10. 20 000 kA
・:*:・゚☆∥ 10. 20 000 kA
❝ To be trusted is a greater compliment
than being loved. ❞*
—
George MacDonald
EN CUÁNTO SUS OJOS SE AJUSTARON A LA GRAN REVELACIÓN, la conversación inmediatamente se redujo hasta ser simplemente un zumbido de fondo. Cisco había estado parloteando toda la mañana sobre la magnífica sorpresa que tenía guardada para la meta-humana, pero Morgan no le había tomado mucha seriedad. No era la primera vez que el ingeniero creaba una ansiosa apertura para dar un anuncio inconsecuente; en lo que a ella concernía, él podría haber estado por mostrarle el vídeo del perro que cantaba como Alicia Keys de nuevo.
Ella estaba en lo incorrecto, su presente era mucho mejor de lo que ella pudiera esperar.
Había una nueva cápsula adyacente a donde antes solía exponerse únicamente el traje escarlata de Barry: un espacio para su propio traje. Fue abrumador ver su gloriosa presencia sabiendo que ella era su destinatario. No se dio tiempo para admirar los detalles cuando ya lo había arrebatado de su escaparate, huyendo a una sala más privada donde cambiarse.
Ya en el primer baño que pudo alcanzar, se deshizo de su ropa lo más rápido que pudo para deslizarse dentro de su nueva adquisición. En cuánto se las pudo apañar para subir el cierre y pararse frente al espejo, su respiración se cortó en su garganta. Vaya.
La tela era como nada que Morgan hubiera experimentado antes. Se ceñía a su figura rigurosamente, pero no se sentía aprisionada por esta; al contrario, era ligera y extremadamente flexible. Se aseguró de ejercer unos cuantos estiramientos para probar la movilidad del traje, impresionándose cada vez más por su construcción. Era como tener una segunda piel. Ella bien podría haber estado desnuda a juzgar por la libertad de movimiento que el traje le concedía. Era alucinante, no tenía palabras.
Como si no hubiera sido suficiente su impecable elaboración, Cisco no había dejado los detalles de lado. Su cuerpo era recorrido por líneas curvas de color plateado metálico, creando trazos precisos exactamente donde le favorecian. Estas mismas se iluminaban de azul eléctrico cada que ella usaba sus poderes; ya lo había intentado como ensayo. No solo eso, el traje venía con una capucha que colgaba por sus omoplatos, misma que una vez puesta lograba cubrirle todo el cabello. Su parte favorita era la zona central de su pecho, donde Cisco había agregado un vistoso símbolo idéntico al de Barry: un círculo perfecto atravesado por un imponente rayo, dibujado en tonos azules, blancos y negros.
La cereza del pastel era que ese mismo fin de semana Morgan había convencido a Nicholas de que la acompañara a comprarse su propia motocicleta, pues había concluído con que si iba a trabajar con Flash, debía manejar algo veloz y práctico. Exitosamente aprovechó el conocimiento de Hunt en ese tipo de vehículos: hablaron ampliamente sobre los pros y contras de todas las opciones que la compañía les ofrecía. Todo eso resultó ser en vano, pues la meta-humana terminó por comprarse el mismo modelo que manejaba su compañero de cuarto sin molestarse en considerar otras posibilidades. Y es que ella se había divertido tanto manejándola, no vio por qué demorar más su decisión.
Asimismo, cada vez tenía menos accidentes con respecto a sus poderes, ganando más control sobre ellos de lo que alguna vez tuvo suprimiéndolos. Todo parecía tomar su lugar, lo que aparentemente creaba el tiempo perfecto para que más problemas hicieran su acto de aparición.
Cuando regresó al Córtex petulantemente modelando su nuevo traje, su atención fue interceptada por una increíblemente disgustante imagen. En las pantallas se estaba exponiendo la gráfica fotografía del último caso en el que Barry estaba trabajando: una víctima que había sido asesinada de forma verdaderamente peculiar, dejando sus restos completamente fritos. Su piel estaba totalmente carbonizada al punto de dejarle irreconocible. Eso la bajó de su momentánea ensoñación por su espectacular atuendo, trayéndola de regreso a la fea realidad que Cisco había estado intentando explicarle antes de que ella se enfrascara en su propia emoción. Poco a poco reunió los datos que había empujado a segundo plano previamente para intervenir y notificar su presencia:
―Déjenme ver si entendí... Hay un meta-humano asesino que podría tener mis poderes, ¿cierto?
La línea de pensamiento grupal que se estaba siguiendo en el equipo fue interrumpida por la aparición de Morgan. Era la primera vez que se le veía en el traje de Cisco, los había tomado un poco desprevenidos a todos.
―Oh ―murmuró Caitlin, desviándose momentáneamente del tema en manos―. Te ves muy bien, Morgan.
La meta-humana no quería hacerlo por la cuestión tan seria que debían atender, pero no pudo evitar sonreír grande.
―¡Lo sé, es increíble! ―exclamó en voz baja, queriendo mantener la discreción―. Gracias, Cisco. Es una genialidad.
―No hay de qué... Blue Force ―pronunció cautelosamente, tanteando la respuesta de la habitación ante el posible nuevo alías.
Caitlin y Morgan intercambiaron una corta mirada, procurando no dar una reacción negativa de primeras.
―Mmmh, casi. Estás cerca, Cisco, puedo sentirlo ―reconfortó la doctora con dulzura.
