chapter four | after party
WARNING ! contenido algo explícito:
mención a excitación sexual y besos.
— OCTUBRE 2024 | tercera semana.
Olivia nunca había notado con suficiente detalle lo hermoso que era él, pero, tras varias rondas de champán en las que aceptaba cada copa que le ofrecían, sus ojos finalmente parecieron abrirse a la belleza de Carlos.
Es posible que su relación pasada la hubiera dejado ciega. Cuando estaba con Charles, sentía que no podía mirar a ningún otro hombre en el mundo; para ella, él era la persona más hermosa que había conocido. Era curioso cómo la vida daba vueltas, llevando a Olivia a apoyarse sobre sus propios brazos en aquella mesa, mientras empezaba a olvidar al hombre que alguna vez amó y dirigía su atención al apuesto español que celebraba en la pista.
Incluso cuando él se acerca a acompañarla, Olivia tiene que esforzarse por disimular que lo ha estado mirando embobada durante los últimos 15 minutos y aparentar normalidad. Sin embargo, el efecto del alcohol la traiciona, haciéndola comportarse de forma incómoda, algo que él no tarda en notar. Sus ojos lo recorren de arriba a abajo, ríe a carcajadas por cualquier comentario, por más trivial que sea, y deja escapar pequeños hipos adorables cada vez que intenta hablar.
— ¿Cuánto has tomado, Liv? — Pregunta con curiosidad, fijando la mirada en la copa de champán vacía sobre la mesa y en la botella descorchada, que apenas contenía un poco de líquido.
Ella niega con la cabeza, esbozando una sonrisa. No sabía por qué estaba sonriendo ni qué había encontrado gracioso en su comentario, pero se acerca peligrosamente a su figura, notablemente más alta que la suya. Con un gesto curioso, desliza las manos por su camisa, como una niña que explora algo desconocido.
Carlos arquea una ceja con curiosidad, intrigado por el audaz acercamiento de Olivia. Sin embargo, se mantiene inmóvil, observándola en silencio, hasta que ella se pone de puntillas y deposita un suave beso en sus labios, un contacto fugaz que no duró más de dos segundos. Al instante, las mejillas de Olivia se tiñen de un intenso carmín, como si recién hubiera tomado conciencia de su acción y comenzara a arrepentirse.
— Estás ebria, Liv.
Él la toma suavemente por las mejillas, besando su frente con ternura, como una clara muestra del profundo cariño que sentía por ella.
Él apenas había bebido y estaba completamente en sus cabales, lo suficiente como para reconocer que había disfrutado del simple beso que ella le había dado. Sin embargo, no quería que ella hiciera algo de lo que pudiera arrepentirse más tarde, por eso tomó distancia y la apartó con suavidad.
— ¿Te llevo a tu hotel? — La mirada de Olivia se ilumina con su pregunta, y probablemente eso sea lo que lo hace reír.
Ella asintió emocionada, deseando con todo su ser que esa noche ocurriera algo más allá de unos simples besos. Ahora, sola, pensaba en cómo Charles había despertado en ella una necesidad más profunda de la que había anticipado esa tarde. Solo anhelaba calor, contacto humano, y deseaba que él pudiera brindarle todo eso.
Pero Carlos no es Charles, Olivia. Se recordó a sí misma, un pensamiento que la hizo dudar por un instante sobre si realmente deseaba tener sexo o si, en realidad, solo intentaba reemplazar su necesidad de estar con Charles. A pesar de su odio persistente hacia él, nadie más había logrado hacerla sentir tan completa en una cama como lo había hecho él.
— Por favor. — Ella se derritió al sentir la suave caricia de su mano sobre la mejilla, mientras su parte ilusa seguía creyendo que Carlos cedería a sus intenciones, a pesar de que, evidentemente, estaba al borde de la inconsciencia debido al alcohol.
