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——¿Que es-
——Apagón dos días ——interrumpió el más alto, tenso, por fin desviando la mirada sorprendida del mayor.
Por lo menos pensaron lo mismo: Oh por dios, eso sería un infierno.
La noticia les cayó como balde de agua helada. ¿48 horas atrapados juntos en un mini departamento sin ninguna sola distracción aparte del otro? Joder no. Esto iba a ser un desastre.
Eso había pasado antes claramente, sin embargo, ahora el contexto era muy diferente, pues no se podían pasar todo ese tiempo teniendo cenas románticas improvisadas (cortesía de los dotes culinarios de Yeonjun) en el comedor acompañados de la tenue luz de la velas o dándose amor bajo la misma toda la noche.
Porque todo eso había terminado para bien.
Si estando ocupados con trabajo y estando metidos en sus celulares todo el bendito día, aún encontraban razones para pelear por estupideces, ¿como sería eso ahora?
Una guerra estaba por desatarse, eso era seguro.
El resto de aquella noche no dijeron mucho, cada quien se metió a su lado de la cama e insulsamente terminaron por acabar con la batería restante de sus celulares. Todo con tal de no tener que verse la cara para dormir; como solían hacer dulcemente antes, quedarse observando un firmamento único en esos orbes contrarios, que tanta paz y calidez brindaban, incluso después de un día de día mierda.
Solo necesitaban del otro para olvidarse de los problemas. En el pasado.
La mano de Soobin solía subir por el rostro del pelinegro dejando pequeñas caricias relajantes que a dormitaban al mayor, quien dormía recostado hacia el tacto.
Demonios, recordarlo era doloroso y tal vez Yeonjun no debió hacerlo incluso después de agotar su batería, pues ya no tenía como distraerse del pensamiento.
Pensar en el pasado era una mierda, pero ¿todos lo hacemos alguna vez no? No es que necesariamente lo extrañemos.
+×+
El primer día privados de luz fue... ciertamente hasta cómico.
——¿Puedes apagar tu mierda? ——se quejó el mayor entrando ceñudo a la sala, donde Soobin estaba ejercitando por medio de planchas con música un poquito demasiado alta.
Soobin resopló y se obligó a romper la posición de plancha, colocándose de pie a mirar con paciencia al mayor, quien de pronto se había fijado en sus brazos definidos descubiertos por el diseño de la camiseta negra.
——¿Por qué tendría que hacerlo? ——retó dando más pasos hacia él, para encararlo. Siempre fue divertido verlo perder los estribos.
——No vives solo, ¿recuerdas idiota? Ahora apaga esa mierda en este momento ——Tuvo que elevar la voz porque de pronto sintió que la voz de Mercury no dejaba ni que oyera la suya.
Soobin se inclinó un poquito a susurrarle en la oreja con diversión.
——No.
Y tan rápido como se acercó, se alejó con un semblante serio, con una pizca de burla.
——Apaga esa mierda o-
——Mi radio funciona con pilas, es mía y es mi departamento también. Fuchis ——Hizo un gesto con la mano sin quitar esa expresión burlona, claro.
——¡Soy mayor que tú y la vas a-
——¿Vas a usar ese argumento de mierda después de tantos años? ——Soobin sabía que ese era siempre su último recurso, la estúpida edad.
——¡No! Bueno... Sí. Quiero decir, no. ¡Ahh, solo apaga esa cosa!
——Pero siempre ponía música antes y nunca te comportabas como si te hubieran metido algo por el cul-
——¡Soobin! ——exclamó irritado ——Estoy trabajando y me desconcentro, ¿puedes bajarle por lo menos?
——¿Con qué? Si tu laptop está muerta ——bufó una risa.
——¡En papel! Lo estoy escribiendo para luego tipiarlo en-
——Eso es tonto.
La expresión enojada e incrédula era hasta hilarante, porque a Soobin todo le parecía como una broma.
——Apágalo ——ordenó con la mandíbula apretada.
——Quiero decir, podrías esperar un día más y escribirlo directamente en la laptop en vez de hacer trabajo doble. No cre-
——Apágalo ——Yeonjun al ser el más temperamental, se enojó con rapidez.
Cuando Yeonjun se enojaba ni se molestaba en oír a los demás. No iba a desperdiciar saliva.
——Vete a la mierda. No voy a apagar nada ——bramó.
La discusión los llevó a estar a centímetros de distancia, pero Soobin no se había percatado de eso hasta que la rodilla apenas levantada de Yeonjun hizo contacto con su zona baja, haciendo un contacto también llamado como golpe.
Sus ojos se abrieron más y empezaron a lagrimear por el dolor del golpe. ¿Era en serio que el idiota había hecho eso? Inconscientemente se recostó hacia delante sosteniéndose la parte afectada que dolía como el mismísimo infierno.
——¿Qué decías, Binnie? ——Sostuvo sus hombros un momento antes de que el chico callera al suelo ——Ah sí, que me vaya. Lo haré. Muchas gracias. Oh y deja la música, esa canción me gusta ——Inmediatamente después abandonó la sala volviéndose a encerrar en la habitación de un portazo brusco, dejando a un Soobin colorado, maldiciendo por lo bajo y sufriendo en la sala.
Llegó la hora del almuerzo y Yeonjun tuvo que salir a regañadientes de su cueva. Era eso o ambos morían de hambre considerando que por la pandemia todavía no había deliverys disponibles.
Soobin leía un libro cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse después de cinco largas horas de un pesado y sepulcral silencio.
Los ojos del menor barrieron al mayor mientras que el contrario, claramente tenso, se esforzaba por ignorarlo.
Joder, todo había cambiado tanto y era tan difícil...
