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chapter seven | i love you, i'm sorry


— NOVIEMBRE 2024 | primer mes.

📍¡PAREJA CONFIRMADA! Recientemente, surgieron rumores sobre el romance entre la modelo Olivia Rosewood y el piloto de Ferrari Carlos Sainz, luego de que ambos fueran vistos en la playa en actitud muy cariñosa. ¡Ahora, tras mucho revuelo, es oficial! La pareja confirmó su relación al ser captados tomados de la mano mientras paseaban por el paddock.

Cabe destacar que Olivia terminó hace aproximadamente un mes su relación de casi tres años con Charles Leclerc, compañero de equipo de su actual pareja. ¿Creen que este nuevo romance podría generar tensiones entre los pilotos? ¡Queremos saber tu opinión!

. . .

username1 | Ojalá pudieran ver mi cara en este momento. Estoy en shock.

username2 | ¡¿Qué demonios?! ¿De qué me perdí? Hace apenas un mes ella estaba súper feliz con Charles, ¿y ahora está con Carlos? No entiendo nada.

username3 | ¿Se supone que deberíamos sentir lástima por Charles? La verdad, yo estoy feliz de verlo probar un poco de su propia medicina. Sorry not sorry.

username4 | El karma en su máxima expresión: ver a las fans de Leclerc llorando es algo hermoso, me da vida.

username5 en respuesta a username4 | Wtf, literalmente Charles es la víctima en todo esto. Los que son los villanos son ellos, no él.

UNOS DÍAS ANTES.

Olivia había pasado una noche inquieta. No era por falta de sueño, sino porque su mente no dejaba de girar en círculos. Los recuerdos de lo ocurrido esa noche la atormentaban, especialmente las palabras de Carlos, que se hundían en su corazón como una estaca afilada.

No quería lastimarlo, no quería herir a la única persona que le había brindado un mínimo de consuelo durante todo ese tiempo. No era justo. Él no le había escrito, mucho menos llamado, y la idea de perderlo parecía inminente. Eso le aterraba.

Solo quería refugiarse en su pecho, sentir cómo le acariciaba el cabello mientras le susurraba que todo estaría bien. Pero imaginar aquella escena solo le trajo recuerdos de Charles. Frustrada, se cubrió el rostro con ambas manos, incapaz de soportar la idea de que aún siguiera pensando en él. Era verdaderamente insoportable.

La única forma de olvidarlo era seguir adelante, pensó. Y entendió que, con Carlos, tenía la mejor oportunidad para hacerlo. Sin embargo, él debía comprender que un mes de separación era demasiado poco como para superar y olvidar completamente a alguien. Solo quería intentarlo con él, porque, en ese momento, la idea de estar sola la aterraba.

Hizo lo más absurdo: fue a buscarlo. Cuando Carlos abrió la puerta de su habitación para dirigirse al desayuno en el hotel, se encontró con Olivia, de pie, como si hubiera pasado un buen rato debatiendo entre llamar o no a la puerta.

Sostenía un pequeño detalle en las manos: un ramo de flores. Antes, solía comprarle flores a Charles pensando que, si los hombres les regalaban flores a las mujeres, ellas también podrían hacerlo con ellos. Después de todo, era un gesto encantador.

— ¿Liv? ¿Hace cuánto estás ahí parada? — Carlos le preguntó, elevando una ceja. — Estaba de salida. Y... ¿esos son tulipanes?

Ella le ofreció los tulipanes, invitándolo a sostener el ramo en sus manos. Sus mejillas se sonrojaron al instante y bajó la cabeza ligeramente antes de hablar.

— Son tulipanes de 'Carlos, lo siento.' — Carlos soltó una breve risa debido al comentario. — No, en serio, lo puse en la tarjeta.

Carlos estiró el rostro para oler las flores, manteniendo la mirada fija en Olivia con una expresión que decía "te escucho". Ella, por su parte, tomó aire y reunió todo su valor antes de hablar.

— No ha pasado mucho tiempo desde que Charles y yo nos separamos, y para mí está siendo difícil olvidar lo que vivimos. Sin embargo, hay algo que sé con seguridad: lo que siento por ti. Me gustas y te quiero, Carlos. Me gustaría que esto funcione, que no se trate de Charles, sino de ti y de mí.

El español la invitó a entrar, dejando las flores a un lado para verla con claridad. Ella estaba muy nerviosa; su pulso latía con fuerza, pero todo se sintió más relajante cuando él acarició su mejilla y le dio un beso en la frente, un gesto que la reconfortó.

— Tienes razón, lamento no haber entendido por lo que estabas pasando. Sé que lo de Charles y tú no se borrará de la noche a la mañana, ni debería hacerlo. Tal vez sentí algo de celos, porque sé que aún piensas en él y, en el fondo, lo extrañas.

Olivia permaneció en silencio por un instante antes de alzar la mano y acariciar su rostro con delicadeza, mirándolo a los ojos. El gesto, lleno de ternura, transmitía cercanía y afecto.

