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Donde se esconde la razón

Fue mucho desear que Lee no lo notara, puesto que apenas llegaron a la enfermería, la mujer se alarmó de nuevo al ver su estado, inocultable. No obstante, Soobin no le contó la verdad, mantuvo la boca cerrada y en su lugar permitió que Yeonjun inventase la más típica excusa:

——Unos maleantes me asaltaron al salir del campus, Soobin me encontró.

——Qué barbaridad, hay que hablar con los fiscales y el decano, ¡es inaceptable! Por favor, ayúdalo a recostarse, Soobin-ah.

Con cada segundo que pasaba, todo se volvía más incómodo para Yeonjun: las miradas, el escozor, el silencio... Finalmente, la mujer volvió con todo lo necesario para examinarlo, no sin antes pedirle privacidad con su paciente. El menor no tuvo problema alguno y salió; esperó pacientemente hasta que terminase el chequeo, sentado afuera.

Cuando Yeonjun salió, Soobin se levantó deprisa para acercarse por inercia, pero este le dio una mirada en advertencia.

——Gracias, ya puedes regresar por tu camino y yo por el mío.

——¿Ah? ¿Pretendes que hagamos como si esos idiotas no te golpearon? ¡Es un abuso! ——Frunció su ceño totalmente extrañado, señalando el cuerpo del mayor ——. ¿En verdad no piensas hacer nada y dejar esto así? ¿Por qué no te defendiste?

Yeon mantuvo su cara de poker en todo momento, bufando muy por lo bajo, con la vista hacia otro lado.

——No es tu problema.

Soobin resopló indignado, ¿por qué Choi era tan cabeza dura?

——Wow, te defendí allá, por si no lo recuerdas.

——Y ya te agradecí por algo que no te pedí hacer.

Touché.

Yeonjun creyó que ya podría irse, estaba por dar la vuelta con lo poco de dignidad que le quedaba, conteniendo sus quejidos de dolor, pero el pelinegro volvió a atacar:

——¿Por qué lo hacen? ¿Ha sucedido otras veces?

——Debo irme, me estás retrasando.

——¿Acaso les hiciste algo para que se portaran así?  ——Ignoró su comentario, empezando a seguirlo a sus espaldas.

——Agh, mierda, cállate ——No lo soportaba, farfulló malhumorado y se detuvo sólo para remarcar: ——. Me voy a casa, sólo déjame tranquilo y olvídalo.

Eso logró dejar a Soobin quieto, quien permaneció solo en el pasillo, pensando. Sería inteligente seguir las palabras del peliazul y sencillamente no involucrarse en un asunto ajeno a él; ¿pero entonces, por qué no dejaba de pensar en ello?                                             

Al día siguiente todo aparentaba ir con normalidad, tan aburrido y monótono como era usual. La cuestión era que Choi Soobin no estaba dejando las cosas como estaban, como se suponía debía hacer: Porque ahí estaba, como todo un acosador,  siguiendo al grupito de descerebrados que caminaban hacia Yeonjun en pleno almuerzo.

Yeonjun estaba rezando para que no le montaran una escena en público, sabía que no se quedarían tranquilos por la interrupción del día anterior, pero hubiese preferido que lo buscaran en otro momento, porque Beomgyu estaba en camino para la cafetería, y no quería que por nada del mundo lo viera en una situación así.

Sin embargo, en un parpadeo apareció Soobin para rodearlo torpe y rápidamente por los hombros, guiándolo a otro lugar justo cuando Gwi se acercaba.

Por supuesto que todos estaban confundidos, pero Gwi-Nam estaba más que eso, le irritaba de sobremanera el ser interrumpido nuevamente por el chico alto que rodeaba de una manera que no le gustaba, a su víctima favorita.

Por su parte, Yeonjun se apartó cohibido del agarre una vez que no estaban a la vista pública. Le inquietó la cercanía, su cercanía.

