Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

015.

━━━━━━━━━━━ ✦₊˚.

Tras atrapar al doctor Pershing y que este confirmara que Grogu estaba vivo y en el crucero, decidieron intentar reclutar a Bo-Katan Kryze. Mando decía que ella también tenía cuentas pendientes con el Moff Gideon, y les podría ayudar a rescatar al niño finalmente.

Y Taila era su mejor baza para convencerla.

La encontraron en una cantina en un planeta lleno de fábricas. Mando y Fett entraron en el bar primero, ganándose miradas y susurros. Taila estaba detrás de ellos, y casi no se la podía ver por la altura de los otros dos hombres en armadura.

Aun así, encontraron a Bo-Katan sentada al final de la cantina con una de sus compañeras en armas. Los hombres se acercaron a ella, y Taila se mantuvo a una distancia prudencial.

—Necesito tu ayuda —le dijo Mando como saludo.

—No todos los mandalorianos somos cazarrecompensas —respondió ella—. Servimos a un propósito mayor.

—Se han llevado al niño.

—¿Quién? —preguntó ella, sorprendida.

—El Moff Gideon.

Ella negó con la cabeza antes de girarse de nuevo hacia su comida:

—Nunca lo encontrarás.

—No las necesitamos —le dijo Fett a Mando—. Vámonos de aquí.

Fue entonces cuando Kryze volvió a levantar la cabeza.

—Tú no eres mandaloriano.

—Nunca he dicho que lo fuera —respondió Fett.

Taila se preparó para intervenir, aún oculta entre las sombras de una esquina del bar.

—¿Y a los ayudantes se les permite hablar? —preguntó la amiga de Bo.

—Eso es lo que le dijo el quacta al stifling.

Ambos se acercaron, amenazantes como si fueran a pelear.

—Vas a acabar metido en un tanque de bacta.

Taila dio un par de pasos hacia delante y se bajó la capa.

—Eso es suficiente, Koska —le dijo a la chica de su edad—. Deja esa energía para los imperiales.

Kryze elevó las cejas, alternando la vista entre Taila y Mando. Su compañera, sorprendida, volvió a sentarse.

—¿Unmel? —preguntó—. ¿Estás con él?

Taila se cruzó de brazos.

—Tenemos las coordenadas del crucero donde tienen al niño —le dijo.

Ella se lo pensó.

—¿Podéis llevarme hasta el Moff Gideon?

—Sí —respondió ella.

Mando asintió.

—El Moff tiene un crucero ligero. Te servirá para recuperar Mandalore.

Fett se giró hacia ellos.

—Tiene que ser una broma: ¿Mandalore? El Imperio convirtió ese planeta en cenizas.

—Eres una deshonra para tu armadura —le insultó Kryze.

Taila frunció el ceño.

—Esta armadura perteneció a mi padre.

—¿Te refieres a tu "donante"?

Unmel cogió aire.

—Cuidado, princesa —amenazó Fett.

—Eres un clon —dijo ella, y se puso de pie, Koska siguiéndola—. He oído tu voz miles de veces.

—Puede que la mía sea la última que oigas.

Koska alzó el puño. Taila levantó la mano y se lo sujetó a través de la Fuerza. La chica jadeó, sorprendida, y Kryze se giró hacia Unmel.

—No voy a permitir esto —declaro la joven, empujando a Koska y a Fett a través de la Fuerza para que se separaran el uno del otro, pero aun mirando a Bo-Katan—. Has escuchado la voz de Fett en todos los clones, sí. ¿Y no fueron ellos los que te ayudaron a recuperar tu planeta de las manos de Maul al final de las Guerras Clon? —preguntó—. ¿Has olvidado el sacrificio de mi madre y de mi padre, de todos los hombres que sirvieron bajo su mando? ¿Todas sus muertes? ¿La ayuda de Ahsoka Tano?

La mandaloriana apartó la mirada, avergonzada de que una chica tan joven como Taila le estuviera recordando sus principios.

—No, no lo he olvidado.

Taila asintió, mirando a Koska. Ella agachó la cabeza también. La chica se cruzó de brazos.

—Nos ayudaréis —declaró, y Bo-Katan asintió.

—A cambio, nos quedaremos con esa nave para reconquistar Mandalore.

Taila se puso al lado de Mando, quien aceptó:

—Está bien.

Kryze señaló a Mando.

—Si consigues terminar tu cruzada, quiero que reconsideres unirte a nuestra lucha. Los mandalorianos llevamos exiliados de nuestro planeta demasiado tiempo.

Mando pareció pensárselo.

—Me parece bien.

—Y otra cosa —añadió ella—: Gideon tiene un arma que una vez me pertenecía. Un arma antigua que puede cortar cualquier cosa.

Miró a Taila.

—El Sable Oscuro —dijo ella. Kryze asintió—. Lo único que no puede cortar es el beskar puro.

—Mataré al Moff y recuperaré por lo que por derecho es mío —declaró Bo-Katan—. Con la Espada Oscura de nuevo en mis manos, Mandalore por fin estará al alcance.