―¡Sí, pienso lo mismo! Sólo necesita más trabajo ―completó Morgan.
El ingeniero rodó los ojos y soltó un manotazo en la mesa.
―¡Por qué tiene que ser tan difícil!
―No es momento de perder los estribos, Cisco ―advirtió el Dr. Wells.
La concentración de Morgan regresó a su lugar en un chasquido, sabiendo que los estaba haciendo perder tiempo.
―Entonces... El meta-humano. ¿Cómo hizo... Eso? ―Esta vez se dirigió a Barry, quien apenas había hecho notoria su presencia en la habitación. Sus palabras se le habían escapado al verla entrar, teniendo problemas con concebir la actual imagen de Morgan con su previo concepto de ella. Parecía no encajar, se veía... Estaba contrariado. No es que el velocista haya sido ignorante ante el evidente atractivo de la joven, él sabía que ella era bonita. Sin embargo, jamás lo había afectado de la forma en la que lo estaba haciendo en ese momento. Los latidos de su corazón se había acelerado más, cosa que creía imposible, y su mente se había reseteado. Su silencio pareció darlo de cabeza, pues ella enarcó una ceja en su dirección―. ¿Barry?
Cisco se acercó con disimulo y picó la espalda del héroe con la punta de una pluma, haciéndolo reaccionar.
―Ahm, sí... Lo hizo... ―balbuceó.
―Con una carga electroestática muy alta ―completó el Dr. Wells por el forense.
Morgan asintió, frunciendo el ceño ligeramente.
―¿Yo puedo hacer eso?
―En teoría sí, señorita Whitmore ―afirmó el Dr. Wells.
Un escalofrío recorrió su columna, arrepintiéndose de preguntar en primer lugar. Se le olvidaba lo dañina que podría resultar para un humano normal. Tenía que recordarse que no importaba, pues jamás utilizaría su don con tan crueles intenciones.
Gracias al nuevo software configurado por Felicity Smoak, pudieron encontrar la identidad del hombre: Casey Donahue. Asimismo, Cisco pudo ver que su identificación estaba siendo usada en la subestación eléctrica de Petersburg en ese mismo momento, lugar donde el fallecido solía trabajar. Para terminar de unir las piezas de su presente misión, Caitlin les informó que la red de Petersburgo estaba experimentando un bajón de energía.
―Barry, tenga...―el Dr. Wells pretendía advertirle, pero el héroe ya había salido de ahí― ...cuidado.
―Excelente ―murmuró Morgan, poniéndose su auricular para ir tras él.
―¡Espera! ―Cisco la detuvo, lanzando un pequeño objeto negro en su dirección―. No olvides ponerte eso.
Morgan lo reconoció como un simple antifaz negro que se acomodaba al puente de su nariz, expandiéndose alrededor de sus ojos. Era un detalle que había discutido previamente con Cisco, inspirándose en Los Increíbles sin vergüenza. La castaña reveló una deslumbrante sonrisa al acomodarse el accesorio sobre sus ojos, mientras salía de ahí a buen paso, directo al estacionamiento.
Por obvias razones Barry siempre era el primero en llegar a las escenas, algo a lo que ella estaba comenzando a acostumbrarse. Eso solo porque no tenía de otra. Morgan no era fanática de cómo el velocista abordaba las situaciones. Era demasiado rápido en actuar, creaba el plan a la marcha. Barry tenía suerte de que lograra salirse con la suya la mayoría de las veces.
Después de acallar su monólogo interno para no perder concentración, Morgan ya se encontraba atravesando la ciudad sobre su nueva motocicleta con Caitlin dándole indicaciones de cómo llegar a la subestación por el auricular.
―Uh, ¿qué es eso? ―escuchó a Cisco extrañado.
―¿Qué es qué? ―preguntó la castaña con el temor de estarse perdiendo toda la acción.
Al no recibir respuesta solo aceleró, ignorando las peticiones de que bajara la velocidad que le daba Caitlin. Supo que no había sido lo suficientemente rápida al ser recibida por una aterradora escena que desfavorecía al velocista. Barry estaba siendo atravesado por un rayo celeste, a merced del meta-humano contrario. El héroe parecía emanar un aura de energía amarillenta que estaba siendo vorazmente consumida por su rival, sin dar señales de saciarse.
Morgan maldijo por lo bajo, ya disparando una esfera de energía en su dirección. Sus entrenamientos de puntería parecieron dar fruto, pues acertó a impactar directo a su cabeza. El ataque funcionó de distracción suficiente como para que el hombre soltara su agarre en el velocista. Barry cayó de rodillas al suelo, jadeante y soltando quejidos entre dientes.
―Morgan, sácalo de ahí ―le ordenó el Dr. Wells.
Ella acató la orden sin pensar, ligeramente embelesada por el nuevo meta-humano. Es decir, se habían discutido previamente las similitudes entre sus habilidades. Morgan lo había visualizado como alguien parecido a ella, pero no era así... No realmente. El meta-humano presentaba muy mala pinta, y eso era decir poco. Se le veía pálido en un grado enfermizo. Sus ojos se sumían en terribles ojeras de profunda oscuridad, siendo enmarcados por pronunciadas venas que brotaban bajo su piel.
Morgan corrió hasta el velocista y lo ayudó a levantarse.
―Tenemos que irnos ―le murmuró con urgencia.
