Capítulo 14
Sus palabras hacían eco en mi interior y cada vez que recordaba lo que conllevaba esas palabras mi alma se destrozaba, mis ojos se llenaron de lágrimas. Las palabras de Yayoi...
"Créeme, esta noche lo enamoraré con dulces palabras y mañana va a querer terminar contigo". ¿Realmente lo conquistó?.
En mi cabeza no cabe la idea de que Akihiko quiera terminar, él era quien siempre repetía que lucharía por nuestra relación y por su hija, él siempre insistió en querer seguir, en estar juntos.
Akihiko me juraba que me amaba... y qué yo era la persona indicada... entonces ahora...
"Hay palabras que se las lleva el viento, Haruki"
Sí, pero es distinto. Si él no me hubiera amado, no habría rechazado casarse con Yayoi...
No puedo comprender porqué tan de repente. Todo iba saliendo bien, todo estaba bien...
"Solo aceptarás romper la relación sin decir nada. Akihiko y yo nos casaremos y criaremos nuestra hija juntos, por eso deberían romper la relación pacíficamente, ¿verdad?"
Pero... ahora yo no quiero romper la relación. Él es demasiado importante, por más que haya intentado deshacerme de estos sentimientos, no puedo, ¿porqué debo sufrir si es un amor mutuo?.
—¿P-Por qué?—pregunté sintiendo mis manos temblar mientras las lágrimas se escapaban de mis ojos—. Pudimos haber terminado esto hace meses cuando era más necesario. Tú... dijiste que no me abandonarías, entonces... ¿por qué ahora?, ¿por qué ahora cuando todo estaba bien?.
¿Era yo el único que pensaba que todo estaba bien entre nosotros?, ¿hice algo malo?, ¿de verdad Yayoi lo conquistó?.
—Lo siento... yo... quiero concentrarme más en Yayoi y en mi hija—dijo casi en un susurro aún sin mirarme directamente—. Aceptaré casarme con Yayoi...
—Yo...
"No quiero, me niego a aceptar esto" por más que lo piense, mis palabras no salen de mi boca.
—Lo siento—musitó Akihiko.
—¿Por qué te disculpas tanto?—inquirí secando mis lágrimas, ni siquiera le presté atención a la gente a mi alrededor. La mesera comprendió que debía esperar para acercarse. Ahora mismo podía sentir como mi corazón se rompía y como mi dolor de cabeza volvía—. Comprendo... perfectamente que ya no quieras estar conmigo y... decidas criar a tu hija—balbucee intentando aceptar esta situación. Sin embargo, me resulta imposible aceptar que quiera acabar la relación, no me había podido preparar mentalmente para esto, una parte de mí creía que todo saldría bien y esto no sucedería.
—Haruki...
—Bueno, si todo está acabado, entonces me voy...—dije tomando mis cosas y apresurandome en irme—adiós, Akihiko
Escuché un "adiós" de parte del rubio antes de que yo saliera de la cafetería.
Fuí casi corriendo a casa de Ugetsu, sentía como mis lágrimas escapaban nuevamente de mis ojos. Perdí el equilibrio varias veces mientras corría, pero eso no me detuvo, seguí corriendo mientras analizaba lo que conlleva las palabras de Akihiko.
¿Cómo Yayoi logró conquistarlo en una noche?, tal vez ella... no, Yayoi está embarazada y dudo que Akihiko aceptara hacer "esas cosas" repentinamente...
Entonces... ¿por qué?
Toqué varias veces el timbre de la casa de los Murata hasta que la puerta se abrió.
—¿Quien rayos...?, ¿Haruki?—murmuró Ugetsu al verme, incliné mi cabeza un poco avergonzado por mostrarle este aspecto tan deplorable mío.
—Ugetsu... Akihiko y yo... terminamos—revelé desviando mi mirada. Sentí la vista del violinista fijada en mí mientras acariciaba con delicadeza mis cabellos.
No quise oír los motivos por los que Akihiko terminaría conmigo, sería demasiado doloroso oír esas palabras. Tampoco quise negarme a terminar la relación, desde un principio supe que lo mejor era dejarle el camino libre. Si desde el inicio predije que esto pasaría, ¿por qué me sorprende tanto?.
—Haruki...—susurró él acercándose a mí para abrazarme—debe haber algún motivo por el cual quiso terminar contigo, tal vez tiene sus razones.
