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VII: Bewaar het geheim

Guardar el secreto

René aflojó y cayó sobre su cama, rebotando un poco en las sábanas. Cerró los ojos e hizo una lista mental de lo que debía hacer. Se planteó ponerse a estudiar, pero dado que solo habían trascurrido tres semanas de colegio, lo descartó. Entonces le quedaban las opciones de Carole. Sacó el papel de su bolsillo del pantalón y lo desplegó. 

«Boku no Hero Academia» decía. ¿Academia mi héroe? Más o menos se hizo a la idea de un Marvel escolar. Pero aún así buscó alguna recomendación. Buena banda sonora, buena trama, ingeniosos y curiosos personajes, a René cada vez le llamaba más y más la atención. 

Al fin, siguió leyendo y tecleó en su portátil la página que le apuntó. Pasados unos minutos, ya tenía una cuenta premium (cómo no, ¿qué os esperábais?, ¿que un príncipe como él se viera series pirateadas? Por supuesto que era impensable). Pulsó el táctil del aparato y el primer capítulo comenzó. 

La escena se iluminó entre los gimoteos de un niño, con el mismo pelo verdoso que el chico adolescente que había visto con Carole. Supuso que era el protagonista (¡qué genio René!). Ahora que él se fijaba, el niño parecía ridículo. Mientras tanto, otros chicos liderados por uno que soltaba explosiones se adelantaron a pegarlo. Pobre Deku.

Tras esas dos primeras escenas, comenzó la música con un superhéroe sonriente y el rostro maravillado de Deku. La letra era entendible con el nivel de René pero no le daba tiempo a procesarlo, aunque estaba seguro de que transmitía positividad. Después se alternaron  imágenes de personajes, que supuso serían secundarios importantes (que alguien le lance un Nobel a Renato),con letreros que decían «Plus ultra», «My hero» y «Academia». El opening prosiguió con su espléndida animación, hacía mucho tiempo que René no había visto tan buen dibujo. Pero las momentáneas batallas al final le dejaron sin palabras. 

Los siguiente veinte minutos parecieron veinte segundos. No solo había una fluidez de movimiento y música dignas, sino que todo tipo de sentimientos como la impotencia (¿esa no es tu situación real?). Toda la historia de Deku le hizo sentir empatía por él, hizo que algo dentro de él lo conmoviera aunque no fuera nada melodramático. 

Sus dedos rápidamente pulsaron el capítulo siguiente. Y al rato, el siguiente. 

Debían ser cerca de las ocho y media cuando Isham entró de un portazo vociferando el nombre de su amigo. Era la hora de cenar. René no se podía creer que había estado toda la tarde frente a la pantalla. 

Los dos avanzaron por los pasillos hacia el comedor, donde Justin y Mitsuki los esperaban ya servidos. Hablaron animadamente mientras comían cuando Mitsuki saltó con una pregunta: 

—¡Ah! René, ¿has hecho el emparejamiento cromosomático del individuo tres? 

—¿El qué? —(muy todos: ¿deberes? ¿Cuándo los mandaron?)—. Espera, ¿había deberes de biología? 

—Sí —confirmó Justin—, había que diagnosticar cinco individuos. 

A René se le cayó el alma a los pies, igual que los espaguetis que se deslizaron de vuelta al plato. Se le quedó la cara completamente blanca, mañana a primera hora tenía biología otra vez y no quería enfadar a Ricchie Dawkins. 

—¡¿Por qué no me avisaste, Isham?! —lo culpó. 

—Eh, relax —se defendió el árabe—. No tengo biología, ¿qué quieres que te diga? 

—Si no has hecho los deberes —señaló Mitsuki—, ¿a qué te has dedicado toda la tarde? 

—Habrá stalkeado a Carole —sugirió Justin entre risas flojas. 

—¡Eh! ¡No he caído tan bajo! 

—¿Estabas viendo una serie? —comentó Isham—. Había un vídeo puesto cuando entré a llamarte. 

—¿Una serie que Carole te recomendó? —se burló el americano—. ¡No me digas...! 

—Lo tuyo es obsesivo —se fijó el japonés—, ¿y puede que algo tóxico? 

—¡No estaba viendo una serie por Carole! —exclamó René—. Por Dios, ¿por quién me habéis tomado? 

—Por un tío sin personalidad obsesionado con una chica. 

—¡Que no estoy obsesionado con ella! 

—Eres peor que Chiara con Blaise. 

René bufó y se levantó de la mesa de un golpe. Se marchó a paso apretado y volvió a su cuarto. Sabía que sus amigos se lo decían de broma pero estaba harto de esas insinuaciones. ¿Y qué si solo tenía ojos para ella? ¿Qué más da que lo haga o no? Era su vida. La suya. Y ellos no tenían derecho a opinar así. 

En el fondo, llevaban algo de razón pero no estaba lo mínimamente dispuesto a admitirlo. Ellos no necesitaban saber que decían la verdad, porque de ser así, no pararía de reírse de él. (Yo también lo haría. Espera. Si yo lo sé. Jajajjajja, ¡qué pringao eres!) René supo que nadie, especialmente aquellos dos, debía saber este aspecto de él. Simplemente porque no le concierne a nadie. 

Volvió a suspirar (¡princeso~!), se levantó de la cama y se dirigió a su escritorio. Sacando su carpeta, encontró los folios de los deberes. Bufó. La noche que le esperaba. 

Buscó y recortó el cromosoma uno, su pareja. El dos, su pareja. El tres... Deseó con todas sus fuerzas que se terminara rápido. Pero no, maldita ley de Murphy. Llegado al individuo dos, ya había comenzado a confudir cromosomas y perderlos. Isham tampoco ayudaba de mucho. 

Eran casi las tres de la madrugada cuando René se acostó. Todo por Carole... 



Nota de la autora :D

Siento que haya sido tan cortito pero sentí que fue suficiente. Así que, para compensar escribí rápido el siguiente capítulo. Enseguida lo tendréis!

Pregunta de hoy: ¿cuál fue la peor vez que se te olvidó hacer una tarea? Cuéntame qué pasó. Te leo! 

Frases>>> 

Besito~ 

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