Barry la tomó de la cintura y comenzó a correr, pero a unos cuantos metros se detuvo exhausto.
―¿Qué sucede?
―Corra, Barry ―se escuchó al Dr. Wells demandante por el comunicador.
El joven alzó su mirada conectándola con la de Morgan y ella distinguió su terror.
―No puedo ―explicó entre jadeos―. Mi velocidad... Se agotó.
Morgan no se dejó embargar por su contagioso temor, pues se había hecho consciente de la cercanía del meta-humano adversario. Su plan de escape se había estropeado, por lo que supo que su única opción era enfrentarlo nuevamente. Cuando salió de su escondite a encararlo, ella ya había canalizado su molestia sin remedio. Lo haría pagar por lo que sea que le acababa de hacer a Barry. Usó sus dos manos para reunir una buena carga, escuchando la energía chisporrotear violentamente entre ellas. Sin darle tiempo al hombre de reaccionar, disparó en su contra con tanta potencia que provocó que éste saliera volando al otro lado de la estación, perdiéndose de vista.
Barry quedó boquiabierto.
―Buen tiro ―aduló. Para su sorpresa, vió la disposición de Morgan a ir tras él nuevamente, teniendo a sus poderes todavía alertas expuestos en el brillo de sus manos y de sus ojos. El héroe alcanzó a detenerla a medio correr, rodeando su cintura con los brazos―. ¡Wow, wow! Creo que ya tuvo suficiente, tenemos que irnos.
―¡Yo solo...! ―se removió un poco, intentando deshacerse del agarre del velocista, pero finalmente cedió con un bufido―. Sí, suficiente.
Inevitablemente conectaron miradas y su preocupación se evidenció totalmente, habitando vivaz en su rostro. La defensiva de Morgan se aminoró, mientras lo sujetaba por los hombros para finalmente envolverlo completamente en sus brazos con fuerza. Podría decir que lo había abrazado en consolación, pero la realidad era que ella probablemente lo necesitaba más que él. Haberlo visto perecer por culpa de su tardanza le martillaba en el pecho.
―Llegué tarde, perdón. Estarás bien, Barry ―le aseguró con determinación―. Vamos, yo manejo de regreso.
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LOS MINUTOS YA SE ESTABAN ACUMULANDO, mientras ellos observaban silenciosamente a Barry correr sobre la cinta. Nada parecía cambiar.
―Wow ―escapó de los labios Morgan, rompiendo su largo silencio. Optó por agregar lo que todos estaban pensando―: Corre... Muy lento.
―Incluso para una persona normal ―completó Cisco con los brazos cruzados sobre su pecho.
Eso sería un problema.
Como si los hubiera escuchado, Barry cesó de correr abruptamente. Sus facciones se encontraban tensas, mostrando su frustración. Con los hombros caídos bajó de la caminadora para encarar a su equipo.
―No puedes perder tus poderes, ¿de acuerdo? ―declaró Caitlin antes de que cualquiera pudiera decir lo contrario. Si su objetivo era contagiar confianza, su voz solo mostraba cuánto se esforzaba por no caer en la histeria―. Tu ADN se transformó por la explosión del acelerador de partículas. No se puede deshacer el ADN.
―¿Sí? Díselo a los 15 minutos que nos tomó a Morgan y a mí regresar aquí ―disputó el héroe de regreso.
―¡Hey, eso es buen tiempo en relación con la distancia! Estábamos en hora pico ―se defendió Morgan. Sabía que apenas la había comprado, pero Gloria (su moto) tenía la velocidad perfecta. Que no cumpliera los estrictos estándares de Allen, no era su problema.
―Nos equivocamos. Este meta-humano no es como la señorita Whitmore. Él solo absorbe la electricidad ―intervino el Doctor Wells―. Por eso le quitó su poder.
―Se alimentó de él ―añadió Morgan, recordando lo que había visto.
―Bueno, ¿creen que esto sea temporal o...? ―Barry se meció en su lugar impaciente.
El Dr. Wells no tenía una respuesta contundente, no esta vez. Se limitó a decirle que tendrían que hacer pruebas, pero le prometió que lo arreglarían. Sin poder aguantar un segundo más ahí, Barry se disculpó a sí mismo. Como excusa comentó que debía advertirle a Joe West sobre su falta de poderes y sobre el nuevo meta-humano, desapareciendo de los laboratorios enseguida.
El resto se dispersó a ocuparse de sus debidas tareas. Se le aseguró a Morgan que no había nada más que ella pudiera hacer, por lo que también evacuó el edificio para distraer su mente con los asuntos de Whitmore's Industries. No fue muy fructífero, pues se vio regresando esa misma noche a las instalaciones. De primeras encontró al mismo velocista que no había abandonado sus preocupaciones observando la vitrina con su traje, cargando sus ojos con melancolía. Ella acababa de comprar donas, pensando que podría levantar el ánimo del equipo. Cuando el héroe advirtió sus pisadas, desvió su mirada en su dirección, notificando su presencia.
―Hey.
―Hey ―saludó de regreso con voz suave. Agitó la bolsa de papel que llevaba con ella―. Traje donas.
Barry sonrió sin mostrar sus dientes. Después de darle un asentimiento en apremio, sus ojos regresaron a fijarse en el traje escarlata. Morgan colocó la bolsa marrón que cargaba en la mesa más cercana y se acercó a él con meditada cautela.