——¿Qué ha sido eso?

——Un favor, venían hacia ti.

"Respira, uno, dos..."

Le estaba costando no gritarle a Soobin, en vez de eso, le dio una advertencia, con su dedo índice apuntándole y ojos entrecerrados amenazadoramente:

——No te metas más en esto, Choi, es en serio ——dictaminó para luego alargarse dando largas zancadas.

––Idiota cabeza dura...
                                                 

Yeonjun tuvo que reprimirse para no rodar sus ojos y gruñir ante la mención del pelinegro que tanto le estaba sacando de quicio.

——Es un grano en el culo, no le hagas caso.

Beomgyu hizo un mohín, insatisfecho por la contestación tan vaga.

——Pero es extraño que me preguntara si practicabas boxeo. Además, lucía algo preocupado.

——Soobin no se preocupa por mí ——Sonrió ladino, sin gracia. Ja, Choi preocupándose por él, qué buen chiste ——, sólo nos juntamos por obligación, Beom.

A pesar de que Beomgyu no estaba para nada de acuerdo -ya que su intuición le decía que había algo más ahí que no lograba comprender-, desistió. Conocía a su amigo y sabía que no le diría absolutamente nada, por ello tampoco quería presionarlo.

Yeonjun agradeció mentalmente que el castaño mantuviera su postura, no como otros...

Habían transcurrido unos dos días desde aquella vez en la cafetería. Y lamentablemente para él, por más que lo deseara con todas sus fuerzas, no podía evadir a Soobin, no cuando debían reunirse para el tedioso proyecto. ¿Por qué el hastío extra preguntarán? Bueno, porque claro que se había percatado de que el pelinegro estuvo vigilándolo desde el incidente con el grupito de imbéciles, y a pesar que trató de hacerse el desentendido, lo ponía muy nervioso toda la insistencia.

¿Qué esperaba conseguir de toda esa ridiculez? Tal vez quería jugar al héroe, pero Yeonjun no deseaba tener uno de esos.

La cuestión radicaba en que el destino es muy hilarante, porque, a veces, nos hace chocarnos con precisamente lo que menos añoramos.

Sí, Gwi-Nam y tres de sus amigos se detuvieron entre risotadas al cruzarse con Yeonjun en pleno pasillo rumbo al tercer piso, desolado.

Podemos resumir dicha escena con los típicos insultos y comentarios humillantes, solo que hubo un pequeño giro esta vez, un nuevo protagonista.

Una voz severa les hizo prestar atención al chico alto que se aproximaba.

——¿Están muy ocupados? Porque Yeonjun y yo tenemos cosas que hacer. Vamos tarde y la profesora Kim nos espera.

Obviamente era mentira, Yeonjun era conocedor de que aquello lo había hecho para espantar a los sujetos, y funcionó; al parecer le tenían algo de consideración a la formación universitaria.

——Nada más estábamos saludando a nuestro querido Yeonjun ——Gwi sonrió forzado, observando a ambos Choi con intriga ——. Suerte en su trabajo.

——Ajá, claro.

Yeonjun se mantuvo estático, con puños y labios apretados al tener al desquiciado susurrándole en la oreja, con total sorna:

——Nos vemos luego. A la próxima no te salvas, princesa.

Los tipos se perdieron por ahí hasta que ellos quedaron solos.

Soobin mantenía sus ojos entrecerrados al haber apreciado la escena.
Admitía que aquellos días previos no pudo suprimir su necesidad de chequear al peliazul, había notado que el séquito de patanes lo tenían bastante asechado y lo molestaban en cada oportunidad que se lo cruzaban, incluso dedujo que Yeonjun no iba a los baños o al comedor tanto debido a esto, porque muchas veces lo detalló titubeando, si acercarse o no a tales lugares.

¿Que si estaba cruzando el límite de privacidad? Puede ser. ¿Va a detenerse? Jodidamente no puede, al parecer. Sus valores no lo dejarían.

