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17. there's a fine fine line


・:*:・゚☆∥ 17. there's a fine fine line

❝Everyone has talent. What's rare is the courage to follow it to the dark places where it leads.❞*


Erika Jong

MORGAN YA NO RECONOCÍA LA ANTIGUA CASA DE LOS ALLEN. Es decir, claro que la estructura era la misma; la fachada, el jardín, las habitaciones... Todo parecía estar en donde debía estar, pero se sentía tan distinto. Había terminado ahí junto a Cisco y Joe con el objetivo de examinar la escena del crimen del asesinato de Nora nuevamente. Sherry, la nueva dueña del lugar, los había recibido amablemente, concediéndoles libertad completa del espacio.

            Con la ayuda de los aparatos de Cisco, pudieron detectar nitrato de plata en un viejo espejo que solía pertenecerle a la familia Allen. Gracias a ese compuesto revelaron una interpretación exacta de todo lo que había pasado esa noche. La máquina 3D mostró imagen tras imagen, proyectando a Nora Allen aterrada y siendo rodeada por dos borrones de colores. La escena se mostraba con increíble claridad, tomando el lugar real de los hechos. En un momento dado, Joe los detuvo, pues había encontrado algo: una salpicadura de sangre que había estado ahí todo ese tiempo, debajo de un viejo tapiz. Los resultados de las pruebas revelaron dos tipos de sangre distintos, es decir que habían dado con el ADN de ambos velocistas.

            Era un descubrimiento clave para la investigación.

            ―¿Estás pensando lo que yo estoy pensando? ―le preguntó Joe en voz baja. Se encontraban en la comisaría, dentro del laboratorio de Barry con Cisco a unos metros de ellos guardando todos los equipos que había utilizado.

            Morgan asintió con una pesada opresión en el pecho.

            ―Sí. Mínimo tenemos que intentarlo. ―Se mordió el labio con nerviosismo, mirando al chico de cabello largo de reojo―. Pero dile tú.

            Joe le reclamó con la mirada, pero no se negó. Con firmeza y tacto, el detective le pidió a Cisco que buscara coincidencia con el Doctor Harrison Wells. La petición cayó con dureza, debido a toda la admiración que Cisco sentía por el hombre. Asimismo le dedicó una corta mirada de traición al ver que Morgan no objetaba. Terminó por negarse rotundamente y salir disparado de ahí.

            Joe y Morgan intercambiaron miradas de derrota. Con un suspiro, la chica introdujo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros y le prometió que hablaría con su amigo más tarde.

            ―Antes de irme, ¿crees que pueda preguntarte algo? ―El detective frunció ligeramente el ceño y accedió con duda―. Quería saber si tendrías información sobre un caso de intento de secuestro que pasó hace unos meses.

            Joe soltó una risa sin gracia, cruzándose de brazos.

            ―Morgan ―se tomó un segundo para escudriñar a la joven con la mirada. Su petición lo había tomado desprevenido―. Sabes que no puedo compartir información sobre mis casos contigo. ¿A qué viene todo esto?

            Ella suspiró, recargándose ligeramente sobre un escritorio.

            ―No es cualquier caso, es el mío. Hace un tiempo tuve un incidente con un par de hombres, Benedicto Adoni y Gustav Hassan. Barry me salvó, de hecho, llegó justo a tiempo y los arrestaron. Me dijeron que confesaron haber querido secuestrarme para pedir algún tipo de recompensa y que trabajaron solos.

            El hombre asintió, viéndose más y más interesado en sus palabras.

            ―Sí, lo recuerdo.

            ―Bueno, pues... Esto sonará muy ridículo, no lo sé ―Ella se removió en su lugar y se aclaró la garganta, antes de continuar―: Necesito tu ayuda para organizarme una visita a Benedicto Adoni y Gustav Hassan. Tengo que hacerles unas preguntas. La noche en la que explotó el acelerador de partículas recibí una nota. No entendí el mensaje y fue firmada por la letra E. No sé quién pudo habérmela dado. No tengo la nota conmigo, y sé que pudo haber sido cualquier cosa, pero siento que está relacionado con ellos. No creo que hayan trabajado solos, me da un mal presentimiento. Un muy mal presentimiento, ¿crees que estoy loca?

            Terminando de hablar, Morgan tragó grueso, esperando ver la reacción de Joe, pues era la primera vez que le comentaba sus sospechas a alguien. El hombre parecía estar meditando sus palabras, mirándola con severidad e intentando sacar sus propias conclusiones. Lo que ella no sabía, es que también se preparaba para darle una revelación que podría llegar a angustiarla.

            ―Morgan... Adoni y Hassan fueron asesinados por unos compañeros de celda hace unas semanas.

            Morgan se congeló en su lugar y asintió lentamente.

            ―Joder ―murmuró con derrota, sabiendo que estaba alcanzando un callejón sin salida en sus tontas conclusiones.

            ―Pero me aseguraré de ver qué más puedo averiguar al respecto.

            Esto pareció regresarle un brillo al rostro de la meta-humana.

