09| Peligro por Doquier
La última vez que desperté aquí había sido masacrado, pase 8 meses en coma, ahora vuelvo, ¿por qué? ¿Qué hago en el hospital?
Me levanto de la camilla, mis huesos truenan, ¿cuánto tiempo llevo aquí? ¿A caso todo fue un sueño?
Uso todas mis fuerzas para abandonar el cuarto. Soy recibido por el oscuro y solitario pasillo... ¿Por qué está vacío?
—Debemos decirle
—¿Y qué le diremos? ¿Cómo se lo diremos? ¡Esta en coma! —resuena con eco.
—Par de mocosos, no le digan. Muestrenle.
Trago saliva, caigo al piso, oh carajo, ¿qué mierda es esto?
El pasillo se ilumina, dos faroles amarillos aparecen de la nada, sus garras se apoyan de la entrada y sus fauces aparecen; la bestia. A su lado descansan dos figuras, oscuras, difusas, con brazos largos como serpientes.
—Cobarde —gruñe.
Intento ponerme de pie, ignorar el miedo, este estúpido miedo.
—Ven pequeño, ven —llama como si de un perro se tratase.
Un llanto, luego un alarido. La bestia se aparte y "él" deja de ocultarse; su gran cabeza calva esta sangrando, sus ojos llenos de "pureza" lo ven todo, su boca esta torcida en una mueca confusa, regordete, desnudo, y lleno de cortes... Esto no es real.
—¿Babá? —balbucea el bebé.
Cierro mis ojos, las lágrimas escapan, ¿qué mierda es esto?
Oigo al pequeño pujar, escucho sus pasitos, corre hacia mi, y de la nada sus cortos bracitos intentan rodearme. Más balbuceos salen... Pero no sé escucha bien...
Abro mis ojos.
Sus ojos ahora son negros, sus pequeños dientes estan filosos y sus heridas abiertas.
—¡Babá! —gruñe.
La sorpresa me hace caer. El bebé se sube encima de mí, me gruñe, sigue balbuceando de forma extraña, intenta herirme...
Yo... ¿Yo lo mate? ¿Qué mierda hice...? ¿Por qué no evite esto?
Deja sus manitas en mi cuello , siento la presión, más lágrimas salen.
—Lo siento —susurro.
La bestia ríe con burla, las otras figuras guardan silencio y el bebé sigue concentrado en su trabajo, hacerme sufrir, torturarme.
Recordarme el caos que es mi vida... Y el mal que he hecho.
Lo siento...
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—¡Mikey!
Me siento aturdido, todo esta oscuro, todo...
Me pongo de pie con rapidez, arranco mi máscara y corro al baño, al lavamanos...
Siento la mano de Auri contra mi espalda, dándome palmadas. Alzo mi rostro para verme en el espejo; mi cabello esta largo y despeinado, como una melena, tengo ojeras, mis cicatrices siguen ahí, "relucientes" y... ¿Estoy llorando? Dios, me veo tan patético... Tan desecho.
Me aparto del lavamanos, Auri se aparta con rapidez. Termino contra la pared, recostado, sintiendo lástima de mi mismo... ¿En qué momento volví a esto?
La asfixia viene, me pongo la máscara.
—Mikey.
—Yo... No se que pasó... —susurro.
—Tenías una pesadilla, empezaste a toser, te estabas ahogando... Fue horrible.
Me abraza con fuerzas. Dejo mi mano contra su melena, siento sus lágrimas mojar mi hombro...
La llevo de vuelta al cuarto, nos acostamos en silencio.
—¿Qué soñasté?
—Yo... No lo quiero recordar.
Los "arañazos" del bebé, intenta herirme... Arde.
—Cariño —Una vez más me abraza.
Acepto su abrazo, me refugio en el. No quiero volver a dormir, no quiero verlo... No quiero seguir sufriendo.
Necesito... Necesito un maldito trago.
«Babá».
Aprieto con fuerza a Auri, ella no reclama, solo me da caricias, intenta calmarme.
