stress
Pareja: Thomas Lightwood / Alastair Carstairs.
Fandom: Cazadores de Sombras; The Last Hours.
Spoilers: Chain Of Gold, Chain Of Iron.
Advertencias: Contenido sexual explícito.
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Fue un día demasiado largo e irritante.
Thomas asistió a Christopher en uno de sus experimentos que se estaba desarrollando mientras Alastair asistió a una reunión de la Clave.
Por supuesto, a ninguno le fue bien durante el día; Christopher había estado más distraído de lo normal y casi incendiaron el laboratorio de Henry Fairchild en tres ocasiones, por lo que apagar el fuego antes de que se expandiera fue bastante tedioso y cansado, tanto que cuando el día terminó, Thomas estaba completamente agotado y con la necesidad de dormir durante días.
Llegar a casa fue como un bálsamo para su pobre alma, ya que su hogar lo hacía sentir cálido y en paz consigo mismo y con el mundo.
Alastair aún no había llegado, por lo que Thomas se estableció en uno de los sofás de la sala y lo esperó, en un estado adormilado y lánguido. Cuando Alastair llegó, despertó a Thomas con sus pasos ligeros.
—Hola —murmuró Thomas, con la voz suave.
Alastair lo miró, y una mirada fue todo lo que necesitó para saber que éste tampoco tuvo un día bueno. Las razones, apostaba, eran las mismas de siempre.
Alastair y él llevaban cuatro años de relación, en los que tres de esos años se habían mantenido como una pareja anónima, y en el otro ambos habían decidido salir abiertamente y presentarse como una pareja. No más excusas, no más omisiones, ante el mundo, ellos dos eran una pareja y vivían juntos. La Clave y muchos miembros de ella, lastimosamente, no se lo habían tomado a bien; demasiado prejuicio en contra de aquellos que amaban libremente y tanto él como Alastair se vieron sometidos a perjurios en el último año. Ningún miembro de la Clave fue directo porque ir en contra de un mismo Cazador de Sombras era casi prohibido, pero la mayoría de ellos dejaron en claro lo que pensaban con comentarios llenos de veneno y tenacidad que solo estresaron a Alastair, quién siempre había vivido tratando de mantener una apariencia buena de su familia.
—Hola —contestó Alastair, mientras se quitaba una chaqueta de encima y la tiraba al otro sofá. Fue más que evidente en su voz su humor amargo, por lo que Thomas se sentó y le hizo un gesto para que se le acercara.
Alastair no dudó ni por un segundo en acercarse e inmediatamente se sentó en su regazo y lo abrazó por el cuello. Aún después de cuatro años, las mejillas de Thomas se ponían rojas y su corazón latía más fuerte en su pecho cuando Alastair tenía aquella confianza con él.
—¿Asumo que la reunión de la Clave fue mal?
Alastair gimió pesadamente sobre su cuello, como una confirmación a su pregunta.
—Fue horrible. La más horrible de todas —murmuró ahogadamente contra su cuello—. Esas arpías y buitres estaban buscando la oportunidad para encontrarme a solas e insinuarme las cosas más ridículas. Tu padre tuvo que rescatarme de los comentarios venenosos de los Cartwright.
—¿Lo hizo?
—Sí —contestó Alastair—. Aparentemente, no pudo soportar que alguien más me dijera esas cosas prejuiciosas, en sus propias palabras.
Thomas besó la mejilla de Alastair, imaginando todo lo que tuvo que haber soportado —a solas— para que su padre tuviera que rescatarlo y alejarlo de los demás. En el fondo, se sentía culpable por haber dejado a Alastair a solas, pero era algo que alguno de los dos iba a tener que hacer en algún momento. A Thomas no le agradaba el hecho de ser el primero de los dos.
—¿Quieres comer algo? ¿O dormir?
Alastair, después de la reunión de la Clave, cumplió con sus patrullas habituales, por lo que seguramente no había comido tranquilamente.
—No quiero dormir ni comer —dijo Alastair contra su cuello—. Yo solo quiero que me abraces durante media hora y después me tomes y saques este estrés de mi cuerpo.
—¿Estás seguro?