            ―Gracias, Joe. De verdad.

            ―Por cierto, antes de que te vayas.

            Morgan, que ya se estaba colgando su bolso al hombro, le dio su atención nuevamente.

            ―¿Sí?

            ―Barry me habló de ti el otro día ―Morgan alzó las cejas y asintió, debatiéndose entre si eso era algo bueno o algo malo―. Está preocupado por la relación que tienes con el Dr. Wells.

            Ella se detuvo en seco, encajando su mirada en los orbes marrón oscuro del detective. Una parte de ella quería descifrar lo que él pensaba sobre eso, ¿mostraba preocupación? ¿Le parecía una tontería? ¿La estaba acusando de algo?

            ―¿Por qué le preocuparía? ―se rio, aparentando estar relajada.

            Él se encogió de hombros.

            ―No lo sé. Tú comprendes que él no es un buen hombre, y que sus intenciones no son las mejores, ¿verdad?

            ―Sí, lo hago ―afirmó sin siquiera pestañear.

            ―Bien. Ten cuidado, ¿sí?

            ―Sí, siempre. Gracias de nuevo, Joe.

            Se despidieron y Morgan salió de ahí a toda velocidad para poder alcanzar a Cisco de regreso a S.T.A.R. Labs. 



ϟ




MARTIN STEIN ―se presentó el joven frente a ella.

            Lo habían encontrado en la camilla de estudios de Caitlin sin playera, mostrando un increíble six pack. Un poco dubitativa, Morgan correspondió a su saludo con un formal apretón de manos.

            ―Morgan Whitmore.

            Ella buscó respuestas con Cisco, pero él simplemente se limitó a encogerse de hombros. Eso es en lo que el resto del equipo había ocupado su tiempo: Atrapar al Profesor Stein, quien estaba en el cuerpo de Ronnie, y que juntos recibían el nombre de Firestorm: el meta-humano que prendía en fuego y volaba. A simple vista, Morgan comprendía por qué su amiga se quisiera casar con ese hombre. Esto se convertía en algo mucho más bizarro al comprender que la persona hablando en realidad era un hombre con la edad de su difunto abuelo.

            ―Sus colegas están en la otra habitación, discutiendo mi condición sin sutileza ―les informó.

            Ella asintió frunciendo ligeramente los labios.

            ―Claro, bien. Permítanos... Unirnos a hacer lo mismo. Un gusto conocerlo ―se despidió con amabilidad.

            Cisco y Morgan se unieron a Caitlin, Barry y al Dr. Wells, quienes se ocuparon de ponerlos al tanto. Al parecer, la matriz de Firestorm estaba inestable, incrementando exponencialmente el índice de fisión dentro de su cuerpo. Solo tenían un par de horas, antes de que causara alguna desgracia. Asimismo, cualquier intento que hicieran en separarlos podría ser lo suficientemente catastrófico como para crear una explosión nuclear que acabaría con la ciudad. Ahí fue cuando el Dr. Wells dio su maravillosa idea: hacer que el cuerpo huésped cesara de ser funcional.

            Las cejas de Caitlin se dispararon hacia arriba sin dar crédito a lo que escuchaba.

            ―¿Quieres asesinar a Ronnie?

            A Morgan no le sorprendía. Es decir, iba muy en personaje para el científico. No estaba arrepentido por la noche en la que el acelerador de partículas explotó. No estaba arrepentido de ningún mal que había causado.

            No entendía por qué ella misma lo defendía en cierta forma, pero eso nunca se lo admitiría a nadie. Era una oscuridad de la que no lograba escapar, sintiéndose constantemente vigilada por esos ojos fríos. Él lo sabía. Ella lo sabía.

            ―Si asesina a Ronnie, asesina a Stein. Son dos personas ―intervino Cisco, dando un paso al frente.

            ―No sé cómo más pararlo. Y opino que si Ronnie y el profesor Stein supieran las consecuencias que todos enfrentamos, ellos tomarían la misma decisión ―declaró, alzando ligeramente su voz en las últimas palabras. Se tomó una pausa para observarlos a todos, antes de añadir―: Son dos vidas por millones.

            ―¿Nos darían un minuto?

            Todos accedieron a la petición de Caitlin, saliendo del Córtex en silencio. Morgan supo que ese sería el momento perfecto para convencer a Cisco de cumplir lo que Joe y ella le habían pedido anteriormente. Prácticamente lo persiguió por el pasillo como cazador a su presa, hasta darse cuenta de que el velocista parecía estar caminando en su misma dirección.

            ―¿Adónde vas tan rápido?

            ―¿Me estás siguiendo? ―respondió con sorna, procurando ir siempre un paso más adelante que él para que no la alcanzara.

            Él frunció el ceño al ver cómo aceleraba su caminar.

            ―¿Estás intentando rebasarme? Sí sabes que tengo súper velocidad, ¿no? ―le dijo en tono de broma.

           ―¿Súper velocidad? ―Morgan actuó sorpresa con su voz cargada de sarcasmo para seguirle el juego―. ¿Como Flash? ¡Yo amo a Flash!

