Felix está contento mientras le dice adiós a Josh, un pequeño de siete años. Él es lindo, siempre se porta amable y no hace escándalos, cree que es un adulto.

Chan vuelve a llegar temprano ese día, lo que otra vez sorprende a Felix, quien ésta vez no dice nada y sólo se limita a besarlo como bienvenida.

Felix hace la cena completamente en silencio, su novio no ha dicho nada pero sabe que algo lo molesta. Lo que no sabe es qué, pero espera que no dure mucho, estuvo pensando y quiere sacar el tema de tener hijos otra vez. Felix tiene esperanzas.

La comida es silenciosa, hasta que Chan se aclara la garganta y se relame los labios, listo para iniciar una conversación.

— Quiero que dejes tu trabajo — dice seco, usando su tenedor para darle otro bocado a su cena.

Felix se sorprende nuevamente ese día, él no quiere dejar a los niños, él los ama.

— ¿Por qué debería hacerlo? — lo reta sintiéndose valiente.

— Porque yo lo he dicho, punto — levanta un poco más la voz — La casa es una porquería gracias a esos niños, no me gusta.

— A mi tampoco me gusta tú trabajó y aún así no te digo que lo dejes — enfrenta, Felix está dispuesto a luchar.

Las esperanzas de Felix mueren cuando Chan se levanta.