―¿Crees que lo volveré a usar? ―le preguntó, intentando esconder su deje de preocupación.
―Sé que lo volverás a usar ―le aseguró.
―Sé que no he tenido mi velocidad por tanto tiempo ―explicó, después de dejar salir un pequeño suspiro―, pero ahora que ya no la tengo, siento como si hubiera perdido una parte de mí.
Morgan formó un mohín con sus labios.
―Con o sin tu velocidad, aún sigues siendo tú, Barry.
―Pero no lo soy ―objetó―. No soy la mejor versión de mí. Amo ser Flash. Amo todo al respecto. La sensación de correr a cientos de kilómetros por hora, el viento y el poder pasando por mi rostro; ser capaz de ayudar a las personas... ―Barry perfiló su rostro para poder mirarla de arriba abajo con una débil sonrisa―. Sé que sabes de lo que estoy hablando. No estoy seguro de poder vivir sin eso, Morgan.
Sorprendentemente, ella sí sabía de lo que hablaba.
―No suenes tan derrotado ―pidió, dando un paso al frente, mientras le dedicaba una mirada cálida en un intento de comunicarle su optimismo inquebrantable―. Mira, probablemente no sea una cerebrito como todos ustedes y en este momento no podría decirte exactamente cómo arreglarlo, pero sé que lo haremos. Lo sé. No vas a vivir sin tu velocidad.
Morgan solía decir muy a menudo que él tenía facilidad con las palabras, cuando Barry lo sentía al revés. Al hablar como ella lo hacía, la castaña podría afirmar que el cielo era verde y él se lo creería.
En un impulso no muy propio de ella, Morgan tomó la mano del castaño con gentileza, queriendo reconfortar todo lo que le atormentaba. No sabía si era la tenue iluminación dorada del atardecer, su empatía hacia el héroe o lo suave que se sentía su piel, pero su pecho se infundió en una ardor crispante y placentero. No había anticipado lo agradable que resultaría el contacto entre sus terminaciones nerviosas.
Su gesto pareció sacarle una sonrisa sincera al héroe, quien instintivamente dio un paso más cerca de ella. Correspondiendo al tacto, Barry entrelazó sus dedos delicadamente para concederle un pequeño apretón afirmativo.
Gracias, quería decirle, por comprender. Por estar. Sus palabras estaban encontrando su camino a externalizarse, cuando Cisco irrumpió en el Córtex con Caitlin pisándole los talones. Sosteniendo su tableta en manos, anunció en voz alta:
―Farooq Gibran.
La imprevisible interrupción rompió la pequeña burbuja en la que se habían inmerso momentos atrás. Con un respingo el par se soltó, dando un paso lejos del otro con disimulo.
―¿Quién? ―preguntó Barry.
―El vampiro que te quitó tu velocidad ―explicó entregándole la tableta con la información―. Hackeé el video de vigilancia de la subestación de Petersburgo. Cuando vi su rostro fue sencillo encontrar su nombre.
La tableta mostraba una noticia sobre dos muertos y un herido en una torre eléctrica la noche de la explosión del acelerador de partículas, lo que explicaba a la perfección los poderes de Farooq. Apenas se estaba absorbiendo en su totalidad la implicación de la nueva información, cuando un ruidoso pitido les reclamó su atención. Cisco se apresuró a atenderlo, exponiéndoles las imágenes de sus cámaras de seguridad.
―Esto tiene que ser una broma. Esto no puede estar pasando.
Hablando del rey de Roma.
Las grabaciones mostraron al meta-humano en cuestión, de pie a las afueras de los laboratorios. Se veía igual o peor de cómo lo recordaba Morgan, con esos mismos ojos celestes hundidos en profundas sombras negras. Farooq demandó ver al Dr. Wells, ordenando que abrieran la puerta bajo amenaza. En consecuencia de ser ignorado, estiró una de sus manos y comenzó a absorber la energía del laboratorio entero, provocando que la iluminación del Córtex comenzara a fallar.
―Tengo que ir a detenerlo ―murmuró Morgan, buscando su traje.
Barry la tomó del brazo para frenarla.
―Morgan, espera. Todavía no sabemos qué podría hacerte a ti.
Las luces se fueron completamente.
―La necesitamos aquí ―secundó el Doctor Wells, quién se había reunido con ellos a la aparición del intruso.
Morgan accedió a regañadientes. Sin darles un respiro, Barry recibió una llamada que agregó urgencia a la situación: Joe e Iris estaban en problemas. En la comisaría se había creado una situación de alto peligro, donde uno de los criminales estaba manteniendo a media oficina como rehenes.
Ahí fue cuando el Dr. Wells habló de una teoría que tenía, basándose en que nada había cambiado en el nivel subatómico de Barry: sus células eran las mismas.
―Solo necesitan energía ―determinó Cisco y todos los ojos recayeron en Morgan.
―¿Qué tengo que hacer?
―Tienes que replicar el impacto inicial en el sistema de Barry.
―Pero eso significaría una corriente de al menos 20 000 kiloamperios ―Cisco habló con incredulidad, después de concluir con los cálculos en su cabeza.
―¿Están locos? Esa es más electricidad que en una silla eléctrica ―Caitlin sonó realmente preocupada ante tal idea.
―Magnitudes que la señorita Whitmore alcanza holgadamente, que es justo lo que necesitamos ―aseguró el científico, mostrándose completamente determinado a regresarle la velocidad al héroe.