            Usando la velocidad mencionada, Barry se posicionó justo enfrente de ella, impidiéndole seguir. No solo la detuvo, sino que la obligó a tomar un paso atrás por su cercanía.

            ―¿Sí? ¿Amas a Flash? ―le dijo con una sonrisa burlona.

            Ella le frunció el ceño, intentando con todas sus fuerzas no sonreír y fallando terriblemente. Él era tan atractivo y ella lo odiaba por causarle ese burbujeante sentimiento en su estómago. Morgan rodó los ojos teatralmente, antes de poner ambas manos sobre sus anchos hombros. Se inclinó contra él y comenzó a empujarlo, mientras caminaba con fuerza hacia el frente.

            ―¡Atrás, tu ego está asfixiándome!

            Barry rio sonoramente ante lo tierna que se veía empujándolo, y procuró no tropezarse al verse obligado a caminar hacia atrás. En un punto dejó de ceder, y ejerció fuerza de regreso, parándose firmemente en el suelo. Morgan se quejó, pero no dejó de empujar insistentemente, aun cuando lo único que lograba era correr inútilmente en su lugar.

            ―¡Barry, muévete, tengo que hablar con Cisco! ―le reclamó con esfuerzo, sin tener éxito contra la fuerza del héroe.

            ―Suertuda, yo también.

            Sin previo aviso, Barry dejó de oponer resistencia. Con la fuerza que ella estaba aplicando y sin nada fijo en qué ejercerla, su cuerpo sucumbió hacia al frente. Antes de que impactara contra el suelo, el héroe la atrapó y echó su cuerpo sobre su hombro. Al ver que todo su alrededor se ponía de cabeza, dejándole una gran vista del trasero del velocista, Morgan soltó un grito.

            ―¡Barry, suéltame!

            ―Uh, espera ―dijo aferrándose a las piernas de la chica con un brazo, mientras que con el otro sacaba su celular del bolsillo, pues había empezado a sonar.

            Ella lo escuchó colgar sin atender la llamada, antes de verlo emprender su camino nuevamente.

            ―¿Quién era?

            ―Iris.

            ―¿Y le colgaste? ¡No te reconozco! ―gritó dramáticamente. Sin otra cosa que hacer, ella comenzó a golpear la espalda del joven múltiples veces, recibiendo quejas de su parte―. ¡Tu huesudo hombro se está encajando en mi estómago, Bartholomew! ¡Suficiente! ―reclamó.

            ―¡Te quejas demasiado!

            Morgan fijó su mirada en las palmas de sus manos, sabiendo qué tendría que hacer. Con una sonrisa de malicia, utilizó su dedo para soltar una pequeña descarga azulada en la espalda del héroe.

            Barry se retorció con un gruñido. Sus rodillas cedieron, haciendo que ambos cayeran al suelo. La castaña estalló en risas, rodando sobre su espalda ante la mueca de dolor del velocista.

            ―¿Estás bien, Barr? ―le preguntó con un puchero fingido, como si le estuviera hablando a un niño pequeño.

            ―Te odio ―respondió con la voz ahogada, sintiendo su espalda tensa por la emisión que había recibido en esta.

            Morgan se arrodilló a su lado con una sonrisa burlona.

            ―Ahora, ¿qué le hiciste a Barry y por qué ignorarías una llamada de Iris?

            Él suspiró, mirándola boca arriba acostado en el suelo.

            ―Está siendo realmente insistente con que salga en una cita con su compañera de trabajo. Realmente insistente ―mencionó casualmente, apretando el puente de su nariz con el dedo índice y pulgar.

            Los ojos de Morgan se abrieron de más, manteniendo una tenue sonrisa en su rostro que no mostraba sus dientes.

            ―Oh, ¿irás?

            ―No lo sé, quizás.

            ―Qué bueno.

            Accidentalmente, la mano que la castaña había posado en el brazo del héroe soltó otra pequeña descarga, haciéndolo retorcerse nuevamente.

            ―¡Auch, Morgan!

            ―Perdón ―dijo sin realmente sentirlo.

            Se puso de pie, y sin mirar atrás, se encaminó al laboratorio de Cisco, que ya se encontraba cerca.

            Al darse cuenta de lo que acababa de escapar de su boca tan despreocupadamente, Barry se puso de pie de inmediato.

            ―Mierda ―murmuró para sí mismo. Sin demora fue tras ella, entrando al laboratorio del ingeniero―. Espera, no me refería a cita-cita, ¿sabes?

            Ahí dentro, Morgan ya se encontraba apoyada en un escritorio con los brazos cruzados.

            ―¡Barry, qué bueno que llegas! ―Cisco lo recibió cálidamente―. Aquí tengo el saco y las corbatas que me pediste.

            Al ver que el azabache mostraba un saco gris, junto a una variedad de corbatas de distintos colores en sus brazos, Morgan enarcó una ceja interrogante en su dirección. Barry tragó grueso.

