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Un año después, el 30 de diciembre, el apartamento de Taehyung todavía resonaba con la energía de su fiesta de cumpleaños. La sala estaba ligeramente desordenada, globos y serpentinas colgaban de las paredes, y los restos de pastel y bebidas aún ocupaban la mesa del comedor. Los últimos invitados, San y Wooyoung, acababan de despedirse tras una noche llena de risas, música, y mucho cariño.

Taehyung y Jungkook se desplomaron en el sofá, exhaustos pero con sonrisas que no podían ocultar. Sus manos estaban entrelazadas de manera automática, como si ese gesto hubiera sido parte de ellos desde siempre. El calor del apartamento contrastaba con el frío exterior, y las luces de la ciudad parpadeaban a través de las ventanas, creando un ambiente íntimo y tranquilo. La fiesta había sido un éxito, pero en ese momento, solo ellos dos existían en su pequeña burbuja.

—Hoy ha sido perfecto —susurró Taehyung, apoyando la cabeza en el hombro de Jungkook, sus ojos brillando con un toque de nostalgia y felicidad.

Jungkook sonrió, acariciando con el pulgar el dorso de la mano de Taehyung.

—Claro, no puede ser de otra manera cuando celebramos el cumpleaños del chico con las mejillas de fresa más lindas del mundo —respondió, lanzando una mirada juguetona a Taehyung, quien inmediatamente enrojeció, lo cual solo hizo reír más a Jungkook.

—Hace frío afuera, por eso están así —intentó justificarse Tae, aunque sabía que Jungkook estaba provocándolo intencionalmente.

Jungkook, con ese aire juguetón que nunca lo abandonaba, se inclinó hacia las mejillas de Taehyung, plantándole un par de besos suaves y mordisqueándolas suavemente. El menor soltó una risa suave, sacudiendo la cabeza mientras intentaba apartarlo, pero solo lograba acercarlo más.

—¡Ya! Deja de morderme —dijo Taehyung entre risas, pero no hizo ningún esfuerzo real por detenerlo.

Después de unos minutos de bromas, Jungkook lo miró con una seriedad inesperada, aunque sus ojos seguían brillando de ternura. Taehyung notó el cambio en el ambiente y lo miró con curiosidad, esperando las palabras que vendrían a continuación.

—Taehyung —comenzó Jungkook, su voz un poco más baja, pero llena de emoción—. Este último año contigo ha sido el mejor de mi vida. Cada día a tu lado ha sido un regalo, y no sé cómo agradecerte lo suficiente por todo lo que has hecho por mí... —Sus ojos buscaron los de Taehyung, su mirada tan intensa que el mayor sintió cómo se le aceleraba el corazón—. Por eso, quiero que siempre estés conmigo, quiero pasar cada día de mi vida contigo.

El corazón de Taehyung dio un vuelco, y antes de que pudiera procesar lo que Jungkook estaba diciendo, el pelinegro sonrió y añadió, casi en un susurro:

—Te amo, Tae, y quiero casarme contigo.

Taehyung parpadeó, su cerebro procesando lentamente las palabras. "¿Casarnos?", pensó, casi aturdido. Era como si el mundo a su alrededor se detuviera por un segundo. La sorpresa lo dejó mudo, pero la sonrisa de Jungkook le transmitió calma. En un impulso de emoción, tironeó suavemente del labio de Jungkook, rozando el piercing que tanto le gustaba, antes de besarlo con más intensidad.

—¿Es en serio? —susurró cuando se separaron—. ¿Me estás pidiendo matrimonio?

Jungkook asintió, su sonrisa ahora temblando un poco por los nervios.

—No hay nadie más con quien quiera pasar el resto de mi vida. Así que sí, te estoy pidiendo matrimonio.

Taehyung lo miró por un momento, sus ojos llenos de una mezcla de sorpresa, amor y gratitud. Luego, como si una ola de emoción lo atravesara, volvió a besarlo, esta vez tirando de su camiseta para acercarlo aún más. Cuando se separaron, sus frentes quedaron pegadas, y Taehyung dejó escapar una risa suave.

—Claro que sí, chico piercings. Claro que quiero casarme contigo.

Jungkook soltó una pequeña risa nerviosa, sus ojos brillando con alegría pura. Lo había hecho. Y Taehyung había dicho que sí. Mientras permanecían abrazados en el sofá, entrelazados como si fueran dos piezas de un rompecabezas perfecto, Taehyung acarició suavemente el rostro de Jungkook.

—Eres increíble, Jungkook. A veces pienso en cómo cambiaste mi vida, y... —Se detuvo, sonriendo ante la mención de sus pensamientos—. Gracias a ti, me di cuenta de tantas cosas, pero sobre todo, de lo mucho que te amo. Y saber que voy a pasar el resto de mi vida contigo es todo lo que necesito.

—Te amo, Tae —repitió Jungkook, apoyando su cabeza en el hombro de Taehyung mientras entrelazaba sus dedos con los suyos de nuevo—. Gracias por darme todo. Gracias a ti y a tus mejillas de fresa, mi vida cambió para siempre.

Se quedaron ahí, abrazados en el sofá, recordando los momentos especiales de la noche y soñando con todo lo que el futuro les deparaba. El amor entre ellos seguía creciendo, y en esa fría noche de diciembre, sabían que lo que compartían era eterno.









Llegamos al fin y perdí la cuenta de cuantas veces escribí "mejillas de fresa" ajjajaj

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