Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

I: Terug naar school

Vuelta al colegio

Le Rosey, la institución escolar más cara del mundo. También llamada La escuela de reyes. Es por ello que ahí acuden los descendientes de las familias reales más notables: los Windsor de Reino Unido, los Bernadotte de Suecia, los Nassau-Weilburg y los Borbón-Parma del ducado de Luxemburgo (por cierto, ¿Luxemburgo dónde estaba?), los Orange-Nassau de Países Bajos, los Glücksburg (no preguntes por cómo se pronuncie, limítate a aceptarlo) de Dinamarca. Resumidamente, casi todas las casas reales europeas, muchas familias reales arábicas, hijos de multimillonarios americanos y asiáticos y gente de la misma clase. 

Estar en le Rosey puede significar dos cosas: de mayor serás importante o ya eres importante. Era obvio, ¿no? Bueno, no tanto. Pero tú dime, ¿quién tienes que ser para pagarle a tu hijo ciento treinta y cinco mil euros (unos cinco coma seis millones pesos) al año para estudiar? Solución uno: eres rico. Solución dos: la herencia te hizo rico. Solución tres: eres como Albert Einstein, Isaac Newton y Stephen Hawking juntos. Ya lo vamos entendiendo, ¿eh? 

Bueno, dada la cantidad de familias reales que conviven ahí, pervive una costumbre más que europea: todos los príncipes y herederos de tronos hacen sus últimos diez kilómetros de viaje en carroza real. ¿Esa que tiran dos, cuatro u ocho caballos, súper bien decorada y que prácticamente parece de oro puro? Sí, justamente esa. 

René estaba acostumbrado a esa dinámica. Llevaba llendo al Rosey desde sus ocho años. Y este ya era su séptimo año en el colegio. Caty (Catalina Amalia de Orange-Nassau) llevaba dos años menos y Alex (Alexia de blablabla) uno menos que su hermana. Pero para la pequeña Ari (Ariadna de blablabla), era la primera vez. La pequeña se acariciaba su pelo, rubio al igual que todos sus hermanos, durante todo el transcurso del viaje. 

—Ari, mira —comentó Caty—. Por ahí ya se ve el campus. 

—Esos de allá —señaló Alex— son los dormitorios. Y en aquel edificio está la biblioteca. 

En la mirada de Ari se notaba su emoción y sus ansias por empezar. Poco a poco, la carroza de los Orange-Nasal (digo, Nassau) llega a la puerta principal de le Rosey. Todas las limusinas (porque todos estos niños ricos malcriados van en limusina XXL) hacían cola para dejar a los alumnos en la alfombra roja. Sí, el colegio les pone a estilar por una red carpet el primer día de clase, en el que por cierto no hay clases. ¿Entonces el primer día de clases es en verdad el segundo? Anyway, justo antes de que los príncipes de Países Bajos (los nasales estos) bajaran, una orquesta de trompetas comienza a tocar. Pipiri pipiri pipiri pipi. Y un señor con voz de tenor anuncia: 

—Su Alteza René William Alexander Louis Nicholas George Humbert de Orange, príncipe sucesor de la disnatía que gobierna en los Países Bajos, Aruba, Curazao, Caribe Neerlandés y San Martín —sí, el hombre este ha dicho todo el parrafazo del tirón. ¿Quién le da un récord Guiness?

Omitiendo a los nombres y presentaciones de sus hermanas, René se dirigió a secetaría. Ahí, la señora Nosecrooke (literalmente, nariz torcedura) estaba sacando papeles para algún otro alumno cualquiera. La anciana debía tener cerca de ochenta años, su manojo de pelos grises, las típicas gafas de vieja, pintalabios pasado de moda y manos huesudas apoyaban la teoría. Tras terminar con el otro alumno, la secretaria le sonríe al príncipe: 

—¡Renato, hijo mío! —exclamó envolviendo al pobre chico entre sus brazos que olían al típico perfume de la época victoriana.