—Tu cabello está creciendo, ¿quieres que lo corte? —pregunta tranquila.
Asiento, sin poder hablar, con miedo de hablar. Nada está bien, ese bebé... ¿Y si provoco otra desgracia como esa?
Auri corta mi cabello, logra rebajar mi gran melena, dejarla presentable; y me manda a bañar.
El agua logra traerme de regreso, los espasmos se detienen, el temblor igual, ahora solo estoy yo, sin ese espectro asechando... Sin mis pecados asechando; trago saliva.
Si pudiera tomar un trago a gusto... Solo un poco...
La puerta del baño se abre, la cortina se corre; me tapo instintivamente. Auri esta aquí, desnuda.
—¿Qué haces? —pregunto alterado.
No responde, solo se adentra, deja que el agua moje su cuerpo y luego me abraza.
—Algo me hizo creer que me necesitabas —susurra.
—Pero...
—No me molesta —Me interrumpe—, me necesitas, y aquí estoy.
Alza su rostro y me regala la sonrisa más pura del mundo. Es cierto, ella es todo lo que esta bien en mi loco mundo.
También sonrío debajo de mi máscara, solo un poco.
—Ayudame a lavar mi espalda —pide sonriendo.
Asiento, avergonzado por la situación, pero extrañamente feliz. Esto es lo que necesitaba, Auri, ella es todo lo que necesito.
[———————]
Solo nos dimos un baño, algo incomodo, lleno de risas por la morbosa situación, pero no fuimos más allá; yo no pude ir más allá, no después de... Ese sueño. Y ella respetó eso, quiso esperar.
Al salir del baño nos vestimos, entre risas y pequeñas bromas subidas de tono; pero somos interrumpidos por otra sirvienta. Me da un mensaje corto y claro: "Massimo necesita verte".
Aquí estoy, delante de la puerta de la oficina de Massimo. Toco dos veces.
—Mikey, pasa —Me pide.
«¿A caso tiene visión de rayos x?».
Me adentro a su oficina, él esta detrás de su mesa, serio como siempre; tomo asiento antes de que él pueda ofrecerlo, guiado por nervios y no por razonamiento, Massimo sonríe algo confundido.
—¿Estás bien?
—Si —miento.
Su sonrisa se tuerce, no me cree.
—Esta bien, Mikey, no me digas —Le resta importancia—, ¿ya estás cómodo en la mansión?
—Si, si lo estoy.
—Es mejor que ese apartamento que te pagué, ¿no?
—Ambos son buenos para vivir —suelto con rapidez.
—Que humilde eres, aunque ese apartamento no lo usarás más, eres más útil aquí —cambia de forma "sutil" el tema.
Soy más útil aquí... ¿A qué se refiere con eso?
—Necesito que hagas un trabajo especial para mí.
—¿Qué trabajo?
—Gianna.
La rubia aparece, con una expresión de pocos amigos. Ve a Massimo sin muchos ánimos y luego me ve.
—¿Él?
—Es de mis mejores hombres —responde.
«¿Soy de sus mejores hombres? ¿Pero qué trabajo haré?».
—Mikey, necesito que lleves a mi hija fuera de la ciudad, con su madre —Me informa.
—¡Papá, yo me sé cuidar! —replica la rubia.
No hay reprimenda. Massimo ve con severidad a Gianna, el ambiente se tensa; la rubia traga saliva y aparta su mirada, Massimo me ve.
—¿Puedes hacerlo? —pregunta de forma amenazante.
—Claro que puedo.
—Bien, abajo está el auto, sacala de esta ciudad y llévala a Nueva York.
—¿A Nueva York...? Eso está fuera de Canadá —Acabo de sonar como un idiota...
—Quiero a Gianna fuera de esto, lo más lejos posible.
—¡Me sacarás del país! —replica la rubia.
—¡Estarás a salvo, así que cállate! —Le grita Massimo.
La chica se asusta, retrocede un poco. Massimo abre su boca, pero la cierra antes de decir algo...