——Si tú no haces nada para detenerlos, yo soy quien va a hablar con el director.

Yeonjun regresó al presente y contrajo su entrecejo en disgusto y desconcierto.

——¡No, no, tú no vas a hacer nada! ¡Ya deja de meter la nariz en asuntos que no te incumben, Choi Soobin!

——Eres un malagradecido, estoy tratando de ayudarte, imbécil.

——No te pedí que lo hicieras, no necesito tu ayuda ni la de nadie ——contraatacó con obstinación, yendo más cerca y golpeando con un dedo el pecho del azabache, remarcando: ——. Tú y yo sólo tenemos las estúpidas tutorías juntos por obligación, no tienes derecho a inmiscuirte en mi vida como si fueras alguien, no te equivoques.

¿Auch?

——Eres un maldito orgulloso ——masculló, algo dolido, no podía mentir. Cuanto hubiera querido que no le importara, mas era un impulso. Aún así, por su orgullo herido y producto de la exasperación, dijo: ——. Si no quieres que te ayude y quieres terminar en algo peor, ¡pues bien, jódete!

A Yeonjun no le quedó de otra más que ver al chico alto irse, casi echando humo por las orejas.

El testarudo peliazul exhaló convenciéndose de que era mejor así.

Y aunque él no lo supiera, aún, ahí estaba el destino, apreciando todo... porque, así como nos trae cosas que no queremos, también nos da las que necesitamos.

                                               
——Perdón, es que no puedo simplemente no reírme.

——Esto es serio, me refiero a un chico arisco y amargado que es sumamente complicado, Jay ——farfulló indignado por las risas del contrario ——. Sabía que no debía contarte una mierda.

——No es como si pudieses esconderlo, a kilómetros se te nota tu humor de mierda ——rebatió burlón, terminándose las papas de su plato, pero sin detener el escrutinio en su amigo ——. Oye, pero creo que tiene un poco de razón, eh.

——¿Te comiste algo rancio ahí o qué? ——Elevó una ceja, como si su amigo acabase de decir una estupidez.

——Es que, piénsalo. Si el chico no quiere abrir la boca y prefiere seguir siendo abusado por esos imbéciles, no tienes porqué meterte por ese camino.

——Pero lo están lastimando y...

——Y también te podrían lastimar a ti. No te ganes enemigos ajenos, Bin ——sugirió callando al contrario ——. Sonará egoísta, pero no puedes obligarlo a nada, y no puedes perjudicarte de esa forma. Vamos, el tonto ni te trata bien, vives hablando de eso.

Diablos, algo de razón tenía Jay.

Soobin presionó sus labios juntos y se mantuvo pensativo un buen rato. Lo que su amigo le dijo era cierto, ya estaba obstinado de Yeonjun y sus evasivas. Si él era un masoquista con bullies tras su trasero, ¿qué podía hacer Soobin? Quiso ser amable, pero él se la ponía imposible. No era su problema, no eran amigos y el chico se lo dejó más que claro.

Pero... Maldito pero.

Soobin no podía, no pudo ignorar cuando aquel viernes fue testigo de una persecución silenciosa por parte del líder con un cigarro en mano, quien estaba a espaldas de Yeonjun, listo para atacar.

Yeonjun intentaba ir al baño sin mayor inconveniente, sin embargo, el chico arremetió en su contra aprovechando la soledad del espacio, obligándolo a ir al gimnasio desolado.

Fue muy poco precavido, sabía era estúpido de su parte transitar en puntos ciegos, pero sólo le quedaba prepararse y abstenerse a lo que le haría ese matón.

——Admito que ha sido complicado hallar un tiempo a solas contigo, princesa ——se burló, acercándose peligrosamente al peliazul; lanzando su mochila y cigarro contra el suelo, pisando este último ——. ¿A dónde conseguiste a ese guardia de feria que le encanta perseguir tu culo?

