Incluso Si Huyo
Kyoya Hibari no es una persona a la que describirías como débil. Aquellas palabras jamás podrían ser relacionada a un adulto que había sido capaz de mantener una ciudad bajo su control durante más de 10 años. No había forma de que aquella palabra tuviese una pizca de relación con el ser humano que había protegido Sicilia desde sus 25 años.
Pero si él tuviese que usar una palabra para describirse. Sin duda alguna diría que es un tonto.
Porque, aunque habían pasado 10 años desde la última vez que lo había visto. Su mente jamás olvidaría al joven que alguna vez había hecho latir su corazón como loco. Ese joven que alguna vez había sido su todo.
¿Recuerdas cuando nos conocimos?
En aquella época el azabache solo había centrado su existencia en proteger su bella Namimori y nada más. Todo aquel que lo enfrentase sería mordido hasta la muerte para que aprendiese su lugar. Nadie podía ni debía llevarle la contraria, porque él era la ley y su palabra debía cumplirse al pie de la letra.
Sin embargo, un chico de cabellos castaños y su séquito habían decidido perjudicar la paz del lugar con sus continuas peleas. Así que se dispuso a corregirlos para que aprendiesen a respetarlo y a su amada ciudad. No importaba si la gente decía que eran peligrosos, él lo era aún más.
El líder de aquel grupo no había sido lo que él había estado esperando. Había sido amable desde que apareció en su campo de visión y había hecho que el resto de su banda se disculpase por los destrozos que causaban. Además de que había prometido que pagaría por cualquier daño que sus amigos pudieran haber generado, así que no debía preocuparse.
Aquello de alguna manera lo molestó. Él debía ser el que dijese las últimas palabras, el que exigiese lo necesario mientras intimidaba con su mirada al otro para que aprendiese a respetarlo. Así que encontrarse con alguien que sabía exactamente lo que estaba buscando no le hizo muy feliz.
Lanzó el primer ataque y el chico solo sonrió mientras lo detenía como si nada. Sus ojos cafés brillaron con frialdad mientras lo observaba como si fuese el peor de los enemigos, pero pronto se relajaron y el menor sonrió tranquilizadoramente, como si supiese por qué actuaba de aquella manera.
El cuerpo ajeno se alejó del suyo con lentitud. El otro varón caminaba con la gracia que tendría cualquier miembro de la realeza, pero sus ojos jamás le abandonaron. Aquellos orbes que parecían saber todos sus secretos y pecados, pero no lo juzgaban por ninguno de ellos.
-Espero que esto no vuelva a repetirse Hibari-san - El más bajo sonrió con falsa dulzura y tomó asiento en uno de los sofás que había en la sala - Realmente no quiero tener problemas con usted por nuestra presencia en la ciudad.
-Mantén a raya a tu grupo de herbívoros y lo pensaré - El azabache alzó una de sus tonfas para dar a entender su punto, causando que el resto de jóvenes se moviese instintivamente a tomar sus armas.
-Por supuesto - El castaño asintió relajando su cuerpo e hizo un movimiento con la mano para calmar a sus amigos - ¿Quiere quedarse y que debatamos la situación un poco más? O ¿Ya ha dicho todo lo que debía decirme?
El joven adulto solo lo observó unos segundos antes de voltearse y salir de aquel lugar. Ya había dicho todo lo que tenía que decir y no quería quedarse más tiempo ahí. El otro le daba una vibra bastante rara que lo hacía sentir incómodo. Tenía que poner distancia inmediatamente o se arrepentiría.
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La siguiente vez que se encontraron fue en la fiesta benéfica que se hacía cada año en Namimori por parte de todos los acaudalados. Kyoya había llegado junto con sus padres, los cuales no paraban de intentar corregir su actitud altanera y molesta. Si hubiese podido los hubiese atacado, pero sus ojos se dirigieron a una figura conocida en cuanto la localizó entre la multitud.
Dijiste: Enciende mi cigarrillo
Un joven de ojos chocolate se acercó silenciosamente y observó a la familia por unos segundos antes de rodearlos y tocar con suavidad el brazo del más joven en aquel grupo. No había que decir que Kyoya le observó con molestia desde que notó su acercamiento. Sin embargo, no dijo nada mientras el chico saludaba a sus padres de manera extremadamente educada.
Los dos Hibari mayores sonrieron encantados ante la presencia del más joven. Actuar que solo puso de peor humor al azabache menor, pero siguió guardando silencio. Eso claro, hasta que el menor sacó un cigarrillo y le observó con falsa curiosidad.
-¿Tiene fuego Hibari-san? - Los orbes cafés brillaron de manera inusual. Algo en ellos hizo que el mayor no dudase en sacar un encendedor que siempre llevaba consigo y encendiese aquella cosa del demonio que el menor tenía en la boca.
-¿Se conocen desde hace mucho? - La mujer de cabellos castaños sonrió con algo de amabilidad al notar aquel intercambio tan casual - Kyoya jamás mencionó un amigo.
-No realmente - El de piel ligeramente bronceada mantuvo su actitud amable y respetuosa antes de llevar el cigarrillo a su boca unos segundos - Pero creo que seremos cercanos en el futuro, ¿No lo crees?
Así que les mentí a mi mamá y papá
-Hm - El joven de orbes grises mantuvo un rostro neutro, aunque quería alzar sus tonfas y romperle el cráneo al menor. Solo se contenía porque sería difícil limpiar la sangre después.
-Sin duda nos llevaremos bien - El italiano asintió con la cabeza mientras mantenía su sonrisa intacta. Era realmente raro que alguien pudiese mantener ese actuar alrededor del otro joven.
-¿Eres realmente positivo? - El patriarca de los Hibari alzó una ceja con curiosidad y algo de escepticismo. No podía entender el motivo para que ese niño rondara a su hijo con tanta calma.
-Mi padre me enseñó a ser decidido - El castaño observó al adulto y alzó uno de sus índices a la altura de su mejilla para dar a entender el punto del que hablaba - Si quiero que algo suceda tengo que creerlo primero.
-Tu padre es un hombre realmente sabio - La fémina aplaudió una vez mientras mantenía su actitud amable. A sus ojos, ese pequeño era una gran influencia para su pequeño.
-Sin duda alguna - La forma de decir aquella palabra había sido para acabar con la conversación de manera inmediata, pero sutil. Por lo que ambos padres no la tomaron como una falta de respeto.