El visor de Mando estaba clavado en el rostro de la mujer pelirroja.

—Ayúdame a rescatar al niño y podrás tener todo lo que quieras. Él es mi única prioridad.

━━━━━━━━━━━

Dentro del Esclavo Uno, Bo-Katan les enseñó a todos la imagen del crucero.

—Antes eran cientos en la tripulación. Ahora funciona con apenas decenas —les dijo.

—Su valoración es errónea —intervino el doctor, esposado y sentado en una silla.

Dune puso los ojos en blanco.

—Genial, una valoración objetiva.

—No miento, se lo aseguro.

Kryze levantó una mano.

—Deja que hable.

—Hay un grupo de soldados oscuros a bordo —les dijo—. Ellos secuestraron al niño.

—¿Cuántos soldados van armados con esos trajes?

Taila negó con la cabeza.

—No son trajes, son droides —dijo—. No podía sentir nada vivo en la Fuerza dentro de ellos.

El doctor asintió.

—Con diseños de tercera generación: el humano que llevaban dentro era el único defecto que quedaba por solventar, así que sí. Son máquinas.

Kryze miró a Taila.

—Unmel, suena como un trabajo para ti.

Mando se revolvió junto a ella, pero no dijo nada. Taila asintió. Sabía que los blásters no les harían nada: tendría que luchar contra los soldados con el sable láser.

—¿Dónde están alojados? —le preguntó al doctor.

Él se acercó a los controles y cambió a un plano del interior del crucero. Le costaba mover las manos por las esposas, pero parecía dispuesto a colaborar con tal de no perder la vida.

—Están almacenados en frío en esta bodega. Activos consumirían mucha energía.

—¿Cuánto tardan en encenderse? —siguió la Jedi.

—Pocos minutos.

Ella asintió.

—¿Dónde retienen al niño? —preguntó Mando.

El doctor cambió el plano por otro.

—Esto es el calabozo. Está aquí, bajo vigilancia armada.

—Muy bien: formaremos dos grupos —dijo Kryze.

—Yo voy solo —intervino Mando.

Hubo un momento de silencio.

—No —dijo Taila, con voz de hierro—. Si te encuentras con los soldados oscuros, estarás en problemas, Mando. Kryze tiene razón: yo soy la mejor opción para mantenerlos a raya si se activan.

El pareció pensarlo. Después asintió.

—Bien —dijo la mandaloriana—. Fase uno: Lambda, la nave del doctor, manda una señal de socorro. Dos: aterrizamos en la boca del tubo de lanzamiento de cazas, cortando el paso a cualquier interceptor. Koska, Fennec, Dune y yo desembarcaremos con la máxima iniciativa. Tras neutralizar el hangar, nos abrimos paso por las cubiertas en una maniobra de penetración.

—¿Y nosotros? —preguntó Mando, señalando a Taila.

—Seremos la distracción —explicó ella—. Cuando intenten capturarnos, os coláis a escondidas y rescatáis al niño.

Taila asintió.

—La bodega está de camino al calabozo. ¿Llegaremos antes de que se desplieguen los soldados oscuros?

El doctor asintió.

—Es posible.

Fennec le pasó a Mando un cilindro.

—Toma. Coge este cilindro de código y sella su hangar.

Mando y Taila se miraron un momento. Ella asintió.

—Si sale mal, me ocuparé de ellos.

Mando suspiró.

—Esperemos que no salga mal. —Y luego a los demás dijo—: Nos reuniremos en el puente.

Era hora de rescatar al pequeño Grogu.

━━━━━━━━━━━

Salieron del hiperespacio, subidos en la nave del doctor, mientras Fett hacía como que les disparaba con el Esclavo Uno. Consiguieron atracar a duras penas, pero la cosa es que lograron entrar en el crucero.

Fennec, Dune, Koska y Bo-Katan salieron disparando de la nave para llevar a cabo su parte del plan.

Mando se giró hacia Taila. Ella llevaba la DL-44 en la mano, el sable en el cinturón para cuando fuera necesario utilizarlo.

Había decidido no avisar a sus padres de que estaba atacando al Imperio. Era mejor pedir perdón después que permiso antes.

—¿Lista? —le preguntó Mando.

Ella asintió.

—Lista.

Salieron a hurtadillas de la nave, aprovechando que no había nadie en el hangar. Mando llevaba una pistola en la mano y su lanza de beskar puro a la espalda.

Taila miró a los soldados, muertos a su alrededor.

—Qué desperdicio —susurró.

Mando giró el casco hacia ella, pero no dijo nada. Comenzaron a avanzar hacia los soldados oscuros y el calabozo donde tenían al niño.

Se encontraron con algunos soldados, pero se escondieron para no ser descubiertos. Consiguieron llegar al panel que controlaba las puertas de la bodega donde mantenían a los soldados oscuros, y Mando sacó el disco para sellar las compuertas.

El problema era que los soldados se habían activado y las puertas se estaban abriendo.

—¡No! —se quejó él.