Sí, ella extrañaba a Charles. Mucho. No podía negar los hechos, pero, como había dicho, no se trataba de él en este momento, sino de ellos: Carlos y Olivia. En el fondo, solo deseaba que él se quedara.

— Él ya no forma parte de mi vida. Tú si.

Esa frase tranquilizó a Carlos por un instante, llenándolo de alivio. En ese tiempo, había descubierto que había desarrollado ciertos sentimientos por Olivia, y le agradaba pensar que ella también estaba poniendo de su parte para que ambos pudieran funcionar.

— Entonces no hay nada más que hablar. — Carlos se inclinó hacia su rostro, pero dudó, inseguro de si ella se sentiría cómoda con un beso. — ¿Puedo?

Ella asintió de inmediato. Carlos la besó en los labios con una pasión profunda, pero impregnada de ternura, evitando cualquier connotación sexual. Sus manos se aferraron a su cintura, y ella sonrió contra sus labios, feliz de que él la hubiera perdonado.

— Debo admitir... — Él habló mientras una mano acariciaba suavemente su cintura, la otra sostenía un ramo de tulipanes, y una sonrisa iluminaba su rostro al mirarlo. — que los tulipanes potenciaron las disculpas.

Las mejillas de Olivia se encendieron en un rojo intenso, y, con cierta vergüenza, escondió el rostro en su hombro mientras ambos reían.

— Oye, no hay que tener vergüenza, fue un detalle bonito. — Le dice mientras se ríe suavemente, apartando con delicadeza sus mechones y acomodándolos detrás de su oreja. — Me encantó la tarjeta.

La chica alza la mirada y parpadea varias veces, con un rastro de vergüenza todavía reflejado en su rostro. Sin embargo, al verla así, observándolo desde su pecho, Carlos sintió que se derretía.

Le dio un suave beso en la frente y luego en los labios. Ese gesto había hecho que su día fuera mucho mejor. Era semana de carrera, el calor era agradable y estaba en Brasil, a su lado. Nada podría salir mal.

Excepto todo.


Carlos tenía razón cuando le dijo a Charles: "Si algo sucede entre ella y yo, créeme, te enterarás". Y, efectivamente, se enteró, pero no de la mejor manera.

Estaba allí, en su cama de hotel, tratando de hacer algo con la mujer que había traído para evitar pensar en Olivia, pero no estaba funcionando en lo absoluto. Solo sentía algo de emoción al pensar en ella; el resto de la noche, ni siquiera lograba ponerse duro.

Cuando la mujer de nombre desconocido besa su cuello, Charles escucha una notificación en su teléfono proveniente de su cuenta privada. Por curiosidad, decide abrirla y se encuentra con una imagen de Carlos y su ex enredados en una playa. La sorpresa lo hace saltar y apartar a la chica de inmediato.

Ella lo observa desconcertada, sin comprender del todo lo que está sucediendo con el monegasco. Luego, se levanta, visiblemente ofendida, al ver cómo Charles presta toda su atención al teléfono mientras coloca unos billetes sobre la cama, como si ella no importara. Se pregunta, en su mente, por qué la había traído allí.

— Tómate unos tragos en el bar del hotel y cárgalos en mi habitación, mon amour. — Le dice, pero no puede terminar la oración porque un portazo resuena en la puerta de la habitación, indicándole que se ha ido, visiblemente enojada.

Charles, sin darle demasiada importancia, mira las fotos y empieza a perder el control. Su mente da vueltas al pensar que, en el fondo, estaba convencido de que no estaba loco cuando le cuestionó a Carlos sobre su relación con Olivia, pero, lamentablemente, no podía hacer nada al respecto.

No es que se sintiera traicionado; él sabía que eso era su karma por todo lo que había vivido y por lo que le había hecho a Olivia. Sin embargo, lo esperaba de cualquiera menos de Carlos, de su amigo. O quizás, en realidad, lo esperaba tanto que eso era lo que más le dolía: haber tenido razón.

En unos días sería el Gran Premio de Brasil, y los vería a ambos. ¿Debería decirles algo o guardar silencio? No podía permitirse ser tan egoísta; Olivia ni siquiera seguía siendo su novia. Pero, ¿él sí podía seguir acostándose con otras mujeres? No era justo hacer ese reclamo, lo sabía, pero le dolía que lo hubiese olvidado con su compañero de equipo y no con un desconocido cualquiera.

Las fotos eran, sin lugar a dudas, comprometedoras, y los videos aún más. La pasión en sus besos era innegable, y a medida que Charles pasaba las imágenes, sentía cómo su estómago se revolvía, invadido por un agónico asco. Pero, sobre todo, lo carcomían los celos y la molestia, sentimientos que, por más que lo intentara, no podía reprimir.