El plan era reiniciar el generador para que Morgan pudiera absorber la carga necesaria, así evitarle el esfuerzo de tener que producirla ella sola y aminorar posibles riesgos en la ejecución. Posteriormente se la transmitiría a Barry en una única descarga constante. Con eso ya establecido, lo único que quedaba era contar con el consentimiento del forense para proseguir, por lo que todos lo observaron con atención en espera a una respuesta.
―Mmmmh... ―murmuró con dubitación―. Morgan, no quiero bajar lo ánimos. Es solo que... Vi cómo quemaste la sala de descanso de los empleados ―la expuso con cierta desconfianza.
La mencionada abrió la boca desmesuradamente, siendo tomada desprevenida.
―¡P-pero...! ¡Fue culpa de Cisco! ―exclamó en su defensa.
―¿Mi culpa? ―Cisco saltó.
―¡Tú fuiste el que quería que le preparara unas palomitas, cuando apenas estaba aprendiendo a controlar la energía térmica!
―Sí fuiste algo insistente con tus palomitas ―Caitlin la apoyó furtivamente con una mueca.
―¡Oh, sí, ahora yo tengo la culpa...!
―Suficiente ―Barry los interrumpió―. Ustedes no lo vieron esa noche, él no sabía lo que estaba haciendo. Voy a hablar con él.
Al no poder detenerlo debido a la estupefacción que trajo su decisión, el equipo fue tras él hasta alcanzar una de las entradas de los laboratorios. Morgan, Cisco, Caitlin y el Dr. Wells se acomodaron fuera de la vista de Farooq, a una distancia que les permitía mantenerse al tanto de lo que ocurría. Le escucharon asegurarle al meta-humano que no lo lastimarían e intentó simpatizar con él, haciendo uso de su facilidad de palabra. Supieron que la charla no había funcionado, cuando vieron al héroe salir disparado por el pasillo tras ser impactado por una descarga eléctrica.
―Suficiente ―resopló Morgan con ardiente molestia, mostrándose a sí misma frente al oponente con sus manos alzadas en defensa.
Caitlin corrió a checar el bienestar del héroe y Cisco a cerrar la puerta, mientras Farooq y Morgan se alcanzaban el uno al otro con sus disparos simultáneamente. A la par se enfrascaron en una batalla de poder, viendo quién absorbía más energía del otro. La meta-humana logró sostener firme su ofensiva el tiempo suficiente para que la puerta se cerrara entre ellos. Esa traba no aguantarían mucho, tendrían que moverse.
Entre jadeos y presura, todos repasaron un plan antes de separarse. A Morgan y a Barry les correspondía regresar al Córtex, mientras Cisco, Caitlin y Wells se ocupaban de encender el generador. Una vez habiendo alcanzado la habitación principal del edificio, la meta-humana aprovechó para enfundarse en su traje con Barry tapándose los ojos a unos metros de ella.
Estaban explotando el tiempo de sobra que tenían, mientras esperaban a que la otra mitad del equipo cumpliera con su parte de la estrategia, cuando escucharon a Farooq aproximarse a su locación.
Morgan tuvo la intención de salir a detenerlo de frente, pero Barry fue más rápido en tirar de su brazo y obligarla a buscar escondite junto a él. Encubiertos detrás de una pared, pudieron escucharlo caminar de lado a lado, acechandolos con la energía repiqueteando en sus manos.
―¿Sabían que el cuerpo humano genera electricidad? El promedio por persona es de 342 vatios. Y puedo olerlo de ustedes. En especial de ti, azulita ―siseó con malicia.
Barry pudo ver a Morgan cerrar los ojos con fuerza, pegándose lo más que podía a la pared en sus espaldas. Él alcanzó su mano y la apretó. No dejaría que la dañaran, ni a ella ni a nadie. La castaña abrió los ojos para mirarlo de reojo, consciente del escozor que sentía donde sus pieles hacían contacto. Ella ya estaba visualizando la mejor manera de enfrentar a Farooq para salir de ahí, cuando el generador reinició y se encendieron las luces. Esto fue distracción suficiente para que el meta-humano decidiera abandonarlos para proseguir su verdadero interés.
Una vez a salvo, ambos se pusieron de pie, dispuestos a proseguir. Cuando Morgan logró posicionarse frente a la fuente de energía del Córtex, pudo notar que el héroe continuaba sosteniendo su brazo contra su cuerpo con fuerza.
―Barry, sigues lastimado ―señaló con algo de terror. Ella conocía los riesgos y no quería dañarlo. La imagen de la víctima de Farooq parecía pegada en su cabeza: carbonizada e irreconocible.
―Morgan ―la miró con profundidad―. Confío en ti. Hazlo.
―Pero...
―¡No tenemos opción!
―Barry... Considera que el Dr. Wells podría estar en lo incorrecto, no sería la primera vez ―pidió con ojos cristalinos. Ella quería ayudar, de verdad, pero ahora que estaban en posición, no encontraba la fuerza de simplemente dispararle con un rayo de energía―. Podría asesinarte, ¿lo sabes?
―No lo harás.
—¿Podrías reflexionarlo un segundo?
—En cualquier caso, es mi decisión, quiero que lo hagas. ―A pesar de sus palabras, no se le veía muy convencida. Estaba asustada, Barry lo sabía. Asustada de causarle algún daño―. Escucha, una vez alguien me dijo que me cayó el rayo por una razón; que me eligió. No sé si lo creo, pero ahora eso no importa. ¿En qué crees tú?