Taila enfundó el bláster y encendió el sable láser. El brillo verde iluminó su rostro.

—¡Introduce el cilindro! —le gritó a Mando—. Yo te cubro.

Apretó la mandíbula y se lanzó contra el primer soldado. La cosa era que eran terriblemente fuertes, y si Taila dejaba que la agarran, la podrían matar de un solo puñetazo a la cabeza. Lo bueno es que ella era más rápida, y gracias a la Fuerza podía saltar a su alrededor y cortar las cabezas de los droides por su punto débil: las ranuras que les daban movilidad.

Mando consiguió sellar la compuerta y abrir la apertura de atrás de la sala, lo cual hizo que los soldados salieran disparados al espacio exterior, justo cuando Taila acababa con el droide que había conseguido salir.

Mando la miró, asintiendo, mientras ella apagaba el sable e intentaba recuperar el aire que le faltaba.

—Vamos a por el niño —le dijo ella.

Mataron a los soldados que estaban fuera de la mazmorra donde tenían a Grogu. Mando fue especialmente brutal con uno de ellos, pero Taila no dijo nada. Se limitó a poner la mano encima de la suya para detenerle cuando iba a abrir la compuerta de la celda.

—Espera —le susurró, concentrándose en la Fuerza—. Siento a Grogu dentro, pero... Hay alguien más con él.

Ambos sacaron los blásters, y Mando asintió antes de abrir la compuerta.

Taila había estado en lo correcto: Moff Gideon estaba dentro, apuntando el Sable Oscuro hacia el pequeño Grogu, quien tenía unas esposas en sus pequeñas muñecas y parecía cansado y triste. Aun así, levantó las orejas al reconocer a Mando y a Taila en la puerta, haciendo un pequeño sonido de alivio.

—Soltad los blásters —les dijo Gideon cuando ellos entraron, armas en alto, en la celda—. Despacio.

Mando hizo lo que le decía, y Taila le imitó despacio. El imperial miró a la chica brevemente, vio el sable láser en su cinturón.

—Y el arma Jedi que usas. —Taila obedeció—. Ahora empujadlos hacia mí.

Les dieron una patada a las armas, aunque Taila hubiera podido cogerlo con la Fuerza. Se dio cuenta de que aquel hombre quizás pensaba que era una cazarrecompensas, y que le había robado el arma alguien, no siendo una Jedi de verdad.

—Muy bien —dijo Gideon finalmente.

Mando señaló a Grogu.

—Dame al crío —advirtió.

—El crío está bien donde está —respondió el imperial, moviendo la Espada Oscura—. Hipnótica. ¿verdad? —preguntó, mirando a Taila brevemente—. Pertenecía a Bo-Katan. Sí. Sé que has estado viajando con ella. Te voy a dar un consejo de amigo, mandaloriano: lo sé todo, como que tu lanzador de muñeca ha efectuado su último disparo.

Eso era verdad, Mando lo había utilizado contra el soldado oscuro que había estado atacando a Taila, en un intento de ayudarla.

—¿A dónde quiere llegar? —le preguntó.

—Aquí es a donde quiero llegar: supongo que Bo-Katan y su equipo han legado al puente buscándome a mí, o, más concretamente, esto —dijo, levantando la espada—. Pero yo no estoy allí. —Sonrió—. E imagino que habrán matado a todos los del puente siendo las salvajes asesinas que son. —Le hacía gracia: un imperial hablando de asesinato—. Y ahora están entrando en pánico. Verás, ella quiere esta espada. ¿Y por qué? Porque aporta poder. Quien empuñe esta espada, tiene derecho a reclamar el trono mandaloriano.

Mando miró brevemente a Taila. Ella asintió débilmente. El hombre decía la verdad.

—Quédesela —respondió Mando, mirando de nuevo al Moff Gideon—. Yo solo quiero al crío.

Grogu soltó un murmuro feliz.

—Muy bien —dijo el Moff, apagando la Espada Oscura—. Ya he obtenido lo que quería de él. Su sangre. Lo único que quería era estudiar su sangre. El niño tiene dones extraordinarios, además de cualidades inusuales que entrañan el potencial para devolverle el orden a la galaxia.

Taila apretó la mandíbula. Gideon sonrió levemente.

—Veo tu vínculo con él —le dijo a Mando, para después negar con la cabeza—. Llévatelo —le dijo—. Pero abandonarás mi nave de inmediato y no volveremos a vernos.

Taila se mantuvo firme mientras Mando se acercaba lentamente a coger al niño. Justo cuando le había dado la espalda a Gideon, el imperial encendió el sable oscuro para arremeter contra él.

Taila atrajo su sable con la Fuerza, y con un grito detuvo el sable del Moff Gideon. Los ojos marrones del hombre, enormes y algo sorprendidos, se clavaron en los suyos.

El hombre sonrió, mientras Taila enseñaba los dientes por el esfuerzo de mantener su sable verde en contacto con el oscuro, para que el arma no se moviera.

—Así que sí eres una Jedi, después de todo.

La lucha comenzó.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro