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Dos.

HyungWon no era alguien que amara cocinar, ni siquiera la había intentado en primer lugar; pero si era por KiHyun, él era capaz de hacerlo. En ese instante se situaba frente al hogar de los Yoo, a punto de golpear la puerta, porque, como lo había prometido, su novio y él cocinarían, o más bien, sería una especie de ayudante para el de baja estatura.

Sus nudillos estamparon contra la madera de la puerta, notificando sobre su llegada a la casa. Pronto, la hermana menor de KiHyun atendió a su llamado, dejándolo pasar y sonriéndole a la vez.

—¿Dónde está KiHyun? —interrogó a la fémina.

—Él está en su habitación, pero ahora mismo voy a llamarlo —en cuanto decidió subir a las escaleras en busca de su hermano, este bajó, ignorando a SooJin y yendo en dirección de su novio apenas sus ojos dieron con él—. Eres tan oportuno —rió—. Bueno, yo voy a mi habitación, pasenla bien.

—¡Suerte con Minnie! —exclamó KiHyun.

—¿Quién es Minnie? —preguntó con curiosidad HyungWon. Abrazó por la cintura al mayor, apegándolo a su cuerpo, el pelinaranja sonrió.

—Es la novia de Minnie, se hicieron pareja por internet, así que aún no se conocen, pero hacen video llamadas cada semana, hoy es su día. Por suerte, ella vive en una ciudad vecina y en unos pocos días vendrá a verla por primera vez. SooJin está muy emocionada, me alegro por ella.

—¿Cómo no me enteré de esto antes?

—Bueno, es una relación que surgió por internet, habían probabilidades de que fracasara, así que para ella fue mejor no contarlo hasta que fuera algo más serio. —aclaró.

—Oh, que bien por SooJin, se lo merece —sonrió con contento. De verdad se sentía feliz por Jin, él sabía que la chica había sufrido por un chico en su pasado, lo cual la dejó muy rota. Por suerte, ahora sabía que lo había podido superar y tenía otro interés amoroso. Esperaba que las cosas salieran bien para ambas féminas.

—Así es, ya era hora de que encontrara esa pequeña pieza que le hacía falta en su rompecabezas —se alejó un poco de su novio, palmeando su pecho—. Muy bien, ¿empezamos a cocinar?

—Sí, pero espera... ¿dónde está tu papá? acabo de darme cuenta de su ausencia.

—Oh, eso... ¿es raro que no esté aquí cierto? —el de cuerpo esbelto asintió.

—Debería estár vigilándonos a través de una cámara oculta o advirtiéndome que no me atreva a tocarte ni un sólo pelo.

—Bueno, él salió de urgencia a causa de su trabajo, por lo que le ordenó a SooJin que nos supervisara —le explicó, el de melena larga soltó un "oh" comprendiendo lo dicho. Claramente no saldría, a menos de que fuera algo verdaderamente urgente, sabiendo que su niño estaba con un "depredador sexual" y tenía la oportunidad de cuidarlo de que ese depredador no lo atacara—, aunque claro está que ella no obedecerá al pedido de papá. Así que, sin preocupaciones, amor, ningún par de ojos estará observándonos desde las penumbras.

—Bien, entonces comencemos. ¿Qué vamos a hacer?

—Tengo planeado que hagamos un pastel de chocolate, nada más delicioso que eso —acto seguido, se alejó por completo del cuerpo ajeno para tomarlo de la mano y dirigirlo a la cocina de la casa, la misma era pequeña, aunque aún así tenía su encanto—. Ok, ¿podrías sacar los huevos? están en la nevera, yo iré por la harina.

El pelinegro movió la cabeza de arriba hacia abajo, asintiendo. Se acercó hacia la nevera y la abrió, encontrándose al instante con la caja de huevos, entonces la sacó y volvió a cerrar la pequeña puerta. Cuando volteó, se halló con la tierna escena de su novio intentando igualar la altura de la estantería de puntitas. El corazón del menor se derritió de ternura.

—¿Quieres ayuda, mi amor? —preguntó, KiHyun volteó hacía él, suspirando con resignación y afirmando con la cabeza. Chae se aproximó a él y, con tan sólo extender un poco su brazo, ya había alcanzado la harina, entonces bajó la misma hasta su pequeño novio, quien lo tomó agradecido.

—Gracias —agradeció—. Es bueno tener un novio alto. —HyungWon soltó una pequeña risa.

—Lo sé, eres afortunado. —guiñó.

KiHyun soltó una carcajada, el bien sabía que lo era.

Bien, KiHyun no había planeado que la preparación del pastel fuera tan desordenada. HyungWon parecía un pequeño niño en la cocina, acababa de soplarle harina en la cara, y además, tuvo el descaro de burlarse de él.

—¡Chae HyungWon! ¡jodido malnacido, ven para acá! —intentó perseguirlo, aún sí no veía del todo bien gracias a la harina. El menor sólo reía descontroladamente, sin intenciones de cesar en algún momento.

El pelinegro solía ser una persona a la cual le gustaba molestar a otras, ya sea con palabras o con acciones, cuidando no sobrepasarse y dañar a dicha persona física o emocionalmente. Sus amigos siempre eran el blanco perfecto para Chae, sobretodo cuando ya tenían la suficiente confianza, pero ahora KiHyun se había convertido en el blanco en donde HyungWon planeaba lanzar cientos de dardos.