—René —le corrige—. Esto... señora Nosecrooke, ¿me da mi nuevo horario? 

—Por supuesto, bombocito —le responde la mujer volviéndose—. ¡Señora Suetgrease! ¡El schedule del señorito de Orange-Nassau! 

—Emm... yo solo me apellido de Orange, mis hermanas son Nassau. 

—¡Por supuesto! ¡Por supuesto! —afirma la señora Suetgrease, aparenciendo del otro pasillo—. Señora Nosecrooke, está usted ya vieja. 

—No tanto como usted, señora Suetgrease —replica la otra—. Ah, Renato, esto es para ti. 

Cogiendo la carpeta, René vuela por el pasillo. Nunca le caía bien ninguna de las dos secretarias. Ya cerca de los dormitorios, abre sus archivos. René William de Orange, habitación 623, compañero de cuarto: Isham bin Abdul Aziz. El chico estaba por pegar un salto astronómico, ¡al final el hijo del "rey" (porque el rey en verdad es el Custodio de las dos mezquitas) seguía en le Rosey! Se ve que al final su padre decidió no meterlo en مدرسة الأولاد o algo así. ¿Qué es مدرسة الأولاد?, te preguntarás. En pocas palabras, un colegio masculino de Oriente Medio (de donde salen todos los monarcas gays del mundo).

Dada la eficiencia de los guardaespaldas reales, el equipaje de René ya debía encontrarse en su cuarto. Y teniendo en cuenta la puntualidad de Isham, él estaría ahí también. 

—¡Isham! —chilló el príncipe entrando con un portazo—. ¡Cara de rábano! —no preguntes por esto, es demasiado largo de contar. 

Pero nadie respondió. Es más, un chico de origen chino (¿o tal vez japonés? ¿O coreano? ¿O tailandés? ¿O taiwanés? ¿O mongolo...?) lo miraba fijamente. Estaba sentado sobre una de las camas, con las zapatillas quitadas. Los dos se miraron probablemente pensando "what the fuck, ¿qué le pasa a este en la cabeza?" en el caso del chico y "¿Isham ha mutado?" de ser René. Al último se le comenzaron a subir los colores. Se barajó sus opciones, ¿cerrar la puerta y pretender que no estuvo ahí?, ¿enfrentarse a la situación?, ¿eliminar las pruebas.... (matar al chico)? Optemos por lo último, sí, estará bien. (Nah, lo segundo es lo correcto.)

—Ehh... ¿n-ni shi...? —tartamudeó usando sus vagos conocimientos de chino. ¡No era su problema haber escogido japonés! 

—¡JAJAJAJAJAJAJA! —estalló otra voz. (Seas quien seas, te auto-descubriste muy rápido, ¿no?)

De detrás de la cama salió Isham, quien le chocó las cinco al asiático: —Bien hecho, Mitsuki. 

—¿I-Isham? —simplemente figuraos la cara del neerlandés (entre otras cosas, porque me da pereza describirla), tan sorprendido que parecía que se le ha desencajado la mandíbula. 

—Ah, sí — masculló poniéndose más serio (tan serio como puede, o sea, muy pero que muy poco serio)—. Este es Mitsuki Kishaba, es japonés —René estaba del plan "ay dios mío, he hecho el ridículo hablándole en chino"—. Él se ha traslandado este año, irá a tu clase. Mitsuki, este es René de Orange, príncipe, ese que ya te conté —(¿qué te contó sobre René...? Codazo, codazo)

—Encantado —dijo Mitsuki con una sonrisa radiante y un inglés perfecto (algo que René debería haber supuesto pero no, era mejor demostrar su habilidad sobre lenguas asiáticas).

—Bueno, no es pronto ya —instó Isham—. Le enseñaré a Mitsuki todo el recinto. Nos veremos en la comida. 

—Que te lo pases bien, chico nuevo —respondió René con una sonrisa forzada (claro, ha hecho el ridículo bien. Sayonara, reputación).

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro