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Capítulo 6 -🐱🐻Para el amor no hay edad

Para el amor no hay edad.

Un hermoso ruso de cabello rubio esperaba en una banca dentro de un centro comercial, Yurio había aceptado la invitación de Otabek para tener una cita y quedaron de acuerdo por mensaje.

Estaba nervioso pero lo sabía disimular perfectamente, había llegado 15 minutos antes de la hora que habían acordado.

-Diablos, no sé porque estoy nervioso... es una simple cita. -Murmuraba para sí mismo.

El ruso volteaba a todos lados en busca del kazajo, hasta que por fin lo vio a lo lejos y las mejillas del rubio se tornaron de un leve color carmesí, el kazajo se veía bastante apuesto.

-Hola Yurio. -Dijo Otabek al fin reuniéndose con el rubio. -Lamento la demora, fue un poco difícil encontrar estacionamiento.

-Hola Otabek, n-no te preocupes. -Contesto rápidamente.

El kazajo sonrió un poco. -Yurio ¿estas nervioso?

¡Diablos! Pensó Yurio, ¿cómo es que ese hombre lograba descubrirlo tan fácilmente?

-Tsk para nada. -Contesto.

Otabek seguía con la misma sonrisa en sus labios. -Si te hace sentir más cómodo decir que es una salida de amigos en vez de una cita, no tendré problema con eso. Solo quiero estar contigo, no te obligare ni hare nada que tú no quieras, lo prometo.

Esas palabras hicieron que el ruso se relajara un poco, anteriormente había salido con Otabek, pero siempre fue en el plan de amigos y el kazajo siempre fue un caballero con él.

-Esto no es una salida de amigos. -Sonrió. -Es una cita, así que vamos.

Otabek asintió y ambos comenzaron a caminar, estaban un poco incomodos porque casi todas las miradas presentes se habían centrado en ellos, igual decidieron ignorar a todos, su único objetivo era divertirse y pasarla bien como cualquier pareja.

La plática entre ellos fluía de una manera excelente, no tenían que forzar nada ni tampoco había silencios incomodos. Ambos simplemente eran ellos mismos y aunque a veces Yurio era un poco explosivo, Otabek siempre sabia como manejar la situación.

Visitaron algunas tiendas de ropa, accesorios e incluso pensaron en la posibilidad de entrar al cine, pero descartaron rápidamente porque lo que menos querían era estar en silencio, disfrutaban mucho las pláticas que surgían, a veces eran cosas sin sentido, pero ambos se divertían.

-Beka, vamos a esa tien... -Un gran rugido del estómago del ruso lo interrumpió.

El kazajo soltó una pequeña risita. -¿Que te parece si mejor vamos a comer algo?

El ruso asintió, su cara estaba completamente roja y además estaba molesto porque su propio estomago lo había traicionado.

Decidieron ir a un lugar donde ya habían ido juntos anteriormente, era una pequeño restaurante de comida rápida que estaba dentro del centro comercial

-Ordenare por ti Yurio, ¿Qué quieres comer?

-Lo que sea. -Soltó el rubio. -Por mientras buscare un lugar donde sentarnos.

Otabek asintió y Yurio se fue a sentar a una mesa que estaba un poco retirada de las demás, no le gustaba estar entre tanta gente.

-Maldición, no quiero que las cosas se pongan incomodas por mi culpa. -Pensaba el rubio. -Además ¿Qué cosa le gustaba a Beka de mí?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el kazajo que llego con una charola con unas hamburguesas, papas, sodas y otras cosas más.

-Después de esto, vamos por un helado. -Sonrió.

-Ok...

-¿Sucede algo Yurio?

-Tsk, no, todo está bien. -Respondió el ruso.

-Sabes que conmigo no tienes que fingir.

-¡Quien está fingiendo! -Hizo una pausa ¿Cómo es que podia darse cuenta de todo? pensaba. -Es solo que... me preguntaba el porque te habías interesado en mí.

-Fue amor a primera vista. -Contesto rápidamente el kazajo con un rostro serio.

Las mejillas del rubio se tornaron de un leve color carmesí. -¡Como puedes decir ese tipo de cosas sin hacer ningún gesto!

Otabek sonrió. -Yurio, desde que te vi la primera vez me sorprendiste, eres un chico decidido y capaz de hacer lo que se propone. Siempre dices lo que piensas, sin temor, eres bastante estricto y profesional con lo que haces y eso lo admiro mucho. Has demostrado que tienes un gran talento y capacidad para ser de los mejores, aunque a veces seas muy explosivo.

-¡¿Ahh?!

-Eso me gusta, me gusta todo de ti, en especial tu mirada, tienes tan hermosos ojos que es difícil no perderse en ellos, a veces tienes una mirada linda y otra veces tienes la mirada de un soldado, eso me gusta mucho.

-Beka... no tenemos la misma edad y-

-No importa. -Lo interrumpió. -Seré paciente y esperare por ti el tiempo que sea necesario. -Sonrió.

El corazón de Yurio se aceleró. -Diablos, cada vez que sonríe me enamoro más de él... ¡Eso me molesta! -Pensó.

Ambos terminaron su comida y salieron del restaurante en busca de un helado, pero cuando iban caminando, Yurio freno de repente. Su mirada estaba fija en un gatito que se encontraba dentro de una máquina de peluches.

-Vamos a intentarlo. -El kazajo se acercó a la máquina. -¿Te gusto ese verdad? -Dijo mientras le apuntaba al lindo gato de peluche.

-Si... pero no es necesario Beka.

El kazajo metió la moneda y con una sorprendente habilidad, logro sacar el peluche.

-Toma. -Dijo mientras extendía su mano. -No es muy difícil ganarle a estas máquinas.

Yurio acepto el peluche y sus mejillas se ruborizaron un poco. -¡Lo intentare! -Dijo mientras metía una moneda en la famosa máquina.

Le dedico una mirada de odio a esas frías pinzas metálicas que colgaban y se balanceaban conforme movía la palanca de un lado a otro y con la misma habilidad que tuvo Otabek, el ruso también saco un oso de peluche.

-Toma, es para ti. -Dijo mientras extendía su mano.

-Gracias. -Respondió en kazajo con una sonrisa.

La pareja siguió caminando y notaron como las miradas de los presentes se clavan una vez más en ellos, aunque... ¿Cómo no hacerlo? Al parecer ambos aun no sabían el significado de la palabra "discreción".

El ruso se atrevió a tomar a Otabek de la mano y siguieron caminando y platicando sin importarles lo que dijeran los demás. Es ahí cuando vio un rostro familiar a unos metros de distancia, era JJ abrazando cariñosamente a una linda chica de tez blanca y cabello negro algo cortó, se veían tan felices que cualquiera diría que son la pareja perfecta.

Yurio volteo con Otabek, encontrándose con esos ojos marrones clavados en él, el rubio le sonrió un poco mientras sus mejillas se ruborizaban y apretó con más fuerza la mano del joven kazajo. Si, Yurio sabía que había tomado la decisión correcta.

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