—¡Hola! —saludó alegre Jeongin—. Te traje esto.

En sus manos se encontraba una malteada de fresa, deliciosa a simple vista.

Chan levantó la mirada hacia la bebida.

—No me gustan las malteadas de fresa —contestó simple y volvió a lo que se encontraba haciendo, sin siquiera haber mirado al chico.

Jeongin hizo un puchero decepcionado, sin embargo, no duró mucho pues volvió a sonreír y se sentó a su lado.

Bang no le dio mente a ello y siguió en su trabajo, aunque débilmente su mente gritaba por tomar aquel líquido rosa pastel con pequeños trozos de fresa.

Oh, y claro, también rondaba en su mente el tierno chico de cabellos rosas y sonrisa encantadora.