            ―Suena emocionante ―habló con una indiferencia cargada de veneno. Se estiró lentamente, hasta tomar una de las corbatas color rojo que tenía Cisco y jugó con ella entre sus manos―. Creo que está se vería muy bien, ¿qué dices, Cisco?

            El azabache se encogió de hombros, curioso a dónde lo llevaría esta situación.

            ―Claro.

            Con un gesto de la mano, Morgan le indicó que se acercara. Él inspiró profundamente para tomar valor y obedeció.

            ―Cuéntame sobre esta cita-no cita ―pidió con voz calmada, mientras rodeaba su cuello con la tira de tela rojiza.

            Él la miró ladeando la cabeza, queriendo estar en cualquier lado, menos en esa situación en la que él mismo se había metido. Fijó su mirada en los dedos de la meta-humana, quien comenzaba a anudar la corbata con habilidad.

            ―Bueno, se llama Linda Park. Trabaja con Iris, y ella dice que no ha dejado de pedirle una cita conmigo.

            ―Uh, codiciado ―canturreó suavemente, pero no sonó alegre.

            ―No realmente ―negó Barry con nerviosismo. En esos momentos preferiría mil veces tener una bomba de tiempo en sus manos―. Yo lo llamaría una cita de amigos. Es solo un favor para Iris, no lo sé. Quizás no debería hacerlo, da igual.

            Morgan dio los últimos movimientos en el nudo de la corbata, antes de tirar de este y apretarlo al cuello del héroe.

            ―No, no, suena divertido. Creo que deberías ir ―lo animó con una sonrisa prefabricada.

            ―M-morgan, me estás asfixiando ―tartamudeó con voz entrecortada.

            Ella aflojó el nudo, liberándolo y le dio un par de palmadas en el hombro.

            ―¿Ves? Queda muy bien, ¿verdad, Cisco? ―Ambos se giraron para recibir la opinión de su amigo.

            El azabache los miró estupefacto, creyendo por un momento que estaría a punto de ser testigo del asesinato de su mejor amigo.

            ―N-no creo que llevar corbata sea la mejor opción ―terminó por decir, tragando saliva ruidosamente.

            La meta-humana regresó a cruzarse de brazos, distrayéndose con revisar su manicura. Barry buscó la mirada de su amigo con cierta confusión, pero él solo negó severamente, comunicando perfectamente que había metido la pata.

            ―Bueno... Iré a checar al Profesor Stein ―rompió el silencio, quitándose la corbata roja, para dejarla sobre el escritorio―. Nos vemos más tarde.

            Morgan y Cisco se hundieron en un tenso silencio, hasta que ella subió la mirada que todavía aparentaba disparar dagas.

            ―¡Oh, no me mires así! Yo no tuve nada que ver con esa cita, estoy igual de confundido que tú ―habló rápidamente, alzando sus manos en son de paz.

            ―¿Confundida? ¿Por qué estaría confundida? Barry es un joven apuesto, es común que salga a citas ―se excusó, pero nada de lo que decía sonaba convincente.

            ―Ajá, estás siendo ridículamente transparente, Morgan.

            La mencionada golpeó distraídamente el suelo con la punta de sus pies y mordisqueó el interior de su mejilla.

            ―En fin, no es de eso de lo que quería hablar.

            ―Ya estoy buscando la coincidencia ―cortó directo a lo importante. Morgan parpadeó algo confundida, pues eso había tomado menos esfuerzo del que esperaba―, pero les advierto, no encontrarán lo que están buscando.

            La joven asintió y le dio media sonrisa.

            ―Gracias, Cisco. Sé que te pedimos demasiado, así que gracias.

            El ingeniero asintió, suavizando su semblante.

            ―No hay problema.



ϟ




EL PROFESOR HABÍA DESAPARECIDO, aumentando el sentido de urgencia en su actual situación. El Dr. Wells y Cisco se encontraban concentrados con los últimos detalles del empalmador cuántico, mientras Caitlin terminaba por localizar a Firestorm.

            ―Ubiqué a Stein ―anunció la doctora―. Está en las afueras. En medio de la nada, 48 kilómetros afuera de Central City.

            Cisco se detuvo un par de segundos.

            ―La distancia mínima de seguridad.

            ―Va a sacrificarse ―completó Wells.

            ―¿Cuánto tiempo le queda? ―Barry intervino de inmediato.

            ―12 minutos ―respondió el azabache, antes de dirigir la atención a su creación para los últimos toques.

            ―Y terminamos ―concluyó el científico.

            ―¿Qué es eso? ―Barry apoyó sus brazos en sus costados, mirando el objeto con interés.

            ―Un empalmador cuántico ―Wells terminó de ensamblarlo junto a Cisco.

            ―¿Funcionará para separarlos? ―Caitlin frunció ligeramente el ceño, esperando lo mejor.

            ―Lo sabremos en 12 minutos.

            ―Iré por Morgan.

            ―Dijo que estaría en el área de entrenamiento ―Cisco avisó, recordando la última vez que vio a la castaña.