Morgan inspiró fuertemente, optando por dejar de darle tantas vueltas al asunto y simplemente hacerlo. Plantó ambos pies firme en el suelo y alzó ambas manos a sus costados: una en dirección a la fuente de energía y otra hacia Barry. Cuando pudo sentir la carga eléctrica deseada palpitando bajo su mano, esperando su impulso de voluntad para conectarse a ella, le dirigió una última mirada de vacilación al joven.
―Hazlo ―insistió.
La meta-humana disparó la descarga hacia el héroe. 20 000 kA. Podía sentirlos conectarse a través de ella hasta Barry, iluminando la habitación de un brillante color azul. En cuánto la emisión se consumió en su totalidad, el cuerpo del héroe salió disparado a impactar en el otro lado de la habitación. Con un grito ahogado, Morgan corrió para checar su estado.
―¡Barry, joder! ―exclamó, arrodillándose a su lado―. ¿Estás bien? ¿Te sientes distinto?
La respuesta se contestó sola, cuando su mano se comenzó a desdibujar, moviéndose a gran velocidad. Barry frunció el ceño y negó, deteniendo lo que sea que estaba haciendo y aplastando la esperanza de la castaña.
―No funcionó.
Una serie de ruidos desarrollados fuera del Córtex llamó su atención con mayor urgencia. El par se puso de pie inmediatamente, saliendo al pasillo con cautela con el objetivo de asegurarse de que ninguno de sus amigos se encontrara en peligro. Cuando un cuerpo estampó contra la pared delante de ellos, se vieron sorprendidos al no encontrarse con el rostro de ningún miembro de su equipo. Era Tony Woodward.
―¿Tony? ―Barry balbuceó con impresión.
―¡Tony! ―exclamó Morgan en respuesta, mientras ambos se precipitaban en su dirección para arrodillarse a su lado―. Tony, ¿qué estás haciendo?
―Por favor, me conocen. Jamás huyo de una pelea ―respondió entre quejidos profundos.
A juzgar por la gravedad de sus heridas que se hacían evidentes, los dos héroes no tardaron en deducir la severidad de su condición.
―Tony quédate con nosotros, ¿sí? Estás bien, lo estás. ―La voz de Morgan se rompió al añadir esto último, intentando convencerse a sí misma de la verdad de sus palabras.
Ella intentó ponerlo de pie, tirando de su fornido cuerpo, pero este no parecía cooperar. En cambio, el lesionado se limitó a estirarse lo suficiente en su dirección para poder susurrarles un débil "huyan", antes de desplomarse inerte en el suelo. Los ojos de Morgan se desenfocaron ante la imagen, absorta en lo que acababa de pasar. Pronto volvió a tomar de él para sacudirlo y hablarle en un intento de obtener una reacción de su parte con una gran opresión creciéndole en el pecho.
―¡Morgan! ―Barry la llamó con exigencia, teniendo que casi arrastrarla lejos de Tony al ver la figura de Farooq aproximándose por el pasillo.
A duras penas el dúo alcanzó hacer aparición en el lugar que habían asignado para su reunión. Al tener visión de Cisco y Caitlin, se vieron en la pena de informarles que no había funcionado. Con incredulidad, la doctora prosiguió a hacerle un par de pruebas a Barry, sin creer que no hubiera sido exitoso.
―No puedo creer que murio ―murmuró Morgan con voz temblorosa, todavía intentando borrar la imagen del lecho de Tony de su mente.
―¿Quién? ¿El Doctor Wells? ―se alarmó Cisco.
La mención del hombre hizo que Morgan alzara la cabeza, recién notando la ausencia del científico. ¿El Dr. Wells? ¿No se suponía que él tendría que estar con ellos?
―No, Tony Woodward ―corrigió Barry―. Escapó de la tubería. Debió salirse cuando se produjo el apagón.
―No es posible. La tubería está diseñada para resistir un apagón ―aclaró el ingeniero extrañado―. Alguien debió dejarlo salir.
―Fui yo. Yo lo liberé. ―Así fue como el Dr. Wells anunció su llegada.
La nublada mirada de Morgan recorrió el lugar hasta fijarse en el par de fríos ojos azules que la miraban detrás de unos anteojos.
―¿Qué? ¿Por qué? ―Barry se levantó de su asiento confundido y a la defensiva.
―Para distraer la atención del intruso, mientras restauramos su velocidad.
―¿Lo usó como distracción? ―espetó Morgan, sintiendo la ira burbujeando en su interior.
―Resultó ser innecesaria. Parece que el plan falló.
Los ojos de Morgan se desbordaron, sintiendo el cálido camino que un par de lágrimas recorrieron hasta caer por su barbilla. Pausadamente, dejó que su mirada cayera en el estado de sus manos: estaban temblando notoriamente, cubiertas de la sangre aún fresca del fallecido. Barry pareció haber seguido una línea de pensamiento parecido, pues pronto pronunció entre dientes:
―Nuestras manos están manchadas de su sangre ―gruñó encarándolo―. ¿Cómo pudo hacer eso?
―Muestra mucho sentimiento por un hombre que los atormentaba de niños.