——¿Y dónde están tus amigos? A ellos también les gusta andar detrás del tuyo ——se la devolvió a pesar de lo asustado que estaba. Ese día el idiota estaba más molesto de lo usual y sus ojos estaban irritados, posiblemente había estado drogándose.

——No los necesito ahora ——Apartó un carrito con pelotas, el chirrido de las ruedas resonó en el espacio una vez este pegó contra la pared, causando que Yeonjun se sobresalte ——. ¿Por qué, te asusta estar conmigo a solas? ¿Quieres a tu amiguito aquí?

Debía quitarle la idea de que el pelinegro era su amigo, o sería peor para ambos.

——Yo no tengo nada que ver con Soobin, ni siquiera nos toleramos.

Gwi termina la distancia, dejando los juegos previos, y agarra al más bajo por el brazo de manera brusca, estando muy cerca de su cara al escupir:

––No lo parece, ¿y sabes qué? No me gusta nada su cercanía con lo que me pertenece.

Yeonjun cayó de rodillas al recibir un puño en su abdomen, justo como la última vez en el estacionamiento, el aire se le escapó de los pulmones y tosió por reflejo de protección. No contento con eso, recibió un jalón de cabello que le hizo erguirse, su cien punzando. Cerró sus ojos para mentalizarse de que acabaría pronto.

Pero ningún otro golpe llegó para Yeon, sólo se escuchó otra voz más profunda e intimidante:

——Hey, hijo de perra.

Todo sucedió tan deprisa que cualquiera que estuviera junto a los tres chicos, habría perdido de vista los hechos: Soobin había llegado cargado de rabia cuando presenció el maltrato contra Yeonjun, con ira en su sistema no dudó en ir a tocar bruscamente el hombro del bully y golpearle con su puño en la cara. La satisfacción lo recorrió entero en cuánto escuchó el gruñido adolorido de Nam; al recibir el golpe este se apartó cubriendo su nariz, dejando libre al peliazul.

Su nudillo punzaba, pero lo valía totalmente, estaba por ir con Yeonjun, hasta que...

——¡Soobin, cuidado!

Apenas le dio chance de reaccionar con torpeza, no cayó al suelo, pero sí recibió un puñetazo en el labio que le hizo ver a Judas, el sabor metálico empezó a hacerse paso.

——Ya no eres tan fuerte sin tu llave, niñito ——El mayor se mofó con desprecio, ignorando el punzar de su nariz o el líquido caliente que bajaba ya por esta.

Soobin se sobrepuso como pudo para enfrentarlo de nuevo. Él no era Yeonjun, por ende, no le tenía miedo a un matón de cuarta. Era más bajo, podía con él.

——No la necesito para borrarte esa cara de escoria.

Los dos comenzaron un forcejeo y posteriormente una pelea, su condición física era prácticamente a la par, sólo que el mayor tenía un poco más de fuerza que Soobin.

Yeonjun, por su lado, permanecía alarmado y pendiente, sin saber muy bien si debía meterse o no. Los nervios no lo dejaban pensar, nadie llegaba y no sabía si Soobin soportaría si se iba a buscar a alguien, aunque no era como si pudiese hacer lo último tampoco. Lo único que consiguió razonar fue meterse en medio.

——¡Y-Ya basta! ¡Carajo, deténganse! ——Estaba siendo muy confiado, lo más probable era que terminara herido, pero por suerte pudo contener al par con sus brazos y una mirada suplicante. Se dirigió al mayor de todos, susurrando con lo máximo de temple que tenía en dichas circunstancias: ——. Park, por favor, detente.

Era la primera vez que Choi Yeonjun se rebajaba a pedir clemencia, todo por el metiche de Choi Soobin.

Fue inesperado que Gwi-Nam cediera, más que nada porque el timbre sonó y era cuestión de tiempo para que la gente comenzara a aparecer.
Les dio una mala mirada a ambos Choi y empujó al peliazul con una sonrisa burlesca -con dientes manchados de sangre-, y se marchó con el cuerpo herido, no sin antes darle una seña amenazante a Soobin.