No le agradaba la idea de que Alastair no se estuviera alimentando de forma correcta.
—Sí, Tom.
Alastair besó su garganta de forma superficial, y después su mejilla. Se separó un poco para mirarlo, con los ojos brillando en deseo.
—Está bien —aceptó. Se inclinó y besó los labios dulces de Alastair, y se levantó con el cuerpo de éste envuelto alrededor del suyo.
Su habitación no estaba demasiado lejos de la sala, por lo que no fue difícil llegar rápido y colocar el cuerpo ligero y delicado de Alastair contra las sábanas blancas de la cama. Alastair comenzó a desabrochar su camisa mientras se acomodaba en medio de las almohadas y las sábanas, Thomas siguió su ejemplo y se deshizo de su propia camisa sin quitar sus ojos de su pareja.
Cuando Alastair estuvo a punto de desabrochar su pantalón también, Thomas lo detuvo y lo hizo él mismo; por alguna razón que aún no lograba explicarse a sí mismo, le encantaba desnudar el cuerpo y la piel tersa de Alastair. Le encantaba sentir los músculos y la suavidad bajo sus manos ásperas, y los sonidos que Alastair hacía al sentir sus toques.
Sin poderlo evitar, se inclinó y besó el estómago de Alastair mientras desabrochaba su pantalón con manos ágiles y suaves. Alastair exhaló con fuerza y su cuerpo se estremeció bajo las manos y boca de Thomas, que no tuvo ninguna vergüenza de dejar una marca de amor sobre la piel suave de éste.
Se deshizo de los pantalones de ambos, y antes de quitarles a ambos la última ropa sobre sus cuerpo, se detuvo y colocó su cuerpo encima del de Alastair para comenzar a besarlo.
Los labios de Alastair se sentían igual que siempre, cálidos y dulces contra los suyos, Thomas no tuvo ningún reparo en profundizar los besos y morder los labios de Alastair. Un beso se convirtió en diez, y diez se convirtieron en incontables en los que ambos perdieron la noción del tiempo mientras sus labios se rozaban y se hinchaban debido al contacto y a las mordidas. Toda la humedad y el contacto solo acrecentaron la sensación de excitación que comenzaba a crecer en sus entrañas.
Aún suspirando, se separaron durante breves segundos para recuperar el oxígeno y calmar el latido de sus corazones contra sus oídos.
—Tómame —pidió Alastair, sin aliento. Thomas amaba ver sus labios rojos y brillantes moverse con lentitud debido a la falta de oxígeno.
—Lo haré, mi amor —aseguró y se inclinó para besar los labios de Alastair una última vez.
Se puso de rodillas, en medio de las piernas de Alastair, y aceptó el lubricante que éste le proporcionó mientras dejaba que las últimas prendas de la ropa de ambos desaparecieran. Apreciar la desnudez de su pareja era algo exquisito que Thomas jamás se cansaría de mirar, no cuando cada vez que sucedía quería besar cada curva de los músculos y espacio de piel disponible que Alastair poseía, solo quería hundirse en el templo que era Alastair y adorarlo a él y a cada cicatriz de su cuerpo como si fuera su propio dios al alcance de sus manos y su boca.
La tarea de prepararlo nunca fue lenta, pero Thomas la disfrutó durante cada segundo que se tardó; le encantaba experimentar y tomar nota de las reacciones que Alastair tenía ante cada toque y movimiento, y la forma en la que éste arqueaba su cuerpo contra las sábanas y abría sus labios dejando escapar los gemidos temblorosos. Sentir al cuerpo de Alastair alrededor de sus dedos era glorioso, y escuchar la manera en la que este terminada gimiendo aún más.
Cuando terminó, besó los muslos de su pareja, con una sonrisa en los labios. Alastair también estaba sonriendo cuando él levantó el rostro y lo miró directamente a los ojos.
Las piernas morenas de Alastair se envolvieron alrededor de sus caderas y lo atrajeron hacia él cuando se apretaron alrededor de su cuerpo.