Esa fría declaración partió la habitación como un látigo. Morgan no podría soportarlo. Al darse cuenta, Barry se apresuró a dar un paso hacia al frente, poniendo un brazo frente a Morgan en un instinto protector al notar que en sus manos comenzaban a bailar pequeñas descargas de energía.
―Tony era un bravucón de vez en cuando, pero no merecía morir ―continuó Barry.
―¿Y Caitlin? ¿O Cisco? ¿Morgan o usted? ¿Yo? Tomé una decisión. Él o nosotros. Elegí que fuéramos nosotros sin dudarlo. ―El hombre hablaba sin titubear, no había ningún resentimiento en su voz.
―Siempre habla de curas milagrosas y descubrimientos científicos, pero no le interesan las personas para nada ―lo acusó con enojo.
―Tal vez le importe mucho. Sé que ser un héroe es importante para usted. Respeto sus ideales, aunque no tengo el lujo de compartirlos.
―Lo olvidé. Su tablero de ajedrez. Solo somos peones para usted, ¿correcto? ¿Cuál es su jugada, Doctor? ¿A cuál de nosotros sacrificará luego?
La profunda mirada del hombre cayó en Morgan por una fracción de segundo, quien se estaba ocupando en limpiar las lágrimas de su rostro, manchándose la cara de sangre por accidente.
Pasando de página, se concluyó que Barry contaba con distonía focal. Es decir, que su bloqueo no era físico, era mental. No disponían del tiempo para detenerse a arreglarlo, tenían que salir de ahí.
El equipo ya se había comenzado a movilizar en su evacuación. Todos menos Morgan, quién parecía tener los pies completamente fijos en el suelo. Cada palabra pronunciada por el célebre científico con respecto a lo ocurrido la habían arañado por dentro, dejándola helada. Barry se giró para tenerla cara a cara, queriendo encontrar su difusa mirada con urgencia.
―Barry, él... Él... ―balbuceó con discrepancia sin poder completar la oración como quería.
Él está loco. Él es un monstruo. Él mató a Tony Woodward.
―Morgan, lo sé. Lo sé ―le repitió en voz baja. Atrapó la tela de las mangas de su playera para utilizarla como pañuelo y comenzó a pasarla con suavidad por las mejillas de la castaña, limpiando la sangre y las lágrimas que se encontraban en su piel―. Pero ahora te necesitamos concentrada. Tenemos que irnos y tienes que reaccionar, ¿puedes?
Sin esperar una respuesta, los dos supieron cuándo ponerse en marcha. Los cinco ya se encontraban en el garaje con Barry en el volante de su vehículo de escape, cuando todo dejó de funcionar, anunciando la llegada del meta-humano.
Farooq hizo su entrada al garaje, precipitándose a disparar contra el laboratorio móvil. Morgan, Barry, Cisco y Caitlin se reagruparon rápidamente, queriendo revisar el estado de todos, debido al impacto. El meta-humano se dirigió hacia ellos con todo menos buenas intenciones. Consecuentemente, Morgan se interpuso en su camino, evitando que diera un paso más en dirección a sus amigos.
―Tú ―pronunció, escudriñándola con sus hipnóticos ojos.
―Enséñame qué tienes, chispitas ―provocó, acomodándose en una buena postura de batalla.
El primer ataque fue disparado y respondido al mismo tiempo: Farooq envió un rayo de energía en su dirección y Morgan lo rechazó con un campo de fuerza. La nueva habilidad demostrada tomó desprevenido al hombre, cosa que ella aprovechó para soltar una patada contra su pecho. Farooq lanzó un par de golpes en su contra que fueron esquivados para posteriormente recibir un gancho derecho a las costillas.
El meta-humano se recuperó más rápido de lo esperado. Con un gruñido de enojo se precipitó a ella como animal a su presa. La empujó por los hombros y provocó que ambos cayeran al suelo, Morgan recibiendo el impacto de la caída en la espalda. Forcejearon cada uno por su cuenta, pero él tenía ventaja al estar sobre ella. Cruzó el rostro de la castaña con un golpe que rasgó su mejilla y la tomó por el cuello de su traje hasta atraerla a su rostro. Sus narices llegaron a tocarse con sus jadeantes alientos chocando entre sí.
―Eres un perra ―siseó con una mirada asesina.
Morgan arrugó la nariz con asco y aprovechando el momento, le escupió en la cara.
Farooq se echó hacia atrás entre quejidos, dándola la liberación necesaria en espacio para que Morgan pudiera llevar sus rodillas al pecho. En esa posición tomó fuerza para patearlo con ambas piernas, quitándoselo de encima. Estaba por ponerse de pie, cuando Farooq plantó su codo contra su nariz fuertemente. La visión de Morgan se tiñó de manchas blancas y manchas de colores, siendo mandada directo al suelo nuevamente. Con ambas manos aprisionó su nariz que ahora comenzaba a emanar un líquido caliente y metálico, y comenzó a parpadear rápidamente en un intento de volver a orientarse.
Su vista a penas estaba enfocándose nuevamente, cuando fue atacada nuevamente por la potencia de energía de Farooq. Por pura fortuna fue que Morgan pudo corresponder al disparo a tiempo, creando un choque entre ambas descargas antes de que ella fuera tomada bajo la merced del otro. La castaña soltó un quejido agudo, sabiendo que las probabilidades se convertían negativas en su lado.