Pero él puede hacerme sentir igual de bien. Vuelve a pensar y, de inmediato, una ola de calor sube a sus mejillas, maravillada por la idea. Se mueve incómoda en su silla, ansiosa por irse, esperando que Carlos regrese del guardarropas con su abrigo y bolso.
Sin embargo, siente una presencia extraña posar sus manos sobre su espalda, aunque en realidad no tenía nada de extraña, porque ella sabía perfectamente quién había venido a perturbarla. Últimamente, parecía que no podía estar ni un solo segundo sin que él intentara alterar su paz mental.
— ¿Ya te vas? — Una parte de ella percibió una ligera molestia en su mirada, como si hubiera presenciado todo lo que acababa de suceder, especialmente el modo en que lo miró a Carlos, con una intensidad que sugería que quería devorarlo vivo.
— ¿Te importa? — Ella levantó una ceja, intrigada, pero su mirada se tornó curiosa al ver cómo Charles agitaba su teléfono frente a su rostro, señalando que había solicitado un Uber. — ¿También te vas? Me alegra. Ya apestaba demasiado en este antro.
Sin embargo, Charles le sonrió con malicia, y la mirada de Olivia se llenó de preocupación al instante. Él estaba tramando algo, y no quería saber qué era.
En un instante, sin saber cómo, ella se encontraba dentro de un Uber junto a Charles, camino a su hotel o al de él; no lograba recordar cómo había llegado hasta el vehículo ni cómo él había logrado convencerla. Lo único que sabía era que ahora estaban juntos, y él se estaba tomando la molestia de cuidarla.
Finalmente, ella reconoció el lobby cuando Charles la llevó, sujetándola de la cintura, hasta el ascensor. No entendía qué era lo que él buscaba, qué esperaba que sucediera ni por qué estaba haciendo todo eso. El simple hecho de haberla alejado de Carlos en primer lugar había dejado un sabor amargo en su estómago, aunque tampoco creía que sus intenciones fueran malas.
Al llegar a su habitación, ella se dejó caer en la cama. Charles, sonriendo, se agachó y le quitó los zapatos, mientras tomaba algunas prendas del armario para que pudiera cambiarse.
No habían intercambiado palabra alguna durante todo el trayecto. Ni en el Uber, ni en la recepción, ni ahora. Se limitaban a rozarse las manos, a mirarse en silencio, o a que Olivia pusiera los ojos en blanco cada vez que Charles hacía un esfuerzo por evitar que ella tropezara en medio de la acera.
Olivia lo observó con curiosidad mientras se arrodillaba en la cama frente a él. Se mordió el labio, completamente cautivada por la presencia del monegasco. Por unos instantes, olvidó quién era y lo que había hecho, dejando que el deseo, agudo y palpable, recorriese su piel como un fuego contenido.
— ¿Qué has hecho con Carlos? — Ella preguntó, incapaz de creer que solo ella sintiera esa tensión sexual insoportable en la habitación; ambos debían estar percibiéndola.
Charles se acercó y acarició su mejilla. Ella observó cómo sus músculos se tensaban bajo la tela de su camisa. Su rostro se encontraba cerca de su pecho, pero lentamente levantó la mirada hacia su brazo, sintiendo cómo su cálida piel masculina rozaba su rostro, mientras su perfume la envolvía. Sus ojos siguieron ascendiendo hasta encontrarse con su rostro, tan perfecto, con esos ojos verdes que ahora mostraban un brillo algo más oscuro. La imagen, tan impactante, fue suficiente para que una oleada de excitación recorriera la parte baja de su vientre.
— Se podría decir que fui más rápido.
Aún bajo los efectos del alcohol, todo se veía nublado para ella, pero, al mismo tiempo, deseaba eso. Una parte de su ser se sentía feliz de que fuera Charles quien estuviera allí, porque lo amaba. Era una contradicción, lo amaba y lo odiaba, pero en ese preciso instante, lo deseaba más que nunca.