            Barry se fue en un borrón de velocidad, solo para regresar con cara de desconcierto.

            ―Morgan no está. Busque en todo el edificio. ―El velocista caminó hacia los monitores, adoptando un aire de alteración.

            ―Tranquilo, quizás solo fue al trabajo o a su apartamento, puedo llamarle ―Caitlin lo siguió de cerca con el resto del equipo en sus talones.

            Barry negó tensando su mandíbula.

            ―Su traje no está. ―La cápsula donde solía relucir el oscuro traje con toques azules de Sapphire ahora se exponía vacía, como un mal presagio―. Dejó su comunicador y no puedo encontrar la locación de su traje. ―Sin esperar una respuesta por parte de nadie, clavó una mirada acusatoria al científico en silla de ruedas―. ¿Dónde está? ¿Fue tras Stein?

            Todos miraron al acusado con estupefacción en espera de una respuesta. Él sacudió levemente la cabeza y acomodó sus manos sobre su regazo.

            ―Veamos, Barry. Ni siquiera usted puede huir de una explosión nuclear.

            ―¿Y Morgan sí? ―le gritó dando una palmada en la mesa frente a él.

            ―Tenemos que irnos ―apuró Caitlin con más urgencia que antes―. Ya.



ϟ




¡PROFESOR STEIN!

            El hombre frunció el ceño, girándose hasta localizar el origen de la voz. La joven castaña estaba caminando hacia él, vistiendo un traje negro de pies a cabeza con una capucha sobre su cabello y un antifaz en sus ojos. Ambos se encontraban a campo abierto, 48 kilómetros lejos de la ciudad. El frío viento les golpeaba la cara con violencia y enrojecía ligeramente sus rostros.

            ―Señorita Whitmore, ¿qué piensa que hace? ―la reprendió con molestia en un tono cargado de terror―. ¡Es peligroso, tiene que salir de aquí!

            La mirada de la meta-humana bajó hasta el arma que Firestorm sostenía en su mano, gesto que no fue pasado de alto por el hombre.

            ―Escuche, entiendo cómo se siente y por qué quiere hacer lo que que quiere hacer, pero lo podemos ayudar. Yo puedo ayudar. Puedo absorber la energía acumulada que está haciendo que su matriz sea inestable ―le aseguro con ojos compasivos.

            ―No hay tiempo, señorita Whitmore. Y en el caso de que no funcione, no puedo arriesgarla a una explosión nuclear.

            ―Puedo con eso, Profesor.

            En teoría podría, ¿no?

            Stein se vio algo confundido, pues no había estado al tanto de la naturaleza de las habilidades de la joven. Juzgando por su menuda complexión, dudaba que ella pudiera cumplir con lo que decía. Ni siquiera tuvo tiempo de responder, cuando dos figuras más se les unieron.

            ―¡Profesor Stein! ―la voz de Barry provocó que ambos le dirigieran sus miradas.

            El hombre se alarmó al ver a Caitlin ahí, pero ella tuvo su manera de tranquilizarlo. En lo que ella le explicaba sobre el empalmador cuántico, Barry encaró a Morgan.

            ―¿Por qué diablos harías algo como esto? ―la acusó bruscamente, tomándola por los antebrazos con fuerza―. ¿Por qué no nos dijiste nada?

            Morgan se congeló ante la intensidad de su mirada, sin poder encontrar palabras.

            ―Estoy bien.

            ―¡Sí, eso es lo que siempre dices! ¡No puedes seguir haciéndome esto! ―Con sus orbes verdosos escaneó el rostro de la menor, asustado de poder comprender lo que estuviera pasando por su preciosa mente. Suavizó su agarre solo un poco, cuando le pasó un comunicador―. Vamos, póntelo.

            Ella no rechistó e hizo justo lo que le ordenaba.

            ―¿Qué es eso? ―preguntó señalando el aparato en las manos de la doctora―. ¿Funcionará?

            ―Eso espero.

            Ambos se giraron a tiempo para ver como Caitlin activaba el empalmador cuántico en el pecho del hombre. Firestorm prendió en llamas de inmediato en un fuego abrasador y violento que impedía reconocer a la persona que tenía la apariencia de Ronnie. Como acto reflejo, Barry cruzó uno de sus brazos por enfrente del cuerpo de Morgan protectoramente.

            ―¡No está funcionando! ―gritó Caitlin con terror, dando unos cuantos pasos de espaldas.

            ―¡Váyanse de ahí ahora! ―apuró el Dr. Wells por el comunicador.

             Barry conectó su mirada con la de Morgan y ella supo exactamente lo que estaba pensando: no podía salir de ahí con ambas.

            ―Llévate a Caitlin. Yo puedo con esto.

            ―Pero...

            ―No hay tiempo, ¡solo hazlo, Barry, corre! ―ordenó con tanta determinación en los ojos, que Barry paró de dudar.

            Un irremediable sentimiento de frustración recorrió las venas del velocista, como si de plomo se tratara. Con una mano atrajo a la castaña de la nuca y depositó un beso en su frente. Soltó un bufido de exasperación al saber que no había tiempo.