Los señores Hibari habían desaparecido poco después mencionando que saludarían a algunas personas. Los dos adultos jóvenes se quedaron lado a lado por varios minutos sin decir una sola palabra. El silencio era lo único que los acompañaba mientras escuchaban la música de la fiesta.
-¿Te gustan este tipo de eventos, Hibari-san? - Tsuna fijó su mirada en el chico que no se había alejado de su lado en todo ese tiempo, aunque podría haberlo hecho desde el inicio.
-No - El azabache mantuvo su rostro sin expresión. Había pasado los últimos minutos pensando en una manera de retirarse sin que la gente lo notase para que no se armase un alboroto ante la falta de su presencia. Sabía que si alguien lo notaba aprovecharía para causar problemas.
-Entonces... - Los orbes chocolates brillaron traviesamente y una pequeña sonrisa nada inocente sonrisa apareció en los labios del dueño de estos - ¿Te molestaría si te pido que me acompañes a otro lugar?
-... - El demonio de Namimori frunció el ceño y apretó con mayor fuerza sus tonfas. Estaba a un par de segundos de golpear al otro. Aunque la idea de desaparecer un rato lo tentaba bastante.
-Tomaré eso como un no - El mitad japonés tomó del antebrazo al mayor y le dio un pequeño empujón para que se moviese de su lugar - ¿Por qué no les avisas a tus padres que nos iremos?
-... - La mirada gris se enfocó en los adultos que lo acompañaban y su mente se negó a buscarles en cuanto los observó rodeados de gente. Realmente detestaba las multitudes - No es necesario.
-Si tú lo dices - El más joven tomó eso como una victoria y decidió apretar su agarre para que el otro no huyese de su lado - Vamos entonces.
Ambos caminaron por el salón de manera tranquila y casual hasta que llegaron a una de las puertas que conectaba al exterior. El castaño siguió liderando el camino por unos minutos más hasta que llegaron a un área que estaba rodeada de una muralla de buen tamaño.
-¿Viene conmigo Hibari-san? - La sonrisa del chiquillo no podía ser atribuida a nada bueno. Además, era muy sospechoso su actuar. Como si todo este recorrido ya hubiese estado premeditado.
Salté la cerca y corrí
-Irrumpir en propiedad privada es un delito herbívoro - Hibari recorrió el área con su mirada. No podía negar que estaba ligeramente curioso de todo este giro de acontecimientos, pero no iba a complacer al otro haciendo todo lo que pedía.
-Entonces menos mal que esta propiedad es mía - Los ojos del menor brillaron repentinamente y trató de acercarse al otro para que fuese con él - Vamos, quiero mostrarle algo.
-¿Enserio crees que creeré que este lugar te pertenece? - El azabache frunció su ceño nuevamente y contó hasta 10 para no lanzarse contra el otro. Estaba presionando los botones correctos para hacer que quisiera golpearlo con fuerza.
-Técnicamente le pertenece a mi padre - El joven mafioso se encogió de hombros y mantuvo su mirar tranquilo - Pero no tendremos problemas si no nos descubren.
-¿Por qué tendrías problemas si es de él? - La afirmación anterior había sido demasiado sospechosa, por lo que el joven demonio debía estar seguro del actuar ajeno.
-Porque llevo un hombre conmigo al jardín favorito de mi madre - Las mejillas del mitad italiano se tornaron rojizas al mencionar aquello - Entonces, ¿Debo ir solo y perderme porque un caballero no quiso acompañarme?
-Si es de tu madre no deberías perderte - Los ojos grises brillaron con molestia debido a lo mencionado por el menor. ¿El otro realmente esperaba que creyese ese tipo de historias?
-Créame Hibari-san - El castaño llevó su mano a su pecho como si estuviese jurando la veracidad de lo que acababa de decir - Entrar aquí es como entrar a un laberinto.
-Si ese es el caso ¿Para qué ir? - El azabache sintió la necesidad de masajear sus sienes o de usar su fuerza para golpear a su acompañante. Realmente estaba sorprendido de su propia habilidad para no haberlo mandado al hospital desde hace horas.
-Hay algo que quiero mostrarle y es importante para mí - La voz del joven no dejó espacio para quejas o reclamos. Parecía realmente decidido a obtener lo que quería, aunque estuviese actuando como un niño pequeño y mimado.
Pero no pudimos llegar muy lejos
Un ruido algo bajo se escuchó repentinamente, haciendo que ambos prestasen atención. Ninguno había bajado del todo la guardia, por lo que ese leve sonido había sido captado sin ningún problema. Segundos después un destello apareció en sus rangos de visión y se movieron rápidamente para no ser heridos.
Hibari sacó prontamente sus tonfas para lanzarlas contra el enemigo en cuanto tuviese la oportunidad. Por su parte el mitad italiano cerró sus ojos para tratar de centrar sus otros sentidos en localizar al atacante. Unos segundos después los abrió para fijar su mirada en su compañero.
-Están sobre el manzano - La mirada café brilló en una tonalidad naranja y su dueño se mantuvo en una pose defensiva. Listo para evitar cualquier ataque.
-¿Cuántos? - El mayor desvió su mirada unos segundos al contrario para poder confirmar lo que decía. Aunque una parte de él sentía que no era totalmente necesario dudar de sus palabras.
-He sentido la presencia de 2 personas - El de tez ligeramente bronceada frunció el ceño y desvió su atención a unos árboles un poco más lejanos - Podría haber otras en posiciones más alejadas.
-Entendido - El azabache se posicionó de mejor manera para atacar sin duda a su enemigo. Un par de segundos después estaba de vuelta y dos cuerpos cayeron al suelo como moscas.
-Después de esto realmente quiero mostrarte el jardín - Unos cuantos disparos interrumpieron la conversación prontamente y el castaño tembló al reconocer el sonido de los pasos que se acercaban.
Porque dejaste las llaves dentro de tu auto
-Como si eso fuese a ser posible - Un azabache en traje formal apareció detrás de ambos adultos jóvenes. Su mirada estaba cubierta por una fedora, pero su molestia era casi palpable.
-¿Padre? - El menor sonrió y tocó la parte de atrás de su cabeza con nerviosismo. Las cosas realmente no estaban saliendo como quería - ¿Qué haces aquí?
-Tú y yo hablaremos de esa idea tuya de llevar a un desconocido al jardín de tu madre más tarde - El hombre de patillas no alzó la fedora, pero era indudable que no estaba sugiriendo el tema.