Conectar su cuerpo con el de Alastair siempre era abrumador, porque había calidez en todas partes y la calidez y la presión lo abrumaban y lo hacían querer moverse inmediatamente después de estar dentro de éste, ya que su cuerpo siempre se extendía completamente sobre la cama, mientras sus manos apretaban las sábanas entre sus dedos y sus labios se abrían con jadeos ahogados y sin respiración. Era simplemente precioso y perfecto. Celestial.
—Puedes moverte —indicó Alastair, con sus ojos cerrados y una de sus manos moviéndose de las sábanas hacia su pecho, donde alcanzó sus propios pezones y los acarició con suavidad.
La vista calentó algo en las entrañas de Thomas que solo impulsó su placer creciente y, con una determinación firme, comenzó con movimientos lentos para darle a Alastair el tiempo de adaptarse a su cuerpo y no lastimarlo.
Sensible y ruidoso como era Alastair, comenzó a gemir en cuanto él acertó en uno de sus movimientos y tocó aquel punto que hacía que su precioso novio se deshiciera entre gemidos en la cama.
Thomas aceleró los movimientos cuando Alastair pareció estar bien con ello, y encajó su rostro en el cuello de éste para morder y chupar la piel disponible a su alcance. Los sonidos obscenos de sus cuerpos colisionando llenaron el silencio en la habitación, mientras los gemidos jadeantes y temblorosos de los dos se ahogaron en medio de todo el ruido que sus cuerpos hacían al encontrarse. El ruido que ambos producían juntos era algo que siempre hacía aumentar el placer de ambos, y ésta vez no fue la excepción, porque cuando el placer se incrementó y recorrió sus cuerpos, los brazos de Alastair rodearon sus hombros y encajaron sus dedos y uñas cortas en su piel.
Thomas gimió desde el fondo de su garganta y, sintiendo su clímax cerca, giró su rostro para besar la mejilla de Alastair hasta que sus labios se encontraron y se mezclaron en una danza descoordinada y húmeda de besos sucios y necesitados, que demostraban su deseo por llegar a la cima del placer lo más pronto posible. Cada gemido de Alastair se ahogó en sus labios, así como cada espasmo de placer lo sintió en el fondo de su estómago y en sus hombros, de dónde su pareja seguía aferrándose con fuerza.
Las manos de Alastair subieron de sus hombros a su cabello para tirar de él cuando llegó al clímax y todo su cuerpo se estremeció en espasmos intensos de placer, Thomas ahogó los gemidos de ambos en un beso profundo y dejó que el calor del cuerpo de Alastair a su alrededor —y sus manos y su boca y sus piernas y su cuerpo entero— lo abrasara y lo ayudara a llegar a un clímax intenso que estremeció cada uno de sus nervios de pies a cabeza, mientras el tirón de Alastair en su cabello solo acrecentaba el placer en su vientre.
Sus movimientos no se detuvieron mientras alcanzaba su máximo placer y después descendía en caída libre, y tampoco se detuvieron los besos y las manos temblorosas de Alastair sobre su cabello, pero cuando sintió un cansancio lánguido y el estremecimiento del cuerpo de su pareja se detuvo, no queriendo abusar de la sensibilidad de los cuerpos de ambos.
Dejando un último beso sobre los labios de su pareja, separó sus cuerpos y se puso de pie con movimientos apenas coordinados —Thomas estaba seguro que se debía a su runa de equilibrio que estaba desvaneciéndose, porque de ninguna manera después de un orgasmo tan intenso él podría ponerse de pie sin la ayuda de la runa— y consiguió un paño para limpiarlos a los dos. Alastair acarició su mejilla con una expresión desconcentrada mientras lo limpiaban y siseó cuando tocó un punto sensible en él.
—Lo siento —se disculpó inmediata, besando uno de los muslos de Alastair. Este hizo un ademán de indiferencia y cuando Thomas terminó de limpiarlos y se acostó al lado de su pareja, Alastair se apegó a su costado y acarició su pecho.
Todo el estrés antes visible desapareció de sus cuerpos, por lo que Thomas —sintiéndose más relajado que nunca antes— envolvió el cuerpo de Alastair con el suyo propio acarició la piel de éste trazando patrones descoordinados y sin sentido hasta que ambos se durmieron.
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