Antes era un castigo el tener que estar separados mucho tiempo. No querían quitar sus manos de encima del otro; los mimos, los besitos, las sonrisas, los "te amo mucho, cielo."
Ya no era así, tristemente. Las cosas se habían invertido tomando una ruta mucho más agria; la del final.
Yeonjun empezó a sacar cosas de la nevera mientras las ponía en la alacena, sacó un cuchillo y una tabla para cortar. Desvió su mirada a Soobin, quien no se molestó en ocultar el hecho de que lo estaba viendo antes.
Y sus miradas conectaron una vez más.
Yeonjun se concentró un momento en sus ojos opacos que lo analizaban con una intensidad extraña, para luego fijarse en los anteojos que él mismo le había regalado dos años atrás, cuando entre quejidos de bebé este le había dicho que sus ojitos le habían dolido mucho por estar estudiando tanto. Y claro que él no hubiera podido pasar por alto eso; la mañana siguiente sorprendiéndolo con esos anteojos que él buscó tanto pensando en como se vería su pequeño, que tan bonito se vería, acentuándolo más como un tierno conejito.
Cuando Soobin entre sonrisas amorosas, se los puso, Yeonjun comprobó que su idea de montura ideal fue perfecta, solo había fallado un poco en la talla, porque en el momento en el que se los puso, se deslizaron por su pequeña nariz. Eran un poco muy grandes para Soobin, lo hacían ver aun más pequeño de lo que se veía en sus ojos.
——Lo siento, amor. Soy un idiota ——Se disculpó decepcionado ——. Mañana vamos a cambiarl-
——No ——interrumpió, luego rodeando cariñosamente su cuello con sus manos, seguido de un pico que congeló embobado al mayor. Incluso después de tantos años, seguía teniendo ese efecto tan dominante y dulcemente abrumador... ——. Me encantan ——musitó en una risilla —— Tú los escogiste para mí, ¿no es así?
——Sí bebé, pero son demasiado-
——¿Lindos? ——Ladeó la cabeza con inocencia ——Yo también lo creo ——Le sonrió regalándole sus hoyuelos ——. Son perfectos, mi amor. No te preocupes. Me encantan.
Yeonjun sintió una presión deliciosa en el pecho y un escalofrío por sus palabras, también quiso reír al ver como decía eso mientras se seguían resbalando por su nariz.
Pero en ese preciso momento en la cocina, mientras veía como estaban sostenidos por la punta de su nariz, solo sintió ganas de llorar.
Yeonjun toció para alejar el pensamiento y alivianar la tensión.
——Yo... Creo que necesitaré ayuda para picar los vegetales ——dijo girándose.
Soobin enarcó las cejas, dedicándole una mirada incrédula.
——¿Piensas que iré solo porque sí después de lo de la mañana? ——se bajó los lentes más si eso era posible.
——Lo harás porque a estas horas te da un hambre endemoniada ——Soobin frunció los labios; no podía refutar eso. Era una desventaja que se conocieran tanto al punto de ser uno. Demonios ——. Vendrás a ayudarme porque no tenemos horno y tendremos que comer un plato frío y yo no soy muy bueno con esos ——dijo terminando de lavar los vegetales.
Soobin bufó una risa levantándose del sofá.
——Mentiroso. Eres bueno en todo ——Apretó los labios en cuanto terminó de decir aquello. No lo había pensado en lo absoluto. Un fantasma de sonrisa se curvó en la comisura de los labios del mayor, quien bajó la mirada. Soobin algo incómodo por su propio comentario, carraspeó ——. Yo... Tú sabes que no sé picar nada ——Su voz perdió fuerza y bajó la cabeza.
Era estúpido que se estuvieran comportando como adolescentes nerviosos en su primera cita cuando habían sido mejores amigos toda una vida y una bonita pareja otro años más. ¿Por qué su relación iba en retroceso?
——Lo sé. Solo... Necesito manos extras ——dijo concentrado en picar el tomate.
Soobin se fijó en la chompa beige del mayor. El muy tonto se había olvidado de colocarse su mandil (cortesía suya de la navidad pasada).
Yeonjun era un amante de la moda; sumamente cuidadoso con su apariencia, estilo y ropa hasta decir hasta. Él no aguantaría los ánimos del pelinegro si algo le pasaba a esa chompa beige tan cara que alguna vez lo acompañó a comprar.
Soobin desapareció unos segundos del costado del más bajo, despertando su curiosidad en lo que cortaba lentamente el apio. ¿Lo habría dejado solo? ¿En verdad estaba tan molesto? No fue tan brusc-
Yeonjun se sobresaltó y parpadeó un par de veces hasta percatarse que tenía puesto su mandil negro con girasoles, su regalo.
Se giró sorprendido, encontrando a Soobin muy cerca.
——No quería escándalos con lo de tu ropa ahora que no tenemos lavadora.
Yeonjun parpadeó un par de veces más, mirando a la nada para luego ver a los ojos a quien solía ser su personita.
Algo le retumbó el en pecho y no sabía exactamente que era; rencor, recelo, dolor...
Pasaron observándose a los ojos por un minuto entero. Los rayos de sol colándose por la ventana, dándole un toque dorado a la escena.
Se asomó una sonrisa diminuta en Yeonjun.
Sigue ahí.
——Pásame la sal ——dijo girándose para finalmente hacer lo que debían: cocinar.
Soobin salió de su trance, dándose una reprimenda interna y pasándole la sal.
Como si nada hubiera pasado.
Un almuerzo tranquilo, cómodo, una conversación casual de por medio.
Por lo menos no era tan incómodo como al principio.
Como si nada hubiera pasado entre ellos.
Absolutamente nada.
♪ Me estaba acostumbrando a ser alguien a quien amabas ♪
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