—Cuando te encuentre me voy a vengar. —amenazó. El menor no podía tomarlo en serio, menos cuando el pelinaranja parecía una momia al extender sus brazos de esa manera para intentar dar con su cuerpo.

—Si es que lo haces.

Luego de dar un par de vueltas alrededor de la cocina, HyungWon decidió asustar a su novio. Por lo que rápidamente se situó detrás de él procurando no hacer ruido, y entonces lo tomó por la cintura a la misma vez que pegaba un grito en su oído. KiHyun pudo haber jurado que casi se le salió el corazón por la boca.

—¡Casi me matas del susto! —restregó sus ojos, acto seguido, volteó y golpeó el pecho ajeno.

—Lo siento, amor, pero necesitaba hacerlo —sonrió con inocencia y se acercó a su novio, colocó sus manos en su rostro buscando limpiar el nombrado, para así deshacerse de la harina sobrante en su carita. El de melena naranja le dedicó una de sus detestables miradas— Ah, no me mires así, haces doler mi corazón.

—Es lo mínimo que te mereces. —volteó su rostro, fingiendo molestia, HyungWon atinó a sonreír ladinamente y atrapar la cintura del contrario, apegando sus cuerpos.

—Hey, ¿qué se supone que haces? —sonaba molesto; sin embargo, en su interior la vergüenza comenzaba a hacer acto de presencia.

El azabache omitió lo que salió de la boca ajena y comenzó a acercarse al rostro de su bonito novio, colocando a este muy nervioso.

—¿Sabes? eres hermoso —admitió. Recostó su frente en la contraria, observando con minuciosidad absolutamente todas las facciones de aquella cara creada por los mismos dioses, sobre todo esos provocativos labios, tan rojizos como las fresas y tan brillantes como el sol—, y... ¿sabes que más? muero de ganas por besarte. —susurró, erizando todos y cada uno de los vellos de KiHyun.

—Y-yo... no se qué decir. —no sabía cómo tomar esa confesión, ¿qué se supone de diría o haría? no se lo esperó.

—No tienes que decir nada, amor, sólo... ¿me dejarías besarte? si dices que no, está bien.

—S-sí. —aceptó.

Con parsimonia, se acercó a sus labios, carnosos y apetecibles. Un suave roce entre ambas bocas provocó que sus corazones latieran con descontrol y que una corriente eléctrica recorriera sus cuerpos, estaban ansiosos por besarse, y sí, KiHyun también había estado deseando besar a su pareja, había anhelado un beso perfecto entre ambos, y ahora por fin lo obtendría.

Sus párpados comenzaron a caer a medida que los labios contrarios se adherian a los suyos en un suave y cálido contacto. Era más mágico de lo que alguna vez pudo haber imaginado. Los labios de HyungWon empezaron a moverse después de unos segundos, probando cada pequeño rincón del contrario y, percatándose también de que la boca de KiHyun sabía dulce, era un sabor agradable para él, estaba seguro de que se trataban de frutillas.

Ambos ladearon sus cabezas en dirección opuestas. HyungWon se movía con total experiencia, mientras que Yoo era un novato inexperto. Se sentía algo, bastante, avergonzado ¿qué si a su novio no le gustaba el beso? sus labios eran tan torpes a la hora de moverse sobre los de Chae, no podía seguirle el ritmo. Quizá ese sería el peor beso que le habían dado a Won.

Las manos del azabache posaron en las abultadas mejillas impropias, acariciándolas con mucha delicadeza, como si tuviera temor de hacerlo añicos al más mínimo movimiento. El de brillante cabellera sintió sus pómulos calentarse aún más que antes, y aún así, muriéndose de la pena, condujo su mano al blanquecino cuello de Chae, la otra fue a parar en su nuca. Sus dedos imitando a unas enredaderas y apropiándose de los renegridos mechones de cabello.

Aproximadamente dos minutos luego, el par se apartó del otro. A KiHyun le bastó mirarlo sólo por un segundo a los ojos para morir de la vergüenza y ocultarse en el cuello de su chico. El menor sonrió satisfecho.

—Tus labios saben a frutilla, me encantan —admitió. Sus brazos abrazaron otra vez la cintura ajena, acabando en la espalda baja y, enredando sus largos dedos entre sí para asegurar que el de baja estatura no escapase.

—Esos comentarios no ayudan ayudan a que mi vergüenza se esfume. —lo golpeó débilmente.

—Te ves muy lindo con un sonrojo.

—No es sólo un sonrojo, estoy seguro de que toda mi puta cara está tan roja como una frutilla.

—¿Podrías usar ese bálsamo más seguido? tus labios y las frutillas son la combinación perfecta, desde ahora quiero probarlas todo el tiempo. Son mi platillo favorito.

—Estás haciendo esto apropósito, eres un idiota.

—Tu idiota, amor. —la comisura de su labios se levantaron, enseñando sus alineados y níveos dientes. Posteriormente, separó al mayor de sí para volver a saborear de nuevo sus exquisitos labios sabor a frutilla. Desde ese momento serían su nueva adicción.

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