo el motivo por el cual no está dentro de la casa si se nota que lleva rato ahí parada.
—Akihiko... él ni siquiera sabe que estoy aquí, ni siquiera me dijo donde estaba viviendo—musitó ella mirándome suplicante, quería que intercediera por ella para que Kaji la acepte más, no comprende que el rubio solo está interesado en su hija.
—¡Kaji-san es el novio de Haruki-chan, así que solo Haruki-chan podía saber dónde vive Kaji-san!—intervino el menor con el ceño fruncido y notoria ira.
—Tranquilo, Ritsuka—le susurré al menor que tenía sus bracitos cruzados, pero me hizo caso omiso. Miré a la mayor—. ¿Y como sabes dónde vive si no te lo dijo?.
Antes de que ella pudiera responderme, la puerta se abrió revelando a un Akihiko que se secaba el cabello con una toalla.
—Oí una bulla fuera del apartamento... ¿que hacen?—habló Akihiko viéndonos a Yayoi y a mí. Solo concentré mi vista en Yayoi quien ahora sonreía inocente, ella tira la piedra y esconde la mano, ahora mismo pareciera... como si ella... no, no lo creo.
—Aki, vine a verte, últimamente la bebé anda pateando mucho y creo que es porque su padre no la ha visitado esta semana—respondió la muchacha acariciando su vientre.
—Estaba ocupado con los exámenes y la mudanza—se excusó el rubio invitandonos a entrar a su departamento. Yayoi fue la primera e ingresar, y cuando yo estaba en el umbral de la puerta, Akihiko aprovechó y me dió un beso rápido.
Con mis mejillas rojas caminé hasta el sofá dónde estaba sentada Yayoi, me senté al lado de ella y Ritsuka se quedó sentado en mi regazo abrazando mi pecho. Akihiko fue a servirse un poco de café.
Que incómodo.
—¿Ya tienen un nombre para la bebé?—indagué para aliviar la leve tensión que se estaba formando. Akihiko estaba endulzando su café y Yayoi analizaba con la mirada a su hermanito menor que estaba completamente adherido a mí.
—No, aún no hemos pensado en nada...—contestó Yayoi desviando su mirada.
—Yo sí he pensado bastante—aclaró Akihiko sentándose en el sillón frente a nosotros.
—Ya veo...—musité.
—¡Yo quiero que se llame como su tío!—exclamó Ritsuka cruzando nuevamente sus brazos—. ¡Que se llame "Ritsuka" como yo!.
—No... simplemente no—dijo Yayoi.
—¡Injusta!—chilló el menor con sus ojos cristalizados de impotencia y abrazando más mi pecho.
—¡Ten tus hijos propios si quieres llamarlos como tú!—le respondió la mayor
—Tranquilo, Ritsuka, no te estreses—le susurré al menor, siempre que se estresa se pone a llorar. El menor escondió su carita en mi pecho.
—Tú tampoco Yayoi, si te estresas, podría ser malo para el bebé—dijo Akihiko con su semblante serio.
La tensión volvió y trajo consigo un silencio incómodo. Pero, casualmente, sonó el timbre, seguido se oyeron unos golpes a la puerta. Akihiko se levantó para abrir. Todos nos sorprendidos cuando vimos quien estaba afuera.
El que faltaba.
—¡¿Ugetsu?!—exclamó un entre confundido e impactado Akihiko. La mano del violinista tomaba la de Mafuyu.
—Hola Akihiko~.Oh, veo que todos están aquí—respondió Ugetsu ingresando a la casa sin autorización del rubio.
—¿No que tenías un concierto?—pregunté viendo cómo Mafuyu y Ritsuka se miraban para que luego las mejillas de ambos tomaran un color carmesí.
—¡Dejaron el concierto para la próxima semana, todo por unos incompetentes que no supieron hacer bien su trabajo!—se quejó el violinista tirándose al sofá. Mafuyu se quedó parado a mi lado mientras le susurraba cosas a Ritsuka y viceversa—. Pero bueno. Así que... Yayoi embarazada, ¿eh?.
—Sí—musitó la susodicha. Akihiko volvió a su lugar tras haber cerrado la puerta.
—Querida, eso no habla muy bien de ti, ¿sabes?—comentó Ugetsu con esa mirada que pone cuando siembra cizaña entre las personas—. Cualquier otra madre deja a un lado al padre y da todo por su hijo, aparentemente tú lo haces al revés, buscas tanto a Aki que dejas a un lado a tu propio hijo. Aunque no sirve de nada que yo diga esto, ¿que va a saber una persona como yo que siempre se cuida al tener relaciones y que no se puede embarazar?.
¿Por qué Ugetsu es tan... Ugetsu?.
—¿Y tú cómo supiste donde vivo, Ugetsu?—le cuestionó el rubio al violinista.