            ―¡No, Barry, llévate a Morgan! ¡Barry!

            El mencionado tomó a Caitlin en sus brazos, ignorando la resistencia que ella oponía, y comenzó a correr. Detrás de ellos, las llamas que Firestorm emanaba se consumieron por solo un segundo, antes de que este detonara. La onda expansiva fue tan poderosa, que no tardó en devorar a Morgan. Caitlin lo podía ver todo con lágrimas en los ojos.

            Alcanzando cierto punto, Barry ya no se vio en la necesidad de huir. La onda expansiva ya no estaba alcanzado sus talones amenazantemente, pues parecía haberse detenido. El velocista y la doctora observaron a sus espaldas, viéndose maravillados ante un escudo cerúleo de grandes magnitudes que había retenido toda la explosión dentro de este.

            ―Morgan ―murmuró Barry con preocupación, dejando a Caitlin suavemente en el suelo.

            ―¿Están bien? ―preguntó Cisco. Barry checó con Caitlin, antes de confirmar su buen estado―. ¿Y Morgan?

            Barry intentó reconocer algo del montón de escombro que se alzaba por doquier dentro de ese extraño domo azul, pero no podía ver nada. De un momento a otro, la esfera energética volvió a absorberse, dejando nada más que una extraña neblina que inundó el perímetro con lentitud. Ahí fue cuando Cisco les informó que el traje no detectaba ningún rastro de niveles anormales de radiación a sus alrededores.

            ―Vámonos ―dijo el velocista, antes de cargar a Caitlin en brazos y correr de regreso a donde la detonación había tomado lugar.

            Dejó que Caitlin se encargara de revisar el estado de Firestorm, mientras él comenzaba a buscar a sus alrededores por Morgan. Con una opresión en el pecho buscó entre la fumarada, hasta que pudo dar con el menudo cuerpo de la castaña. Poco a poco, el aire se limpiaba, dejándole ver lo extraña que era la escena que se estaba topando.

            ―¡Morgan! ―gritó con fuerza.

            La castaña, que parecía envuelta en un halo de luz azul, se levantó lentamente y se giró a encararlo.

            ―¿B-barry? ―tartamudeó confundida, pues la voz del mayor se escuchaba increíblemente lejana.

            El héroe tuvo que proteger sus ojos, subiendo una mano en su dirección para tapar el fuerte brillo que ella emanaba.

            ―¿Cómo está Morgan? ―El Dr. Wells estaba al borde de la tensión, impaciente por escuchar qué tipo de consecuencias estaba teniendo un evento como ese en la meta-humana.

            ―Está... Brillando de un color azul muy fuerte. No puedo ver bien ―pronunció Barry, fallando en describir con claridad lo que sucedía.

            Estaban separados por un par de metros, sin saber cómo proceder con la situación. Morgan jamás se había sentido de esa manera. Escalofríos la recorrían una y otra vez, haciéndola perder contacto con su cuerpo físico. Había tanta energía corriendo a través de ella, que por un segundo pensó que su persona había quedado resumida en eso: solo energía. Tenía miedo de dejarse ir, de perder el control y perderse debajo del poder que había absorbido.

            ―Barry ―habló el Dr. Wells―. Necesito que me digas si hay algo pasando alrededor de ella.

            ―¿Alrededor de...? ¿Qué? ―habló entre alientos de confusión.

            ―¿No hay ninguna perturbación en el perímetro que sea causado por ella?

            El velocista frunció el ceño profundamente, sin comprender a dónde quería llegar con esas interrogaciones.

            ―¡No! ¿Cómo la ayudo a regresar en sí? ―demandó con firmeza.

            El científico dudó un par de segundos, pero terminó por resignarse.

            ―Hagas lo que hagas, no la toques, sería peligroso. El comunicador de Morgan dejó de funcionar, Barry, tienes que hablar con ella. Yo puedo guiarla ―dirigió el Dr. Wells.

            Él accedió y con cautela comenzó decir todo lo que el Dr. Wells le ordenaba al oído.

            ―Necesito que te concentres.

            La meta-humana apretó sus puños con fuerza, encajándose las uñas en las palmas con el objetivo de sentir algo que pudiera regresarla a la realidad. No podía sentir dolor, por más que siguiera incrustando sus uñas dentro de su mano. Negó y soltó un grito de frustración, haciendo que su luminiscencia fuera más fuerte. A Barry lo alcanzó una oleada de calor, lo que no podía ser una buena señal.

            ―Morgan, escúchame. Soy Barry, concéntrate en mi voz.

            ―¡Barry! ―exclamó al escucharlo con más claridad, haciendo que su respiración se agitara. La voz del velocista parecía no venir de ningún lado, pero de todas partes al mismo tiempo―. No sé qué está pasando, y-yo...

            ―Está bien, respira y enfócate en metabolizar toda esa energía, eres completamente capaz. Olvídate de todo lo demás y de tu mundanidad, piensa en lo que eres ahora: conecta con Sapphire y con todas tus capacidades. Esto no puede dañarte, ¿escuchas?