-Hibari-san no es realmente un desconocido - El mitad japonés no bajó la mirada en ningún momento, pero era obvio que estaba avergonzado de lo que estaba diciendo - Mi intuición me dice que tengo que estar cerca de él.
-Y la mía me dice que entre más lejos de él mejor - Reborn no dudó en señalar al joven que no había querido meterse en la charla familiar desde el inicio para evitar aumentar su dolor de cabeza.
-¿Desde cuando tienes una intuición como la mía? - Tsuna ladeó la cabeza mínimamente para dar a entender su curiosidad mientras hacía un gesto adorable de duda.
-La tengo cuando se trata de ti - El hitman no dio lugar a debate con aquellas palabras y menos cuando le permitió al otro ver su mirada molesta - Y es mejor que dejes de intentar cambiar el tema o las tutorías de esta semana no te gustarán.
-Lo intenté - Al mafioso no le quedó de otra más que suspirar derrotado antes de voltear a ver a su otro acompañante - Hibari-san, deberemos posponer la visita al jardín para la próxima ocasión, mi padre nos ha descubierto.
-Agradece que lo he hecho ahora y no cuando estuvieses perdido dentro - El mayor frunció el ceño ante las palabras dichas por el pequeño que estaba bajo su cuidado.
-¡Deberías señalizar el lugar para que deje de perderme! - La mirada chocolate regresó a su tutor al escuchar su respuesta. Él realmente quería entrar al jardín que su madre tanto había amado en vida.
-¿Cuál sería la gracia entonces? - El de traje le sonrió maliciosamente al otro para mostrar su diversión al verle envuelto en ese tipo de problemas.
-Hibari-san - El castaño se volteó de inmediato para ignorar a su padre y centró nuevamente su atención en el joven que le había acompañado - Le prometo que la próxima vez entraremos.
-No prometas esas cosas herbívoro - Kyoya realmente no estaba interesado en aquel lugar y si podía librarse del menor era mejor para él. Tenía que cortar aquello pronto
-Lo he prometido ya - El medio italiano no le di la dicha de la negativa al otro. Al contrario, le observó con ilusión. Como si solo él pudiese estar a su lado - Y usted deberá acompañarme, no lo olvide
Así que te sentaste y miraste mis labios
Ambos azabaches observaron con malos ojos la mirada curiosa que tenía el menor ante los labios ajenos. El mayor de todos ahí tomó el cuello del chiquillo y lo alejó inmediatamente del otro temiendo que algo sucediese. El japonés agradeció en el fondo de su mente que aquello ocurriese, pues por un segundo sintió la ridícula sensación de que iba a ser devorado.
-Aléjate de mi hijo - El hitman apuntó un arma verde de manera inmediata. Por lo que había visto seguramente eso no le causaría miedo al chico, pero no dejaría que se acercara a su pequeño.
-Él se acercó primero a mí - El antiguo prefecto de disciplina observó con molestia al dúo de varones delante de él. Estaban matando su paciencia
-¡Mentira! - El joven jefe alzó sus manos molesto y señaló al otro joven - Hibari-san llegó a la base para amenazarnos por los destrozos de los chicos ¡Él me buscó primero!
-Ve adentro Dame-Tsuna - El adulto lanzó con fuerza a su hijo adoptivo para que se fuese de ese lugar de una vez - De lo contrario tus tutorías serán aún peores
-Injusticia - El castaño se cruzó de brazos molesto. Quería actuar como un niño mimado, pero seguramente nada bueno iba a ocurrir si llegaba a hacerlo.
-Adentro - El de patillas rizadas disparó su arma contra el suelo un par de veces y al menor no le quedó de otra más que retirarse de inmediato. Sabía que la tercera bala iría con dirección de su cabeza - Nunca entres al jardín con ese niño, ¿Entiendes?
-No planeaba hacerlo carnívoro - Las tonfas del chico fueron guardadas de nuevo, pero no se movió de su lugar ni por un segundo - No estoy interesado en los juegos del herbívoro.
-No es un juego para esta familia - Las palabras salieron de la boca del mayor con bastante molestia. Molestia que fue remplazada rápidamente por una sonrisa socarrona - Pero no es algo que debas saber debido a que no eres parte de ella.
-Hm - El azabache menor solo se dio la vuelta y procedió a retirarse sin despedirse. Necesitaba salir de ahí de inmediato. Por algún motivo la mirada del castaño seguía en su mente y no le gustaban sus pensamientos actuales.
Y ya podía sentir tu beso
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Después de aquel día el líder de aquel ruidoso grupo había comenzado a rondarle con curiosidad. Aparecía en algún momento del día durante alguna de sus rondas de seguridad y le acompañaba durante unos minutos hasta que la amenaza de morderlo hasta la muerte aparecía. En ese instante él se daba la vuelta y huía deseando que todo saliese bien y que volviese seguro a su hogar.
Kyoya no podía creer cómo su rutina de vida había cambiado debido al acoso del pequeño, pero no es como si se quejase de ello realmente. Con el paso del tiempo había comenzado a sentirse cómodo con la presencia del contrario y simplemente lo había dejado ser. Si era sincero la compañía del otro hacía que se sintiese un poco más tranquilo, por lo que con cada día que pasaba la caminata juntos era cada vez más larga.
Fue justo por eso que supo que algo estaba mal el día que el mitad italiano no apareció en su lugar habitual de encuentro. No lo esperó en lo más mínimo porque tenía cosas que hacer, pero terminó dando vueltas por la misma área durante un cuarto de hora. Después de pasar 6 veces frente a la misma esquina se sintió ridículo y siguió con su caminata usual.
Esto siguió ocurriendo durante una semana entera y cada día que pasaba la ansiedad crecía en lo profundo de su alma. Los amigos del castaño habían captado su mirada un par de veces durante ese tiempo y podía notar por sus expresiones que nada bueno estaba pasando. Sin embargo, se negó a preguntarles directamente. No tenía nada que ver con ellos después de todo.
Pero eso no significaba que no fuese a investigar por su cuenta.
Largas noches, ensueños
Después de un par de días había terminado en una de las zonas más peligrosas de una ciudad vecina a Namimori. Al parecer, había algunas personas en aquel lugar que creían que podían atacar a cierto grupo en específico desde ahí sin sufrir repercusiones. La cobardía de esos sujetos lo molestó bastante, así que decidió deshacerse de esas basuras de una vez por todas.