—Yo... Esperaré abajo —suelto incómodo.
Ambos me ven, siento la presión sobre mi... Y huyo, salgo lo más rápido que puedo del cuarto y corro al auto.
La rubia aparece momentos luego, se mete al auto sin siquiera verme. Un viaje a Nueva York, estas serán las peores dos horas y media de mi vida... Vaya trabajo.
[———————]
Salgo con lentitud de la mansión, luego aumento la velocidad. Para cuando llegamos al centro lo siento, el frío metal contra mi nuca; de reojo la veo... La rubia sigue inexpresiva, sus manos no tiemblan, sostiene con determinación el arma.
Genial. Es igual a ellos.
—No hagas nada estúpido —susurra.
—Y si lo hago, ¿qué harás? —La reto.
—¿No lo imaginas?
Escucho como le quita el seguro al arma.
—Ahora una chica te amenaza, que patético.
Aprieto el volante con fuerza.
—Eres realmente patético, incluso me das lástima... Eres tan patético que no pudiste salvarla.
—¿Me estas escu-
No la dejo terminar. Siento la ira crecer, muevo con brusquedad el volante, recibo maldiciones y bocinazos; pero termino estacionado el auto de forma bastante brusca.
—¡Qué haces! —grita espantada.
Le quito el arma con un movimiento rápido, la dejo contra su cien.
—Que rápido se intercambian los papeles, ¿no crees? —suelto de forma sombría.
Oigo como traga saliva, sus manos tiemblan, sus ojos se encuentran con los míos y solo puedo ver miedo... ¿Qué estoy haciendo? Ella es una chica... Ella.
—Patético, acaba lo que iniciaste.
Sacudo mi cabeza con brusquedad. Bajo el arma, ella suspira aliviada... Si me hubiese dejado llevar. ¿Hubiese acabado como él?
—¿Qué demonios pretendías?
—Solo... Quería asustarte... —susurra.
—¡Oh, genial! Maravilloso —suelto irritado.
—Quería asustarte, convencerte de llevarme a otro lado.
Un suspiro escapa de mis labios. ¿A caso no entiende que su padre solo quiere protegerla?
—No quiero irme sin ella —susurra una vez más.
¿Sin ella? ¿De qué habla? La veo confundido, ella desvía su mirada.
—Mi novia, no quiero irme sin ella...
Entonces... Estuvo a punto de matarme, casi provoca su propia muerte, casi me trae más problemas, ¿todo por algo como el amor?
Cierro mis ojos, otro suspiro escapa. La imagen de Auri viene a mi cabeza, una clase de reprimenda también... Ella la ayudaría sin dudarlo.
Ella haría lo correcto sin importar que tan riesgoso sea.
—¿Dónde?
Me ve confundida.
—¿Dónde vive? Iremos por ella.
—En los barrios bajos.
Oh, genial, directo al peligro con la chica que debo cuidar...
Si me alejaran de Auri, ¿qué sería de mi? Si a Gianna la alejan de ella, ¿qué sería de Gianna? Mierda, debo estar loco.
Emprendo el viaje una vez más, pero no a Nueva York, si no a los barrios bajos.
—Gracias —susurra.
—No... Dame las gracias si logramos salir con vida.
[———————]
Llegamos a los barrios bajos, nos adentramos a la boca del lobo. Gianna sale con algo de nerviosismo, a esperar a su novia, yo me quedo en el auto, en silencio, evitando llamar la atención... Algo difícil gracias a esta jodido máscara.
Las personas pasan, se me quedan viendo y huyen con rapidez; es la hora pico, incluso este barrio se llena, y ahora un montón de personas me ven, estoy llamando la atención... Debo estar loco.
Ayudar solo porque es lo que Auri haría. ¿Qué clase de lógica estoy usando?
¿Qué clase de locuras hago?
Un suspiro escapa de mis labios; ella es mejor que yo, mejor que todos... Es un ángel en medio del infierno, y yo también quiero serlo, quiero ser un ángel para ella... ¿Por eso hago esta locura?