—Haruki-chan me lo contó cuando hablamos el otro día—respondió el Murata mayor con una sonrisa—. Además, Mafuyu insistía en que quería ver a Ritsuka, entonces aproveché la ocasión para reunirnos todos juntos y para aliviar el estrés que sufrí por unos inútiles.
—Si me disculpan, me retiro, debo ir a hacer algo—dijo Yayoi repentinamente saliendo del apartamento siendo seguida por la mirada de todos.
—Ah, se molestó... bueno, da igual—dijo el violinista encogiendo sus hombros—. Akihiko, ¿en qué pensabas cuando la embarazaste?, ¿sabes lo decepcionado que me siento?, ¿tienes idea de lo mucho que afectará tu futuro?. No estoy preocupado por ti porque ahora me vales un comino y sinceramente quiero patearte el trasero, y Yayoi me vale menos, estoy preocupado por Haruki, el pobre siempre anda desanimado y se siente débil e inferior, ¡hasta con las hormigas se compara!.
—Ugetsu, no digas eso—pedí con mis mejillas rojas. Mafuyu y Ritsuka se fueron a jugar al balcón. Ugetsu rodeaba mis hombros con su brazos y tenía su cabeza recostada de mi brazo.
—Comprendo que me equivoqué, pero no fue mi intención hacerlo—murmuró Akihiko.
—Ahora dirás qué no fue tu intención hacer eso con Yayoi, Akihiko, te conozco, Haruki te conoce, no suenan creíbles esas palabras—contestó el violinista—. Debiste haber pensado en las consecuencias antes de haber hecho eso.
—Me refería a que no fue mi intención crear esta situación, lo menos que quiero es que Haruki la pase mal—aclaró Kaji.
—Pues que la pase mal es lo único que estás consiguiendo—suspiró Murata—. A este paso, lo único que conseguirás es una relación como la que teníamos. Solo que al revés, ahora tú no serás el que va a sufrir y soportar los golpes y maltratos, lo hará Haruki y aún así no se quejará ni se pondrá en contra tuya. Hace tiempo quería ponerte en tu lugar para que sentaras cabeza.
Akihiko no dijo nada, simplemente se dedicó a reflexionar las palabras previamente dichas por el violinista. Simplemente bajé mi cabeza algo avergonzado por permitir que sea Ugetsu quien hable de mis sentimientos.
—Ugetsu, eso... no hacía falta...—murmuré sintiendo un nudo en mi garganta—. La verdad es que...—alcé mi mirada llena de lágrimas para verlos borrosamente a los dos—estoy dispuesto a seguir sufriendo... precisamente... porque no puedo dejar de amarlo.
No importa si mi cabello está corto o largo, no importa si él ya me haya rechazado tantas veces, no importa si considero que dejarlo ir es lo mejor. No puedo odiarlo, solo puedo amarlo.
Ugetsu me miró impactado unos segundos, su expresión pasó de sorpresa a una de odio y resentimiento.
—¡Ahora sí lo mato!—exclamó el violinista intentando levantarse del sofá, pero lo sujeté para que no atacara a Akihiko—. Te hizo llorar, ahora sí le rompo la cara, me aguanté solo porque aparentemente te trata bien, pero este es mi límite.
—Descuida, Ugetsu—le dije, pero el susodicho no se calmaba.
—Suéltalo, me lo merezco—respondió Akihiko.
—¡No, la violencia no resuelve las cosas, solo atrae más violencia!—espeté haciendo que Ugetsu se sentara a la mala gana en el sofá y se cruzara de brazos.
Ahora creo que comprendo mejor su relación, lo que no entiendo es... ¿cómo es posible que si se llevan de tal forma hayan durado tanto tiempo?.
Antes de que siguieran esos dos con la discusión aparecieron Ritsuka y Mafuyu, el pelirrojo tenía los ojos cristalizados. Sequé rápidamente mis lágrimas para que los niños no notaran que lloré.
—¿Que pasó, mi cielo?—preguntó el violinista acariciando el cabello de su hijo.
—Papi Ugetsu, es que... Ritsuka estaba mirando hacia la calle apoyado del barandal del balcón y yo también quería hacerlo, pero... me dió miedo, estamos muy alto y me asusta mucho—hipó el pelirrojo llorando en brazos de su padre.
—Ya, ya, tranquilo, está bien, a ti no te va a pasar nada, pequeño—le susurró Ugetsu a Mafuyu sentandolo en su regazo.
Recuerdo que Ugetsu me comentó que Mafuyu le tiene miedo a las alturas por varios traumas de su infancia, pero que ya el pelirrojo está trabajando en superar sus miedos.
Miré a Akihiko, el rubio estaba impresionado por el lado paternal que tenía Ugetsu y a la vez me miraba preocupado.
Sin duda Ugetsu había hecho sentir culpable a Akihiko
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