Poco después de darles una lección mortal a esos sujetos un azabache de patillas rizadas apareció frente a él y le observó seriamente. El de orbes grisáceas no debía ser un genio para saber que había venido a enfrentar a los sujetos de ese lugar por marcar a su hijo. Tampoco debía sorprenderse de notar la molestia escondida en sus facciones por verlo en aquel lugar.
-¿Por qué estás aquí? - El hitman mantuvo un rostro serio mientras observaba a los hombres inconscientes con molestia contenida.
-Si atacaban a tu hijo Namimori se vería comprometida - El antiguo prefecto se encogió de hombros y fingió desinterés - No permito que mi ciudad se vea involucrada en este tipo de cosas. Si quieren matarse háganlo fuera de mi territorio.
-¿Es así? - El italiano se acercó con una mirada molesta para retar seriamente al menor - ¿Cómo puedo creerte cuando has pasado los últimos meses caminando casualmente con Dame-Tsuna junto a ti como si fuesen una pareja?
-No somos una pareja carnívoro - El demonio de Namimori observó aburrido al adulto que estaba frente a él - Y si tanto te molesta contrólalo para que ya no se acerque.
-¿Te molesta que esté cerca de ti? - El de patillas rizadas se alejó un poco y se cruzó de brazos para juzgar correctamente al chico que tenía delante.
-... - La forma en la que aquella pregunta había sido dicha le molestaba. Sentía que el contrario quería conseguir algo de él y aquello no le gustaba. No era un herbívoro nervioso para dejarse intimidar.
-No evites la pregunta - El tutor mafioso disparó un par de veces, pero las balas fueron bloqueadas sin mucha ceremonia por parte del más joven. Ambos pelearon a distancia por un rato de manera cansada.
-Me da igual - El de mirada grisácea dejó su posición de defensa luego de un rato. Normalmente no rechazaría una pelea contra un oponente tan fuerte como ese, pero estaba cansado y molesto. Solo quería regresar y confirmar que no había más problemas en su amada ciudad.
-Ya veo - El varón de traje asintió un par de veces y su pistola se convirtió en un pequeño camaleón segundos después - Supongo que no puedo hacer mucho contra ti. Eres su nube, después de todo, así que ambos necesitan estar cerca del otro hasta que armonicen correctamente.
Después de ello el mayor se retiró sin darle oportunidad de quejarse o preguntar algo más. El azabache menor sintió la molestia aumentar en la boca de su estómago y se volteó a golpear los cuasi cadáveres un poco más. Un olor dulce pronto se sintió en el ambiente, pero fue ocultado ligeramente por un aroma a cigarrillo.
Azúcar y anillos de humo
Kyoya se acercó a una de las aberturas que se habían generado debido a una de las paredes que se había derrumbado para tratar de encontrar el origen de aquella esencia. Justo al llegar a esta notó unos conocidos cabellos castaños en la parte inferior del edificio. El dueño de estos le sonrió amablemente, lo que hizo que se molestara aún más.
Una de sus tonfas salió disparada hacia el menor, pero este la detuvo sin mucho problema. Sus ojos se fijaron en el arma unos segundos antes de que la devolviese sin mucha ceremonia a su dueño. Para cuando el otro adulto la tuvo de vuelta en su posesión el castaño ya había desaparecido sin dejar rastro.
He sido un tonto
El demonio de Namimori suspiró maldiciéndose a sí mismo por estar en ese lugar. Debió haber seguido con su vida, pero sentía que debía actuar cuando se tratada de proteger al otro. Eso lo hacía estar aún más furioso.
Con aquella molestia decidió regresar prontamente a su hogar. Había dejado abandonada la ciudad por demasiado tiempo y no dudaría en romperle la cara a quien hubiese hecho algún tipo de destrozo en sus dominios. Estaba suficientemente molesto como para que eso ocurriese.
Al llegar a su hogar notó el mismo aroma de tiempo atrás en todos los ambientes de su casa. Enfurecido se juró que la próxima vez que viese al menor iba a romperle el cráneo para que aprendiese su lugar. Una mirada en su habitación le hizo notar un pequeño pastelillo en una de sus mesas de noche y una nota al lado de esta.
"Lamento meterle en problemas que no le correspondes. Muchas gracias Hibari-san.
Sawada Tsunayoshi"
Pero las fresas y los cigarrillos siempre sabrán a ti
El japonés maldijo una vez más al pequeño herbívoro y se preguntó por qué aquella nota lo hacía sentir ligeramente en paz. Cerró sus ojos negando con la cabeza y salió de su casa lo más pronto posible. Necesitaba salir de ahí para poder despejarse del aroma que sin duda era del castaño.
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Los días después de aquello habían vuelto a la rutina original y pronto ambos adultos pasaban más y más tiempo juntos. Ninguno había vuelto a mencionar aquel día o algo relacionado a aquello, pero tampoco habían olvidado aquel encuentro. Sin embargo, por el bien de su estabilidad sentimental, ambos habían decidido mantener sus palabras bajo llave.
Hasta un fatídico día muchos meses después.
-Hibari-san tiene llamas de la nube - Afirmó seriamente en menor. No quería tocar ese tema, pero debía hacerlo por el bien de su cuerpo y mente.
-¿Por qué sabes de las llamas? - No era realmente algo que quisiese saber, pero tenía curiosidad de qué tanto conocía el otro del tema.
-Soy un cielo - Mencionó el otro sin hacer mucho drama sobre el tema - Algunos de mis amigos más cercanos son los demás elementos.
-Hm - El mayor asintió entendiendo que se refería a esos herbívoros ruidosos que lo seguían a todos lados y que causaban destrozos a por montón.
-Aun así... - El castaño cerró los ojos maldiciendo a su padre por hacerle tocar este tipo de temas con el otro - Jamás he armonizado con una nube.
-¿No conocías a ninguna? - El azabache le observó con interés. Era cierto que las nubes y los cielos a veces eran escasos, pero era raro que alguien como él no tuviese conexiones suficientes como para encontrar una nube y armonizar con ella.
-Claro que he conocido varias. Incluso papá es una nube - Las orbes chocolates se cerraron ante el cansancio ajeno al pensar en esa situación - Lo que sucede es que jamás se sintió correcto. Siempre aparecieron diciendo que serían capaces de renunciar a todo por mí y que no les importaba nada más que yo. Eso no es algo que una nube sentiría o podría hacer.