Una vez quedaron solos, el azabache resopló con total impaciencia.

——¿Qué mierda hiciste? ¡Ese hijo de puta se escapó!

Yeonjun se quejó, tomando las mochilas de los dos, estaban tiradas y pateadas por el ajetreo.

——Estoy intentando mantenerte con vida. Hay que ir a la enfermería.

Fue cortante y decidido, y por algún motivo, Soobin se lo permitió; no le quedó otra que seguirlo, gruñendo apenas como un perro furioso siguiendo a su dueño.

Joder, le dolía hasta respirar. Yeonjun estaba herido, los dos lo estaban, pero el peor estado se lo llevaba Soobin, definitivamente. Gwi no quedó exento, seguramente fue a algún lugar a curarse, porque el pelinegro le dio una buena pelea.

Camino a la enfermería, Yeonjun hizo lo que pudo para ayudar a Soobin en medio del trayecto, aunque estaba tan cascarrabias que no se lo permitió mucho, pero como estaban tuvieron que apoyarse en el cuerpo del otro.

Al estar en la enfermería, no había rastro de la señorita Lee, gracias al cielo. Dejaron las mochilas de lado y fueron a la camilla para sentar al lastimado de ojos negros. Yeonjun tomó una silla y se posó frente a él tras buscar un botiquín con lo mínimo requerido.

Soobin insistió en que no era necesario y que estaba bien, pero Yeonjun le hizo caso omiso, o tal vez simplemente no le importaba lo que el azabache dijera. Le dedico una mirada aburrida y preparó lo que utilizaría para la curación.

——Agh, esto duele ——brincó por reflejo con un siseo quejumbroso apenas el algodón tocó su ceja; tenía un pequeño corte ahí, seguramente un moretón en el pómulo izquierdo y sentía su labio igual de lastimado, detestaba el sabor a sangre. Observó al mayor hacer el trabajo como si nada, ignorando sus quejidos. Admitía que se sentía algo apenado por ser como un bebé llorón, por lo que chasqueó incómodo ——. ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?

——Ya estoy acostumbrado, tengo práctica ——explicó sin rodeos, con facilidad. Se concentró tanto en desinfectar y limpiar las heridas, que no se percató del fijo escrutinio sobre él ni del mohín del dongsaeng.

——Nadie tiene que acostumbrarse a esto —— espeta en seco. Ante la evasiva, usó su mano para detener las acciones del peliazul y le miró con seriedad ——. No tienes que hacerlo, que se busquen a un terapeuta y dejen de joderte.

Yeonjun apartó la mirada abochornado y tomó una boconada de aire, sus costillas aún le dolían.

——Dudo que prefieran esa opción.

——Debes denunciarlos, ¿por qué no terminas de hacerlo? ¿Por qué actúas como si fuese normal?

——Soobin, no vuelvas con eso ——exhaló rendido, apartando el agarre del otro y regañándolo con el ceño entrecruzado ——. ¿Por qué te arriesgaste así? Te dije que no lo hicieras. ¿Por qué te estás metiendo en esto cuando me odias?

——No te odio ——No hubo ni una pizca de vacilación en su respuesta. Le daba un poco de pena que así lo fuera, peor aún cuando la profunda mirada contraria lo ponía más nervioso. Porque, sí, sabía que se había metido demasiado en todo aquello, sin explicación aparente, pero no pudo evitarlo ——. Mira, aunque me caigas de la mierda, no mereces que te maltraten ni abusen de ti. Si no los denuncias, le harán esto a alguien más, si no es que ya lo hacen. Esa clase de tipos nunca cambian, son basura.

Lo eran, y por esa razón, Yeonjun bajó nuevamente su rostro.

