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chapter two | mexico grand prix


— OCTUBRE 2024 | tercera semana.

Olivia no pudo evitar sentirse fuera de lugar en aquella situación. Allí, en el paddock del Gran Premio de México, trataba de pasar desapercibida, evitando dar pie a cualquier tipo de especulación. Se mantenía cerca de Carlos, esforzándose por no cruzarse con la mirada de Charles.

El español podía notar lo increíblemente intranquila que estaba la chica. Era evidente que invitarla a algo que le recordara todo su pasado no había sido la mejor idea para distraerla, pero ya estaban allí, y él tenía que lograr que se relajara.

Ella no podía creer que aún no se hubiera encontrado con Charles, o lo incómodo que sería para Carlos si lo seguía todo el día como un perrito. Intentaba mantenerse relajada, pero los nervios hacían que su presión arterial se disparara. Mientras se preguntaba qué tan mala idea sería regresar de inmediato a su hotel, pensaba que, en el peor de los casos, no podría ser peor que haber decidido venir en primer lugar.

— ¿Tienes hambre? — Le preguntó el español, posando suavemente su mano en su espalda en señal de apoyo, curioso por encontrar algo que pudiera hacerla sentir mejor.

— Créeme, Carlos, lo último en lo que puedo pensar ahora es en comida. — Responde Olivia, llevándose una mano al estómago mientras siente cómo las náuseas la invaden.

Él levanta la mirada, asegurándose de que ninguna cámara, reportero o curioso lo observe para evitar malos rumores. Luego, se agacha hasta quedar a la altura de la chica, acercando su rostro al de ella para que pueda escucharlo claramente.

— Liv, estás muy tensa, tienes que relajarte. — Le dice, apartándole un mechón de cabello que le cubría su hermoso rostro. — No va a pasar nada malo, ¿de acuerdo?

El rubor subió a las mejillas de Olivia, quien se mordía suavemente el labio inferior, nerviosa por la proximidad de Carlos. Las palabras tranquilizadoras de él lograban calmarla un poco, pero ahora su cercanía casi le quitaba el aliento.

— ¿Cómo estás tan seguro?

Carlos sonríe ante su pregunta, recuperando su postura original y tomando su gorra roja de Ferrari. Con cuidado de no enredarse con su cabello, se la coloca lentamente en la cabeza a Olivia.

Él es consciente de que el sonrojo de la chica se debe a su acercamiento, lo que le provoca una profunda ternura. Ella, por su parte, siente cómo sus mejillas arden bajo la sombra de la visera, que oculta su vergüenza.

— Porque me encargaré de cuidarte. — Le responde.

Y como si el acercamiento anterior no hubiera sido suficiente, él se acerca y envuelve a la chica en un cálido abrazo. Olivia permite que sus manos rodeen su cintura mientras ella también lo abraza, envolviendo su cadera. Quizás eso era precisamente lo que necesitaba en ese momento: alguien que la socorriera, que la abrazara.

Los brazos de Carlos aportan una suavidad y calidez especiales a todo lo que tocan. Aunque tal vez no era una persona muy dada al contacto físico, probablemente lo hacía porque sabía que a Olivia le agradaba, y ella lo valoró sinceramente desde el fondo de su corazón.

Cuando la soltó, permaneció unos segundos en su pecho, disfrutando de su aroma, hasta que finalmente se apartó. Antes de ese abrazo, no era del todo consciente de cómo la calidez de otros brazos podía hacerla sentir mejor; Charles solía hacerlo por ella cuando aún eran pareja.

— Odio ser un estorbo. — Ella le dice, bajando la mirada con un atisbo de vergüenza por el reciente momento incómodo.

Carlos niega con la cabeza. Para él, Olivia nunca podría ser molesta ni, mucho menos, un estorbo.

— No lo eres. — Le dice con un tono relajado, feliz de que estaba un tanto más calmada. — Es más, me agrada tu compañía. Si gano, ¿me darás un premio?

Olivia levantó una ceja, mostrando curiosidad, mientras una sonrisa brillante adornaba sus labios. Para Carlos, resultaba curioso verla sonreír, ya que últimamente no lo hacía con frecuencia, a pesar de que siempre había sido una persona muy alegre.

— Eso depende, Sainz. ¿Qué es lo que quieres de premio?

La manera en que Olivia lo miró, cruzándose de brazos y con una sonrisa juguetona en los labios, hizo que Carlos se pasara la lengua por los labios, intrigado.

— No lo sé, eso lo veremos luego, si gano...

La chica levantó las manos en señal de rendición, aceptando la propuesta del hombre. Mientras se alejaba, reflexionó que, en parte, tenía razón: el hecho de haberlo acompañado al gran premio le permitió olvidar, aunque fuera por un momento, a Charles.

Charles no podía creer lo que estaba viendo. Tal vez habían puesto hongos alucinógenos en el agua y todo era una ilusión. En el fondo, deseaba que así fuera, porque no lograba entender qué demonios estaba sucediendo: Carlos y Olivia, tan cerca, coqueteando...

¿Qué carajo estaba pasando?