-Una nube siempre será devota a su territorio - Aseguró entendiendo las molestias que podía haber sentido su acompañante al escuchar aquel tipo de comentarios.
-Y tienden a buscar libertad - Complementó el chico al saber que la nube había captado hacia donde se dirigía la historia - Por eso jamás acepté a nadie. Todos mentían y fingían. Siempre supe que si aceptaba a alguien que dijese eso sería traicionado sin duda alguna.
-¿Por qué lo mencionas entonces? - El unigénito Hibari bajó los papeles que estaba revisando para ver fijamente los ojos contrarios. Esa era la única forma para que el otro no le mintiese a la cara.
-Padre dijo que cree que tú serias una buena nube para mí - Tsuna mantuvo la mirada varios segundos y luego la bajó sintiendo el cansancio arrastrándose por su espalda - No quiero que él venga a convencerte de serlo o algo similar. Así que te pido que te niegues sin importar qué te diga.
-¿Negarme? - Aquello le resultó hilarante al mayor. El bebé que se convirtió en adulto las dos veces que se habían visto había dicho claramente que no lo quería cerca de su hijo, pero quería que fuese su guardián.
-Padre podría ofrecerte muchas cosas. Peleas colosales, entrenamientos infernales, hacerte la nube más fuerte de la historia - El mitad japonés masajeó sus sienes sintiendo que la cabeza le explotaría - ¡Pero la mafia es cruel y desalmada! Si te involucraras es más que seguro el que destruyan Namimori al saber lo mucho que te importa. Además, sería como atarte a mi lado y no quiero eso.
-¿No es lo que quieren los cielos? - El demonio de Namimori no había conocido jamás un cielo que no fuese el que tenía delante, pero uno de sus tíos abuelos se había visto envuelto en un problema debido a su cielo. Así que no tenía buenas referencias de ellos.
-Supongo que muchos son así - El mafioso se quedó viendo a la nada unos segundos mientras su mente vagaba en sus recuerdos - Mis padres fueron muy cercanos a sus elementos hasta el final de sus vidas, pero me enseñaron a jamás encadenar a nadie a mi lado. No puedo pensar en una nube como tú siendo feliz lejos de su territorio.
¿Recuerdas cuando me hablaste del futuro?
-¿Qué pasa si digo que sí a ser tu nube? - Las orbes grises observaron con interés y diversión al pequeño que tenía delante esperando la explosión emocional que seguramente ocurriría.
-¿¡No escuchaste todo lo que acabo de decir!? - El cachorro león alzó la voz y las manos. Este chico realmente sabía tocar los botones correctos para molestarlo - ¡No quiero que seas mi guardián!
-¿No quieres que lo sea? o ¿No quieres obligarme a serlo? - Kyoya se cruzó de brazos prestándole aún más atención al contrario.
-¿No es igual? - Los ojos cafés perdieron su brillo mientras su dueño suspiraba derrotado - Si te vuelves mi guardián deberás irte de aquí, probablemente para siempre.
-¿Por qué? - La nube mantuvo una mirada interesada en el contrario al escuchar esa afirmación - ¿No me dejarías ir?
-¡Dejaría que hicieses todo lo que quisieras Hibari-san! - El Sawada se alzó de su silla molesto con esa pregunta, pero trató de recuperar la compostura para contestar correctamente - Pero los mafiosos no ven bien que un guardián abandone todo el tiempo a su jefe.
-... - El mayor asintió entendiendo lo que quería explicar el otro. Los otros mafiosos realmente serían un dolor de cabeza - ¿Tendrían un problema si actuamos como hasta ahora?
-No lo sé. Quizá algunos - El castaño suspiró con cansancio y volvió a sentarse en su lugar para tratar de calmar su cansancio menta - Pero no es necesario forzarse Hibari-san
-¿Crees que puedes forzarme a algo herbívoro? - El azabache alzó una ceja mientras colocaba sus amadas armas encima de su escritorio.
-¡Hiii! - El cielo alzó las manos asustado y se apegó todo lo que pudo al respaldo de su silla. Realmente no quería ser golpeado con esas cosas - ¡Por supuesto que no!
-Entonces está dicho - Los orbes grisáceos se cerraron unos segundos mientras retiraba las tonfas de la vista del otro - Seré tu guardián de la nube.
-¿Por qué haces esto? - El mitad italiano bajó la cabeza y negó con ella sin entender a su compañero de habitación. Luego la alzó para confrontarlo correctamente.
-Ya hago el trabajo sin un título - El demonio tomó de nuevo los papeles que había bajado y siguió trabajando como si nada hubiese pasado - Tenerlo solo será una mera formalidad.
-Pero Kyoya - La voz del menor sonó como la de un niño haciendo un berrinche. Algo que quizá estaba haciendo en ese momento - Vine aquí para que te negaras, no para que aceptaras.
-Debes aprender que no todo sale como quieres - El japonés alzó la vista unos segundos. Su rostro dejaba ver la diversión que estaba sintiendo en ese instante - Sobre todo cuando actúas como un herbívoro.
-Te desprecio - El líder Vongola se cruzó de brazos molesto y desvió su rostro a un lado para mostrar su indignación ante lo escuchado.
-¿Hm? - Una sonrisa socarrona apareció en los labios de la nube, pero no por ello dejó de trabajar. Realmente disfrutaba sacar de sus casillas al otro - ¿Le dices eso a tu novio?
-¡No lo digas muy alto o mi padre nos matará! - El mafioso alzó las manos en pánico mientras trataba de analizar su alrededor para comprobar que su tutor y padre adoptivo no estuviese en el área.
-¿Sigues sin decirle? - Hibari bajó nuevamente los papeles para darle una seria mirada a su pareja. Después de casi un mes de salir juntos el chiquillo seguía sin decirle al bebé que vivía con él sobre su estado sentimental.
-Dame un poco de tiempo - Las mejillas del varón más joven se colorearon de una tonalidad roja mientras pensaba en todo lo que podía pasarle debido a esta situación - Juro que lo sabrá pronto
-Más vale que lo sepa antes de tu cumpleaños conejo - El de mirada gris tronó sus nudillos para dar a entender la amenaza sin decir nada más.
-¡Lo sabrá! - Las orbes chocolates se abrieron con pánico mientras que el dueño de estas se levantaba de un salto para irse del lugar de inmediato - Confía en mí Hibari-san.