Extrañaba todo de él, como si en mil años nadie hubiese tocado su piel. Su cuerpo reaccionaba al contacto más mínimo: su mano acariciando su mejilla, sus labios casi rozando su nariz, su toque sobre su cadera. No estaba en su plena lucidez, aquella en la que su versión más racional le diría: Olivia, aléjate, él no te merece.
Así que, con todo su cuerpo, se eleva sobre sus rodillas y lo besa con intensidad. Sus labios chocan con firmeza, como si estuvieran redescubriendo el placer de tocarse. Charles desliza las manos hasta su cabello, atrapándolo en un puño, y le da un tirón que arranca un gemido de los labios de Olivia. Sin embargo, lejos de incomodarla, le gusta.
Cuando Olivia desliza su lengua entre sus labios, él la acepta sin vacilar, entrelazándola con la suya en un baile cargado de deseo. Charles nunca había sentido un calor tan abrasador recorriendo cada centímetro de su piel, derramándose en su boca, que ardía con una necesidad imposible de saciar.
— Te amo. — Ella gime contra sus labios. Aunque eso eleva al máximo el nivel de excitación de Charles, también es lo que lo obliga a retroceder.
Charles se aparta de sus labios, pero no se aleja. Por más que lo intente, sigue aferrado a ella, incapaz de distanciarse. Olivia intenta encontrar de nuevo sus labios, pero él se aparta, aún con el sabor amargo de su saliva en la boca. Sabe que está borracha, que todo lo que hace y dice en ese momento no nace de un verdadero deseo, sino del alcohol.
— Liv, estás ebria. — Él acaricia su mejilla con suavidad y deja un cálido beso en su frente.
Los ojos de Olivia brillan, y Charles no logra distinguir si es por deseo, decepción o quizá ambas. Sin embargo, él se derrite bajo su mirada.
— ¿No quieres esto?
El monegasco sintió cómo su corazón se encogía en su pecho y asintió de inmediato. Tal vez no era fácil de comprender, pero no la rechazaba por falta de deseo. Al contrario, la rechazaba precisamente porque anhelaba eso más que cualquier otra cosa en su vida. Sin embargo, sería injusto, egoísta e incluso cruel tomar lo que tanto quería, sabiendo que ella no estaba en plenas facultades para decidir por sí misma si realmente lo deseaba o no.
— Sabes que me encantaría, pero quiero que me lo pidas cuando no estés tan borracha, cuando puedas estar segura de lo que realmente quieres. — Se inclinó para besar su frente y acariciar su cabello. — Si mañana aún lo recuerdas y me lo dices, te daré todo lo que te mereces. Te lo prometo, mon ange.
Olivia no dice nada, simplemente toma las prendas que Charles le ha apartado y comienza a desvestirse frente a él. Por un instante, Charles no puede evitar admirar su cuerpo semidesnudo, pero pronto, en un gesto de respeto, se da la vuelta para darle privacidad. Sin embargo, el reflejo en la ventana traiciona su intención. Sus ojos se detienen en la imagen de su espalda desnuda, y, casi sin darse cuenta, gira la mirada hacia el lado opuesto, intentando ignorar aquella provocativa escena.
Cuando se pone el pijama y deja su ropa a un lado, se sumerge entre las cálidas sábanas. Se sorprende al notar cómo el sueño la envuelve rápidamente, mientras todo a su alrededor se vuelve más pesado y lento. Charles observa la escena y, acercándose para recoger sus cosas, le besa nuevamente la frente.
— Yo también te amo, l'amour de ma vie. — Susurra con una sonrisa.
Sabe que Olivia no recordará nada de lo sucedido recientemente al día siguiente, y que tal vez sus palabras se perderán porque ella no las oyó. Quizás por eso, confesó lo que realmente sentía.
Algo dentro de Charles, que antes le dolía, comenzaba a cicatrizar. Realmente amaba a Olivia. No sabía que tenía que llegar hasta ese momento para darse cuenta, pero lo hizo.
Ahora, ya no podía quedarse de brazos cruzados.
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