            El terror de que toda esa energía la destruyera la estaba carcomiendo, pero aun así lo obedeció. Dejó de concentrarse tanto en regresar a su cuerpo físico y se dejó llevar por su propio poder. Esto no puede dañarme, se recordó.

            Como un respiro de aire fresco, sintió como si su pecho se abriera, dejando lugar para el universo entero. Pudo sentir todos y cada uno de sus nervios, la sangre recorrer por su cuerpo con cada latido, cada centímetro de su piel, cada reacción química dentro de ella; lo sintió todo en un solo segundo.

            Ahí entendió a qué se refería, cuando le pedía que conectara con Sapphire. No había manera de que lo que estaba sintiendo fuera humano.

            Poco a poco, la luz fue disminuyendo, dejando que Barry pudiera ver lo que sucedía. Morgan tenía los ojos cerrados fuertemente con el azul que la rodeaba siendo reabsorbido directo a las palmas de sus manos. Su cabello estaba cubierto de ceniza blanca, pero su traje estaba impecable. Lentamente, abrió los ojos. El héroe no podía distinguir sus pupilas, estaba todo cubierto de blanco.

            ―¿Morgan? ―murmuró suavemente, embelesado con la peculiaridad de la escena.

            Con una pulsación, toda la energía azul a su alrededor desapareció y las piernas de Morgan fallaron. Ella cayó al suelo con un ruido sordo, haciendo que Barry se precipitara a su auxilio. De rodillas a su lado, resbaló una mano por su espalda y con la otra levantó ligeramente su cara para inspeccionarla, haciéndola reaccionar. Sus ojos habían vuelto a la normalidad y una sonrisa adornaba sus labios.

            ―¿E-estás bien? ―preguntó dubitativo al ver su semblante tan dichoso.

            Ella podía sentir su cuerpo adolorido, costándole respirar profundamente, sin embargo jamás se había sentido mejor.

            ―¿Por qué tan asustado? ―murmuró en tono de burla con un hilo de voz. Flash resopló incrédulo y se rio cortamente, pues acababa de pasar el susto de su vida―. Te dije que podía con esto.

            Barry ni siquiera respondió, sino que la abrazó con fuerza contra su pecho.

            ―El empalmador cuántico funcionó. ―Los dos vieron a Caitlin tomada de la mano de Ronnie, y al Profesor Stein a su lado con una gran sonrisa iluminando su rostro―. Estamos bien ―declaró, como si apenas ella podría creerlo.

            Barry relució una sonrisa de la misma forma y asintió, regresando su mirada a la castaña que tenía en brazos.

            ―Estamos bien ―repitió en voz baja y después añadió con seguridad―: Nos vamos a casa. Todos nosotros.



ϟ




MORGAN ESTABA RECOSTADA EN UNA CAMILLA EN LA ENFERMERÍA DE CAITLIN. Después de lo ocurrido, la castaña presentó problemas para soportar su propio peso y caminar correctamente. Por más que ella afirmara que no era necesario, la doctora insistió en dar seguimiento a su estado, después del trance en el que pareció haber entrado horas antes. Ahora solo estaba hidratándose por intravenosa, tomando reposo.

            Barry se había quedado a su lado, observándola en silencio desde una silla al otro lado de la habitación. Quería aparentar estar distraído con un periódico, pero ambos sabían que él podría leerlo entero en dos segundos si quisiera.

            ―¿Estás molesto? ―Morgan decidió romper el silencio de una buena vez por todas.

            Él suspiró pesadamente, dándole vuelta a la siguiente página del periódico.

            ―No.

            Morgan clavó su mirada en el techo. Tenía el agobiante sentimiento de que cada vez la quería menos por todo lo que estaban pasando. Sabía que lo correcto era alejarlo (y que quizás ya estaba por buen camino), pero eso no quitaba que doliera.

            Tragando grueso, volvió a mirar al velocista, quien apoyaba su mandíbula en una de sus manos con fingido semblante de concentración.

            ―Barry, habla conmigo... ¿Por favor?

            Él la miró de reojo detenidamente, antes de doblar el periódico y dejarlo de lado. Se puso de pie y lentamente arrastró su silla hasta sentarse a un lado de su camilla. Una vez ahí, echó su peso hacia delante para poder apoyar sus codos sobre sus rodillas.

            ―No estoy molesto contigo, Morgan. No podría ―declaró con un semblante más suave―. Perdón por hablarte como lo hice o si te hice sentir mal, es solo que... Estaba asustado. Me diste el jodido susto de mi vida, y siento que todo esto está saliendo de mi control.

            ―¿Qué está saliendo de tu control?

            ―Toda esta situación. ―Sus ojos verdes no se movieron de ella ni un segundo―. Morgan, ¿a qué fuiste realmente?

            ―A ganarles tiempo. Esperarlos, mientras me aseguraba de que Firestorm no hiciera nada precipitado ―respondió mecánicamente.