No es que estuviera celoso; tal vez sí lo estaba, y mucho. Sin embargo, la situación le parecía surrealista, sobre todo teniendo en cuenta que se trataba de Olivia y Carlos, y no de alguien más. Entre todas las preguntas que invadían su mente, la principal era: ¿por qué? ¿por qué con él? ¿había olvidado tan rápido lo que habían compartido y buscado un reemplazo en su amigo y compañero de equipo?

Además, en el paddock, donde cualquiera podía verlos, tuvieron la suerte de que solo Charles los viera y no alguien más. ¿Quién podría ser tan cínico?

Sí, tal vez Charles estaba consumido por los celos y quizás no tenía derecho a hacer reclamos, ya que él y Olivia ya no eran pareja. Sin embargo, no podía ignorar que lo que acababa de presenciar le afectaba profundamente. Era imposible disimular su dolor al ver que, en solo tres semanas, ella había olvidado su relación.

Una parte de él deseaba que ella volviera a sus brazos, que él fuera quien le moviera el cabello de la cara, le regalara su gorra de Ferrari con visera y la abrazara, como había hecho tantas veces cuando estaban juntos. No lograba entender cómo su relación se había desgastado hasta tal punto que ahora ambos eran como desconocidos, y ella buscaba todo eso en otra persona.

Solo suspiró al recordar todo lo que Morgan le había dicho: que debía alejarse, tomar distancia y permitir que ella continuara con su vida sin él. Era doloroso solo pensar en ello, especialmente porque él estaba allí, en primera fila, observando cómo ella avanzaba y reconstruía su camino sin su presencia.

Como muchos, Charles creía que Olivia sería el amor de su vida, probablemente la mujer con la que se casaría y formaría una hermosa familia. Todas las anteriores habían sido solo pasajeras, y ella era, sin duda, la única oficial. Sin embargo, se encontraba más alejado que nunca de ese plan de vida que había imaginado, y lo peor era estar distante de aquella a quien creía amar.

Todos sus pensamientos cursis fueron interrumpidos por la llegada de Carlos, quien caminó junto a él. Charles lo miró de reojo; aunque no quería interponerse, sentía que debía decir algo y no quedarse callado, a pesar de saber que no era lo correcto.

— Estabas con Olivia. — Le dice, su tono adquiriendo un matiz amenazante por los celos, aunque intenta suavizarlo con un atisbo de simpatía que le sale de manera un tanto defectuosa. — No sabía que eran tan cercanos; parece que me he perdido varios capítulos de esa historia.

La primera reacción de Carlos, que se acercaba a beber agua, fue poner una expresión de "¿pero qué coño estás hablando?", intrigado por el comentario pasivo-agresivo que Charles acababa de hacerle.

— Si tendrás huevos, Charles. — Le respondió rápidamente. Estuvo a punto de lanzar algo más, como: "le metiste los cuernos con medio mundo y ahora vienes a reclamar", pero simplemente sonrió y siguió bebiendo mientras observaba al monegasco. — Solo somos amigos, no hay nada más que explicar.

El otro, aún sin estar del todo convencido, solo rodó los ojos hacia su compañero de equipo. No era ciego; acababa de ver claramente cómo Carlos le coqueteaba a Olivia.

No sabía si era una venganza, si el español lo consideraba un idiota que no se daba cuenta de las cosas, o si se trataba de una broma de mal gusto. Pero, fuera cual fuera la razón, a Charles no le gustaba ninguna de las opciones. Estaba enojado y, sí, bastante celoso.

— Carlos, sabes que te aprecio. Entiendo que eres amigo de Olivia y que estás de su lado en nuestra separación. Pero también eres mi amigo, mi compañero. No te pido que me apoyes, solo que me entiendas.

Carlos frunció el ceño mientras lo observaba; una parte de él no podía creer que Charles hablara en serio.

— ¿Qué se supone que debo entender? Le fuiste infiel; no creo que haya mucho más que explicar. Todos hemos cometido errores alguna vez. No creo que necesite tanto contexto. Estás más preocupado por lo que yo piense que por lo que piense tu ex.

Tal vez Charles no había sido lo suficientemente claro, porque no parecía que Carlos comprendiera lo que él intentaba expresar. Era evidente que los celos le estaban jugando una mala pasada y que, quizá, estaba imaginando cosas que no existían. Sin embargo, al menos al expresar su incomodidad, podría disipar cualquier duda.

— Solo quiero saber... no quiero tener problemas pero... ¿no te estás acostando con ella, verdad?

El español abrió ligeramente los ojos y levantó las cejas, mostrando una sorpresa contenida ante la pregunta. Sin embargo, dejó escapar una risita nerviosa, como si su lenguaje corporal dijera: "¿De verdad me lo preguntas?". Pero su expresión cambió de inmediato al notar que su compañero no se lo tomaba con humor.

— Mira, Charles, si tuviera algo con ella, te lo diría. No hay nada entre nosotros, así que no te preocupes.

Sin embargo, el monegasco dudaba de su respuesta, aunque decidía dejarlo por el momento. Carlos tenía razón en algo: si realmente había algo entre ellos, tarde o temprano se enteraría.

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