—Sí, Akihiko, tiene sus motivos: su hija y una mujer linda que lo ama—sollocé empapando el hombro del violinistas con mis lágrimas—. Lo siento porque tengas que verme y soportarme así.
—No es nada—respondió suavemente Ugetsu palmeando mi espalda. Lentamente correspondí su abrazo—. Haruki, Akihiko no es el tipo de persona que miente con respecto a sus sentimientos y...
—Siempre supe que esto pasaría, aún así... no creí que dolería tanto, pensé que ya me había preparado para esto...—dije aferrándome a él—igual yo no valgo lo suficiente como para esforzarse por la relación.
—Haruki, te lo he dicho muchas veces: eres increíble, no te sientas inferior a nadie, eres más lindo y amable de lo que crees—dijo Ugetsu buscando mi mirada, pero cerré mis ojos. No importa cuántas veces lo dijera Ugetsu, no podía creer en sus palabras por más que quiera. Sentí su aliento chocar contra mis labios, sin verlo podía asegurar que su boca estaba muy cerca de la mía—. Haruki... tú... me... tú me... tú me pareces un chico muy dulce que no merece llorar por Akihiko. Por eso, estate tranquilo.
—No puedo calmarme, no entiendo qué sucede—espeté apartándome de él—. Ya no sé qué hacer con esta situación. A veces me dan ganas de irme en silencio casa de mis padres y no volver.
—¡Haruki, mírame, tranquilo!—exclamó Ugetsu tomando mis manos para obligarme a abrir los ojos y verlo. Su mirada reflejaba notoria angustia y preocupación, sus mejillas estaban algo rojas, se podían presenciar varias lágrimas acumuladas en sus ojos. Esa era una de las cosas que menos quería: preocupar a Ugetsu. Él ha hecho tanto por mí que no tengo como pagarle y lo único que consigo es quitarle su sosiego.
—Perdón por hacerte preocupar...
—No te disculpes, deja de disculparte.
—Es inevitable hacerlo...
—Haruki, todo está bien—susurró Ugetsu volviendome a abrazar. Pude sentir los latidos acelerados de su corazón, supongo que el estrés ha hecho latir su corazón de esa forma tan rápida—. No te sientas mal. Las flores florecen en primavera y se marchitan en otoño, para florecer nuevamente en primavera. Es el ciclo de la vida, ten paciencia, algo bueno saldrá de esto...
—¿Me vas a hablar sobre cerrar ciclos?—cuestioné señalando mi cabello corto.
—Buen punto—contestó Ugetsu algo avergonzado por haber mencionado eso—. Aún así... hay cambios que son para mejor... algo bueno saldrá de esto.
—Ugetsu, no hay nada bueno, intentas hacerme sentir mejor, pero no hay nada que me pueda hacer sentir mejor—dije tratando de secar mis lágrimas. El violinista cerró la puerta de su casa, por un segundo había olvidado que estábamos afuera de su casa, supongo que cerró la puerta para que ni Mafuyu ni Ritsuka se asomaran a ver qué estábamos hablando.
—Oye, Haruki—habló Ugetsu sonriendo—. ¿Sabes?, decidí llevar a Mafuyu al parque el otro día, se puso muy feliz y me pidió que lo llevara otro día y que fueran tú y Ritsuka.
—¿Cambias el tema para animarme?—pregunté, sonreí inconcientemente por sus palabras.
—Depende... ¿está funcionando?.
—Un poco—respondí recostando mi espalda de la pared junto a la puerta y deslizarme por esta hasta quedar sentado. Ugetsu se sentó a mi lado sin dejar de mirarme.
—Oh, y dentro de poco tendré una gira, me iré del país, sé que no podrás sobrevivir sin mí y todo, ¡pero debes aprender a ser independiente de mí!. Aunque comprendo tu apego a mí, es decir, soy uno de los más grandes violinistas del mundo.
—La humildad ante todo, Ugetsu. Aunque... no me acerqué a ti por tu fama, al inicio buscaba alguien con quién comunicarme y que tuviera experiencia.
—¿Tratas de decir que me buscaste porque soy el ex de la persona que ahora también es tu ex?—cuestionó el violinista aparentando estar ofendido.