Dijiste que "Al final todo valdría la espera"
El castaño casi había perdido su cabeza el día que había mencionado su relación sentimental con su futuro guardián de la nube. Reborn había estado furioso y si no hubiese sido por Skull y sus habilidades de convencimiento ambos adultos jóvenes estarían muertos en ese momento. Pero eso no había librado al chico de las torturas de su padre por sus cuestionables gustos sentimentales.
Por otra parte, el de cabellos azabaches había recibido la visita de los padres adoptivos de su novio. El hitman había sido bastante directo con su amenaza, pero el que verdaderamente lo había preocupado era el acróbata. Él solo había sonreído amablemente durante toda la reunión, pero el resto de presentes era capaz de notar las ganas que tenía de arrancarle sus partes nobles al más joven del lugar.
Una promesa y un acuerdo había calmado a ambos mayores un poco. Además, había jurado su seriedad con respecto a su papel como nube y que moriría antes de que pudiesen hacerle daño a su pareja. Con ese acuerdo había podido llegar vivo al cumpleaños 24 de su novio.
Pocas semanas después la ceremonia de nombramiento como guardián de la nube se había llevado a cabo y unos días más tarde todos los Vongola estaban preparándose para viajar a Italia. Debían preparar todo para la presentación formal del joven demonio ante el resto de la mafia. Solo así podría ser reconocido correctamente como un guardián y podría comenzar a cumplir su deber como tal.
Nadie había esperado que poco después de ese nombramiento todo se vendría abajo.
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Kyoya aventó su celular luego de que nadie en la mansión contestase su llamada. Había viajado a Japón por unos problemas con la principal empresa Vongola en el lugar, pero al llegar negaron cualquier situación. Días después fue capaz de confirmar esas palabras, por lo que se sintió mucho más preocupado.
Trató llamando una vez más a su pareja o al padre de este, pero la llamada fue directamente al buzón. Ante ese pánico no le quedaba más que tomar sus cosas y volver de inmediato. Si seguía un solo día más en su tierra natal iba a matar a alguien de la frustración que sentía.
Al día siguiente, nada en mi celular
Cuando volvió a la mansión en Italia notó que todo estaba bien. Ni una flor fuera de lugar. Ni un agujero en el jardín favorito de su novio. No se escuchaban gritos ni peleas. Todo era pacífico y tranquilo.
Eso le dijo que todo estaba mal.
Abrió con brusquedad la puerta de entrada y notó las llamas de niebla cubriendo todo el lugar. Conocía demasiado bien las habilidades del dúo frutal y podía reconocer su trabajo en cualquier lado. Lo que significaba que sabía que cualquiera debajo de sus habilidades sería descubierto rápidamente.
Cuando las ilusiones desaparecieron de sus ojos fue capaz de notar que todo el interior de la mansión estaba destruido. El segundo nivel parecía haber sido atacado con una violencia nada típica de los Vongola. Aquello era, sin duda, el ataque de un enemigo.
Tuvo cuidado de recorrer el lugar, notando algunos cadáveres en el lugar. Algunos eran de personas que trabajaban en la mansión, otros de algunos aliados de la familia y otros eran probablemente de sus enemigos. No encontró el de ninguno de los guardianes, pero eso no lo dejó tranquilo en lo más mínimo.
Entró a la habitación que compartía con el castaño y solo encontró restos de las paredes, pero ninguna señal del chico. Aquello calmó ligeramente su corazón, sin embargo, no tenía tiempo de detenerse y alegrarse. Debía encontrar algo que le dijese quiénes eran los culpables y dónde estaban los Vongola restantes en este momento.
Antes de salir notó una tela en medio de los escombros. Estaba rasgada y maltratada, pero era, sin duda alguna, una de sus camisas. Más específicamente una de las camisas que a Tsuna tanto le gustaba usar a la hora de dormir porque cubrían casi todo su cuerpo sin problema.
Tomó la tela y salió finalmente de la habitación. Iba a encontrar a su novio, aunque fuese lo último que hiciese en la vida.
Pero todavía puedo olerte en mi ropa
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Los ataques contra la familia Vongola siguieron ocurriendo durante unos cuantos días y luego todo había vuelto a un abrumador silencio. La joven nube había matado a tanta gente en esos días que probablemente podría comenzar a hacerle competencia a su futuro suegro. Algo que no le alegraba en lo más mínimo.
Había encontrado a su pareja durante aquellos ataques, pero el menor no había estado feliz de verlo en lo más mínimo. Tsuna había pasado cerca de 2 horas regañándole por volver, pues ahora estaba en peligro. Sin embargo, las confiables habilidades de convencimiento de Yamamoto le habían recordado que su enemigo estaba cazándolos, así que era mejor estar cerca los unos de los otros.
-Supongo que es cierto - El cachorro de león suspiró derrotado mientras se dejaba abrazar por su pareja. No podía negar que aquello calmaba su corazón de todas las preocupaciones que estaba sintiendo.
-Además herbívoro - La nube Vongola alzó el rostro de su pareja para que le viese a los ojos. Iba a actuar una última vez como un herbívoro, así que el otro debía ver lo que no volvería a hacer en su vida - No creas que me quedaré de brazos cruzados si sé que estás en peligro.
-Es en doble vía Kyoya - EL castaño sonrió ligeramente y bajó su mirada sintiendo lágrimas aparecer en sus ojos - No quiero que mueras.
-No lo haré - El mayor besó la frente de su pareja y mantuvo la mirada en el frente mientras sentía al menor romper en llanto - Lo juro por el amor que te tengo.
Siempre esperando que las cosas cambien
Durante esos días toda la presión de la mafia se había sentido sobre ellos. Si bien sus cazadores los habían dejado tranquilos era justo por ello que debían estar alertas. En esos momentos se sentían como ratones que el gato había soltado para verles correr un rato más antes de matarles.
Y que bien que lo sabían, porque la cacería había vuelto a empezar pocos días después.
Pero volvimos directo a tus juegos
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El azabache golpeó un par de hombres con sus tonfas lo más rápido que pudo y luego le hizo una señal al resto de que se apresuraran. Todo se había ido en picada demasiado rápido y con la muerte del papá de castaño habían notado finalmente la diferencia de poder que había entre presa y cazador. El más afectado ante esa verdad había sido el líder mafioso, sin duda alguna.