¿Por eso quiero hacer... Lo que es correcto?
—¡Cariño! —grita Gianna.
Un chillido llama la atención; una pelirroja se abalanza contra la rubia y la besa, luego se separa para solo ver sus ojos... El amor, ¡que mal momento para el amor!
—Lo siento —suelta la pelirroja.
—No importa, ya estás aquí.
—Si, si, y ya debemos salir de aquí —replico.
No sólo la mirada azul de la pelirroja se clava en mi; otra mirada también va directo a mi nuca, la de un desconocido...
—Oh, si, cariño entra —pide la rubia.
—Es un grosero —replico.
La pelirroja entra a la parte trasera, su piel pálida cual tiza contrasta con el cuero oscuro de los asientos, sus ojos se quedan fijos al frente, a su lado se sube Gianna.
Un suspiro escapa, al fin podemos irnos.
—Oye oye, Liz, ¿a dónde vas?
Oh maldición, genial. El desconocido se acerca, se pone delante del auto para evitar que nos movamos, y luego se acerca a mí ventana.
—Incluso llevas maletas, ¿a dónde irás? —suelta de forma amenazante.
—Saldré de viaje.
—¿Si y por qué?
La pelirroja traga saliva, de reojo veo como aprieta la mano de Gianna. Mi vista se posa en el desconocido, piel pálida, cabello negro y grasiento, ropa holgada y sencilla... Y un tatuaje de unas puertas con un estilo bastante macabro en su puño.
Ahora lo entiendo... Un tatuaje de las puerta del infierno, el lugar donde te llevará "Cerbero", y justo en su puño...
Él es parte de "Cerbero".
El pandillero posa su mirada en mi, yo también lo veo.
—Vaya conductor —Se burla.
—Vaya metiche —suelto serio.
Su mueca se tuerce, aprieta con fuerza la puerta.
—¿Sabes con quién hablas? —escupe de forma rabiosa.
—Eso debería preguntarlo yo.
El tipo se ofende, pero luego deja su mirada clavada sobre mi, su expresión se llena de sorpresa y terror.
—No puede ser...
—Lo es... Maldito perro de "Cerbero".
De seguro si Auri hiciera esto hubiese huido, si Adney hiciera esto hubiese buscado una forma de salir ileso, de seguro todos tenían una mejor forma. Pero yo no, yo solo conozco esta...
Solo conozco el caos.
Le doy un cabezazo al pandillero, él cae sorprendido, con su nariz sangrante. Salgo a toda velocidad del lugar, pocos segundos después las maldiciones llegan, junto a otros pandilleros en moto.
Gianna grita, Liz chilla; yo aumento la velocidad.
—¡Qué demonios! —chilla la pelirroja.
—¿Po-por qué hiciste eso? —replica la rubia.
—Tenía ganas de algo divertido —suelto sin ganas.
—La bestia quería salir.
—No... —susurro negando mi verdad.
—¡Vamos a morir!
—¡No! ¡Ustedes dos abajo! —ordeno
Obedecen en silencio; y sin previo aviso las balas llueven. Los vidrios se rompen, los gritos vienen; agacho mi cabeza para evitar la muerte, doy un volantazo, el auto golpea la parte trasera de una de las motos, la misma derrapa y termino chocando contra un muro. Doy otro volantazo, las otras motos se apartan rápido.
—¡Mierda!
Salimos de los barrios bajos, vamos al centro de la ciudad, y varios de los pandilleros dejan de seguirnos, varios menos uno. Se acerca de forma peligrosa, listo para hacer una locura, y en ese momento doy un volantazo, listo para hacerlo caer, pero el infeliz tiene suerte, logra alejarse.
Se acerca hasta mi ventana, saca su arma. Agacho mi cabeza, el disparo logra aturdirme, pero aún así logro darle un golpe con el auto, el pobre desgraciado derrapa y se estrella.
Aumento la velocidad; dejo atrás al pandillero, a los civiles, al caos. Llegamos a un estacionamiento, me bajo del auto con rapidez, las chicas me ven confundidas.