——Tienen mucho poder, ellos no... ——Cerró los ojos y suspiró ——. Sus padres no dejarán que los expulsen, son amigos del decano y de los directivos.

——Estás poniendo excusas, Yeonjun. Si no es con los directivos, entonces podemos ir a-

El más bajo tomó la mano del azabache repentinamente, sorprendiéndolo por completo, para percatarse posteriormente de  que estaba viendo sus nudillos: enrojecidos y lastimados con pequeños cortes, inflamados. El mayor accionó rápido y seguro al limpiarlo en lo que le interrumpió:

——Soobin, agradezco tu consideración, pero no va a funcionar. No puedes hacer nada al respecto para cambiarlo.

La conversación no daría frutos si seguían discutiendo así, lo sabían, por ello no alimentaron la llama. Por un rato más, el chico alto le insistió sin éxito al otro Choi, hasta que se dio por vencido y dejó que este le curase como todo un profesional. Al terminar, Yeonjun pretendió hacer lo propio consigo mismo, pero fue detenido por un contrariado y hasta casi ofendido Soobin.

——Tú me ayudaste, la enfermera no está y alguien debe hacerlo por ti ——El de cabellos azules permaneció estoico y únicamente parpadeando. Aprovechó que no había puesto objeción para señalar la camilla y hacer que el chico se sentara dónde anteriormente él estuvo. Con un poco de persistencia, le examinó en busca de golpes y le colocó pomada para desinflamar el moretón en su brazo, producto de los bruscos jaloneos. Se extendió un gran silencio en la enfermería, ninguno conectó miradas, hasta que uno no pudo contenerse más: ——¿Desde cuándo estás tolerando esto?

Por supuesto que el peliazul no dijo nada, solo optando por observar las acciones delicadas del azabache sobre sus magulladuras. Soobin le examinó el rostro con cuidado, en busca de alguna zona superficial con algún otro daño. Su escrutinio intensivo lo puso muy nervioso, y la idea de que a Soobin se le ocurriese indagar más allá y cruzar las barreras -en todo sentido posible-, hizo que se levantara ansioso de su sitio.

Yeonjun alzó unas pastillas y un envase pequeño de crema que extrajo con torpeza de su bolso, lanzando todo en la mesita junto a la camilla.

——Ponte hielo y usa esto. Gracias, nos vemos luego.

Soobin quiso refutar y hacerlo quedarse, pero prácticamente el chico huyó, y honestamente, él también necesitaba procesar todo lo acontecido.
Había salvado a Choi Yeonjun y se había llevado una buena paliza en su nombre, entonces, ¿por qué se sentía tan lleno, como si hubiese hecho lo más correcto en su vida? ¿Por qué estaba sonriendo de medio lado viendo los medicamentos que le dejó?

"Definitivamente algún golpe me afectó el cerebro".


Yeonjun maldijo a su cuerpo por los molestos malestares que había sufrido durante el último mes. Siempre los resentía, pero había circunstancias en las que el dolor era más evidente. Como cuando su padre le pedía ayuda en tareas pesadas en casa o cuando debía estirarse para alcanzar los platos que su madre no llegaba a tomar. Incluso esos días en los que su hermana bromeaba y le daba ligeros golpecitos, que en otras ocasiones no le habrían afectado, pero que ahora le hacían fruncir el ceño.

Y no olvidemos los momentos en que Beomgyu, su único amigo, estaba particularmente cariñoso e invadía su espacio personal con abrazos eufóricos que le quitaban el aire y le hacían sentir incómodo por dentro.

—¡Yah, me estás arrugando la ropa! —se quejó, haciendo un mohín enfadado. Yeonjun entornó los ojos al alejarse, sin perder esa sonrisa de niño.

—Como sea, chico quejumbroso, lo importante es que mis padres están contentos con mi promedio y quieren que nos acompañes a comer.

Yeonjun hizo una mueca algo apenada.