Uno de sus enemigos los reconoció rápidamente y trató de atacarlos. Sin embargo, un disparo lo mandó directamente al suelo, pero eso hizo que más gente voltease a ver en esa dirección. Afortunadamente todos se habían mantenido a cubierto para evitar ser detectados fácilmente.
Luces, en mí
Algunos disparos fueron escuchados desde otra área y Kyoya supo que era el momento de salir de ese lugar. Lal y Colonnello habían dicho que aquella sería su señal para anunciar una retirada. Así que era mejor desaparecer en ese momento o el sacrifico de los arcobalenos no serviría de nada.
Tsuna había logrado encender un auto para su escape, pero se notaba que no estaba en condiciones de conducir. Con eso en mente el mayor decidió tomar el volante del transporte y alejarse de la base Vongola que ahora estaba comprometida. Realmente era sorprendente como en unas horas habían perdido casi todo lo perteneciente a la familia más poderosa de la mafia.
El japonés condujo velozmente sabiendo que no tendrían mucho tiempo de ventaja. Lo único de lo que podía estar seguro en ese momento es que la mayoría de personas importantes para su novio ya estaban a salvo en el último bunker de seguridad. Si alguien más llegase a morir ese día sería un golpe demasiado fuerte para la mente del castaño.
Corriendo a 60
Llegar a la entrada del bunker fue lo peor del mundo. Parecía que la guerra seguía en ese lugar y si no se apresuraban todo acabaría para ellos. Kyoya activo su caja arma para darle algunos segundos de ventaja a su pareja. Sin embargo, no esperó la situación que estaba por ocurrir en ese segundo.
-¡No! - El líder de los Vongola trató de correr al notar a un hombre listo para atacar a su tutor. Era obvio que ese ataque sería igual que aquellos que ya le habían arrebatado al resto de aquel grupo de bebés.
-Ciao Dame-figlio - El arcobaleno del solo lanzó a León hacía su hijo y el pequeño camaleón cayó sobre sus ojos mientras que el de patillas era eliminado para siempre.
-¡Papá! - El castaño quitó de sus ojos al animalillo y gritó desgarradoramente al ver que el hombre que lo había criado como un padre había muerto.
-Decimo, debe entrar - El joven de cabellos plateados tomó a su jefe del hombro para empujarlo dentro del refugio, pero sus esfuerzos eran en vano.
-¡No! - Los ojos chocolate se habían vuelto naranjas prontamente y la molestia se sentía en todo el lugar. Era obvio que estaba destrozado y mucho más ahora que sus dos padres adoptivos se habían ido para siempre.
-Tsuna ya es tarde - El antiguo beisbolista también empujó al mafioso líder dentro del bunker. Si dejaban que se lanzase a pelear probablemente no sobreviviría.
-¡No! ¡No puedo! - El dolor del Vongola seguía aumentando mientras veía a los enemigos que aún estaban en el lugar. Ellos le habían arrebatado su amada familia y él no podía hacerles sentir lo mismo que estaba sintiendo - ¡Él dijo que no se iría! ¡No puede abandonarme ahora! ¡Papá!
El azabache mayor le dio un golpe a su jefe para dejarlo inconsciente y que pudiesen llevarlo dentro del refugio. Había calculado cualquier cosa menos aquella y ahora maldecía su confianza. El traidor realmente había golpeado al menor en donde más le dolía y ahora era posible que el líder Vongola jamás se recuperara de ese golpe a su moral
He sido un tonto
-Esto tiene que acabar pronto - El poseedor de llamas del cielo observó a un punto en la pared mientras estaba en una reunión con sus guardianes - Un todo por un todo.
-Tsuna - El espadachín trató de usar sus llamas para calmar y tranquilizar un poco a su amigo, pero este las rechazó sin dudar un segundo.
-Uno de los dos debe morir - Los ojos normalmente amables y cálidos brillaron con una tonalidad naranja fría. Demostrando lo destrozado que estaba el corazón de su dueño - No podemos seguir coexistiendo luego de esto.
-Pero... - El usuario de la tormenta intentó alzar su voz para aclarar la mente de su jefe, pero una corriente de aire helado hizo que guardara silencio inmediatamente.
-¡Si Byakuran no muere entonces moriré yo! - El hielo recorrió el suelo de aquella habitación mientras el líder de la familia concluía la reunión sin permitir que alguien debatiera su idea suicida - ¡Pero no dejaré impune la muerte de mis padres otra vez!
Ningún guardián pudo negarse al pedido de su jefe, aunque todos estaban en contra. Todos sabían que la mente del castaño finalmente había llegado a su punto de quiebre en ese momento. Perder a su tutor y padre había destruido a amable cielo con el que habían armonizado y ahora debían terminar la guerra.
Después de este plan una de las dos familias dejaría de existir. Para siempre.
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La risa del demente de cabellos blancos se escuchó en toda el área donde estaban los guardianes. Aquello solo presagiaba lo peor, por lo que el mayor de ellos no pudo contener su ira. Los golpes y el uso de sus llamas llegaron a su punto más alto, pero a él no le interesó. Todo lo que le importaba al japonés era asegurar que su novio estuviese bien.
E incluso si huyo
Kyoya siguió corriendo, enfrentando a cada aliado de Byakuran que estaba frente a él. No dudaba en dejar fuera de combate a todo aquel que estuviese en su camino con tal de llegar a tiempo ante el castaño que lo había hecho abandonar su hogar sin siquiera dudar. No podía permitir que el chico se alejase de su lado.
Entró en la mansión de aquel traidor en cuanto eliminó a la mayor parte de los enemigos. No le interesaba que los otros herbívoros guardianes lo alcanzaran si no podían dar una pelea decente. Desgraciadamente, eran amigos del menor y enloquecería si no encontrase con vida a todos aquellos que había considerado parte de su familia.
Caminó decidido por el lugar al notar que no había nadie en ninguna parte. No necesitaba la intuición de su jefe para saber que todo aquello gritaba la palabra trampa. Sin embargo, no podía detenerse ahora que ya había entrado al lugar.
La risa maquiavélica del amante de los malvaviscos resonó por toda la mansión y Kyoya podía jurar que era la forma de tortura favorita de ese loco. Hacerle perder la paciencia a base de carcajadas. En cuanto lo tuviese en frente iba a darle un par de golpes para poder satisfacer su corazón.
La nube abrió con violencia la puerta de una habitación y pudo notar un cuerpo conocido desplomado sobre una cama de rosas blancas. Su ira aumentó en gran medida al notar que justo en el pecho de esta persona había una rosa cubierta de sangre. Un nudo se hizo en su garganta mientras se acercaba a comprobar el estado de su novio, aunque lo sabía bastante bien.