—Vamos por otro, no quiero llamar más la atención.
Camino hasta uno de los autos, hasta el más parecido al que me había dado Massimo, y rompo la ventana con mi mano; la alarma no suena, ambas gritan.
Abro la puerta, enciendo el auto con un viejo truco que me enseñó un "amigo", y sin más las chicas entran, listas para seguir nuestro viaje.
Nuestro tranquilo viaje.
Afuera esta la madre de Gianna, el parecido entre ambas es increíble. La rubia mayor recibe a su hija con los brazos abiertos.
—¿Es ella? —pregunta emocionada.
—Si mamá.
De la nada su madre va a abrazar a Liz, y ella acepta gustosa el abrazo.
Las miradas se posan en mi. El trabajo está listo, al menos me merezco un gracias, ¿no?
La madre de Gianna no me dice nada, solo me dedica una mirada extraña... Una mirada de lástima, y luego se adentra a su casa; Liz alza su mano en señal de agradecimiento y sigue a su suegra.
Gianna me ve, yo la veo. Sin previo aviso me abraza, con fuerzas.
—Gracias Mikey... No eres una mala persona —susurra.
—Si, eso es lo que tú piensas.
—Cuidate de Massimo, por favor —Me abraza un poco más fuerte.
¿Qué?... ¿Por qué?
Ella deshace el abrazo, me ve con preocupación, y sin más se aparta.
—Cuídate mucho, Mikey.
—Tu también.
Se adentra a la casa de su madre. Yo voy al auto... ¿Por qué debería cuidarme de Massimo? De su padre...
¿Por qué ella le teme?
El rugido del motor me distrae, apartó todas las preguntas de mi mente... Pero no logro alejar el miedo ni la paranoia.
¿Por qué debería cuidarme de Massimo...?
[———————]
Llego a la mansión, como por arte de magia afuera me espera Massimo, con una expresión de disgusto.
Detengo el auto en la entrada, me bajo tranquilo.
—Te tardaste —señala.
—Si, fue un largo viaje.
Una corriente recorre mi cuerpo, las palabras de Gianna vienen a mi mente: "cuídate de Massimo...". Mis instintos me gritan peligro.
—Tu lo provocaste, ¿qué hacías en los barrios bajos? —pregunta de forma sombría.
Trago saliva...
—Yo...
—Que patético eres, bestia asustadiza, ¡patético!
Aprieto mis puños. ¿A dónde fue mi valentía? Provoqué un caos hace unas horas, y ahora tiemblo delante de Massimo.
Soy un hipócrita, un hipócrita patético.
—¿Y? —replica.
—Tu hija me hizo ir, a buscar a su novia; tuve que hacerlo para poder llevarla a casa de su madre, si no no hubiese podido.
—¿Dejaste que mi hija te usará?
—Era eso o noquearla, creo que hubieras odiado lo segundo —respondo.
Massimo me ve con sorpresa, luego aparece su estúpida sonrisa de tiburón.
—Si, tienes razón, lo hubiera odiado —suelta tranquilo.
—Entonces hice lo correcto, está viva, con su madre y su novia.
—Si, con ellas —Su disgusto se notó.
—Iré a descansar, fue un largo día.
—Descansa, te lo ganasté.
Huyo con pasos lentos de la escena; no me atrevo a ver atrás, pero sé que Massimo me está viendo, que odia mi actitud.
Esa sonrisa significa peligro. Massimo es peligroso... Debería tener cuidado...
Pero solo hice lo correcto, lo que debía...
¿Qué es lo que te molesta Massimo?
¿Que haya puesto en peligro la vida de tu hija al salvar a su novia, o que te haya desobedecido y la llevará a ese sitio?
¿Qué te altera? ¿La insubordinación o la pérdida del control?
¿Como eres realmente... Massimo?
Continuará...
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Hasta aquí otro capítulo de esta historia, espero les haya gustado, estrellita y compartir ayuda mucho. Nos vemos en el próximo capítulo amigos.
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