Por más que procuraba defender el poder de Farooq, ella podía sentir parte de su energía siendo consumida lentamente, concediéndole más poder a su contrincante. La fuga silenciosa de su propia fuerza la obligó a soltar su descarga de ataque, aterrada ante el prospecto de ser drenada por completo. Baja en imaginación, volvió a recurrir a un campo electromagnético de fuerza para reflejar la ofensiva de Farooq. Sin verse muy afectado y complacido por la muestra de debilidad de su parte, el meta-humano envió a su brazo a pescarla por el cuello, queriendo absorber lo último que quedaba en ella, mientras la miraba a los ojos. Morgan soltó un jadeo ahogado, arañando las manos que aprisionaban su garganta. Pronto perdió la fuerza en su cuerpo, convirtiéndose en peso muerto.
Había sido muy lenta.
―¡No! ―gritó Barry lleno de frustración, batallando con fervor contra su bloqueo mental.
La castaña se sentía desvanecer, cuando alguien más desvió la atención del vampiro.
―Yo soy el que quieres.
El poseedor de tan valiente intervención logró satisfacer a Farooq, frenando su presente tarea de drenar a la joven. De un tirón levantó a Morgan frente a él para poder enganchar uno de sus brazos alrededor de su cuello, manteniéndola bajo amenaza. Ella respiraba entrecortadamente con unos cuantos mechones de cabello cayendo sobre su frente, combatiendo por mantenerse consciente.
―Al fin da la cara ―sonrió con satisfacción al verse con Harrison Wells.
―Bueno, no tenía ganas de que me mataran.
―Tampoco mis amigos ―amenazó, dirigiéndose al hombre con el enojo palpable.
―Lo sé. Herí a muchas personas esa noche.
―¿Personas? Ni siquiera sabes sus nombres.
―Jake Davenport. Darya Kim. Ralph Dibney. Al Rothstein. Grant Emerson. Will Everett. Bea De Costa. Ronnie Raymond. Sé los nombres de todos los que murieron esa noche. Todos importan. El hecho de que el mundo ahora carezca de su potencial es algo con lo que debo vivir a diario. Pero estas persona no han hecho nada malo. ¿Quieres castigarme? Bien, adelante. Pero deje vivir a estas personas.
Morgan se sentía algo asqueada por el monólogo del mayor. No podía soportar verlo querer mostrar humanidad, después de lo ocurrido esa tarde. Detestaba aún más lo sincero que podía llegar a sonar.
―Él ya perdió su velocidad ―señaló a Barry para después dirigir su atención a la mujer que estaba sosteniendo. Morgan podría jurar que le había olido el cabello―. Y me desharé de ella para acabar con tus tristes juguetes. ―Después de un corto silencio, sentenció―: Todos ustedes fallecieron esa noche, solo se enteraron hasta hoy.
El pecho de Barry subía y bajaba violentamente, bombeando una gran cantidad de adrenalina por todo su cuerpo que paulatinamente emergía como pura electricidad. Cuando Farooq levantó una de sus manos hacia Morgan, todo se ralentizó. Pudo ver un rayo mortal escapar de la mano del meta-humano con dirección a la castaña, así que corrió. Corrió deshaciéndose de cualquier bloqueo mental hasta poder llegar a Morgan, alejando a Farooq de un golpe. Cuando todos pudieron registrar lo ocurrido, el velocista ya se encontraba frente a ellos con su traje puesto, preparado para el enfrentamiento.
Para cuando Morgan pudo recuperar algo de su cabeza, Barry y Farooq ya se encontraban envueltos en una deslumbrante esfera de energía celeste y amarilla, obligándola a entrecerrar los ojos para discernir sus figuras. Y finalmente, el meta-humano cedió, cayendo inerte.
Sin perder el tiempo, Barry buscó a Morgan con frenetismo. La divisó arreglándoselas para ponerse de pie, tambaleante y pálida como un fantasma. Casi lo había logrado, cuando su escasez de energía se hizo presente, haciendo que sus piernas fallaran. Antes de que volviera a azotar contra el concreto, el velocista la atrapó en brazos y la recostó con suavidad en el pavimento.
―¡Caitlin, ayuda! ―gritó, checando el estado de la castaña con preocupación.
Morgan quería decir algo o hacer algo, pero estaba demasiado débil. Estaba viendo doble y de su garganta no salía más que extraños sonidos guturales. Lo último que pudo registrar fue a Barry murmurando el nombre de Iris antes de abandonarla, saliendo de ahí en dirección a la comisaría. Morgan perdió conciencia, pero mínimo Caitlin estaba ahí para atenderla.
*"Ser de confianza es un mayor cumplido que ser amado."
(n/a) omg, larguísimo el capítulo. ojalá no haya quedado tedioso.
LLEGAMOS A 1.68K LEÍDAS, 239 VOTOS Y 142 COMENTARIOS. AAAAA Esta semana en especial recibí muchos nuevos lectores, así que BIENVENIDESSSSS, ES UN HONOR TENERLES AQUÍ. Gracias infinitas por todo su apoyo, ¡me encanta leer todos sus comentarios aaaa! Cualquier pregunta o comentario es muy bien recibido.
¡no olviden dejar su voto y comentar, lo apreciaría mucho!
El siguiente capítulo me gusta bastanteee, no puedo esperar a que lo lean. Quizás lo publique el miércoles en vez de el sábado, no lo séeeee <3!!!
cuídense, les mando un besazo,
niam roca
[ editado 16 de noviembre, 2021 ]
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