Al comprobar que su pulso estaba detenido solo pudo maldecir con fuerza el nombre de su enemigo. Su corazón roto lo abrumó tanto que no notó a tiempo la presencia que estaba a sus espaldas. Unos segundos después sintió un dolor abrumador en su pecho y desvió su mirada hacia su atacante.
-Saluda al diablo por mí ¿Quieres? - La sonrisa amable en el rostro del de cabello blanco era un contraste completo con su mano que seguía lastimando sin compasión su pecho.
-Bastardo - Los orbes grises se dirigieron una última vez hacia el cuerpo de la persona que amaba y se odió a sí mismo. ¿Por qué se enamoró de él en primer lugar?
Ahora no importaba. Finalmente descansaría de todas estas mierdas.
Y le doy a mi corazón un descanso
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-¿Por qué es tan importante el jardín? - Preguntó el menor curioso mientras recordaba aquel lugar que lo había llevado a estar aún más involucrado con la mafia y con el hombre más poderoso en esta. Ni siquiera lo había visto, pero ese sitio había sido el inicio de toda esa historia.
-Hay una leyenda en la familia de Tsuna - El motorista suspiró soñadoramente mientras recordaba la historia que Nana alguna vez le había contado - Se supone que en el jardín hay una rosa de color plateado. Si una pareja la encuentra significa que serán felices por siempre.
-Entonces - El azabache frunció el ceño confundido ante la respuesta. Esperaba que fuese algo menos fantasioso - ¿Por qué quiso llevarme ahí aquella vez?
-Digamos que el romance está ligeramente distorsionado en la mente de Tsuna - El motorista observó hacia el piso sabiendo que aquello era su culpa y la de su esposo - Para él, que vivió con Reborn como padre, las actitudes sádicas son una demostración de amor.
-... - La joven nube podía empezar a suponer las locas ideas que el menor había creado en su mente desde pequeño teniendo ese tipo de crianza. Aunque él no estaba demasiado lejos de ello.
-Así que cuando lo amenazaste y trataste de atacarle, él lo consideró como una declaración de que te gustaba - Skull observó al menor mientras le daba un sorbo a su té. Lo que decía era una especulación, pero podría apostar que no estaría tan errado si le preguntase a su hijo.
-... - Los orbes grises se mantuvieron fijos en el adulto como si hubiese sido insultado. Lo peor del caso es que podía jurar que aquello no estaba tan alejado de la realidad como quería creer.
-No me veas así - El de cabello morado bajó su taza y alzó sus manos rápidamente - Al final se enamoró de ti por tu valiente acto de ir a atacar a aquellos que lo habían tratado de matar. Aunque ya tenía interés en ti desde que se juntaban en sus citas.
-No eran citas - Hibari suspiró al saber a qué momentos de su vida se refería. ¿Cómo alguien podía etiquetar ese tipo de situaciones como algo romántico? - Yo estaba patrullando y él aparecía, luego me acompañaba hasta que lo amenazara.
-¿Alguna vez le dijiste que no eran citas? - El arcobaleno de la nube sabía que no era totalmente culpa del chico, pero prefería mantener la balanza nivelada - Si alguien que no deja que nadie esté cerca repentinamente permite que una persona lo acompañe por largos periodos de tiempo no es extraño que eso tenga otro significado.
-... - El japonés maldijo en su mente aquel pensamiento. Si era un poco racional sí podía entender que aquel actuar suyo pudiese ser malinterpretado.
-¡Oh bueno! Ahora eso no importa - El mayor sonrió mientras movía una de sus manos para hacer de menos el tema - ¿Se casarán pronto? Tengo que tener listo el jardín de la mansión para ello.
-Pregúntale a tu hijo - La nube más joven se puso de pie al notar a su pareja aparecer en el lugar. Aunque quisiera negar lo dicho por el contrario, era cierto que ahora que estaban enamorados lo demás no importaba demasiado. Eso no significaba que fuese a darle un lavado de cerebro al menor para que no fuese a enseñarle ese tipo de cosas a los niños que criaba.
-Nos vemos pronto yerno - El motorista gritó aquello sabiendo que su esposo estaba cerca. Tenía que alejarlo pronto de ahí para darle privacidad a la parejita.
Kyoya maldijo mientras su mente le recordaba aquella escena debido a la ilusión en la que había quedado atrapado. 10 años después finalmente había encontrado al bastardo que le había quitado al amor de su vida y lo recibía con aquella escena. Iba a vengarse por ello y por el ataque que casi le había arrebatado la vida aquel día al lado de Tsunayoshi.
Una parte de su alma se preguntó si todo aquello podría haberse evitado si hubiese encontrado la rosa plateada con el castaño. Ahora ya no podía hacerlo con su respectiva pareja. Pero deseó que, si lo que Byakuran había dicho de los universos paralelos era cierto, otro Kyoya y otro Tsunayoshi si pudiesen encontrar la rosa para ser felices.
Su mirada se centró una última vez en el rostro del chico que alguna vez se había apoderado de su corazón y prometió que ese día sería el último para el traidor. Luego de ello descansaría y se la pasaría recordando el sabor que siempre tenían los labios de su amado. Pero eso sería cuando ganara aquella pelea.
Las fresas y los cigarrillos seguirán sabiendo a ti
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Hola, ¿Qué tal?
Bien, esta historia es un reto que me ha hecho JessicaLiriano y he decidido postearlo para el cumpleaños del atún. Espero que estas 8 mil palabras hayan sido de su gusto y las hayan disfrutado. Perdón si alguien ha sufrido. No sé en qué momento de la producción todo tomó un camino así.
Como dije en el One-Shot de "Traitor" nos hemos retado a escribir diferentes historias basados en diferentes ideas. La idea para este reto era escribir un song-fic basado en una canción dada por otro miembro del grupo. La canción también me la otorgó ella.
Si alguien quiere leer los otros retos, puede pasar a los perfiles de Jessica y de VadaSilva4 (A quien le tocó escribir su reto con una canción que yo le propuse).
Nos leemos pronto en otra historia.
PD: Se suponía que iba a publicar esta historia a media noche para que fuera entre el cumpleaños de Tsuna y Reborn, pero me tardé más tiempo del que creí en la corrección. Cosas que pasan.
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