            No quiso mostrar nada en su rostro, pero poco a poco sus manos comenzaron a sudar del pánico. Barry negó lentamente. En ese punto no parecía estarla juzgando o acusando de nada, solo quería escuchar la verdad.

            ―No hay manera de que supieras sobre el empalmador cuántico. Te fuiste mucho antes. ¿Qué creíste que harías ahí, si Caitlin y yo no hubiéramos aparecido, y la matriz de Firestorm hubiera terminado por desestabilizarse?

             La calma en el tono de Barry le puso los nervios de punta.

            ―Me hubiera hecho cargo ―respondió con la voz ahogada.

            ―¿Crees que hubieras podido encargarte de una explosión nuclear?

            No.

            ―Estaba lista para tomar el riesgo, porque eso es lo que hacemos, Barr...

            ―No.

            ―Sí, tomamos riesgos, tú haces lo mismo...

            ―No, Morgan ―volvió a interrumpirla sin abandonar su serenidad. La desesperación de la castaña comenzaba a mostrarse. Ella solo quería que le creyera como todas las otras veces―. Sí tomamos riesgos, y te he visto lograr cosas increíbles al hacerlo, pero hay límites. Lo que tú hiciste cruzó la fina línea entre tomar un riesgo y protagonizar un acto suicida.

            Un escozor comenzó a invadir los lagrimares de la castaña, mientras guardaba un momento de silencio en el que intentaba tragarse el nudo en su garganta.

            ―¿Estás enojado conmigo? ―volvió a preguntar, pero esta vez su tristeza y miedo se hicieron más evidente en sus expresivos ojos azules.

            ―Morgan, no. No lo estoy ―le aseguró rápidamente al ver ese cambio en su antes inexpresivo semblante. Se estiró y envolvió una de sus manos con las suyas―. Quiero que seas honesta conmigo. ¿Por qué haces todo esto? ¿Qué intentas probar?

            Una lágrima resbaló por la mejilla de la joven, pero ella rápidamente la limpio con su mano libre.

            ―No sé, de verdad. Perdón. No sé qué me está pasando ―murmuró con un deje de terror.

            Y era verdad. Morgan no era suicida, realmente no se planteó la posibilidad de morir. Sin embargo, los cuestionamientos de Barry eran válidos: ¿qué hubiera hecho contra una explosión nuclear? Ella no lo sabía.

            ―¿El Dr. Wells tiene algo que ver con esto? ¿Es él el que te ha estado metiendo estas ideas?

            ―No.

            No era la respuesta que Barry quería o esperaba, pero supo que presionarla no lo llevaría a nada. Soltó un suspiro de conformación, dándole un ligero apretón a su mano.

            ―Somos un equipo, Morgan. Quiero ayudarte, pero solo puedo si me dejas. ―Acarició sus nudillos suavemente, antes de agregar―: Y sabes que jamás me lo perdonaría si te pasara algo y yo no pudiera hacer nada para evitarlo.

            Morgan apoyó su cabeza en su almohada, y le sonrió cálidamente con cierta nostalgia.

            Si así se sentía amar a alguien, con todos esos miedos e inseguridades, ella realmente había sido condenada a un infierno en el momento en el que había posado sus ojos en ese velocista de ojos verdes.

*"Todo el mundo tiene talento. Lo que es raro es tener el coraje de seguirlo a los lugares oscuros a donde conduce."

(n/a) HOLAAA, BESTIEEESSSS.🦋

primero lo primero, GRACIAS POR +4K LEÍDOS 🖤🖤✨. estamos subiendo como espuma, nenes ahq. nuevamente, aunque suene repetitivo, su apoyo me alegra un montón.

btw, qué onda con otro capítulo largo eh. RECAPITULEMOS.

1. como se darán cuenta, algo medio raro está pasando con Morgan kajdsacmms, casi se nos sacrifica la babosa. ESTÁ PERDIENDO LA CABEZA. este será un tema que explotaré más adelante, ya veremos qué tal sale.

2. además retomamos la narrativa de E, Hassan y Adoni, que aunque algunos de ustedes ya tienen una idea de qué onda, FALTAN MUCHAS EXPLICACIONES que obvio se las daré en los próximos capítulos opd.

3. la verdad, me compadezco de Barry. yo tampoco sabría qué pedo con todo el rollo, sé que se puso algo complicado, pero AAAAAAAAAAAA. 😩😩😩 NO PUEDO ESPERAR A QUE LLEGUEMOS AL CAPÍTULO 20.

a veces dicen que menos es más, pero obviamente yo no hice caso y ya hice un desmadre con la relación de Barry y Morgan, pero ojalá les siga gustando y todo esto no me explote en la cara lol.

SI ALGUNO DE USTEDES TIENE UNA HISTORIA QUE REQUIERA DE MÁS APOYO, NO DUDEN EN DECIRME Y ME METO A VOTAR Y COMENTAR <3 <3 <3

con cariño,

NIAM ROCA

[ editado 23 de enero de 2022 ]

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