Quería que Carlos se arrepintiera de haber tocado a su chica, quería mantenerlo a mil millas de distancia de su hermoso cuerpo. Pero, ¿qué podía hacer al respecto? Bueno, nada, como ya había concluido. Al menos, no mientras se tratara de Olivia. Sin embargo, si llegaba a cruzarse con Carlos, una cosa era segura: le rompería la cara.

Solo tenía que esperar; las prácticas estaban a punto de comenzar. Mientras tanto, y a medida que transcurría la semana de carrera, disponía de mucho tiempo para reflexionar.

— RACE DAY.

Si Olivia tuviera que describir una emoción en este momento, lo haría con dos palabras: humedad y frustración. No, no por lo que puedan estar pensando, sino por dos desafortunados eventos en Brasil: una lluvia torrencial como pocas veces se ve y el abandono de Carlos tras un accidente.

Olivia preguntaba insistentemente por el estado de español, y no importaba cuántas veces le respondieran: "Él está bien", siempre sentía la necesidad de volver a preguntar. Estaba realmente preocupada.

Sintió un leve rubor en las mejillas cuando la cámara se posó sobre ella. Recordó que esa misma mañana se había atrevido a pasear por el paddock de la mano con Carlos, y no pudo evitar imaginar un enorme letrero en la pantalla que decía: Model & Carlos Sainz's Partner. La idea le provocó una punzada de nostalgia, ya que, como era evidente, no había pasado mucho tiempo desde que ese espacio estuvo ocupado por el nombre de Charles.

Todos los días, sin excepción, recibía preguntas sobre su relación, ya fuera a través de Instagram o en persona. Sin importar la ocasión, su respuesta siempre era la misma: "sin comentarios". Incluso Morgan la había llamado para preguntarle si lo que había visto en la televisión era cierto, y fue solo a ella a quien confirmó la verdad.

Lo primero que su amiga le dijo fue: "Solo dime que no estás acostándote con él por despecho o venganza". Olivia lo negó de inmediato. Aunque, en el fondo, sí le gustaría fastidiar a Charles, nada de lo relacionado con Carlos había sucedido con ese propósito. Jamás haría algo así a alguien, mucho menos a Carlos. Además, no tenía el valor ni de hacérselo a Charles.

Por el lado del castaño, él también evadía las preguntas con una habilidad asombrosa. Era increíble cómo, con cada interrogante, se limitaba a decir: "Quiero centrarme en la carrera, eso es todo". A Olivia le sorprendía la manera en la que lograba dar esa impresión, como si lo ocurrido no le importara en lo más mínimo.

Después de que terminó la carrera, Charles no les dirigió la palabra a ninguno de los dos, lo que sorprendió a Olivia, especialmente cuando él comenzó a caminar a su lado sin mirarla siquiera. Tal vez esperaba alguna reacción de su parte, y al no obtenerla, eso la impactó profundamente.

Pero Charles sí reaccionó, lo hizo en el momento en que él y Carlos estaban a solas. El español intentó acercarse para hablar y arreglar las cosas, pero el monegasco se aseguró primero de que no hubiera cámaras ni espectadores cerca. Actuó de manera sorpresiva y, sin previo aviso, le propinó un puñetazo tan fuerte en la cara que le rompió la nariz.

— ¡¿Que mierda, Charles?! — Carlos gimió primero, seguido por Charles. Cada uno experimentaba un dolor distinto: Carlos sentía molestias en la nariz, mientras que Charles las sentía en el puño. — Venía a hablarlo, joder.

Esa declaración sólo aumentó aún más el enojo de Charles, quien tenía ganas de darle otro puñetazo, pero logró contenerse.

— ¿Que es esa mierda de cogerte a mi novia, Carlos? ¿Y ahora qué? ¿Se creen Cenicienta y el príncipe encantador o qué? ¿Que puta mierda? ¡Somos amigos!

Carlos se coloca un pañuelo para detener la sangre que gotea de su nariz. El monegasco no puede entender cómo su gesto refleja una especie de calma, como si estuviera cediendo ante su acusación.

— Ella me gusta, Charles. Incluso, creo que me enamoré.

Charles suelta una risita cínica, como si le resultara divertido el comentario de Carlos. El español levanta una ceja, sin comprender la razón detrás de su risa.

— ¿Amor? Carlos, llevan saliendo apenas cuatro días, ¿en serio crees que eso es amor? Estuve años con ella y te puedo asegurar que, aunque no te lo diga, todavía siente algo por mí. Tú eres solo su premio de consuelo.

Las palabras de Charles son como cuchilladas que se clavan en el pecho de Carlos, profundas y dolorosas. Él no reacciona; permanece en silencio, con la mirada burlona fija en él. Puede oírlo mofarse de él en su mente, aunque en realidad no lo esté haciendo.

— Es cuestión de tiempo para que vuelva a mis brazos, donde pertenece. ¿Y sabes qué es lo peor? Que sabes que tengo razón, y eso es lo que más duele.

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