—No lo sé. Tengo muchas cosas que hacer este fin de semana.

Le conmovió que los padres de su amigo lo tomaran en cuenta; eran personas muy amables en las cuatro veces que los había visto. Yeonjun no tenía muchos amigos, pero estaba bien con la calidad sobre la cantidad.

—Vamos, solo un rato y ya está~ —canturreó.

A excepción de los momentos de aegyo que le hacían contar mentalmente para no perder la paciencia, Beomgyu era fácil de llevar, por ello cedió.

—De acuerdo, pero no entraré a la alberca.

Beomgyu dejó caer su sonrisa de victoria.

—¡Pero hace calor! Ni siquiera sé por qué usas un suéter con este clima.

Si tan solo supiera...

Yeonjun se abrazó a sí mismo y apretó las mangas largas de su suéter, no lo suficiente para sentir el dolor de sus magulladuras, pero sí para recordar el motivo por el que las tenía. Ya deseaba que todo eso acabara de una vez.

––Park Gwi-Nam, hijo del psicólogo Park Woohyun y la historiadora Kim Soojin, quien ahora es Park Soojin con su apellido de casada.

Soobin esbozó una sonrisa irónica.

––Sigue, cuéntame todo lo que sepas de ese tipo.

¿Cómo llegamos a esta situación en la que Soobin tomaba café con su amigo informático, Kim Namjoon? Fácil, se trataba de tomar venganza contra el pelirrojo que los había herido y estaba decidido a alejarlo de Yeonjun.

Bin tenía sus contactos, y uno de los mejores para esta ocasión era un peligris con gafas que le mostraba en su laptop todo lo que había reunido. No solo era un genio en lo suyo, sino que además, detestaba a Gwi.

––Ese desgraciado se metió con mi novio cuando nos vio en el centro comercial. Es tan homófobo que sus chistes son asquerosos. Me pregunto qué demonios hay en su cerebro, si es que tiene algo –– explicó Joon, su desprecio reflejado en sus lentes y códigos en pantalla ––. Es una lástima que compartamos el "Nam" en nuestro nombre, es un insulto.

––Tranquilo, te aseguro que lo vamos a hundir y ni siquiera querrá usar su nombre de pila nunca más –– respondió Soobin con total seriedad. No estaban jugando, querían destrozarlo. Lo que nos lleva a su reunión improvisada en la casa de Joon.

Habían investigado días antes su vida personal, su pasado, dirección y detalles adicionales. Ahora estaban reuniendo toda la información para analizarla y combinarla con lo nuevo que habían encontrado.

¿Soobin estaba actuando como un acosador al seguir a Gwi como un detective obsesivo? Bueno, sí, pero no le importaba lo más mínimo.

––Esto te interesará. Lo conseguí anoche con Taehyung –– informó Soobin con una sonrisa burlona mientras destacaba lo relevante del documento ––. Descubrí que sus padres son muy tradicionales y asisten a la iglesia. Park asistió a una escuela solo para chicos en su infancia y tuvo problemas de conducta que llevaron a sus padres a inscribirlo en una preparatoria muy estricta dirigida por directivos militares. Además, frecuenta un bar específico todos los viernes y domingos, solo y vestido de negro. Aquí tienes todos los detalles necesarios.

Soobin leyó todo con una ceja alzada, concentrado y procesando la información mientras la impresora hacía su trabajo.

––¿Y uniste todos estos fragmentos de información por...?

Namjoon se giró en la silla y sonrió con astucia, quitándose las gafas mientras la impresora terminaba.

––Es un bar gay.

Soobin frunció el ceño antes de relajar su rostro gradualmente, su mente funcionando y abriendo una nueva pregunta que solo faltaba por responder.

Tomó la hoja cuando el sonido de la impresión cesó, decidido a poner fin a toda esta situación.

––Iré allí mañana. Más le vale estar preparado.

Nota:

Odio la uni, bai. Mariteamo.

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