—Al inicio sí, pero... cuando te conocí mejor, me agradaste mucho. A pesar de que eres muy sinvergüenza, eres un chico muy bueno aunque no te gusta demostrarlo—dije sonriendo. Me sentía un poco más animado debido al cambio de tema. Si seguía dándole vueltas al tema de Akihiko, me terminaría mareando—. Y sin embargo... yo no diría que no te gusta demostrarlo, más bien no sabes cómo, ¿me equivoco?.
—Increíblemente estás en lo cierto—afirmó con un leve rubor adornando sus pálidas mejillas—. Me conoces tan bien~
—Ugetsu...—lo llamé obteniendo su mirada, clavé mi vista en el suelo mientras flexionaba mis piernas y las abrazaba—¿realmente crees que haya un motivo oculto por el cuál Akihiko haya querido terminar conmigo?.
—Pues... si no hay motivo oculto, descuartizaré a Akihiko, y es preferible pensar que hay un motivo oculto ha tener que ensuciarme las manos con sangre—sonrió amistosamente Ugetsu provocando que unos escalofríos recorrieran mi cuerpo entero.
—Eres irremediable—comenté revolviendo sus cabellos, él se frotó contra mi mano para que siguiera acariciando sus cabellos.
—Ahora que no está Akihiko eres mío—comentó Murata sujetando mi mano para luego entrelazar sus dedos con los míos.
—No soy tuyo, ni de nadie—aclaré.
—Como digas, pero... sigue acariciando mi cabello, me gusta como lo haces—respondió dirigiendo mi mano hacia su cabeza. No me quedó más remedio que seguir revolviendo sus cabellos.
Aunque me veía más animado, en el fondo todavía pensaba en Akihiko, sus palabras rebotaban de un lado a otro en mi cabeza y podía sentir como cada vez mi corazón se volvía más vulnerable. No obstante, no me mostré afectado frente a Ugetsu, prefería asegurarle que todo dentro de mí estaba bien a pesar de ser esa una gran mentira.
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—Dame una—pidió Ritsuka sin despegar su vista de las cartas de póker que tenía en sus manos. Mafuyu arrojó una de las cartas del mazo que tenía en las manos revelando un 6—... mmmm... creo que ya...
Mafuyu volteó la carta que tenía colocada en el suelo mostrando así un 10 al lado de un 1.
—Tengo 21—dijo Mafuyu sonriendo inocente.
—¡Rayos, juraba que ganaba, tengo 20, ¿cómo es que eres tan bueno?!—chillaba Ritsuka arrojando las cartas que tenía en la mano al suelo mientras Kedama se colocaba boca arriba a su lado pidiendo ser acariciado. Ritsuka, para calmar su frustración, decidió acariciar con una mano la barriga de Tama mientras que con la otra sujetaba su rostro.
—La suerte creo—insinuó Mafuyu encogiéndose de hombros—. Ahora págame.
El de ojos azules, a la mala gana, sacó un caramelo de fresa de su bolsillo y se lo entregó al pelirrojo.
—Ahí va mi último caramelo...
—Eso no fue todo lo que apostaste—reclamó Mafuyu acercándose al de ojos azules.
Las mejillas de Ritsuka se pusieron rojas al estar tan cerca del pelirrojo. El de cabello negro besó la mejilla del más bajo haciendo que ahora las mejillas y orejas de ambos alcanzaron un tono carmesí.
—¿Nuevo juego?—propuso Mafuyu—. ¡Pero esta vez la apuesta será un beso en los labios!.
—Oh no, Mafuyu, nada de besos en los labios hasta que tengas unos... 25 años más o menos—dijo Ugetsu entregándome una taza que contenía té a la par que se sentaba a mi lado—. Apuesten otra cosa.
—¡Ya me quedé sin caramelos para apostar!—espetó Ritsuka.
—Tal vez esta vez ganes, Ritsuka-chan—comentó el pelirrojo barajeando las cartas. Mafuyu aprendió varios juegos de cartas mientras estuvo en el extranjero con Ugetsu por alguna gira o algún viaje.
—No creo que vaya a ganar eres muy bueno jugando... además, me quedé sin cosas que apostar...
—Mmmm... te regalaré un caramelo para que apuestes—dijo Mafuyu tomando un caramelo para entregárselo al de ojos azules.
—¡Haruki-chan, recuérdame la próxima vez traer cientos de caramelos para apostar contra Mafuyu-chan!—exclamó Ritsuka con determinación.
—De acuerdo—sonreí
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